Libro 1: Una Casa Pequeña en el Bosque
Capítulo 1
Días en el
Bosque
Una sombra— perteneciente a una chica
cerca de los doce o trece años— corría a través de la gruesa maleza y entre los
densos árboles frondosos. Probablemente tenía doce o trece años. Usando un
vestido simple, era capaz de maniobrar sobre los árboles caídos y entre las
ramas de espinas con remarcable destreza. Su largo cabello dejaba un brillante
destello dorado detrás de ella mientras corría. Sus ojos eran de un verde
vivido, como si hubieran tomado el color del mismo bosque, y brillaban con
dicha mientras corría su solitaria carrera. Cualquiera que la viera sin duda la
compararía a algún tipo de hada del bosque, incluso con la canasta hecha de
yedra que llevaba en su espalda.
Eventualmente, mientras una pequeña
cabaña entraba a la vista, la chica empezó a reducir la velocidad.
Llegando a un alto frente a la puerta
de la casa, se tomó un momento para recuperar su respiración y arreglar su
falda, despeinada de toda la carrera. Luego, llevando la canasta a su espalda a
sus brazos, ella abrió la puerta y entró.
[¡Regrese, mamá! ¡Encontré estas
hierbas de las que estabas hablando esta mañana! También conseguí algunos
hongos. Estaban creciendo en el lugar usual. Parece que conseguiremos muchas
este año.]
Mientras ponía la canasta en la mesa,
su grito atrajo a una mujer mayor en un vestido verde oscuro de las
profundidades de la casa. La mujer suspiró, pero su exasperación no hizo nada
para estropear su juvenil belleza.
[Baja la voz, Misha. Ninguna jovencita
de bien debería estar gritando. Oh vaya, ¿otra vez estabas corriendo? Tu
cabello es un desastre.] Luego de ver a su hija de pies a cabeza con los mismos
ojos verdes, le dio una sonrisa agria y agitó su cabeza antes de arreglar el
cabello de la chica.
Misha solo pudo dar una avergonzada
risa al ser descubierta, rindiéndose a la gustosa sensación de las manos de su
madre arreglando su cabello. Claramente, Misha tenía que hacer más que arreglar
su ropa para engañarla.
[También encontré un manojo de
arándanos creciendo en el este. ¡Ahora, deberíamos poder hacer más
analgésicos!] Reportó.
[¡Wow! Grandioso, Misha. Tu padre
estaba diciendo que su gente está en problemas porque se les estaba acabando.]
Su madre dijo, alegre.
El intento de Misha al cambiar de tema
había funcionado maravillosamente.
[Qué bueno, pero no olvides guardar
algo para ti. ¡Por el contrario, tú estarás en problemas!] Misha le recordó.
Su madre se había lastimado su pierna
hace un tiempo. La había curado lo suficiente para caminar otra vez, pero
cuando el clima cambiaba o se esforzaba demasiado, le dolía mucho. A pesar de
ello, su madre se reía de ello cada vez, diciendo que era conveniente para
alertarle de la lluvia acercándose.
[Ya sé, lo sé. Si no puedo caminar, eso
hace las cosas más difíciles para ti, ¿cierto?]
[¡Ese no es el punto!] Misha frunció el
ceño a la sonrisa de su madre.
No lo entiende nada. No quiero que
sienta dolor.
A pesar de su juventud, Misha era
consciente del hecho que algo inconveniente estaba pasando afuera del bosque
por los pasados años. Peticiones para analgésicos y ungüentos habían estado
incrementando en frecuencia y dosis. Debió haber significado que había muchas
más personas lastimándose. Su madre parecía preocupada por lo que sea que
estuviera pasando, como siempre que un mensajero llegaba, regresaba mucha de la
medicina que las dos tenían.
Como resultado, sufría durante cada
temporada de lluvia. Aunque nunca decía mucho, Misha estaba segura que el dolor
la estaba manteniendo despierta.
Mantendré mis propis reservas para mamá, decidió en secreto, suprimiendo un
suspiro. Bien podrían ser boticarios por profesión, pero eso no significaba que
podrían permitirse ignorar sus propias necesidades. ¡Porque si tienes dolor
y no puedes concentrarte, empiezas a cometer errores!
Sabía que su madre era demasiado
habilidosa para dejar que algo de dolor le afectara, pero era una buena excusa
para convencerse para guardar algo de medicina.
No había ilimitados suplementos de
hierbas en el bosque. Aunque Misha había encontrado una buena cantidad de
arándanos hoy, la base para sus analgésicos, sabía que no quedaban muchos por
tomar. Si sacaba una planta desde la raíz, no crecería. Mantener el balance
ecológico natural era tan importante como hacer medicina. Incluso con su pierna
lastimada frenándola de caminar bastante, la madre de Misha conocía el bosque
mejor que su hija. No había forma que no hubiera notado la menguante flora.
Probablemente era porque estaba conservando menos medicina para sí.
[Espero que las cosas vuelvan a la
normalidad pronto.] Misha murmuró, sacando una sonrisa de su madre.
En lo profundo del bosque quedaba una
pequeña cabaña de madera. Misha y su madre vivían allí solas. Aunque algunas
veces era solitario vivir en un lugar con pocos visitantes, era todo lo que
Misha conocía, así que fácilmente podía aceptar esa vida por lo que era. Su
padre visitaba una vez al mes y siempre tenía muchos regalos para ella, así que
realmente no necesitaban nada, y el bosque la mantenía muy ocupada. Sobre todo,
Misha era feliz de poder vivir con una madre tan lista y amable.
Cuando era más joven, una vez le había
preguntado por qué su padre no vivía junto con ellas. Había estado leyendo un
libro ilustrado dejado por su padre en su visita de hace unos días y ese libro
decía que una familia debía vivir junta.
Apologética, su madre explicó que había
nacido en un clan de boticarios en un país muy, muy lejano en el norte. Había
conocido al padre de Misha cuando él estaba viajando por el mundo como parte de
su educación. Los dos se enamoraron y la madre de Misha corto lazos con su
familia para seguirlo a casa.
Pero luego de crecer en un tranquilo
bosque, no podía ajustarse a vivir en la ciudad. Su añoro por el bosque casi le
quita la vida. Preocupado por su bienestar, aunque le rompía el corazón
hacerlo, el padre de Misha la llevo a un bosque al borde de sus tierras.
Quería vivir junto con ellas, pero era
un duque. Tenía importantes responsabilidades de las que ocuparse. Y así, eso
las llevo a su actual situación de vida.
[A menudo creo que había sido mejor si
viviéramos en la mansión de tu padre con él.] Su madre dijo tristemente, pero
Misha agitó su cabeza.
[¡Quiero que seas feliz! ¡Y papá viene
a visitar, así que no lo extraño! ¡Y amo el bosque!]
Odiando ver a su madre luciendo tan
triste, Misha nunca sacó el tema otra vez. Y además, vivir en el bosque con su
madre realmente era divertido.
Sin embargo, desde ese día, su madre
había empezado a enseñarle a Misha cómo actuar como un noble lo haría— “solo en
caso.” Misha había preguntado cómo conocía todo eso si era de otro país, a lo
cual respondió que había estudiado duro para asegurarse de no avergonzar al
padre de Misha.
[Al final, pensé que todo fue por nada,
pero ahora que puedo enseñarte, me alegra estar en la molestia.]
Tanto como odiaba los modales y los
estudios, Misha se tragó sus quejas cuando vio cuan feliz su progreso hacía a
su madre. Una leve molestia valía la sonrisa de su madre.
Algún día, esas habilidades se
volverían excepcionalmente útil para ella. Claro, no tenía idea de eso en ese
tiempo.
Luego de mudarse al bosque, su madre se
recuperó de inmediato, y encontró una semejanza con muchas de las hierbas y
plantas creciendo en el área. Una vez tuviera la oportunidad, empezaba a usar
las hierbas para hacer medicina. El padre de Misha las recibía con dicha; sus
creaciones eran mucho más efectivas que cualquier ducado que tuviera. Y así, su
madre regresó a su trabajo original como una boticaria.
Y dedicaba cada conocimiento que tenía
en su hija. En lugar de estudiar en un escritorio, Misha aprendía todo de
primera mano, su madre hacia las instrucciones en un juego desde que la chica
era pequeña. Con nada más para distraerla mientras crecía, Misha adquirió las
habilidades de una boticaria— desde la recolección de ingredientes a la producción
de medicina— por la época cuando tenía diez años.
Ahora, pasaba sus días corriendo por el
bosque en lugar de su lastimada madre, recolectando hierbas medicinales y todo
tipo de otras cosas de la naturaleza.
[Por cierto, ¿papá vendrá de visita el
siguiente mes?] Misha preguntó mientras trabajaba en el mortero. Espera sonar tan
relajada como pensaba que lo hacía.
Su padre la había visitado una vez al
mes sin fallar desde que era pequeña, pero había faltado los últimos dos meses.
En cambio, había enviado una carta con un mensajero, quien luego tomaba un puño
de medicina y se iba.
[No lo sé. Parece que aún está lejos.]
Su madre respondió tristemente mientras hervía algunas hierbas en una olla.
Misha tenía luchar por no chasquear su
lengua en frustración. Su madre le regañaría al instante si lo hacía, así que
se aseguro de suprimir el deseo.
Sabía lo mucho que su madre amaba a su
padre, y aunque nunca lo decía, su madre claramente lo extrañaba y se preocupaba
por él. Daban lo mejor para hacer tanta medicina como pudieran, esperando que
sería un poco de ayuda, pero ni siquiera sabían si le llegaría.
Las únicas noticias que recibían del
exterior eran de su padre en sus visitas mensuales o sus irregulares aves
mensajeras.
[¿Quizás deberíamos enviarle un ave
mensajera?] Misha sugirió.
Su madre pensó por un momento, pero
agitó su cabeza. [Necesitamos guardarla para emergencias. No creo que eso
cuente.]
Aves mensajeras eran el principal medio
de comunicación en este mundo. Esas aves eran entrenadas para viajar específicamente
entre dos lugares, llevando cartas atadas a sus piernas. Eran inteligentes,
capaces de seguir simples instrucciones. Consecuentemente, eran bastante caras.
Incluso la nobleza de alta alcurnia usualmente poseía no más que un pequeño
puñado. Sobre todo, son muy pocas aves en la naturaleza, vivían en lo profundo
de la salvaje naturaleza, tenían una temperamental naturaleza y se ajustaban a
las personas lentamente. Idealmente, tenías que atraparlos antes que nacieran,
así podrían ser criadas a gusto. Eso las hacía excepcionalmente costosas.
El padre de Misha era un poco
preocupado, aunque estaban acostumbradas a vivir en el bosque solas, él siempre
estaba preocupado que pudiera haber una emergencia. A pesar del exorbitante
costo, había dejado uno de esas invaluables aves mensajeras para que las dos la
usaran. O más bien, había llevado un huevo de ave mensajera con ellas antes de eclosionar.
Por suerte, la madre de Misha tenía afinidad con los animales, así que había
logrado criarla sola, pero había sido todo un desafío.
Aunque su padre siempre estaba
preocupado que vivieran en las profundidades del bosque, eran bastante autosuficientes.
Incluso si se enfermaban o se lastimaban, tenían las habilidades para ocuparse
de sí mismas, así que nunca se tuvo la oportunidad de usar el ave mensajera. Como
resultado, a quien habían llamado Kyne, ahora volaba libremente por el bosque,
compitiendo por un lugar en la cima de la cadena alimenticia.
[Kyne es super listo. Encontrará a papá
si no está en casa.]
La primera vez que habían enviado a Kyne
a entregar una carta, despreocupadamente le habían dicho ir con el padre de
Misha, no a la mansión. Como resultado, aunque no sabían cómo lo hizo, Kyne había
rastreado a su padre viajando en sus inspecciones y entregó la carta a él en el
campo.
La madre de Misha le dio una sonrisa. Normalmente
las aves mensajeras se quedaban en una ruta fija. La criarías en un lugar,
luego la llevarías a otro lugar y dejarías que sus instintos la regresaran de
vuelta a casa. Repites ese proceso una y otra vez. Al hacer que el ave asocie una
palabra con el lugar al que la liberas, enlazarías los dos en su mente.
Aves realmente inteligentes pueden
recordar dos o tres lugares, pero solo le habían enseñado a Kyne a viajar a la mansión
de su padre— o eso pensaban. Su padre había ignorado todo acerca de la carta
esa vez, presionándose a averiguar lo que habían hecho para enseñarle al ave a
encontrarlo. Había llevado a un cuidador de aves con él para investigar a fondo
sus métodos, pero al final, solo podían concluir que Kyne era un ave
particularmente lista.
[Creo que sería una buena idea tener
algunas ideas en lo que ha estado. También tengo curiosidad.] Misha trató un
poco más de incitar a su madre, quien respondió con una sola agitación de su
cabeza.
Misha no sabía lo que era vivir en la mansión
de su padre. El bosque había sido su hogar desde que nació. Ni siquiera había
visitado su mansión una sola vez. Había visto algunas de las villas al borde
del bosque, pero eso había sido lo mucho que había viajado. Sabía muchas cosas
que se le decían, pero todo lo que había aprendido acerca del bosque, las
tierras de su padre, y su mansión venía de las historias de sus padres y sus
libros.
Aun así, tan lista como era, Misha estaba
empezando a notar lo que no se decía.
Su madre era la concubina de su padre. Su
padre había sido comprometido a una edad joven, así que la posición de su
esposa oficial ya había sido tomada. Siendo una plebeya de un país extranjero,
no tenía posibilidad de ser la esposa de un duque. Ni siquiera podía manejar la
vida en la ciudad.
Pero considerando cuán adaptable su
madre era, Misha tenía que preguntar si la situación era más complicada que
eso. Así que, se había dispuesto a trabajar. Se cuestionaba, por ejemplo, por
qué su padre nunca hablaba de su familia en la mansión, o por qué su madre no
quería ir de visita.
No es que me importe. Probablemente estaría
nerviosa rodeada por tantas personas. Vivir en el bosque es bastante divertido.
Misha no tenía interés en la vida de
ciudad. Tratar de cumplir todos los modales y costumbres esperados allí sería
agobiante. Las rígidas reglas de la vida noble que su madre le había enseñado
allí eran muy restrictivas para una chica que había crecido corriendo libre en
el bosque. Aún tenía sueños como muchas chicas— no era como que tuviera interés
en los vestidos caros que usaba— pero estaba cansada de imaginarse de estar atrapada
en una rutina, forzada a seguir miles de reglas. Algunas personas estaban para
diferentes tipos de vidas.
Pero justo ahora, sentía que necesitaba
obtener respuestas. Así era cómo se sentía cada vez que veía a su madre
preocupada, añorando ver a su padre, incapaz de hacer algo por su cuenta. ¿Qué
había pasado?
[Como sea, él es un duque.] Misha dijo.
[Puede liderar desde la retaguardia, pero no es que lo enviarán a las líneas frontales,
¿cierto? Estoy segura que estará bien. Termine de azar estos, por cierto. ¿Debería
ponerlos en la olla ahora?]
Sin embargo, incluso si sentía de esa
manera, no quería estresar a su madre más, así que cambió de tema. Hasta que el
problema actual estuviera resuelto, era una rutina que repetirían una y otra
vez, pero no estaba personalmente involucrada, Misha crecía consciente de ello.
[Buen trabajo. Conseguirás mejores
resultados si dejas el resto de la olla enfriarse primero, así que déjalos en
la mesa por ahora.] Los hombros de la madre de Misha de inmediato se relajaron
mientras cambiaba de tema.
Siguiendo las instrucciones de su
madre, dejó las ahora pulverizadas hierbas en la mesa. [Si terminamos ahora, ¿deberíamos
descansar para el almuerzo? Quiero revisar cómo le va a la carne seca. ¿Puedo probarlo
un poco?]
El conejo que habían cazado el día anterior
había sido bastante grande. Había conseguido bastante comida ese día, así que
habían colocado algunas sobras afuera para secarse en el sol. Misha adoraba la
carne que no estaba completamente seca, haciéndola de alguna manera más suave. Era
uno de sus gustos personales.
Viendo lo emocionada que estaba, su
madre asintió con una risa. [Solo un poco, ¿bien? No te llenes.]
[¡Bien!]
A pesar de la advertencia de su madre,
la comida había sido la única cosa en la mente de Misha mientras salía del
cuarto, completamente perdiendo el sonido del suspiro de su madre.
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