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Capítulo 2: La Princesa Brave del Reino Caído


Leila​ ​Asprey.


Leila Asprey conocía el vacío. Es porque hace 4 años, cuanto tenía 10, ella experimento aquello.

Lelia es una chica sincera.

Ella obedientemente escuchaba lo que los adultos le decían y sonreía cuando querían que lo hiciera, es todo lo que requerían de ella.

Ella es la princesa del Reino Dionne, y a los 14 heredaría el trono. Y un pequeño e idílico reino, Dionne no tenía preocupaciones tales como conflictos y luchas por el poder. Debido a eso, el Reino existía principalmente como un perfecto símbolo de paz. 

Esos que representaban a Dionne tenían que ser equitativos, y así que Leila fue entrenada para ser una muñeca que no hacía más que sonreír dulcemente. Ese era un deber que la chica, callada pero inteligente, que comprendió y lo aceptó desde la infancia.

Si les gusta a los adultos a mí alrededor, entonces estoy bien con eso, ella pensaba eso de sí misma. Solo sonreír es lo que puedo hacer.

Sería un malentendido llamar su vida insoportable. Aunque sus padres estaban ocupados día tras día, ellos aún eran devotos a corazón y alma a su hija. Los nobles vivían en castillos y los caballeros de la Orden eran todos buenas personas. La sonrisa de Leila no era solo un acto; más que eso, era natural. Sin embargo, al tener los 9, su mundo se transformó por completo.

Había un tipo de monstruo conocido como Elfo Gloom. Ya que se asemejaban a nada más que inútiles, su velocidad y habilidad de trabajar en grupo hacía que su humilde apariencia fuera una mala broma. Ellos pertenecían al tipo de monstruo “espiritual” gracias a su alto nivel de conocimiento y habilidad mágica – aunque no había pruebas concretas que probaran que podían comunicarse con los humanos.

Los Elfos Gloom se fundaron en el pasado, pasando la historia y tecnología que se escuchaba en tiempos antiguos. Consecuentemente, dentro de la milicia ellos se volvieron una referencia a la “Raza Fantasma”. Ellos raramente se salían de sus dominios, el Bosque Turbid, pero en ocasiones se reunían y atacaban la civilización humana con el fin de expandir su territorio.

Un día, Dionne fue asaltado por cientos de Elfos Gloom.

Ellos atacaron por sorpresa, cayeron por sobre al reino como una plaga. El humo que usualmente se emitía de las casas de los civiles fue remplazada por ardientes flamas; los Elfos Gloom usaron su magia espiritual para quemar la capital. Aunque tenían la milicia y los caballeros estacionarios por la ciudad como precaución, los soldados ahora se encontraban enfrentando a un fuerte enemigo inimaginable.

El reino desapareció.

Leila fue una de los pocos sobrevivientes, paso por un pasadizo secreto con un oficial leal. La historia de su pasado se volvió muy conocida por cualquiera que la escuchara: Fue cuando Leila Asprey perdió todo lo que tenía.

De la perspectiva de otro, eso estaba mal. Ella había perdido mucho tiempo.

Pero a perspectiva de alguien más, eso era. Quedaría mejor decir que luego de ese día, Leila empezó a perder todo lo que tenía.

Como protagonista de una tragedia, ella acepto varias cosas. Por eso, como iba andando, ella tomo un role que nunca antes había tenido. Ella perdió cosas que amaba. Le habían sido arrebatado por los malvados Elfos Gloom. Ella los vio claramente a todos, mientras se desvanecían en las flamas. Algo preciado. Algo admirable.

Las cosas que eran irremplazables para mí, e incluso las cosas que quería desaparecieron. Todos fueron hechos cenizas.

Así que ella debería sentir tristeza.

Ella debería sentir dolor.
Ella debería sentir desesperación.

Ella debería sentir ira.

Debería sentir odio.

No importa quién fuera, todos trataron a la princesa del reino destruido como la protagonista de una tragedia y la forzaron a un nuevo role: una chica lamentable.

Para ellos era como ver por fuera de un cálido cuarto separado de la nieve exterior por una ventana. Viéndola tan desafortunada, y regocijándose por ser afortunados. Así fue como ellos les tomaron gusto.

Pero Leila es una chica sincera.

Ella obedientemente escuchaba lo que los adultos le decían y sonreía cuando querían que lo hiciera, es todo lo que requerían de ella.

Dejarles ver mi tristeza. Dejarles ver mi dolor. Dejarles ver mi desesperación. Dejarles ver mi rabia. Dejarles ver mi odio. Usaré está cansada sonrisa mía para mostrarles todos estos sentimientos, así como los adultos que me rodeaban lo querían.

Un día en la oscuridad, ella reflexiono: ¿Realmente me siento triste? ¿Realmente siento dolor? ¿Realmente siento desesperación, odio, rabia? Esos sentimientos existen dentro de mi corazón. Pero… ¿de dónde salen?

Debió ser el día cuando Leila Asprey tenía 9 años. ¿Qué sintió cuando vio las ardientes flamas?

No puedo recordarlo.

[Debería ser así. Debe ser así.] Las personas a su alrededor seguían repitiendo sus expectativas, lentamente cubrió los sentimientos y recuerdos que tenía. Cuando finalmente se dio cuenta, era demasiado tarde. La chica que seguía los deseos de aquellos que la rodeaban ya lo había olvidado.
Un año pasó. Leila tenía 10.

El anciano, su maestro, le dijo que esperara en su pequeña casilla. Entonces la dejo con sus compañeros, todos se veían fuertes a pesar de sus años. Ella le obedeció y se quedó en su cuarto; no era como si ella tuviera que elegir. Ya que era una niña, ella estaría bien sentada recta y mantenerse así. El truco era no sentirse aburrida, aclarando su mente y borrando sus sentimientos. Luego de eso, ella solo podía esperar por horas… o incluso días, si se llegaba a eso.

Por la razón que fuera, esta vez su talento le falló.

Distraída por sus pensamientos, Leila espontáneamente dejo la casa y empezó a caminar por el bosque. Si hacía algo que normalmente no hacía, entonces vería cosas que de otra manera no vería.

En alguna parte del bosque, había un espacio donde los densos árboles daban paso. En ese lugar, había un chico de la misma edad mientras blandía una espada de madera.

Él estaba rodeado por una tremenda capa de calor, una que se veía más como una ilusión que una real. El chico había estado ejercitándose vigorosamente; aunque era invierno, su ropa estaba empapada de sudor e incluso el terreno estaba húmedo por su transpiración.

Incluso si este solo es un juego, él iba muy serio. La misma Liela se escondió a las sobras de los árboles, preparada a observarlo por un rato. Aunque sus acciones eran ligeras, sus pisadas eran muy profundas. Su centro de gravedad estaba muy posicionado, pero luego de un golpe cayó. Era como si el chico estuviera jugando, tratando de hacer lo imposible. Solo por observar sus raras acciones, ella podía entender un poco de su personalidad.

El chico probablemente estaba haciendo ejercicios previos al entrenamiento antes de aprender a usar varias diferentes armas; sus movimientos eran mejores que solo andar jugando, imitando de alguna manera la esgrima. Pero cuando ella se acercó a ver, había pequeños cambios entre cada acción. Solo por cambiar de posición de un agarre, un simple madero podía reproducir artes marciales factibles con cada tipo de arma – más bien, era el nivel de maestría que el chico intentaba llegar.

Por desgracia, no importa qué tanto lo intentara, era claro que el chico no tenía la habilidad suficiente.

El propósito principal de este entrenamiento probablemente era el de entender el movimiento de uno de los dedos cuando usas diferentes armas. Para acertar un poderoso golpe, la clave es levantar el centro de gravedad mientras velozmente cortaba al objetivo. Sin embargo, todos los esfuerzos usados en acumular energía fueron puestas en los pesados pasos del chico. Además, su cuerpo se mantenía ligero como una pluma. Solo entonces su entrenamiento podía ser llamado “ligereza es mejor que jugar a las peleas”.

En más Leila los observaba, más inconforme se volvía. Entre más inconforme estaba, más se enojaba. Incluso así, ella no movió sus ojos.

La visión de Leila era borrosa, como si fuera a llorar. Si continuaba así entonces podía llorar realmente. Ella odiaba ponerse sentimental. Aunque al ver al chico, ella uso sus dos manos para limpiar las lágrimas en las esquinas de sus ojos.

Y entonces – delis – el chico se resbalo.

Le pánico se mostraba en su cara, sus sandalias dibujaron un hermoso arco mientras hacía un medio círculo en el aire. Su espalda cayó al suelo. Fue menos que tropezarse y más que forzadamente tirarse. Por fortuna el suelo era suave, así que no se lastimo mucho.

[¡Duele!]

Él se quejó, lo más probable es por la amargura de no poder darle un buen uso a su propio cuerpo. Debe estar hambriento. El chico yacía en el suelo, sus manos y pies se esparcieron, viendo al cielo azul.

[…]

Él la vio. Sus ojos se cerraron. El chico no esperaba que alguien estuviera viendo su entrenamiento.

[¡Tú… ¿quién eres?!]

El chico sonrojado, así como aquellos que se ejercitan vigorosamente. Él se levantó de prisa, limpiando el sucio de su cuerpo y agarro el madero que tiro a su lado, entonces posó como si ella no hubiese visto nada. [¡¿Tú—viste eso?!]

Lo vi todo. Leila casi le dijo todo antes que se tragara sus palabras. No puedo decir nada. Eso probablemente aplasto su propia-estima. 10 años de experiencia se acumulaban de su noble nacimiento y vida como la protagonista de una tragedia le había enseñado.

Pero incluso ella quería seguir en silencio, el chico la vio directamente, como si demandara algún tipo de reacción.

Debería decir algo. A la repentina ansiedad, el juicio de Leila estaba hecho un lio. Sus pensamientos salieron de su boca. [Terrible.]

[¿…Terrible?]

[Absolutamente terrible.]

En ese momento, el tiempo se detuvo.

Leila sintió que la auta-estima del chico no solo fue dañada, sino que ahora se hizo trizas.

Ese era el recuerdo de la chica llamada Leila Asprey en su primer encuentro con el joven que sería su kohai. Aunque él trataba a todos amable y pacientemente, Willem Kumesh siempre le tuvo aprecio a su compañera Leila coma una excepción. Esta fue una de sus razones para hacerlo así.

5 comentarios:

  1. Muchas gracias, pero y el capitulo 1?

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  2. el prologo cuenta como capitulo 1 ? o sino donde esta el cap1?

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  3. Terrible diferencia entre una genio y un chico promedio.

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  4. Me hubiera gustado que apareciera más en la historia

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  5. Siempre tuve la duda si willem sentia amor por leila..

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