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Prólogo

 

[Solo un poco más, Miss Fosse.] Dije. [¡Nos detendremos por un pequeño descanso en la cima de esta colina, así que por favor sé paciente un rato más!]

 

[C-Claro. Lo siento, Emma. Oh, si solo tuviera más resistencia.] Miss Felicia Fosse respondió detrás de mí, su cabeza de caía de la vergüenza. La secretaria principal de Allen&Co— una junta de negocios de las Casas Ducales de Leinster y Howard— era simplemente encantadora.

 

[¡Rebelión por parte de los nobles retrógrados del Duque Algren!] Se leía el urgente reporte sin precedentes que yo— Emma, la número cuatro de la Corporación de Maids de los Leinster— había recibido en esta gris mañana. Bajo mi comando, las maids estacionadas en Allen&Co. habíamos repelido el ataque rebelde de nuestro lugar. En el presente, estábamos subiendo una colina en el borde sur de la capital real, protegiendo a Miss Fosse mientras huíamos del caos de la ciudad.

 

Había estado cerca. Temblaba por pensar que habría sido de nosotras si no es por la carta de Allen pidiéndonos observar las fuerzas realizando maniobras cerca de la capital, solo para estar seguras.

 

Necesitábamos hacer un buen escape y reportarle a la Casa Ducal de Leinster en la capital sur tan pronto sea posible. Pero Miss Fosse era algo frágil, y, como líder de la Sociedad para Allanar la Cubertura del Camino del Romance de Miss Fosse, la estaba llevando en mi espalda.

 

Oh, las ventajas de mi trabajo.

 

En la cima de la colina, bajé a Miss Fosse sobre una pequeña roca. [Hora de descanso.] Les dije a las otras veinte maids. [Estén alertas. Eso también va para aquellas en servicio de los Howard también.]

 

[¡Sí, señora!] Ellas respondieron en conjunto y formaron una formación defensiva alrededor de la visiblemente exhausta Miss Fosse. Dicho eso, una maid tras otra empezaban a esperarla.

 

[¡Tenga un poco de agua, Miss Fosse!]

[Permítame limpiarle ese sudor.]

 

[¿Le duelen los pies?]

 

[¡Yo la llevaré después!]

 

[Sus anteojos están sucios. Déjeme limpiarlos.]

 

[¡E-Estoy bien!] Miss Fosse gritó, su rostro, el cual había estado pálido por la fatiga, se puso roja. [¡Dios! ¡D-Desearía que no me mimaran tanto!] Su larga cabello castaño se agitó mientras apretaba sus pequeños puños y le respondía a las maids, pero sus sonrisas seguían sin cambiar.

 

Oh, se ve simplemente hermosa. Podía sentir mi moral inflarse. ¡Juro que le llevaré a salvo en la capital sur!

 

Una belleza de piel blanca con largo cabello blanco y ojos plateados— la número ocho de la Corporación de Maids de los Leinster, Cordelia— se me acercó y susurró en mi oído. [Emma, me puse en contacto con el personal de la mansión Leinster. Parece que todos están en una sola pieza.] Nos habíamos reunido al mismo tiempo y hablábamos libremente entre nosotras.

 

[Entiendo. Gracias a Dios.] Liberé un suspiro de alivio.

 

Ahora, si solo pudiéramos salir de la ciudad—

 

[¿Huh? ¡E-El palacio!] Miss Foss temblaba.

 

Todas bajamos la mirada al mismo lugar. Listones de humo estaban alzándose del palacio real. Acabadas torres observaban las fieras batallas, las cuales al parecer seguían en marcha. Comunicaciones mágicas interceptadas revelaron que las fuerzas entrando al palacio incluían la crema nata de la armada rebelde— la Orden Violeta, bajo el comando del gran caballero Haag Harclay. La guardia real era formidable y los guardaespaldas personales de la familia real eran renombrados, pero estaban superados en números. Era solo cuestión de tiempo hasta que el palacio cayera.

 

[Emma, señora, nos persiguen.] Bella, una maid Leinster con corto cabello castaño, reportó. Había estado enviando pequeñas aves mágicas mientras hacíamos guardia. Abusar de su maná desde temprano en la mañana la había dejado visiblemente fatigada— controlar criaturas mágicas por extendidos períodos de tiempo era una difícil tarea, incluso para expertos hechiceros. No todos podían ser Allen.

 

[¿Cuántos soldados, y cómo están equipados?] Pregunté.

 

[Cerca de 50 de caballería ligera. Sin infantería o hechiceros. Sospecho que están organizados para movilizarse.]

 

[Hm… Bella, llama a tus aves. Mantenerlas fuera más tiempo será malo para tu salud.]

 

[¡No! ¡Yo… estoy bien! ¡Aún puedo seguir!] La chica protestó. Con quince años, ella era la maid más joven aquí.

 

[Nada de eso. Allen me encargo hacer su seguridad mi máxima seguridad, y no tengo el coraje para recibir uno de sus regaños.]

 

Luego de un tenso silencio, Bella finalmente dijo. [Sí, señora.]

 

[Lo has hecho bien. Déjanos el resto.] Le di una palmada en el hombro. Nunca habríamos logrado salir de la ciudad tan fácilmente sin su ayuda. Entonces, me di la vuelva a la secretaria, quien se veía perfectamente encantadora incluso cuando frenéticamente estaba bebiendo agua de un pachón. [Miss Fosse, para que perseguidores nos siguen nuestros pasos. Salgamos con el resto de las maids; yo protegeré nuestra retaguardia. Cordelia, temporalmente te transfiero el comando.]

 

[Entiendo.]

 

[¡¿Emma?!] Los ojos de Miss Fosse se abrieron detrás de sus anteojos mientras se ponía de pie. [Yo… ¡No dejaré que te pongas en un peligro como este!]

 

[Aprecio tu preocupación, pero estaré bien.] Dije. [A pesar de las apariencias, yo—]

 

[No tema, Miss Fosse.] Una voz de pronto interrumpió. [Me uniré a ella en la retaguardia.]

 

[¡¿Sally?!] Miss Fosse exclamó. [P-Pero…]

 

La despreocupada oferta vino de una maid al servicio de la Casa Ducal de Howard. Su rubio cabello se detenía en sus orejas, usaba anteojos, y tenía un gran pecho a pesar de su pequeña figura. Su expresión parecía ilegible a primera vista, pero era demasiado terca para disuadirla rápidamente.

 

No tiene sentido pelear con ella.

 

[Este es nuestro mejor curso de acción ahora.] Dije, tomando las adorables manos de Miss Fosse. [No te preocupes por nosotras. Las alcanzaremos en nada.]

 

Sus límpidos ojos revelaron el caos interior. Era una inmigrante sin hogar de las islas sureñas, piel y cabello oscuro, pero esta amable joven no tenía prejuicios conmigo. Al menos, asintió. [Entiendo. Pero prométanme que nos alcanzarán pronto. ¡Se los estoy pidiendo como amiga, no como la secretaria de Allen&Co!]

 

[Lo prometemos.] Sally y yo respondimos juntas, sonriendo. La amabilidad de Miss Fosse calentaba mi corazón.

 

[Muy bien. ¡Todas, alístense!] Les ordené a las maids.

 

[Siempre estén en movimiento.] Sally añadió.

 

[¡Sí, señora!]

 

[¿Huh? ¿Qué? ¡¿Quuuué?! ¡E-Esperen! ¡¿Emma?! ¡¿Sally?!] Mientras cuatro maids levantaban hábilmente a Miss Fose y se echaban a correr con las demás, ella vio atrás y gritó. [Por favor… ¡Por favor, vengan rápido! ¡Las estaremos esperando! ¡Prometo que lo haremos!]

 

En verdad es un alma amable.

 

Asentimos y la despedimos.

 

Una vez Miss Fosse y las otras estaban fuera de la vista, me di la vuelta a la miad de anteojos y rostro sin expresiones a mi par y dije. [¿Qué estabas pensando, Sally? Odio disminuir la guardia de Miss Fosse.]

 

[¿Qué esperabas?] Ella respondió. [No puedo dejar que seas la única sobresaliendo.]

 

[¿Eso es lo que te enseñaron en la Corporación de Maids de Howard?]

 

[Creo que su carta se leía, “Si, por casualidad, lo peor llegará a pasar en la capital real, les prohíbo rotundamente actuar solas. Eso va para ustedes también, Emma, Sally”.]

 

Gruñí. Me tenía. La carta de Allen de la capital este había incluido varias instrucciones para nosotras que Miss Fosse no estaba al tanto.

 

Sally estaba inmutable. Solamente estaba jugando con los agarres de sus anteojos. Pero podía decirlo— ¡Estaba sonriendo! ¡Qué desagradable persona!

 

Suspiró. [Siempre sospeché que era sobreprotector, pero ahora estoy segura de ello. Y ni siquiera nosotras estamos excluidas.]

 

[Concuerdo.] Sally dijo, cruzándose de brazos y asintiendo. [Pero me alegro de ello. Dudo que haya muchas maids más débiles que yo, aunque por alguna razón todos los hombres actúan temerosos ante mí.] Su expresión era impasible, aunque inclinó su cabeza en pregunta. ¿Esa era la forma en que su postura enfatizaba su pecho para hacerme una segundona?

 

[En cuanto a ti siendo débil, tengo que diferir.] Respondí, sintiendo ira luego de ver mi propio pecho. [Pero aprecio su preocupación tanto como la tuya. Especialmente ya que nadie me confundiría con un nativo de este reino.]

 

[Tu piel y cabello son adorables.] Sally dijo, pasándome la mirada con una expresión que parecía preguntar por qué me había molestado en decir algo tan obvio. Siempre es confiable en momentos como este.

 

[Gracias.] Respondí, levemente avergonzada. [Como comentario, Allen me alagó por ello el otro día.]

 

[Por qué, Emma, no me digas que te has enamorado de él.] La inexpresiva mujer hizo todo un acto de cubrir su boca en sorpresa. [Oh vaya.]

 

[¡No me salgas con “oh vaya”!] Respondí. [¡Al menos trata de ponerle un poco más de sentimiento! Simplemente pensé que Miss Fosse tiene bastante trabajo por hacer. Después de todo, no solo necesitará medirse con Lady Lydia, sino también Lady Stella y— ¿Ocurre algo?]

 

Sally estaba viendo al norte en la distancia con una mirada inescrutable en su rostro. [Mi cabezón hermano mayor siempre anda simpeando a Lady Stella.] Ella dijo, ajustando sus lentes. [Y oí que se le asignó como su mayordomo personal. No puedo quitarme el sentimiento que, incluso mientras hablamos, él luchando en vano a pesar que la cruel realidad lo está viendo a la cara.]

 

[Oh.] Pude sentir la misma inescrutable expresión extendiéndose por mi rostro también.

 

Lady Stella era la mejor amiga de Miss Fosse— y rival romántica. Entre la corporación de Maids de Leinster, se decía que ella podía incluso tener una oportunidad de destronar a Lady Lydia si las cosas iban como habían estado.

 

[Tu hermano debe ser bastante simp.] Le dije a Sally. [Tienes mi respecto. Como su hermana, ¿no deberías regresar al norte para animarlo?]

 

[No tengo tiempo que perder en esas tonterías.] Ella respondió. [Y ni en mis sueños obstaculizaría el romance de Lady Stella. Nuestras señoritas son tan encantadoras como las suyas, sabes— una santa y un hada. Mi posición en la capital real aun es secreta, así que me muero por verlas de nuevo.]

 

[Concuerdo que ambas son bastante encantadoras.]

 

Me imaginé los rostros de Lady Stella y su hermanita, Lady Tina. Sus lecciones con Allen— Lady Tina y Lady Lynne jugueteando mientras Miss Walker las mira— una relajante vista.

 

[Mi abuela— nuestra ama de llaves, Shelley Walker— me dijo en privado tratar las instrucciones de Allen como si vinieran de ella o su esposo, Graham.] Sally dijo y alzó su pecho, recordándome a nuestra número tres. [Salvó a nuestra querida Lady Tina, y también a Lady Stella. Estoy profundamente en deuda con él.]

 

[Igual que yo.] Respondí. [¡Anna— nuestra ama de llaves y mi mentora— me dio estrictas órdenes de seguir las instrucciones de Allen! estoy determinada a pagarle por salvar a Lady Lydia, y personalmente estoy en deuda con él también.] Me pausé. [Nosotros los inmigrantes vemos nuestros sueños en él. Nos da la esperanza que incluso, los hombres bestias, y los desamparados podemos conseguir mejores vidas.]

 

[Entonces actuar solas está fuera de cuestión.] Sally dijo seriamente.

 

Luego de un breve silencio, decidí no argumentar. [Tienes razón. Lo siento.]

 

Justo entonces, una grieta apareció en el rostro nulo de Sally— sus ojos se fruncieron.

 

[Oh, parece que tenemos con compañía.] Dije, también el maná.

 

[Sí, aunque más bien están ahí.]

 

Los veintitantos lanceros galopaban la colina. Nuestras trampas habían bajado sus rangos considerablemente. Pero los rebeldes como eran, lo habían hecho bien para pasarlas todas— la ama de llaves personalmente me había instruido en el arte de poner trampas. Los caballeros evidentemente eran precavidos, porque se detuvieron a una sana distancia cuando nos vieron y empezaron a preparar hechizos defensivos, ofensivos y de fortalecimiento.

 

[¡Soy el Vizconde Zad Belgique!] Un alto caballero barbado con armadura y casco gritó desde la retaguardia del grupo. [Asumo que ustedes damas están al servicio de la Casa Ducal de Leinster. Resistirse no servirá. ¡Ríndanse tranquilamente, y les prometo misericordia!]

 

El Vizconde Belgique era, si lo recuerdo correctamente, un noble del este bien conocido por sus hazañas matando monstruos. Pero en serio, ¿un vizconde?

 

[Eso pudo haber sido mejor.] Dije, compartiendo una mirada abatida con Sally.

 

[Al menos esperaba un conde.] Respondió.

 

Ambas nos bajamos de hombros.

 

¿Un mero vizconde? ¡Qué falta de juicio! ¿Cómo pudieron pensar tan poco de Miss Fosse?

 

[Bueno.] Dije, asintiéndole a Sally. [Debe saber algo.]

 

[Mendigos no pueden ser escogidos.] Ella dijo, asintiendo de vuelta.

 

[¡Q-Que descaro!]

 

Le di una fría mirada y dije. [Silencio.]

 

[Y, si es posible, por favor contacte a alguien que tenga al menos el rango de conde.] Sally añadió.

 

El rostro del conde se sonrojo de la risa. [¡Tomen a esas mujeres!] Él gritó.

 

[¡Sí!] Nueve caballeros de inmediato se echaron a caballo hacia nosotras.

 

[Tomaré la vanguardia.] Sally anunció, concentrando su maná en sus brazos y piernas mientras corría al frente.

 

[Muy bien.] Respondí mientras yo, también, me preparaba para la batalla.

 

Confusión apareció en los rostros de los caballeros, pero aún seguían en marcha. El jinete líder sin misericordia tiró su lanza a Sally— un esplendido golpe. Tenía la habilidad. Sin embargo…

 

El rostro del caballero se retorció del asombro mientras gritaba. [Qué insensatez está—]

 

[Los insultos hablan más que los dice que del que los recibe. Al menos, esa es la noción que prevalece.] La maid de anteojos dijo sin una pizca de emoción mientras casualmente tomaba la punta de la lanza y la aplastaba con sus manos desnudas. Entonces saltó, impactando una patada en una de las armaduras de los caballeros. El hombre salió volando de su caballo, y Sally pateó su silla para darse persecución. Con un fuerte grito, mágicamente llevo su puño al caballero volador, azotándolo contra el suelo. El caballero caído gruñó mientras su casco salía volando y su armadura se hacía pedazos. Sally aterrizó detrás de él, viéndose presumida.

 

Caramba.

 

Temblé levemente. Mientras, los caballeros restantes fueron a mí— hasta un movimiento de mis manos hizo desmontar a los asustados jinetes y se quedaban en la nada. Sus corceles se alejaron.

 

[¿Atrapar lanzas y aplastar pecheras a mano limpia?] Le dije a Sally, con un exagerado movimiento de mi cabeza. [No es sorpresa que los hombres te tengan miedo.]

 

[Estoy segura que la persona promedio encontraría a una maid cuyos ataques misteriosos incapacitaron a ocho jinetes a la vez es más que atemorizante.] Ella respondió. [Oh, yo e-estoy tan asustada. No puedo d-dejar de temblar del m-miedo.]

 

Nos reíamos, pero nuestras sonrisas no nos sorprendieron.

 

¡Santo Dios! Qué maid más salvaje. ¿Y eso último fue su aprendizaje de Miss Walker? Fue perfecto, a pesar que nunca dejo su cara de poker, pero eso me jodía más.

 

Mientras, los caballeros se habían desmayado, así que liberé los hilos oscuros escondidos mágicamente con los cuales los había atado y los tumbé al suelo. Como nuestra ama de llaves decía. [Concéntrate en aplicar presión en toda la fuerza enemiga.]

 

[¡Identifíquense! ¡Puedo decir que no son maids ordinarias!] El Vizconde tembló. Aún tenía algo de ganas.

 

[Oh, ruego su perdón.] Respondí. [¿Cómo puedo negarle el presentarme?]

 

[Emma.] Sally me advirtió. [Mi angelical prima es la única maid tonta que el mundo necesita.]

 

Le di una mirada de reproche. Esta desagradable maid tenía que tener siempre la última palabra. Entonces, hice una reverencia y dije. [Mi nombre es Emma, y tengo el puesto de la número cuatro en la Corporacion de Maids de Leinster.]

 

[Soy Sally Walker, la número cuatro en la Corporación de Maids de Howard.]

 

[¡¿Dijiste Walker?!] El Vizconde Belgique gritó. Él y sus caballeros restantes se palidecieron. Graham el “Abismo” Walker al parecer tenía una reputación, incluso en el este.

 

Le lancé una sorprendida mirada a la maid de lentes, quien por primera vez tenía una expresión amarga.

 

[Son historias viajes del abuelo a lo que le temen, no a mí.] Ella gruñó.

 

Tee hee hee. Sally en verdad debe estar condenada para darle miedo a los hombres. ¡Su hermoso rostro y enorme pecho no pueden cambiar eso!

 

[¿Terminamos?] Pregunté, dándole una sonrisa al vizconde. [Si es así, te sugiero que nos digas todo lo que sabes, y me refiero a todo.]

 

[O-Oh vaya.] Sally intervino, tomando la oportunidad para enviarme otra indirecta con sus impresiones de Miss Walker. [M-Me estás asustando, Emma. ¡Estoy temblando del miedo!]

 

Presioné una mano en mi frente, entonces desplegué mis invisibles hilos en todo el lugar. La maid sin expresiones apretó sus puños mientras concentraba su inmenso maná en sus extremidades.

 

[¡Te pedí que al menos le pusieras algo de emoción!] Respondí, suspirando. [¡Hora de terminar con esto!]

 

[Sí.] Sally dijo. [Hagamos esto rápido y ganémonos un alago de Miss Fosse.]

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