Full width home advertisement

Post Page Advertisement [Top]

 

Capítulo 2

 

El ángel blanco y negro que había usurpado el control del cuerpo de Lady Stella Howard se lanzó a mí, aleteando sus dos alas con perlas y dos con tinta. Incluso el adorable cabello plateado manchado con azul se había tornado en blanco y negro. Su listón azul se aflojó y voló a lo alto de aire mientras un viento oscuro envolvió su desgarrada túnica blanca de hechicera.

 

La espada azul en la mano derecha del ángel, ahora manchada de negra, irradiaba maná al que asociaba con el ser más peligroso en existencia: dragones, demonios, vampiros, el Héroe, el Señor Oscuro y brujas. Los pétalos de flor negra y blanca que cubrían el suelo alrededor de este arruinado mausoleo debajo del palacio crujieron y se derrumbó en una fuerte tormenta de hielo.

 

No puedo usar magia ofensiva, no contra uno de mis estudiantes. Tendré que bloquear todos—

 

El anillo en el tercer dedo de mi mano derecha destelló. [¿Con tu maná? Morirás. Esquiva, Allen del clan lobo.] Advirtió la fría voz de Linaria “Gemelos Celestiales” Etherheart, un legendario hechicero de hace quinientos años.

 

[¡¿Cuándo llegaste aquí?!] Gruñí en exasperación, explotando mi agotado maná para lanzar los hechizos elementales Light Mirror Shower y Divine Light Flash simultáneamente. Deslumbrantes rayos se esparcieron en todos los caminos, cegando al ángel mientras me retiraba con todas mis fuerzas.

 

El ángel entrecerró sus ojos— un ojo puramente blanco, el otro, profundamente negro— y movió su espada a un lado. Luego levantó su báculo, el orbe en su punta rebosando con luz oscura y lo azotó contra el suelo. Una letal cruz pasó por el aire, cortando flores inocentes y causando nuevos estragos en la ya arruinada estructura.

 

Grité mientras me tiraba al suelo y me escondía detrás de una rota columna. No tenía fuerzas para gastar después de mi batalla con la serpiente lada en el Archivo Sellado. Incluso el brazalete en mi muñeca izquierda había agotado su maná.

 

Jadeando por aire, rápidamente revisé mis alrededores con un espejo de hielo y gruñí.

 

[No puede ser.]

Para incredulidad, el ataque incluso había traspasado algunas de las negras jabalinas que se incrustaron en el suelo. Esas Lanzas Estelares venían del arte secreto de la Duquesa Emerita Leticia Lebufera, canalizada a través del Destello de la Luna Muerta, un arma encantada que había tomado de la misma mano del Señor Oscuro en la guerra de hace doscientos años y ellos tampoco pueden soportar al ángel. En mi duelo de prueba con la Duquesa Letty, necesite de la ayuda de Lily, el maná de Lydia, y uno de los hechizos secretos de Linaria para rechazar la técnica, y solo por las justas. Temblé al pensar lo que habría sido de mí de no ser por esa advertencia.

 

Flotando entre mis espejos de luz, el ángel cerro sus ojos y soltó su espada y báculo colgando a sus costados, tranquilamente aleteando sus cuatro alas. Su largo cabello danzaba con su túnica blanca por la fría brisa, creando una imagen tan hermosa como atemorizante.

 

El problema es, no puedo alejarme de ella. E incluso tengo menos confianza de que pueda lanzar un ataque mágico en Stella y lo digo en serio. Si voy a salir de esto, entonces…

 

[Esa espada rosa azul parece el lugar indicado a iniciar.] Murmuré.

 

Stella había perdido contra el ángel luego de sacar el arma del altar del mausoleo de piedra, al parecer en trance. Me parecía que habíamos sucumbido a un sitio designado para algún ritual. ¿Y quién podría ser nuestro enemigo más que el demonio de ocho alas que la Duquesa Letty había vencido e impresionado? No puedo explicar por qué tenía menos alas y de color parcialmente incorrecto. Aunque, el testamento de Remire Walker había mencionado un “ángel caído,” y su desesperación hizo que dejarla llegar a la superficie parecer una mala idea.

 

Necesito quitarle esa espada. Pero ¿cómo?

 

Sin advertencia, el ángel puso su báculo frente a ella. Fríos y oscuros vientos se juntaron.

 

¿Ahora qué?

 

Mientras observaba advertido, todo el espacio subterráneo se agitó. Cuentas a la deriva de luz blanca y negra convergieron alrededor de nosotros, formando trece escudos brillantes. Circulando como si tuvieran voluntad propia, acabaron rápido con mis espejos.

 

Lentamente, el ángel abrió sus ojos. Se veía molesta. Su maná, ya a una magnitud más grande que el mío, llego a nuevas alturas mientras fuertes vendavales transformaron nuestros alrededores en hielo puro.

 

[No me gustan mis probabilidades.] Gruñí mientras un escalofrío empeoraba mi expresión. ¿La Duquesa Letty había derrotado algo más fuerte que esto?

 

Había enfrentado a un dragón, demonio, una criatura milenaria e incluso un vampiro de sangre pura. El último, más temible porque entenderían mejor a los mortales, me había costado a mi mejor amigo, Zelbert Régnier— aunque Zel había conseguido su sueño en el proceso. Pero incluso comparado a esos temibles oponentes, el ángel de blanco y negro me llenaba con terror.

 

Dudo que le quitaré esa espada de sus manos a menos que arriesgue mi vida para hacerlo.

 

Por un momento, me imaginé a Lydia arder de la ira y las molestas miradas de las chicas.

 

Lo siento, pero no veo qué otra opción tengo.

 

Apreté el agarre en mi báculo. De inmediato, los escudos detuvieron sus orbitas. Pero ¿por qué?

 

El ángel cruzo su espada y báculo, luego rápidamente los separó. La tierra tembló mientras espadas y espicas de hielo estallaban, al parecer en un intento de sobrecargar toda la caverna.

 

[¡Yo… conozco este hechizo!] Exclamé, encantando mis pies y envolviendo mi varita con llamas. Corrí, abriéndome camino por el bombardeo.

 

¡¿Copió el Merciless Sword del Demonio de Fuego?! ¡Pero ese es un hechizo tabú!

 

Derribé una espada congelada e hice a un lado una espica con mi varita, pensando que no podía seguir con esto más tiempo. Luego el peor escalofrío pasó por mi espalda.

 

Moviendo la Silver Bloom, apenas rechacé la espada del ángel mientras venía tras de mí, luego lancé un puñado de hechizos. Espejos de hielo se formaron en el aire, creando puntos de apoyo para pisar mientras saltaba atrás.

 

El ataque había llevado más peso de lo que había imaginado. Si no es por Lydia entrenándome con lo básico, nunca pude haber reaccionado a tiempo. Y aún tenía que recuperar mi balance cuando el báculo siguió con un rápido golpe de la hoja de hielo en su punta. Trece escudos igual entraron a la lucha, intentando despedazarme.

 

El báculo perforó mi torso— o más bien, mis reflejos. El espejo de luz se destrozó en un destello cegador. Nunca caía mal mantener al enemigo ocupado. Mientras estaba distraída, aterricé en una brecha entre las espadas y espicas y me agaché para cubrirme.

 

En el aire, el ángel inclinó su cabeza, haciéndole poner una mirada de asombro.

 

[Esgrima y hechicería son casi inútiles.] Murmuré. [Y para hacerlo peor…]

 

El resplandor rodeando la espada del ángel se intensificó, mientras el oscuro orbe en su báculo tomo el color de la misma noche. El vendaval helado— negro, blanco y con toques de azul— estaba ganando fuerza al momento.

 

[Aún no se ha acostumbrado al cuerpo de Stella.] Gruñí, mi boca se secó.

 

El anillo en mi mano derecha había estado parpadeando en advertencia por un rato: “¡Retirada! ¡Retirada! ¡Retirada!” Mi mente era un torbellino de indecisión. Linaria tenía un punto— luchar contra el ángel era suicida. Pero Zel había escogido enfrentarse al colosal hechizo de invocación del vampiro Idris para mantener a Lydia y a mí a salvo. Si huyo ahora, ¿quién podría decir si sería capaz de relocalizar a Stella pronto? Monstruos de inmenso poder rara vez se quedaban en un lugar— es por eso del largo, largo viaje de mi mejor amigo.

 

“Cuando no puedes decidirte en qué hacer, imagina al futuro yo. Eso te dará el último empuje que necesitas. ¡Y sé que suena algo pasado de moda, pero cuando caes, caes de frente!”

 

Tienes razón, Zel, Stella Howard es mi estudiante. Mi deber con ella no cambia. ¡La salvaré y es todo!

 

Firme en mi resolución una vez más, miré al ángel negro y blanco. Ella aún no me había visto. Todo ese tiempo lo había pasado practicando magia silenciosa que sería mi rescate. Tenía una oportunidad, aunque no podía contar que algún truco funcionaría dos veces.

 

Una pizca de irritación entró en la mirada del ángel. Su espada se movía por el aire y sus escudos se juntaron, cambiando de forma. De su fusión emergió innumerables copos azules machadas con blanco y negro.

 

[Se ve como la magia de Lily.] Murmuré. [Ya veo. Así es como el Radiant Shiel debe—]

 

Una lluvia de copos desde arriba interrumpieron mis pensamientos. Se tornaron filosos, abriéndose paso por las hojas de hielo y las espicas con facilidad. Presioné mi capacidad de sentir el maná casi a su límite, evitando el ataque mientras tomaba un desesperado escape hacia mi objetivo: los restos del mausoleo.

 

Casi. Necesito un poco más de tiempo.

 

Una fría briza acarició mi mejilla. El casi perfecto rostro hermoso del ángel llenó mi vista mientras levantaba su espada para atacar.

 

Oh vaya, mis instintos me lo decían. Estoy acabado a menos que actúe rápido.

 

Escuché y me hacía al costado tanto como podía. La espada del ángel cortaba el aire vacío— y un trozo de mi manga, aunque me sentía seguro que salí a tiempo.

 

Un chasquido de mis dedos lanzó una pequeña bola de luz que ni siquiera podría llamar un hechizo a toda velocidad a la espada azul. El claro hielo encerrando la espada se hizo visible, luego desapareció de la vista igual de rápido. La técnica me recordaba a la de Zel y mi hermana.

 

Caí de rodilla, haciendo muecas. [Un hechizo tabú de hielo del que nunca había oído, un Radiant Shield real que ataca tan bien como defiende y una espada de hielo que no puedo ver.] Una profunda sonrisa se me escapó. [Estoy tan en desventaja que casi es divertido.]

 

El ángel volador me observo, sin responder. Había cortado más con rapidez y movió sus escudos con más precisión que antes. Pude lograr escapar de su siguiente ataque, pero ¿qué del que sigue?

 

En un rincón de mi visión, miré las intactas Lanzas Estelares irse contra el suelo y escombros.

 

Tendré que arriesgarme.

 

Exhalé, rápidamente activando los hechizos que había desplegado alrededor del ángel. Ramas de árboles salieron de las espadas de hielo y espicas cubriendo el suelo, se alzaron para tomar su espada, báculo y sus cuatro extremidades. Pero las flores con forma de escudos al instante salieron a interceptar, dejando estelas de luz en su camino. Ni una sola planta alcanzó su objetivo— como lo había anticipado. Mientras, había alcanzado la Lanza Estelar incrustada en lo que quedaba de una columna.

                            

Habiendo lanzado mis ramas, el ángel abrió su boca.

 

[Remanentes de una era pasada.]

 

¡Me gustaría saber más, pero ahora mismo, salvar a Stella es lo único que importa!

 

Tomé la lanza negra. Lo primero en llegar un punzante dolor— un torrente de maná más allá del mío, me recordó cuán impresionante Leticia el “Cometa” Lebufera realmente era. Gruñí, apretando mis dientes y levanté mi varita junto al arma.

 

Maná se arremolinó, refractando el penetrante resplandor del orbe de la Silver Bloom y alumbrando las flores congeladas. Sorpresa pintó el rostro del ángel.

 

[Nunca lo sabrás hasta que lo intentes.] Pensé mientras la última lanza se desvaneció, absorbió la varita. La Silver Bloom había consumido su maná— difícilmente un proceso eficiente. Considerando los dolores con los que me dejo, no podía llamarlo un trato justo, ni me sentía con las ganas de repetir la hazaña. Sin embargo…

 

Activé los hechizos elementales que había puesto en el primer juego de espejos de luz que el ángel había roto. Los más rápidos de toda la magia defensiva, Divine Light Shot, embistiendo al ángel, obstaculizando sus movimientos mientras evitaba un golpe directo.

Mientras, el Black Cat Promenade me teletransportó directamente sobre ella, donde dirigí los Thunder Fang Spear en los escudos sin importarme el interceptar las ráfagas de luz.

 

Ni un solo hechizo avanzado, ni siquiera uno creado para perforar, podría hacerles un rasguño a esas defensas. Mis rayos rápidamente cayeron, pero cumplió su trabajo. Había visto más Radiant Shield de los que podía contar, aunque solo vestigios, y no les dejaría interponerse en mi camino.

 

Me integré en la fórmula de hechizo, siempre moviéndose como si tuvieran vida propia y me abrí paso a través del mismo. Los escudos de hielo se destruyeron, dejando un rasguño en mi mejilla. Lo ignoré. Los ojos blanco y negro de la chica se abrieron en sorpresa mientras tomaba su mano derecha y grité, “Stella” a todo pulmón.

 

Su mano izquierda se congeló en el acto de retomar su báculo para apuñalarme. Los escudos parecían haberse detenido en seco, habiendo bloqueado el último de mis hechizos de luz. Pero la fórmula de hechizo no había dejado de resistir intromisión.

 

[¡Stella!] Grité otra vez. [¡Despierta!]

 

Sus ojos regresaron a un azul deslumbrante, un meta difícil para cualquier mujer. [¿Allen?] Murmuró, evidentemente luchando por entender la situación. [¿P-Por qué—? ¿Qué—?]

 

Stella jadeaba mientras un viento mágico mandaba a volar la pluma de griffin que una vez le había dado de su bolsillo. Su rostro se retorció en desesperación. NT: Qué simp Stella. Al siguiente momento, para mi consternación, la presión de la fórmula de hechizo se disparó y sus ojos regresaron al negro y blanco una vez más.

 

Ramas de hielo aparecieron otra vez en el hielo, envolviéndose alrededor de mi brazo derecho.

 

[Oh—]

 

Mi maldición terminó en un gripo mientras me encontraba lanzado a volar, trece escudos calientes en mis talones. El tiempo parecía pasar lento mientras recordaba un regaño de mi difunto amigo.

 

[Chaval, no sabes cómo detenerte.] Dijo. [Menudo talento. Pero no estas hecho para las batallas. Eres demasiado bueno para la guerra. Nadie entiende eso mejor que tú, pero sé que aún le ofrecería ayuda a cualquiera sin pensarlo dos veces. No puedes evitarlo, incluso si eso significa sacrificarte. Es una virtud que todos podemos admirar, pero no creo que no puede ser un mal hábito. Pero no encontrarás muchos villanos en este mundo y estás atado a dudar cuando tienes que matar a alguien en el acto. Así que déjale el resto a la Dama lo Quemo Todo, la Princesa Ladrona y a tu Real.] NT: Real = amigo, usa jerga, usé una muy Latam para que se entienda.

 

Ya veo tu punto, Zel. Pero tanto como Lydia y Cheryl se lleguen a enfadar conmigo, aún soy un hombre. Tengo que dar el paso algunas veces. Aunque cuando piensas en ello, quizás no he crecido nada desde la última vez que te vi.

 

Pusé una amarga sonrisa mientras luces blanca, negra y azul engullían mi entorno. Mi consciencia se estaba desvaneciendo antes que al menos pudiera tratar de resistirme. Ni siquiera pude abrir mis ojos, aunque por extraño, no sentía dolor. Mi varita se salió de mis dedos.

 

Mientras caía en la envolvente luz, sentí una presencia falta de hostilidad, lentamente acercándose. Un leve susurro, como alguien hablando con sí mismo, llegó a mis oídos mientras lo último de consciencia desaparecía.

 

[Llave.]

 

✽✽✽✽✽

 

[¡Lento!]

 

Una hermosa mujer rubia se agitó mientras una espada de entrenamiento cortaba una docena o más de barreras, aunque aún tenía el pensamiento de salirse de su rango. Su uniforme invernal de la Academia Real se ondeaba en la briza.

 

La chica de cabello escarlata parándose en el centro del campo de entrenamiento de la academia puso una sonrisa arrogante. Lady Lydia Leinster usaba el mismo uniforme como su oponente y se veían tan hermosa. Noté que se había dejado crecer el cabello desde nuestra primera reunión durante el examen de entrada. También se había hecho más fuerte y no solo porque había aprendido a usar magia.

 

No pude evitar oír a los otros estudiantes que se habían reunido en las casetas para observar a las dos luchar.

 

[¡¿Cortó las defensas mágicas con una espada de entrenamiento?!]

 

[¡Me estás jodiendo!]

 

[N-Nadie puede hacer eso. Es imposible.]

 

[No lo olvides, estamos hablando de la Dama de la Espada.]

 

[El sentido común no se aplica a ella.]

 

[No veo a su lacayo del clan lobo. ¿Cuál era su nombre? ¿Allen? ¿Cómo un don nadie como él se saltó dos años? ¡No tiene sentido!]

 

Ruego su perdón. No soy lacayo de nadie, pero yo, estoy aquí. En cuanto a saltarme años, denle sus cumplidos a Lydia y Cheryl. Y no olvide que el director— fue su decisión.

 

Observé desde atrás de las casetas, proyectado por las barreras de bloqueo de percepción, mientras la chica de cabello escarlata lanzaba al frente su espada. Un hechizo de vuelto me permitió escuchar lo que decía.

 

[Patética. Seguí el juego porque dijiste que querías una “pequeña charla,” y ¿esto es lo mejor que puedes hacer? ¿Su Alteza Real se vino abajo perdiendo tiempo en todas esas ceremonias? ¡Bueno, yo no me he perdido el entrenamiento ni una semana, excepto ayer, así que no debería estar sorprendida que te tenga a raya!]

 

Aunque temporalmente molesta por las palabras de su mejor amiga, la Princesa Cheryl Wainwright elegantemente limpió el polvo de su falda y ajustó su boina escolar. A mi par, su usual compañero, Chiffon, meneó su cola. El abrigo de invierno del lobo blanco era excepcionalmente afelpado.

 

 

[Lydia, creo oír que también se te encomendó formar parte en esas ceremonias.] Cheryl dijo. [Dime, solo para estar claros: ¿con quién has estado entrenando? Sé que no te atreverías a decir, “con Allen, solo los dos,” ¿verdad?] Su mirada lentamente llegó a la cima de las casetas. No me había visto— pensaba— pero me encontraba apartando la mirada igual. Me había unido a Lydia para el entrenamiento de la mañana y la tarde, con excepción del día anterior.

 

Lydia hizo un show para llevar su dedo a su mentón e inclinar su cabeza como en pregunta. Podía rivalizar con mi hermanita Caren en cuanto a lindura— al menos hasta que abrió su boca. [Ruego tu perdón. No puedo pensar en por qué se lo diría a la gata ladrona que pone una cara inocente mientras trata de llevarse a Allen de la escuela tras mis espaldas.]

 

Las fuertes barreras del campo de entrenamiento se tensaron mientras más orbes de luz de los que podía contar se juntaron por el aire, convergiendo en las manos de Cheryl.

 

Oh vaya.

                                                                        

Acaricié la cabeza del lobo blanco para calmar mis nervios. No sabía qué habría sido de mí sin Chiffon.

 

La princesa movió su mano derecha a un lado y vi que tomó una brillante espada de luz. [¡Veo que no necesitaré ir fácil contigo, Dama Sinvergüenza!]

 

[Debes estar confundida— solo los mejores peleadores pueden ofrecer ventajas. ¡Hoy, lo resolveremos!] Lydi gritó, creando una enorme llamarada.

 

Cheryl la partió en dos. Luego el campo de entrenamiento se agitó mientras cambiaba al combate cercano. Espadas y patadas, bolas de fuego y rayos de luz colisionaban en un amplio vórtice de destrucción. Caras blancas estaban en los estudiantes observando. Algunos incluso empezaron a huir.

 

[¿Qué haré con esas dos?] Suspiré, agarrando la barandilla que da hacia la arena.

 

[¡Whoa, whoa, Allen! ¡No tan rápido!] Una fría voz vino desde tras de la columna.

 

[¿Zel?]

Me giré para encontrar a mi único amigo hombre en la Academia Real, mi compañero Zelbert Régnier, parándose detrás de mí, evidentemente de camino a casa de la biblioteca. Su traje coincidía con el mío, excepto que él usaba lentes y un par de viejas espadas— una larga, una corta, y ambas mágicas— colgando de su cintura. Con dieseis, tenía dos años más que Lydia, Cheryl y yo, pero no era particularmente algo, con extremidades delgadas y piel tan blanca como la nieve. Las apariencias podían engañar, sin embargo— él había derrotado a Lydia y Cheryl en combates no oficiales.

 

[Vaya.] Zel dijo, jugando con su coleta castaña y cerrando sus ojos del mismo color. [¿No crees que serías un aguafiestas si entras para detener a Sus Altezas como siempre lo haces?]

 

[Hmm.] Consideré. [¿Al barón le importaría explicar su razonamiento?]

 

Abajo en la arena, la destrucción estaba procediendo sin más. Los muros de piedra protegiendo las casetas estaban empezando a rajarse y cráteres se abrían en el suelo. Esperaba que el director llegara a rogar por ayuda en cualquier momento.

 

Zel puso un brazo alrededor de mi hombro. [¿En serio?] Gruñó, jalando mi mejilla. [Dame un descanso. Sabes que soy alérgico a mi título. Es solo un nombre en papel, como sea— sin derechos o tierras a mi mano. ¿Por qué quieres sacar a luz ese sinsentido? ¿Y bien? Estoy esperando.]

 

[Hey, ¿no dije la verdad?] Respondí. [Ahora, ¿por qué debería quedarme fuera de su pelea?]

 

Desde que llegue a la capital real, había tenido suficientes experiencias malas con los estatus sociales para toda mi vida. Los prejuicios contra los hombres bestias eran profundos y yo siendo un adoptado sin apellido solo lo hacía peor. Si no es por Lydia, Cheryl y mi buen amigo aquí— un raro estudiante transferido de la mancomunidad sureste del reino— ya había regresado con la cola entre las patas hacia la capital este.

 

Zel me soltó y envolvió sus brazos alrededor de Chiffon. [Hey, perro. ¿Cómo has estado?] Preguntó, recibiendo un energético woof en respuesta antes que se dignara a responder mi pregunta. [Es simple: Lady Lydia Leinster, a pesar de ser la violencia personficada, no puede soportar estar sola. La Princesa Cheryl Wainwright es una conspiradora impecable por su toda su moralidad pretenciosa. Y aquí están, poniéndose al día luego de una semana separadas. Te pregunto: ¿estaría bien interrumpir su reunión? ¡No! ¡Mil veces no!] Zel se paró, una tormenta de fuego y luz se armaron detrás de él. Puños apretados, tenía esa malvada mirada suya que nunca fallaba en poner a Lydia de nervios. [¡Algunos se entienden solo con putazos! Y estoy seguro que el archimago entrará antes que destruyan el campo de entrenamiento por completo.]


Lord Rodde, el director de la Academia Real, era un gran hechicero. Incluso se había participado en la Guerra del Señor Oscuro. ¿Realmente tenía sentido que un chico normal como yo detenga a esas dos mientras lo tenías a él?

 

Lydia envió a Cheryl a volar.

 

[Puedes tener un punto.] Dije, observando a la princesa crear hechizos en el aire. [Quizás no un buen punto, pero un punto igual.]

 

[¿Ves?] Zel presionó. [¿Qué te dije?]

 

[¿Y cuál es la verdadera razón?]

 

Lydia se recostó y atacó, ignorando un bombardeo de hechizos de luz. Parecía que estaba pasando el mejor rato de su vida.

 

[Me gustaría hablar con uno de mis amigos con una buena taza de café.] Zel admitió, soltando a Chiffon para extender sus brazos en un gesto teatral. [¡Quiero burlarme de esas dos cuando escuchen sobre ello y se mueran de los celos! ¿Qué mejor razón podría tener?]

 

[Te van a matar un día de estos. ¿Y no hablamos solo ayer?] Dije. Pasábamos tiempo juntos casi todos los días de semana, debido en parte a nuestro pasatiempo compartido por los viejos libros y libros de hechizos. Incluso nuestro primer encuentro había sido en la biblioteca de la academia.

 

[¿Qué es la vida sin algo de lo que reírte, aibo? Y a los reales nunca se les acaban las cosas de las que hablar. ¡Incluso los ancestros lo sabían! ¡Si tu real en cuestión paga tu comida, mucho mejor!]

 

Un destello de luz traspasó la arena. Cheryl estaba ganando tiempo. Sentí múltiples fuentes de maná.

 

Un escalofrío paso en los observadores.

 

[¿N-No son esos…?]

[C-Criaturas mágicas. Lobos, parece ser.]

 

[¿Cómo puede conjurar tantos a la vez?]

 

[¡Su control debe ser sobrehumano!]

 

[No puedo creerlo.]

 

Lydia había arrinconado a su oponente, pero le faltaba clamar victoria. Frunció el ceño y miró con dureza a mi dirección. No puedo imaginarme por qué. No podía saber que le había enseñado a Cheryl ese nuevo hechizo— al menos, no aún.

 

[Zel.] Suspiré, palmeando la espalda de Chiffon por apoyo. [Sé que no estoy para hablar, pero no me digas que compraste otro viejo libro de hechizos.]

 

Los Régniers eran una antigua casa de barones. De acuerdo a Lydia, estaban entre un grupo de familias que “habían inmigrado a otros países por órdenes reales hace mucho, mucho tiempo.” El linaje se suponía extinto excepto por Zel y su influencia se había mermado a casi nada, pero sangre azul corría por sus venas. No sabía cómo sentirme con Zel pegándose a un nada influyente plebeyo como yo.

 

[Allen, tú entre todos debe entenderlo.] Sonrió, ajustando sus lentes en un exagerado intento de verse genial. [¡Toparse con un buen libre es una oportunidad única en la vida! ¡Sabía que lo quería, así que lo compré de una vez! No tengo arrepentimientos, aunque no puedo evitar notar que mi sopa diaria sabía mucho más acuosa de lo usual.]

 

[No trates de pasarte.] Dije.

 

En el campo de entrenamiento, más de cien lobos atacaron a Lydia en turnos, apoyados por una despiadada tormenta de magia de luz. Cheryl sacudió el polvo de su falda y boina.

 

[¿Qué es esto?] Dijo, elegantemente tapándose la boca con una mano.

 

[Vaya, Lady Lydia Leinster, ¿a dónde se fue tu espíritu de pelea? No llores. Sé que Allen no está observando, pero no es excusa.]

Lydia chasqueó su lengua, saliendo del desastre con un corte horizontal que alejó a las criaturas mágicas. De pie, superó el bombardeo de luz con una onda de fuego.

 

[¡Pelea bien!] Gritó. [¡¿Reducir a las criaturas mágicas?! ¡¿A sabiendas de su fuerza en números?! ¡¿No tienes vergüenza?! ¡¿Y bien, Princesa Ladrona?!]

 

[¡Qué vergüenza!] Cheryl dijo, juntando sus manos. [Allen me enseñó esas tácticas, ¿sabes? Debo decirle lo que piensas de ellas cuando lo veo después. Claro, no dudo que esté en las casetas ahora— con Chiffon, ¿quizás?]

 

Me hundí, tomando mi cabeza con mis manos.

 

¡Vaya idiota! ¡Un idiota sin cerebro! ¡Claro que ella me vería parado a la par de Chiffon!

 

Lancé mis brazos alrededor del lobo blanco, quien respondió con una mirada de asombro.

 

Ya sé. No he hecho nada malo.

 

Mientras huía de la realidad, la voz de Lydia subió agudizó. [¡H-Humph! S-Si crees que puedes engañarme con un troco así—]

 

[¡Te la comiste!] La princesa gritó, la espada de luz brillaba mientras se unía a sus criaturas mágicas al ataque. Con la guardia baja, su oponente empezó a dar vueltas.

 

[¡Todo de acuerdo al plan!] Zel dijo, liberando una siniestra sonrisa mientras tomaba asiento en la barandilla. [Cualquiera puede ver cómo las habilidades de la Dama de la Espada decayeron luego de un día lejos de ti. Sabía que calentarle el oído en cómo pasamos juntos el día ayer antes de la pelea daría sus frutos. Y si la princesa gana, no tendré que preocuparme por dinero este mes.]

 

Respondí con una dura mirada, aunque mantuve mis brazos alrededor de Chiffon. Mi amigo podía ser un poco— bueno, algo— canalla.

 

[Ya parale a las apuestas.] Le advertí. [No te ayudaré si Lydia o Cheryl lo descubren.]

 

[¡Que te asustas! Tengo al cuerpo de estudiantes a mi lado— ¡Al menos por ahora!]

 

Una sacudida pasó por todo el edificio. El daño al campo de entrenamiento finalmente había llegado a un asunto risible.

 

[Verás, toda la escuela tiene sus ojos en esas dos, incluso la mayoría de personas las dejan a sus anchas.] Zel opinó, luciendo muy maduro de perfil con una mano en su mentón. [La Dama de la Espada y la Dama de la Luz son las luces más brillantes de esta generación.]

 

[Si no hubiera coincidido con Lydia durante el examen de entrada, sería una de esas personas observándolas desde lo lejos ahora.] Pensé, parándome y arreglando mi túnica.

 

La noble de cabello escarlata estaba ocupada destrozando lobos con una “restringida” descarga de hechizos de fuego. Hace unos meses, a ella le había costado usar magia para hacer cualquiera que no fuera amplificar su propia fuerza y reflejos. Lydia Leinster era un genuino prodigio. Y considerando su linaje, el hecho que tuviera un lugar cerca suyo parecía no era más que un milagro. Sin embargo, me sentía igual con la Princesa Cheryl.

 

Alejé a Chiffon y bajé por un corredor. Zel llego a mi lado.

 

[Ni loco.] Dijo. [Ni tú te la crees. Tendrías que conocerlas en un orden diferente, es todo. Esa ridícula chica genio nunca se alejaría de ti. Y ahora que te encontró, te perseguirá hasta los confines de la tierra si eso fuese necesario. La Estrella Prometida concuerda conmigo.]

 

[Siempre exageras.] Dije. [Como sea, ¿qué con la “Estrella Prometida” que mencionas algunas veces?]

 

Lydia y Cheryl se separaron, poniendo considerable distancia entre ellas. Estaban arreglando sus preparativos.

 

Mi mejor amigo ignoró mi pregunta. [¿Yo, exagerar?] Dijo, poniéndose al frente de mí y poniendo sus manos en su cintura. [¡No me puedo quedar solo así, aibo! Has estado justo en medio de cada desastre que ha golpeado la capital real en los últimos meses. ¡Grábate eso en la cabeza por nuestro bien! Y para tu información, hechiceros “normales” no van por ahí reescribiendo y desmantelando los hechizos del Archimago.]

 

[Bueno…]

 

Antes que pudiera responder con una pregunta, un tremendo choque agitó el campo de entrenamiento. Una ráfaga con luz y fuego atravesó la barrera mientras los estudiantes restantes luchaban por levantar barreras defensivas. Sostuve mi boina y deshice el viento con un rápido apretón de mi mano derecha, lo cual trajo calma a mis alrededores.

 

Gracias a Dios finalmente—

 

Mis ojos encontraron los de la noble escarlata. Su boina perdida y empolvado uniforme indicaban que estaba recibiendo lo peor del choque. Vi sus lindos labios formar palabras:

 

“¡Anímame, perro!”

 

Mis barreras de bloqueo de percepción no se habían movido. No debería ser capaz de verme, pero bueno. Tan injusto como parecía para Cheryl, dudaba que la princesa la llevaría contra mí. Unas cuantas palabras difícilmente podrían decidir la batalla. Así que envié mi respuesta con un hechizo de viento.

 

[¡Dale hasta para llevar en Tupper, Lydia!]

 

La chica templó, luego bajo la mirada. Fuego empezó a superar la luz a un increíble paso.

 

La princesa rubia dudó, su poder de pronto parecía ser mejor. [¿Qué pasa?] Demandó. [¡Lydia, ¿qué hiciste?!]

 

[¡Lo siento, Cheryl, pero solo estoy empezando a calentar!] Lydia rugió y el par retomó su pelea mientras el campo de entrenamiento se caía en pedazos. Empecé a preocuparme que le había dado mucho entusiasmo a Lydia.

 

Zel se quitó sus lentos y acarició sus ojos, murmurando bajo su aliento mientras ascuas de fuego volaban alrededor de nosotros. No podía distinguir sus palabras, pero debió estado buscando formas para minimizar la devastación la siguiente vez. A pesar de su frivolidad, sabía que podía contar con mi amigo cuando se requiriera.

 

“Mira lo enamorada que está. ¿Sabrá Dios qué hará si no puede casarse con Allen? Pero espera, ¿puede ser su dependencia una amenaza para el mundo? Si solo la princesa tuviera la mitad— no, una décima— de su iniciativa. Pero no, Su Alteza Real actúa como una novata. Creerías que una conspiradora lo sabría.”

 

Chiffon me dio una mirada que decía. “¿Puedo ver a mi señora ahora?” Así que despedí al lobo blanco con una gentil palmada en la cabeza. Incluso atrapado entre Lydia y Cheryl, Chiffon no tendría nada de qué preocuparse.

 

[He pensado las cosas.] Zel anunció, recolocando sus lentes. [¡Y tengo el derecho de exigir que me compres café! ¡Vamos, monstruo mágico! ¡Trata bien a tus mayores!]

 

[¿Cómo llegaste a eso?] Sonreí, mirando la arena. El lobo blanco había corrido al lado de Cheryl ahora que se le había volteado a la princesa y Lydia estaba tomando el control. Quizás Zel tenía razón: habría sido malo interrumpirlas.

 

[Solo dejémoslas ser.] Dije, palmeando su espalda. [Parece que están disfrutándolo. ¿Alguna objeción con nuestro usual café?]

 

✽✽✽✽✽

 

[Ah, eso es. La dulzura pasando por mis venas me hace sentir alegre de estar vivo. ¡He sobrevivido todo este tiempo para saborear esta comida!] Zel comía, recostándose en su silla en gran éxtasis.

 

Estábamos sentados en un café con techo por la Avenida Oeste y mi amigo apenas había tomado su primera mordida de una dulce tarta de fruta. Para variar, éramos los únicos clientes. Asumía el frío clima había sido parte de eso. Para mi vergüenza, el dueño había oído del ajetreo y nos dio una leve reverencia desde su estación detrás del mostrador.

 

[¿Debes exagerar cada vez, Zel?] Pregunté, tomando un sorbo de mi té. Tartas, galletas y una taza de café cargada con leche y azúcar se postraban junto a la tetera en nuestra mesa.

 

[Es la verdad. ¡Digo en serio cada palabra!] Declaró mi amigo serio, moviendo su tenedor de postre que podía oír a una molesta Lydia gruñendo que él tenía agallas burlándose del pasatiempo de otras personas. [Supongo que no lo entenderían, creciendo en el reino, pero no puedes conseguirlo por ninguna parte, no si quieres café con que acompañarlo. Aprecio lo que tienes aquí. He estado en todo el continente y solo la ciudad del agua se aceptar a esta comida. E incluso en medio del invierno, puedes entrar en cualquier lugar viejo para calentarte. Aún no puedo superarlo.]

Cierto, el café tenía calefacción. Leí que los del norte pasan agua caliente por sus edificios en pipas de metal, pero la capital real se apoyaba en piedras fuego— mayormente importadas del sur, o eso oí.

 

Zel bebió su café, murmuró. [Un poco amargo.] Y añadió algo de leche y azúcar. [Objetivamente hablando…] Continuó. [El Reino Wainwright tiene que ser el mejor país en el oeste, a menos que cuentes el demonio del Señor Oscuro. El Imperio Yustinian nunca se cansa de pelear con la Republica Lalannoy y Su Majestad Imperial el Cerdo Plateado está envejeciendo. La Alianza de Principados tiene riqueza de sobra, incluso luego de perder Etna y Zan, tiene personas talentosas— el dux y su diputado, para empezar. Aunque tienen un problema poniendo un frente unido. La mancomunidad ha estado tan metida en luchas de poder internas en décadas para molestarse con otra cosa. Y mientras las ciudades libres clan estricta neutralidad—]

 

[Déjame sacar un mapa.] Sin bajar mi taza de té, lancé un hechizo de luz de mi propia invención. Un mapa del oeste del continente apareció en medio de la mesa, llena con brillantes marcas para cada país. Zel vagó por todas partes hacia el reino. “¿Has oído hablar de vidas tormentosas?” Le gustaba gritar. [¡Bueno, la mía es un tifón!] Y a mí me gustaba oír sus historias de lugares extranjeros.

 

[En cuanto al Reinado del Espíritu Santo y todo el este.] Mi viejo compañero continuó. [Aún están bajo el control de fanáticos religiosos. Nada más que “¡Por el Espíritu Santo!” día sí y día sí. En serio, si el Señor Oscuro marchase al oeste otra vez ahora, no tendríamos oportunidad a menos que las razas de largas vidas entraran.] Sus ojos castaños se fruncieron en una sombría expresión que lo hacía lucir mayor a los dieciséis.

 

Cheryl insistió que “Régnier debe mentir con su edad.” Puedo entender su precaución— ¿quién no estaría precavido de una enciclopedia andante que puede rivalizar con Lydia como hechicero espadachín, especialmente uno con tan inusual pasado? Aunque, no podía creer que la dicha en su rostro mientras devoraba su tarta fuera menos que genuina. Y Zel había hecho tanto por mí— por todos nosotros— en el tiempo que le había conocido. Solo el recuerdo del dragón negro me hizo apagarme. Nunca pude haber sobrevivido una pelea con eso de no ser por el Héroe y mi buen amigo del otro lado. Dicho eso, desearía que se formara una opinión más realista de mis habilidades.

 

[¿Qué esperas que diga?] Me quejé, descansado mi mentón en mi mano y quité el mapa. [Solo soy un estudiante normal en la Academia Real. Todo esto es demasiado para mí. me gusta oír acerca de otros países.]

 

Zel lentamente bajo su copa y mascó una galleta. Luego ajustó sus lentes y agitó su cabeza. [Había olvidado el más grande defecto del reino.]

[¿Cuál?] Pregunté, notando más y más estudiantes de la Academia Real caminando a través de los fuerte vientos en el exterior. Un estudiante de intercambio sobresalía por su cabello color azul. Niche Nitti, creo que era su nombre. Había estado en la audiencia en el campo de entrenamiento, así que suponía que Lydia y Cheryl debieron llamar su atención.

 

[Tengo un amigo.] Zel dijo, sin importarle los modales y tomando un trozo de tarta. [Allen del clan lobo. Dale otros diez años y te dará a uno de los mejores hechiceros del continente. Diablos, si trabaja fuerte, puede hacerlo en tres. Es un regalo del cielo con potencial sin explorar. ¿Y qué hace este país? ¡Dejarlo! ¡Oh, qué desperdicio! ¡Oh, gran estupidez! ¡Solo piensa en todos los nobles corruptos que pudieron quitar y hacer un espacio para él! Ya debería tener un título ahora— ¡Al menos un conde! ¡Solo hazlo marques o mejor, con una novia de cabello escarlata, y el reino podría olvidar el mayor de sus problemas!]

 

Mi amigo llenó su boca con la tarta y se lo trago con un gran sorbo de su café. Era tan guapo para incluso lucir bien así.

 

[Olviden el pasado. Las futuras generaciones serán duras con cualquier gobernante demasiado acojonado de los nobles que desprecian a los hombres bestias como para que se aprovechen de ti ahora. “¡Oye!” dirán. “¡Allí fue cuando la historia del reino se equivocó!”]

 

El prejuicio contra los hombres bestias era profundo. Sacarlo a flote no sería tarea fácil, aunque esperaba al menos ver alguna mejora antes que mi hermana se me uniera. Tenía sus objetivos puestos en la Academia Real.

 

[Diría que esa tarta es digna de cumplidos.] Dije, pidiéndole al propietario más café y postres.

 

[¡No seas estúpido!] Zel respondió. [Soy serio. Lo sabes, ¿verdad?]

 

La campana pegada a la puerta frontal sonó y varias maids Leinster y un guardaespaldas elfo entró, todas usando sombreros de lana y abrigos. Parecía que estábamos esperando a dos personas más en nuestra mesa pronto.

 

Habiendo terminado su café, Zel se quitó sus lentes y empezó a limpiar sus lentillas con un trapo. [Si el precedente se toma en cuenta, la Dama de la Espada irá al extranjero el siguiente año para continuar sus estudios, probablemente en la ciudad del agua. Nuestra chica escarlata irá directo a la universidad contigo. Me imagino que pasarás dos o tres años allí.]

El propietario llegó para limpiar los platos vacíos de Zel y puso café fresco y una nueva tarta recubierto con dulce que no habíamos ordenados. [Aún estoy trabajando en la receta, pero espero que sean tan amables de probarlo.] Dijo con calma en repuesta a mi sorprendida mirada. [Por favor, tomen su tiempo.]

 

No podía evitar admirar su porte mientras partía.

 

Zel se puso sus lentes otra vez y giró su hermoso rostro a mí. [Si te conceden algún tipo de posición oficial mientras más rápido mejor. Puedes entrar a la Casa Ducal de Leinster. Y si no, siempre puedes venir conmigo al extranjero. ¿Te parece Lalannoy? ¡Los hombres bestias tienen un trato con menos discriminación allí, así que podrías lograrlo rápido! ¡Mmm! Esta cosa azucara va directo al punto.]

 

Rellené mi taza de té.

 

¿Una “posición oficial” o un matrimonio en la Casa Ducal de Leinster?

 

Podía contar el número de plebeyos que habían sido ennoblecidos en los dos pasados siglos con mis dedos. El más prominente había sido designado como vizconde vitalicio y ni siquiera los hombres bestias recordaban su nombre. Solo su apodo, el “Lobo Plateado,” sobrevivió. Y requirió matar un dragón enloquecido para que un miembro del clan lobo se lo ganara. Las ideas de Zel se despegaban de la realidad.

 

[Te estás adelantado. Justo ahora, estoy más preocupado por esto.] Dije, dibujando la fórmula para un hechizo de luz en la que había pasado trabajando los últimos meses.

 

[¿Qué es esto?] Zel pestañeó, una vez más sosteniendo su tarta en una falta de buenos modales en la mesa.

 

[El cumpleaños de mi hermana se acerca. Quiero darle más que solo cosas.]

 

A diferencia de mí, mi hermana Caren en la capital este tenía maná con creces. De momento, estaba practicando una técnica llamada “Lightning Apotheosis,” la cual suponía armarla en electricidad. Me sentía seguro que podría aprender a canalizar su maná en espadas de rayos también, si solo tuviera una daga o algo similar para usar como un conducto. El problema era…

 

[Basado en tu Espada de Maná.] Me apresure a explicar. [Me refiero a cómo reúnes magia alrededor de tus espadas para extender su alcance. Es algo así. ¿Te… importaría si se lo doy? ¡Oh, pensaré en algo diferente si no! Pero es una gran herramienta para su elemento más fuerte, así que espero lo apruebes.]

 

Mi amigo no respondió. Miré para encontrarlo con sus manos cubriendo su boca, conteniendo su risa. Debió haber encontrado mi petición muy divertida porque podía ver sus hombros agitarse y no parecía que se detuvieran pronto.

 

[¿Zel?] Dije, tomando de mi taza.

 

Mi amigo por fin se recuperó lo suficiente para limpiar las lágrimas de sus ojos. [Lo siento. No podía evitarlo.] Jadeé, ondeando su mano izquierda con una sonrisa de oreja a oreja. [Lucías tan serio, me preparé para cualquier cosa y luego tú—]

 

Otra risa lo cortó a media oración.

 

[¿Es realmente divertido?] Pregunté. La pregunta parecía muy seria para mí. De hecho, había pasado todo un mes armándome del coraje para hacerla.

 

[¿Por qué me importaría?] Mi apuesto compañero pestañeó. [Soy el único Régnier que queda. Tarde o temprano, todo el linaje será historia, pero ahora tu hermana mantendrá nuestra técnica insignia viva. ¡No podría pedir más! Tómala.]

 

[Zel.] Murmuré, aguantando mis lágrimas. Un huérfano del clan lobo estaba lejos de la aristocracia. Pero a pesar de ese abismo social, al menos podría contar con Lydia, Cheryl y Zel para respaldarme.

 

[G-Gracias.] Fue lo mejor que pude decir.

 

[Ni lo menciones, aibo. ¡Estás trayendo la dicha a la Casa de Régnier y a mí! Los libros de historia lo contarán.] Zel me aseguró en su usual tono despreocupado. Pensé que ganaba mucho por hablar de esa manera y perdía igual, aunque nunca lo diría.

 

[¿Y de qué querías hablar?] Pregunté. [Cuéntame del nuevo libro que encontraste.]

 

Zel soltó una siniestra sonrisa. [¡Pensé que nunca preguntarías! ¡Espera!] Sus lentes brillaron mientras alcanzaba su bolsa y sacaba un delgado y viejo libro. Su cubierta tenía varios diseños que no podía reconocer.

 

¿Qué es eso? ¿Un ave y siete bestias?

 

[Vaya pieza, ¿cierto? incluso si le faltan unas partes.] Zel dijo. [¿Has oído del Principado de Atlas? Es un país formado al sur. Bueno, tengo una copia aquí de un reporte robado del archivo del marqués que lo gobierna. El ladrón debió haberlo confundido con algo valioso. Lo encontré muy metido en el mercado negro de la capital real y pasé que lo compré. Tiene quinientos años de antigüedad, puedes creerlo.]

 

[¿Quinientos años de antigüedad?] Repetí. [Ahora es antiguo. ¿Qué dices?]

 

¿Un texto de la época de guerra? Ni la biblioteca de la academia tiene eso.

 

[Aún no he podido leerlo.] Zel admitió, juntando sus dedos. [La casa de subaste lo llamó “Diálogos de la Apócrifa de la Gran Luna.” Oh, la “Gran Luna” es la deidad en un viejo culto. Aún tienen una presencia menor en la mancomunidad y las ciudades libres.]

 

[Wow.] Miré al libro. No sentí maná, significa que probablemente no era peligroso. [Zel, ¿puedo prestártelo una vez tú—?]

 

La campana sonó un poco fuerte mientras dos mujeres de alta cuna entraban, una con su cabello escarlata atado y la otra llevando sus mechones rubios sueltos. Chiffon caminaba a sus pies, luciendo— y siendo— más pequeño que antes. Detrás del contador, el propietario del café empezó a preparar más te y tartas; Lydia y Cheryl siempre ordenaban lo que yo.

 

Lydia llegó a nuestra mesa primero, justo luego que Zel regresara el libro a su bolsa.

 

[Muévete.] Demandó, llevándome al borde del sofá y sentándose a mi par sin siquiera molestarse en quitarse su abrigo. Nuestros hombros se tocaron. Estaba congelándose.

 

[¿Y bien?] Me miró mientras calentaba nuestro rincón con un hechizo. [¿En qué has estado?]

 

Zel y yo intercambiamos una silenciosa mirada. Lucía molesta que nos hubiéramos adelantado al café sin ella.

 

Sentí un ligero golpe de Cheryl sentándose a la par de Lydia. [Me gustaría una explicación, Régnier.] Dije. [¿Asumo que podemos culparte en llevarte a Allen?]

 

Lucía intranquilo en el cuarto. Las maids Leinsters y los guardias reales entraron a una buena conversación y Chiffon se había enroscado cerca de ellas. La paz llegó.

 

[Calma.] Zel rogó, poniendo sus manos frente a sí. [No hagan nada apresurado, Sus Altezas. Hay una perfecta explicación: quería pasar el rato con Allen. Claro, no “prohíben eso,” ¿verdad? bueno, mi señora de cabello escarlata puede, pero—]

 

[¡Yo… nunca!] La princesa protestó.

 

[¡Si quieres pelear, la tendrás, cuatr ojos!] La noble respondió, dándole una fría mirada a nuestro apuesto compañero. Cualquier estudiante normal había empezado a temblar en sus zapatos, pero no Zelbert Régnier.

 

[Oh, me cago del miedo. Sé que paso la noche en el cuarto de Allen de vez en cuando, a diferencia de ustedes, pero ¿es excusa para enojarse conmigo?]

 

Silencio cayó. Tanto como a mi amigo le gusta bromear, habría sido sabido mejor cómo tocar ese tema. Lydia no mantenía en secreto su deseo de dormir en mis aposentos en la región de trabajadores. Ahora era el mejor punto de conexión entre nosotros. Claro, no solo fuego, sino luz empezó a llenar el aire.

 

Zel realmente lo sabe bien.

 

Chasqueé ms dedos y el maná se desvaneció.

 

[Hey.] Lydia dijo.

 

[¡No me detengas, Allen!] Cheryl respondió.

 

Ondeé mi dedo índice. [Sin magia en el café.]

 

Las dos chicas de cuna de oro en el reino se molestaron, inflando sus mejillas como pollitos enojados.

 

[Sus tartas y té.] El propietario interrumpió con buena anticipación. [Por favor, quédense cuánto gusten.] ¿Cómo no podría admirar a este hombre?

 

Zel se paró y se puso su abrigo y espadas. [Tengo una parada rápido que hacer con el libro. Allen, podemos terminar nuestra plática esta noche. Gracias por invitarme.]

 

[Sí, te veo luego.] Asentí mientras le servía a Lydia y Cheryl té. Conseguimos el permiso del director para usar la biblioteca de la academia esa tarde. [Oh, y te ordené un bocadillo para el camino. No olvides llevártelo.]

 

[¡Oh! ¡Mil gracias! ¡¿Dónde estaría sin mi mejor amigo?!] Zel sonrió y se despidió mientras se dirigía al mostrador.

 

El precio del café y bocadillo nocturno es un precio muy bajo a pagar para el nuevo hechizo de Caren. Debo invitarlo otra vez pronto. Sí, es un plan.

 

Mientras pensaba en mi futuro, mis compañeras empezaron a susurrar.

 

[¿Dijo esta noche?]

 

Se pararon, dejaron sus sombreros y abrigos en percheros y tomaron nuevos asientos en el asiento frente a mí.

 

[¿Qué estás esperando? Explica.] Lydia sonrió.

 

[No te preocupes, Allen.] Cheryl añadió. [Tenemos todo el tiempo del mundo.]

 

Una falsa sonrió se formó en mis labios mientras mi mirada se fijaba en ellas.

La campana sonó otra vez y vi a Zel saliendo. De perfil, se veía un poco solitario.

                           

✽✽✽✽✽

 

[Recuérdame, Allen. ¿Qué te dije luego del examen de entrada y otra vez en la ceremonia de entrada? “Lady Lydia Leinster y la Princesa Cheryl Wainwright sin duda causarán problemas en esta academia y confío que lidies con ello.” No trates de decirme que lo has olvidado.]

 

Mis ojos se posaron sobre los raros y únicos libros esparcidos alrededor de la oficina de director. El viejo elfo quien me había llamado esa tarde se sentaba entre ellos en una maravillosa silla con un bien puesto codo descansando en su escritorio. Lord Rodde, el Archimago, siquiera estaba tratando de esconder su cansancio y molestia. Al mencionarlo, recién había llegado de reparar el campo de entrenamiento que la pelea de Lydia y Cheryl había destruido. Me sentía un poco culpable.

 

Quizás debí haber traído a rastras a Zel de la biblioteca conmigo. Me lo pedía.

 

[Sí, Director. Lo recuerdo perfectamente.] Asentí, mirando a una ventana a la misteriosa luna carmesí.

 

[¡¿Y por qué no te metiste cuando se alocaron hoy?! ¡¿Te das cuenta cuantas veces casi han demolido el campo de entrenamiento este año?! Ten un poco de compasión por tus mayores.] El poderoso hechicero dijo, masajeando sus ojos.

 

Déjame ver…

 

Doblaba mis dedos mientras contaba cada incidente. [¡No se preocupe! ¡Puedo contarlos con ambas manos! ¡Y siempre nos dice lo joven que aún es! Además, Lydia y Cheryl han aprendido a restringirse. ¿No lo cree? Rara vez han lanzado algo más allá de hechizos elementales.]

 

[¿Has escuchado la frase “cuestión de impacto”? Pueden estar absteniéndose de magia avanzada y suprema, pero esas chicas aún pueden cortar, golpear y abrir hoyos en mis barreras. Y gracias a tu guía, sus hechizos se hacen más potentes y precisos con cada día que pasa.] El director soltó un sufrido suspiro y ondeó sus manos como si dijera que los tiene en cuenta.

 

[Solo se restringen cuando estás.] Continuó, golpeando su escritorio. [Si no estuvieras aquí, ¿quién sabe cómo habría escalado? Incluso Chiffon, de todas las criaturas, ha estado mostrado señales de su mala influencia. ¡Yo insisto— nay, demando— tomes la responsabilidad!]

 

Es más fácil decirlo que hacerlo.

 

[Hablaré con Chiffon.] Ofrecí— un compromiso realista.

 

[Noto que no mencionaste a los dos principales infractores.] El director dijo, fijándome una mirada. Parecía haberse formado una irrazonable buena opinión de mis habilidades cuando Lydia y yo lo habíamos enfrentado en nuestro examen de entrada y la ha mantenido desde entonces.

 

[Un regaño mío no hará gran cosa en la Dama de la Espada y la Dama de la Luz.] Dije. [A lo sumo, se enojarán y perderán el temperamento. ¡Creo que esto requiere palabras de sabiduría del mismísimo Archimago!]

 

[Parece que tu entendimiento difiere mucho del mío.] Respondió luego de una breve pausa. [Bueno, no importa. Espero que se los adviertas mañana.]

 

[Sí, señor.]

 

Transmitiré el recordatorio, aunque Lydia solo lo tomaría como ofensa. [Bien.] Prácticamente podía oírla decir. [¡Pero será mejor que me dejes quedarme en tu cuarto! ¡¿Cómo te atreves abrirle tu puerta a Zelbert Régnier y dejar a tu señora afuera en el frío?! ¡Piensa en lo que has hecho y arrepiéntete! Pero si te haces el gracioso, te cortaré y quemaré lo que sobre.]

 

Debo de hablar de esto con la Duquesa Lisa Leinster la siguiente vez que esté en el sur.

 

Mientras me preguntaba en cómo negociar mi relación con la noble levemente más alta y mayor de edad quien rápidamente se estaba volviendo una toxica, el director suspiró y cambió de tema.

 

[De casualidad, Zelbert— ahem, ¿Lord Régnier no estaba contigo?] Preguntó, sonando extrañamente familiar con mi amigo. Parecían cercanos desde que Zel se transfirió y mientras su conexión llamaba mi curiosidad, no podía explicarlo. Quizás algunos viejos conocidos los conectaban.

 

[Lo estaba.] Respondí. [Solo llegó a la entrada.]

 

[Dile que venga a mí mañana en la mañana. Insisto en verlo.] El director gruñó.

 

Pestañeé en sorpresa. [¿No esta tarde?] Esperaba una orden para por Zel de una vez.

 

[Ya es tarde. Mañana servirá.] El director respondió en serio mientras su mano izquierda continuó golpeado el escritorio. Detrás de él, las cortinas se cerraron con magia.

 

¡Qué tipazo!

 

[Vete a casa.] El venerable elfo gritó. [Hoy es luna carmesí. Los jóvenes pueden no saberlo, pero cuando era joven, nuestros mayores amaban asustarnos con un dicho.]

 

Recuerdos de mi niñez llegaron a mi mente. Antes de saberlo que estaba haciendo, había empezado a recitar. [No debes salir en noche de luna carmesí, o las grandes brujas malas y vampiros te llevarán.]

 

Mis palabras quedaron en el aire por un momento. Luego. [¿De dónde aprendiste ese viejo dicho?] El director demandó, mirándome con fuerza. Parecía sorprendido.

 

[Mi padre me lo enseñó cuando era pequeño.] Respondí, sonriendo, aunque mis manos se apretaron levemente. [Pero claro, ¿no tengo que preocuparme en la academia? No con el Gran Árbol y sus barreras.]

 

[No pongas mucha fe en mí. ¿Qué he hecho excepto de vivir mucho tiempo?]

 

Nunca había oído al director sonar tan sombrío y con solo catorce años de vida a mis espaldas, me costaba imaginar lo que el gran hechicero había experimentado en sus años. Dudé, esperando que dijera más.

[Mierda.] Dijo, poniendo una mano sobre sus ojos. [Olvídalo. Te llamaré otra vez antes del receso de invierno para discutir tu inscripción en la universidad. Debo presentarte al jovenzuelo— llaman “Profesor” al anterior director de la corte de hechiceros. Tanto como me duele admitirlo, sabe algunas cosas. Lydia Leinster y Zelbert Régnier se nos unirán, así que mejor asiste— la reunión no irá a ninguna parte sin ti.]

 

Luego de dejar la oficina del director, caminé solo por el largo pasillo que lleva a las escaleras. La luz lunar y lámparas de maná sacaban al Gran Árbol de la oscuridad. Aunque más pequeño que el de la capital este, me hacía pensar en casa.

 

Casi había llegado a las escaleras cuando mi mejor amigo entró a la vista. [¡Hey!] Dijo, bolsa de cuero en mano. [¡Vaya, te ves faltal! Debió haberte puesto en una faena.]

 

[Zel.] Inmediatamente, cerré la distancia entre nosotros, lanzando una palmada que había aprendido de Cheryl. Esquivó, como predije, así que combiné magia de fortalecimiento y magia de viento para mover mi pierna un poco adelante.

 

Zel se hizo atrás, bajando su bolsa con un grito indignado de sorpresa— incluso él no lo había visto venir. Aterricé, rápidamente golpeando su cuello con mis dedos rígidos, pero logro poner más espacio entre nosotros.

 

[Huiste.] Dije con una sonrisa. [Abandonaste a tu amigo y huiste.]

 

[¡V-Vaya!] Zel enderezó su boina, empujando sus lentes y limpiando su abrigo. Sus espadas se tocaron mientras sonreía, luego gritó y rio más fuerte. [¡¿Yo, huir?! ¡Me lastimas! ¡Eso, Allen del clan lobo, fue una retirada estratégica!]

 

[¡Son patrañas y lo sabes!]

 

[¡Eras el hombre correcto para el trabajo, mi joven amigo! ¡Debes agradecerme por ayudar que tus talentos brillen y puedas mostrarlos al comprarme la cena!]

 

Gruñí y Zel se desvaneció— solo para inmediatamente palmearme en el hombro. No había lanzado un hechizo de teletransportación, sin dejarme espacio para contraatacar esta hazaña física.

 

Es lento y rápido a la vez. No es sorpresa que Zelbert Régnier pueda rivalizar con Lydia y Cheryl en una lucha de espada.

 

[Vamos, aibo. Que no se te suba.] Dijo. [Lord Rodde te ha tomado interés, incluso si tiene una forma graciosa de mostrarlo. Nunca se habría molestado en llamarte a su oficina de otra forma. Y aunque no me da exactamente la espalda, me considera un problemático. Solo saliste de allí tan rápido porque yo faltaba. Funcional, ¿verdad?]

 

[Quiere verte a primera hora mañana.] Reporté, aún sintiéndome raro.

 

Zel se puso ante mí y puso sus manos en mis hombros. [¡S-Somos amigos, ¿verdad, Allen?! ¡¿Los mejores amigos que pueden existir?!] Rogó con ojos desesperados detrás de sus lentes. Debía querer evitar la reunión.

 

[Éramos, hasta hace poco.]

 

[¡Ten piedad! ¡¿El futuro héroe del clan lobo no conoce la piedad?!]

 

[¿Qué futuro héroe?] Suspiré mientras levitaba la bolsa de Zel y él la tomaba con sus manos. [Tienes a la persona equivocada. Oh, y el director también dijo que vaya temprano a casa hoy por la luna carmesí.]

 

[¿Huh? Oh, cierto. Esta noche es una luna carmesí, ¿no?] Zel murmuró, mirando a la luna creciente manchando el Gran Árbol de rojo. Algo en su perfil se sentía muy solitario.

 

Cuando no respondí, me palmeó en la espalda. [Andando. No querrás desperdiciar el sabio consejo del director, ¿verdad? Y realmente no parece una buena noche para—]

 

[¿Zel? ¿Qué ocurre?]

 

El joven dudado en qué decir, mirando el tronco del Gran Árbol. Seguí su mirada, pero nada sobresalía para mí. Parecía sentir unas leves fuentes de maná, pero fácilmente pude haberlas sentido.

 

[¿E-Eso…?] Zel murmuró. [¡Sí, es él! ¡Mierda!]

[E-Espera—]

 

Zel tiró su bolsa al suelo sin importarle que su boina cayera dentro y saco sus espadas. Antes que pudiera detenerlo, había cortado una ventana y saltado a la luz de la luna carmesí.

 

¿Q-Qué diablos…?

 

No tenía idea qué estaba pasando, pero no había estado siguiendo las órdenes de Lydia por nada. Mi cuerpo actuó automáticamente, pasando por la ventana tras mi perturbado amigo. Luego noté algo mal cerca del Gran Árbol.

 

¡La seguridad de la academia podía competir con la del palacio! ¡¿Qué es tanto secretismo aquí?!

 

Aún estaba despertando de mi sorpresa cuando alcancé a mi amigo, parándome listo para la batalla cerca de las raíces del Gran Árbol. Dos figuras más se acercaban más, ambos usando túnicas con capucha. Abruptamente, una desvaneció. Apenas pudo ver pétalos de flores— evidentemente fragmentos de una fórmula de hechizo— pero no tenía suficiente información para analizarlo y reconstruirlo.

 

La segunda figura empezó a moverse…

 

[¡Espera!] Zel gritó con más rabia de la que había escuchado en su voz. Corrió al frente, lanzando golpes a la espalda de la figura sin dudar un momento.

 

Un destello carmesí llenó el aire mientras una complicada barrera detuvo ambas espadas encantadas. El maná de la figura eclipsaba la nuestra— no una para rivalizar al dragón negro, pero más allá de algo mortal.

 

[¡Dejaste tu tierra en el este!] Zel gritó mientras el extraño se molestaba. [¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¡¿Quién era el hombre contigo?! ¡¿Qué estás planeando, mierda?!]

 

Una barrera lo hizo retroceder. No podía moverme.

 

Un rayo de luz lunar brilló a través de una brecha en las ramas del Gran Árbol, revelando el rostro debajo de la capucha. Cabello gris enmarcaba ojos carmesíes en un rostro arrugado. El extraño no parecía un humano a primera vista, excepto que no podía imaginar los límites de su maná.

 

[Ah, el cachorro Régnier que no pude matar en el Río de Sangre y Lalannoy.] Dijo una voz helada. [Qué horrible. Pensar que violarías el Juramento Estelar para vivir cuando doscientos años han pasado desde la última guerra en consecuencia. Impresionante, para un simple mortal. Una locura, pero impresionante.]

 

[¡Responde mi pregunta!] Zel gritó, redoblando sus hechizos de reforzamiento y bajando a la altura del suelo. La larga espada en su mano derecha cortó la barrera, luego alteró el maná envolviendo la corta hoja en su mano mientras la lanzaba al anciano.

 

Sangre fresca se esparció a la luz de la noche.

 

[Siempre una molestia.] El viejo dijo, haciéndose atrás con un corte en su mano izquierda. [¿Debes cargarla con esta maravillosa luna? ¿Escapaste con vida hace doscientos años y otra vez hace cien años solo para desperdiciarlo ahora? He envejecido. No hay sangre que beba que restaure mi fuerza anterior. Sin embargo…]

 

¿Se encontraron hace cientos de años? ¿Y el anciano bebe sangre? E-Entonces, él y Zel deben ser…

 

Perdí mi oportunidad para interferir mientras una chica de un ojo negro con largo cabello blanco aterrizó ante el anciano. Un vestido negro cubría su elegante figura, una espada se posaba en su mano y dos alas negras se esparcían detrás de ella. Miré caninos en su boca, pero se veía sin vida y sentimientos.

 

¿Qué es ella? ¿Un demonio o vampiro?

 

[Bueno, bueno. No muchos pueden rechazar un golpe de mi compañero.] El hombre dijo, curando la herida en su mano sin magia. [Supongo que te has vuelto habilidoso. Pero no tengo razón para quedarme y luchar contra ti aquí. Por desgracia, el brote no florece aún, y el Juramento Estelar me impide el acceso. Más problemáticos se convertirán en más de lo que mis viejos huesos pueden lidiar.]

 

Una misteriosa sombra salió y el viejo empezó a desvanecerse.

[¡Espera, Idris!] Zel gritó, yendo tras él. [¡Libera a Chloé! ¡Libera a mi hermana!]

 

¿La hermana de Zel?

 

Tan pronto el hombre desvaneció en la oscuridad que un escalofrío paso por mi espalda.

 

[¡Allen!] Zel gritó mientras, para mi sorpresa, la chica vestida de negro puso su atención en mí y movió su vieja espada. Una espada de maná se incrusto en incontables ramas, todas moviéndose como con vida propia. Llegarían a mí antes—

 

[¿Qué tenemos aquí? ¡No te andes por tus anchas siendo atacado por la espalda por una extraña mujer!] Una voz respondió mientras un Firebird engullía todo el ataque. El hechizo supremo quemó todo lo que tocaba.

 

Un momento después, una belleza de cabello escarlata portando una espada aterrizó frente a mí. lady Lydia Leinster usaba su uniforme, aunque debía haber estado en su mansión a esta hora. Debió haberse quedado en la puerta frontal, esperando para emboscarme.

 

[¡En serio! Debo entrenarte desde cero otra vez.] Continuó. [Estoy dispuesta a tolerar mucho, pero incluso yo tengo límites.]

 

[L-Lydia, cálmate.] Rogué.

 

[Humph.]

 

La chica de alas negras nos miró desde el aire, alejando las llamas. Dos nuevas alas de sangre brotaron de su espalda, dando cuatro en total.

 

[¡Zelbert Régnier! ¡No te quedes allí viendo a la nada!] Lydia gritó. [¡No sé cuál sea tu historia y no me importa, pero guárdate tus lágrimas para luego!] NT: basada la Lydia.

 

A una corta distancia, Zel levantó sus espadas una vez más. [Lo sé.] Murmuró, de vuelta a la lucha. Luego, sonriendo, reveló la cruda verdad.

 

[No dejen que su apariencia los engañe. Vamos contra el único vampiro demoniaco que el mundo ha visto. Su nombre es Chloé y es mi hermanita como también mi prometida. Un movimiento el falso e incluso ustedes dos no sobrevivirán a esto. ¡Traten de resistir hasta que Rodde llegue aquí!]

 

✽✽✽✽✽

 

Mi mente lentamente regresó de su sueño.

 

Qué sueño. Realmente me hizo recordar.

 

Había revivido el inicio de la partida de mi mejor amigo— un amargo recuerdo que normalmente daba lo mejor por olvidar. La herida no se había curado del todo. Con todo lo que había aprendido desde entonces, podía ser capaz de descifrar los hechizos y palabras que me habían desconcertado. Y aunque…

 

[¡Solo supéralo! ¡Sé que lo tienes, Allen del clan lobo!] Mi amigo me recordó en mi mente.

 

Lo sé, Zel. Sí que lo sé. Tendré que enfrentarlo algún día y quizás ese día ha llegado.

 

El hechizo que el misterioso hombre había lanzado esa noche bajo el Gran Árbol llegó a mi memoria. Tenía un gran parecido a la maldición que había afligido a la Marquesa Carnien en la ciudad del agua, el círculo que había esparcido la fiebre de los diez días y el hechizo de invocación en el Archivo Sellado. Toda la información que reuní, señalaba un punto: el “Sabio,” también conocido como el “Apostata de la Gran Luna.”

 

Pensando en ello, no vi ese libro en los objetos personales de Zel.

 

[Arriba y a por ellos.] Me dije y me levanté. Encontré el listón de Stella yaciendo frente a mí por alguna razón, así que lo envolví en un pañuelo. No sentí dolor, pero perdí la Silver Bloom y no vi señales del ángel quien me había superado.

 

Necesito salvarla y regresar a la superficie. Pero ¿cómo?

 

Me paré y vi alrededor. Las palabras no me salían.

Una alfombra de flores se extendió en cada dirección. Copos blancos y negros navegaban entre brillos esmeraldas que iban de un lado a otro. En el centro de ello todo se paraba un árbol que no había estado allí antes. El poder de las flores crecía con cada fluido de maná que se liberaba. Juzgando por sus filas de Lanzas Estelares esparcidas, parecía haberse tratado el mausoleo.

 

Un torbellino de pétalos de rosa con cada paso que tomaba. El suelo se hacía más sagrado.

 

[¿Un joven Gran Árbol?] Murmuré. [Y todo se ve muy familiar.]

 

Me recordé del suelo donde el dragón de agua había pisado en la ciudad del agua. Había creado una idéntica alfombra de flores para cubrir el centro de ese santuario para el cumpleaños de Lydia.

 

Ondeé mi brazo derecho para conjurar flores de fuego, pero se desvanecieron tan rápido aparecían.

 

[La santificación está progresando.] Pensé. [¿El hechizo de los padres de Ellie nos dejaron restaurar el Gran Árbol a tu verdadera fuerza?]

 

Cualquier maldición habría perdido su fuerza si tanto poder hubiera cubierto la capital real. Pero la desenfrenada divinidad tenía un problema. En la ciudad del agua, se había hecho tan intensa que los mortales encontraban el tan solo entrar al santuario imposible. ¿Cómo podría mantenerlo bajo—?

 

Espera.

 

¿Los “tres guardianes” y los “guardianes del Gran Árbol” trabajaban para administrar este poder? Si es así, formaban una pieza crucial del rompecabezas. Podría lidiar con el “campo artificialmente llevado a lo sagrado” en una limitada forma, pero temblé al pensar lo que pasaría si el Gran Árbol de la capital real liberaba todo su maná almacenado que había estado canalizando dentro.

 

Saqué mi reloj de mi bolsillo interior y abrí su cubierta. Las manillas se habían detenido.

 

[Lydia estará furiosa.] Me dije mientras caminaba.

Pensé en la razón que nos habíamos aventurado aquí en primer lugar: el inexplicable exceso de afinidad para la luz que había molestado a Stella por meses y el oráculo del dragón de flor prometía una cura. [“Cuestiona a la hija del Tirador de Estrellas”, se dijo, “y en la Ciudad del Escudo, deja a la llave final, la Santa Cenicienta y al más joven de los guardianes del Gran Árbol descender al archivo de los Guardianes de los Registros. En sus profundidades, enfrentarás, sin duda, la mayor obsesión de la humanidad.”]

 

A como estaban las cosas, nuestra situación se veía mal. El Sabio había entrampado el Archivo Sellado. Me había separado de Ellie y Stella había caído presa en la fascinación de esa espada azul, permitiendo que el ángel blanco y negro tomara su cuerpo. Sin embargo, no tenía duda. A diferencia de los mortales, los dragones no decían mentiras— no lo necesitaban. Las cosas no iban como lo planeado, pero Stella y yo llegamos a las profundidades. Encontraría una forma para curarla y—

 

Un repentino vendaval sopló, tan fuerza que no podía mantener los ojos abiertos. Levanté mis manos para protegerlos justo cuando sentí a alguien aterrizar frente a mí. Me asusté.

 

El ángel se paró a la par del brote, mirándome con sus ojos negros y blancos. El una vez destruido vestido blanco de Stella lucía como nuevo, aunque no podía explicar cómo o por qué. La espada azul, despojado de su siniestra aura, floraba sobre su cabeza con su báculo y la Silver Bloom.

 

En silencio, levantó su mano, y un banco de madera se creó, saliendo del suelo. Su cabello y cuatro alas— ambas negras y blancas, se abrieron— floraban mientras me daba otra mirada. No sentía enemistad y no detecte señales de un hechizo.

 

[¿Te… gustaría que me siente?] Pregunté.

 

El ángel sin expresiones asintió.

 

Me preparé y tomé el asiento ofrecido.

 

[¿Huh? Yo, um, ¿perdón?] Balbuceé mientras el ángel se sentaba a mi lado, tomó mi mano y bajó mi cabeza en su regazo, donde empezó a pasar sus dedos por mi cabello. Cada fragmento de canción que pasaba por sus labios enviaba una señal a las flores y creaba un remolino de copos imbuidos con luz y oscuridad. Evidentemente, quería disculparse por la abrupta batalla que luchamos antes.

 

Es mejor no armar un lio en momentos así.

 

[¿Curaste mis heridas?] Pregunté, dejándola ser.

 

El ángel acarició mi mejilla— y lanzó un hechizo de curación en una escala que considerable.

 

¿Soy yo o hay rastros del Radiant Shield en esta fórmula?

 

[G-Gracias.] Dije. [Ahora, si no te importa, me gustaría sacarte de aquí.]

 

La mano del ángel se detuvo a media caricia, luego busco mi muñeca izquierda. Solté un grito mientras sacaba mi brazalete y lo escondía en una de sus alas negras.

 

[No necesitas ayuda de la hija de una rama secundaria o de la Dama de la Espada.] Dijo con evidente disgusto. [Te mantendremos a salvo.]

 

La primera parte la entendí, pero ¿qué significa la última parte?

 

Mientras lo pensaba, su mano se movió otra vez, esta vez hacia mi anillo. [Lo mismo va para Etherheart. Ella es mala y yo soy más fuerte.] Dijo, dándole un jalón. Un fuerte sonido sonó y sus cejas se fruncieron. Ni un ángel, parecía, podía quitar el anillo de Linaria.

 

[La persona que me lo puso ciertamente tiene una mala personalidad.] Dije, dándole una fría sonrisa. [Me meto que no puedo quitarlo, tanto como me gustaría.]

 

Sus cuatro alas aletearon, esparciendo flores. [Qué molesto.] Murmuró, pasando la punta de sus dedos bore mi dedo anular izquierdo. Los profundos negros y blancos brillaron con respeto, añoro y una pizca de envidia. [La chica con cabello escarlata no juego limpio. Tampoco aquella amada por el Frigid Crane. Pero bueno.]

 

Entre tomar mi brazalete y la forma en la que había estado hablando, estaba empezando a preguntarme si compartía los recuerdos de Stella.

 

El ángel se inclinó, acercando su adorable rostro al mío. [Eres una llave.] Dijo, poniendo una mano en mi mejilla izquierda. [Aquel que cumple el juramento de la estrella y restaura el orden de la ley.]

 

¿Se refiere al “Juramento Estelar” del que Zel solía hablar? Lo mencionó más de una vez, pero murió antes que pudiera conseguir una explicación a lo que se refería.

 

Lágrimas salieron de los ojos del ángel. [Pero te falta fuerza. Tu recipiente es muy pequeño para retenerlo. Estoy segura… segura que perderás la vida en el camino. Justo como el Lobo Plateado que lucho para salvarme hasta el amargo final. Nadie pudo haber sido más valiente o amable.]

 

¿Dijo el “Lobo Plateado”? El héroe de los hombres bestias que ganó gloria, aunque ¿nadie puede recordar su nombre? ¿Trató de salvar a esta chica hace cien años?

 

Traté de pararme, pero entonces un arbolito destelló luz. El campo se sacudió y un caparazón protector de zarzas se envolvió alrededor de mí.

 

[¡¿E-El Gran Árbol?!] Exclamé mientras el ángel retiraba sus manos y flotaba en el aire.

 

[Quédate aquí un rato con esta chica y conmigo.] Continuó, encontrando mi asombrada mirada con una sonrisa. [Hasta que el reino mortal se desmorone, el Árbol del Mundo extiende sus raíces y este planeta completará su renacimiento.]

 

Traté de moverme, pero los copos blancos y negros me rodearon, conteniéndome.

 

[Los siete grandes elementos han caído prisioneros de buenas personas, pobrecitos.] El ángel cantó mientras el campo de flores se volvía una planicie de hielo. [Los siete dragones no pueden escapar de la casualidad de la ley. Los grandes y menores guardabosques, dieron todo lo que pudieron. Pero no me importa ninguno de ellos, ni el deseo pasado a una iglesia en ruinas hace mucho tiempo, ni la obsesión del Wainwright fundador— engañando al mundo y dejando altares creadores de ángeles en muchos lugares, todo para mantener la promesa del Escudo. Los dioses se han ido. Los mortales pueden convertirse en demonios, pero nunca en ángeles. Más de mil años de intentos no pudo cambiarlo. Terminó conmigo.]

 

Sonaba muy hermosa y triste al mismo tiempo. Aunque el abrumador arrepentimiento se formaba detrás de su pasiva expresión.

[Pero al menos puedo hacer el deseo de esta chica— de Stella— realidad.] El ángel abrazó mi cabeza. [Duerme un rato. Aprende a cuidar de ti. Déjanos mantenerte a salvo. Quédate conmigo. Por favor, por favor, por favor di sí. Sé que seré invencible si lo haces.] NT: Stella entró en modo yandere.

 

El ruego de la joven noble resonó en mis oídos. Gentiles copos me envolvieron. Mientras mi consciencia se desvanecía, murmuré. [Stella.]

 

Por último, sentí mis dedos acariciar la mejilla de la chica, mojados en lágrimas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bottom Ad [Post Page]