Prologo
[Su Alteza, Lord Richard Lein— ¡Digo,
Vicecomandante!] Un joven caballero de la guardia real corrió a una casa
abandonada donde me había detenido. [Todas las unidades están en posición. ¡Cortamos
la ruta de escape del objetivo, y podemos entrar a la casa tan pronto de la
orden!]
[Gracias, Ryan.] Respondí. [¿Le dirías
que estén a la espera? Y asegúrate que a nadie se le olvide su orbe de
comunicación, pero no levanten los sellos hasta que ataquemos. Sin cambios al
plan. Mantengan los hechizos corta sonidos.]
[¡Sí, señor!] El joven caballero se
retiró, obviamente nervioso. Aun se rehusaba a soltarse, a pesar que le había
dicho que me llamara “Richard” fuera de ocasiones formales. No podía culparlo
tampoco, dado que su familia de barones tiene una alianza con la Casa Ducal de
Leinster, pero apenas podía creer que fuera el hermano menor de mi oficial
mayor lengua de serpiente— un hombre que prácticamente podía oír decirme,
[Cásate ya con la Familia Earl Skyes e inicia ser un modelo de la meritocracia.]
Créeme; me encantaría. Pensé mientras abría las persianas y
observaba. La fría briza del temprano verano llevaba un olor a agua de mar
salada del Océano de los Cuatro Héroes. El lago salado más grande del
continente sobre la montaña, y estaba en el lejano territorio extranjero.
Afuera, la cortina de la noche había caído,
y la oscuridad cubrió la villa de la montaña en el noreste del reino. Gruesas
nubes taparon la luna, y no había luces en la vieja mansión que estábamos
vigilando. Su antiguo propietario debió haber sido del oeste, sus distintivas
torres eran algo para sobresaltar. Aunque las cercas rodeaban la propiedad, no tenía
muros.
[Nos llevamos la peor parte, ¿verdad,
Bertrand?] Le pregunte al hombre barbado a mi par— el caballero más
experimentado en la Segunda Compañía. Estaba en su mejor estado y usaba una
capa sobre su blanca armadura. [Que te llamen para arrestar a un chico que fue
uno de nosotros hasta hace poco, digo— y por sospecha de traición. Tanto como sé,
el reino no ha tenido una rebelión desde la Guerra del Señor Oscuro. Y ahora,
el chico que solía ser segundo en la línea al trono está planeando cambiar
eso.]
[Richard.] Él respondió, tensando sus
rasgos. [No tiene sentido. No necesitaban llamarnos desde la Capital Real para
esto.]
[Te estás preguntando por que los
Algrens no están haciendo nada, a pesar que el duque hizo hincapié para
ocuparse de Gerard, ¿verdad?]
[¿Lo sabes?] El experimentado veterano
pregunto sin más. Los otros caballeros metidos en el cuarto estaban escuchando
de cerca nuestra conversación también— todos tenían dudas respecto a la misión.
Las cuatro casas ducales del reino
juraron absoluta lealtad a la corona. Había muchas históricas razones para eso,
incluyendo los lazos de sangre forjados en el pasado de los primeros duques.
Nuestra nación tenía frontera con el
Imperio en el al norte y la Alianza de Principados en el sur— ambas las mayores
potencias continentales— mientras nuestra frontera oeste forma el único punto
de contacto con el dominio del Señor Oscuro, enemigo jurado de toda la
humanidad. No podemos permitirnos bajar nuestra guardia, incluso con la
ausencia de grandes conflictos entre humanos y demonios, por lo que la fuerza
principal de la Orden de Caballeros Reales se ha vuelto un accesorio de la
frontera oeste— acompañados, claro, por los nobles del este bajo el liderato de
la Casa Ducal de Lebufera.
La situación naturalmente había
inspirado a las cuatro casas ducales para sentirse responsables por las
defensas del reino y su familia real. Hace cerca de cien años atrás la Casa
Ducal de Howard al norte había derrotado al imperio en una disputa de la
frontera y los forzaron a ceder la famosísima región de producción agraria de
Galois, la cual se había vuelto ya parte de los dominios de los Howard. Mi Casa
de Leinster, los gobernantes del sur, habían ido a la guerra con la Alianza de
Principados tres veces en los dos pasados siglos. Mi abuela y madre habían formado
parte en la segunda y tercera Guerra del Sur, respectivamente, y anexado uno de
los principados en cada una. Las fuerzas del oeste, mientras, habían ganado
gloria en numerosos choques con las armadas del Señor Oscuro.
La Casa Ducal de Algren al sur, por
otra parte, compartía frontera terrestre con el amistoso Reinado del Santo Espíritu.
Entre eso y el Océano de los Cuatro Héroes
en el noreste, su casa no había sido bendecida en respeto a las hazañas
militares. Ese hecho los hizo más ansiosos para arriesgar sus vidas en muestras
de lealtad al reino y la corona. Podía contar el número de duques Algren que habían
muerto en el anterior siglo con los dedos de mi mano. La falta de acción de su
casa en asuntos relacionados con la familia real era inexplicable.
Suspiré, recordando el rostro del
anciano, acabado por la enfermedad, con quien había tenido una audiencia el día
anterior. [La respuesta corta.] Le dije a Bertrand. [El viejo duque está
enfermo. Aunque se veía bastante bien cuando lo vi en la ceremonia de investidura
para los nuevos caballeros de la guardia real y hechiceros de la corte.]
[¿No pueden sus hijos tomar el mando?
Creo recordar que están en la edad.]
Le asentí al veterano caballero. [Él
tiene cuatro hijos, aunque creo que uno de ellos aún está en la Universidad.]
[¿Y el viejo aun así nos llama? Incluso
quitando al estudiante, tiene otras opciones.] Estaba bien declarar que el
Duque Algren estaba en desacuerdo con sus tres hijos mayores.
El humor de los caballeros en el cuarto
se oscureció. Enviarlos aquí a las fronteras del reino no había sido parte del
plan inicial. Mi caucásico oficial mayor y yo habíamos estado temerosos de un
arranque de nuestro comandante o mi hermanita— ambos quienes estaban
malhumorados luego de días de estar metidos en ceremonias diplomáticas
formales— cuando una carta secreta de pronto había llegado al palacio. Había
sido de letra y mano del propio Duque Algren y se leía: [El Príncipe Gerard está
en contacto cercano con la facción aristócrata. Sospecha de rebelión. Solicito el
despacho inmediato de la guardia real.]
No había sido fácil decidir quién comandaría
la unidad, aunque dada la gravedad de la situación, el comandante, el oficial
mayor, y yo éramos las únicas opciones. Luego de un acalorado argumento, la
tarea había quedado en mis hombros.
[¿La falta de apoyo ducal tiene que ver
con el rechazo de la corte de hechiceros de unirse a nosotros?] Bertrand
pregunto. Luciendo tenso.
[No puedo aprobarlo.] Dije. [Aunque los
enviados de los Principados de Bazel y Atlas— ambos con frontera con el
territorio Leinster— aparecieron tan pronto como el embajador se fue. Sin
mencionar que los mensajeros del Reinado del Santo Espíritu nos informaron de
los ejercicios militares a lo largo de la frontera este. No sería el mejor
movimiento diplomático tener tanto a la guardia real y los hechiceros de la
corte lejos— aunque mi hermana y los guardias personales reales son
suficientes, si me preguntas.] Levante mi mano en un exagerado gesto para
sobresaltar mi posible excusa, pero Bertrand y los otros caballeros se mantuvieron
en silencio.
La guardia real una vez había sido
ridiculizada como la orden más débil de caballeros en el reino, pero en los
pasados años habían tenido grandes cambios siguiendo la implementación
experimental de la meritocracia por orden personal de Su Majestad. Aunque solo teníamos
seis unidades y éramos menos de trecientos elementos, ahora éramos considerados
como la fuerza elite del reino. Y ahora éramos incluso más de elite que Gerard
y los otros que se mantenían conservadores habían sido despedidos en vistas del
desastre que habían hecho en la Academia Real.
Pero todos sabíamos cuán bajo la vieja
guardia bajaría para proteger a sus intereses personales— especialmente desde
que tres hijos de prominentes casas, eran oficialmente nobles por cuenta
propia. Habían estado creando escándalos desde que nuestro actual comandante había
tomado el mando. Allen podía ser la única persona que podría apreciar los
problemas que me habían dado.
[¿Quieres saber por qué los hijos del
duque no están respondiendo?] Dije. [El mayor, Grant, está preparando un
ejercicio militar con las tropas de Algren para igualarse con los Caballeros
del Santo Espíritu. El Segundo, Greck, está en la capital real— los Algrens
siempre se aparecen para recibir al embajador en nombre de la armada. El
tercero, Gregory, está enfermo, y el más joven, Gil, es un estudiante de
Universidad. Todo está cubierto. ¿Alguna otra pregunta?]
[No.] Bertrand respondió, [Pero me gustaría
un momento para calmarme antes de ir a la batalla.]
El saco un orbe de video de su
bolsillo. Desplego una imagina de… mí, siendo forzado a ponerme de rodillas
frente a una multitud en el terreno de maniobras del palacio mientras mi ama de
llaves, Anna me regañaba. Podía ver a mi hermana y Allen luchando al fondo.
Traté de arrebatárselo, pero su gran brazo me lo impidió.
[¿Qué te pasa, Richard?] Pregunto.
[¡Bertrand!] Demande. [¡¿Quién te dio
eso?!]
[El comandante y el oficial mayor,
cuando veníamos de camino hacia acá. Dijeron que lo encontraría “encantador”.]
[¿Disculpa?]
Los caballeros cercanos sonrieron.
¡N-No, ustedes también! Recuérdenme
compartir unas cuantas historias con sus esposas cuando regresemos a la
capital.
[Atención.] Dije, cambiando mi tono.
Cada caballero en el cuarto se puso rígido. [Repasemos esto una última vez.
Vamos tras Gerard Wainwright. Está bajo sospecha de traición. Se lastimó el
brazo derecho en la Academia Real y no puede mover su espada, pero aún puede
lanzar hechizos. No bajen su guardia. Además, de acuerdo al viejo Duque Algren,
los soldados protegiéndolo han sido retirados.]
[¡S-Señor!] Ryan levanto su mano, sus
mejillas están rojizas. Estaba bastante seguro que estaba en sus 20’s, pero no
actuaba como tal.
[¿Sí?]
[¿Que si el príncipe se resiste?]
[Captúrenlo, pero no empeoren las
cosas. No debería ser difícil— solo es un hombre. ¿Algo más?]
Los labios de los caballeros se
pusieron firmes.
Sin por menores con la moral. Justo lo
que me gusta ver.
[¡Bien!] Dije. [¡En marcha!]
Estaba sorprendido de ver que la casa
donde Gerard había estado confinado estaba construida de madera. Una de esas
extrañas fórmulas de hechizo de los hombres bestia debió haber estado en la construcción,
porque no mostraba señales obvias de deterioro a pesar de fácilmente tener cien
años de antigüedad.
Una vez estuvimos adentro, el otro
grupo empezó a reportar.
[Segundo pelotón aquí. Incapaces de
localizar al objetivo.]
[Tercer pelotón aquí. ¡Ni una persona a
la vista!]
[Cuarto pelotón aquí. Este lugar esta
desértico.]
Detuve mi búsqueda en el primer piso. [¿La
casa esta vacía?] Murmure. [Pero sabía que estaba aquí cuando—]
[¡Vicecomandante!] La voz del caballo
del Bertrand rugió en mi orbe de comunicación. [¡Está en el subterráneo! Hay un
camino hacia abajo a través del enorme reloj en el salón principal, y lleva a
un sótano que no está en el mapa que—]
[¡¿Bertrand?!] Le grite al orbe
mientras su voz se iba. Gritos y sonidos de una lucha de espadas llegaban a mis
oídos.
[¡Primer y Segundo Pelotón, al sótano!]
De inmediato di la orden. [¡El resto, cierren las salidas!]
[¡Sí, señor!]
Corrí a través de la tenuemente iluminada
casa y luego bajé las escaleras en espiral. De repente, mi vista se expandió, y
me encontraba en un enorme sótano. Sus muros tenían espadas incrustadas, las
cuales daban la luz en lugar de los candelabros. Delante de mí, más de diez de
mis caballeros con sus espadas y lanzas listas, habían formado una línea de
batalla y estaban enfrentándose a un gran hombre en una gris capa con capucha.
Bertrand y otros varios estaban heridos y respirando con pesadez.
Su oponente, por otro lado, estaba sin
rasguños. Estaba descansando la gran espada en su mano izquierda en su hombro,
y pude ver caballero castaño oscuro con algo de gris saliendo bajo su capucha.
Le faltaba su ojo izquierdo, cuya espantosa cicatriz sugería había sido
infligida por una garra, y su brazo derecho bajo el codo estaba cubierto con un
guantelete negro— una mano prostética.
El enorme hombre de pronto abrió su ojo
derecho y movió su larga espada, rápidamente activando al menos una docena de
hechizos de agua.
¡Magia avanzada!
Al instante saque mi espada y lance el
hechizo avanzado de fuego Scorching Sphere a los masivos orbes líquidos que
estaban recayendo sobre mí, entonces levante mi espada mientras soportaba la
onda de choque de la colisión resultante.
[¿P-Puede ponerse a iguales con el
hechizo de fuego del vicecomandante?] Ryan dijo, temblando.
Detrás del hombre yacían varias cajas
de madera regadas, y detrás de ellas una puerta doble de piedra cubierta de
musgo, una de ellas estaba abierta. Gerard debió haber logrado salir por ese
camino.
Un solo ojo, un caballero armado que
puede acabar con mis hombres sin ayuda y rivalizar conmigo— un descendiente sanguíneo
directo de los Leinster— ¿con hechizos de agua? No puede haber muchos de esos
por aquí—
Entonces, me impacto.
[Claro. Eres tú. ¡Pero ¿por qué?!]
Dije.
[Debería de ser obvio.] Su voz era
profunda y sombría, y su mirada perforaba como la de un griffin. Todo el
edificio se agito mientras su maná se expandía. ¿Cómo seguía siendo tan
intimidante luego de tanto tiempo en retiro?
[Ha pasado tiempo.] Dije, apuntando mi
espada al hombre. [William Marshal, el Caballero Oscuro. Oí que se había
recluido luego de lo que paso con ese dragón negro. Ahora, ¿a dónde se ha
llevado a Gerard?]
[Que estúpida pregunta, Leinster. Puede
haberme tomado un tiempo libre, pero mi deber es proteger a Su Alteza Real.
Devote mi espada para mantenerlo libre de cualquier daño.]
[¡Él es sospechoso de serios crímenes!
¡Si lo defiendes, ni tus hazañas te salvarán!]
[¡Suficiente de charlas!] El anterior
caballero más poderoso en el reino rugió. [¡Si se hacen llamar caballeros,
dejen que sus espadas hablen por ustedes! ¡Vengan a mi si se atreven, cachorritos!]
Esto… no pinta bien.
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