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 Epílogo

 

Luego de cambiarme a mi uniforme de la Academia Real, me fui con la Duquesa Letty al estrado de los Lebufera, la sede de poder en el este del reino. La casa era una opulente mansión de mármol verde y blanco. Dentro, me encontré caminando por un corredor techado increíblemente alto. El pasado terminé en unas escaleras, en la cima podía ver una masiva puerta. Varios elfos se paraban en el frente.

 

[Diría que no llegamos tarde.] La Duquesa Letty dijo, sonriendo y girando su lanza. [El consejo aún está en sesión. La forma te sonríe, O Caren.]

 

Al parecer, todos los señores y jefes del oeste se habían reunido aquí para reunirse con la familia real, la cual había escapado de su ciudad capital. Ellos actualmente estaban discutiendo sobre la rebelión. Y necesitaría enfrentar y—

 

La Duquesa Letty junto sus manos gentilmente. [No temas, O Caren. Estoy contigo. Aunque no lo sabrías al verme, prácticamente soy adorada en el oeste.]

 

Antes de que pudiera responder, los caballeros élficos levantaron sus armas y nos desafiaron.

 

[¡Alto!]

 

[¡¿Quién anda allí?!]

 

[¡Están armados!]

 

[¿Un estudiante?]

 

Le di a la Duquesa Letty una dudosa mirada. La prácticamente diosa ese bajó de hombros y dijo. [Pensar que hay occidentales que no me conocen. ¡Quizás me recluí demasiado tiempo!]

 

Los caballeros empezaron a crear hechizos, más cautelosos que nunca.

 

La Duquesa Letty gruñó. [Reconozco tu entrega a tu deber.] Mientras su colosal maná verde jade se materializaba, el color se drenó de los rostros de los caballeros. Ellos empezaron a temblar. Subimos a la cima de las escaleras, y la antigua duquesa continuó. [Soy Leticia Lebufera. ¿Podemos entrar?]

 

[¡S-Sí, señora!]

 

Los caballeros empujaron las puertas. Mientras las abrían, la voz de un hombre nos llegó desde dentro.

 

[Entonces estamos de acuerdo con el plan propuesto por Su Alteza Real, el Príncipe de la Corona John y el líder de la corte de magos. Las casas occidentales no enviarán tropas para calmar esta rebelión. Una unidad de la Orden de Caballeros Reales trabajará con las otras casas para lograr…]

 

Jadeé.

 

¿No enviarán tropas?

 

[Lo pensé mucho.] La Duques Letty murmuró. [Vamos, O Caren.] Ella camino a través de la puerta, y corrí detrás de ella.

 

El salón del consejo era enorme. Una mesa grande de mármol se colocaba en el centro del cuarto, rodeado por una docena o más de personas que levantaban la mirada a nuestra entrada— me lleve un susto cuando vieron con quien estaba. Los elfos eran la mayoría, pero también vi enanos, gigantes, dragones, semi espíritus, e incluso hombres bestias del clan león, los cuales no tenían presencia en la capital este.

 

Oh, está el director.

 

No habían muchos humanos… pero reconocí a un hombre de la Academia Real— Gerhard Gardner, el director de la corte de magos y el hombre que se había aliado con el expríncipe Gerard para detener a Allen de convertirse en uno. Me molesté.

 

 

Todas las figuras sentadas parecían ser señores o jefes, mientras las personas paradas detrás de ellos se veían como sus guardaespaldas. Al final de la mesa se sentaba un joven rubio y una hermosa chica tan deslumbrante que me quitaba la respiración. Ya que ambos eran humanos, asumí que eran de la realeza. El hombre se veía como un debilucho. Y Su Majestad estaba ausente.

 

Un blanco lobo descansaba a los pies de la chica, y había un gato negro sobre la mesa.

 

¿Anko? No, no podía ser.

 

Del asiento más cercano a la puerta, un elfo aristócrata con un cabello verde pálido dijo. [No esperaba verte aquí, abuela.]

 

[No esperaba venir, Oh Leo.] La Duquesa Letty respondió.

 

El joven elfo— Leo Lebufera, uno de los Cuatro Grandes Duques del reino— sonrió, al igual que las cabezas de las otras casas. Solo los jefes de los enanos, gigantes, dragones, y semi espíritus parecía no importarles.

 

¿Es este el escuadrón de compañeros que lucho junto a la Estrella Fugaz? Me pregunté, recordando los libros ilustrados que Allen y yo habíamos leído de niños. Al fin que, el anciano enano estaba desarmado, el gigante se sentaba en una roca que había traído con él, el jefe dragón había recostado una masiva espada contra su silla, y un distintivo sombrero floral yacía en la mesa frente al semi espíritu.

 

[Qué vista.] La Duquesa Letty dijo, revisando el cuarto. [Ambos marqueses, tres margraves— excepto por Solos— y hasta el último jefe, reunidos en un solo lugar. Aunque no veo a Su Majestad. ¿Son sus heridas tan malas?]

 

[Ciertamente no son buenos.] El duque admitió. [¿Quién es tu compañía, abuela? ¡Este no es lugar para estudiantes!]

 

[Y Su Altezas deben ser el príncipe y princesa de la corona.] La anterior duquesa continuó, calmada por la irritación de su sucesor. [Soy Leticia Lebufera. Ruego su perdón por mi tardía llegada— estaba ocupada con un asunto de alta importancia.]

 

[¿Consideras algo más importante que este consejo?] El duque demandó, levantando sus cejas en disgusto.

 

[Sí, claro. Estoy aquí porque debo hablarles a mis viejos compañeros de armas. Al menos, tengo la suficiente cortesía para eso.]

 

Los cuatro jefes presionaron a la Duquesa Letty, con una pizca de intranquilidad en sus tonos.

 

[¿Cortesía?]

 

[¿Oh?]

 

[¿Esa es la manera de decir hola luego de cien años?]

 

[¡No te metas!]

 

Whoa. Las historias de los libros les hacían justicia.

 

Retrocedí, pero el Vendaval Esmeralda sonrió y me guiñó sobre su hombro. Finalmente era hora. Estaba temblando de los nervios, y mi garganta se sentía atorada. Para ser honesta… estaba al borde de las lágrimas.

 

¡Eres patética, Caren! ¡¿A qué viniste aquí siquiera?!

 

Justo entonces, el blanco lobo camino y se postró delante de mí.

 

[¿Chiffon?] La princesa dijo, poniendo una mano sobre su boca.

 

Luego, sentí un peso sobre mi hombro izquierdo. [¿A-Anko?] Murmuré, agitada.

 

Una horda de voces llenó el salón.

[¿El lobo divino y el gato nocturno se movieron para defenderla?]

 

[Imposible.]

 

[Muy bien…]

 

El gato negro lamió mi mejilla, mientras el lobo blanco acarició mi pierna con su cola. Me estaba alentando.

 

Me paré a todo lo que daba y dijo. [Soy Caren, hija de Nathan y Ellyn del clan lobo, y he venido aquí de la capital este.]

 

Otro estruendo estalló.

 

[¿La capital este?]

 

[¿Qué diablos…?]

 

[¿Cuál es la situación allí?]

 

[¡¿Qué has venido a demandarnos?!]

 

[El tema ya está resuelto. Nos concentraremos en defender el oeste y—]

 

[¡Callados!] La Duquesa Letty gritó. [La valiente chica que viajó aquí sola desde el distante este está tratando de hablar.]

 

El salón se silenció. Saqué el reloj de Allen de mi bolsillo, abrí la tapa, y levanté el pequeño pedazo de trapo negro en mi mano derecha. Entonces, levemente, anuncié:

 

[Los hombres bestias… invocan nuestro Antiguo Pacto con los Lebueras.]

 

Los pilares reunidos del oeste se levantaron de sus asientos en asombro.

 

[No puede ser.]

 

[¿Yo… estoy soñando?]

 

[¿Ese trapo es genuino?]

 

[Entonces, Solo está perdido porque…]

 

[¡Si es así, nuestro deber es claro!]

 

El Duque Leo Lebugera gritó. [¡Silencio!] Entonces se paró y giró a la Duquesa Letty, sus brillaban con una intensa emoción. [¿Realmente lo es, abuela? ¿Es lo que la Estrella Fugaz dejo en tus manos?]

 

[Sí, lo reconocería en cualquier parte.] Respondí. [¡Este es el mismo trapo que Allen me dio!]

 

[¡Entonces… solo puede haber una respuesta!] El Duque Lebufera gritó mientras caminaba al frente… y se ponía de rodillas ante mí, una simple chica escolar del clan lobo.

 

[¿Huh?] Balbuceé. [¡¿Qué?!]

 

[¡Oímos y obedecemos!] El duque dijo. [¡Los Lebuferas cumplirán con su Antiguo Pacto!]

 

[¡¿Qué?!] El Príncipe de la Corona John, quien había estado observando en silencio se asombró.

 

[Duque Lebufera, ¿nos contaría más acerca de este “Antiguo Pacto”?] La radiante princesa rubia intervino a la par de él.

 

El duque, quien estaba parado de nuevo, ya siquiera estaba tratando de esconder su emoción, cerró sus ojos, apretó sus puños, y respondió con una temblante voz. [Cuando la Guerra del Señor Oscuro estaba en sus días finales, las personas del oeste se impacientaron mucho por la gloria. Con los Caballeros del Espíritu Santo y los Algrens, entramos en la batalla pronto… y sufrimos una derrota. La causa humana estaba en un entre dicho. ¡La salvación vino de los Leinsters y los Howards… y el clan lobo de la legendaria Estrella Fugaz! Las personas del oeste sabemos de sus hazañas por cuentos de cunas, apretamos nuestros dientes con su final, e hicimos un solemne juramento: “¡Si se da el momento, pagaremos nuestra deuda!”]

 

El director retomó la explicación. [Cuando la Estrella Fugaz cruzó el Río de Sangre por segunda vez, rompió un pedazo del borde de su túnica y se lo dio a Leticia, quien entonces era su segundo al mando. Al mismo tiempo, él le confió este mensaje: “Todo lo que tengo es por los hombres bestias.” Luego de la guerra, cuando el Duque Algren y Lebufera de entonces oyeron sus palabras, ambos hicieron un pacto. Los Algrens juraron concederles a los hombres bestia la autonomía dentro y alrededor del Gran Árbol, mientras los Lebuferas juraron concederle al portador del último pedazo de trapo negro cualquier deseo dentro de su poder. Cumplir esa promesa es el mayor deseo de cada occidental.] Luego de una pausa, me dijo. [Caren, ¿qué desean los hombres bestias?]

 

[¡¿Tienes que preguntar?!] El anciano enano— Leyg Vaubel— exclamó, estallando en entusiasmo. [¡La liberación de la capital este! ¡¿Qué más puede ser?!]

 

A su par, el canoso jefe gigante— Dormur Gang— cerró sus ojos y asintió en silencio, acariciando su gris barba.

 

Estaba secretamente agitada por ver a estas leyendas salidas de los libros. Sin embargo, agité mi cabeza y dijo. [La liberación de la capital este no es nuestro deseo.] Todas las miradas cuestionadoras que atraje eran demasiado para mí, pero apreté el reloj de bolsillo y declaré. [En cumplimiento de su pacto, les pedimos… salvar a un solo miembro del clan lobo.]

 

Otra vez, el salón entró en un estado de confusión. Y no es sorpresa— habíamos reservado este deseo por doscientos años, y ahora lo estábamos usando con una sola persona.

 

El jefe dragonico— Egon Io, el “Maestro de Guerra”— me miró con sus ojos plateados del mismo color que su magnificente cabello. [La capital real puedo entenderlo.] Dijo. [Pero ¿de verdad podemos aplazar el retomar el este por esto?]

 

[Pueden.] Dije.

[¿Y cuál es el nombre de esta persona?] El jefe de los semi espíritus preguntó en una voz baja. Era difícil verla como algo más que una chiquilla.

 

Mi corazón se aceleró. Cerré mis ojos, inhalé con fuerza, luego grité a todo pulmón. [¡Allen! ¡Él es mi hermano— no de sangre, pero es el único que tengo! ¡Por favor! ¡Por favor, por favor, por favor salven a mi hermano!]

 

Gritos de asombro escaparon de los cuatro jefes.

 

[E-Ese nombre.] El Jefe Leyg murmuró, su voz se agitaba. [Y-Y del clan lobo también. P-Pero ¿no puede ser… puede serlo, señora?]

 

[Pura coincidencia.] La Duquesa Letty respondió, agitando su cabeza. [Aunque el chico siguió los pasos del comandante, y ha sido tomado prisionero. Oh, la tatarabuela de Luce trajo a Caren aquí. ¿Y ves esa daga que cuelga de su cintura? Era la del comandante.]

 

[Ya veo.] El anciano enano dijo lentamente. Entonces más fuerte. [Ya veo. ¡Ya veo!] Él estalló en risas. Cuando se calmó, llamó al guardia esperándolo atrás— un joven enano con un cabello castaño rojizo y un hacha de una sola mano se colgaba de su cinturón. [¡Admiran!]

 

[¿S-Sí?]

 

El Jefe Leyg abrió sus ojos, llorando mientras gritaba. [¡Ordénale a todos los clanes formarse para la batalla! ¡Dejaremos atrás a cualquier inútil! ¡Si no les gusta, diles que corran como locos! ¡Nunca— nunca— llegaremos tarde a la batalla otra vez!] Sollozos agitaban el cuerpo del enano, el que casi parecía una sólida masa de músculos. [¡Llegamos tarde al Río de Sangre— no importa por qué— y fracasamos en salvarlo! ¡No pudimos salvar al hombre más amable en el mundo— el hombre que nos salvó de la ruina! ¡Y me rehúso a dejar que la historia se repita! ¡Esta guerra será la última oportunidad para que todos los enanos del oeste rediman nuestro honor!]

 

[Aye.] El joven respondió. [¡Aye!] Él salió corriendo del salón con la estima en alto. Su jefe siguió sus pasos con una despedida. [Muy bien, los veré luego. ¡Nuestras hachas serán las primeras en pegar!]

 

 

Una serie de ruidosos golpes llenaron el salón— el sonido del agua cayendo sobre el mármol. Me giré a ver al renovado viejo gigante enterrando su rostro en sus manos y derramando un gran flujo de lágrimas. Entonces llamó al joven gigante detrás de él, envuelto en una pesada armadura de pies a cabeza y llevaba un masivo martillo de guerra. [Agrelo.]

 

[¡S-Sí!]

 

[Le debo a ese hombre más de lo que puedo pagar— incluso con mi vida. Aunque ni siquiera pude estar allí para protegerlo cuando más me necesitaba. Es tiempo de quitarnos nuestra vergüenza. Sin él, habríamos perecido hace mucho tiempo. Y así…] El viejo gigante abrió sus ojos por primera vez desde mi llegada. [¡¿De qué valemos los gigantes si no arriesgamos nuestras vidas ahora?! ¡Honramos nuestros juramentos hasta la muerte! ¡Le di a ese hombre mi palabra, y este vez, quiero mantenerla! ¡Suene cada cuerno en nuestras tierras hasta que estallen!]

 

[¡Considérelo hecho!]

 

[Nuestras preparaciones toman un poco más que el de las personas normales. Si nos permiten.] El viejo gigante heroico dijo, levantando su cuerpo con facilidad. Luego él y su joven guardia dejaron el salón.

 

[¿Qué hacemos, padre?] Una mujer dragonica en ligera armadura el pregunto al Maestro de Guerra, quien se sentó con sus ojos cerrados y brazos cruzados.

 

[Como guste.] El jefe respondió. [Los argumentos dichos por el príncipe de la corona y el líder de la corte de hechiceros tienen merito— defender el oeste es nuestro deber. ¡Pero yo iré! Debo ir. Verás…] La voz del viejo guerrero se agitó, aunque era renombrado por su compostura en las batallas más fieras. [¡Yo… le hice una promesa a mi amigo y debo mantenerla— incluso si me cuesta la vida!]

 

[Entiendo.] La mujer respondió, con una inclinación. [Entonces, por mi nombre como el oráculo, yo, Aathena Io, hija de Egon, convocaré a todos los clanes dragonicos. ¡Hemos escuchado cuentos de la partida al Río de Sangre, y no podemos ser las únicas personas ausentes cuando la promesa se cumplida!]

 

[Me pregunto de dónde conseguiste eso.] El jefe dijo, con la más breve sonrisa. [¡Sígueme!]

 

[¡Sí, señor!]

Aathena y el Jefe Egon salieron, solo para detenerse ante la puerta para inclinarse.

 

Eso solo dejaba al jefe de los semi espíritus. [Esos idiotas siempre son rápidos paca correr.] Ella se quejó, pataleando mientras tocaba su largo cabello naranja. [¿No han aprendido nada en los pasados doscientos años?]

 

[Lady Chise.] La hermosa chica semi espíritu detrás de mí llamó a quien usaba un largo clip floral en su cabello.

 

Chise Glenbysidhe, la Bendecida de la Flor Dragón, era la jefa de los semi espíritus y uno de los hechiceros más poderosos en el reino. Había recibido la bendición de un dragón y vivido para contarlo.

 

[Ando.] Dijo. [Esparce la noticia con todos los ancianos que aún siguen en la movida. Diles que es el “último deseo del comandante.”]

 

[Claro.] La chica respondió. [¿Cuándo debo pedirles reunirse?]

 

[Mañana en la noche a muy tardar, y tienen mi permiso para hacer uso de la magia de teletransportación. Cualquiera que no puedo hacerlo está muerto para mí. No podemos esperar más por eso. ¡Ni un momento más!] Luego de dar esas órdenes, el Jefe Chise miró al cielo. Lágrimas brillaban como joyas en sus ojos.

 

[Ese lupino entrometido nos ha mantenido con vida por un largo, largo tiempo. Ese tonto— estúpido ingenuo— destello esa sonrisa suya y nos ordenó “vivir nuestras vidas.” Entonces, justo así, se fue— a salvar a la Luna Cresciente. ¡¿Cómo es eso justo?! Claro, pagaré mis deudas, incluso ahora que está muerto. Soy mujer de palabra. Aunque…] El Jefe Chise recogió su sombrero floral de la mesa, se lo puso en su cabeza, y bajó el borde sobre sus ojos. [No me habría importado pagarle algo de lo que le debo mientras aún estuviera con vida. Realmente no.]

 

Los hechiceros veteranos sollozaron mientras extendía las alas en su espalda y dejaba el salón. La chica que había llamado Ando la siguió, parándose en la puerta para inclinarse ente todos nosotros y decir. [Perdón. Lady Chise aún adora a la Estrella Fugaz.]

 

Luego de eso, los poderos nobles se fueron uno tras otro, todos rebosándose de la dicha y ansiosos por la batalla.

[D-Duque Lebufera.] Dijo el príncipe de la corona, finalmente saliendo de su trance. [¿N-No decidimos recién concentrarnos en la defensa del oeste?]

 

El Duque Leo Lebufera asintió. [Su Alteza Real.] Respondió. [Eso debe mostrarle cuánto peso el Antiguo Pacto lleva con nosotros. Podemos morir por ello, y eso no sería suficiente. Vivimos más que los humanos.] Su voz se alzó con determinación. [¡Pero a diferencia de los Algrens, no somos tan sinvergüenza como para olvidar nuestra historia! ¡Recordamos quien nos salvó de la aniquilación y recordamos que nuestros errores le constaron su vida en el Río de Sangre!]

 

[S-Sí, pero bueno…] El Príncipe de la Corona John dudo y se calló. Detrás de él, Gardner hizo una mueca.

 

[Su Alteza Real, dejo la defensa del oeste en las manos de la Orden Real de Caballeros.] El duque concluyó. [¡Debemos ver nuestro deber cumplido! Dodo, Foudre, ¿se quedarán?]

 

Los dos elfos marqueses aún estaban en el salón. Ambos se bajaron de hombros.

 

[Claro.]

 

[Mi fugitivo hermano ha regresado, así que pretendo llevarlo por sus pasos.]

 

Un retenido— y patético— gritó escapó del director. ¡¿Estaba relacionado con el marques?!

 

[Por favor, me disculpan.] El Duque Lebufera añadió con una cortés inclinación para el Príncipe de la Corona John. [Tengo una guerra que preparar. Abuela, ¿qué planea?]

 

[¿A quién crees que le hablas?] Respondió la anterior duquesa. Ella goleó el suelo con su lanza, y un destello verde jade de maná se arremolinó en el salón. [Soy Leticia Lebufera, el Vendaval Esmeralda, mano derecha de la legendaria Estrella Fugaz. ¡Espera a que la… Brigada de la Estrella Fugaz y yo ganemos la guerra!]

 

[Bueno, no quiero. Hasta luego.]

 

El Duque Lebufera partió con una sonrisa. Eso solo dejaba al pálido príncipe de la corona, el impasible Gerhard Gardner, un guardia de la corte de hechiceros bajo su mano, Lord Rodde, la Duquesa Letty, la princesa y sus guardas espaldas. Al parecer, había cumplido con mi misión.

 

Lo hice, Allen. Y trabajé duro. ¿Me dirás que hice un buen trabajo?

 

La tensión me dejo— quizás por eso de pronto me sentí débil. Oí a la Duquesa Letty gritar mi nombre mientras me venía abajo… y aterricé, con un apagado gruñido, en la pachona barrica del lobo blanco. Me dio una mirada de preocupación, así que sobé su cabeza. También abracé a Anko, quien se había venido abajo conmigo. Casi de inmediato, me sentí cansado y dormilona. No podía… mantener mis ojos abiertos.

 

Suaves pisadas me decían que alguien se estaba acercando, se agachó y poso una mano en mi mejilla. [Nunca espere reunirme contigo en un lugar así.] Murmuró, lanzando un hechizo de curación cargado con una impresionante cantidad de maná. [Tu hermano hay hecho mucho por mí, así que déjame hacer algo para regresar el favor. Cheryl Wainwright nunca olvida una deuda.]

 

¿La Princesa Cheryl Wainwright? Ella es la otra compañera de clases de la que Allen siempre escribía en la Academia Real.

 

Mientras el cálido maná de Su Alteza Real me llevo al sueño, la oí hacer una buena declaración: [John, alguien de la familia real debe luchar. ¡Me uniré a la marcha al este!]

 

✽✽✽✽✽

 

[O Caren, casi llegamos. No caigas ahora. Y dime si no te sientes bien.] La Duquesa Letty dijo, viéndome sobre su hombro mientras se montaba en el Griffin oceánico verde.

 

[¡S-Sí!] Respondí y apreté mi agarre. Anko estaba pegado a mi hombro izquierdo.

 

Era la noche del día después de que las casas del oeste hubieran iniciado a movilizarse, y la antigua duquesa estaba llevándome al campo de maniobras temporal de la armada, localizado en la base de una gran espiral en una colina fuera de la capital oeste. Resulto ser algo sencillo, rodeado por un muro de barro abajo y una pasarela techada para que no cayera la lluvia. El maná era tan fresco que todo debió haber sido construido el día anterior. Debajo de nosotras, incontables luces verdes se alineaban al horizonte y muchas luces rojizas yacían más allá de ellas.

[Ese es el Río de Sangre.] Murmuré.

 

[En efecto. Construimos la capital oeste bastante cerca para dar órdenes a los fuertes del río.] La Duquesa Letty respondió. [Prepárate para aterrizar.]

 

Mientras baja al Griffin, miré el campo de maniobras y liberé un grito de sorpresa. No podía evitarlo— cientos de tropas se reunían allí parados, arriba de una plataforma de la cual un comandante podía dar órdenes. Y todos estos soldados experimentados— elfos, enanos, gigantes, dragones, y semi espíritus— estaban mirando fijamente al viejísimo estandarte levantado sobre la plataforma.

 

[Así que vinieron. ¡O Caren, la dejo en sus manos!] La bella elfa dijo. Sin esperar a que respondiera, tomó su lanza y saltó a la plataforma.

 

[¡¿Huh?! ¡Oh! ¡S-Sí, mamá!] Balbuceé, avanzando al frente para continuar guiando al descendiente del Griffin.

 

La llegada de la Duquesa Letty no perturbo a los soldados— la saludaron en una disciplinada acción.

 

El Vendaval Esmeralda regresó el saludo, golpeó la plataforma con su lanza y dijo. [Ha pasado tiempo. ¡O viejos sobrevivientes! Hemos luchado muchas batallas y juramos— y fracasamos— perecer con la Estrella Fugaz. Ninguno de nosotros olvidará las amargas lágrimas que derramamos en las orillas del Río de Sangre, O mis viejos compañeros de armas.] Inhaló profundamente, luego lo liberó. [¡Regocíjense! ¡La fortuna les sonríe! ¡Le hicimos una promesa a la Estrella Fugaz, el único comandante que conoceremos! ¡Y ahora, el momento para mantenerla ha llegado!]

 

Un tremendo rugido de dicha estalló de la multitud. Cada soldado tenía un brazo en el aire. Algunas ya estaban llorando.

 

[Ahora no vamos a salvar a la capital real.] La antigua duquesa continuó. [Ni la capital este. Vamos para ayudar a un solo tutor privado— el compañero de la Dama de la Espada, quien por los pasados años se ha hecho de un nombre a lo largo del conteniente como su “Cerebro.”]

 

La armada empezó a hablar.

[¿Su compañero?]

 

[¿Has oído de él?]

 

[Aquel que dicen que alejo al dragón negro.]

 

[Oí que fue un demonio de dos alas.]

 

La Duquesa Letty continuó su explicación. [En medio de esta Gran Estupidez, sirvió como un guardia de retaguardia mientras los hombres bestias de la capital este huían al Gran Árbol. Y aunque una vez se puso a salvo, una vez más se dispuso a salvar a los ciudadanos varados… y fue capturado.]

 

Podía oír a los escuchantes murmurar. “Espera,” “Sí,” “Eso… Eso suena…” “Justo como el comandante.” Desde la línea frontal, un viejo enano usando un parche dijo. [¡Señora! ¡Díganos su nombre!]

 

La antigua duquesa presionó el trapo negro sobre su pecho. Entonces, levemente, declaró. [Allen. Aunque es humano, pertenece al clan lobo por adopción.]

 

Un bullicio llenó el campo de maniobras. Los sollozos estaban siendo más ruidosos.

 

[Una vez perdimos a la Estrella Fugaz ante nuestros ojos.] Ella dijo, con una hermosa sonrisa. [Aunque una vez es suficiente para una vida. ¡Sí, más que suficiente! ¡Por el Antiguo Pacto, nosotros a quienes el futuro nos fue confiado salvaremos a la Estrella Fugaz de la nueva era! ¿No creen… que alagaría al viejo?]

 

El campo de maniobras estalló en carcajadas.

 

La Duquesa Letty levantó en alto su lanza y dijo. [¡Hacia la capital real! ¡Luego al este! ¡Ahora debemos cumplir nuestra promesa con la Estrella Fugaz!]

 

[¡A la capital real!] Un gran coro repitió, haciendo temblar la oscura noche como un golpe de trueno. [¡Luego al este! ¡Ahora… ahora cumpliremos nuestra promesa con la Estrella Fugaz!]

Quizás la armada del Señor Oscuro puede oírlos claro y fuerte desde el Río de Sangre, pensé. Cuando aterricé el Griffin cerca del camino techado junto al borde del campo, el coro aún seguía rugiendo. Yo estaba acariciando el cuello del Griffin cuando oí un báculo golpear el suelo detrás de mí y me giré a ver al…

 

[¡Director!]

 

[Bien hecho, Caren. ¡Por todo el camino hasta la capital este! ¡Y sola! Vaya… vaya…] Las palabras le fallaban a Lord Rodde, el Archimago y director de la Academia Real. Luego de un período de silencio, abruptamente llegó con una explicación de la guerra. [Los Leinsters abrumaron a la Alianza de Principados y los Howards aplastaron a la armada imperial. Ambas casas ducales ya empezaron su marcha a la capital real. Oí que Stella y Felicia se han hecho de un nombre por sí solas también.]

 

[¿Stella y Felicia?] Repetí, imaginándome los rostros de mis mejores amigos. Estaba agitada, pero las conocía muy bien para sentir la confianza que ambas habían hecho absolutamente todo lo que podían. En todo caso, quería verlas lo más pronto posible. ¡Quería hablar con ellas!

 

[Te asignaré un guardaespaldas desde ahora.] El director continuó, dándome una seria mirada. [Tanto el jovencito como Anko lo aprobaron.]

 

[¡¿Qué?! P-Pero no merezco ese tipo de…] Dudé, agitada por la repentina oferta. Solo era una estudiante.

 

[Eres la hermana de Allen. Y además, dudo que alguien pueda detenerlos de defenderte.] Mientras Anko me silenciaba con su pata delantera, la mano izquierda del director señaló a un grupo de hechiceros y espadachines esperando bajo el techo de la pasarela. Eran jóvenes mujeres y hombres de varias razas, pero todos tenían el mismo estilo de hechicero que Allen usualmente prefería.

 

Encontré la mirada de una pequeña joven en la cabeza, quien usaba el sombrero negro de una bruja y llevaba un báculo, y vi sincera ira y devoción en sus ojos. Se inclinó ante mí.

 

[Son estudiantes del profesor.] El director dijo. [Insisten absolutamente en mantenerte a salvo.]

 

[Entonces, ellos son de Allen…]

[Eran sus devotos kohais. Y no dudarían en arriesgar sus vidas por él si es necesario.]

 

El gato negro aún en mi hombro izquierdo maulló en confirmación. Los aplausos finalmente se habían calmado. Inconscientemente estaba pasando mis dedos a lo largo de la vaina de mi daga cuando una luz verde destelló de la punta de la vaina.

 

¿Una señal?

 

Un poco tiempo pasó. Luego, a lo lejos del horizonte, una rojiza luz parpadeó varias veces y se desvaneció.

 

[Veo que la elocuencia no los ha dejado.] El director remarcó, rascando su nariz.

 

[Um… Ese intercambio de señales con—]

 

Antes que pudiera terminar mi pregunta, un vivido y animado grito de la Duquesa Letty estalló en mis oídos. [¡En marcha, O Caren! ¡Y hasta que lleguemos a la capital real, no te alejes de mi lado!]

 

[¡Oh! ¡S-Sí, señora!] Respondí. [Adiós, Director. Por favor, cuénteme más de eso luego.] Con un rápido meneo de mi cabeza, corrí tras la antigua duquesa.

 

Anko y el Griffin oceánico verde liberaron gritos de ansiedad.

 

✽✽✽✽✽

 

Varios días después, durante nuestra marcha a la capital real, el director me explicó de las señales que se habían pasado entre los Lebuferas y las fuerzas del Señor Oscuro. El intercambio significaba:

 

[Vamos a cumplir nuestro pacto con la Estrella Fugaz. Si desean invadir, siéntanse libres.]

 

[Buenas nuevas. Debe contarnos la historia completa algún día. Que tenga éxito en su misión.]

Los Lebuferas se irían, y la armada del Señor Oscuro se quedaría justo donde estaba. Casi no teníamos nada de que preocuparnos. Tres grandes casas ducales— los Howards en el norte, los Leinsters en el sur y los Lebuferas al oeste— estaban por lanzar un único masivo contraataque.

 

¡Espérame, Allen! ¡Juro que esta vez, realmente voy a salvarte!

 


 

Afterword

 

Riku Nanano-desu. Tiempo sin vernos. Han pasado otros cuatro meses— cuatro meses que casi me matan. Siempre recuerden mantener sus actividades bajo control.

 

Esta novela esta pasada en mi actual historia serializada en el sitio web novel Kakuyomu, aunque como es usual, he revisado cerca del 90% de ello. No, realmente, cuenta como revisión (aprieto puños).

 

Tanto como la historia va, el volumen seis se concentro en el sur, así que tenía que darle al norte un trato igualitario. Y así es cómo Lady Stella terminó en la portada (NT: hiciste lo correcto bob), aunque me debatía entre ella y la pequeña Atra.

 

Las chicas realizaron hazañas sobrehumanas en este volumen, pero aún no están ni cerca de todo su potencial. Con la ayuda de Allen, aún están creciendo. Lo más temible de él es, dicho simple, que lleva las mejoras por todos lados. O en términos de vida diaria… todos trabajan duro para ganarse su aprecio.

 

Dicho eso, Lady Stella ciertamente tiene mucho por recorrer. Regresando a cuando escribí el volumen 3, nunca soñé que reclamaría un prominente papel por sí sola. ¿E-Es esto lo que una despertada Santa del Lobo puede hacer? ¿Y cómo debería vestirla la siguiente vez? De momento, estoy pensando en orejas de lobo y [TOP SECRET.]

 

Ahora ven cómo es una cierta chica sureña que se alocó en el volumen seis sin Allen. Corta y quema sin emociones, luego se encierra y ora. Realmente debo hacer algo con ella en el volumen 8. Lynne, hagamos lo mejor juntos (ella es una de mis pocas aliadas entre el cast). Lo que viene luego será… una amenaza.

 

También tengo un anuncio que hacer: luego de mucha sangre, sudor y lágrimas, el volumen dos de Henkyou Toshi no Ikuseisha (El Mentor en una Ciudad Fronteriza) saldrá a la venta en el siguiente mes (aún estoy trabajando en ello). ¡Como el primer volumen, hace una divertida compañía para leerse junto al Tutor Privado!

 

Me gustaría agradecerles a todas las personas que me ayudaron:

 

Mi editor. Aprecio profundamente tu ayuda, y perdón por ser un pendejo. Espero trabajar contigo otra vez en el siguiente volumen.

El ilustrador, Cura. ¡Lady Stella se ve como una diosa! (NT: Confirmo, más portadas de Stella) ¡Otro conjunto de perfectas ilustraciones!

 

Y a todos los que han leído hasta ahora. No puedo agradecerles lo suficiente, y espero verlos otra vez. ¡El siguiente volumen concluirá la parte dos, y cada capítulo será un espectáculo!

 

NT: Se nos va a acabar el segundo arco de la serie, Arco de la Guerra Civil, básicamente ocupo de los volúmenes 5 al 8, mientras el primer arco de la serie, Arco del Tutor Privado, abarcó del tomo 1 al cuatro, nos espera el arco de la ciudad del agua y luego la viene el Arco de la Iglesia del Espíritu Santo, Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Me despido, amigos lectores, su buen traductor Lelouch.

 

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