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Para Quién


Almaria atrapó un resfriado.

[…Tengo que alistar la cena.] Ella se paró, determinada a realizar las tareas del hogar.

[Duerme.] Willem la regreso a la cama. [Nanette está en la cocina preparando la cena justo ahora, no te preocupes por eso.]

[Ella no podrá hacerlo sola.]

[Siempre te está ayudando, ¿no? Estará bien. Ren también está con ella, y no tienes qué preocuparte porque Nanette toque el fuego o se lastime con un cuchillo.] Aunque puede que tengas que preocuparte por el sabor, Willem pensó, pero él solo se lo calló.

[Pero…]

[Necesitas descansar por un rato. Tu cuerpo nunca fue realmente fuerte, ¿cierto?]

[Bueno… eso es cierto…] Aunque Almaria no se veía del todo convencida, dejo de argumentar y volvió a colocar su cabeza en su almohada. [Esto es algo nostálgico.]

[¿Qué pasa?]

[Estoy enferma, y tú estás a mi lado.]

Willem pensó en el pasado. Si lo recordaba bien, tal situación no sucedía en un largo, largo tiempo.

[Hey… ¿te importaría mimarme por un rato?] Almaria pregunto.

[¿Hm?]

[Si digo ‘no’ otra vez, ¿tomarás mi mano como lo hiciste antes?]

Esto es inusual, Willem lo pensó. Almaria era fuerte. Ella nunca se quejó, nunca hizo gala de su arduo trabajo, y nunca dejo que otros la vieran en sus momentos de debilidad. Para ella el decir algo como eso…

[¿Me quieres retener?]

[Nn. Ando de humor ahora.] La mano de Almaria se arrastró bajo el susurro de las mantas.

Con un ligero suspiro, Willem envolvió sus manos alrededor de las suyas. [No podemos dejar que los otros te vean así.]

[Ahaha. Falco puede tratar de imitarte.]

[Ese chico… necesita darse prisa y decidir sí quiere hacerse el fuerte o ser consentido.]

[Él tiene sus propios problemas con los que lidiar. ¿Lo sabes? Cuando no estás aquí, él trabajo}a duro para convertirse en un Brave.]

[Oh, ¿en serio?]

Los Braves en los libros de historia se paraban valientemente en la gloria del campo de batalla, derrotando a sus malvados enemigos, y se casaban con hermosas princesas. Cualquier chico, o incluso chica, admiraba esa vida. Willem pensaba que tal admiración era importante, pero también, él creía que esa admiración necesitaba quedarse como solo una admiración, no como un motivador para perseguir a sus ídolos. Willem, un ordinario chico como todos los demás, también admiraba a los Braves desde una edad joven y aspiraba a perseguirlos. Solo después de comprender que ese sueño haría que se diera cuenta de ello.

[¿Te da miedo dormir?]

[Solo un poco.] Almaria lo dijo con una sonrisa nerviosa. Willem podía sentir que su mano se agitaba ligeramente. [Siento como que ya no podré despertar otra vez.]

En los días pasados, los rumores del sueño ceniciento se hicieron más extensos, de poco a poco. Los rumores también se habían hecho más aterradores. Al parecer, esos quienes repetidamente tenían el sueño eventualmente se sumergían en él, para nunca volver a despertar.

[Bueno, no sirve de nada preocuparnos mucho el que no puedas dormir y que te enfermaras.]

[Es cierto, aunque, es más fácil decirlo que hacerlo.]

[Lo estás pensando mucho. Olvídalo y duerme.]

[De aaaacuerdo.] Almaria lo dijo. [Hey, padre.]

[¿Qué sucede?]

[Ya que volviste a casa, cada día es muy divertidísimo.]

[¿En serio?]

[Nephren también es linda. Es una buena niña.]

[Mhm.]

[Pero las cosas no se pueden quedar así por siempre, ¿verdad?]

... Desde luego que no. Willem y Nephren no podían quedarse en este mundo por siempre. Necesitaban escapar antes que las Bestias aparecieran y los asesinaran. Y, sin más que decir, cuando el momento llegara, necesitaban dejar a los residentes de este sueño atrás. Almaria. Ted. Lucie. Falco. Nanette. Wendel. Marlies. Meanae. Dettloff. Horace. Amigos cercanos. Extraños. Debían de abandonar a todos.

[Nos iremos a un lugar lejano pronto.] Willem fuertemente tomo la mano de Almaria. [Pero volveremos a casa otra vez. Lo prometo.] Qué mentira. [Te traeré a unos de mis compañeros la siguiente vez. Sé que te llevaras bien con algunos.] Otra mentira. [Y no te preocupes. Nunca rompo una promesa, ¿sí?]

Claro, esta última era la más grande, y evidente mentira de todas. Casi hacía que él quisiera reírse. Él nunca volvió a casa luego de partir para eliminar a los Visitors. La historia de este mundo podía ser rescrita, pero Willem claramente recordó esa realidad; él nunca cumplió esa promesa.

[…Todavía no.] Almaria vio a Willem con una gentil sonrisa, como una santa perdonando a un pecador.

[Y no te preocupes por los raros rumores y vete a dormir.]

[Nn.] Ella asistió y cerro sus ojos.

Lentamente, Willem soltó esa cálida mano.

[Padre.]

[¿Qué pasa?]

[Nos vemos mañana.]

[—Sí. Buenas noches.]

Willem salió del cuarto y cerró la puerta detrás de él.

Sorprendentemente, un delicioso aroma salía de la cocina. Una deliciosa sopa hervida a fuego lento en una olla.

[Nos fuimos por algo simple.] Nanette, parada en una caja de herramientas, lo dijo con algo de insatisfacción.

Pues, es bueno que sea honesta consigo misma, Willem lo pensó y le dio una palmada en su cabeza.

Nephren, quien con habilidad cortaba un pedazo de carne de cordero estaba a la par de Nanette, se dio vuelta [¿Cómo está Almaria?]

[No se ve tan mal, pero hice que se durmiera solo por si acaso.]

[¿Preocupado…?]

[Claro que lo estoy.]

[¿Incluso si este es un sueño?] Willem respondió sin dudar.

[Ya veo.] Nephren se volteó hacia el pedazo de carne de cerdo. [Creo que eso es lo mejor. No estaría bien para ti buscar una razón para no ayudarla. Pero…]

[Pero ¿qué?]

[Si tienes problemas, entonces lo siento.]

[No seas tímida.] Con un ligero ondeo de sus manos, Willem dejo la cocina.
[¿Una pelea de enamorados?] Él escucho que Nanette lo pregunto. Quién le enseñó esa palabra…

[Cuando termines, llévale algo a Aly. Probablemente tenga hambre.]

[¡Oookay!] Nanette respondió entusiasmadamente en su tono alto de voz.

Para el momento que la sopa estuvo lista, Almaria todavía no despertaba, parecía que dormía pacíficamente, y la dejaron sola.

A la siguiente mañana, a la hora del desayuno, Almaria todavía no despertaba.

No importa cuánto la llamaran.

La movieran.

O pellizcaran sus mejillas.

O gritaran su nombre.

Ella no mostraba signos de abrir sus ojos.


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