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Capítulo 4

 

[¡Oh, wow! ¡Te ves bien, Stella!]

 

[¡Qué mujerón, Lady Stella!]

 

Dudosa, dije. [Gracias, Tina y Ellie.] Mis hermanas me habían recibido en nuestro salón de consejo a las afueras de la capital norte— y por ende, nuestros cuarteles militares— con gritos de halagos. Peor cuando miré alrededor, vi a las maids con pechos quienes habían reemplazado a Roland como mi guardia cubriéndose sus bocas con sus manos. Mina incluso estaba murmurando algo. (“No puedo creer que Roland perdiera su oportunidad de ver esto. Es todo un perfecto Walker, pero cuando se trata de ser un mayordomo, tiene tan poca suerte el pendejo este.”)

 

¿No me queda bien? (NT: no, mi amor, alta waifu que sos)

 

Era mi primera vez usando este uniforme militar de azul y blanco. Nuestra ama de llaves, Shelley, me había entregado uno dejado por mi difunta madre, Rosa Howard. Y lo había así a su propia discreción— mi padre aún no me había dado permiso para ponerme un uniforme o ir al campo de batalla. [¡Lucharé esta guerra con ustedes!] Declaré con un mensaje mágico. Ni una sola noticia había llegado de él. Debía haber estado furioso por esto, incluyendo el hecho que había acudido con el marques por ayuda. Sin embargo, m mente estaba clara— no dudaría.

 

Me acerqué a los escritorios de mis hermanas, y se pararon para mirarme.

 

[Yo… desearía que no lo hicieras.] Dije. [Es un poco vergonzoso.]

 

[¡Stella, luces increíble con ese atuendo!] Tina declaró, sus ojos brillaban. Estaba saltando de arriba abajo. [¡¿Verdad, Ellie?!]

 

[¡S-Sí!] Ellie acordó, aunque se veía un poco nerviosa. [P-Pero ¿realmente irá a la guerra, Lady Stella?]

 

Asentí firmemente. [Sí. Creo que aparecer en el campo de batalla para levantar la moral es lo mejor que puedo hacer ahora.]

Carecía del gran conocimiento del clima de Galois de Tina y la habilidad territorial de Ellie para procesar documentos rápidamente. Aun así, mi nombre era Stella Howard. Nuestros oficiales y hombres no podrían estar felices sabiendo que su futura duquesa se la estaba tomando fácil desde el frente. Y sería un excelente cebo, aunque Tina y Ellie no necesitaban saber esa parte.

 

Shelley pausó su trabajo y me miró. [Lady Stella.] Dijo, con lágrimas en sus ojos. [Eres el perfecto parecido de la Duquesa Rosa.]

 

[Shelley…] Murmuré, secando los ojos de la ama de llaves con un pañuelo blanco. Había estado matándose con las montañas de papelería y manejando las líneas de suplementos desde el inicio de esta campaña.

 

Si me parezco a mi madre, entonces me alegra usar este uniforme.

 

La mano derecha de Tina entró al cielo, y su fléquelo igual. [¡Stella!] Gritó. [Yo iré—]

 

[No.] Respondí, sin darle la oportunidad de terminar. Sus labios titubearon sin decir palabra.

 

Mientras, Ellie apretaba mi manga izquierda y me miró. [L-Lady Stella, me g-gustaría ir g-gontigo también. Oh…]

 

[Ellie.] Dije. [¿Qué haría Shelley sin ti y Tina?]

 

[Oh, p-pero… pero—]

 

[Miss Walker, le daré a su petición— y esa adorable mirada en su rostro, como un animalillo— máxima prioridad.] Nuestra maid segunda al mando intervino, acercándose a sus subordinadas. [¡Pero por favor, solo por esta vez, deje a Lady Stella en nuestras manos!]

 

[Mina.] Ellie murmuró, saludando a su prima.

 

[Lady Tina, Miss Walker.] La anciana maid continuó, doblando sus rodillas y sonriéndole a mis hermanitas.

[No puedo pensar en lo grande que es su preocupación por Lady Stella. Han crecido en jovencitas tan amables que yo… yo… ¡Oh!] Mina lanzó sus brazos alrededor de las chicas, evidentemente superada como para dejar esta oportunidad pasar.

 

Respondieron a sus caricias con gritos de “¡¿M-Mina?!” y “¡Oh, no puedo liberarme!”

 

[Shelley, ¿me darías las más nuevas noticias?] Le pregunté a la ama de llaves.

 

Para mi sorpresa, una profunda voz soberbia respondió. [Si son las noticias que quieres, creo que puedo dártelas.] Y un imponente hombre en un sucio uniforme entró al salón. Su cabello era plateado con tintes de azul, y, excepto por el hecho que estaba calvo, su rostro se veía idéntico al de mi padre.

 

[¡Tío Euni!] Exclamé.

 

Todos se levantaron y saludaron a mi Tío Euni Howard. Además de gobernar Galois, él era el hermano menor de mi padre, lo cual lo hacía mi tío y el de Tina.

 

[Stella, Tina, ha pasado tiempo.] Dije, poniendo una gran sonrisa y levantando su mamado brazo. [Vamos, chicos. No podríamos luchar en el frente de línea si no fuera por sus valientes esfuerzos aquí. Esperen el fin de esta guerra— ¡Prometo que serán recompensados! Claro, por la cartera de mi hermano.]

 

Risas llenaban el salón. Podía ver por qué mi padre colocaba completa confianza en mi tío. En sus palabras, “Nadie más que Euni puede manejar Galois.”

 

[Asumo que conoces la situación general.] Dijo, sonriendo mientras revisaba un mapa de toda la región norte. Fuerzas imperiales ya ocupaban dos tercios de Galois. [Estamos en la defensiva, y el enemigo está avanzando luego de separarse de su fuerza principal. Nos superan. No tenemos oportunidad en una tradicional batalla.]

 

[O al menos, es lo que queremos que los imperiales piensen.] Rectifiqué, buscando la mirada de mi tío. [Así es cómo los hemos atraído dentro de nuestro territorio. Graham y nuestros otros espías han estado esparciendo los rumores que nuestra casa está a más no poder y desesperados por evitar una batalla decisiva.] Señalé al sur de Galois. [Nuestras armadas están reuniéndose en Rostlay y construyendo campos de fortificaciones. Mi padre no ha vacilado en su propósito— quiere acabar con el núcleo de la armada sur del imperio de un solo golpe. ¿Tengo razón?]

[Sí, claro. Dime, Stella: ¿Cuál sería tu siguiente movimiento?]

 

Me recosté sobre el mapa, tomando una vista aérea. La vanguardia enemiga obviamente estaba más por delante de su fuerza principal que había estado allí hace unos días antes.

 

¡Claro!

 

Puse mi dedo en las fuerzas Howard… y lo deslice por detrás de la vanguardia imperial.

 

[¡Esplendido!] Mi tío exclamó. [Stella, si no tienes tu corazón con alguien, ¿qué dirías de casarte con mi hijo? (NT: tremendo norteño el tío este) ¡No está tan culero de cara!]

 

[¿Qué? B-Bueno, yo, um…] Dudé, incapaz de evadir este imprevisto. Mi primo aún era un bebé.

 

Mi tío sonrió. [Así que te has encontrado un galán. ¡Oh, pero lo estaba olvidando! Quién podría ser si no ese—]

 

[¡T-Tío! ¡A-Ahora no es el momento! Y además, Allen es…] Mi cabeza se bajó mientras mis palabras se detenían. Tina y Ellie estaban mordiendo sus labios.

 

[Perdóname.] Mi tío dijo, colocando su gran mano en cada uno de nuestros hombros. [No quería estresarte. Walter, Graham, y el profesor me han contado del joven Allen. Pero tengo algo que espero levantará tu espíritu. Escucha.]

 

Todos los ojos se giraron Duque Gobernador Euni Howard mientras, con una sonrisa sin miedo, anunciaba. [Una de las aves mágicas del profesor llegó trayendo un mensaje urgente: “Fuerzas Howard emboscadas, vanguardia enemiga derrotada en la Planicie Meer. Amigables perdidas mínimas. Anuncios públicos estrictamente prohibidos— engaño necesario para poner al enemigo en posición.”]

 

✽✽✽✽✽

 

La Planicie Meer estaba localizada en Galois central. Y sobre la cima del “Gato Durmiente,” como la colina en su lado sureste era conocida, la batalla se veía unilateral. Luego de lanzar una emboscada desde las tres posiciones sur al amanecer, mi armada de quince mil estaba rondando las cincuenta mil tropas imperiales.

[Santo Dios, están en pánico.] El profesor remarcó. [¿Quizás dejaron que las primeras provisiones decentes que encontraron en Galois vayan a la cabeza? Lo juro, Su Alteza tiene la mente más malvada en el reino.] Mi buen amigo, quien había sido temido como nuestro hechicero más astuto del reino, habló como era usual. Ya había colocado una mesa redonda y sillas a mi lado y empezado a beber té.

 

[A menos que mi memoria me falle, la sugerencia de crear nuestra trampa con los almacenes de comida de Meer vino de un cierto profesor universitario quien vive con el miedo del castigo que sus estudiantes le asignarán una vez la guerra termino.] Respondí, viendo la batalla abajo. El tiempo casi se terminaba.

 

[No me recuerdes de mi horroroso futuro, Walter. La palabra “restricción” desaparecer de los diccionarios de mis estudiantes cuando Allen está involucrado. Oh, creo que es tiempo.]

 

Resoplé y levanté mi mano izquierda. De inmediato, los soldados listos y esperando detrás de nosotros lanzaron varias bengalas azules— y con igual rapidez, una repentina fuerza salió del bosque delante de los imperiales huyendo. Esa era la fuerza más poderosa que las casas del norte del reino podían reunir— la Orden Azure, bajo el mando del valiente Conde Ozias Fischer— y su repentina llegada llegó como otro golpe para la moral de nuestros desordenados enemigos.

 

[¿Dejaste una abertura en un lado del circuito?] El profesor preguntó.

 

[Claro. No ganaríamos nada de una masacre, y no estamos buscando encender la siguiente gran guerra.]

 

[¡Qué maestría!] Mi amigo se burló, levantando su taza de té— blanca porcelana con un diseño de un gato negro. [Los tenemos corriendo, pero tienen los números para acertarnos un fuerte golpe si se desesperan. Claro, todo el plan siempre fue una locura. Digo, ¿usar solo la movilidad para aniquilar a un enemigo que nos supera en número de más de dos a uno? ¡Me preguntó qué harías cuando la lluvia ponga el camino lodoso, pero la forma en que tu magia los congeló en un campo de nieve me dejo sin aliento! Nunca hubiera considerado unir tablones de madera a las botas de tus soldados para ganar velocidad. No es sorpresa que seas el único heredero del “Dios de la Guerra” en el continente.]

 

[Un niño puede hacer mucho con la información adecuada. Regresar a Roland al comando de Roland fue el movimiento correcto— hemos tenido más y mejor información desde entonces.] Dije, tirándome a una silla frente al profesor. [Aunque, he presionado mucho a las tropas. Se habían ido sin comidas calientes, si no fuera por las porciones portables que Tina inventó. Sírvame una taza de ese té.]

[Permítame.] Mi mayordomo intervino, Graham Walker, mientras tomaba la tetera. No había notado su llegada.

 

[Cierto. Moviste tus fuerzas aquí desde Rostlay, los posicionaste para un envolvimiento parcial, y atacaste, todo en un solo día.] El profesor dijo, sonriendo. [La mayoría de armadas se tomarían al menos cinco días para hacerlo. Y la mayoría de comandantes pudieron no haberlo hecho tan fácil, maniobras bien escogidas. Walter, mucha modestia es un mal hábito tuyo. ¿No me ayudarás a corregirlo, Graham?]

 

[Rara vez he sabido que mi maestro tome consejo de cualquiera que no sea su esposa e hija— Su té.]

 

Gruñí. [Estás jugando con fuego.] Entonces mientras sorbía mi copa, miré arriba a los Griffins circulando el campo de batalla. [Principalmente los usamos para exploraciones y mensajes, pero Liam propuso sus aplicaciones ofensivas. Le preguntaré por los detalles una vez esta guerra termino. Profesor, ¿cree que el enemigo se retirará?]

 

[No, claro. O más bien, no puede. Al fin que…] Una sarcástica sonrisa se expandió en la cara de mi amigo. Graham tenía una sonrisa fría también.

 

No había visto esas miradas en sus rostros en un buen tiempo.

 

[Por el momento, cada periódico en el imperio estará anunciando una gran victoria sobre el reino.] El profesor continuó, burlándose de todo el mundo como un villano jugando con sus atrapados adversarios. [Galois no tiene ferrocarriles, excepto en lejano sur, y el imperio no ha invertido en redes de rieles, líneas telefónicas, o comunicaciones mágicas. La información viaja más lentamente allí a como lo hace en nuestro país.]

 

[Ya he empleado múltiples canales para desestimar los falsos reportes dentro del imperio, exagerando nuestras perdidas y minimizando las suyas.] Graham añadió. [Roland tiene una sorprendente mano diestra con estos asuntos.]

 

¿Cómo reaccionarían las personas, nobles y plebeyos del imperio a esos reportes de “victoria”? Sin duda, demandarían una batalla decisiva de sus fuerzas sureñas. La armada nunca admitiría que no habían luchado una batalla real o ganado alguna victoria digna de mencionar— ese barco había zarpado. Después de todo, su comandante era el príncipe de la corona. No importaba eso, en realidad, se estaban retorciendo por incapacidad de buscar comida porque habían invadido antes de la cosecha del otoño.

[Y aunque sufrieron una derrota hoy, contarán con algunas bajas una vez se reagrupen.] El profesor dijo, con una mirada de estafador. [Supongo que los siguientes rumores harán ruido en campamento imperial irán con algo así; “El enemigo nos había rodeado, pero dejar pasaron la oportunidad entre sus dedos y se llevaron grandes pérdidas.”]

 

[Un toque muy fantasioso, quizás.] Graham objeto. [Puedo sugerir algo más junto a esas líneas: “Los Howard ganaron el día, pero claramente les costó— suficiente para sacudir su confianza en la guerra. La capital real están en manos rebeldes, y los señores del norte— incluyendo a los Marqueses Ector y Brauner— se rehusaron a actuar. El duque a diario lamenta sus duras palabras en la mesa de negociación.” El comandante enemigo parece haberse asistido de un táctico fuera de los rangos imperiales— un enigmático individuo, aunque los rumores lo hacen un astuto Lalannoyano— así que un toque de realismo no estaría de más. Los reportes también colocan a la Princesa Imperial Yana Yustin y el Maestro Huss Saxe en el campamento principal enemigo. Ambos son brillantes a pesar de sus joviales años.]

 

[¡Maravilloso! Y para terminar, Walter, ¿no te pondrás a llorar? “Oh, estoy por perder a mis dos queridas hijas con el mismo hombre,” sería un buen inicio.]

 

Luego de un tenso silencio, dije. [Profesor, si lleva sus bromas muy lejos, yo también puedo jugar las mías.]

 

[¿Oh? ¿C-Como cuáles?] Mi amigo preguntó, temblando.

 

¡Idiota! ¡¿No te das cuenta que no soy tu único enemigo?! ¡Mira los ojos de Graham! Dicen, “¿Te estás olvidando de Ellie?”

 

Para mal, dije. [Puedo presionar a los Leinster a continuar buscándole una novia.]

 

El profesor río fuertemente. [Walter, piensa en nuestra larga amistad. Graham, juro que no quería dejar por fuera a Ellie.] Su voz se alzó en un chillido. [¡Así que por favor, todo menos hablar de matrimonio!]

 

Había ganado y fácilmente. Pero qué vacía victoria.

 

La batalla en la planicie por debajo estaba terminándose también. Bebí mi té mientras mis tropas firmemente llevaban a los imperiales al río.

[Los Leinster deben estar en guerra en el sur.] Dije. [Pero ¿qué harán los Lebuferas? Y lo que oí de las heridas de Su Majestad me preocupa.]

 

[Estoy algo intranquilo con eso.] El profesor respondió. [Pero el oeste no actuará. A lo mejor, pueden enviar tropas al este, sacándolas de las reservas estratégicas de la Orden de Caballeros Reales. Al menos, bajo circunstancias ordinarias.]

 

Me volteé a verlo. [¿En qué andas?]

 

[No tengo nada definitiva para abarcar excepto que Anko se rehúsa a volver de la capital oeste— aunque envía gatitos mensajeros. Dicho eso, estoy seguro que este debacle será serio. Allen está ocupado con esto, y el destino nunca es buena con el camino de ese chico.]

 

[Si la guerra termina bien, su ascenso no será negociable.]

 

[La pregunta es cuán alto. Pero recuerda, Walter… habrá un impacto que le seguirá. ¿Qué harás cuando Stella y Tina, ambas a la vez pidan un compromiso?]

 

Una larga pausa siguió. Entonces, respondí. [¡No trabajo bajo hipótesis! Si sacas esto otra vez—]

 

[Noticias nuevas.] Graham interrumpió en el momento perfecto. [Lady Stella ha salido a Rostlay con en Duque interino Euni— en un uniforme militar. Mina está actuando como su guardaespaldas. Su señora también le envía un mensaje personal: “De acuerdo a la previsión de Tina, no lloverá en la siguiente semana, pero no podemos esperar por la niebla.” No tengo nada más que reportar.]

 

Humph. Así que Stella— ¡Stella! – vio a través de mi plan. ¡Sea como fuese, ella debe estar avergonzada de incumplir las órdenes de su padre tan desvergonzadamente! Primero fue la Academia Real, luego el uniforme, luego buscar ayuda de Ector y Brauner, y…

 

Su tutor es la raíz de esto. Debo sentarme a beber con ese jovencito, una vez lo hayamos rescatado. (NT: cayo el suegro toxico.)

 

[Podemos verte reír, Walter.] El profesor dijo.

 

[Señor.] Graham añadió. [Aunque no puedo estar más que deleitado con el crecimiento de Lady Stella—]

 

[¡Suficiente!] Grité. [Graham, envía este mensaje a Shelley y a todos los señores del norte: “Ningún cambio en el campo de batalla o tácticas.”]

 

[Claro. Pero si puedo señor, otro punto me molesta.]

 

[¿Sí?] Pregunté.

 

[Estoy menos seguro de esto de lo que estoy con el táctico imperial, pero…] Graham dudo. ¿Qué noticias podrían hacer dudar al “Abismo” de hablar?

 

Esperé en silencio.

 

Al menos, levemente, dijo. [El Héroe, la Gran Duquesa Alice Alvern, no ha sido vista en la capital imperial.]

 

[Ya veo.] Dije lentamente.

 

Esa leyenda viviente puede estar en cualquier parte. Dudo que intervendría en una guerra entre humanos… pero la tendré en mente.

 

Graham se inclinó tan profundamente que su cintura formó un ángulo recto. [Debo partir a esparcir rumores en el norte de Galois. Rezo a que la fortuna de la guerra le favorezca, señor.] Con eso, el mayordomo se desvaneció.

 

El profesor se levantó, regresando la mesa y sillas a la oscuridad. [Muy bien, Walter.] Dijo. [Parto a la capital imperial. Tengo unas cuantas palabras para el viejo emperador, quien estoy seguro que no tiene más deseos para una guerra prolongada al igual que nosotros.]

 

[Está en tus manos.] Respondí. Las guerras eran fáciles de iniciar y difíciles de terminar. Era afortunado que el profesor hubiera estado en el norte cuando esta estalló— ¡No es que lo admitiría!

 

[Walter, creo que una vez le dije a Allen que, como una familia militar, el linaje Howard terminaría contigo.] Mi amigo continuó, sonriéndome. [Parece que estabas equivocado. ¿Supones que Stella tomará tu manto? Personalmente, prefiero no verme involucrado en una pelea entre una “Diosa de la Guerra” y la “Dama de la Espada.”]

 

[¡¿Eso otra vez?! ¡No puedo ver el futuro!] Respondí. Entonces en un tono más calmado. [Como planeamos, nuestra guerra con el imperio terminará en el mismo campo como hace cien años— Rostlay. Lo derrotaremos allí— sin más decir. La pregunta es cómo.]

 

✽✽✽✽✽

 

Una colina razonablemente grande ocupaba el centro del área de Rostlay en el sur de Galois. Los locales le llamaban “El Indomable” por una Viena leyenda. Un renombrado guerrero una vez había resistido contra una horda de monstruos, o así iba la historia. Me siento segura que Allen me habría contado más, con una sonrisa. [Eres tan rápida para aprender, Stella.]

 

Toque mi pluma de Griffin oceánico verde ocultada en mi bolsillo interno, entonces el clip de cabello y listo que Tina y Ellie habían insistido en colocarlos en mi hombro izquierdo.

 

En cualquier evento, la colina era una posición estratégica clave. Y así…

 

[¿Ese reporte es cierto?] Le pregunté a Mina, no por primera vez. [¿Mi padre realmente ha abandonado el terreno alto?]

 

[Sí, mi lady, estoy segura de ello. La armada imperial ha ocupado la colina y construido su campamento principal allí.]

 

Nuestras fuerzas habían tomado sus posiciones en Rostlay antes de los imperiales. Así que naturalmente, El Indomable había sido nuestro. Sin embargo… puse mis ojos en el mapa sobre la mesa. Deliberadamente había escogido establecer nuestros cuarteles más atrás del centro del campo y formar nuestras tropas solo a una corta distancia.

 

Recordé algo que Allen había escrito en mi cuaderno: [Nada pasa sin razón. Incluso si no puedes ver una conexión a la primera, puede existir alguna en alguna parte. Es por eso que ver a todo el panorama es tan importante— no es que necesites que te lo diga.]

 

Cerré mis ojos y dijo. [Mina, ¿qué hay de los movimientos de nuestras tropas?]

[¡El trasporte está completo!] La maid respondió. [Todas las tropas norte están aquí y en posición. Se me dijo que algunas unidades llegaron por carruaje, pero ninguna cayó en el camino. ¡Lady Tina se merece todo el crédito!]

 

Luego que la armada imperial hubiera comenzado su marcha desde Ohwin, la vieja capital, los trenes habían empezado a transportar las fuerzas combinadas de las casas norte desde las afueras de la capital norte a Seesehr, en la frontera sur de Galois. Una vez allí, nuestras tropas de inmediato habían partido a Rostlay bajo la niebla. Una flota de carruajes había transportado unidades que no podrían cubrir la distancia de otra manera. Este experimento probablemente había sido el primer uso de automóviles en la guerra, y su éxito podría haberle ganado a Tina un lugar en los anales de la historia militar.

 

[Hablando logísticamente.] Dije. [La armada imperial puede enviar a lo sumo cien mil tropas al sur de Galois, mientras nosotros tenemos setenta mil. Aunque nos superan en número, espero que el enemigo amase sus fuerzas y trate de infringir nuestras líneas aquí.] Señalé al mapa en nuestra ala derecha, la cual había sido solo de cinco mil elementos el día anterior. [No notaran nuestros refuerzos en toda esta nieve. Y no lo encontraran fácil invadir nuestra atrincherada posición.]

 

La imagen se estaba volviendo el foco de atención. Vi el plan de mi padre. Los orbes de comunicación a lo largo de nuestras fuerzas tarareaban con un reporte de un Griffin explorador desde arriba: [¡Refuerzos enemigos inminentes! ¡Fuerza mayor descendiendo la colina, ligados a nuestra ala derecha! ¡Sin movimiento de los cuarteles enemigos!]

 

Mi padre, el Duqye Walter Howard, había estado esperando esta noticia. Se desmontó de su caballo y vino a pararse a mi lado. Entonces cerró sus brazos y miro la colina, aunque envuelto en niebla. Detrás de nosotros, la Orden Azure y las otras tropas elite escogidos por lo largo del norte estaban esperando impacientemente por la orden de atacar.

 

[Stella.] Mi padre dijo. [Ya has hecho más que suficiente para levantar la moral. ¡No hay necesidad para que lances el Frost Gleam Hawks! Recuerda, ese hechizo que Allen creó para ti es secreto nacional.]

 

[Lo más que podamos agitar al enemigo, mejor. No dudaré en usar la fuerza que Allen me dio.] Respondí. [Las fuerzas extranjeras lo descubrirán tarde o temprano igual, y esta es la crisis. ¿No pueden esperar las preocupaciones de otros hasta que hayamos ganado?]

 

En el tenso silencio que siguió, podía oír la música del campo de batalla a través de la niebla.

 

Al menos, mi padre liberó un largo suspiro. [Ciertamente eres una loquilla.]

 

[Mi tutor ha sido una mala influencia.] Respondí.

 

[Debo hablar con él. ¡Ahora, sigue mi mando!] Mi padre junto sus puños y empezó a crear un hechizo. El inmenso maná que irradiaba estaba cubriendo el suelo de nieve y congelando a los árboles cercanos.

 

¡Así que este… este es todo el poder de un Duque Howard! La vieja yo probablemente habría perdido su corazón tan pronto viera esto. Pero ahora…

 

[¡Justo detrás de mí!] Rugí, desenvainando mi varita y estoque, señalándolos hacia la colina.

 

Allen estuvo allí por mí cuando me batí a duelo con Caren. Ahora, estoy sola. Aun así… ¡Aun así, no puedo quedarme quieta por siempre!

 

Incontables copos de nieve se juntaron a mi alrededor, soplados por un vendaval de luz purificadora, mientras activaba el hechizo supremo que Allen me había regalado— ¡Frost Gleam Hawks! Dos aves de rapiña, un inseparable par de hielo y luz, giraban arriba de mí.

 

“Halagos… no son suficientes.” Mina murmuró, asombrada. Sus compañeras maids se unieron con un sorprendido “Hermoso” y un atónito “¡Oh, wow! ¡Solo wow!” detrás de ella, las tropas murmuraron, igualmente sorprendidas.

 

Había practicado cientos— decenas de miles— de veces, y este era mi lanzamiento más estable. ¿Puede que mis amuletos de buena suerte de Tina, Ellie, y Allen tengan que ver? Dulces sentimientos, no dignos del campo de batalla, brotaban en mi pecho mientras gritaba. [¡Padre!]

 

[¡Lo sé!] Vino su grito de respuesta. ¡Entre una furiosa tormenta de nieve, el hechizo supremo de hielo Blizzard Wolf tomó forma!

 

[¡Siempre lista!] Dije, encontrando la mirada de mi padre.

 

[Espera aquí— No quiero que te metas en el centro de las cosas.] Dijo. [Stella.]

 

[¿Sí?]

 

[¡Has llegado tan lejos y estoy orgulloso de ti! ¡Ahora, fuego!]

 

[¡Sí!] Respondí, asombrada. Entonces, con fuerza, [¡Sí!] ¡Mientras mi corazón se hinchaba de halagos, moví mi varita y estoque, soltando mi halcón dentro de la niebla que cubría la colina! Al mismo tiempo, el Blizzard Wolf rugió e iniciaba su ataque.

 

Nuestros hechizos supremos despejaron la niebla en un instante.

 

Mi padre saltó de vuelta a su caballo y gritó. [¡Todas las unidades, avancen! ¡Saquen a los imperiales!]

 

Un poderoso grito de guerra respondió, y la Orden Azure empezó a subir la colina con un dios de la guerra viviente a su cabeza. La luz solar, pedazos de hielo, y vestigios de maná hacían brillar a los soldados ascendiendo. Incluso desde donde estaba parada, podía oír a todo nuestra armada regocijarse, y podía sentir su ardiente moral en mis huesos.

 

[¡Avancen!] Grité en mi orbe de comunicación. [¡Es ahora o nunca!] Respondiendo a los gritos de guerra a lo largo de todo Rostlay. Entonces, en poco tiempo, los estandartes de batalla imperiales cayeron. Habíamos retomado la colina.

 

[¡Entrando en el campamento enemigo!] Vino un reporte de mi orbe de comunicación.

 

La victoria era nuestra.

 

Mi padre había empezado al permitir que nuestros enemigos reclamaran la colina y los incitó con nuestra dispersa ala derecha. Una vez reforzada, nuestra ala se había mantenido firme, así que los imperiales habían enviado sus reservas al ataque. Nuestras fuerzas habían aprovechado esa oportunidad para irrumpir el centro de la línea enemiga. Eso dejo que nuestros enemigos se agruparan contra nuestra ala derecha sin esperanza de retirada. Solo teníamos que rodearlos y aniquilarlos. Aunque…

 

En silencio lancé un hechizo de hielo a mi alrededor. [Aún no se acaba.] Le dije a nuestra llorosa maid segunda al mando. [Cuida nuestro perímetro para— ¡Mina!]

 

[¡Lady Stella!] Mina gritó. Lo habíamos notado casi al mismo tiempo.

 

Un proyectil de un pedazo de piedra y rayos de luz estallaron de un supuesto tramo desierto del bosque… solo para rebotar en los espejos de hielo que había conjurado o se desintegraron con el contacto con los puños y patadas de Mina. Las otras maids entraron en una formación defensiva alrededor de mí mientras se segunda al mando iba al frente, entrenando en una posición de combate.

 

Mina liberó un fuerte grito y arremetió con su puño derecho. Para mi consternación, su puño produjo un tornado. El hechizo que había estado bloqueando nuestras percepciones colapsó con un ensordecedor choque, revelando a una docena o más de soldados enemigos agrupados alrededor de una extraña caja— ¿Quizás un dispositivo mágico de algún tipo?

 

[¡¿C-Cómo funcionó eso?!] Demandó la atónita caballero usuaria de arco a la cabeza del grupo.

 

[Sabía que esta era una mala idea, Su Alteza.] Un joven caballero intervino. [Debemos retirarnos.]

 

[Soy la hija mayor del Duque Howard, Stella Howard.] Anuncié, creando más hechizos. [Pensé que alguien trataría de moverse alrededor del campo de batalla para atacar directamente a nuestros cuarteles generales. Pero si ese era su plan, están en el lugar equivocado.]

 

[¿Un Howard?] Los ojos de la chica se abrieron. [Soy Yana Yustin. Y este es Huss Saxe.]

 

Yustin y Saxe, ¿eh?

 

Levanté mi varita y estoque. [La batalla termina aquí. Si se retiran— ¡Corre! ¡Yo los retendré!]

 

[Qué estás—]

 

[¡Su Alteza!] Huss gritó, llevando a la desconcertada Yana al suelo. Un momento después, cadenas mágicas pasaron sobre sus cabezas.

 

Lancé el hechizo avanzado Swift Ice Lances. Mi racimo de lanzas de hielo pasó a la unidad de Yana, hacia el enemigo oculto acechando desde atrás… solo para destrozar los escudos grises oscuros.

 

El Príncipe Gerard usó ese hechizo.

 

[Me impresiona que me vieras.] Una aguda voz dijo mientras el hechizo de bloque de percepción se destrozaba. Desde atrás emergía una mujer usando una túnica con capucha blanca y bordes carmesí. Puede que no sea tan alta que Tina. Su mano apretaba un pequeño vaso de cristal de…

 

[Sangre y… ¿Qué es eso?] Murmuré. Pero la mujer ignoró mi pregunta.

 

[Santo Dios.] Ella gruñó, agitando su cabeza. [¿Por qué las marionetas deben escoger pensar en sí mismas al último momento? Le advertí de una batalla decisiva, pero supongo que el tonto se hizo adicto a las noticias de una victoria. Claro, Howard fue un bárbaro por sí solo— ¿qué duque lidera un ataque en persona? Pero conseguí la sangre de Yustin. Eso me deja…]

 

Con un despreocupado ondeo de su mano izquierda y un siniestro destello, la mujer envió una lluvia de espadas super filosas a toda velocidad hacia la chica caballero.

 

[¡Su Alteza!] Huss gritó otra vez, arrojándose frente a Yana.

 

Moví mi varita y los protegía a ambos con un hechizo compuesto de Divine Ice Mirrors, gritando. [¡Corran, rápido! ¡Es probable que… sea muy tarde para salvar al príncipe de la corona! ¡Yana Yustin! ¡Tú eres su siguiente objetivo!]

 

[P-Pero—]

 

[Gracias, Lady Howard. ¡Le estamos en deuda! ¡Retirada!] Huss ordenó, viendo a la dudosa Yana en sus brazos.

 

[¿Huh? ¿Qué? ¡E-Espera!] Ella protestó mientras el joven caballero huía con ella.

 

[Idiotas.] La mujer bufó, con un estallido de una malvada risa. [No van a ninguna parte. Aún deseo más sangre de Yustin.] Entonces, produjo varios talismanes de su manga y los arrojó al aire vacío. Invocando círculos todos formados alrededor de nosotros en rápida sucesión.

 

[¿Q-Qué son esos?] Balbuceé mientras un grupo de extraños y pesados caballeros armados aparecían. Sus cascos escondían sus rostros y sus manos sostenían una variedad de armas.

 

[¡Lady Stella!] Mino gritó. [¡Creo que son soldados de hechizos! ¡Debe huir! ¡Le compraremos tiempo!]

 

[¿Soldados de hechizos? ¿Las tropas hechas por el hombre que Lalannoy y el imperio han diseñado?] Me dispuse a buscar por más información mientras miraba mis alrededores. La misteriosa mujer estaba delante de mí, y los soldados de hechizos rodearon a mi grupo. La princesa imperial y su unidad, parecían, habían fracasado en escapar.

 

¿Qué hay de mi orbe de comunicación?

 

[¡Ste…! ¡Príncipe de la Cor… huirán…!]

 

No sirve— está fallando. Aunque a mi padre no le tomaría mucho notar el disturbio.

 

Una vez más, levanté mi varita y estoque. [Mina, mantendré a esta mujer ocupada.] Dije. [Toma el comando de los otros. ¡Debemos resistir hasta que la ayuda llegue! ¡Huss Saxe! ¡Pido su cooperación!]

 

[¡Lady Stella!] Mina gritó, entonces se detuvo para calmarse. [Entiendo, mi lady. Usted puede depender de Mina Walker.]

 

[¡Estamos con usted!] Huss dijo.

 

Recibí otro “¡E-Espera!” de Yana mientras le lanzaba mi hechizo intermedio Divine Ice Spears a la mujer desde todos los costados.

 

[Muy bien.] Murmuró apreciándolos mientras, para mi sorpresa, todas mis jabalinas se destruían contra la oscura barrera que la protegía.

 

¡En ese caso…!

 

De inmediato liberé mis siguientes hechizos, los cuales había mantenido en reserva— Swift Ice Lances, Twin Icicle Pillars y el Imperial Ice Blizzard. Los tres hechizos avanzados se activaron simultáneamente, rodeando a la mujer. Aunque otra vez más, se desintegraron en incontables fragmentos de hielo, incapaces de penetrar la dura barrera.

 

[Nada mal. Eso habría matado a la mayoría de apóstoles. Ahora, ¿terminaste de tratar de resistirte?] La mujer preguntó, jugando con una insignia de madera que había sacado de su túnica.

 

No está funcionado. Ningún hechizo ordinario puede dañar esa barrera. Dudo que incluso el Frost Gleam Hawks pueda perforarlo. Eso solo me deja una opción. Pero… ¿cómo puedo hacerlo funcionar sin Allen?

 

Sus amables palabras en mi librete regresaron a mi mente. [Puedes hacerlo, Stella. Creo en ti.]

 

¡Allen, dame el coraje! ¡Tina, Ellie, préstenme su fuerza!

 

Toqué la pluma del Griffin, el clip de cabello y el listón. Entonces inhalé y miré a la mujer.

 

[¡Yo… no dejaré que me derrotes!] Grité, conjurando el Frost Gleam Hawks con un movimiento de mi varita y estoque.

 

[No reconozco este hechizo supremo.] La mujer comentó desdeñosamente. [¡Pero puedo decir que es demasiado débil para atravesar este sagrado escudo que Su Santidad la Santa me otorgó!]

 

[No lo dudo. Sin embargo…]

 

¡El par de aves de rapiña entraron en mí! Entre un torbellino de copos de nieve, mi varita y estoque empezaron a brillar con la luz azul más vivida.

 

Levemente, dije. [¿No lo sabes? “Siempre guarda lo mejor para lo último.”]

 

A pesar de su capucha, podía sentir la agitación en el rostro de la mujer. Los usuarios de las artes secretas eran pocos y distantes, incluso dentro de las casas ducales.

 

¡Saqué la varita en mi mano izquierda— junto con el Escudo Azure de ocho pétalos el cual servía como receptor— y comencé mi ataque! Mi escudo se transformó en una pirámide octagonal, perforando por las resistentes y siniestras defensas de la mujer. Entonces, grité desde el fondo de mis pulmones, le lancé mi Espada Azure con todas mis fuerzs.

 

Oí un duro y metálico sonido y sentí una tremenda sacudida. La mujer había sacado una simple daga filosa y detuvo mi golpe. Nuestro choque me ofreció una clara vista del emblema con el que había estado jugando; le pertenecía a la Iglesia del Espíritu Santo.

 

De pronto, en maná de la mujer brotó, y me encontré lanzada al suelo que había sido parcialmente reducido a un campo de nieve. Rápidamente me puse de pie, con mis armas listas. De lo que podía ver, bloquear mi Espada Azure no solo había dañado una de las mangas de la túnica de la mujer, sino también congelado la negra hoja de su daga y parte de su brazo izquierdo.

 

Su apagada risa llenó el aire.

 

[¿Qué encuentras tan divertido?] Demandé.

 

Lentamente, la mujer levantó su rostro para verme. Su daga se rompió y su punta se clavó en el suelo.

 

Un escalofrío recorrió mi espalda. Sus ojos… me aterrorizaron.

 

Los labios de la mujer se curvaron en una sonrisa fría. [Solo estaba interesada en la sangre de las leyendas.] Dije. [Pero ahora que lo pienso, las casas ducales de tu reino tienen la sangre Wainwright en sus venas. Permíteme presentarme como gratitud. Soy Edith, un nuevo apóstol escogido por Su Santidad la Santa.]

[¿Qué significa eso?] Pregunté lentamente.

 

[Rompiste mi daga y rasgaste mi túnica— ambos regalos de Su Santidad. Te expiarás por esos crímenes con tu sangre.] Edith continuó. Produciendo una pequeña ampolla que había visto antes en su intacta manga derecha, luego me fijo una mirada de absoluta confianza con aires de superioridad. [Gracias por abrirme los ojos a una nueva arma potencial. Ahora, trata de resistir esto.]

 

Edith aplastó la ampolla contra el suelo, y una siniestra fórmula de hechizo blanqueó todo el lugar.

 

¡¿Está… invocando una criatura mágica?!

 

Una increíble cantidad de maná estaba convergiéndose en una palpitante luz oscura.

 

No. ¡No puedo dejar que saque esa cosa!

 

Lancé el Frost Gleam Hawks y dirige el hechizo a Edith con toda la fuerza que podía permitirme. Incluso en el momento antes de impactar, su sonrisa nunca dudó. Luego, una ventisca surgió, oscureciendo mi visión y congelando la vegetación bajo una vasta capa de hielo.

 

¿Funcionó?

 

Si no fuera por mi entrenamiento con Allen, nunca habría sido capaz de evadir la huesuda cola que me sacó de la niebla de hielo. [No solo te apoyes de tus ojos.] Dijo. [Entrénate para sentir el maná también.] Saltando hacia atrás, vi un gran hoyo donde recién había estado parada.

 

Un vendaval de viento aclaró la niebla de hielo… y lo reveló.

 

[N-No puede ser.] Dije, mi voz dudaba. Toda la grandeza de la situación me congeló en el lugar. [E-Eso… eso es…]

 

Un enorme dragón esquelético surcaba a través del cielo sobre mí.

Incontables dientes filados, cada uno del tamaño de un niño pequeño, se alineaban en su mandíbula. Membranas de maná plomizo llenaban las brechas en sus ocho grandes alas huesudas. Y lo peor de todo, sus defensas mágicas eran tan increíblemente poderosas que podía verlas con mis ojos.

 

E-Esto… esto no puede ser…

 

[¿Oh?]

 

[¿Oh? ¿Qué ocurre, chica Howard?] Edith dijo burlonamente desde arriba de la cabeza del dragón. [No me digas que estás asustada. Perdón; retenerme nunca fue mi punto fuerte. Oh, pero sé qué decir en momentos así: “siempre guarda lo mejor para el final.”] Con ese presuntuoso comentario, se mató de risa con maliciosas carcajadas.

 

¡No puedo morir aquí! Refuté, apretando mis temblorosas manos alrededor de mi varita y estoque. ¡Voy a rescatar a Allen!

 

Los dispersos copos de nieve palpitaban con luz como si me animaran.

 

[¿Qué es esa mirada? Qué ingenua.] Edith dijo. [Iba a llevarte con vida, pero cambié de idea. ¡Muere!]

 

El esquelético dragón abrió su mandíbula. Maná estaba concentrándose en una esfera gris oscura entre sus dientes.

 

¡Aliento de Dragón! Necesito retirarme a— No, Mina y los otros están detrás de mí, luchando con los soldados de hechizos. Esquivarlo los pondrá en peligro. ¡Mi única opción es bloquearlo!

 

Alcé mi varita y vertí toda mi fuerza en el Escudo Azure. Los copos de nieve brillaron aún más.

 

[¿Por qué no huyes?] Edith demandó, mordiéndose las uñas con irritación. [¿Estás tratando de proteger a esos tipos detrás de ti? ¿Tú, la hija de un duque? ¡No lo creo! ¡Estás demente! ¡Debes estarlo!]

 

[No voy a ninguna parte.] Dije, mirando a Edith. [¡Después de todo, aprendí del mago más fuerte y amable que hay!]

 

Luego de un largo silencio, Edith solo dijo. [Muere.]

 

Gruñí mientras la última explosión impactaba en mi Escudo Azure, desgarrándolo a un paso rápido. Mi brazo izquierdo crujió por el enorme esfuerzo de sostener mi varita.

 

[¡Muere!] Edith gritó otra vez. [¡Rápido! ¡Date prisa y muere! ¡Muere, vil aristócrata!]

 

[¡Nunca perderé… con alguien como tú!] Rugí, levantando mi mano derecha, con el estoque que había mantenido en reserva, y activé un segundo Escudo Azure. Ese era mi verdadero “todo”, el cual Allen había anotado en mi libreta— un arte secreta doble.

 

Copos de nieve danzaban, ardiendo con pálida luz azul que empezó a congelar el aliento del dragón. Mi Escudo Azure ofrecía protección, pero eso no significaba que no pudiera atacar. ¡Como la Espada Azure, combinaba ofensiva y defensiva en uno!

 

[¡Imposible!] Edith gritó. ¡Pero a pesar de su incredulidad, finalmente logré congelar la barrera del dragón y entonces atravesarla!

 

Justo cuando mi magia empezó a invadir su cuerpo principal, sin embargo, otra nube de niebla de hielo obstruyó mi visión. Aún seguía vertiendo mi maná en el ataque hasta que llegué a mi límite y desconecté mis Escudos Azures. Jadeando del cansancio y soportando el dolor, caí de manos y rodillas.

 

Allen me salvó otra vez. Pensé, clavando mi estoque en el suelo como apoyo mientras arrastraba mis pies. Cómo están Mina y—

 

De pronto, me hice atrás, bloqueando un colazo con mi estoque. Era un milagro que pudiera hacerlo. Aunque, grité mientras salía volando y me tumbaba en el suelo.

 

Mientras la niebla de hielo se aclaraba, logré ver al esquelético dragón parpadear con luna luz gris oscura mientras se regeneraba arriba en el cielo. Y sobre su cabeza estaba Edith, claramente furiosa.

 

[¡¿Cómo te atreves?!] Furiosa. [¡Su Santidad me otorgo estos huesos de dragón azul! ¡No creas que puedes dañarlos y salirte con la tuya! ¡Pagarás! ¡Te haré! ¡Pagaaaaaaaaar!]

 

La mandíbula del dragón se abrió, pintándose en maná de color carbón.

 

[¡Lady Stella!] Mina se agitó mientras rechazaba a varios soldados hechizados a la vez. [¡Corra!]

 

Aún están luchando. Lo que significa…

 

Edith empezó. [¿Aún no estás lista para caer y morir? ¡Luchar no te salvará!]

 

[¡No puedo morir!] Grité. [¡Voy a rescatar a Allen!]

 

[Vas a morir aquí mismo.]

 

El dragón estaba por solar su aliento cuando…

 

[Mm. Me alegra que viniera.] Una calmada voz dijo. [No puedo dejar pasar estas cosas. Hup.]

 

Para la consternación de Edith y mía, una figura salió de entre los árboles cercanos y le plantó un golpe a la cara del dragón con su pequeña mano. La esquelética criatura se desplomó en la tierra y sus huesos se destrozaron. Su caída levantó una nube y un temblor como un trueno.

 

Edith también aterrizo, chasqueando su lengua. Sus labios estaban temblando.

 

Entonces la chica apareció.

 

✽✽✽✽✽

 

[Trágico.] Mi salvador le dijo a la agitada Edith. Ella era como una hermosa muñeca con un listón dorado en su rubio cabello plateado y una antigua espada colgada en su cintura— el Héroe, Alice Alvern. [Los dragones son las criaturas más hermosas de este mundo. Pero ¿qué es esto? Los huesos del dragón azul hace mucho, mucho tiempo fueron forzados a trasladarse en falsificaciones de los grandes hechizos— ni siquiera imitaciones— y la poca sangre impura del linaje Archer. Es horrible. ¿Tu señora pensó en esto y lo hizo?] La mirada de Alice se clavó en el nuevo autoproclamado apóstol. [Debe ser una chica mala, y retorcida. Definitivamente una amenaza para el mundo. Dime su nombre. Pero… no quiero usar mi espada. Se ensuciará, y no parece que valga la pena.]

 

[¡¿Cómo te atreves?!] Edith gritó, enojada. [¡¿Cómo te atreves, cómo te atreves, cómo te atreves?!] Ella tembló y pisoteaba el suelo. [¡Cómo te atreves a insultar a Su Santidad— la Santa trabaja para salvar a este mundo bueno para nada! ¡Su trabajo es bendito! ¡Hasta el último de ellos! ¡Como predijo, hemos capturado a la llave defectuosa en el este, la Dama de la Espada está por caer en el sur, y tú has aparecido en el norte! ¡Como un nuevo apóstol— uno de los elegidos— te acabaré hoy y nos dejará una cosa menos por preocuparnos! ¡Santo dragón, aplástala!]

 

El esquelético dragón se puso de pie y atacó a la chica.

 

[¡Cuidado!] Grité, frenética por interceptarlo— pero Allen me señaló detenerme.

 

[Mm-mm. Gracias, Santa del Lobo, pero estaré bien.] Dijo, sin inmutarse totalmente por el grotesco dragón arremetiendo hacia ella. Mientras su boca se abría, filosos colmillos se prepararon para atacarla, ella añadió. [Solo soy un poco más fuerte de lo que parezco.]

 

Tanto Edith y yo nos asombramos mientras plantándole una mano a la huesuda boca, deteniendo al coloso de golpe. Entonces, con un pequeño “hup”, sin esfuerzo llevó al dragón a los cielos.

 

Edith libero un contenido grito. Estaba sin palabras.

 

El esqueleto extendió sus alas y las enderezo sobre nosotros, luego agitó el aire con un silencioso aullido de odio. Al menos una docena de círculos mágicos aparecieron ante él y empezaron a crear torrentes de maná. ¡Nunca había visto un hechizo ofensivo así antes! Aun así, apreté mis dientes y arrastré mis pies, con varita y estoque listos.

 

¡Su hechizo golpeará a los otros… a menos que lo detenga con otro Escudo Azure! ¡Necesito mantener a todos a salvo hasta que mi padre llegue!

Justo cuando me estaba resolviendo, Alice me miró. [Enojada, casi sin maná, y aún luchando por proteger a las personas.] Ella dijo. [Muy bien, Santa del Lobo; realmente eres su estudiante. Pero como dije, no tienes que preocuparte. Porque—]

 

[¡Ahora! ¡Mátala!] Edith le gritó a su esquelético dragón. La monstruosidad, leal a su invocador, se preparó para liberar su hechizo.

 

[Soy el Héroe, Alice Alvern— la espada que defiende a este mundo.] La chica murmuró mientras sacaba su desgastada espada negra y envía un solo corte.

 

Lo siguiente que supe, el esquelético dragón estaba en dos piezas y las nubes detrás no estaban. El mismo cielo se había partido en dos. Entonces el maná del aliento de dragón fracasó, abatiendo todo el área con una tremenda onda de choque y un vendaval.

 

[¿Cortó esa absurda barrera?] Susurré, incrédula.

 

Edith se veía muy agitada como para decir palabra, mientras el esqueleto le recordaba la caída de su criatura, transformándose en polvo y luego desvaneciéndose por completo antes que cayera al suelo.

 

[¿Es todo?] Alice preguntó, girándose al apóstol. Sonaba aburrida. [Si tienes más, envíalos. No quiero perder el tiempo.]

 

Ese comentario saco a Edith de las nubes. [¡Soy un nuevo apóstol, escogida por la misma Santa! ¡Haré que te arrepientas por tomarme a la ligera!] Ella rugió, produciendo dos ampollas de su manga derecha y aplastando ambas en el suelo. Una mancha se extendió en los envases rotos, luego sobre la tierra, rápidamente formando una complicada fórmula de hechizo en carmesí, gris y negro.

 

[¡¿Qué carajos—?!] Exclamé, viendo alrededor con los ojos bien abiertos del asombro.

 

[Las sombras de los imperiales que murieron hace cien años acabará con ustedes por mí.] Edith dijo, bajo su capucha, serpentinas marcas aparecían en sus mejillas. [¡Solo se tienen a ustedes mismos para culparse por poner un pie en un viejo campo de batalla!]

 

Sentí un siniestro pulso de maná. El suelo tembló— un pedazo de algo estaba tratando de liberarse a arañazos. Entonces un bosque de brazos esqueléticos estalló abruptamente de la tierra. Apenas pude suprimir un grito mientras me abrazaba.

 

E-Este hechizo puede ser…

 

A mi alrededor, soldados esqueléticos continuaban saliendo. Los uniformes que algunos usaban los marcaban como muertos de la guerra de Rostlay.

 

Edith llenó el aire con carcajadas estridentes. [¡Contempla la Fantasía de los Renacidos Intranquilos, uno de los hechizos tabú creado por el brillante Demonio de Fuego! ¡Es fuerte, Héroe, pero ni siquiera tú puedes superar a una armada de muertos que se estima en decenas de miles! ¡Maldice que elegiste este campo de batalla de mierda!]

 

Alice no dijo nada.

 

Tiene razón; son hazañas imposibles. Pero… ¡Pero ¿qué importa?! Me dispuse a conjurar toda la magia de hielo que podía reunir, determinada a no ceder. Después de todo…

 

[¡Soy la estudiante de Allen!] Grité. [¡Tomará más que esto el derribarme!]

 

[No sabes cuando callarte.] Edith dijo, con un desdeñoso olfateo. [Solo ríndete. ¡Ahora mismo, tu defectuosa llave está muerto en la torre del Demonio de Fuego! Y Su Santidad seguramente estará gustosa cuando regrese con la sangre del Héroe y los Howards. Pero no temas— realmente no morirás. Su Santidad desea un mundo lleno de bendición para todos. Una vez el experimento esté completo…] Bajo su capucha, sus labios se curvaron en una sonrisa de éctasis.

 

¿Qué experimento? ¿Ese dragón esquelético y este reconstruido tabú son meramente subproductos? ¿Y… han encerrado a Allen— a quien llaman una “llave defectuosa”— en la torre del Demonio de Fuego?

 

[Las personas ganarán el poder de trascender la muerte y ser como dioses, libres de resucitar a voluntad. La lucha terminará, y así será la persecución de los hombres bestias, los sin hogares, inmigrantes, y huérfanos. Todo el mundo estará en paz. ¡Tu sacrificio no es un sacrificio— solo una gloriosa y temporal muerte!]

 

Estaba muy atónita como para hablar, mientras Alice se mantenía en silencio.

 

¿De… de qué carajos está hablando?

 

[Buscamos la completa y total restauración del gran hechizo que la legendaria Santa una vez uso— ¡Resurrection!] Edith declaró, encantada. [¡Su Santidad nos traerá un mundo donde ningún niño necesitará llorar!]

 

Con fuerza, grité. [Estás fuera de tus—]

 

Alice levantó su mano izquierda para detenerme y dijo. [Mmm. Tengo la idea.] Sonaba calmada, aunque los guerreros muertos rodeándonos ya llegaban bien a los diez mil. [Tu señora es lista— hace sonar las cosas bien, y difícil de estar en contra. Incluso yo deseo hablar con los muertos algunas veces.]

 

Recordé el sonriente rostro de mi difunta madre, Rosa Howard.

 

[Pero ¿vida eterna?] Alice continuó, su tono se endureció. [No hay tal cosa. Todas las personas mueren. Humanos, elfos, enanos… e incluso los medio lobos como tú tienen eso en común.]

 

Edith se puso rígida.

 

Luego de un momento, un callado “¿Qué?” se escapó de mis labios.

 

Alice mantuvo su espada en alto. [Pero es por eso que las personas trasmiten sus sentimientos y los preservan— porque, confortados por esos sentimientos, siguen moviéndose. Si niegas eso y acabas con el mundo con la desesperación que llamas esperanza…]

 

[I-Imposible.] Edith balbuceó.

 

[I-Increíble.] Susurré mientras el cuerpo de Alice liberaba un estallido de maná sobrehumano, bañándonos con destellos de luz. Entonces las cegadoras luces se fusionaron en brillantes alas con las cuales surcó el cielo.

 

[En nombre de Alvern, sirvientes de este mundo del cual los dioses han perecido.] El Héroe declaró. [Yo te detendré.]

 

Un violeta vendaval hizo atrás la capucha de Edith, revelando sus orejas de bestia— más baja que Caren, pero era inequívoco— y dos pequeños cuernos. [¡Cállate!] Ella gritó, apretando sus dientes tan ferozmente que podía escucharlos desde donde estaba parada. [¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállateeeee! ¡Su Santidad salió y salvó a una basura como yo! ¡No dejaré que niegues eso y vivas para contarlo! ¡Soldados renacidos, quiero a esa mujer muerta!]

 

La armada de muertos se retorció, formando filas, y surgieron como un río hacia la voladora Alice… quien bajo su espada con una mirada tenue de lamentación.

 

 

 

[Mil volteos.]

 

Pensaba que estaba acostumbrada al sonido de la magia de rayos luego de mucho ver la de Caren, pero el hechizo de Alice estaba más allá de eso. Podía decir que Edith estaba gritando, pero no podía oír sus palabras ya que instintivamente cubrí mi rostro con mis manos. Ni siquiera podía oír mi propio grito entre el tremendo choque y la ardiente luz blanca que envolvía a todo Rostlay. Casi podía creer que el mundo estaba terminándose.

 

Al menos, el destello y el temblor cesó, y bajé mis manos.

 

[¿Qué?] Murmuré otra vez, estupefacto. ¡¿Allí al menos habían estado diez mil soldados muertos, y ese solo hechizo los había matado… a todos ellos?!

 

Edith no estaba a la vista, y su barrera también se había ido. Tampoco podía sentir a los soldados hechizados con los que Mina y las otras habían estado luchando. Al parecer, ese estallido de luz los había alejado. Aunque la fuerza de su maleficio se mantenía.

[Sue fue.] Alice dijo mientras aterrizaba frente a mí, sus alas se desvanecían y regresó su espada a su vaina. [Odio cuando la única cosa que saben hacer bien es huir. ¿Estás lastimada, Santa de Lobo?]

 

[No, pero gracias por su preocupación, y por su ayuda.] Respondí, inclinándome. Entonces crucé mi varita y estoque sobre mi cabeza y un remolino de blanco y azul empezaba a formarse alrededor de mí.

 

Alice se veía perpleja. [¿Qué vas a hacer?]

 

[Todo lo que puedo hacer es purificar este lugar antes que el maná se siembre en la tierra.] Dije. [De otra manera, se convertirá en un terreno árido donde nada podrá crecer.]

 

Ella hizo un extraño ruido— sonaba como “Ahumph” – luego se meneó de lado a lado en un evidente deleite. [Stella, eres mucho mejor partido para él que esa llorona escarlata. La pasaste mal, pero aún piensas en los otros tan pronto se terminó. Si no fuera por tu maldecido pecho, pudimos haber sido comadres. Qué lástima. ¿Siquiera has pensando en quitártelas?]

 

[¡C-Claro que no!] Exclamé, envolviendo mis brazos de manera protectora alrededor de mi propio pecho.

 

Alice sonrió ligeramente, sacando su espada, y la sostuvo en mi varita y estoque.

 

¿Qué es este sentimiento? Me recuerda un poco al momento que enlacé mi maná con Allen.

 

[Se lo debo.] Ella dijo. [Y no creo que le importe que page un poco de mi deuda con una de sus estudiantes. Purifica tanto como puedas. Te ayudaré.]

 

[¡S-Sí!] Empecé a construir el hechizo de purificación de hielo y luz de la segunda libreta que Allen me había dado.

 

Es extraño— justo ahora, siento que puedo hacerlo todo.

Ya no podía oír el estruendo de la batalla. Para todos los efectos, parecíamos estar en medio del cese al fuego. En un rincón de mi vista, miré a Mina y las otras maids corriendo hacia nosotros, junto a la princesa imperial de Yustinian y sus guardias.

 

Gracias a Dios. Todos se ven a salvo.

 

Entonces la ansiosa voz de mi padre reventó mi orbe de comunicación. [¡Stella!] Él dijo. [¡Responde! ¡¿Estás a salvo?! ¡Estás! ¡A! ¡¿Salvo?! ¡Estoy en camino!]

 

[Padre.] Dije lentamente.

 

[El lobo es muy ruidoso.] Alice gruñó. Entonces, en una traviesa voz. [Pero eres muy amada, Santa del Lobo.]

 

Todos con un orbe pueden oírlo, ¿verdad?

 

Terminé de construir mi hechizo y envié una comunicación en el mío. [Para todos los que puedan oírme, es Stella Howard, y estoy por purificar este campo. Este no es un ataque. Por favor, mantengan la calma y observen el resultado.]

 

[¡Stella!] Mi padre rugió otra vez. [¡¿Qué está pasando?! Expli—]

 

Desactivé mi orbe y cerré mis ojos con Alice. [¡Estoy lista!]

 

[¡Mm-hmm!]

 

Con toda mi fuerza, lancé el hechizo de purificación compuesto de hielo y luz Immaculate Snow Gleam. Una nevada de azul pálido cubrió Rostlay, limpiando el profanado campo.

 

¿Mi magia está siendo amplificada? Y más allá de mis más salvajes sueños.

 


 


[Sus fórmulas de hechizo siempre son bellos.] Alice remarcó felizmente mientras observaba la continua purificación en asombro. [Pero no me gusta que esta sea solo para ti, Santa del Lobo. Lo molestaré luego.]

 

Mientras la encantada nieve caía, un extraño cambio estaba tomando lugar alrededor de nosotros. Por alguna razón, nuestras propias tropas y los soldados enemigos— quienes habían estado al borde de una derrota— empezar a reunirse alrededor de nosotros y juntaban sus manos. Podía oírlos murmurar a todos.

 

[Debe ser una santa.]

 

[Es un milagro.]

 

[Oh, ¿qué hemos hecho?]

 

[Ella ha llegado para guiarnos.]

 

Alice dijo. [Felicitaciones, Santa del Lobo. Por hoy, eres una celebridad.]

 

[No quiero ser famosa.] Respondí. [Quiero ser—]

 

[¿Su esposa?]

 

[Claro que—]

 

Me sonrojé mucho y callé. Su astuta broma me había engañado para revelar mi más secreto deseo.

 

¡¿Quién creo que soy para querer tanto?!

 

Mientras, mi hechizo estaba dejando de funcionar. Mientras enfundaba mi varita y estoque, le di una mirada reprobadora a la presumida Alice.


Ella puso su espada devuelta a su vaina también, luego se paró de puntillas y acarició mi cabeza. [Serás la guía de todos, Santa del Lobo. Chica buena. Trabajaste duro.] Se pausó brevemente antes de añadir. [Todo lo que yo puedo hacer es cortar cosas.]

 

[¡N-No digas eso!] Protesté, frenéticamente ondeando mis manos. Su presencia hizo posible mi purificación. [No pude haberlo hecho sin ti. Muchas gracias.]

 

Oí un caballo relinchar y me giré para encontrar a mi padre viniendo hacia nosotros.

 

Alice quito su mano de mi cabeza y dijo. [Parece que la llorona escarlata ha perdido su camino. La detendré. Ayúdame.]

 

[Sí.] Respondí, aunque me tomó un momento para encontrar las palabras. Edith había mencionado el sur, lo que se refería con la “llorona escarlata” a Lydia Leinster, la Dama de la Espada. Para ser honesto, no entendía a qué se refería el apóstol con su “caída,” pero sabía por qué estaba pasando— Lydia no sabía si Allen estaba vivo o muerto. Sentí un poco— solo un poco— de celos por lo fuertemente que se sentía por él.

 

[También tengo una promesa.] Alice dijo. [Una que se me transmitió hace mucho, mucho tiempo. Parece que la hora ha llegado para cumplirla. No conozco el lugar, por desgracia, pero eso no importa— estoy segura que los elementales y la estrella me guiará. No meteré mis narices con las peleas entre personas, pero iré a la capital real y luego a la capital este.]

 

Asentí firmemente. [¡Estoy contigo!]

 

[Entonces despiértame a la hora de la cena.] Alice dijo, cerrando sus ojos. [Voy a dormir. Y quiero un postre luego de mi comida.]

 

[Um… ¿Ruego su perdón?]

 

Ella se tiró a mis brazos. La atrapé y encontré que ya estaba bien dormida. Y ligera— increíblemente ligera.

 

Mi padre y Mina corrieron a nosotros, diciendo mi nombre. Puse mi dedo índice en mis labios y susurré. [¡Silencio!]

 

 

Esta batalla le había costado al imperio toda su armada sur— junto con cualquier esperanza de continuar la guerra, ya que no podía permitirse sacar fuerzas de sus otras fronteras. Por fin, por fin estábamos libres de marchar a la capital real. ¡Y tan pronto la retomemos, sería el momento de dirigirnos al este! ¡A donde Allen y Caren estaban!

 

Sosteniendo a la durmiente Alice en mis brazos, me llené con determinación renovada.

 

Caren, por favor mantente a salvo. Allen, esta vez yo te salvaré. Por favor espera un poco más.

 

Desde arriba, las nubes estaban deslizándose a través del cielo. Un fuerte viento, parecía, estaba soplando al oeste.

 

✽✽✽✽✽

 

La capital oeste era el corazón palpitante del Ducado Lebufera. Y en sus afueras, el jardín interior de mi casa estaba repleto con flores en floración.

 

Sonriéndoles desde su silla por la ventana estaba una bella elfa: la Duquesa Emerita Leticia Lebufera— o coloquialmente conocida como Duquesa Letty— quien había presidido dos generaciones antes de nuestro actual duque. Mientras levantaba su taza de té verde hacia mí, sus jades flequillos brillaban con un sublime encanto que no había cambiado en los pasados doscientos años.

 

[¡Maravilloso!] Ella exclamó. [No es de extrañarse que hayas hecho una fortuna con tus flores, Lord Solos Solnhofen. Por qué, debes ser el elfo más rico con vida ahora.]

 

[Desearía que no te burlaras de mí.] Respondí, frunciendo el ceño. [Cultivo flores como un pasatiempos personal— uno que me costa más dinero de lo que he ganado. ¿Yo, el elfo más rico con vida? No sé de dónde sacas esas ideas.] Ya que mis finanzas no eran pocas, difícilmente eran la envidia de las otras casas del oeste, o lo que sea que mi anterior oficial superior dijera. Igual, no me había llamado en décadas.

[¿En serio? Un astuto tipo como tú nunca se quedaría de brazos cruzados con un déficit.]

 

[Me sobrestimas. No soy más que un humilde margrave.] Objeté, un toque agitación salió de mi calma exterior. ¡¿Cómo había supuesto que había estado experimentando, tratando de encontrar una forma de exportar mis flores más allá de la capital real?!

 

A como los otros señores del oeste marchaban, mi casa había estado defendiendo nuestras fronteras desde la Guerra del Señor Oscuro. Dos siglos pasaron observando a las hordas de demonios a lo largo del Río de Sangre.  Y aunque habíamos pasado todo ese tiempo sin un conflicto mayor, no podía permitirnos detener nuestras preparaciones militares— una fuente de constantes dificultades financieras.

 

[¿No podemos hacer la paz con los demonios?] Gruñí.

 

[Imposible.] Vino la rápida respuesta de la Duquesa Letty. Aún estaba viendo fuera de la ventana. [Ni una sola alma en el reino se toma la reconciliación en serio. En todos estos doscientos años, solo el Comandante Estrella Fugaz lo ha intentado de verdad—]

 

Ella dejo de hablar abruptamente.

 

[¿Pasa algo?] Pregunté, girándome a ver fuera de la ventana también.

 

Algo estaba volando sobre nuestras cabezas. Y parecía estar acercándose, aunque mi vista no era bastante buena para distinguir lo que era. Sin embargo, mi antiguo superior, no tuvo tal dificultad.

 

[Bueno, sí.] Dijo. [Un Griffin oceánico verdad. Pensé que solo moraban en el este en estos días— y cerca del campo sagrado en el reino del Señor Oscuro. ¿Los fuertes del río han enviado una noticia?]

 

[No.] Respondí. [Y con los lideres de todas las grandes cases del oeste en la capital real, debatiendo nuestra respuesta para el problema del este, los fuerzas a lo largo del Río de Sangre están en alerta máxima. Dudo que algo pueda pasar desapercibido.]

 

[Supongo que no.] La Duquesa Letty coincidió. Aunque se había retirado de las líneas frontales hace cien años luego de un cierto incidente, no había perdido ninguna de las proezas marciales y rápido actuar que la había hecho una grande entre los grandes durante la guerra. Una vez había incluso cruzado espadas con el Señor Oscuro. La nobleza del oeste aún la tenía en alta estima.

 

Pronto, mis ojos pudieron ver el distintivo cuello largo del Griffin y el plumaje esmeralda azul. Aleteando frenéticamente, haciéndose paso hacia nosotros con una pronunciada falta de elegancia— quizás estaba herido, o quizás estaba cansado. ¿Y… era una persona en su espalda?

 

Una docena o más de mi gente salió al jardín con lanzas, arcos, y trincheras en mano.

 

[¡Alto al fuego!] La Duquesa Letty gritó. Luego salió por la ventana para llegar al centro del jardín interior. Dudé en seguirla.

 

El Griffin era visible ahora, descendiendo hacia nosotros. La Duquesa Letty retraso su descenso con un rustico movimiento de su mano izquierda, y llego a reposarse a la par de un viejo árbol marchitado. Su maestría en levitación nunca fallaba en impresionarme. El cansado Griffin levantó su cabeza, amenazándonos. Como pensé, tenía un jinete— una chica de los hombres bestias usando un uniforme de la Academia Real, pero sin boina y con una daga en su cintura. No se movía. Por su cabeza caída y ojos cerrados, asumí que estaba inconsciente.

 

[Me asombra que algún Griffin oceánico verde se permitiera ser montando.] Dije, luego noté la forma en que mi anterior superior miró a la criatura. [¿Letty, señora? ¿Ocurre algo?]

 

[Conozco este maná.] Ella le murmuró al Griffin. [¿Puede ser del linaje de Luce?]

 

Hace dos siglos, habíamos volado como el viento en batalla bajo el mando de la legendaria Estrella Fugaz del clan lobo. Y Luce, un Griffin oceánico verde con plumaje blanco, había sido nuestro líder.

 

Con calma, la Duque Letty dijo. [No quiero dañarla. ¿Confiarás en mí?]

 

El Griffin la miró… luego bajo su cabeza, gentilmente levantando a la chica en su espalda, y la reposó en los esperantes brazos de la Duquesa Letty.

 

[Tienes mi agradecimiento.] Ella dijo cortésmente. Luego se giró y gritó. [¡Solos! ¡Prepara un cuarto y llama a un doctor! ¡Y otro para este Griffin!]

 

[¡Sí, señora!] Respondí, entrando en razón otra vez, y corrí para arreglar un cuarto.

 

Detrás de mí, oí a la Duque Letty murmurar. [Esta chica es del clan lobo, como él lo era. Y… Y esta daga…]

 

Me sentí extrañamente feliz. Algo estaba por empezar a moverse— algo que se había detenido en esa inolvidable batalla en el Río de Sangre.

 

✽✽✽✽✽

 

[¿Dónde estoy?] Gruñí. No reconocía el cuarto en el que había despertado, y la madre Griffin no estaba conmigo. La luz lunar pasaba entre la ventana, lo cual me daba una vista de un jardín exterior.

 

Me senté y me di cuenta que estaba usando un desconocido vestido de noche verde.

 

[¿Qué le pasó a mi uniforme de la Academia Real?] Me pregunté. [¿Alguien me lo cambió?]

 

Había llegado a la capital oeste— eso era seguro. Pero tanto la madre Griffin y yo habíamos estado en nuestras últimas luego que una tormenta nos atrapara en medio vuelo. Habíamos establecido un curso para la mansión que el dispositivo de mi padre había señalado, y luego…

 

[¡Mi daga y el reloj de bolsillo de Allen!] Grité, recordando lo que era más importante. Viendo alrededor con pánico, los encontré yaciendo en una mesa redonda al lado de la cama, así que me estiré para tomarlos. Podía sentir el gentil maná de Allen mientras pasaba mis dedos sobre la vaina de la daga. Su hechizo de apoyo aún tenía efecto, a pesar que pudo haber estado bajo de maná cuando me noqueó. Casi puedo oír su gentil voz diciendo. [No te preocupes, Caren: yo te protegeré.]

[Allen, idiota. Gran estúpido idiota.] Murmuré. Entonces, [Nii-san…] Mientras abrazaba la daga y el reloj en mi pecho y cerraba mis ojos.

 

No. Puedo llorar luego. Mi deber es primero.

 

Justo entonces, oí un leve toque, y la puerta se abrió. Me giré a ver y vi a una hermosa mujer elfa entrar al cuarto, llevando una muda de roba. Su verdoso cabello jade se colgaba sobre sus hombros y su cuerpo estaba tan perfectamente proporcionado que parecía como una diosa salida de los viejos mitos. Su delgada ropa verde pálido era de la calidad más fina.

 

Cuando me vio, la mujer sonrió serenamente y dijo. [Vaya, te has despertado.]

 

[U-Um…] Dudé, confusa, mientras caminaba a mi lado, se sentó en una silla de madera y puso la muda de roa en la mesa redonda.

 

[Oh, no temas.] Ella continuó, agitando su mano izquierda. [Hice que las maids cambiaran tus ropajes y los lavaran también. Puedes agradecerles luego. También he puesto a descansar al Griffin.]

 

[M-Muchas gracias.]

 

Gracias a Dios; lo logró también.

 

La mujer acercó su silla. [Ahora, las chicas del clan lobo usando los uniformes de la Academia Real se ven rara vez en la capital oeste— especialmente no en un Griffin oceánico verde. Y entonces tienes tu daga. Quién creó—]

 

[¡Vicecomandante!] La voz de un hombre dijo desde el corredor. [¡¿Dónde está?! ¡Es hora de irnos!]

 

[Ya me está apurando.] La mujer se quejó, chasqueando su lengua. [Algunos hombres necesitan más atención de la esperada. ¿No estás de acuerdo?]

[Yo… supongo.] Respondí, asombrada.

 

Entonces la puerta se abrió otra vez y un hombre elfo entró. Tenía un cabello rojizo, usaba una túnica de hechicero de color verde y blanco con una espada colgando de su cintura, y parecía estar en un apuro. Ignorando mi confusión, se le paró a la mujer y gritó. [¡De prisa, señora! ¡Por favor! ¡Sus Altezas Reales el príncipe de la corona, la princesa y Su Alteza el Duque Lebufera ya están reunidos en la residencia principal de su casa, al igual que los dos marqueses, los otros margraves y todos los jefes! ¡Espero que se dé cuenta que este consejo decidirá qué curso tomará el oeste!]

 

[No temas.] La mujer dijo. [Tienes una reputación que defender. Oh Lord Solos Solnhofen— no hay persona en el oeste que no sepa de tu valentía. Y ya sea que vaya o me quede, la armada no saldrá. A lo sumo, asignarán una fuerza de los caballeros del rey para la capital real. ¿Qué más tedioso que un consejo con una conclusión olvidable?]

 

El hombre gruñó. [T-Tiene un punto. Sin embargo…]

 

Mi corazón saltó. ¿Las casas del oeste no van a luchar? ¡Y Lord Solnhofen! ¡Él es el margrave que se supone que debo de contarle del Antiguo Pacto!

 

La mujer observó mi cambio de expresión con una amplia sonrisa que se extendía en su rostro. [Como lo veo, nuestra invitada aquí importa más que una tonta asamblea.] Dije. [¿No estará de acuerdo?]

 

[¿Huh?] Balbuceé, asombrada. [¡S-Sí!] Asentí, luche por levantar el sello que había colocado en la tapa del reloj de bolsillo. Los dos elfos liberaron un apreciado “Oh-ho…” y “Qué fina fórmula” en conjunto mientras retiraba el trozo de un trapo negro de su escondite.

 

[Lord Solnhofen.] Dije, mirando al margrave a los ojos. [Soy Caren, hija de Nathan y Ellyn del clan lobo, y he venido de la capital este para hacerles una urgente petición. ¡Por favor, lléveme a ver a la Duquesa Emerita Leticia Lebufera, el Vendaval Esmeralda, ya!]

 

[Muy bien.] El margrave murmuró, mirándome. [Desde la capital este, dices.]

 

La mujer no dijo nada.

Me incliné profundamente, sosteniendo el trapo negro, y declaré. [¡Invoco el Antiguo Pacto!]

 

Ambos se pusieron rígidos como si les hubiera dado un toque eléctrico. Luego la mujer se levantó inestablemente de su asiento y puso sus manos sobre las mías, murmurando. [¿P-Puede ser? P-Puede… Puede tal cosa—]

 

[¡Letty, señora!] El hombre gritó, su voz temblaba mientras se giraba a ella. Se veía como que estaba al borde de las lágrimas.

 

Él la llamó “vicecomandante” antes, y ahora “Letty.” Puede ser ella…

 

Solté el trapo negro y la mujer de inmediato lo apretó en su pecho. [¡Oh!] Ella sollozo mientras lágrimas empezaban a bajar de sus mejillas. [¡Oh! ¡Oh! ¡Mi… mi Allen finalmente ha… finalmente ha vuelto a mí! ¡Dos… doscientos años he esperado! ¡Esperado y esperado por este día!] Lloraba como una pequeña, mojando el suelo con sus lágrimas.

 

Cerca, los hombros del margrave se agitaron. [Nunca pensé… que viviría para ver este día.] Él murmuró, presionando una mano sobre sus ojos.

 

Por un rato, llantos llenaron el cuarto. Entonces la mujer se paró con calma y secó sus rojos ojos con su manga. [Perdona mi vergonzoso actuar. Soy Leticia Lebufera, anterior segundo mano de la Brigada de la Estrella Fugaz y retenedor del ducado de mi casa por las dos pasadas generaciones. Llámame Letty. Ahora, O Caren, ¿qué desean los hombres bestias? ¿Ayuda para la capital este, presumo?]

 

[¡No!] Respondí de inmediato, levantándome bajo la mirada de esta leyenda viviente.

 

Ambos elfos me dieron miradas escépticas.

 

[¿No ayuda para tu ciudad?]

 

[Entonces, ¿para qué invocarás el Antiguo Pacto?]

 

[Deseamos…]

 

Les conté nuestra petición nunca soñada y nuestro predicamento.

 

Silencio llenó el cuarto. Luego, tranquilamente, pero con la inequivocable intensidad, el margrave dijo. [Señora, esto… la forma que todo se alinea… debe ser un milagro. ¡No lo merecemos, pero… pero el comandante aún nos está llamando!]

 

[Apenas puedo creerlo. Luego de doscientos años… los hombres bestias tomaron la misma elección que el tomó.] Un fresco flujo de lágrimas mojó las mejillas de la Duque Letty y temblaba violentamente. Siguió secándolos mientras continuaba. [Lo sé. ¡Oh, lo sé! Esto es nada más que una coincidencia. ¡Estos insuperables temblores y espontaneas lágrimas no son más que sentimentalismo! Este mundo está privado de dioses. Ningún gran poder escogería a las personas equivocadas para morir— escogería robarme para siempre aquel que me sacaría de la oscuridad cuando era llamada la “niña maldita de los Lebuferas” y le mostraría a mis jóvenes ojos que la vida valía la pena vivirla.]

 

En mi mente, vi a dos chicas, una con cabello escarlata y la otro con cabello plateado. De pronto, todo tenía sentido— la sollozante “chica” frente a mí era igual que Lydia y Tina.

 

[¡Aunque!] La Duquesa Letty gritó. [Aunque… ¡Aun así!] Había terminado de limpiar las lágrimas de sus ojos— había fuerza en ellos ahora, y un fujo de emociones en su voz. [Toda mi larga— muy, pero muy larga— vida desde la Guerra del Señor Oscuro ha sido para este día— para este momento.]

 

El margrave mantenía su mano sobre sus ojos mientras decía. [Perdón; debo preparar una batalla.] Y dejo el cuarto. Tan pronto como estuvo en el corredor, libero un largo y ruidoso grito de exaltación.

 

Comportamos una mirada con la Duquesa Letty y ambas sonreímos. Luego la leyenda élfica se enderezó y dijo. [Hace doscientos años y más, en las orillas del Río de Sangre, hice un juramento al único señor que siembre tendré mientras viva— un juramento que, aunque sea viejo, debo cumplir. ¡Ahora yo, Leticia Lebufera, una vez segunda al mando de la Brigada de la Estrella Fugaz, afirmo que yo… yo concederé tu deseo!] Ella se pausó y preguntó. [¿Puedes caminar?]

 

[¡Puedo!]

 

[Bien. Vístete. ¡Y luego… acompáñame!]

 

[¿Huh? ¿A-A dónde?] Pregunté, con menos seguridad de la que me habría gustado. Debía estar más cansada de lo que me había dado cuenta.

 

La Duquesa Letty sonrió. [¿A dónde más que la casa principal de los Lebuferas? ¡Vaya, por ahora, deben haberse cansado de esperar y empezado el consejo sin nosotras! Oh, y una cosa más; O Caren, muéstrame tu daga en el camino. Es una antigua hoja— un regalo de los Gemelos Celestiales para mi única y sola Estrella Fugaz.]

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