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Prólogo

 

[Tarde.] Me molesté. [Muy tarde. ¡Si el profesor espera que las personas vengan cuando las llama, necesita trabajar en su puntualidad!]

 

[Finalmente coincido, Lady Teto, pero por favor recuerdo que no estamos solos.] Mina Walker, la segunda maid con más rango en servicio de la Casa Ducal de Howard, me advirtió en un susurro. Las maids de los duques me habían estado protegiendo— Teto Tijerina— y mis compañeros de investigación desde nuestra llegada a la capital real. El profesor era el líder de nuestro departamento en la universidad, y uno de los hechiceros más prominentes del reino.

 

Mirando sobre mi hombro, vi una docena o más de caballeros en una mezcla de uniformes rojos y azules parados a una corta distancia de nosotros. Pertenecían a los Órdenes Escarlata y Azure— tropas elite al servicio de los Duques Howard y Leinster, respectivamente— y estaban observándonos inquisitivamente con la luz de las lámparas de maná portables.

 

[Sí, Mina.] Dije, inclinándome ante la maid. Siempre estuve impresionada por la forma en la que su rubio cabello se curvaba, y lo noté otra vez mientras ajustaba mi negro sombrero de bruja y fortalecía mi agarre en ambas mangas de mi túnica y mi báculo de madera.

 

Nos paramos arriba de una baja colina al este de la capital real. Un monótono escenario se extendía alrededor de nosotros, sin una sola casa a la vista. En el cielo nocturno se elevaba una luna creciente carmesí, uniéndose estaba una lluvia de cometas y meteoros, se suponía que ninguno había sido visto en doscientos años. Debajo de nosotros, el Gran Árbol en el centro de la Academia Real se elevaba sobre el nocturno paisaje citadino. Estaba segura que había visto más luces de lo que había hace unos días— una prueba tangible que mi vida estaba regresando a la normalidad.

 

Hace dos días, tres de los Cuatro Grandes Ducados del reino— los Howards, los Leinster, y los occidentales Lebuferas— habían unido fuerzas para liberar la capital real de una rebelión encabezada por los orientales de la Casa Ducal de Algren. Mis compañeros y yo habíamos estado impacientes por entrar a la capital este de una vez, pero Anko, el gato negro, familiar del profesor, había desechado la sugerencia y nos ordenó reconstruir las defensas mágicas de la ciudad. Mientras, nuestros aliados habían invocado la magia de teletransportación de los espíritus para que exitosamente entraran a la capital este. La insurrección al parecer terminó, aunque no sabía de los detalles— incluyendo qué había sido de mis senpais Allen y Lydia, a quienes admiraba.

 

[Da igual.] Murmuré, jugando con una trenza que mi compañera de cuarto había hecho por mí. [¿Por qué sellar este lugar? El profesor dio la orden, ¿verdad?]

 

[Siento decir que tampoco lo entiendo.] Mina respondió. [Es extraño, ¿verdad?]

 

Así que a pesar de su extensa autoridad en tiempos de guerra, la segunda al mando de las maids de Howard no sabía qué estábamos haciendo aquí. El profesor debió haberme llamado porque no podía arriesgarse que sus otros estudiantes descubrieran esto. Y eso significaba involucrar a ciertos alumnos de nuestro departamento, quienes se habían vistos envuelto en la rebelión.

 

Apreté mi agarre en mi báculo. Había sido un regalo de Allen, mi antiguo senpai en cuestión. También era uno de los mejores hechiceros en el oeste del continente, y su emparejamiento con Lady Lydia Leinster, la Dama de la Espada, lo había llevado a ser nombrado como su “Cerebro.” Era terco, y un poco malo— y la persona más amable que conocerías. Todos lo idolatrábamos. Siempre había hecho mucho por nosotros, y aún recordaba la promesa secreta que había hecho con el resto del departamento— ese día, encontraríamos una forma para pagarle.

 

¡¿Y qué estoy haciendo aquí parada?!

 

Justo cuando estaba molestándome, sentí una calidez en mi hombro izquierdo. [¿Anko?] Pregunté, asombrada. El familiar felino se me había subido antes que me diera cuenta que estaba allí.

 

Y si Anko ha regresado, entonces…

 

Oí a los caballeros detrás de mí, y la pequeña maid anunció. [Lady Teto, parece que nuestra espero terminó.]

 

Me giré a ver a un erudito de lentes cruzar el cordón de caballeros, ondeando su mano derecha mientras caminaba hacia nosotros. El profesor estaba vestido con un sombrero y una túnica de viaje. Cuando nos alcanzó, dijo, en su usual tono. [Perdón mi tardanza, Teto. Una insufrible conferencia se alargó. ¡Ni Walter, Liam o Leo tienen un buen ojo para mis esfuerzos! Demandaron que viniera a marcha forzada desde la capital real, ¿y qué fue lo que recibí? Un montón de acusaciones de Su Alteza Real y una irrazonable demanda tras otra. Mina, gracias por proteger a mis estudiantes.]

 

[No son necesarias las gracias.] El hombre dijo. [Todos estamos deleitados de cuidar de los encantadores jóvenes y señoritas.]

 

A pesar del bochorno que su comentario inspiró, consideré las palabras del profesor con cuidado. Walter, Liam y Leo eran los Duques Howard, Leinster, y Lebufera; la capital imperial era la ciudad principal del Imperio Yustinian a nuestro norte; y por “Su Alteza Real” debió referirse a la Princesa Cheryl Wainwright.

 

[Perdón, Profesor.] Intervine. [¿Puedo hablar?]

 

[¿Hm? Sí, Teto. ¿Qué te gustaría decir?] Luego de una breve pausa, exclamó. [¡¿No me digas que te gustaría expresar más gratitud?!]

 

[No, el pensamiento nunca me cruzó la cabeza.]

 

El profesor gruñó, asombrado. [¿T-Teo? T-Te das cuenta que negocié un acuerdo de paz con el Imperio Yustinian y dejé a Graham— el mayordomo jefe del Duque Howard— finalizar el tratado. Diría que he logrado mucho.]

 

[No es suficiente. Por favor, deje de martirizarse.]

 

El profesor se quedó pasmado por un momento. Entonces dijo. [¿Por qué estoy maldito con estudiantes tan demandantes? Esa es una peculiaridad del carácter de Allen y Lydia que deseo no que emules. Oh, eso me recuerda— te tengo noticias urgentes.]

 

Mina y yo escuchamos ansiosas mientras se ponía recto y dijo. [Hemos estado en contacto con la capital este. Allen y Lydia están a salvo.]

 

Sentí un gran alivio que mis piernas estaban por ceder. Con un tierno “Lady Teto,” Mina intervino para apoyarme. Lágrimas nublaron mi visión.

 

Gracias a Dios. ¡Oh, gracias a Dios!

 

El profesor ajustó su sombrero mientras continuaba. [Las líneas de tren y las redes de comunicación entre la capital real y este aún están bajo construcción. Los Griffins de la Compañía Skyhawk pueden compensarlo, pero solo en una limitada capacidad, así que aún estamos trabajando para descifrar lo que pasó. Sin embargo, parece que Allen, Lydia y Lady Tina Howard salvaron la capital este.]

 

¡¿Otra vez, Allen?! ¡¿Por qué sigue pasando esto?! Y Lydia… debería estar bien, siempre y cuando estén juntos.

 

Podía sentir a Mina temblar mientras ella se apoya en mí. [Lady Tina, se hizo valer.] Ella murmuró en su respiración. [La señora estaría en la gloria si estuviera viva para oír esto.]

 

Su Alteza, Lady Tina Howard era la chica con la que Allen actualmente estaba trabajando de tutor. Como la hija de un tutor, en el extranjero se le habría dado un título menor. Aquí, sin embargo, llamábamos a los miembros de las Cuatro Grandes Casas Ducales que resguardaban el norte, este, sur y oeste de nuestro reino “Alteza” en referencia a su relación con la Casa Real de Wainwright. Los rumores decían que Lady Tina había lanzado su primer hechizo solo hace unos meses, aunque había conseguido el primer lugar en el examen de entrada de la Academia Real en la pasada primavera. Bueno, si lo había aprendido de Allen, era difícil de sorprenderse.

 

Me calmé y dije. [Profesor, ¿qué hay con Gil?]

 

[Parece que está a salvo.] Mi mentor respondió. [Al menos por el momento.]

 

Lord Gil Algren era mi compañero de clase, también un irremplazable amigo. Había compartido todas las idas y vueltas de mi carrera universitaria con él y mi compañero de cuarto, Yen Checker. No podía imaginarlo formando parte en tal ridícula insurrección. Pero aún era un Algren, así que dudaba que pudiera escapar del castigo por completo. Necesitaría consultarle a Allen al respecto.

 

[¿Nos iremos?] El profesor preguntó. [Nadie más puedo proceder luego de este punto. Mina, cuida que nadie lo haga.]

 

[Claro que sí.] La maid respondió. [Puedes depender de mí.]

 

[Profesor, ¿esto tiene algo que ver con Allen?] Demandé.

 

Renuente, mi mentor dijo. [Sí. Oí que una oleada de rebeldes viene para acá.] Con una dura mirada de lamento que rara vez había visto en su rostro, añadió. [Si llegan a entrar, tendremos un serio problema— peor que la reciente Gran Estupidez. Anko.]

 

El majestuoso gato negro libero un maullido. Lo siguiente que supe, el profesor y yo fuimos engullidos por una sombra a nuestros pies.

 

[Teto, está bien ahora.] Dijo.

 

[C-Claro.] Tímidamente abrí mis ojos, luego liberé un “¿Huh?” cuando vi que estábamos parados ante una simple lápida. El engravado se leía. [Aquí yace aquel que mantuvo su palabra cuando más importaba.] Una mirada alrededor revelaba una sombría barrera de inmenso poder, por la cual podía ver el Gran Árbol. Considerando que podía sentir el maná de Mina…

 

[¿Anko levantó un espacio de bloqueo de percepción sobre una gran área?] Pregunté en voz alta. [Y esta es una fórmula de hechizo de Allen, ¿verdad?]

 

El gato en mi hombro izquierdo maulló. Al parecer, lo entendí bien.

 

[La lápida es cosa de Allen.] El profesor añadió, asintiendo. [Se quejó que no pudo ofrecer flores y vino en las catacumbas de la academia, donde el cuerpo yace, ya que solo están abiertas para la realeza. Solo las pertenencias del muerto yacen aquí.]

 

[¿Qué?] Estaba estupefacta. ¿Desde cuándo la Academia Real tiene catacumbas? Era la primera vez que oía de ellas.

 

[Solo a los héroes nacionales se les permite un entierro aquí. Aunque si se le cree a Allen, él era el tipo menos heroico imaginable.]

 

[¿Entonces Allen conocía a esta persona?] Pregunté lentamente. Allen no tenía muchos amigos, debido a su baja posición social como un miembro adoptado del clan lobo, los celos de otros por sus asombrosos logros… y el hecho que Lydia se le había pegado como mosca en toda la universidad.

 

El profesor asintió. [Su nombre era Zelbert Régnier, el mejor amigo de Allen y el enemigo natural de Lydia. Cumplió su deber y salvó a la capital real de un demonio de cuatro alas. Al parecer, su última petición fue tener su lápida en esta colina. Y aunque la familia real objetó, Allen se rehúso a escucharlos. A como lo dijo, “Mi amigo arriesgo su vida para mantener la ciudad a salvo. Estoy obligado a mantenerle mi palabra.”]

 

[Suena típico de Allen.] Admití. El gran mago que admiraba tanto nunca perdería de vista lo que realmente era importante. [Y por qué está preocupado con— ¡Profesor!]

 

Un escalofrío paso por mi espalda mientras miraba siniestras líneas grises que empezaban a formar un diseño en la superficie de la catacumba. El maná que contenían era tan malévolo que me ponía los pelos de punta.

 

[¿Un símbolo de la Iglesia del Espíritu Santo?] Murmuré incrédulamente. Pero las íneas continuaban retorciéndose sobre la piedra… hasta que finalmente convergieron en una maléfica masa de enormes serpientes, las cuales nos miraron con vacíos. Para mi sorpresa, más placas de plomo geomáticas de las que podía contar se materializaron en el espacio vacío alrededor.

 

¿Escudos?

 

La criatura era un enigma. Aunque, una cosa era segura. [No sé lo que eres.] Dije, bajando el borde de mi sombrero, levantando mi báculo, y preparando talismanes en mi mano izquierda. [Pero este lugar significa mucho para Allen. ¡Y no soy tan endeble para dejar que la profanes y vivas para contarlo! Bego—]

 

[Teto, hazte atrás.] El profesor ordenó, con una fuerza que me arrebató el aliento.

 

Detuve el acto de lanzamiento de hechizo y me retiré medio paso. Al siguiente instante, los escudos flotantes se dispararon al profesor.

 

[Hmm… Así que le han añadido vestigios del Radiant Shield a la mezcla.] Se asombró. [En cuyo caso…]

 

[¡Cuidado!] Grité. Pero antes que las palabras dejaran mi boca, un rayo umbral había atravesado el ataque— junto con el cuarto principal de la criatura, el cual cayó al suelo en pedazos. La sangre no salió de sus heridas. En lugar, brillaban con una oscura luz cenicienta mientras la cosa se unificaba.

[Resurrection también, no.] Llegó un frío análisis. [Y juzgando por su forma…]

 

Las serpientes se levantaron y atacaron otra vez, con una velocidad y ferocidad que me atraparon por sorpresa. Estaba luchando por lanzar mis talismanes cuando el profesor levantó una mano para asegurar su sombrero y chasqueó sus dedos con la otra. Al instante, un cubo negro engullo a las serpientes, entonces se agitó hasta que se desvaneció por completo.

 

Un asombrado “¡¿Huh?!” fue todo lo que pude decir.

 

¿E-Eso fue un hechizo?

 

Recordé algo que Allen una vez me había dicho— que el profesor se merecía su reputación como el hechicero más grande del reino.

 

Una vez me había asegurado que las serpientes se habían ido todas, me volteé a mi mentor y grité. [¡Profesor! ¡¿Q-Qué carajos fue eso?!]

 

[Un regalo de despedida de la iglesia.] Respondió. [El poder del gran hechizo Stone Serpent. Y dudo que se detuvieran aquí. ¡Han descubierto el último lugar de descanso de Régnier!]

 

Estaba sin habla. Un gran hechizo era un asunto serio— tan serio para los oídos de un humilde estudiante. Y si la Iglesia del Espíritu Santo también estaba involucrada, entonces—

 

Sentí una nueva fuente de maná detrás de mí.

 

[¿Arreglaron todo esto?] El profesor demandó con un recelo sin par. [Si es así, te aplastaré.]

 

[Claro que no.] La respuesta llegó. [Lo habría hecho mejor. Además, debes de darte cuenta que solo fue un saludo.]

 

El profesor resopló.

 

El recién llegado era la última persona que hubiera esperado. Era un anciano con monóculo con una larga barca tan blanca como su túnica de hechicero— el actual líder de la corte de hechiceros y líder de la aristocracia conservativa, Gerhard Gardner. Todos sospechábamos que el se interpuso entre Allen y un dictamen de la corte de hechiceros. ¿Y qué estaba haciendo aquí?

 

Aún estaba preguntándomelo cuando Mina entro al espacio también. [Mis sinceras disculpas.] Dijo, se inclinó. [Dice tener noticias urgentes.]

 

[Urgentes, ¿verdad?] El profesor repitió, viendo a Gardner sospechosamente. No había nada amistoso en su tono. [Bueno, escuchémoslas.]

 

El viejo, sin embargo, estaba inmutable. [Vengo en representación de Su Alteza Real, el Príncipe de la Corona John.] Dijo un hecho.

 

El profesor arqueó su ceja. Aunque el Príncipe de la Corona John Wainwright era el siguiente a la línea al trono, había oído que prefería quedarse fuera de los asuntos públicos.

 

[La capital real necesita una limpieza para recibir al nuevo héroe.] Gardner recitó claramente en respuesta a una mirada del profesor. [No estuve aquí anoche.]

 

Sus palabras se quedaron en el aire hasta que, al final, el profesor demandó. [¿A qué viene esto?]

 

[Solamente realizaré mis deberes como un guardián y un Gardner. El Marqués Crom y Su Majestad, quienes se mantienen en el oeste, ya han dado su aprobación. Las barreras protegiendo el archivo del palacio de los libros prohibidos han sido parcialmente violadas, y los contenidos del archivo han sido saqueados. El Príncipe Gerard, quien había sido localizado en la ciudad, también está perdido.] Luego de una breve pausa, el hechicero de la corte pronunció. [Esos religiosos extremistas son demasiado peligrosos para dejarlo pasar.]

 

[Así que el enemigo de tu enemigo es tu amigo. Y tomarás la oportunidad para eliminar a tu facción de buenos para nada que ni siquiera tuvieron las agallas para estar en la Gran Estupidez. ¡Ha!] El profesor bajo la mirada levemente y ajustó sus lentes. Sus ojos brillaron vilmente mientras decía. [No es mal plan. El reino debe cambiar rápidamente— nuestro enemigo es el puro mal.]

 

[No comparto tu visión, y sigo convencido que eliminar a ese chico, Allen, de la corte de hechiceros fue la respuesta correcta. Pero la seguridad nacional es más una preocupación más latente. Y difícilmente puedes llamarlo a la capital real y mostrarle lo que se hizo aquí, ¿verdad? Al menos no hasta que sepamos más de nuestro enemigo y sus intenciones.]

 

Temblé, Allen era la persona más amable que alguna vez conocerías. Pero por la misma razón, puede ser la peor pesadilla si lo presionas de más. Cuando estaba furioso, nadie podría detenerlo. Y ahora la tumba de su difunto amigo ha sido profanada. Trataría de vengar esa mierda, incluso si todo el reino se fuera contra él.

 

[¡Te desprecio!] El profesor dijo. Entonces amargamente dijo. [Convenceré a los tres duques. Necesitaremos personal, y también poner a la Princesa Cheryl en un tren a la capital este rápido. Seguramente se opondrá.]

 

Los dos renombrados hechiceros se miraron en silencio. Luego jadearon.

 

[Muy bien, he entregado mi mensaje.] Gardner declaró. Con eso, se dio la vuelta y se fue.

 

¡Allen, esto es demasiado que soportar para mí! ¡Digo, solo soy una persona normal en el departamento!

 

[Lady Teto.] Mina me susurró al oído. [¿Puedo suponer que ningún hechicero que aprendiera su magia directamente de Mr Allen puede ser considerado precisamente “normal”?]

 

[¡¿M-Mina?!] Exclamé, sonrojada, pero mantuve mi voz baja. [¡N-No leas mi mente así!]

 

Anko liberó un maullido de exasperación.

 

El profesor, mientras, estaba en su mundo. [La pregunta es cómo mantener a Allen lejos de la capital real una vez el caos en el este se haya asentado.] Murmuró para sí mismos. [¡Claro! Simplemente lo enviaré al extranjero. Pero en ese caso, Lydia tendrá que estar involucrada en…]

 

Una vil sonrisa pasó por la cara de mi mentor.

 

[Ruego su perdón, Teto.] Dijo. [Pero requeriré de tu cooperación. Escríbele una carta a Allen y Lydia respectivamente.]

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