La Vieja Capital
y Las Hadas
El almacén de hadas se localizaba en la 68ava Isla.
Por otro lado, Collinadiluche estaba localizada en la 11ava. Para ponerlo
simple, una iba del borde de Regul Aire, mientras la otra iba directo al medio.
Naturalmente, una gran distancia los separaba a los dos. Por lo tanto, debido a
la falta de una directa ruta entre ellas, uno tenĂa que alistarse para un
indirecto viaje que involucraba transferirse entre más que unas cuantas
aeronaves.
Claro, conseguir una nave patrulla de la armada para
moverse solucionarĂa el problema, pero generalmente están restringidas, no
tenĂan buffers de vibraciĂłn por lo que el balanceo no se salĂa de control, las
ventanas eran pequeñas, y estar en el mismo barco se sentĂa depresivo. Por esas
razones, y entre otras, Naigrat rápidamente lo rechazĂł. Sin decirlo, no habĂa
objeciones. Y asĂ, pasaron todo el dĂa en naves, balanceándose de aquĂ y allá
por el viento.
[Ohh…] Lakish, luego de desembarcar, miro el lugar con
una gran sonrisa. [¡I-I-IncreĂble! ¡Hey, Tiat, mira mira!]
[SĂ, sorprendente, increĂble. Ahora suĂ©ltame.] Los
hombros de Tiat están siendo agitados por Lakish, en una lucha para liberarse.
[¡Pero mira! ¡Es algo real!]
[Wooow……]
Lakish estaba completamente en trance. Bueno, Lantolq
podĂa entenderlo. DespuĂ©s de todo, ellas estuvieron en Collinadiluche. La caja
del tesoro en el cielo. El pan de los sueños y romance. Generalmente, las hadas
ni siquiera se les permitĂa dejar la 68ava Isla, por lo que los libros de
historia y pelĂculas de cristales eran lo Ăşnico que les proveĂa el aprendizaje
de otras islas. Sirviendo como el escenario principal para incontables
historias no era otra más que Collinadiluche. Justo en esa ciudad, [Segundo
Manto] tomo 1 millĂłn de Brandals de los ciudadanos. [Rust Nose] encontrĂł el
verdadero amor, el [Minchuet] familiar fue de una gran revuelta… por años, las
hadas vieron todas esas historias con ojos de admiraciĂłn. Lo que tenĂa sentido
que Lakish, estuviera parada con sus propios pies en ese escenario por primera
vez, siento una felicidad abrumadora. Siendo honestos, la misma Lantolq estaba
muy emocionada, incluso si no era su primera vez.
[¿…Y adĂłnde vamos ahora?] Pensando en el desagrado de
sacar su emociĂłn, Lantolq tomĂł un profundo respiro entonces calmadamente le
pregunto a Naigrat.
[Veamos, terminaremos yendo a los cuarteles generales,
pero antes tenemos que dejar a Lakish en la casa de mi senpai.]
[¿Senpai?]
[Él también se encarga de ustedes cuando crecen. El
gran doctor Kikuroppe. Él es mi senpai de la escuela médica.]
[Un terrorĂfico combo, ¿huh? Apuesto que sus
compañeros estuvieron asustados todo el tiempo hasta que se graduaron.] Aiseia
cayĂł del otro lado.
[QuĂ© grosera. No hacĂamos cosas peligrosas a menudo.]
Una contradicciĂłn que no era una contradicciĂłn como
respuesta. Lantolq descubriĂł que lo mejor serĂa no alargar el tema. […Vamos,
Lakish, Tiat. Vamos.] Ella fue tomada por ambas cosas. [No vinimos a turistear.
Haremos lo que necesitamos hacer.]
[Ah… l-lo siento.] Lakish fue sacada de su trance y se
disculpĂł.
[Ooo, la isla está girando…] Mientras tanto, los ojos
de Tiat giraban fuera de control. Lantolq se imaginĂł que se recuperarĂa tarde o
temprano.
[Pues bien, andando.] Naigrat lo dijo, luego reajusto
la gran mochila que llevaba.
Desde arriba de la mochila de cuero, unos objetos
puntudos se envolvĂan en trapos. Dentro estaban cuatro Armas Excavadoras…
Aiseia Valgalis, Historia Lantolq, Tiat Ignareo, y, como un amuleto de buena
suerte, una espada más sin dueño. Con todo eso junto, la cantidad de peso es la
de un pequeño vestidor (lleno de ropa), pero la forma en que la llevaba Naigrat
no lo demostraba.
[CompĂłrtense, ustedes dos. Tenemos que caminar un poco
a donde necesitamos ir, asĂ que no se distraigan y se pierdan, ¿de acuerdo?]
Lantolq lo dijo.
[E-Entiendo. Haré lo mejor que pueda.] Lakish
respondiĂł.
El hecho es que ella trato de hacer lo mejor para
incomodar un poco a Lantolq, pero a ella le gustaba lo que hacĂa con su
actitud.
[¿…Ni siquiera unos cuantos desvĂos? Hay muchos
lugares que no he visto desde la Ăşltima vez…] Tiat lo dijo.
Lantolq deseaba que lo intentara un poco mejor. [No
hagas que lo repita. No venimos aquĂ para turistear.] Ella lo dijo en un fuerte
tono con su mano en la espalda de Tiat.
Tiat inmediatamente se callĂł. Lantolq se preguntĂł si
se pasĂł, pero no podĂa pensar en que decir. Bueno, ya que Tiat era un hada
apropiadamente adulta ahora, Lantolq se imaginĂł que al menos podĂa
restringirla… probablemente.
[Aaaah, ¿e-ese es el Square Falsta? La cosa en el
medio de la estatua del Gran Sabio, ¿cierto? ¿¡Podemos verlo más de cerca!?]
Lantolq regreso la mirada. Una gran plaza con una
fuente. Incontables parejas y una imponente estatua de un viejo usando una
capa. El Gran Sabio, la legendaria figura de quien fundĂł Regul Aire y que
continuaba apoyando… de alguna manera, su estatua tenĂa una reputaciĂłn de tener
el poder de forjar los lazos entre una pareja. La verdad de esto no está clara,
pero, al parecer, a los amantes no les importa. En la plaza, parejas de varias
razas se murmuraban palabras de amor el uno con el otro. Sin una prohibiciĂłn en
los desvĂos, Lantolq tuvo el sentimiento que no era un buen lugar para que las
pequeñas estuvieran.
[¡TambiĂ©n quiero verlo! ¡Cuando vine aquĂ antes,
Willem no me dejo!] Tiat lo exclamĂł, tomando ventaja de la situaciĂłn.
Lantolq ligeramente bajo su puño a la cabeza de Tiat.
[Te lo dije, ¿no? Sin ver por ahĂ ni desvĂos. Date prisa.]
Lakish y Tiat se deprimieron por la desesperaciĂłn.
30 minutos más tarde.
La situaciĂłn empeoro. Limpiando el sudor frĂo dentro
de su mente, Lantolq miro alrededor. A la derecha, varias personas y carruajes
jalados por caballos iban y venĂan de la gran avenida alineada con edificios de
piedra. A la izquierda, un vasto jardĂn se extendĂa detrás de una interminable
cerca de metal negra. Aunque no se esparciĂł mucho, lo Ăşnico era una luz verde
que lo cubrĂa. En menos de nada, todo el lugar seguramente florecerĂa con
vividos colores. Sin ser capaz de ver lo que se sentĂa un poco de mala suerte,
ahora no era el tiempo de pensar en ello.
Sin decirlo, ambos suspiros eran desconocidos para
Lantolq. Además—el verdadero problema es ese—ella no podĂa ver a nadie junto a
ella: Naigrat, Aiseia, Tiat, o Lakish.
[Bueno, esto es malo.] Ella murmuro, cerrando sus ojos
y presionĂł su frente.
Ella pensĂł en los eventos que la llevaron a esto. Era
simple: mientras caminaba por la ciudad, un edificio visible en la distancia de
pronto capturo su mirada. Ese era el espiral de una famosa iglesia que ella una
vez leyĂł en un libro, unas de las largas estructuras construida por un
arquitecto genio de hace 300 años en el pasado, de la cual solo existĂan 7 en
todo Regul Aire. Estaba descrito que su Ăşnica silueta tomaba los corazones de
quien la viera, incluso desde lo lejano. Ahora Lantolq sabĂa que el libro
estaba en lo correcto. Luego de verlo, ella hizo un pequeño dibujo (o al menos
es lo que se dijo), y, la siguiente que supo, ella se separĂł de sus amigos.
Con vergĂĽenza, termino de esa manera luego de
advertirle a las más jóvenes que no se distrajeran y perdieran. Lantolq nunca
pensĂł que se volverĂa en algo grande. Su destino era la facultad de trato en
Collinadiluche, el lugar donde una vez fue cuando se volviĂł una adulta. Sus
recuerdos son un poco borrosos, pero ella probablemente podĂa recordar el camino.
En el peor de los casos, ella podĂa ir por el cielo y ver las direcciones desde
arriba. Ella querĂa evitar el atraer la atenciĂłn, pero serĂa mejor que atrasar
su reuniĂłn.
[Supongo que caminaré.]
Por fortuna, Collinadiluche es una ciudad de trato con
lazos en otras muchas islas, sin marcas como las hadas caminando por las calles
no era inusual. Mientras no hiciera algo particularmente inusual, ella no
sobresaldrĂa. Con solo caminar, ella podĂa mezclarse con el escenario de la
ciudad. Pensando de esa forma, pudo ser capaz de olvidarse de su situaciĂłn y
camino por ahĂ.
7 minutos después.
[…Ahh.]
Una vez más, Lantolq se sintió realmente terrible por
la cuidad que Collinadiluche era. Luego de caminar unos minutos, ella se
desconcertĂł un poco. Ya fuera un famoso edificio, un curioso callejĂłn, o algo
parecido a una estatua de bronce al medio del camino, ella nuca dejaba de
maravillarse por el abundante repertorio de la ciudad. Si fuera por ella, no
evitarĂa pararse cada vez que veĂa algo.
No es bueno. Si ella no trataba de avanzar seriamente
un poco, el sol se pondrĂa. Con ese sentido de urgencia presionando su espalda,
Lantolq corriĂł despacio por la avenida, girĂł por una esquina, y…
[…Ahh.]
…encontrĂł otro magnĂfico edificio. La Gran LibrerĂa
Central de Collindiluche. No solo era una de las más viejas construcciones en
la ciudad, sino que tenĂa una gran colecciĂłn de libros de todo Regul Aire. Esa
grácil torre blanca, seguĂa tan en alto luego de que pasaran siglos de
historia. A pesar de su concentraciĂłn, Lantolq completamente cayĂł prisionera de
esa vista al momento que la vio. Sin embargo, sus piernas, tuvieron el sentido
de urgencia, continuaron moviĂ©ndose. Como resultado…
[¡Ah!]
[Hmph.]
[Ow…]
[Oh, mi culpa. Estaba un poco distraĂda.]
[Ah no. Yo no veĂa por dĂłnde iba…] Ella respondiĂł.
Al parecer, la cosa con la que Lantolq se topĂł no era
un muro, sino un hombre sin marcas con cabello rubio, barba rubia, y un fĂsico
robusto como una roca. Debido al blanco puro de la manta que vestĂa, Ă©l
sobresalĂa, y no en una buena manera. Él parecĂa de forma abierta sobresalir
del escenario de Collinadiluche, la ciudad la cual aceptaba cualquier y a todas
las razas. Aunque, luego de verlo con sus propios ojos, Lantolq pensĂł por un
momento que quizás la cosa con la que choco era un muro. Ella no sabĂa por quĂ©,
pero ese tipo de pesadez y misteriosa fuerza era la que eludĂa del viejo.
[¿Estás lastimada?]
Incluso en sus palabras de preocupaciĂłn, una
abrumadora presiĂłn lleno su voz. Supongo
que es una gran e histórica ciudad, personas asà de extrañas caminan
normalmente por la calle, Lantolq pensĂł.
[Ah… estoy bien, gracias.]
TĂmidamente, ella tomo la mano que le dieron y se
parĂł. Una gentil sonrisa apareciĂł de la cara del hombre, pero fallĂł en ocultar
la filosa y penetrante mirada en sus ojos. Incluso siendo una soldada
acostumbrada, Lantolq sintiĂł que sus piernas cederĂan si ella no se mantuviera
concentrada.
[Ah… es por aquĂ, señorita. Este intercambio de
palabras debe ser algo del destino. ¿PodrĂas ayudarme un poco con las
direcciones?]
Un breve silencio.
[¿Huh?]
[Bueno, es algo vergonzoso, pero, la verdad es que
estoy algo perdido.] El viejo lo dijo mientras rascaba su mejilla. El gesto no
le quedaba. [PensĂ© en preguntarle a alguien de camino, pero… bueno, hablar con
extraños no es mi fuerte.]
[Ah…]
TenĂa sentido, Lantolq pensĂł. Por estar parada allĂ,
su enorme sentido de presencia parecĂa abrumar sus alrededores. Se imaginĂł que
estarĂa un poco mal preguntarle casualmente a alguien la direcciĂłn.
[No me importa, pero no soy de aquĂ, asĂ que no puedo
decir que sea familiar con los caminos. No sé sà le seré de ayuda.] Lantolq
dijo que ella estaba algo perdida. [Bueno, ¿adĂłnde se dirige?]
[Un restaurante. Escuche que está cerca de la faculta
de trato general.]
QuĂ© coincidencia, Lantolq pensĂł. [Tengo asuntos allĂ
también. Si gusta, podemos ir juntos.]
[Oh, eso serĂa grandioso.]
El viejo sonrĂo. O al menos, arrugas aparecieron por
su edad, un viejo árbol con cara formĂł una sonrisa. La sonrisa que tenĂa tal
fuerza detrás que probablemente harĂa que un niño llorara. Lo bueno que soy un
adulto, Lantolq pensĂł, ligeramente termino levantando sus labios.
[Ya he venido a esta ciudad antes, asĂ que decline una
oferta para las direcciones, diciendo que ya sabĂa el camino.] El viejo lo dijo
mientras caminaba.
Siguiéndolo, Lantolq sintió algo como un sirviente
encargándose de su maestro. [Oh,] Ella respondió desaminada.
[Pero cuando empecé a caminar, me di cuenta que los
caminos cambiaron completamente.]
[Ah...]
Eso no podĂa ser cierto. Collinadiluche era una ciudad
histĂłrica. Quizás varias definiciones de “ciudad histĂłrica” existĂan, pero una
de ellas tenĂa que ser la de muchos edificios parados dentro de la cuidad. AsĂ
que naturalmente, los caminos no solo podĂan cambiar por completo. Por lo que
sabĂa Lantolq, el área alrededor de la Gran LibrerĂa no habĂa tenido mayores
renovaciones en los pasos 100 años. Bueno, Ă©l es algo viejo. No serĂa sorpresa
que su memoria empezara a fallarle un poco. Descorteses pensamientos pasaron
por su cabeza.
[Ya que está es una rara oportunidad, pensĂ© que serĂa
bueno disfrutar un poco de la vista mientras estuviera aquĂ, pero no quiero
hacer esperar por siempre a la persona con la que me encontraré.]
[Ah…] Una invisible espina perforo el pecho de
Lantolq.
[Aunque, es lamentable que solo sea un paseo por esta
ciudad. Supongo que tengo que regresar para turistear algĂşn dĂa.]
[¿Su actual residencia está en una lejana isla?]
Lantolq preguntĂł.
[Hm. Ciertamente está lejos, pero lo más problemático
de la distancia es—] de pronto, el viejo levanto la mirada.
Lantolq siguiĂł su mirada. [Ah.]
Cruzando la calle estaba Naigrat. Ella era cerca de
una cabeza más alta de los peatones que pasaban por ahĂ, haciendo fácil el verla.
Notando a Lantolq, ella empezĂł a cruzar la avenida.
[¡Por fin te encuentro! ¡Nos preocupamos por ti!]
[Lo lamento.] Lantolq, sin decir excusas, sinceramente
se disculpĂł.
[Me estaba preguntando si chocaste con algĂşn carruaje
o algo asĂ, ¿sabes? Ustedes son fuertes cuando pelean, pero en momentos
normales no son tan fuertes.]
[Bueno… ah…]
Cerca de la mitad de la fuerza de las Leprechauns
salĂa de su Venom incinerado, y la otra mitad venĂa de las Armas Excavadoras
que portaban. En otras palabras, en la vida diaria, no tenĂan casi nada del
poder que tenĂan en el campo de batalla. Además, la mayorĂa de seres vivos, no
solo las Leprechauns, no estarĂan bien luego de ser aventados por un carruaje.
Pero claro, Naigrat no pertenecĂa a la ‘mayorĂa de seres vivos’.
[Incluso si te conviertes en mi comida, sabrás mejor
si pasaras por una máquina especializada que en el suelo.]
[Um… ¿quĂ©?]
Lantolq empezĂł a perder el rastro de lo que Naigrat
estaba diciendo. Como sea, todo parece indicar que Naigrat estaba preocupada
por ella… probablemente. Ella ya se disculpĂł apropiadamente, y ahora necesitaba
reflexionar por su comportamiento.
[Ah, lamento interrumpir su conversación, señorita.]
El viejo se unió. [Por favor no regañes mucho a la niña. Estuve turisteando por
aquĂ, y me perdĂ. Ella tiene un corazĂłn amable y me mostro el camino.]
[¿Eh?] ¿De quĂ©
está hablando el abuelo de la nada?
[Si de alguna manera es inconveniente para usted,
permĂtame compensarla. A pesar de cĂłmo puedo verme, tengo algo de autoridad. Y
por favor no sea muy dura con su hermanita.]
[Uh… bueno, ¿claro?] Lantolq respondiĂł con duda. SĂ,
ellos caminaron juntos mientras ella le mostraba el camino al viejo. Y, sin
embargo, por eso era completamente su culpa y no habĂa razĂłn para poner
excusas. Además, ella y Naigrat no son hermanas…
[Bien entonces.] Naigrat suspiro con un ligero
orgullo. [Nadie más lo sabrá, y no causo ningún problema. También no quiero
decirte que no seas buena con otras personas. Pero la siguiente vez cuéntamelo,
¿de acuerdo?]
[Ah… okay, comprendo.] Lantolq siguiĂł la corriente y
asistiĂł.
[Usted también maestro.]
[¿Hm?]
[Estoy segura que estuvo ansioso, perdido mientras
turisteaba, pero no es bueno que hables y camines con señoritas. Las personas
pueden pensar que la secuestraste, ¿lo sabĂas?]
[Ah… o-oh, sĂ. Supongo que tienes razĂłn.]
[Turistas secuestrados no son una rara ocurrencia en
Collinadiluche. Si necesitas de las direcciones, puedes preguntarle a los
Golems colocados por el departamento de turistas, ¿okay?] Naigrat le hablĂł en
una gentil voz, como si regañara a un niño por una broma.
Luego de un momento de silencio, el viejo, se miraba
desconcertado, de la nada estallo en risas. Las personas caminaban por las
calles, las palomas descansaban arriba de las lámparas, y un caballo qye jalaba
un carruaje en la distancia empezaba a galopear.
[¿…Se encuentra bien?] Lantolq preguntĂł.
[SĂ, mis disculpas.] El viejo suprimiĂł su risa y
limpió las lágrimas de sus ojos. [No ha habido nadie que tome esa actitud
conmigo desde hace un largo tiempo. Se siente refrescante y nostálgico ver que
la señorita no se intimide por mĂ. Me siento otra vez joven.]
[Uh.] Él en serio tenĂa una cara de miedo, un fĂsico
de miedo, y un misterioso aire cerca de Ă©l, pero Lantolq no podĂa imaginar que
a todos a los que le hablara le temieran.
[Bueno, desde aquĂ, puedo encontrar el camino solo. No
quiero robar más su tiempo, asà que es tiempo para que me vaya.]
[¿…Seguro que está bien?]
[Sin cuidado, la siguiente vez que me pierda se lo
preguntare a uno de esos Golems, ¿cierto?] El viejo lo dijo con un guiño, mejor
dicho, un habilidoso guiño. [Gracias por la divertida charla.]
Mientras veĂan al viejo despedirse, Lantolq y Naigrat
inclinaron sus cabezas en confusiĂłn.
[Siento que lo he visto antes… recientemente.] Naigrat
murmurĂł.
Ahora que lo mencionaba, Lantolq fue consciente del
extraño sentimiento que habĂa estado en su mente. [Pero si me encontrĂ© con Ă©l
antes… siento que no serĂa capaz de olvidar a alguien con tal fuerte
impresiĂłn.]
[Hmm, si ambas recordamos verlo, eso significa que…
¿en la 68ava Isla? Pero eso no puede ser…]
Fallando en tener una respuesta, ellas continuaron
inclinando sus cabezas. Cerca, en la siguiente calle por la que pasaron, en la
gran Flasta Square, se alzaba la estatua del Gran Sabio, la imagen más
prominente de todo Regul Aire.
[Bien entonces, la chica que tuvo un sueño, vamos en
camino.]
[¡S-SĂ! ¡Ya vampodsf!]
Lakish, lideraba un grupo de enfermeras en trajes
blancos, que llevaban a un hada adulta, sobresaltada por el dolor de haber
mordido su lengua enérgicamente.
[Dudo que fuera tan asĂ.] Naigrat lo dijo con una cara
problemática, entonces fue a buscar a Lantolq. [Si algo le sucede, tendré que darle
un gran abrazo como castigo por hacer que me preocupe.] Ella bromeĂł.
Por cierto, se decĂa que la fuerza de los abrazos de
Naigrat podĂan hacer pedazos una piedra.
Ahora quedan dos. Ellas estaban sentadas en un
aburrido cuarto de espera de la facultad de trato, habiéndoles dicho que
esperaran hasta nuevas instrucciones. Sin embargo, no recibieron noticia de
cuando las nuevas instrucciones vendrĂan.
[Me pregunto a dĂłnde fue Lan.] Aiseia murmurĂł, con una
cara aburrida en su cara.
[¡Definitivamente fue a ver la Tumba del Estafador!]
Tiat murmurĂł mientras saltaba de arriba abajo en el muro, tratando de ver el
escenario por fuera de la ventana colocada en lo alto. [Pasamos muy cerca, y es
un lugar popular del que definitivamente no puedes perderte cuando vienes a
Collinadiluche. ¡No es justo!]
[Lan no es de las que va por esas cosas, ¿sabes?]
[¡Se dice que Rust Nose es la hermosura que seduce al
corazĂłn!]
[¿Segura que lo que dijo está en el contexto de lo que
hablamos?] Aiseia inclino su cabeza. [Como sea, seguro es aburrido. ¿DeberĂamos
jugar un juego o algo?]
[¡No es aburrido! ¡Estoy muy ocupada justo ahora!]
[Ya veo.] Aiseia tiro su cabeza en el escritorio
enfrente de ella y observo la espalda de Tiat subir y bajar. Claro, Tiat pudo
solo incinerar el Venom y volar, pero no parecĂa que ella lo notara, y Aiseia
no sentĂa que tenĂa que decirlo.
[¡Ahh, solo un poco más, piernas! ¡Todo ese
entrenamiento fĂsico fue por este momento!]
[QuĂ© niña más despreocupada…]
Viendo a la ventana en pregunta, en su posiciĂłn,
Aiseia solo veĂa el cielo azul expandirse del otro lado, el mismo cielo viejo
empezaba a oscurecerse con la misma cara como si lo observara en la 68ava o la
11ava Isla. Justo entonces, la puerta fue golpeada.
[Quizás sean las siguientes instrucciones.] Aiseia
levanto la vista, y abriĂł la puerta.
[Disculpen…] Con una voz dudosa, no entro Naigrat, ni
el doctor, o un soldado, sino un joven Lucantrobos con piel de suave
apariencia.
[¿Hm? TĂş eres…]
[¿¡Firu!? ¡Tiempo sin vernos!] Al parecer, Tiat nombrĂł
a la recién llegada antes que Aiseia.
Firacolulivia Dorio, la hija del alcalde. Unos meses
antes, Aiseia y Tiat fueron a visitar la ciudad bajo su guĂa—o más acorde, bajo
el plan de Willem. Para las Leprechauns, quienes usualmente no tenĂa casi nada
que hacer fuera de la 68ava Isla Flotante, eso era una experiencia inolvidable
y peculiar.
[¿Firu?]
[Mis disculpas.] Luego de entrar al cuarto y cerrar la
puerta detrás de ella, Firu golpeo el piso. [No sé nada. Qué son ustedes
chicas. Cuyos sacrificios se mantienen en la vida diaria que tomamos.]
[¿Huh?] Tiat abriĂł sus ojos.
[Ah—ya veo.] Aiseia comprendiĂł el significado de tan
repentina disculpa, rascándose la parte trasera de su cabeza. [Lo escuchaste de
alguien, ¿huh? QuĂ© somos.]
[SĂ. Sucede que lo escuche de la charla de mi padre y
tĂo.]
El ‘tĂo’ al que se referĂa es el Primer Oficial
Limeskin, de quien era cercano desde pequeña, y el ‘padre’ al que se referĂa
era Gilandalus Dorio, el alcalde de Collinadiluche. Aiseia no sabĂa cĂłmo las
Leprechauns salieron en la conversaciĂłn de esos dos, pero, para ese tiempo,
parece que Firu sabĂa acerca de su naturaleza como armas secretas.
[Mientras todas arriesgan sus vidas en el campo de
batalla, yo estaba peleando con decidir cuál jamĂłn pondrĂa en mi lonchera. PasĂ©
cada dĂa de mi vida asĂ, sin saber la verdad o la vergĂĽenza. Ahora, me siento
avergonzada…] Ella se confesĂł, su cara se hizo abajo, sonando casi al borde de
las lágrimas.
[Uhm, umm…] Tiat dijo esas palabras.
[Ah, bueno, estoy agradecida por esa fresca respuesta,
pero… Firu.] Aiseia empezĂł.
[¿SĂ?]
[No necesitamos hablar de cĂłmo somos armas desechables
ni nada. Tienes una fuerte consciencia, creciste en la clase alta del gobierno,
y eres del tipo que cree que hay más personas buenas que personas malas en el
mundo. No trataré de decirle a alguien asà que esté de acuerdo con lo que
hacemos. AsĂ que quiero que pienses de esa manera. Secretamente ponemos
nuestras vidas en riesgo para todas esas personas en cada Isla Flotante vivan
su vida cotidiana en ignorancia.]
[Vida cotidiana… ignorancia…]
[Eso es. No es vergonzoso que no sepas sobre nosotras.
Esa vez eras ignorante de por quĂ© peleábamos exactamente… y asĂ, nuestro
orgullo, o algo como eso.]
[Oohh…] Tiat parecĂa impresionada. Quedándose en duda
sĂ o no ella era consciente que Aiseia estaba hablando de sĂ misma.
[Mira arriba, Firu. Al menos, no arriesgamos nuestras
vidas todo el tiempo para ver a nuestros amigos llorar.]
[Ai… seia…]
Justo entonces, la puerta se volviĂł a abrir. Esta vez,
un hada de cabello azul, Lantoq, apareciĂł.
[Lamento hacer que se preocupen—] La corta disculpa de
Lantolq se detuvo. Ella apareciĂł en el cuarto: Aiseia con sus codos en un
escritorio, Tiat contra el muro con solo su cabeza girando hacia la puerta, y una
desconocida Lucantrobos pisando el suelo. [— ¿QuĂ© ocurre aquĂ?]
[Esa es una difĂcil pregunta…] Aiseia lo dijo con una
cara preocupada, luego rio. [Espera. Lan, ¿estás sola? PensĂ© que Naigrat te
trajo.]
[SĂ, ella estaba aquĂ cuando un mensajero del Primer
Oficial Limeskin se la llevó.] Lantolq lo dijo, señalando hacia la entrada de
la facultad de trato. [Volvieron a salir. Me dijeron que esperara aquĂ con
ustedes.]
[¿Salieron? ¿AdĂłnde?]
[No lo sé, pero creo que no necesitamos preocuparnos.]
[Bueno, es cierto.]
Aiseia y Lantolq asistieron.
[¿…Um?] Firu, incapaz de seguir con su conversaciĂłn,
inclino su cabeza de confusiĂłn, sus ojos seguĂan lagrimosos.
[¿Y quĂ© viste? ¿¡La Tumba del Estafador!? ¿¡O fuiste
más lejos al Mercado Barley!?] Tiat, mientras tanto, estaba en su usual yo.
[Es por aquĂ, Miss Naigrat.]
[¿QuĂ©?]
[El Primer Oficial Limeskin la espera.]
Un Reptrace más bien pequeño le mostro la puerta… o
quizás él estaba en lo promedio, mientras la altura individual de los Reptrace
variaba drásticamente debido a su variedad de perĂodos de crecimiento, pero
Naigrat, estaba acostumbrada a ver la gigantesca figura de Limeskin, no podĂa
evitar pensar eso.
[SabĂas que estaba aquĂ, realmente puede ser un buen
descanso…]
El mensajero no respondiĂł. Él se veĂa de la armada,
sin decir nada innecesario.
[Todos ya están esperando.]
[A quiĂ©nes te refieres con todos…]
Sin responder. Bueno, Nagrait lo venĂa venir.
Llevada por el mensajero, Naigrat saliĂł de la entrada
trasera de la facultad de trato y entró a un pequeño y oscuro callejón lleno
con el hedor a detergente y desagĂĽe. Viendo arriba, ella notĂł que lazos
cruzaban la calle de una venta a otra ventana con abundante ropa colgada de ellos.
— Me pregunto a dĂłnde vamos, ella pensĂł. Juzgando por
la silenciosa atmĂłsfera que daba el mensajero, Naigrat no podĂa pensar que
conseguirĂa una respuesta si preguntaba. Ya que estoy sola, probablemente sea
algo malo que él no quiera que las niñas escuchen, pensando eso, su humor se
hundiĂł un poco.
Justo entonces, el delicioso aroma de carne asada pasĂł
por su nariz. Viendo arriba, ella vio un pequeño signo indicando la entrada
trasera de un restaurante. Oh sĂ, ¿quĂ© harĂ© para la cena? Mientras se lo preguntaba,
el mensajero abrió la pequeña puerta y entró al restaurante.
[¿AquĂ?] Ella pregunto, pero, como esperaba, no
recibiĂł respuesta. El Reptrace simplemente girĂł pronto, le hizo un gesto para
que la siguiera, luego siguiĂł bajando por el pasillo. Entrando, Naigrat avisto
el lujoso interior. [Oh no, me pregunto si mi ropa no estará a la altura.]
Ella se vio. Ahora, estaba usando ropa linda, para sus
estándares, pero, era ropa casual. Además, luego de haberse movido en una
aeronave por todo el dĂa, ella exactamente no podĂa decir que su apariencia era
muy refinada. A pesar de sus preocupaciones, la Reptrace seguĂa moviĂ©ndose más
y más. Él pudo haber dicho un poco al menos, ella se quejó dentro de su mente
mientras lo alcanzaba.
Se detuvieron enfrente de una pesada puerta. El
mensajero toco dos veces la puerta en sucesiĂłn, seguido de un tercer toque
luego de una corta pausa.
[Entre.] Una leve voz lo dijo desde dentro.
Oh vaya, un toque secreto, Naigrat pensĂł mientras se
abrĂa la puerta. Una mesa se posaba en el centro del cuarto, por desgracia sin
comida. Cerca, caras familiares y cara desconocidas.
[¿…Eh?]
Contra el muro se paraba Limeskin con su uniforme
militar. Bueno, Ă©l era el que llamĂł a Naigrat, no es sorpresa que estuviera
allĂ. Luego de Ă©l se paraba un soldado Haresantrobos. La insignia en su hombro
que enseñaba un escudo y una hoz, lo que significaba que era la PolicĂa
Militar, si Naigrat lo recordaba bien.
Un Lucantrobos de edad media sentado en la mesa. La
primera nueva cara. Él vestĂa un traje que se veĂa de alta calidad y monĂłculo a
la moda. Su atractiva apariencia le quedaba al restaurante más que la de
Naigrat. Luego, por alguna razĂłn, habĂa un viejo en una manta blanca del que se
despidiĂł antes. Juzgando por su cara de sorpresa, Ă©l probablemente no esperaba
su encuentro tampoco.
HabĂa una Ăşltima persona en la mesa, una persona con
una cara especial, tan especial que todas las otras caras no resaltaban nada en
la mente de Naigrat. Una chica con cabello gris. Su ojo izquierdo estaba
cerrado por alguna razĂłn, pero no habĂa que preguntar por ello: ella era un
hada soldado que se suponĂa que se perdiĂł en batalla en la tierra.
[¿Neph…ren?]
[Nn.] Nephren inclinĂł su cabeza.
[¿Eres… la verdadera?]
[Cerca de la mitad.]
Naigrat recibió una respuesta enigmática, pero ella
apenas pudo escucharla igual. QuerĂa correr a ella. Abrazarla. Sobar sus
mejillas con las suyas. Llorar y gritar. Esos impulsos fueron a su cabeza,
fluyeron y estallaron. Naigrat colapsĂł en la alfombra.
[L-Lamento… causar tal vergonzosa escena…]
Naigrat tomo asiento, luego tomĂł a Nephren e hizo que
se sentara en sus rodillas en contra de su voluntad. La cantidad de miras de
los chicos cerca de la mesa era rĂgida, pero ella no tenĂa intenciones de
dejarla ir.
[Creo que sigues causando una vergonzosa escena.]
Nephren lo dijo.
[Callada.] Naigrat tampoco tenĂa intenciĂłn de escuchar
quejas.
[…Pues bien, dĂ©jenme presentarme.] El Lucantrobos, aĂşn
sentado, asistiĂł ligeramente. [Mi nombre es Gilandalus Dorio. Soy el alcalde de
esta ciudad, elegido por los ciudadanos.]
[Eh.] Naigrat se congelo. [Ah, um, soy Naigrat, de la
CompañĂa de Trato de Orlandri.]
[Encantado de conocerla, Naigrat. Estamos aquĂ para—]
[Las coincidencias son terribles. Nos encontramos
antes, señorita.] El viejo con la manta blanca lo dijo con un guiño, cortando a
Dorio. [Mis disculpas por no presentarme antes. Mi nombre es Suwon. Soy algo
como un consejero de la Guardia Alada.]
[Ah… mucho gusto otra vez.] El alcalde y un anciano
retirado de la armada. ¿Por quĂ© estas personas se reĂşnen en secreto, y, además,
por quĂ© ella fue llamada a la reuniĂłn secreta? Naigrat no lo entendĂa. [Um, asĂ
que… no tengo idea de nada… ¿QuĂ© sucede? ¿Por quĂ© Nephren está aquĂ? Puede ser
que—] ¿Willem tambiĂ©n está a salvo? Ella empezĂł a preguntar, pero su boca fue
cerrada. [¿—Otra persona tambiĂ©n se salvĂł del suelo?]
La atmĂłsfera cerca de la mesa parecĂa haberse puesto
ligeramente pesada. Nadie hablo. Quizás ella no debió haber preguntado.
[¿Puedo explicar la situaciĂłn?] El Haresantrobos
soldado dio un paso adelante reajustando sus anteojos.
[Te lo dejo a ti.] El hombre en bata blanca asistiĂł.
[Primer Oficial Baroni Makish. Mucho gusto.] El
Haresantrobos lo dijo luego de inclinarse.
[Ah, el gusto es mĂo…] Primer Oficial… ¿significa que
es tan importante como Limeskin?
[Primero, aclaremos un malentendido. La cosa que tiene
en sus rodillas no es la hada que conoce. Es algo más, algo cuyo cuerpo y mente
fue transformada luego de ser corrompida por una Bestia en la Tierra.]
[Uh…] Más bien un juego de palabras. Naigrat trato de
darle un golpe a la mejilla de Nephren con su dedo. Carne suave. Del tipo de
suavidad que hacĂa que ella quisiera hervir y comer. Esa textura la cual
Naigrat sabĂa muy bien que no cambio ni un poco. ¿Por quĂ© lo dice? ¿Corrompida
por una Bestia?
[Siguiente… Creo que ya es consciente que ahora no se
han predicho ataques de Teimerre…]
Claro que lo sabĂa. Naigrat asistiĂł.
[Hemos identificado la causa de ello. Kutori Nota Seniolis.]
¿Eh?
[En primer lugar, para que un Teimerre ataque arriba
en el cielo, se necesita tener el cuerpo suficiente, luego partir ese cuerpo y
los fragmentos son llevados por el viento hasta que aterrizan en una isla
flotante. En otras palabras, un gran nĂşmero de ellos debe reunirse para ello. Kutori
Nota Seniolis destruyĂł a un increĂble nĂşmero de Teimerre durante la batalla en
las Ruinas K96-MAL. Por lo tanto, uno de los que anteriormente dormĂa saliĂł a
la superficie y encontrĂł la aniquilaciĂłn.]
[¿Kutori…?]
[El nĂşmero de Teimerre que estaban en el suelo cayĂł
drásticamente. Aunque puede que no se extingan, probablemente necesiten de un
gran perĂodo de tiempo hasta que sean capaces de atacar el cielo otra vez.] El
Haresantrobos continuo.
[La chica deshecho su vida… no, uso su vida hasta el
final para proteger a Regul Aire.] Limeskin lo dijo, pero las palabras fallaron
en seguir.
Sacrificándose para salvar una isla. Ese era el deber
original de las hadas. Kutori peleĂł y regresĂł a casa viva porque ella querĂa
liberarse de ello, pero, al final, lo cumpliĂł igual.
[…Ella realmente era torpe.]
Naigrat no querĂa recordar su muerte. Kutori peleĂł por
su propia voluntad hasta su último respiro por aquellos que amaba, o quizás
solo a aquel que amaba. Regul Aire solo fue un efecto secundario. Ella preferĂa
pensar en algo como eso.
O quizás los ‘Braves’ de los que Willem hablaba una
vez fueron asà también. Pelearon por ellos mismos, pero su lucha se retorció
por las palabras como el destino o el deber a una pelea por el mundo. Ya no
habĂa batallas que pelear. El peligro se fue. La situaciĂłn debiĂł hacer a
Naigrat feliz. DebĂa enorgullecerla. Aunque, por alguna razĂłn, se sentĂa algo
frustrada.
[Esta informaciĂłn es sabida no solo por la Guardia
Alada, sino también por varias organizaciones en Regul Aire con algo de
habilidades de recolecciĂłn de inteligencia. A lo que descubrimos, todos estamos
de acuerdo en un punto: ahora es el momento para que Regul Aire repiense toda
su estrategia contra las Bestias.] El Harensantrobos explico.
[Es por eso que tratan de ponerle una mano a nuestras…
usuarias de Armas Excavadoras, huh.] Naigrat lo dijo.
Los ojos de Limeskin parecĂan decir ‘tĂş eres la Ăşnica
que puso sus manos en ella’. Nephren mirĂł a Naigrat con una cara que preguntaba
‘¿a quĂ© te refieres?’. OcurrĂa a menudo, pero de todas formas me encargue de
esos chicos malos. Claro, ella no podĂa decirlo en voz alta, en su lugar ella
apretó su puño. Quizás debió enviar el mensaje.
[Además, una cosa más.] El Haresantrobos lo dijo.
[¿…QuĂ©?]
[Ellos demandan a la Guardia Alda que liberen la
autoridad de lucha contra las 17 Bestias. Especialmente los derechos del
desarrollo de armas, mantenerlas, y usarlas en tiempos de necesidad. Las Armas
Excavadoras no son más que una parte de ello.]
A Naigrat le tomĂł un poco entenderlo. [Las Bestias son
enemigos poderosos y misteriosos. Para pedir permiso al desarrollo y
mantenimiento de armas de poder para pelear contra ellas significa…] Ella
tragĂł. […Es lo mismo que pedir permiso para expandir la milicia sin lĂmite.]
[Eso es. Si ellos no pueden juzgar cuánta fuerza es
necesaria para pelear con las Bestias, se les permitirĂa decir que cualquier y
todo el poder que ‘pueda ser necesario’. La Ética y ConstituciĂłn de Regul Aire están
hechas para enfrentarse a tal excusa.]
Una gran variedad de razas viven en Regul Aire,
incluso algunas de las cuales son originalmente relaciones de Presa-Depredador.
Por siglos, todos gradualmente aprendieron a llevarse pacĂficamente, pero eso no
cambia el hecho que todos tengan diferentes valores.
Naturalmente, conflictos, grandes y pequeños, nunca se
detuvieron. Una gran guerra que involucraba a muchas razas amenazaba con pasar
una o dos veces. La ConstituciĂłn de Regul Aire existĂa por el propĂłsito de
detener los conflictos. Escritos por el Gran Sabio de los años anteriores en
Regul Aire, servĂan como una gran ley, aplicada en igualdad a casa raza y
lugar. Sin matar. Sin robar. Sin llevar armas innecesarias. Todo aquel que
rompiera tales reglas recibirĂa un juicio por el gobierno local de las
diferentes islas, o por la Guardia Alada cuando no era posible.
[Nuestro verdadero tema empieza desde allĂ.] El
Haresantrobos lo dijo.
[¿…AĂşn queda más?]
[Ellos piden la autoridad de usar las armas
Anti-Bestias siempre que lo demanden.]
[¿QuĂ© significa eso?] Él vio a Naigrat, como si
esperara por una respuesta.
Naigrat no lo sabĂa. Ella no era un soldado, solo un
empleado de la compañĂa de trato. Aunque no era completamente ignorante de ese
tipo de tácticas, no podĂa decir que lo supiera.
[En cualquier lugar dĂłnde una Bestia aparezca, ellos
pelearan con tal poder tanto como quieran.] Nephre lo dijo.
[Exactamente.] La Haresantrobos lo dijo.
[¿…Por quĂ© es eso? Sin Bestias además de los Teimerre
que puedan volar, eso no importa ahora, ¿cierto?] Nephren respondiĂł.
[Pero no deberĂa ser posible…]
[Perdón. Permitan que les dé una explicación.] El
Alcalde Dorio, quien habĂa estado observando silenciosamente su conversaciĂłn
hasta ahora, interrumpiĂł, sus puntudas orejas de Lucantrobos se movieron de
atrás hacia adelante. Después de ver a todas las personas importantes alineadas
en ese cuarto, empezĂł. [Esto ocurriĂł hace medio mes. Una aeronave cayo en esta
isla. Estaba registrada en los documentos como una nave de un salvador civil,
pero ahora sabemos que simplemente fue una fachada. El verdadero nombre de la
nave era ‘Captador del Mañana NĂşmero 7’, una nave de expediciĂłn extraoficial de
la Fuerza Nacional AĂ©rea Elpis.]
[La nave se hizo pedazos luego de caer, pero el
almacĂ©n seguĂa particularmente intacto de su forma original.] El anciano con la
bata blanca, Suwon, lo dijo. [Los rastros son de técnicas de barrera de alto
grado.]
¿De quĂ© están hablando estas personas? Naigrat no lo
comprendĂa. Ella tampoco lo querĂa. Por desgracia, entendĂa lo suficiente de la
conversaciĂłn para pensar eso. [¿TĂ©cnicas de barrera…?]
[Son buenas para ganar mi aprobaciĂłn. Y son buenas
para contener a una Bestia.] Suwon dijo.
[…Um.] Naigrat no sabĂa lo que el viejo aprobĂł para
implicarlo, pero ella encontrĂł la Ăşnica conclusiĂłn que podĂa seguir a sus
explicaciones. ParecĂa tan irreal que no podĂa creerlo. [¿Está diciendo que…
Elpis trajo una Bestia a Regul Aire?]
Naigrat deseaba que todos se pusieran a reĂr a su
ridĂcula pregunta. Sin embargo, ni una sola persona lo hizo. SintiĂł que tenĂa
que cambiar a Nephren de sus rodillas.
[Claro, no es más que una posibilidad. No hay pruebas
contundentes. No hay rastro de que una Bestia escapara de la nave, y no ha
habido reporte de ataques. Es por eso que terminamos llamando a las hadas
aquĂ.] Limeskin lo dijo.
[Hay reportes que muchos soldados de Elpis se
infiltraron a la isla. No hay error en que tratan de hacer algo pronto.] El
Haresantrobos asistiĂł.
[¿…Pero… por quĂ©? Por quĂ© harĂan algo tan estĂşpido…]
[No importa cuán irregular pueda ser nuestro
comportamiento, ellos se dejaron llevar, y debemos responder. Por favor,
quédate en esta ciudad un poco y prepárate para lo peor.] El Alcalde Dorio se
inclinĂł.
Naigrat vio a los soldados, que asistieron
silenciosamente. La Guardia Alada no tenĂa formalidades para pedirle a las
hadas que se queden en Collinadiluche. Ellos necesitan que Naigrat pretenda que
las trajo a todas por su propia voluntad.
[Comprendo.] Sintiendo algo amargo en su garganta,
Naigrat asistiĂł. Luego de escucharlo todo, no habĂa forma que pudiera decir que
no. [Pero, hm, me permiten una condiciĂłn.]
[SĂ. Si es algo de que podamos hacer.] El alcalde
respondiĂł de inmediato.
Parte de Naigrat no sentĂa que tuviera derecho a usar
su posiciĂłn, pero no querĂa perder la oportunidad. Ella harĂa cualquier cosa para
ayudar a esas niñas, incluso el volverse un demonio. Bueno, ella igual es un
demonio, pero… se hizo a la idea, Naigrat hablĂł.
[¿Pueden darles a las niñas permiso de tener un tiempo
libre?]
wow! es como dicen: si te chocas con alguien en el camino algo grande pasara contigo xD de cualquier manera wow! gracias por la traducción esta super archi recontra genial. y ya quiero ver como reaccionan las demás al ver a Rem jejeje
ResponderEliminarpor cierto estarĂa super exelente que tambien tradujeran la continuacion de sukasuka osea wow! si es que no me equivoco tiene continuaciĂłn creo que es sukamoka? bueno ahĂ dejo el dato jeje muchas gracias otra vez por la traduccion.
ResponderEliminarQue interesante conversaciĂłn han tenido. Gracias!
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