Capítulo 5: En Esos Días Pacíficos
El odio llenaba
el mundo rojo que se extendía por toda la superficie.
Nunca te perdonaré. No importa qué, no lo olvidaré. Un
día te asesinaré.
Más que solo
una declaración, era un ruego a los cielos. No intentaba llegar a los oídos de
alguien, ni grabarlo en la memoria de alguien. Así como una chispa de una
favila de las flamas de su ardiente odio continuaban parpadeando en una persona
– ella – era un juramento irrevocable directo a las profundidades de su
interior.
Splat. El
sonido de algo aplastándose.
Splat. El
sonido de algo siendo aplastado.
Puso su mano en
su cara. Algo que se veía como basura se le pego. [Ahora que te veo de cerca, y
cuidadosamente, muy de cerca, eso… era así. Sabes, nos llevábamos bien, riendo
juntas. Mis preciadas amigas con las que estaba muy apegada y nos veíamos como
iguales.]
Ella río.
[De alguna
manera…]
[…siento…]
[…regocijo…]
[…mi cara…
está…]
[…sonriendo…]
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[…COLL–]
Ella despertó
de sopetón, escuchando un gritó de alguna parte cerca de ella. [¿…on…?]
Apretó su
pecho, sintiendo el gritó, golpeando su corazón del miedo. Ah… De verdad me desperté por mis propios gritos. No lo esperaba.
[Qué ruidosaaa…] Desde arriba, Tiat lo murmuró
con la voz dormida. [Hacer un cohete en medio… de la noche… déjalo…]
[Lo siento.] Se
disculpó, imaginando que la otra hada probablemente no lo escucharía.
Recordando el
incidente del otro día, pensaba otra vez en cómo agradecerle a Tiat que la salvara.
Podía pensar que igual morirían todas en tres meses, y se apresuraba en que esa
muerte tuviera algún significado. [Me gustaría morir para que una de mis amigas
pueda vivir, incluso si solo es un día más.] Eso era lo que Tiat probablemente
estaba esperando.
Entendía bien
esos sentimientos. A ella también le gustaría que Tiat y las otras vivieran un
poco más, más que solo tres meses.
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Lantolq se lo
había contado. Las hadas eran solo sombras del alma de un niño, uno que murió
antes que pudiera entender la muerte. Entre las Leprechauns, algunas parecían
haber sido creadas con almas particularmente grandes como su base.
Aunque
realmente no entendía el tema, recordaba cuando nació. En ese entonces, ella
solo sentía otra cosa muy grande allí, metida en la oscuridad.
Si almas
vagantes era su verdadera forma, entonces esas almas también debían tener su
propia historia. Si fuera una historia existente en un alma, también debían
tener recuerdos.
Quizás sus propios
recuerdos, de hecho, efímeros. Si ella revivía los recuerdos originales que
debían estar ocultos dentro de su alma, entonces lo más probable es que
desaparecería en ese instante.
Debería ser lo mismo que morir.
O quizás, algo más terrorífico que la muerte.
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Ella quería
beber algo de agua. Se levantó de su cama, se acercó a la chimenea para coger
la jarra que se había quedado encima de la pequeña mesa. También le quedaba
algo de agua. Lo sirvió en una copa.
Mientras lo
servía en su copa, de pronto miró el espejo en la pared.
Le dijeron que
ese espejo estuvo colgado en todas las paredes de todos los cuartos de la casa.
Una vez tuvo la idea de quitarlo, pero estaba muy pegado a la pared, lo hacía
muy difícil. También tenía miedo que le preguntaran. [¿Por qué no quieres verte
en el espejo?] Por eso, no había sido capaz de seguir con ello.
Una chica de
ojos rojos se reflejó en el espejo.
Sentía como si
la chica la estuviese viendo. Los labios de la chica se curvaron a una sonrisa.
Lo entendió,
rápidamente cubrió su boca con sus dos manos, sin más dejo caer su copa. Cayó
en la alfombra y rodo sin sonido, hasta que se detuvo.
Se tiro al
suelo, cubriendo sus ojos y soltando un leve sollozo.
No, mejor aún, quiero destruir mis ojos. ¡Quiero
arrancarlos y desgarrarlos! ¡Si eso lo arregla, lo haré sin dudar!
Alguien que no conozco está allí.
Recuerdos, sentimientos, impulsos desconocidas fluyen
dentro de mí.
Y no es algo bueno, no para nosotras.
Ese día, Lakish
Nyx Seniolis no durmió nada.
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