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 Capítulo 1

 

Las explosiones de rayos y hielo se encontraron y esparcieron, una cancelando a la otra. Brillante maná caía dentro de las intrincadas barreras que encerraban el jardín Leinster en la capital real.

 

Una chica del clan lobo se hizo atrás levemente y recuperó su balance. Mi hermana Caren, vicepresidenta del consejo estudiantil de la Academia Real, puso una malvada sonrisa. Su cola gris se meneaba felizmente.

 

[¡Parece que estás en forma otra vez, Stella!] Ella le dijo a su oponente mientras desempolvaba su boina y uniforme de invierno. [Pero no necesitas presionarte tan duro, incluso si mi hermano accedió a vernos luchar. No estás acostumbrada a ese báculo aún. entre la redada y examinar el Gran Árbol, apenas hemos tenido clases en diez días.]

 

Otra chica usando el mismo uniforme, cabello largo de azul plateado atado con un listón celeste, levanto sus armas para otra ronda. La hija mayor de la Casa Ducal de Howard en el norte y presidenta del consejo estudiantil de la Academia Real tenía una espada de entrenamiento en su mano derecha y un hermoso báculo coronado con una joya en forma de flor en su izquierda. Este último tenía muchos misterios. Dudaba que pudiera causar algún daño mientras mantuviera un superficial enlace de maná con ambas chicas, pero nunca se sabe.

 

Stella le lanzó una mirada a mi asiento afuera de la barrera. Su cabello plateado brillaba en la luz solar de invierno.

 

[¡Solo estoy calentando!] Gritó de vuelta. [Allen sacrificó su tiempo libre para observarnos en el Día del Rayo— ¡No puedo enseñarle menos que lo mejor! Pero creo que será mejor que empieces a aprender a vivir sin él. Digo, estaremos en la universidad el siguiente año.]

 

[¡Nunca dejaré a Allen!] Caren rugió, conjurando una lanza corta de rayos en cada mano y las movía en el viento. Una colosal espada de rayos estalló, dirigiéndose hacia la chica a la que llamamos “Alteza”… solo para chocarse contra un grueso muro de hielo azul.

 

[¡Tendrás que hacerlo mejor!] Stella gritó, rebosando con confianza.

 

 

En serio, no había planeado observarlas pelear. Nuestras lecciones no continuaban hasta la siguiente tarde. Solo me detuve para hacerle preguntas a Sida Stinton, una maid Leinster en entrenamiento. Y no podía olvidar el consejo no oficial en la mansión Lebufera a la que había sido invitado a asistir más tarde ese día. Pero supongo que mi suerte se había acabado cuando me tropecé con Caren y Stella en el café con un techo azul— ya se habían separado de las pequeñas, quienes aún tenían clases. No podía rechazar una petición de mi querida hermana y estudiante.

 

Necesitaría agradecerle a la Duquesa Lisa Leinster luego. Ella había accedido, con una criatura mágica, a prestarnos un espacio sin casi un aviso.

 

De pronto, el delgado brazalete plateado en mi muñeca izquierda llamó mi atención. Por un momento, pensé oír al Ángel Negro y Blanco— la Princesa Carina Wainwright, una leyenda de hace un siglo— reír y decir, “Cuida de Stella, ¿sí, Allen la amable “llave”?” Esperaba solo imaginarlo.

 

Hasta hace unos días, Stella había sufrido de una incapacidad para lanzar cualquier magia excepto por un selecto número de hechizos de luz. Curar sus síntomas nos había enviado más allá del reino del sentido común. Eso iba por el dragón de flor, quien nos había enviado a través del misterioso Archivo Sellado hacia el altar del “ángel de la creación” debajo del palacio, también por Carina, a quien habíamos encontrado sellada allí. ¿Quién sabe lo que había imbuido en este brazalete transformado?

 

Mientras sonreía, mi hermana se revestía en electricidad: Ligthning Apotheosis.

 

[¡Voy por ti, Stella!]

 

[¡Pero no me vencerás, Caren!]

 

Su choque hizo hoyos en la barrera, pero las maids Leinster paradas lo arreglaron de una vez.

 

¡Magnificente! Hablando de habilidad.

 

[¡Allen!] Una musical voz interrumpió mi adulación mental. [¡Ambas son tan fuertes!]

 

[¡Vaya!] Grité mientras una pequeña con listón plateado en su largo cabello blanco se metía en mi regazo, sus orejas y cola se retorcían todo el tiempo. Atra el Thunder Fox, uno de los grandes Elementales, se veía adorable vestida en su abrigador abrigo de invierno.

 

[Es bueno verte otra vez.] Dije. [¿Te divertiste explorando la mansión?]

 

Atra sonrió y ondeó sus pequeñas manos. Las maids quienes la habían acompañado devolvieron el saludo. Las dos caminaron llevando una bandeja.

 

[L-Lamento tanto hacerlo esperar, señor.] Dijo la aprendiz con su sedoso cabello castaño con coletas.

 

[Su té, Mr Allen.] Añadió una maid con un aire de nobleza. Tenía un precioso cabello rubio y nadie quien viera sus ojos plateado y dorado los olvidaría jamás.

 

Me levanté e incliné ante la chica a quien había venido a ver y la maid número ocho de la corporación, quien ahora estaba actuando como su guardaespaldas. [Sida, por favor, perdón por la imposición. Cordelia, gracias por levantar la barrera. No muchos lugares pueden soportar una batalla en serio entre esas dos, así que lo aprecio de verdad.]

 

[¡N-No es problema!] La tensa aprendiz agitó su cabeza y ondeó sus manos. [S-Solo espero poder ayudar.]

 

La maid que pude haber tomado por una princesa extranjera puso su charola en una mesa redonda y empezó a servir el té. [Es un honor ser de utilidad.] Dijo. [Esperándole, señor, y a las señoritas se ha convertido en un deber bastante popular entre nosotras. También me presenté por un puesto en Allen&Co, pero el equipo de Emma intervino. “¡No puedes, Cordelia!” dijeron. “¡Matarás a Miss Fosse!” Son unas descaradas.]

 

Forcé una sonrisa, incapaz de tomar una mejor respuesta. Las maids asignadas a la compañía tendían a mimar a nuestra directora.

 

La larga lanza de rayos de Caren chocó con las espadas de hielo que Stella había formado alrededor de su báculo y espada de entrenamiento. Mientras las barreras temblaban, Atra jaló la falda de Cordelia— la maid había terminado de servir té.

 

[¡Princesa! ¡Abrazo!]

 

[¿Qué? Yo no soy una p-prin— ¿Mr Allen?] La agitada maid me miró por ayuda. Asentí, disfrutando este nuevo lado suyo.

 

[B-Bueno, entonces, como desee, Miss Atra.] Cordelia levantó a la feliz niña en sus brazos. Sus ojos tenían afecto.

 

Las maids en espera estallaron en un flujo de admiración.

 

[¡Vaya!]

 

[Ms Cordelia y Miss Atra. Qué divina combinación.]

 

[N-No, no puedo caer aún. Debo presionar.]

 

Que tonto. Ya debo saber cómo son las maids de Leinster a este punto.

 

[¿Te importaría enseñarle los jardines exteriores?] Le pregunté a Cordelia mientras palmeaba la cabeza de Atra. [Me preocupan las malas influencias de aquí.]

 

Caren desplegó múltiples Imperial Thunder Lances, a pesar que solo le había dado la fórmula para el hechizo avanzado en el café. Stella contraatacó al sacar un nuevo hechizo avanzado propio: Momentary Flash Ray. Atra observó con estrellas en sus ojos hasta que la elegante maid la distrajo con una pequeña carga de galletas.

 

[Ciertamente.] Dijo, inclinándose tan bien que me vi pensando que ella podía ser una princesa extranjera. [Estaría encantada de cuidar de Miss Atra una vez más.]

 

[Lo aprecio.] Dije. [Disfruta, Atra.]

 

[¡Bien!] La niña con orejas furras saltó, luego me entregó una galleta en forma de estrella de su bolsa.

[Gracias.] Palmeé su cabeza y apresuré a Cordelia en su camino con una mirada.

 

Aún estaba observando a la maid dirigirse hacia la mansión cuando un masivo impacto sacudió el campo. Mordí una galleta y me giré a ver, el gritillo de Sida resonando en mis oídos.

 

La noble de cabello plateado estaba de una rodilla, rodeada por incontables lanzas de rayos. Caren estaba erguida, rugiendo con chispas violetas.

 

[¡No tienes donde más correr!] Grité. [¡Gano esta ronda!]

 

La noble se levantó en silencio y refundó su rota espada de entrenamiento. Entre un mar de copos de hielo azules, Stella me lanzó una breve mirada y me asintió levemente. Giró su báculo, apuntó la punta a Caren justo mientras una luz cristal brillaba desde su orbe.

 

[Ya lo veremos.] Dije. [Puede no parecerlo, pero aprendí del mejor hechicero del reino.]

 

[¡Y yo su única hermana en el mundo mundial!] Caren miró atrás mientras sus lanzas de rayos caían.

 

[Ten cuidado.] Dije, apoyando a Sida con mi mano izquierda cuando tembló y caía cerca. Hechizos de levitación salvaron la mesa y sillas.

 

La magia de Caren levantó una briza, rápidamente aclarando el aire y restaurando nuestra visión del jardín. Cristales de hielo danzaban. Maná más allá de cualquier cosa hizo que mi piel se erizara.

 

Llamaría a eso un éxito.

 

[¿Estás bien?] Le sonreí a la rígida y sonrojada maid en entrenamiento.

 

[Yo l-lo siento mucho.] Sida balbuceó, sacando un emblema. [O G-Gran Luna, ¿qué debería en un momento como este?]

 

La movía a una silla y miré al cielo, donde un ángel con dos alas de azul pálido— Stella Howard— aparecieron en fríos vendavales.

 

Los ojos de mi hermana se abrieron mientras conectaba los cabos. [No me digas que recurriste al poder angelical. Te ves como Lydia y Tina cuando— ¿Allen?]

 

Levanté mi taza de té como un escudo contra su mirada. [Después de lo que pasó el otro día, logré reconstruir una pequeña porción de la fórmula de hechizo de Carina.] Expliqué. [Stella había mejorado, recuerdas, así que pensé que una celebración seguía.]

 

[No es excusa para ocultar secretos de tu adorable hermana con su cumpleaños tan cerca de—]

 

[¡Los dados han girado, Caren!] Stella intervino, lanzando su contraataque. Vientos helados se convirtieron en filosas cuchillas, acercándose a Caren con una gran precisión— hasta que se desvaneció en una lluvia de chispas.

 

[¿Una ilusión de rayos? Nunca he visto algo como—]

 

La noble se dio la vuelta y bloqueó un ataque aéreo de la lanza de cruz de rayos de Caren con el hechizo avanzado Imperial Snow Blade. Arcos de electricidad y restos de hielo amenazaban con cubrir todo el jardín.

 

Bloqueó espada con espada, Caren mostró sus caninos en una sonrisa. [¡No eres la única a la que Allen le preparó un nuevo hechizo!]

 

El ángel azul gruñó y se movió, retirándose. El lobo en rayos lanzó Heavenly Wind Bound y se dio a la persecución. Me giré a Sida, quien no parecía apartar la mirada de su combate de simulación.

 

[Parece que estarán en ello por un rato.] Dije. [Ahora, ¿te importaría contarme acerca de los creyentes de la Gran Luna?]

 

[¡C-Claro!] La aprendiz respondió con agitación. Luego sucumbió y bajó su cabeza. [Solo, bueno, no creo que seré de mucho uso.]

 

Tomé un sorbo de té y coloqué mi taza en su sostenedor. [Me encantaría oír lo poco que puedas contarme como la única heredera de tu religión en la ciudad. Se me dijo que la Gran Luna es una antigua deidad adorada mucho en un área limitada del este de la Alianza de Principados, que los dragones son sus mensajeros, y que la fe tiene raíces en la era de los dioses. Parece que solo un selecto grupo de herederos poseen las escrituras. ¿Tengo razón en eso?]

 

Vertí té en una taza y la puse ante Sida. Una gustosa fragancia llenó mis fosas nasales.

 

Ninguna autoridad en la ciudad sabía más de lo que yo dije. Aun así, logré ver al culto de la Gran Luna detrás de los apóstoles que habían formado parte activa en tantos incidentes por órdenes de su falsa Santa. Su líder, Aster Etherfield, el Sabio, y su segundo al mando, Io la “Flor Negra” Lockfield, habían invocado hechizos desconocidos que parecían derivarse de la fe. No podía permitirme ignorarlo más tiempo.

 

Sida tembló levemente mientras bebía su té. [S-Sí, señor. Heredamos las cosas por palabras de boca en boca. Incluso las escrituras solo tienen imagines abstractas en ellas. Y oí que perdimos las originales luego de las grandes guerras que dejaron mucho menos creyentes. T-Todos los creyentes son tan normales como pueden ser. No creo que alguno de nosotros conozca alguna magia especial o algo como eso.]

 

Tomé un cuaderno de mi bolsillo y anoté.

 

Así que, el culto ha disminuido prácticamente a nada. No me suena a una organización con alguna influencia práctica.

 

[Lynne mencionó que las escrituras muestran a un lobo revestido en rayos.] Continué luego de revisar mi reloj de bolsillo.

 

[El Lobo Divino que sigue a la Gran Luna para hacer una gran magia.] Sida confirmó. [¡Oh! Dicen que la Gran Luna era un increíble mago que salvó al mundo.]

 

[Ya veo. Siguiente, me gustaría que vieras algo.]

 

¿Un “increíble mago”? Pensé, bajando la mirada para ver el anillo en el tercer dedo de mi mano derecha destelló en carmesí. Esto requiere una investigación.

 

Dibujé un diseño de siete medialunas torcidas formadas para parecerse a una flor y le pasé el cuaderno a Sida. Miedo entró en su mirada.

 

[M-Mr Allen…] Dudó. [¿D-Dónde encontró esta marca?]

 

[Entre las pertenencias del difundo general Atlasiano Robson Atlas.] Dije. [Impreso en la cubierta de un delgado libro titulado Apócrifo de la Gran Luna. ¿Sabes algo de ello?]

 

Sida retiró su insignia del cuello de su vestido, apretó sus ojos, y agitó su cabeza. [Yo… l-lo siento. No sé mucho de la apostata que se dice que ha hecho esa marca. Es conocimiento prohibido. Cerré mis ojos el otro día también, cuando apareció en el cielo sobre la ciudad, he visto a mi padre despotricarse contra ello en la capilla. “¡La fe nunca hubiera caído a malos momentos si no fuera por él!” Siempre un hombre tan gentil, pero bueno, me asustaba.]

 

La madre de Tina y Stella, la difunta Duquesa Rosa Howard, había escrito palabras con el efecto similar en la ciudad del agua: “El némesis del maestro: la Apostata de la Gran Luna.”

 

Miré a la furiosa batalla de Caren y Stella, escribí otra nota, y arranqué dos páginas del cuaderno.

 

[Perdóname.] Dije. [No quería revolver recuerdos tristes.]

 

[¡O-Oh, no!] Sida protestó, de pronto estallando en entusiasmo. [¡Trataré de preguntarles a mis padres la siguiente vez que les escriba! ¡Sin falta!]

 

Me recuerda un poco a Tina. Puedo ver por qué Lynne le tomó cariño.

 

[Por favor, hazlo.] Dije. [Parece que casi terminamos.]

 

Guardé mi reloj mientras una avecilla con un plumaje negro y escarlata aterrizaba en mi hombro y se desvanecía.

 

“Date prisa y ven a la casa Lebufera.”

 

Lady Lydia Leinster sonaba más que molesta. Apenas nos habíamos visto desde el ataque de los apóstoles en la ciudad, aunque intercambiábamos mensajes con criaturas mágicas en la mañana, mediodía, tarde y antes de dormir.

 

Recogí la varita que Stella usaba en su día a día y entré a la cama de hielo que una vez había sido un jardín. Los combatientes estaban enfrentándose, uno en el aire y la otra arriba de un carámbano roto.

 

[¿No crees que es ahora que lo arreglemos?] La noble de cabello plateado preguntó, jadeando mientras sus alas azules se abrieron.

 

[Buena idea. ¿Qué tal si el ganador va de compras con Allen?] Caren dijo, su armadura de rayos creciendo a más grandes porciones. Ella lo formó en la cabeza de un furioso lobo mientras imbuía su laza de rayos con cada chispa de maná que podía juntar.

 

[De pronto me siento más motivada.] Stella levantó su báculo, sonando como que estaba pasándolo de lo mejor posible. [No me culpes si te venzo.]

 

[No lo harás. Las hermanas protegen a sus hermanos. ¿No sabes que así funciona el mundo?]

 

Compartieron una sonrisa, luego la conversación terminó. El ángel azul y el lobo de rayos levantaron sus armas para golpear.

 

[¡Caren!]

 

[¡Stella!]

 

[¡ESTO TERMINA AHORA!] Ambas gritaron.

 

Caren saltó de su apoyo en el carámbano roto, empezando su ataque a la voladora Stella. En la punta de su arma, había lanzado muchos Thunder Fang Spear, un hechizo avanzado llegó a su máximo poder. Un tremendo destello de luz destruyó un grueso muro de hielo.

 

[¡No tan rápido!] Stella bajó su varita, lanzando el hechizo supremo Frost Gleam Hawks— y de inmediato convirtiéndolo en un mar de brillantes Escudos Azules para recibir de frente el ataque de Caren. El aire se agitó bajo la fuerza del impacto, pero mi hermana avanzó sin dudar.

 

[¡Tendrás que hacerlo mejor que eso!] Caren gritó.

 

[¡Has perdido, Caren!] Stella grito de vuelta, convirtiendo su báculo en una Espada Azure para recibir el golpe final. [¡Ni siquiera los hechizos avanzados de Allen pueden atravesar mis Escudos Azules! Hoy es el día que por fin— ¿Qué? ¿E-Eso es…? ¡No!]

 

El lobo de rayos cubriendo a Caren de pronto empezó a cambiar, tomando una nueva forma.

 

Había un gran total de ocho hechizos supremos reconocidos en la actualidad. Había visto cinco de ellos con mis propios ojos. El primero, la magia de las Cuatro Grandes Casas Ducales, el orgullo del reino: el Blizzard Wolf de los Howards, el Firebird de los Leinsters, el Gale Dragon de los Lebuferas, y el Lightning Lord Tiger de los Algrens. Luego el Water Fang Whale, herencia de la Alianza de Principados. Con tantos ejemplos para pensar, no había encontrado tan difícil crear un nuevo hechizo supremo para mi adorable hermanita cuya habilidad y reservas de maná habían crecido tan dramáticamente en los pasados meses.

 

[Lo siento, Stella. Mientras estamos en esto, te diré un secreto. Puedes no suponerlo…] El maná de Caren se disparó. Su lobo ganó un aura de divinidad mientras mutaba en un dragón violeta y empezaba a ir al frente, lanzando el báculo de Stella al cielo mientras se comía sus Escudos Azules. [¡Pero Allen tiene una debilidad por su hermana!]

 

[Pero… ¡Yo aún no he perdido!] Aunque agitada, Stella se recompuso y reforzó sus escudos de hielo para alivianar el ataque. Sus ojos destellaron con fiereza. Ambas chicas sabían que podían ganar.

 

[Está bien, es suficiente.] Dije, golpeando la varita e interceptando su magia. Para su sorpresa— y un asombrado grito de Sida— cada hechizo se desvaneció. Al mismo tiempo, lancé levitación en el par y el báculo de Stella, gentilmente poniéndolas a mi lado.

 

[¿En serio, Allen?] Caren demandó, resaltando cada silaba.

 

[En serio, Allen.] Incluso Stella sonaba asombrada.


Sida abrió y cerró su boca en mudo asombro.

 

Calmé el ardiente orbe sobre el báculo, el cual estaba incorporado en la tierra, luego enderezó las boinas de las chicas y corté nuestros enlaces de maná.

 

[Es hora.] Dije. [Espero que hayan arreglado este jardín a cómo estaba para la hora que Tina, Ellie y Lynne lleguen a casa. Stella, gracias por prestarme tu varita.]

 

El par se miraron entre sí, luego sin ganas enterró el hacha.

 

[Oh, está bien.]

 

[Muy bien.]

 

[Además, mis pensamientos sobre su pelea— ¿P-Perdón? ¿Caren? ¿Stella?] Ambas chicas me dieron miradas frías mientras entregaba las notas de papel.

 

Mi hermana se cruzó de brazos y suspiró. [Contrólate, Allen. Vamos a hablar largo y tendido esta noche.]

 

[Espero que no serás dura conmigo.] Dije forzando una sonrisa. Con su cumpleaños a un día, Caren estaría visitando mis aposentos en el distrito laboral esa tarde.

 

[¿Esta noche?] Stella repitió, enfundando la varita que le había regresado a su cintura antes de tímidamente mover sus dedos a mi manga. [Allen.]

 

La vista de nuestra “Santa Cenicienta” sonrojándose conmigo envió a sus devotos— Stella tenía un sequito incluso entre las maids de Leinsters— a un frenesí.

 

[Aaah.]

 

[¡Oh, Su Santidad!]

 

[Lady Stella es demasiado encantadora.]

 

Al final, la noble encontró el coraje para vociferar petición.

 

[¡Yo, um, también me gustaría ir! ¡Quedarme con usted esta noche!]

 

[No. No es digno para la hija de un duque.] Caren intervino, colocándose como un muro en el camino de Stella. Sus orejas y cola se agitaron, alertas en peligro.

 

[E-En serio, Caren, ¿no crees que es un poco arbitrario?]

 

[¡N-O! ¡No!]

 

A las chicas no parecía importarle que las vieran discutir, aunque ellas llevarían el futuro del reino en sus hombros. Sentí un leve golpe mientras observaba. La escena me trajo recuerdos de mi mejor amigo Zelbert Régnier, ahora reducido al cuarto apóstol de la iglesia.

 

Dejando a Caren y Stella, me detuve para darle mi gratitud a la maid en entrenamiento.

 

[Gracias, Sida. Realmente aprecio tu ayuda.]

 

[¡P-Para nada! Y-Yo solo espero reponga su tiempo.] Respondió con un abrupto respeto. Juzgando por la forma que había saltado cuando le hablé, debió haber disfrutado observar la lucha otra vez.

 

[¡Allen!] Con un ligero golpeteo de pies corriendo, Atra lanzó sus brazos alrededor de mí. Incliné mi cabeza a Cordelia y las otras maids que podía ver sonreír a una corta distancia.

 

[Bienvenida de vuelta, Atra.] Dije. [¿Irías a buscar a Caren y Stella por mí?]

 

[¡Claro!]

 

Tan pronto la había bajado al suelo que la chica de cabello blanco se dirigió al par con su listón violeta revoloteando. Estaba saboreando la calma que venía a mí cuando, de la nada, recordé un cierto lugar. Lydia había ido allí para calmar su mente cuando la conocí en la Academia Real, y así también la doncella de alta cuna cuando la encontré en la capital sur.

 

[Sida.] Dije, girando atrás. [Una última pregunta. ¿Conoces esa capilla sin nombre en la capital sur? ¿Tiene alguna conexión con la gran luna?]

 

La chica me dio una mirada de asombro. Luego, [¡S-Sí señor! Recuerdo ir allí para orar cuando era pequeña.]

 

No fue mucho, pero era una pista.

 

Le señalé a Caren y Stella mientras regresaban con Atra tomando sus faldas. [Esa es la mejor pista del día.] Le dije a la maid en entrenamiento. [Te lo agradeceré como se debe. Espero que sigas cuidando de Lydia y Lynne.]

 

[Sí, señor. ¡Sida Stinton, maid en entrenamiento de la Casa Ducal de Leinster, dará lo mejor!]

 

✽✽✽✽✽

 

[Bonitas horas de llegar, ya veo, Allen— o el gran “Emisario del Dragón de Agua,” como dicen en la ciudad del agua.] Dijo una belleza con largo cabello escarlata. Estaba vestida como una espadachina, adornada con la espada encantada Cresset Fox colgando de su cinturón y se había acercado a Atra y a mí al instante que un mayordomo anciano elfo nos mostraba la mansión Lebufera.

 

[Te he extrañado también, Lydia.] Respondí.

 

[Humph.]

 

Esta gruñona jovenzuela era la hija mayor del Duque Leinster, también conocida como la Dama de la Espada. Mi compañera ante cualquier dificultad, ahora servía como un guardaespaldas para nuestra antigua compañera la Princesa Cheryl Wainwright. Debió haber dejado a Lia— el gran elemental Blazing Qilin— en el consejo.

Le agradecí al mayordomo, quien respondió con una gran reverencia a pesar de su obvia superioridad. Me desconcerté con la extraña recepción formal mientras ataba un hilo invisible en Atra, quien quería revisar cada pintura y pieza de cerámica a la vista. Un dedo golpeó mi mejilla.

 

[¿Y cuál es tu excusa de hoy?] Su propietaria demandó. [Entrevistar a Sida no debió haber tomado tanto tiempo.]

 

[Había terminado mis recados cuando me encontré con Caren y Stella en nuestro café usual.] Expliqué. [Supongo que la Academia Real redujo el tiempo de clases luego de lo que pasó con el Gran Árbol. Como sea, terminé observándolas luchar.]

 

[¿No me digas? Bueno, no tengo más tiempo que perder.] Lydia se dio la vuelta y empezó a caminar, sin intentar esconder su mal humor.

 

Temblé, dije. [¡Atra, hora de irnos!] Y la seguí.

 

Subimos las escaleras al tercer piso, procedí a lo largo de un lujoso corredor alfombrado y pronto nos encontramos solo. Había esperado más guardias. Quizás el efecto del reciente disturbio estaba recordando la mano de obra. A pesar de ello, la chica se me adelantó en silencio.

 

[Perdón.] Respondí. [Pero, um, ¿Cheryl ya está en el consejo? No sé si realmente deberías dejarla sola en un momento como—]

 

[¡No menciones a esa princesa ladrona ahora!] Lydia se dio la vuelta, lanzando patadas y golpes más rápidos de lo que el ojo podía ver. Evacué a Atra con un hechizo de levitación y esquive mientras me hacía atrás.

 

[Espera. Reacciona, Lydia. No alocarte aquí.]

 

[¡Desgraciado sin corazón! ¡¿Qué tipo de sirviente deja a su señora atrapada en este lugar?!] La noble dijo, el maná hacía que su cabello escarlata se parara. [Nunca traste de rescatarme. Me pregunto qué hice mal entrenándote.]

 

¿Qué esperaba que hiciera, meterme en su cuarto? Quizás en la mansión Leinster, pero había estado durmiendo en el palacio por diez días. La princesa pudo haberme asignado como su investigador personal, pero eso no me daba un pase libre. Muchos nobles aún no recibían bien a un huérfano sin apellido adoptado por hombres bestias— aunque los eventos recientes habían puesto una brecha en sus números— y habría odiado causarle problemas a Lydia y Cheryl. La brillante mujer frente a mí sabía eso perfectamente bien. Solo me extrañaba más de lo que admitía.

 

[En serio.] Suspiró. [¿Cuándo aprenderá a ser razonable la gran Dama de la Espada?]

 

[¡Humph! ¡Cualquiera aquí diría que estás equivocada!] Sonaba como una niña malhumorada, aunque en realidad era un poco mayor que yo.

 

Planeaba esperar y darle esto luego, pero bueno.

 

Luego de revisar que nadie estuviera cerca, saqué una pequeña caja de mi bolsillo interior. [Aquí tienes.] Dije, entregándoselo a Lydia. Ella estaba empezando a hacer pucheros.

 

[¿En serio? Si crees que puedes contentarme con regalos luego de rechazarme todo este tiempo, te vas a topar con pared.] Lydia gruñó, aunque aceptó la caja y la abrió. [Deberías saber de sobra que no soy fácil con— ¿A-Allen?]

 

Se congeló a la vista del contenido: un listón blanco bordado con hilo escarlata y plateado. Había sido tejido en el lejano este, de acuerdo al hombre de las Trece Ciudades Libres que me lo vendió.

 

[Prometimos escoger un nuevo listón para ti, ¿recuerdas? Afuera de la catedral.] Dije, girándome a ver por la ventana mientras el avergonzamiento me supero. [No había sido fácil encontrar el tiempo para reunirnos desde entonces, aunque, le di una vista al bazar antes de venir aquí. Atra me ayudó a escoger.]

 

La niña flotante soltó una gustosa canción, mientras Lydia miraba al suelo. Sus oídos y lo que podía ver de su cuello se habían puesto rojos.

 

[No tengo fetiche con el cabello largo.] Añadí. [Me gusta una chica que se vea bien con un listón de cabello. Debí haber mencionado eso, ¿cierto?]

 

Lydia presionó su rostro contra mi pecho, apretando con fuerza la caja con ambas manos. [Oí que la parte del cabello largo en nuestro examen de entrada de la Academia Real, pero nunca dijiste nada acerca de listones. Increíble.]

 

[¿En serio? Puedo jurar que te lo dije todo.] Dije, ondeando mi mano para deshacer las ascuas de fuego que empezaron a salir en sincronización con sus emociones.

 

[Increíble.] Lydia repitió entre dientes. [Qué increíble. Ese fue un golpe bajo y lo sabes.]

 

Se hizo atrás un poco para darle a Atra un “Gracias” y una delicada palmada en la cabeza, luego se giró a mí y luego hizo una señal de tocar su dedo anular derecho. Brilló con una luz azul pálida: poder del poco de agua que había tomado de un santuario durante nuestro tiempo en el extranjero. [Así que, ¿cuándo vas a reconectar esto? Diría que lo necesitamos, dado todo el problema últimamente.]

 

Gracias al pacto mágico que habíamos sellado, Lydia y yo ahora podíamos más o menos sentir la locación del otro de cualquier lugar en la ciudad. Por desgracia, había usado lo último de mi agua sagrada y flores durante nuestra más reciente emergencia. Así que, esta noble con un mechón perdido de cabello escarlata meneándose en gusto estaba preguntando. [¿Enlazarías el maná conmigo todo el tiempo?]

 

¿Cómo puede ofrecer todo su maná en bandeja de plata? ¿Qué hice mal con ella?

 

Bajé a Atra al suelo y agité mi cabeza. [No.]

 

[No seas malo.] Mi superior por un estrecho margen hizo pucheros.

 

[¿No seas ma-llo?] La niña de cabello blanco repitió, confusa.

 

¡Es una mala influencia! ¡Necesitamos tener una seria conversación sobre esto antes que transforme a Lia en una pequeña problemática! Dicho eso…

 

La joven de cabello escarlata se veía tan alegre mientras levantaba a la pequeña y empezó a bailar para que no pudiera reprenderla— aunque oí una respuesta en mi cabeza.

 

[¡Mima a Lydia!] Mi estudiante de cabello plateado diría.

 

[¡Estoy con Tina!] Mi hermana añadiría.

 

[A-Allen, ¿enlazaría maná conmigo t-también?] Una angelical maid preguntaría, jalando mi manga. Había aprendido a hablar en su mente.

 

[¿Onii-sama?] Una noble de cabello rojo se molestaría. Había estado de malhumor desde la invasión en la ciudad. [Pero que no hayas olvidado—]

 

[¡Creo que debería ser mi turno el siguiente!] Una maid que no había visto en varios días intervino, palmas juntas en un gesto ganador.

 

No puedo decir que concuerdo.

 

La Dama de la Espada había dejado de dar vueltas y empezó a sobar a Atra mejilla con mejilla.

 

Aclaré mi garganta. [Lydia, antes de la reunión de consejo, me gustaría tener una plática seria acerca—]

 

[¡Allen!] Un grito musical vino mientras una niña con largo cabello escarlata— Lia— entró saltando por la ventana junto a Chiffon, el compañero blanco de Cheryl.

 

¿Perdón? Creo que este es el tercer nivel.

 

Tan pronto Chiffon había aterrizado en el suelo que la pequeña se bajó y se paró, envuelta en una túnica como la de Atra.

 

 

[¡Lia!] Ella anunció.

 


 


[Claro que sí.] Dije una vez había superado mi sorpresa para acariciar su cabello. [Te ves bien.]

 

Una sonrisa iluminó el rostro de la chica mientras sus redondas orejas y cola de león se meneaban. Chiffon se puso detrás de ella. Debió haber hecho al lobo correr por toda la mansión.

 

Una vez quité mi mano de su cabeza, Lia miró alrededor y gritó. [¡Atra!]

 

[¡Lia!] La niña de cabello blanco respondió y empezaron a jugar.

 

Lydia y yo compartimos una mirada y sonrisa. No podía imaginar nada más pacífico.

 

Me agaché para darle al amado compañero de Cheryl unas palabritas de gratitud. [Gracias, Chiffon. Debes estar cansado.]

 

La gran cola del lobo se meneó. [Estoy a costumbrado.] Un leve woof parecía decir.

 

Estaba imaginando lo que mi vieja compañera debió ser así como ella en sus primeros años cuando las bulliciosas niñas llegaron corriendo a mí.

 

[¡Allen, Lydia!] Lia gritó, mientras Atra tarareaba.

 

[¿Hm? ¿Quieres tomarte de las manos?] Dije, tomando las de Lia.

 

[¿Qué pasa, Atra?] Lydia preguntó, siguiendo con la pequeña de cabello blanco.

 

[Lydia.] Dije.

 

[O-Oh, está bien. Vamos.] Lydia cedió, y nos rendimos a las demandas de las cantantes niñas. Nos habíamos tomado de las manos varias veces antes, aunque Lydia y yo nos pusimos conscientes, balbuceando e incapaces de vernos a los ojos. El panorama parecía satisfacer a las niñas.

[¡Amigos!] Gritaron juntas.

 

Así que, um… ¿cómo se supone que reaccione a esto?

 

Dos veces detuvieron mis breves reflexiones mientras sus dueños caminaban hacia nosotros por el corredor.

 

[¡Vaya, vaya, vaya! ¡¿Qué tenemos aquí?!] Exclamó la esbelta y de cabello castaño ama de llaves de la Casa Ducal de Leinster, Anna.

 

[Q-Qué adorable. Oh, mi corazón.] Romy murmuró, la segunda al mando de lentes y piel morena con adorable cabeza de corto cabello negro. Sus mejillas lucían sonrojadas. Esperaba que se estuviera sintiendo mal.

 

Le di un vistazo a Lydia. Estaba mirando al suelo, pero ni intentó soltar mi mano, así que me giré a las maids y dije. [Gracias a todas por la ayuda con la seguridad.]

 

[Y gracias, señor.] Anna sonrió, riendo musicalmente.

 

[Es el trabajo de una maid.] Romy dijo, de pronto amable y educada. ¿Había imaginado su malestar de hace un momento?

 

Todo el rato, la sonrisa de la ama de llaves siguió ampliándose.

 

[Um, perdón, Anna.] Dije. [Pero ¿hay algo que deberíamos saber?]

 

[Oh no. Solo pensé…]

 

[¿Sí?] Presioné. Lydia, quien había vuelto a sus sentidos, se veía tan asombrada como yo.

 

Anna presionó sus palmas juntas y sonrió. [¡Se siente como una mirada a su futuro!]

 

Sus palabras quedaron en el aire por un momento.

Ella ama sacar las cosas de proporciones. Tomamos las manos con Atra y Lia todo el tiempo— a ambas les gusta. Supongo que esta debe ser la primera vez que los cuatro lo hacemos juntos.

 

[Siempre somos así.] Dije. [¿Verdad, Lydia? ¿Lydia?]

 

Girando mi cabeza, encontré a Lydia congelada y sonrojándose. Y no solo su rostro— se había puesto roja de pies a cabeza.

 

[¿N-Nuestro futuro?] Murmuró, soltando mi mano y la de Atra, corriendo a una ventana. [¿Se refiere a…? A que sí, ¿verdad? Soy una de tres hermanos, pero crecimos con Lily y su familia, así que podemos tener más niños que eso. Pero sé que Allen sería un gran padre, y los niños lo amarían. Eso podría significar que tendrá menos tiempo para mí. No puedo dejar que eso pase. Que no. P-Pero si me lo pide…]

 

[¿U-Um…?] Rasqué mi mejilla. ¿Qué más podría ser? La noble estaba en su propio mundo. Aunque, necesitábamos llegar al consejo antes—

 

Un poderosos escalofrío me pasó por la espalda.

 

[¡Lydiaaaa! ¡Allennnn!]

 

Una adorable joven en vestido blanco llegó a nosotros, haciendo a toda la mansión agitarse. Reconocería las deslumbrantes trenzas rubias de la Princesa Cheryl Wainwright donde fuera.

 

[Oh vaya.] Temblé.

 

Lydia chasqueó su lengua. [La Princesa Ladrona siempre escoge el peor momento para aparecer.]

 

La ama de llaves se mantuvo impasible. Su segunda al mando ya estaba llevando a las niñas a la seguridad de su espalda con un “Por aquí, mis señoritas.”

 

[Anna, Romy, ¿puedo pedirles cuidar a Atra y Lia por mí?] Dije. [Necesito calmar la ira de Su Alteza Real. Chiffon, préstame una pata.]

✽✽✽✽✽

 

[¡De todas las artimañas! ¡¿Cómo pudiste dejarme sola en el consejo?! ¡Y Allen, eres igual de culpable! ¿Qué crees que Lydia me dijo cuando se fue? Oh, olvidé algo. Déjame recordar. “Ella mintió para vencerme”]

 

Cheryl se molestó, con brazos cruzados. Sus largos mechones dorados saltaban mientras alejaba su rostro. Su furia aún debe suprimirse, aunque habíamos regresado con ella a la cámara indicada. Estaba empezando a retractarme de pedirle a Chiffon cuidar de las niñas.

 

Un grupo de inminentes personajes miraron desde sus asientos cerca del muro trasero donde había estado llevando discusiones preliminares. Los Duques, Walter Howard y Liam Leinster usaban uniformes militares en los respectivos azul y escarlata de sus casas. Lord Rodde, el Archimago y el director elfo de la Academia Real, habían escogido túnicas blancas, aunque círculos negros se habían formado debajo de sus ojos. Todos ellos me miraron, sus miradas decían. [Haz algo.]

 

 

[Adelante, Allen.] Una asombrosa mujer dijo desde un sofá cerca de la ventana donde se sentaba bebiendo té. La Duquesa Lisa Leinster, la anterior Dama de la Espada, usaba su vestido militar escarlata.

 

[¡Claro! ¡Muestra tu valor!] Su compañera vestida de verde— la Duquesa Emerita Leticia Lebufera, el Vendaval Esmeralda— añadió. Los mechones escarlata y jade de las grandes señoras brillaban en la luz del sol filtrándose por las cortinas.

 

El mayordomo de los Howard, Graham el “Abismo” Walker, marchaba el lugar en su capacidad como guardaespaldas. ¿Qué había sido del Viceduque Lucas Leinster y su esposa Fiane, la “Dama Sonriente”? No podía evitar preguntarme, pero aplacar a mi antigua compañera tenía prioridad.

 

[Su Alteza Real, por favor tenga calma.]

 

[¡Te prohíbo llamarme “Alteza”!] Cheryl respondió. [Quiero oír, “Perdóname. Desde ahora, te haré mi número uno—”]

 

Bellos dedos chasquearon y tomaron mis mejillas.

[¿Su Alteza Real está satisfecha?] La noble de cabello escarlata se bajó de hombros. Había dejado su nueva caja al cuidado de Anna. [No he dicho nada más que la verdad.]

 

[¡¿Qué?! Cómo puedes decir eso después—]

 

[Aquí está la “cosa” que olvide. ¿Lo ves?] Lydia se dirigió a mí, asomó su cabeza detrás de mí para mirar a la enojada princesa.

 

Charyl jadeó, luego se levantó con deliberada lentitud y puso una deslumbrante sonrisa. [Lydia, veo que necesito hablar contigo.]

 

[Qué pena. No tengo nada que decirte.] Lydia respondió. [Digo, ya he ganado.]

 

[¿G-Ganado? ¡¿Ganado qué?! ¡Eras igual de sombría que una flor marchitada hasta hace poco! ¡¿C-Cómo es que te recompusiste tan rápido?! ¡Un tiempo a solas con Allen no lo explica!]

 

[Me preguntó.] Lydia sonrió.

 

[¡Que sí! Por qué, tú… tú…]

 

Antes que Cheryl pudiera estirarse y tomarla, el Duque Walter levantó su mano izquierda. [Creo que es hora.] Dijo. [Aún nos hace falta una persona, pero sugiero que empecemos. Allen, toma asiento. No necesitas pararte en esta ceremonia— nos hemos reunido para un intercambio de información informal.]

 

[Gracias.] Respondí. El duque había dado su permiso. Aunque no podía poner en palabras los sentimientos que eso me inspiraba. Los hombres bestias enfrentaban la persecución en el reino, y aquí estaba yo, un adoptado sin apellido sentándome en consejo con los duques y leyendas vivientes.

 

Cheryl aclaró su garganta, logrando un sonido encantador. [Allen, te sentarás a la par—]

 

[De mí, cla—]

 

[Allen.] Lisa con calma interrumpió a su hija.

 

[Únete a nosotras.] La Duquesa Letty añadió, golpeando el sofá. Querían que me sentará entre ellas.

 

Quiero rechazarlo. Pero ¿quién podría decirle que no a la Dama Ensangrentada y el Vendaval Esmeralda?

 

Me resigné y tomé mi lugar en el sofá. Lydia y Cheryl movieron sus labios en asombro, luego tomaron sus lugares en temeroso silencio. NT: las Milfs siempre ganan.

 

Oí a alguien suspirar. El Duque Walter y Liam Leinster intercambiaron una mirada, luego asintió.

 

[Para empezar, me gustaría revisar el actual estado de los asuntos en—]

 

La puerta se abrió.

 

[Vaya, hola. Veo que todos están aquí. Entré para intermediar en una disputa entre mis queridos estudiantes, y antes de saberlo, se me hizo tarde. Deben perdonarme. ¡Oh, Allen! ¿Cómo has estado?]

 

[Profesor.] Gruñí, incapaz de resistir las ganas de masajear mi cien. Sentí un peso en mi regazo: Anko, un familiar en la forma de un gato negro.

 

La llegada tarde— no es que hubiera esperado llegara a tiempo— había supervisado mi educación universitaria y la de Lydia, tenía una reputación internacional como el más peligroso hechicero del reino. Usaba sus usuales lentes, sombrero y abrigo. Unas mangas de hollín no dejaron peros— cosecha lo que siembra.

 

[¿No tienes sentido del deber, jovencillo?] El director demandó fríamente. [¿O consideras este consejo sin importancia?]

 

[La vida no siempre nos complace, ancianillo.] El profesor respondió. [Y te agradecería que recordaras que no tengo un puesto oficial. Pastorear a mis estudiantes universitarios es mi deber ahora.]

 

Habían caído en su usual rutina. Miré a Lydia, pero no lo reconoció, en lugar empezó una conversación susurrada con Cheryl. ¿Se dan cuenta que nuestro querido senpai podría estar involucrado?

 

Mientras aceptaba el té de Lisa y pedazo del postre de la Duquesa Letty, el Duque Walter acarició su barba y continuó hablando en un tono solemne.

 

[Ahora todos estamos aquí. Empecemos. El ajetreo en la ciudad está calmándose, pero ahora las armadas del Señor Oscuro están moviéndose en el oeste. Leo ha regresado a la capital oeste, mientras Su Majestad está hablando con sus ministros en el palacio. El Príncipe John está investigando los documentos secretos. El Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner está ausente debido al asesinato de los Marqueses Crom y Gardner por la “Flor Negra” en las afueras del oeste de la ciudad y toda la limpieza dentro y alrededor del Archivo Sellado. Aún tenemos que localizar cualquiera de los documentos secretos que los marqueses presuntamente tenían. Los apóstoles pudieron haberlos tomado, o los propios marqueses pudieron haberse desecho del material. No tenemos idea cuál.]

 

Ambos lords tenían el antiguo título de “Guardianes del Registro” desde la fundación del reino. Su asesinato cayó como un gran golpe en el frente. El titiritero de la iglesia, la falsa Santa, incluso pudo haber enviado a sus apóstoles a atacar la ciudad para distraernos de los asesinatos.

 

[La catedral en el cuartel oeste, donde la pelea era más feroz, se ha vuelto un santuario como aquel en la ciudad del agua.] El director tomó el reporte de su asiento a la par de los duques. [La espada santa de la Casa Real de los Wainwright, la “Espada de Rosa Azul,” descansa en el centro del campo santo. Me gustaría pedirle a Allen y Stella explorarlo en los siguientes días. El Gran Árbol ha bloqueado el acceso al Archivo Sellado, pero no parece tener peligro. Sin embargo, nuestra investigación continúa.]

 

Miré al brazalete transformado en mi muñeca izquierda. No podía olvidar mi promesa con Carina.

 

[Pláticas de paz con la Alianza de Principados, nos hemos reconciliado informalmente con los Yustinianos también.] El Duque Liam dijo, golpeando sus dedos en la mesa.

 

[Aunque lo siento por nuestra invitada imperial, la Princecsa Yana, la amenaza tendrá que esperar. La ciudad no está en condición para tener una ceremonia de firma aún. Eso deja nuestras pláticas con Lalannoy, el cual suplió armas hechizadas y otros objetos mágicos a los rebeldes Algren y dañó a un grupo nobles de nuestro reino durante su insurrección. Por desgracia, las negociaciones están en paro. La república parece estar al borde de una guerra civil.]

 

Lalannoy. La joven república había ganado su independencia del Imperio Yustiniano hace cien años bajo el liderato del Marqués Addison, maestro del hechizo supremo de luz. Su origen contribuyó a gran medida a explicar las constantes peleas con las fuerzas imperiales en su frente oeste. Encaraba al reino a través del Océano de los Cuatro Héroes, el lago de agua salada más largo del continente, localizado al noreste de nuestra capital real.

 

[Profesor, confío que complementará cualquier cosa que hayamos perdido.] El Duque Walter continuó. [Y mantenga sus divagaciones al mínimo. Liam y yo dejaremos la ciudad pronto. No tenemos tiempo que perder.]

 

Los Duques Lebufera, Howard y Leinster estaban regresando a sus respectivos dominios. Eso significa solo una cosa: las órdenes que habían dado en la capital real en caso que Stella se convirtiera en un ángel, luego en un demonio, se habían levantado.

 

Gracias a Dios. En serio, gracias a Dios.

 

Mientras trataba de no divagar en Lalannoy, el profesor chasqueó sus dedos. Luz atravesó la recámara, proyectando un mapa del continente.

 

[En ese caso, seré breve.] Dijo, indicando a los países con un apuntador negro que no había tenido hace un momento. [Noticias de las incursiones de los apóstoles en nuestra capital ya han llegado a las potencias extranjeras. El Imperio Yustinian en el norte y la Alianza de Principados y el Pacto de Islotes Sureños a nuestro sur todos percibidos como una seria amenaza. Por otra parte, las naciones del este, incluyendo la República Lalannoy, han mantenido su paz. El Reino del Espíritu Santo tiene peso.]

 

[Se han mantenido en las sombras desde que orquestaron la confundieron a los señores Algren.] La Duquesa Letty murmuró con graveza.

 

[Pero supongo que esa fase ha pasado.] Lisa dijo. [La pelea se pondrá más fiera desde ahora.]

Los apóstoles de la iglesia han evitado llegar al campo de batalla excepto en momentos decisivos— hasta la reciente incursión, claro. El primer apóstol se había aparecido a la luz del día.

 

[Esta ola de batallas nos ha agotado.] El Duque Liam gruñó. [La pasaremos mal si realmente ponen al este contra nosotros.]

 

[Ganar batallas individuales no nos llevará a ninguna parte. Debieron haber leído el análisis de Allen. La “Santa” dirigiendo a los apóstoles, inquisidores y caballeros del Espíritu Santo logró todos sus objetivos en esta ola de debacles.] El “Dios de la Guerra” de cabello plateado dijo. [Usó a los chicos Algren, fanáticos aristócratas, traidores de los hombres bestias, el imperio, la alianza, e incluso nuestras propias acciones consiguieron todo lo que ella quería.]

 

Todo junto, la falsa Santa nos había empujado a victorias tácticas que enmascaraban pequeñas derrotas estratégicas.

 

[Ahora, una pregunta para nuestra estimada compañía: ¿Qué es lo mejor que nuestro reino puede hacer ahora?] El profesor dijo, abriendo sus brazos en un gesto teatral calculado para agitar el sombrío ambiente. Su apuntador viajó al este de la capital real, pasó por el Ducado Algren y se detuvo. [¿Ignoramos el daño que hemos sufrido y lanzamos una gran invasión en el Reino del Espíritu Santo? No lo creo. Podemos ganar cada batalla, y la guerra llegaría a un punto muerto. Tendríamos una repetición de la Guerra Continental de hace quinientos años, aunque a menor escala. ¿Quién se beneficiaría? ¿Allen?]

 

Así que planeaba atarme en todo.

 

[Los demonios del oeste de Río de Sangre.] Dije, consciente que me convertiría en el centro de atención. [Si el Señor Oscuro quien ha cruzado espadas con Allen la Estrella Fugaz aún vice, dudo que una guerra que devaste a la raza humana tendría mucho con ellos.]

 

[No me apetecería una revancha.] El director, un sobreviviente de la Guerra del Señor Oscuro, sonrió.

 

[No puedo imaginarme que solo dos siglos hayan clamado su vida.] La Duque Letty frunció el ceño. Había luchado junto con la gran Estella Fugaz del clan lobo. El punto muerto del reino de hace doscientos años con las armadas del Señor Oscuro frente al Río de Sangre hacía una guerra sin cuartel una difícil proposición.

 

El profesor cambió su apuntador otra vez, moviéndose al noreste del Reino del Espíritu Santo. Llegó a posarse en uno de los más pequeños entre el grupo de pequeñas naciones: el dominio del pontificio.

 

[En ese caso, ¿deberíamos entrar al centro de la iglesia y matar a su llamada Santa?]

 

[Imposible.] Lydia y yo respondimos de inmediato. Sabíamos que los apóstoles eran buenos y la experiencia nos había enseñado que incluso el menor de ellos invocaría hechizos tabúes sin dudar. ¿Quién sabría lo que sus líderes serían capaces?

 

El profesor se quitó el sombrero. [En el reciente disturbio, el ancianito, Graham, la joven Lynn, y yo luchamos con una copia del “Sabio,” el Primer Apóstol Aster Etherfield. Ni yo pude entender los límites de su poder.]

 

Un frío silencio llenó el lugar. Que el profesor y el director metidos entre los mejores hechiceros del reino se quedaron sin palabras. Graham Walker era un veterano de varias batallas, tan siniestro como su apodo iba. Incluso Lynne podía lanzar el Firebird, símbolo de la Casa Ducal de Leinster. Y Aster había mantenido ocupados a los cuatros, no en carne propia, sino por una escultura de hielo que controlaba desde la distancia.

 

Los nombres de los apóstoles salieron a la mesa, y el apuntador del profesor indicó a cada uno. [Una variedad de fuentes confirman que los apóstoles son siete en total.] Dijo. [Además, tenemos que lidiar con el par que Allen y Lydia enfrentaron en la ciudad del agua: la vampiresa Alicia Coalfield y la enigmática espadachina Viola Kokonoe. La primera clama el nombre de la Luna Creciente, supuestamente perecida en la Batalla del Río de Sangre durante la Guerra del Señor Oscuro. La última clama ser el brazo izquierdo de la Marquesa Regina la “Empaladora” Rondoiro.]

 

[El par que Lydia y Letty cruzaron espadas.] La Duquesa Lisa remarcó.

 

[Ambas bastante habilidosas, eso oí.] El Duque Liam añadió. Sus ojos reflejaban preocupación y duda. Para mi saber, aparte de Lisa, la Viceduquesa Fiane y la Duquea Letty, solo el hermano mayor de Lily, Ridley el Maestro Espadachín, había superado a Lydia en esgrima.

 

El profesor indicó el cuarto lugar en su lista. [Justo recién, el héroe Lalannoyano, la Espada Celestial y nuestro huyente Maestro Espadachín, Ridley Leinster, supuestamente han asesinado al cuarto apóstol, el antiguo vampiro Idris. Sin embargo…]

Miré intenso arrepentimiento detrás de sus lentes y me preparé para sus siguientes palabras. Podía sentir la preocupación en las miradas de Lydia y Cheryl. [Han tomado los últimos restos del dhampir del Barón Régnier, el héroe del reino, quien puso a descansar a un demonio de cuatro alas. Los hemos visto desplegar soldados hechizados hechos de vestigios de los grandes hechizos y vampiros manufacturados junto con hechizos de teletransportación en masa, un secreto demasiado guardado de los espirituales. No podemos permitirnos tomarlos a la ligera.]

 

Un nuevo nombre apareció en lugar del cuarto apóstol: Zelbery Régnier.

 

Las últimas palabras de mi mejor amigo en la catedral vinieron a mí. [Estaré esperando en Lalannoy.] Había dicho. Sentí una apuñalada en mi corazón.

 

Anko saltó a mi hombro y se restregó en mí.

 

Gracias.

 

El profesor señaló más apóstoles con su apuntador. El quinto, “Reymond Despenser, antiguo conde del reino,” iba por el nombre de Ibush-nur. El sexto, “Fossi Folonto, antiguo marqués de la alianza,” se hacía llamar Ifur.

 

[De acuerdo a Edith, el séptimo y último de los apóstoles, con quien Stella luchó en Rostlay.] El profesor continuó, [La falsa Santa apunto a reconstruir la verdadera Resurrection, le pone un fin a la muerte y crear un mundo sin discriminación. Aster igual clamaba que “este repulsivo mundo mortal terminará por su mano.” Recolectar los grandes hechizos y otras reliquias es más que ese objetivo.]

 

La Duquesa Letty dio un bufido malévolo. Viento sopló en su cabello jade. Estaba furiosa.

 

[Encuentro difícil de creerlo. Lo que sea que hagan, manos mortales lo usarán, y ni siquiera los dioses podrán conquistar la muerte.] Luego de un breve silencio, inició otra vez. [¡Y no creo una sola palabra de su “Alicia” tampoco! ¡Es un fraude, pura y simple!]

 

Mientras el “Cometa”, compañera sobreviviente de la Estrella Fugaz y la Luna Creciente, sus palabras tenían peso. Pero si tuviera razón, ¿quién era la vampiresa con la que habíamos luchado? Sus cuentos del pasado parecían genuinos, aunque partes de ellos contradecían la historia de la falsa Santa.

No sirve. No tengo suficiente información.

 

Me levanté de mi asiento y me puse recto. [Ahora veamos lo que tenemos que hacer y aprender.] Dije, sintiendo todos los ojos postrándose en mí mientras caminaba hacia el centro del cuarto con Anko aún en mi hombro. [Propongo coordinar nuestros esfuerzos con los del Imperio Yustinian, la Alianza de Principados y la República de Lalannoy. Si es posible, deberíamos forjar una alianza. El culto de la Gran luna, todas las casas cuyos nombres terminan en “field” o “heart,” y los altares hechos para crear ángeles requieren toda una investigación. Todo relacionado de cercan con los objetivos de Aster y la falsa Santa. Y no debemos olvidar al Paraíso Floral, y el legendario hechicero espiritual quien sigue al “apóstol de la Gran Luna.”] Miré al Duque Walter Howard, escuchando en silencios. [O el aprendiz del Paraíso Floral, la Duquesa Rosa Howard.]

 

La luz solar se atenuó, poniendo más oscura la cámara. El Duque Walter puso sus manos en la mesa ante él. Al final, soltó un largo suspiro y revisó todo el cuarto. Nadie puso objeción.

 

[Profesor, Rodde, recopilen nuestros hallazgos y envíen una opinión escrita a Su Majestad. Vean que Leo en la capital oeste y el Duque Interino Gil Algren en la capital este obtengan copias también.] Dijo, una feroz mirada venía de su rostro. [¿Los tres más grandes poderes del continente, unidos? ¡Me gusta cómo suena eso!]

 

[La alianza no será difícil de convencer.] Dijo el Duque Liam. [Han experimentado de lo que los apóstoles son capaces. Y si eso no fuera suficiente, la propuesta viene del mismo Emisario del Dragón de Agua. Las negociaciones no tomarán mucho tiempo.]

 

[E-En serio, ese inflado título no, bueno…] Mi débil protesta se detuvo. El dique de cabello rojo sonrió.

 

¿Qué más estaba esperando? Richard, Lydia y Lynne son sus hijos.

 

[Graham y yo estamos por irnos a la capital imperial Yustiniana.] El profesor agitó su cabeza en molestia. [Sí, hemos sentado los términos de paz, pero logramos quedarnos con el territorio norte de Shiki. Tenemos un viejo astuto con el que negociar.]

 

[El jovencito debería quedarse quieto.] Lord Rodde intervino en seco. [Trabaja como una mula. ¿O te gustaría quedarte aquí para hablar con los asustados ministros y los buenos para nada de sangre pura quienes nunca piensan en nada más que sus propios intereses?]

El profesor sacó un papel y lápiz del aire y empezó a escribir garabatos con magia. No podía evitar envidiarle el útil truco, aunque usaba maná a más no poder.

 

[Creo que no.] Dijo. [¿Puedo sugerir que cierres la Academia Real por el momento? No será bueno para los estudiantes, pero siempre puedes acortar el receso de invierno para reponer el tiempo perdido.]

 

El director se detuvo un momento, luego se puso a pensar, murmurando. [Hm. No había pensado en eso.]

 

¿Qué hacer con las lecciones de las chicas si decide apegarse a eso? Necesito darle tiempo a Allen&Co la primera mitad de cada semana. Puedo hacer más tiempo para las tutorías al dejar uno de mis días libres, pero entonces—

 

El Duque Walter chasqueó sus manos. [Gracias a todos por su tiempo. Hagamos lo mejor que podamos.] Dijo. [Allen, lo siento, pero ¿te quedarías un poco más? Tengo un asunto que discutir contigo.]

 

Luego del consejo, mandé a una amigable Cheryl y Lydia al palacio, luego regresé para encarar al Duque Walter y Mr Walker en el consejo. Podías cortar la tensión con un cuchillo.

 

El único y gran Duque Howard, prácticamente realeza, se inclinó ante mí. [Primero, permíteme expresar mi gratitud.] Dijo. [Gracias por salvar a Stella. Gracias desde el fondo de mi corazón. Si no es por ti, yo… había sido forzado a tomar la vida de mi propia…] Sollozos agitaron sus enormes hombros.

 

No ha cambiado desde la primera vez que fui al norte a enseñarle a Tina. Ama a sus hijas con todo su corazón, incluso si no siempre sabe cómo demostrarlo. Al mismo tiempo, en su papel como Duque Howard, se resolvió a servir al reino y su gente, no importa cuán doloroso sea personalmente para él.

 

Toqué mi delgado brazalete y le agradecí al amable ángel.

 

[Duque Howard.] Respondí. [Por favor, levanté su cabeza. No necesita temer por la seguridad de Stella— aunque algunos la reverencien como una Santa o la llamen un ángel cuando despliega alas y toma vuelo.]

 

[Eso suena bastante preocupante por sí solo.] El duque lentamente levantó la mirada y me dio una asombrada sonrisa. [Espero que la entiendas. Y con Tina también, claro.]

 

Su hija mayor había añadido el poder de vuelo y la tremenda magia de curación al hechizo supremo Frost-Gleam Hawks y la secreta Espada y Escudo Azure. Su hija menor había dominado el hechizo supremo Blizzard Wolf. Su magia estaba mejorando a pasos agigantados y ella albergaba al gran elemental Frigid Crane. Las hermanas Howard tenían un brillante futuro por delante de ellas— demasiado distinto a su predicamento de hace unos meses antes. Sabía que me superarían. Y que esa certeza me hacía más determinado a encontrar una forma de liberar al Frigid Crane y alejarlas de la amenaza de la iglesia.

 

[Mr Walker.] Dije, girándome al mayordomo quien permanecía listo a una distancia respetuosa detrás de su maestro. [Como dije en mi reporte, la madre de Ellie, Millie, puede aún vivir. Remire Walker dejo su último testamento en la fórmula grabada en el Archivo Sellado.]

 

El Abismo, renombrado por su gélida calma, el hombre que había superado a la copia de Aster, lucía agitado. [Leí tu reporte.] Dijo lentamente. [Pero ¿puede ser cierto? No le doy muchas esperanzas.]

 

[Para descubrir esa respuesta, necesitaremos encontrar el viaje de la Duquesa Rosa con el Paraíso Floral, antes que el Conde Coalheart la adoptara.] Respondí. [La magia que Remire dejó en el archivo usaba la fórmula de la Duquesa Rosa. Pudo haber trabajado con los Walkers para combatir la fiebre de los diez días. Esto requiere una nueva investigación— incluyendo una petición a la Casa Real de Wainwright, la cual aprobó su adopción.]

 

En la capital norte, el Duque Walter me había contado de una sospecha que aún teníamos que compartir con Stella o Tina. creía que alguien pudo haber puesto una maldición fatal en la Duquesa Rosa Howard. Y luego de varios años de investigación, finalmente podríamos tener una pista de ello.

 

Más allá de las ventanas, la lluvia estaba cayendo. ¿Caren estaría bien? Dijo que planeaba pasar la noche en mis aposentos.

 

[Muy bien.] Dijo el invencible general, ojos alumbrados con determinación. [Cuidaré de cualquier obstáculo político personalmente.]

 

[Y nosotros los Walkers no repararemos en esfuerzos para esta nueva investigación.] Añadió el anciano mayordomo, su mirada igualmente firme.

[Lo aprecio.] Me incliné y me giré hacia la puerta. Necesitaba recoger a Atra y luego—

 

[Allen.]

 

Miré atrás para encontrar un fuerte ceño fruncido en el rostro del Duque Walter.  [Su Majestad me dio un mensaje pare ti.] Dijo. [Por este medio, le concedo los santuarios en la ciudad del agua y nuestra propia capital real a Allen del clan lobo y oficialmente garantizo su puesto como el investigador de Cheryl.]

 

¡¿Me está colocando a cargo de campo santo?! ¿Y garantizando mi papel como investigador? ¡Cheryl y Lydia deben haberlo sabido!

 

[También te concede tu ferviente petición de poner en reposo el adorno de cabello de Carina Wainwright y los últimos restos del Lobo Plateado en el santuario de la capital real. Liam, Leo, el enfermo Guido Algren y yo te dimos todas nuestras firmas.] El duque se detuvo. [Lalannoy está en un estado peor de lo que imaginamos. Planeamos enviar a un emisario en el futuro cercano, pero Su Majestad desea que acompañes a la delegación.]

 

[¿A Lalannoy?] Dijo. [Entiendo.]

 

Qué buen momento. Necesitaba ir allí igual— para terminar con la eterna noche de mi querido amigo Zelbert Régnier.

 

[Y una última cosa.] El duque dijo.

 

[Superflua, sin duda, pero deja que lo aclaremos.] Su mayordomo añadió mientras ambos hombres me tomaban de los hombros.

 

¡Yo… puedo oír mis huesos crujir!

 

[No debo tener que recordártelo, pero Stella y Tina aún son jóvenes. Nunca olvides eso. ¿Estamos claros?]

 

[Y lo mismo aplica para Ellie.]

 

Luego de un momento, logré un “Sí.” En sus posiciones como un padre y abuelo cariñoso, el Lobo del Norte y el Abismo pueden temerme más que a cualquier dragón.

 

✽✽✽✽✽

 

Luego de dejar la mansión Lebufera, me fui directo a un mercado para comprar provisiones— más de las usuales, ya que Caren estaba quedándose la noche y Lydia podía unirse. Sabía que algo estaba pasando cuando se fue sin hacer alboroto.

 

Me abrí paso por las calles del distrito laboral con la leve luz de las lámparas de maná, una bolsa de papel en mi mano izquierda, una sombrilla en la derecha y Atra a mi lado. Romy le había dado a la niña una ropa de lluvia. La forma en que acomodaba su cola me hacía sospechar que la maid había estado preparándolo por un tiempo, pero me lo pasé por alto. ¿Por qué pasaría por tal problema?

 

La incursión apenas había tocado el distrito laboral. El mismo laberinto de edificios que había encontrado a mi llevada en la capital real se esparcía alrededor de nosotros. Al final, miré el imponente árbol que marcaba el jardín de mis aposentos. Las luces estaban encendidas. Plegué mi sombrilla, la pare para secarla, y toqué el pomo. Se giró a mi toque.

 

Sin sorpresas.

 

Entrando, encontré dos pares de zapatos colocados a un lado. Seguía las costumbres de la capital este aquí y eso significaba dejar el calzado en la puerta. Luego de vociferar un rápido “¡Estoy en casa!” Ayudé a Atra con su ropa de lluvia y estaba limpiando su cabello con un trapo blanco dejado en una mesa cercana cuando…

 

[¡Allen! ¡Atra!]

 

[¡Vaya!] Atrapé a la pelirroja Lia mientras corría y se abalanzaba hacia mí, redondas orejas alertas y cola meneándose. Se veía adorable en un pequeño delantal decorado con aves rojas y un par de pantuflas. El agradable aroma de carne cocinándose venía con ella. Mis invitados debieron haber empezado a hacer la cena sin mí.

 

[¿Estás cocinando algo sabroso para nosotros, Lia?] Pregunté.

 

[¡Sip! ¡Lydia y Caren ayudando!] La niña respondió.

 

[¿En serio? Gracias.]

 

[Allen, yo también.] Atra dijo, mirando a la alegre Lia y jalando mi túnica. Quería un delantal para ella.

 

Las niñas me entraron jalándome. En la cocina, cálida por una piedra de fuego, dos jovencitas se paraban cocinando lado a lado.

 

[Lydia, Caren.] Dije.

 

Lydia fue la primera en dejar lo que estaba haciendo. [¿Oh? No creí que regresarías tan temprano.] Dijo. [Danos un poco más de tiempo.]

 

La noble volvió a cocinar como si fuera lo más natural. Había atado su cabello atrás con un cordón y usaba un delantal con un gato negro en un rincón sobre un suéter escarlata y falda blanca. Parecía estar parrillando un grueso corte de carne.

 

Caren se puso a mi par. Había hecho a juego un delantal con un gato blanco en un rincón con suéter purpura y falda gris, y estaba en medio de la creación de una sopa.

 

[Bienvenido de vuelta.] Dijo. [Pero enserio, Allen…]

 

[Tampoco me dio alguna advertencia— ni en la mansión Lebufera.] Respondí, rehúso a mencionar que nuestras pláticas con criaturas mágicas habían estado haciéndose más frecuentes. Como regla general, Lydia no le gustaba hacer nada sin mí.

 

[Incluso los guardaespaldas tienen tiempo libre.] La noble intervino, girando la carne con un tenedor. [¿Te das cuenta cuántos días seguidos he estado interna en el palacio?]

 

[P-Pero no tenías que venir a quedarte en la casa de Allen en—]

 

La pequeña pelirroja apretó la falda de mi hermana, orejas redondas se movía. [¿Caren no querer estar con Lydia y Lia?] Preguntó, levantando la mirada con lágrimas en sus ojos.

 

Caren visiblemente agitada, se agachó y envolvió sus brazos alrededor de Lia. [Claro que no. Me alegre tenerte aquí.]

 

[¡Yay!]

 

[Oh, está bien.] Caren suspiró y parecía todo. Tenía un corazón amable— incluso si había estado bailando en las manos de cierta noble silbando en un tono bastante habilidoso.

 

Colgué mi túnica en una silla y me giré a la niña de cabello blanco. [Bien Atra, vamos a lavarnos las manos. Luego te conseguiremos un delantal.]

 

Ella respondió en un tono alegre.

 

Limpié mis manos en el lavamanos y miré al espejo. Las risas de Lydia y Caren venían de la cocina. Nada podía ser más pacífico. Y aun así…

 

Activé una piedra de agua sin razón alguna. En mi mente, miré la apariencia de arrepentimiento que mi mejor amigo me había mostrado cuando nos habíamos enfrentado en la catedral en las afueras del oeste.

 

Zel, juro que te seguiré a Lalannoy.

 

Sentí jalones en las mangas de mi camisa. Mirando abajo, vi…

 

[¿Atra? ¿Lia?]

 

Las niñas me miraron preocupadas. Pensé que las había dejado en la cocina. Agachándome, les di un abrazo.

 

[Allen.] Atra dijo.

[Lia aquí.] Añadió su compañera.

 

Me quedé sin palabras. ¿Cómo pudieron haberlo sabido? Pero no. Las chicas debieron haber perdido la mayoría de su poder, pero aún eran el Thunder Fox y el Blazing Qilin, dos de los Ocho Grandes Elementales. Ver en los corazones de las personas debía ser un juego de niños para ellas.

 

[Sé que lo están.] Dije, acariciando sus cabezas. [Gracias. Ambas tienen grandes corazones amables.]

 

Las niñas asintieron felizmente, luego regresaron a la cocina mano a mano. Exhalé, me paré y activé la piedra mágica.

 

[Allen.] Una nueva voz dijo. Me giré para encontrar a mi hermana colgándose de mi codo derecho. Se había quitado su delantal.

 

[Caren, yo estaré—]

 

No tenía tiempo para terminar mi respuesta antes que se tirara a mi pecho y me apretara en un fuerte abrazo.

 

[Um… ¿Qué es lo que pasa?]

 

[No solo Atra y Lia.] Dijo, mirándome con grandes lágrimas en sus ojos. [¡Me tienes a mí! También puedo ayudarte. Puedo protegerte. Así que por favor, no te guardes lo de Régnier.]

 

[Caren.] Murmuré otra vez, sacando un pañuelo para secar sus ojos. Debió haber atestiguado la escena de antes. Le regresé su abrazo, aunque con menos fuerza. [¿Realmente parece que he estado en las nubes últimamente?]

 

[Sí.] Dijo. [Creo que todos están preocupados por ti, incluso si no lo dicen.]

 

[Parece que aún debo trabajar en mí.]

 

Recuerdo la forma en la que Zel solía regañarme en la Academia Real: [Necesitas cuidar mejor de ti, Allen.] Desearía que hubiera llegado un poco más lejos.

 

Las orejas de Caren se desinflaron.

 

[Pero gracias.] Dije, dándole a su cabeza una palmada. [Estaré bien. Me hice a la idea de seguir adelante. Es todo.]

 

[¿Lo dices en serio?] Preguntó sin dudar.

 

[Nunca le mentiría a la hermana más linda en el mundo mundial.]

 

[Y he perdido la cuenta de cuántas veces mi hermano mayor se va y se mete en problemas sin mí.]

 

[Me parece todo un sinvergüenza.]

 

Caren gruñó y puso sus puños en mi pecho. No dolía nada, así que la dejé ser mientras sacaba una pequeña caja de mi bolsillo. Una vez hermana se cansó de golpear y empezó a presionar su cabeza contra mí, le entregué la caja.

 

[Esto es para ti.]

 

Caren se congeló. [¿Qué pasa?] Murmuró mientras aceptaba la caja con ambas manos, ojos brillando. Se tensó mientras lo abría. Luego… [Es hermoso.] Jadeó mientras retiraba un adorable ornamento de cabello plateado moldeado en una hermosa hoja.

 

Le sonreí a mi única y sola hermana, quién mañana cumpliría dieciséis años. [Es un día antes, pero espero que te guste tu regalo de cumpleaños. ¿Recuerda lo que me dijiste en la capital este, acerca de crecer tu cabello? Pensé que podrías usarlo cuando inicies la universidad en primavera.]

 

[Tú… nunca juegas limpio.] Caren bajó su mirada, abrazando el ornamento con ambas manos y se sonrojo. Unos cuantos arcos de electricidad se salieron de su control. [Lo atesoraré.] Su voz pasó a un susurro. Solo conseguí la palabra “amar.”

[Me alegra mucho que te guste.] Respondí.

 

La pequeña Caren se iría a la universidad la siguiente primavera. Cómo vuela el tiempo. Pero la hermana con cuidado regresó su regalo a su caja no ha cambiado nada desde que éramos niños.

 

[¡Y claro, escribí una colección de problemas que creo pueden salir en tu examen! Puedes trabajar en ellos con Stella en las vacaciones de invierno.] Añadí con un guiño y levanté mi dedo índice derecho. Mi anillo y brazalete reflejaron luz.

 

[Aprecio la ayuda, pero ¿cuándo encontraste el tiempo para escribirlos? Una investigación está en proceso.] Caren se acercó y jaló mi mejilla con su dedo. La esencia de flores de la capital este venía con ella.

 

Le di a mi hermana una cariñosa mirada y me estiré para revolver su cabello plateado—

 

[En caso que no lo notaran, la cena está lista.]

 

Nos giramos, asombrados por el frío recordatorio. Claro, allí se paraba la noble de cabello escarlata, aún usando su delantal y sonriendo con sus manos en su cintura. Atra y Lia se veían adorables observando detrás de sus piernas, pero su encanto fracasó en apaciguar a mi hermana.

 

[¡Fíjate del ambiente, Lydia!] Caren se molestó. [¡Era mi turno!]

 

[Oh, ¿en serio?]

 

Fuertes ascuas y chispas violetas colisionaron mientras el par se ponía a pelear en el cuarto lleno. Lydia se cruzó de brazos y lanzó el primer asalto verbal.

 

[Caren, ¿cuándo aprenderás a hablarle bien a tu cuñada?]

 

[¿Cuándo aprenderás que yo no tengo cuñada?] Mi hermana contestó. [Oh, ¿y no miras esto?] Abrió la pequeña caja y mostró su contenido.

 

Lydia pestañeó. [¿Un clip de cabello? ¿Eso qué tiene que ver con…?] Se hizo atrás. [¿N-No me digas…?]

 

[Allen me lo dio.] Caren declaró, atrevida como ninguna. [Creo que le pediré un pacto mágico pronto.]

 

[¡¿Qué?!] Lydia me rodeó. [¿Perdón?]

 

Me abrí paso a Atra y Lia, extinguiendo las llamas y chispas mientras pasaba, y le di a mi mano izquierda un leve giro. [Mañana es su cumpleaños, sabes. Y no forjaré ningún pacto.]

 

[¡A-Allen, ¿cómo puedes?!] Se quejó la segundo al mando del consejo estudiantil de la Academia Real. Aún haciendo pucheros como un niño. [¡Esto es tiranía! ¡Solo hacer uno con Lydia sobrepasa lo injusto! Se supone que los hermanos mayores mimen a sus hermanitas. ¿No sabes que así es cómo funciona el mundo? ¡Quítate ese anillo y brazalete en este instante!]

 

[No.] Respondí. [Tampoco tengo la habilidad de quitarlo.]

 

Caren gruñó en frustración, hundiendo sus uñas en las mangas de su suéter. El anillo y brazalete destellaron como diciendo, “Quítalos si puedes.”

 

Una retorcida mirada cubrió el rostro de Lydia mientras observaba este choque de hermanos. [Qué lástimas, Caren.] Dijo, sonriendo. [Pero realmente debes aprender a vivir sin tu hermano.]

 

[¡¿Por qué no tomas tu propio consejo, Lady Bebé Llorón?!] Caren respondió.

 

[¡¿A quién llamas bebé llorón?!]

 

[A la “Dama de la Espada” quien siempre está buscando una excusa para pasar la noche a solas junto a mi hermano.]

 

Suspiré y masajeé mi frente mientras despejaba el maná irradiando de mi compañera y hermana. Actuaron como mejores amigas hace un momento y luego son enemigas mortales. Las observé en un rincón de mi vista mientras despeinaba el cabello de las niñas.

 

[Vamos, Atra, Lia.] Dije. [Empecemos a comer sin ellas. Parece que estarán en eso un rato.]

 

✽✽✽✽✽

 

[¡Hey! ¡Espera, Atra! ¡Y tú también, Lia! ¡Dejen de correr!] Caren les gritó detrás de mí, luchando por arreglar el desordenado cabello de las chicas.

 

[¡Lia rápida!] Vino un grito de respuesta, igualado a una animada canción. El par ciertamente había despertado lleno de energía.

 

La lluvia continuaba, pero mi calentador nos mantenía a gusto en el interior. Gracias a Dios por las aplicaciones mágicas, pensé, derritiendo mantequilla en un pan tostado calentado en una piedra de fuego antes de verter huevos revueltos en él. Luego le di una vuelta rápida, añadí carne asada, levemente frita. Usando el borde del pan, doble la mezcla en una media luna.

 

Los delgados dedos de Lydia llegaron a mi izquierda. Teníamos delantales a juego, aunque ella usaba el suyo sobre un traje de espadachina. Un cordón aseguraba su cabello. Al parecer, no “era el tiempo” para el listón.

 

[Pasa la sal y pimienta.] Añadió.

 

[Claro.] Le entregué los contenedores de madera y miré sobre mi hombro a Caren. Estaba usando su uniforme escolar, sentándose en una silla y cepillando el cabello de las chicas. Qué gustosa escena.

 

[Te quemarás si no miras.] Lydia me recordó.

 

[Sí, sí.]

 

[¡Un solo “sí” basta! Deberías sentirte honrado por la oportunidad de comer mi comida casera, así que al menos trata de actuar como tal.] Dijo mientras añade la sal y pimienta a su sopa.

 

Lo dice la mujer que no podía cocinar nada cuando nos conocimos en la Academia Real.

 

[¿Qué?] Demandó. [¿No aprendiste que es descortés mirar a las personas? ¿Mi belleza al final te deslumbró?]

 

[¿Huh? Pero siempre has sido hermosa.]

 

[E-Es demasiado temprano para— Oh, en serio.] La joven de cabello escarlata se sonrojó y bajó su mirada.

 

[¡Allen! ¡Observa lo que dices!] Mi hermana gritó mientras les daba a las chicas su cariño. [Le darás a la Dama de la Espada una idea equivocada!]

 

[No grites, Caren. Asustarás a Lia y Atra.] Lydia dijo, luego sonrió.

 

[¿Allen?] Caren refuto. [¿Qué tienes que decir?]

 

[¿Vestirías a Atra y Lia?] Le pregunté a mi asombrada hermana. El omelet lucía en su punto, así que lo pasé a un plato.

 

[Dios. ¡Atra, Lia! ¡Es hora de vestirse!] Caren se hizo atrás y alejó a las chicas. Debió haber decidido que no podía estorbar en la preparación del desayuno.

 

[Lydia.] Dije casualmente, cortando gruesas rebanadas de jamón.

 

[¿Sí?] La noble respondió, buscando una copa que había traído de un estante. El jamón pasaba en el pan tostado.

 

[Si termino yendo a Lalannoy, como discutimos ayer, me gustaría pedirle a Lynne y Lily que hagan algo por mí en el entre tiempo. ¿Te importaría?]

Había explicado mi potencial viaje a Lalannoy a Lydia y Caren la noche anterior. También le había pedido a Lydia quedarse en la capital real y proteger a Cheryl, a quienes los apóstoles probablemente marcarían como su siguiente intento para hacer un ángel. La vieja ella nunca habría accedido, pero solo dijo. [Está bien, si eso es lo que has decidido. Me quedaré en la ciudad y seguiré con la investigación.] Puedo contar con mi compañera en todo.

 

Tampoco estaba planeando traer a Atra conmigo. Lo que sea que la falsa Santa esperaba lograr, sabía que quería a los grandes hechizos y a los grandes elementales. Puedo no ser capaz de mantener a Atra a salvo viajando a una delegación levemente protegida, pero puedo confiar que Caren cuidara de ella en la capital real.

 

[No veo el problema, aunque depende en la petición.] Lydia dijo, repartiendo su sopa de vegetales. [Toma. Platos.]

 

[Gracias. Saida confirmó mis sospechas.] Tomé el bulto de cinco platos blancos y empecé a llenarlos con jamón cocido mientras Lydia sacaba un contenedor de ensalada de la nevera. [Mencionó una vieja capilla destruida de la Gran Luna en la capital sur. Y justo ahora, quiero toda la información que pueda conseguir.]

 

[Hm…] La noble vertió aceite, salta y pimienta en un pequeño tazón y los mezcló bien antes de añadirle el resultado a la ensalada. [Niccolo se ha retrasado en la capital sur. ¿Por qué no pedirle ayuda? Y Saki es buena en detección.]

 

[Oh, buena idea. No es sorpresa que te graduaras de primera de nuestra clase en la Academia Real. ¿Qué haría sin ti?]

 

Había conocido al joven Niccolo Nitti, el segundo hijo de una lustrosa casa, en la capital de la Alianza de Principados. Tenía una mente brillante para descifrar viejos y prohibidos libros.

 

Saki del clan ave era la número seis de la Corporación de Maids de Leinster, junto con Cindy, su hermana del mismo orfanato. Ahora servía como guardaespaldas de Niccolo.

 

Lydia dividió la ensalada en cada plato. [Solo porque alguien cedió su puesto.] Dijo, mirándome. [No seas impertinente o huiré contigo— a los islotes del sur esta vez.]

 

[¡¿Qué le pasó a la ciudad del agua y Lalannoy?!]

 

[En uno te llaman el “Emisario del Dragón de Agua,” así que queda fuera. Niche Nitti nunca nos dejaría solos allí igual. El otro está al borde de la guerra civil.]

 

Estoy con ella por el apodo. Aunque, desearía que no se fuera con el secuestro a la primera vista de problemas.

 

Corté el pan y empecé a tostarlo en una tostadora. Las niñas amaban ponerle miel y jamón. Igual que Lydia y Caren, para variar. Lydia llevaba todas las tazas y platos a la mesa, luego dividió el omelet con un cuchillo largo.

 

[Sé que concorde contigo anoche.] Suspiró. [Pero ¿qué si amenazamos a la Princesa Ladrona para que me asigne como investigadora también? O podría renunciar e ir contigo.]

 

[Hm… No lo creo. Imagina el estrés que le provocaría al Duque Liam.] Respondí. No podía permitirme darle más cargas. Ganar al Principado de Atlas como un estado encima de la guerra con la alianza ya le daba suficiente para preocuparse.

 

[Increíble. Dame algo, tonto. ¿O no te molesta dejarme atrás?]

 

Incluso con nuestro pacto, no seríamos capaces de sentir el maná del otro desde países diferentes. Me sentía culpable de ello, recordando la época durante la rebelión Algren cuando había sido retenido en una isla en el Océano de los Cuatro Héroes.

 

[La Lady Lydia Leinster que conozco le importan sus amigos.] Dije, dejando la tostada en una canasta y desactivando la piedra de fuego. [Puede hablar de abandonar su deber, pero nunca lo haría en realidad.]

 

Sentí un latido mientras la cabeza de Lydia recaía en mi hombro. [Increíble.] Murmuró. [Simplemente increíble.]

 

Realmente desearía que usara ese listón.

 

[No necesitas preocuparte.] Dije, levitando la canasta de pan a la mesa. [Dicen que Lalannoy es inestable, pero dudo que la guerra estalle hoy día. Como sea, las negociones formales están sujetas a tener guardias de gran categoría.]

 

Lydia soltó un largo suspiro. [¿Cuántas veces te he dicho la misma cosa y terminas hasta el cuello de problemas?] Demandó, sonriendo y apuntando su dedo índice a mí a pesar que ya estábamos casi tocándonos. [¡Nunca te das cuenta cuando puedes estar en peligro! Esto requiere una retirada. ¿No dices lo mismo, Caren?]

 

[No puedes confiar en el juicio de Allen en asuntos que estén relacionados a él.] Mi hermana asintió, habiendo ayudado a Atra y Lia a tomar asiento. [Cuando estamos preocupadas, ser precavidas nunca es suficiente. Se mete en cada cosa y no se siente satisfecho luego que haya investigado todo. Es uno de sus peores hábitos— una falla tan deplorable que ni siquiera invitándome a una de esas tartas de temporada en el café con el cielo azul podría remediar.]

 

[Y allí lo tienes.] La noble de cabello escarlata se paró orgullosa y triunfante.

 

Evité su mirada mientras doblaba mi delantal. [Realmente no quiero—]

 

[Yo igual.]

 

[¡Claro que sí!]

 

[¡Que sí!] Las niñas repitieron, añadiendo sus cantaditas voces a las de Caren y Lydia. Puedo ver que no tenía aliados aquí.

 

[Daré lo mejor para arreglarlo.] Dije, levantando mis manos en señal de rendición.

 

[Las acciones hablan más que las palabras.] Lydia respondió.

 

[Si vuelves a las mismas, tienes que hacer lo que yo te pida.]

 

[¿Caren?] Lydia se giró. [¿Esto es una traición?]

 

[Las hermanitas hacen que sus hermanos mayores las mimen. Así es como funciona el mundo.]

 

[Sí, sí.] Dije. [No hagan una pelea.]

 

[¡Un “sí” es suficiente!] Respondieron juntas.

 

Lo sabía. Se llevan bien.

 

Con una amarga sonrisa, saqué dos sillas y di la mejor reverencia.

 

Una pequeña campana en la entrada resonó no mucho luego que empezáramos a comer. Apenas podía sentir el maná del visitante.

 

[¿Quién podría estar llamando tan temprano?] Caren se preguntó, limpiando la boca de Atra con una servilleta.

 

[No muchas personas vienen aquí en primer lugar.] Lydia añadió, haciendo lo mismo para Lia.

 

[Iré a ver.] Dije.

 

Mis aposentos no recibían muchos visitantes. Incluso Lydia no debería haberse quedado aquí. Mientras me acercaba a la puerta frontal y la abría, me resolví a detener a las pequeñas de seguirme.

 

[Buenos días, Mr Allen.]

 

Para mi sorpresa, allí se paraba el anciano mayordomo del Duque Howard. De alguna manera, había ideado mantenerse seco bajo la lluvia a pesar de su falta de sombrilla.

 

[Buenos días, Mr Walker.] Dije. [¿Ocurre algo?]

 

[Mi maestro manda esto. Un consejo de emergencia convocado en el palacio ayer en la tarde.] El mayordomo sacó una hoja de papel de un bolsillo. En todo su actuar, sentí una pizca de nerviosismo en las profundidades de sus ojos.

¿Un consejo de emergencia? Muy bien.

 

[¿Y qué pasa?] Lydia preguntó, llegando a ver sobre mi hombro.

 

[¿Qué dice?] Caren intervino, siguiendo sus pasos.

 

El contenido del papel nos dejo sin aliento. La solida mano del Duque Walter Howard detallaba un desarrollo que ninguno de nosotros se vio venir.

 

“La casa mercantil de Toretto mandó un mensaje de Lalannoy pidiendo pláticas inmediatas. La república accederá a cualquier demanda que hagamos, con la condición que les enviemos un enviado y al Cerebro de la Dama de la Espada de una vez. Hagan las preparaciones a toda prisa.”

 

Los Torettos, una casa mercante mayor con su base en el este del reino, había estado abriéndose paso en el mercado Lalannoyano.

 

No lo creo. Mis predicciones ni siquiera duraron un día.

 

Lydia y Caren murmuraron mi nombre, apretando cada uno de mis brazos.

 

[Tienen razón. No puedo confiar en mi juicio.] Dije, mirando a las oscuras nubes. La situación en Lalannoy parecía estar deteriorándose más rápido de lo que cualquiera de nosotros lo había imaginado.

 

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