Prólogo
[¿Qué? ¿Q-Qué acabas de decir, Padre?]
[Dije que no necesitas inscribirte en
la Academia Real, Stella.]
Me quedé inmóvil, sin palabras. ¿A qué
se refiere? ¿Por qué negaría todo mi arduo trabajo hasta ahora, a unos meses
antes del examen de entrada?
[Me doy cuenta que has hecho un buen
esfuerzo, no deberías tener problemas pasando el examen…] Mi padre, el Duque
Howard, siguió. Mantuvo su mirada fija fuera de la ventana y no daba señales de
incluso notar la mirada en mi rostro.
[¡¿Por qué me niegas esa oportunidad?!]
[Pero no es suficiente.] Él presionó,
ignorado mi pataleta. [Por generaciones, la Familia Real le ha confiado a los
Howards el defender el norte. El líder de nuestra casa debe tener destreza
marcial— debe ser un maestro del hechizo supremo Blizzard Wolf y su arte
secreta complementaria, Puños Azures.]
[Entiendo.] Dije luego de un momento de
extraño silencio.
Mia familia, los Howards, supervisa una
de los cuatros ducados en nuestro reino. Los Cuatro Grandes Ducados del norte,
este, sur, y oeste, cada uno tiene vastos territorios. En tiempos de crisis,
estaban obligados a servir como la espada y escudo del reino, y habían
defendido ese deber por doscientos años desde la Guerra del Señor Oscuro.
Cada casa ducal demostraba excepcionales
proezas usando un arma de tipo particular— manos desnudas en el norte, hachas
en el este, espadas al sur, y lanzas al oeste. Por generaciones, cada uno había
transmitido un hechizo supremo y un arte secreto con el cual había salvado al
reino en incontables ocasiones.
Blizzar Wolf y los Puños Azures.
El Señor del Trueno Tigre y el Hacha
Violeta.
Firebird y la Espada Escarlata.
El Dragón de la Tempestad y la Lanza
Esmeralda.
Su poder, el cual superaba a los otros
hechizos y técnicas, incluso habían ganado renombre en le exterior. Y aunque…
[¡Puede faltarme maná para activar un
hechizo supremo y emular los Fuños Azures, pero con más estudio, estoy segura
que cambiaré!] Dije con énfasis.
[La cantidad de maná es determinada al
nacer. Se sabe que incrementa con la adultez… pero no a menudo. El control
mágico depende en gran parte del talento también. Una chica inteligente como tú
debe saber eso.] Mi padre respondió.
No tenía respuesta.
[Stella.] Mi padre se giró a verme, con
amabilidad y resignación en sus ojos.
Oh. Estoy por recibir una cruel
declaración.
[Para.] Él me dijo. [Has hecho
suficiente. En el presente, soy el único miembro de nuestra casa que ha
dominado la magia suprema. Nadie más posee el potencial para hacerlo. Te falta
el maná, y ya que el maná de Tina es grande…] Él lentamente sacudió su cabeza;
luego camino a mí y ponía su gran mano en mi hombro izquierda mientras estaba
congelada. [Como una familia militar, cargamos grandes obligaciones con el
reino. Quiero que persigas una nueva era para nuestra casa.]
Me tomó un momento responder. [¡Entiendo
tus razones, pero más razón por la que debería inscribirme en la Academia Real!
Como la futura Duquesa Howard, ¿no es mi deber mejorarme a mí misma y superar
los estudios en la universidad?] Dije sin más.
[No necesitas insistir en eso. Incluso
si no vas a la capital real, puedo pedir al mejor—] Él respondió.
[¡Me rehúso!] Antes de saber lo que
estaba haciendo, estaba gritando, y no podía parar. [No puedo culparte por no
verme como una digna sucesora. ¡Pero si mi madre creyó en mí, yo puedo creer en
mí! ¡Me ganaré mi lugar en la Academia Real y luego la universidad, y te
mostraré que tengo lo que se necesita para ser una digna duquesa!]
[Stella. Detente. Es inútil.] Mi padre
lo reiteró.
[Discúlpame.] Respondí fríamente luego
de un breve silencio y luego pasé por la puerta.
[¡No hay posibilidad que domines el
Blizzard Wolf o los Puños Azures!] Vino de él un grito desconsolador desde
atrás de mí. [¡No hará ninguna diferencia donde estudies!] Él se pausó por un
momento y luego siguió en un tono más calmado. [También hay que considerar a
Tina. Debiste haber oído cómo las personas la llaman. Si vas a la capital real…
No todos los nobles son nobles por naturaleza. Por favor, haz lo que te pido.]
Cerré la puerta sin decir nada. Mi
padre aún estaba llamándome, pero no miré atrás. Delante de mí no había un
corredor, sino un profundo letargo de oscuridad.
No me arrepentía por mi elección de
huir— huir de la mansión con solo el listón de mi madre y mi espada favorita y
una varita para aplicar en la Academia Real. Me rehusaba a arrepentirme. Había
estado en lo correcto.
[Siempre tan rápida para poner una cara
dura en estas cosas.] Habló una voz en la oscuridad. ¿Había venido de… mí? Una
joven yo, más baja en estatura y de cabello corto.
¿Qué? Había pasado el examen de entrada
de la Academia Real, ¿verdad? Mi desempeño había estado más allá de lo
excepcional, pero había trabajado sin descanso e incluso logrado convertirme en
la presidenta del consejo estudiantil. Mi cabeza era un torbellino. No estaba
segura de la secuencia de eventos.
Oh, ya veo. Esto es… esto es un sueño.
[¿En serio? ¿Es así?] La otra yo
preguntó, riendo. [¿Estoy segura que no lo lamento?]
Estoy segura.
[Mentira.]
¡Es la verdad!
[Es una mentira. Estoy mintiendo.]
No estoy haciendo tal cosa.
[¿Quién se puso celosa del talento de
Caren luego de conocerla en la Academia Real? ¿Y quién perdió la esperanza
entonces?]
¡No estoy celosa ni desesperanzada!
¡Caren es increíble, pero he estado trabajando duro para alcanzarla!
[Pero estoy segura que nunca seré
capaz. Sigo pensando que nunca seré un igual para ella, que no soy tan
talentosa como ella lo es, que no hay nada que pueda hacer el respecto. Me he
rendido.]
E-Eso es…
Estaba agitada. Era cierto que había
trabajado duro, pero Caren, mi mejor amiga, estaba rebosando en talento y había
trabajado más duro que cualquiera. Más de lo que yo había.
[¿Lo ves? Lo sabía. Es por eso que fui
capaz de superarte fácilmente, Stella.]
La figura se transformó en mi
hermanita, quien una vez había sido incapaz de lanzar hechizos. Di un paso
atrás y entonces otro mientras “Tina” avanzaba la misma distancia.
[Dime, ¿cómo se siente ser superada de
pronto por tu defectuosa hermanita— la que las personas llamaban “la niña
maldita de los Howards”? Te sentías tan bien, ¿verdad, Stella? Mientras yo no
pudiera lanzar ni un hechizo, no había duda que tú heredarías el ducado.]
¡No! ¡No! ¡No! ¡Tina no diría eso! Que
mi hermanita aprendiera a usar magia me hizo feliz—
[Y también intensamente celosa.]
Cubrí mi rostro con mis manos y las
hundí al suelo. Estaba celosa. Las había maldecido— no solo a Caren, sino a
todos quienes habían estado allí para enfrentar al Príncipe Gerard. Tina, quien
fácilmente había dominado Blizzard Wolf, un hechizo que ni siquiera había
empezado a entender. Ellie, quien había derrotado a los compinches del príncipe
uno tras otro con una abrumadora precisión y silencio en sus lanzamientos de
hechizos. Lynne, quien había aprendido no solo esgrima, sino el Firebird, el
símbolo de los Leinsters. Y… El par que había idolatrado por mucho tiempo— Lady
Lydia Leinster, la Dama de la Espada, y Allen. Los relatos de sus numerosas
andanzas debían ser una exageración— o eso había creído. Pero todo era cierto.
En efecto, los rumores no les habían hecho justicia; era algo fuera de los
cuentos de hadas.
Un día, cuando herede el Ducado de
Howard, el Ducado de la Casa de Leinster tendría a Lady Lydia— y Allen junto a
ella, asumiendo que se las arreglen para superar la división de clases entre un
gran noble y un plebeyo. Los dos habían derrotado lo que yo conocía como la
magia secreta de la familia real— el gran hechizo Radiante Escudo, el cual mi
madre una vez me había contado. Ni siquiera podía lanzar un hechizo supremo. No
sería rival para ellos.
¿Por qué? ¿Por qué no fui yo? ¿Por qué
tuvo que ser Tina la quien encontró a Allen?
[Yo lo encontré, no tú. Mereces lo que
tienes. Al fin que…] La figura de mi hermana regreso a ser la de mí versión
joven. [Hui de casa. No intenté alcanzar a Caren. No luche junto a Tina, Ellie,
y Lynne. No pedí ayuda luego de eso.]
Estaba furiosa conmigo misma— con mi
otra yo— pero ella tomó mi mano y me forzó a verla a los ojos.
[Todo fue mi elección.] Continué. [Hui.
Escogí huir, aunque estaba tan determinada para cuando dejé la capital real.
Nadie en el mundo espera algo de mí ahora. Pobre de mí. Pero no puedo evitarlo—
así es cómo es Stella Howard. Soy débil. Soy cobarde, y no puedo decidir nada
por mi cuenta.]
✽✽✽✽✽
[¡Estoy equivocada!] Grité en negación
mientras me levantaba, entonces cubrí mi boca y miré alrededor en sorpresa.
La tenue luz lunar se filtraba por las
cortinas del cuarto que tenía tres camas, incluyendo la mía. La cama más
cercana a la ventana estaba vacía.
Este es… el dormitorio de la Academia
Real.
Parecía que había logrado no despertar
a Caren, quien estaba durmiendo en la cama a mi par.
Intensos sentimientos de culpa me asaltaron.
Tina no fue así en nada, pero yo…
[Está bien.] Me dije. [Todo va a estar
bien, Stella. Yo solo necesito proceder a mi propio paso. ¿No es así cómo he
hecho las cosas?] Me pausé y luego repetí. [Todo va a estar bien. yo solo tengo
que seguir intentándolo.]
Cerré mis ojos y esperé que mi
agitación se calmara. Necesitaba conciliar el sueño pronto; tenía clases al
siguiente, y los exámenes finales del primer semestre estaban a la vuelta de la
esquina. Aunque, el sueño no llegaba.
Había empezado a despertar pesadillas
similares más de una vez en tiempos recientes. No creía que albergara tales
sentimientos retorcidos hacia Tina, sus amigos, Lady Lydia o Allen— mis sueños
no eran más que eso. Mi trabajo del consejo estudiantil se había estado
apilando, así que debía haber estado más cansada de lo normal. Tenía que
trabajar más duro. Mi otra compañera de cuarto, quien se había tomado un
permiso de ausencia por razones médicas, regresaría la siguiente semana, y se
preocuparía a menos que me controlara a mí misma.
Con cuidado salí de la cama y caminé a
la entrada. Un tiempo atrás, mi madre había acariciado mi joven cabeza y me
dijo, “En noches cuando no puedas dormir, quédate tranquila y observa la luna y
las estrellas. Estoy segura que tú…” No podía recordar el resto; solo cuán
gentil su voz había sido. Eso se había convertido en mi máscara desde entonces.
[No he madurado nada, ¿verdad?]
Murmuré, burlándome de mí misma mientras abría la puerta y salía a un corredor
silencioso.
✽✽✽✽✽
Una vez Stella había cerrado la puerta,
abrí mis ojos. ¿Cuántas veces pasó desde esa conmoción con el Príncipe Gerard?
[¿Qué le pasa?] Me pregunté.
Stella era fuerte y seria— es por eso
que se preocupaba mucho por su casa ducal, su hermana, y por sí misma… por mí y
mi hermano Allen.
[¿Debería forzarla a hablar? No. Una
vez Felicia regrese, yo… ¿o debería pedírselo a Allen…?]
Mi lluvia de pensamientos había llegado a un tope, y andaba en otra noche sin hallar una respuesta. Pronto, me volvía a meter a un profundo sueño.
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