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Prólogo: Rojo Amanecer



En días del pasado, <Dios> usó su poder para sellar al <Demonio>…

Las personas reverenciaban y respetaban a ese poderoso y gran <Dios>, hasta que cayó dentro de un profundo sueño…

Trabajando y asegurando que nunca rompa el sello de <Dios> desde entonces, los humanos han estado custodiando y patrullando la antigua tumba en la que moraba el <Demonio> sellado hasta este día. 

Sin embargo y tristemente, el nombre de ese poderoso <Dios> se ha perdido en la rivera del tiempo. Incluso si su santo nombre aun fuera recordado por las personas, nadie se atrevería a nombrarlo fácilmente debido a su veneración por él. 

Las personas, al no saber el verdadero nombre del <Dios>, lo llamaron <Tel Layton>, el cual significaba el Señor de la Purgación. 

Debido a esto, los adoradores y seguidores de este Dios fueron conocidos colectivamente como <La Iglesia de Tel Layton>. Y no es de sorprenderse que su iglesia se erigiera sobre la antigua tumba donde el <Demonio> fue sellado. 

Localizada cerca de la Ciudad Capital de Ahmad en el Reino Yamoda, ese impío lugar era conocido como <La Tumba Sellada>. Y era custodiado por las así llamadas Dóminas; un grupo de magos especialmente escogidos para guardar y resellar al <Demonio> si fuera a despertar y destruir el lugar de los Dioses.

♦♦♦♦♦♦

Todo era rojo…

Abrazadoras llamas lo rodeaban en cada dirección, quemando todo lo que estuviera cerca.
El sofá que en el que tanto le gustaba para saltar como si fuera su cómoda cama, o la mesa donde él de mala gana hacia su tarea. Esas memorias, que el joven no podría recordar más, desaparecieron una a una en el fuego abrazador que lo rodeaba.

El joven miró en silencio, el fuego que se esparcía a su alrededor se reflejaba en sus ojos, parpadeando con sutileza.

Silenciosamente unas manos rodearon su cuello, cerca de estrangularlo hasta la muerte. El joven no entendía por qué hacía eso, así que no había nada que él pudiera hacer más que mirar y esperar por su muerte.

¿Hizo algo mal o se equivocó para merecer eso? El joven no lo sabía.

¿Él se equivocó para merecer eso? El joven no lo sabía.

La única cosa que él podía sentir era la temperatura de su cuerpo disminuyendo en contraste a las ardientes flamas que rugían a su alrededor. El joven silenciosamente, se dirigía calmadamente hacia la muerte paso a paso.

En ese momento, sus ojos se encontraron con los de su madre. Para su sorpresa, ella estaba llorando. 

¿Por qué estaba llorando? El joven no lo entendía, ya que él no entendía por qué ella estaba tratando de matarlo en primer lugar.

¿Eso era porque ella no tenía más opción que matar a su propio hijo con sus propias manos? ¿O era algo más? Pero no importaba qué, no debería haber una razón en la tierra para que una madre matara a su propio hijo.

… y eso era lo que él pensaba, cuando repentinamente comprendió …

Esa no era la realidad, sino un sueño…
Dimitar, despertó jadeando, cubierto con sudor frío.

Dirigió su mirada hacia la ventana y contempló el cielo nocturno que estaba repleto de estrellas; parecía que faltaba tiempo aun hasta el amanecer. Después de frotar la parte trasera de su cuello inconscientemente, Dimitar froto su cabello plateado y salió de la cama.

Él tomo su espada, la cual estaba posada contra la pared, y saliendo de su dormitorio se dirigió hacia el jardín.

Una luz nocturna paso rápidamente iluminándolo y haciendo que su cuerpo sudoroso se sintiera increíblemente cómodo.

Le sería difícil dormirse otra vez después de tal pesadilla, así que Dimitar salió a hacer algo de ejercicio. El cansancio haría que después fuera más fácil dormir. 

E incluso, si no podía dormir, practicar con su espada hasta el amanecer no sería algo malo.

Porque su mamá, quien siempre le hablaba antes de dormir, ya no estaba a su lado.

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