Capítulo 5
El Asesinato de la Princesa
Ese día, el
Reino de Clays se agitó desde su núcleo. Los minotauros eran monstruos que
usualmente habitaban en el Abismo, las capas más profundas del mundo más viejo
del calabozo, el cual estaba localizado en la capital real: el Calabozo del
Perdido. Aunque, sin noticia o advertencia, uno había aparecido en el corazón
de la ciudad.
Este
Minotauro expresamente había atacado a la Princesa Prodigio, quien había
regresado de su expedición de las capas medias del calabozo. Para colmo de
todo, una poderosa barrera se había manifestado al mismo tiempo, físicamente
restringiendo a la Princesa Lynneburg y dejándola indefensa.
Los
Guardabarreras, guardias elites estacionados en la entrada del calabozo, tenían
a todos, menos un hombre, muertos. Sin embargo, le debían a un solo civil quien
rápidamente intervino y mató al Minotauro, la Princesa logró apenas escapar con
su vida.
[¿Es cierto?
¿Alguien invoco un Minotauro dentro de la ciudad?]
[Sin duda, Su
Alteza. La misma Princesa Lynneburg, la única testigo superviviente, testificó
que un tipo de magia de invocación fue usado.]
Al escuchar
Darchen, el jefe de personal de la Orden de Caballeros Reales, entregó su
reporte, la princesa apretó sus dientes. [Entonces el acto fue intencional.] Él
dijo.
[Como
tememos.] Darchen respondió. [El anillo de un mago, el cual sospechamos fue el
catalizador para la invocación, fue encontrado en la escena. Creemos que ha
sido usado por un mercante del Libre Estado Mercantil Sarenza. Oken, el
Soberano del Hechizo, capitán de nuestro Cuerpo de Magos, lo examinó y dijo que
había sido llenado por una piedra de maná de pureza extremadamente alta. Tan
pura, en efecto, habría sido imposible encontrarla a la venta en el mercado
abierto.]
Diciendo eso,
Darchen sostenía un fragmento purpura de una gema.
[Ya veo.]
Dijo el príncipe.
Magia de
invocación era una avanzada rama de la magia que requería una piedra de maná de
alta pureza y un complicado círculo de invocación grabado a una exacta punto
por un mago de alto rango. Por eso, una piedra de maná capaz de sellar a un
Minotauro— categorizado como un Especial A, amenaza clase Catástrofe— no era
algo que el dinero pudiera comprar, no importa lo rico que fueras. Sin decir
que solo unas cuantas selectas entidades tenían los medios para lograrlo sobre
todas las demás.
[De acuerdo a
Oken.] Darchen empezó. [Los rastros del patrón del hechizo que quedaron en la
piedra de maná le recordaron algo del Imperio Mágico de Deridas. Dijo que tenía
un fuerte parecido a los diseños producidos por su estado de arte en
instalaciones de manufacturación de herramientas mágicas. También dijo que
sellar a un Minotauro en un espacio del tamaño de un anillo estaba dentro de
las posibilidades, probo que esa usaba una piedra de maná con una gran pureza
comparable a la Teocracia del Corazón del Demonio de Mithra.]
Mientras
Darchen continuaba su reporte, la expresión del príncipe se nublaba. Los tres
países que había acabado de nombrar eran esos que rodeaban al Reino de Clays.
Al oeste, la Santa Teocracia de Mithra. Al este, el Imperio Mágico de Deridas.
Y al sur, el Libre Estado Mercantil de Sarenza. De ellos, Deridas actualmente
era el poderío más fuerte en el continente, y el país que actualmente estaba
poniendo más presión política en el Reino de Clays.
[¿Están
buscando la venganza?] El príncipe murmuró.
Por los
pasados años, el Imperio Mágico de Deridas había estado mejorando su milicia
debido a los rápidos avances tecnológicos en el campo de la manufacturación de
herramientas mágicas. Al mismo tiempo, había usado ese nuevo poder para
expandir su territorio al invadir y tomar pequeños países alrededor.
También le
habían hecho indignantes demandas al propio príncipe del Reino de Clays,
sabiendo de sobra que lo que estaban pidiendo sería imposible.
“Renunciaremos
a los derechos del calabozo de tu país. En cambio, tomaremos prestada su
milicia.”
El Reino de
Clays era un pequeño país que se apoyaba en dos particulares activos: los
abundantes recursos naturales producidos por su calabozo, y las personas que
los reunían. Si ese fundamento fuera a ser arrebatado, entonces el mismo país
dejaría de funcionar.
Naturalmente,
el padre del príncipe había respondido a la altura.
“Este es
nuestro país. Nos defenderemos solos.”
Por fortuna,
el actual emperador del Imperio Mágico no fue tan disuadido. Este incidente con
el Minotauro evidentemente había sido su respuesta, y la intención era clara—
venganza y amenaza. Al menos, esa era la explicación que tenía más sentido en
la mente del príncipe.
[No.] Él
murmuró. [Eso no puede ser todo.]
Hasta ahora,
las acciones del imperio nunca habían superado la vergüenza, pero el
significado detrás del ataque de hoy lo colocaba en otro nivel.
La hermana
menor del príncipe, Lynne, estaba, de acuerdo a la ley del Reino, realizando
actualmente sus pruebas para el ritual de sucesión al trono. Como resultado,
dependiendo del tiempo y lugar, estaría indefensa y sola. Los perpetradores
detrás de este incidente especialmente habían ido por esa oportunidad y tentado
contra su vida. Lo que es más, incluso habían ido tan lejos como para cegarla
con una poderosa barrera al momento que invocaron al Minotauro.
Claramente,
habían intentado eliminarla, y su plan había sido planificado y ejecutado
meticulosamente. Aunque a pesar de eso, también habían dejado evidencia. Los
hechos no eran claros. Casi era como si no le importara que fueran descubiertos.
Como si estuvieran buscando una pelea.
En otras
palabras…
[Este acto de
terrorismo contra mi hermana no fue tanto como una amenaza contra nuestro país
sino una provocación. Desean que les declaremos la guerra.]
[Me temo,
príncipe… que puede estar en lo cierto.] Darchen respondió.
La primera
princesa, Lynneburg, hubiera sido asesinada, entonces todo el Reino de Clays
habría sido forzado a ir por el culpable. Y con ese rastro fragante de
evidencia que había sido dejado atrás, hacerlo así habría sido más fácil.
Después de
todo, el culpable básicamente se había anunciado al mundo por nombre.
Sin embargo,
usando eso como una base para presionar a otro país por respuestas, más allá de
la duda, se arrancaría la guerra. Es decir, exactamente lo que el culpable
querría.
[Quieren
instigarnos.] Murmuró el príncipe. [Entonces aplastarnos en un conflicto
directo e inventarse un falso pretexto para tomar nuestro calabozo y sus
recursos.]
Tanto como el
culpable concernía, no importaba si el asesinato era exitoso o no. El Imperio
Mágico de Deridas había dejado innegable evidencia, pero todo para que el Reino
de Clays tomará represalias.
No por
décadas— no, no por un siglo que el Reino de Clays había experimentado tal
injusto acto de entrometimiento a manos de otro país. Era similar a un acto
directo de agresión. No importa cómo lo vieras, la culpa yacía en el culpable.
Sin embargo, tratar de usar eso como una prueba para hacer una apelación con
los países aledaños sería…
[Fuera de
cuestión.] El príncipe dijo en voz baja.
En efecto, el
Reino de Clays, el cual poseía una abundancia de recursos de su calabozo,
actualmente estaba rodeado por tres grandes países.
Al este yace
el Imperio Mágico de Deridas, un país fundado por su tecnología única, ciencia
mágica, la cual se apoyaba de los grandes depósitos de recursos naturales
encontrados en sus cordilleras, tales como minerales mágicos.
Al este yace
la Santa Teocracia de Mithra, la cual poseía una barrera tecnológica de gran
escala trasmitida por una divina revelación y capaz de salvaguardar todo un
país.
Finalmente,
al sur yace el Libre Estado Mercantil de Sarenza, un país que se jacta de la
economía más grande del continente debido a su extensa red de mercantes y
continuos negocios con naciones fuera del continente, también como una
impresionante capacidad de espionaje gracias a su gran movilidad de caravanas
armadas.
El Reino de
Clays tenía tratados mutuos de no agresión con los tres países. Sin embargo, a
como van las cosas, no puedes llamarles aliados— no del buen sentido. Esto era
porque la relación entre ellos y el Reino ahora era diferente de cómo lo había
sido cuando los tratados fueron firmados.
Hasta ahora,
todos los cuatro países habían mantenido una lucha equitativa por poder. Cada
uno jugaba con sus propias fuerzas, y lo que sea que a cualquier país le
faltada lo compensaría al comprometer un tratado y negociaciones con los otros.
Para los países, así era como la paz entre ellos había sido mantenida.
Sin embargo,
en años recientes, este cómodo y largo equilibrio había colapsado como
resultado de la nueva prosperidad del Imperio Mágico. Ya que su actual
emperador había entrado en vigor, había encontrado los medios para aumentar más
su poder militar con ciencia mágica, y rápidamente había adquirido más y más
poder.
Entonces,
usando sus invasiones y anexiones de los incontables países pequeños que lo
rodean como una oportunidad, el Imperio Mágico se había aliado con Mithra y
Sarenza, y los tres habían empezado a hacer irrazonables demandas al Reino de
Clays, el cual tenía una débil posición geopolítica. El objetivo del Imperio
era claro: quería el calabozo del Reino y los recursos que conllevaba.
Para el
Imperio, el cual había ganado su poder a través de la investigación reliquias
del calabozo, el Calabozo del Perdido era un recurso tentador de incluso más
poder. En cuanto a Mithra y Sarenza, ellos estaban observando la actual
situación de cerca, esperando su momento.
Ahora que el
equilibrio había sido roto y la mutua postura era una cosa del pasado,
cualquier vulnerabilidad mostrada por el Reino de Clays sería aprovechada sin
miramientos. Dicho de otra forma, el Reino— y solo el Reino— estaba jugando un
juego con una desventaja. Para empezar, estaba geográficamente en una posición
donde, si los otros tres países escogían cooperar e invadir, no se podría hacer
nada para detenerlos.
Como están
las cosas, estamos jodidos.
Desde el
punto de vista del Reino, no podrían estar en peor estado las cosas. Estaban
rodeados, y cada uno de sus vecinos estaban al filo de convertirse en un
enemigo.
[No es que no
entienda lo que mi padre está pensando.] El príncipe murmuró. [Es solo…]
Su padre era
un hombre estricto e inflexible, quien había rechazado cada irrazonable demanda
hecha por el Reino. De menos a más, para el ocasional que era completamente
inmortal, nada había tomado la aprobación de su padre.
En la mente
del príncipe, era perfectamente apropiado, incluso, solo tener un rey. Sin
embargo, el hecho quedaba que también había llevado a una gran fricción. Debido
al inflexible sentido de la razón del rey, porque se había posicionado y
rechazado ceder, la relación entre el Reino y sus vecinos, poco a poco, se
había deteriorado.
Como
resultado, Lynne había sido atacada— un acto dirigido a atemorizar al rey quien
nunca había cedido ante su presión.
[Nuestro
reino está al borde de la crisis.] El príncipe dijo.
El culpable
quien había orquestado el ataque de hoy estaba esperando que una tormenta
estallara en los ciudadanos del Reino— y que había sido una clara provocación
que significaba que la persona responsable ya estaba preparada para lo que
vendría después. En conclusión, hoy no había sido nada más que una señal; este
era solo el inicio.
Un solo
pensamiento tomó residencia en la mente del príncipe.
No podemos
perder un solo momento.
[El ataque de
hoy no será el último.] él dijo. [Tenemos más amenazas esperándonos, acechando
en las sombras— más elaboradas trampas durmiendo dentro de nuestro reino.
Empiecen investigaciones con ellas de inmediato.]
[Sí, Su
Alteza.] Darchen dijo.
[Y.] El
príncipe añadió, que había otro problema sin resolverse. [En cuanto al hombre
que salvó a Lynne…]
“Lynne” había
sido el apodo de la Princesa Lynneburg desde la infancia, y el príncipe aún lo
usaba hoy día. Personalmente ella le había contado los eventos del ataque de
hace un rato. De acuerdo a ella, un hombre había confrontado al Minotauro, un
monstruo del abismo, solo, y se había ido sin un rasguño luego de asesinarlo.
Pero tal cosa
era imposible— ese había sido el primer pensamiento que se cruzó en la mente
del príncipe al escuchar la historia de su hermana. Si no es imposible,
entonces estaba más allá para creer en su habilidad; todo lo que había
aprendido y todo su sentido común lo aseguraban.
Lynne había
dijo que el hombre fácilmente había rechazado decenas de los duros ataques del
Minotauro. Que lo había hecho con nada más que un sable producido en masa de
los guardias. Ese había sido toda la conversación que había pasado hace diez
segundos.
También había
dicho que, mientras se había quedado inmóvil observando su rápido ir y venir,
el golpe final había llegado del hombre. Había rechazado un hacha de metal lo
suficientemente larga para romper el muro de un edificio con nada más que el
roto mango de una espada de una sola mano, decapitando al Minotauro con su
propia espada.
El sentido
común indicaba que su historia era, en cualquier sentido, imposible. Si,
hipotéticamente, tal hombre en verdad existiera, entonces significaría que
poseía la habilidad más grande para un combate que los Seis Soberanos tenían en
su juventud. Su equipo de seis había, en el pasado, luchado contra un Minotauro
en el Abismo. Liderados por el actual real en una expedición al Calabozo del
Perdido, se habían encontrado a la bestia por casualidad. Su equipo había
consistido de solo aventureros de Rango S y su reputación ya había sido
legendaria, aunque todos se habían resuelto a la posibilidad de morir; incluso
Dandalg el Inmortal, el guerrero y tanque del equipo.
De acuerdo a
ellos, los Minotauros se jactan de una piel de pies a cabeza que es más dura
que el acero. Incluso sus ojos eran robustos, impermeable a las flechas y
espadas.
Por suerte,
habían sido capaces de dañar a la bestia con la magia de Oken, el El Soberano
del Hechizo, y la Hoja Oscura del rey, una reliquia de un calabozo. Incluso
así, su equipo apenas había ganado. Cortar a un solo Minotauro les había tomado
toda su energía. Luego, habían abandonado el tesoro bajo sus narices, y huyeron
a casa.
El cuento era
uno viejo, y ahora que los Seis tenían más experiencia en sus haberes, el
príncipe estaba seguro que otro encuentro iría sin más. Sin embargo, la lección
quedaba; los Minotauros eran una amenaza de la más grande calaña.
Aunque, Lynne
le había contado al príncipe que un joven había matado a uno solo, como un
héroe de cuento de hadas quien había salido directamente de una historia. Lo
encontraba bastante difícil de creer.
[Mi hermana
debió haber estado confundida.] El príncipe dijo. [Por el momento, deberíamos
calmarla. Le preguntaremos luego lo que pasó otra vez.]
La princesa
había, después de todo, estado en una situación de vida o muerte. Debió haber
sido el prodigio más gran que el Reino hubiera tenido, habiendo llegado al
Rango Plata a la edad de catorce— más pronto que el mismo príncipe— pero un
poco de confusión era inevitable. En fin, nunca había enfrentado la muerte
antes.
El príncipe
incluso había jugado con la posibilidad que la bestia no había sido un
Minotauro real, pero esa sospecha ya había sido mitigada. Uno de los Seis
Soberanos— Sig, el Soberano de la Espada— había examinado el cuerpo del
monstruo y quitó toda duda.
Las cosas no
estaban saliendo. La única cosa que parecía tener sentido para el príncipe era
que la fantástica figura de historieta de su hermana en verdad existiera.
[¿Descubriste
a dónde fue el hombre?] El príncipe preguntó. [Nuestros hombres quienes
corrieron a la escena lo vieron, ¿verdad?]
[Eso es.]
Darchen respondió. [Lo vieron, sí, pero…]
[¿Pero? Pero
¿qué?]
[De acuerdo a
ellos, se desvaneció ante sus ojos, como un fantasma. No pudieron rastrearlo a
dónde se fue después.]
[¿Qué? ¿Qué
se supone que significa eso? ¿Me estás diciendo que nuestro cuerpo de
reconocimiento elite, bajo el comando de la misma el Soberano de las Sombras,
tuvo a este hombre bajo sus narices y lo perdieron? Qué clase—]
“¿Qué clase
de elite son?” era lo que el príncipe había estado por decir, pero se detuvo.
Sabía de sobra que sus subordinados eran excepcionales.
[Entiendo tu
preocupación, Su Alteza.] Darchen dijo.
[De acuerdo a
sus reportes, desapareció sin dejar rastro. Pero estaban seguros que lo
vieron.]
[Es decir, el
hombre fue bastante bueno como para perderlos, incluso mientras estaban usando
sus habilidades de percepción.]
[Eso me temo,
Su Alteza.]
¿Quién
carajos era este hombre? Era bastante fuerte para matar a un Minotauro solo con
facilidad, y rápidamente perdió al cuerpo de reconocimiento elite del Reino.
Que faena. ¿Tal persona realmente había estado en la capital real? ¿Qué estaba
pasando aquí?
La fricción
entre el Reino de Clays y sus vecinos había llegado al punto de ebullición.
Justo aquí, dentro de la capital real, algo había empezado.
[Muy bien.]
El príncipe dijo. [Continúen con sus investigaciones. No pierdas un momento.]
[De una vez,
Su Alteza.] Darchen respondió. El viejo hombre se inclinó rápido, entonces se
retiró, en seguida.
[Necesitamos
acelerar nuestras contramedidas. Para todo. De una vez.]
El príncipe
no tenía la información necesaria— no la suficiente— y lo estaba agitando. El
ponente ya había movido ficha— un audaz y crudo movimiento que hablaba del
desapego de ser descubierto. Solo podía significar una cosa.
[Ya estamos
en nuestro límite…]
La guerra se
venía. Pudo haber empezado ya.
Tenía que
decirle al rey. Pero, no, su padre era un hombre perceptivo; pudo haberse dado
cuenta ya hace un tiempo y hecho arreglos. Aunque, la mente del príncipe se
abatía; no podía dejar de pensar en el salvador de su hermana.
[¿Quién pudo
ser…?]
Si el hombre
no era su enemigo, sería tranquilizador. El príncipe esperaba que ese fuera el
caso; el hombre había, después de todo, salvado la vida de su hermana.
Aunque, en
cuanto ahora, el hombre ya no era más que un misterio no identificado. Era muy
extraño. Para empezar, si era tan fuerte, ¿cómo fue que nadie había oído de él
antes? Y su no fuera un enemigo del Reino, ¿por qué había huido sin dar su
nombre? Esa pregunta hacía difícil considerarlo un aliado.
[Pensar
positivos no nos llevará a ninguna parte.] El príncipe murmuró.
Aunque era
situaciones como esta que te hacía querer aferrarte al positivo pensamiento. Como
si se quitara ese pensamiento, el príncipe agitó su cabeza. En su posición, no
podía poner su fe en tales cosas.
[Mírame,
perdiendo mi tiempo fantaseando en si todo lo que mi hermana dijo es cierto.
Debo lucir como un tonto.]
En la
historia de Lynne, el hombre había aparecido de la nada en un momento de
crisis, y salvó el día. También pudo haber sido un héroe de leyenda así de
estereotipado.
[Primero lo
primero, debo calmarme y pensar.]
Aunque otra
variable se había añadido a las que ya estaban dando vueltas en la cabeza del
príncipe. Tomando profundos respiros para calmar su sobrecargada mente, tomó
asiento en una silla en su oficina y se perdió en sus pensamientos, tratando de
darle sentido al complejo tablero de juego el cual se le había presentado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario