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Hierro y Sangre Parte 1

Parte 1


El resultado fue decidido.

La arena de Ba Roux se sacudiĆ³. Muchos espectadores que estaban en la multitud un animosamente gritaron juntos el nombre del ganador e imprimieron sus huellas, creando un alboroto que resonaba como una ola alta.
Mientras que el ganador era baƱo en las apasionadas y gritos de Ć”nimo, quien habĆ­a recibido el destino opuesto yacĆ­a inmĆ³vil junto a sus pies. Eventualmente, el cuerpo del perdedor sin cabeza estaba pegado con un gancho y era halado por las manos de dos esclavos.
El aĆŗn estaba brillando aunque era casi de tarde. La cara de los espectadores estaba cubierta con sudor y un resplandor, como si alguien lo hubiera rociado con aceite, y sus ojos, tambiĆ©n, brillaban de lujuria, como si anticiparan que la siguiente pelea serĆ­a una a muerte. QuiĆ©n sea que ganara o perdiera no quedarĆ­a en sus mentes por mucho. Lo Ćŗnico que quedaba era el sabor del calor de la batalla, estando en el aire, dando vueltas en la arena.

“¡Ve, ve!”

“¡MĆ”talo!”

Hoy fue otro Ć©xito. Porque las mĆ”s virtuosas personas vivĆ­an en la ciudad, cuya tarifa de admisiĆ³n no era mĆ”s que la remesa semanal de un niƱo, eran capaces de ver los juegos, era mĆ”s allĆ” de cientos de espectadores que se reunĆ­an.
El siguiente encuentro era una batalla de caballeros. Ambos hombres estaban armados con lanzas, emergiendo de las puertas este y oeste, y cada uno las cruzo a gran velocidad. Al momento de cargar, uno de los hombres fue arrojado de su monta y, mientras se batƭa para levantarse otra vez, el otro rƔpidamente salto de su propio caballo y dio el golpe final.

DespuƩs que apenas fueran vestidos, empezaron a pelear con sus manos.
Eran espadas esclavas, o asĆ­ llamados gladiadores. En compensaciĆ³n para este pĆŗblico, eran batallas con amenazaban la vida, esas personas eran condicionadas a unos cuantos dĆ­as de sus vidas y vivĆ­an con la mĆ­nima cantidad de comida que fuera requerida. Algunos ya habĆ­an nacido como esclavos, algunos habĆ­an sido lanzados a esta arena por cometer crĆ­menes, y habĆ­an quienes habĆ­a sido introducidos por sĆ­ mismos a vivir en este infierno.
Pero si los gladiadores conseguĆ­an ser bien conocidos se hacĆ­an veteranos, ellos recibĆ­an un tipo de popularidad diferente de la multitud. Uno de ellos, llamado Shique, era un guapo gladiador quien era popular entre las mujeres y habĆ­a ganado el encuentro reyerta[1]. Ɖl era fuertemente pretencioso, reverenciĆ”ndose en una manera que un noble lo harĆ­a, y notablemente, voces agudas se alzaban de la multitud.

“¿Viste eso, hermano[2]? ¡Shique acaba de ganar!”

Esa era la voz de una chica que aĆŗn en la mĆ”s tierna edad, quien estaba sentada en una de las tribunas entre la fila de la parte de enfrente. Sus pilares, las cuales se alzaban de las esquinas de izquierda a derecha soportando el techo que cubrĆ­a los pedestales. ƚnicamente aquellos quienes eran capaces de pagar una gran suma de dinero eran capaces de ver los encuentros desde aquellos asientos especiales.
Desde esa perspectiva, el joven hombre descansaba su barbilla en sus manas a la par de ella, a quien ella llamaba ‘hermano[3]’, pareciendo insatisfecha. Con una gran venda envuelta en su cabeza, al final dejĆ”ndolo colgado a ambos en la izquierda y derecha como un creyente de Badyne, parecĆ­a como si Ć©l estuviera ocultando su cara de las miradas de las personas.

“Ahh, es como dices,” dijo Ć©l. “El gladiador tiene la vista en ganar. Ahora, ¿no es suficiente? ¿Podemos darnos prisa y comer algo? Este lugar me da dolor de cabeza.”

"Pero sĆ³lo estamos empezando, ¿no? ¿El olor a sangre enferma? TĆŗ, ¿la sucesora de las tierras de Mephius?"

“Cuida tu boca.”

Sin preocupaciĆ³n de la clara preocupaciĆ³n de la juventud, la chica dio una risita.
La siguiente pelea ya habĆ­a empezado, asĆ­ que el joven fue forzado a quedarse despuĆ©s de todo y descansĆ³ sus mejillas en sus manos otra vez con una apariencia agria en su cara. ¿CuĆ”nta sangre habĆ­a sido salpicada, y cuĆ”ntos sudorosos mĆŗsculos habĆ­a visto ella antes de llegar a cansarse?

Ɖl ocasionalmente robaba miradas de reojo a la chica con piel blanca y hermosa cara. Ella tenĆ­a la inocencia que se miraba en su edad, pero una extraƱa sensualidad y madura hermosura tambiĆ©n – esa era una vista mĆ”s encantadora que la salvaje pelea de abajo.
Entonces, despuĆ©s de dos batallas, un nuevo escenario fue colocado en la arena. Una gran estaca fue establecida en el centro, y una sola mujer fue sujetada en la cima. Ella era una hermosa mujer. A propĆ³sito su ropa fue rasgada, cada vez ella se retorcĆ­a de dolor, su pecho bamboleaba mientras que silbatos venĆ­an del calor de la audiencia masculina.
Sin embargo, la mujer no estaba en posiciĆ³n de estar molesta con su obscena apariencia, pero al mismo tiempo que la estaca fue puesta, una gran jaula con aproximadamente la misma altura fue llevaba.
Adentro estaba una bestia salvaje que era siete u ocho metros de largo. Babosa, verdes incrustaciones parpadeaban de la luz del sol. Era un gran dragĆ³n. Aunque Bred repetĆ­a selectivamente la crianza por humanos, este era una variedad llamada ‘Sozos’ que Mephius tambiĆ©n usaba en guerras.
ApretĆ³, descomunales dientes, y cada garra se extendĆ­an de las seis piernas, tenĆ­an forma como de espada. Probablemente porque fueron drogados, parecĆ­a tener la ferocidad algo reprimida y los instintos algo apagados, pero ser goleado por eso, causarĆ­a lesiones serias, y parecĆ­a como si pudiera mandar a volar la jaula como un juguete.

“¡Ahora bien! ¡Damas y caballeros reunidos aquĆ­!”

De pronto el orador parado en lo alto empezĆ³ a hablar por el altavoz, ansioso terminĆ³ su discurso antes que la bestia estallara.

“Seguimos, es el comienzo de nuestro programa. Los grandes dragones una vez vagaron por la tierra y probablemente establecieron nuestra cultura, ahora ellos no son mĆ”s que estos sanguinarios, y simples bestias que miramos por debajo. No hay necesidad de tener miedo. Somos almas valientes, mentes puras, que tomaron el relevo de un viaje espacial. Ni siquiera por las garras y colmillos de dragones – ¡sin mencionar ese miedo, terrible respiraciĆ³n! – nos harĆ” menos. Por favor, miren la evidencia. ¡Miren las figuras de esos valientes hombres quien desafĆ­an a este viejo dragĆ³n, esta es terrorĆ­fico falso Dios!”

Desde la puerta este, un solo gladiador dio un paso adelante. En las manos del hombre, quien lucĆ­a un mĆŗsculo cuerpo, estaba conectado a una cadena con una bola de hierro.

“¡Verne!”[4]

El Ć”nima de la audiencia incluso se hizo mĆ”s fuerte, para Ć©l era un gladiador quien podĆ­a estar orgulloso de sĆ­ mismo por ser uno de los mĆ”s famosos combatientes en Ba Roux. El hombre estaba cerca de la mitad de sus 30’s y piel oscura, y Ć©l respondĆ­a al saludo de las seƱoritas y caballeros en la audiencia. Entonces.

“¡Es el Tigre!”

“¡Mira, el Tigre de Hierro Orba!”

Un espadachƭn, ademƔs de solo, caminaba, pero desde la puerta oeste.


“QuĆ© excĆ©ntrico.” El joven comento en el azul acerco de la mĆ”scara que cubrĆ­a la cara del gladiador. Como si imitara a un tigre, pequeƱos colmillos salĆ­an de sus labios, dejando solo un pequeƱo espacio para la boca de este hombre llamado Orba. Cortado en dos divisiones donde los ojos del tigre deberĆ­an estar pero naturalmente era los ojos de Orba. Y, a pesar que un tigre normalmente tendrĆ­a orejas redondas, la mĆ”scara terminaba punteada en ambos lados en lugar – era casi como si cuernos salieran de las esquinas.
Sin embargo, eso era todo; Ć©l no tenĆ­a otra caracterĆ­stica. En comparaciĆ³n con Verne, Ć©l tenĆ­a casi un dĆ©bil cuerpo, y Ć©l era simple, con una comĆŗn larga espada en su mano. Los espectadores empezaron a ridiculizarlo, diciendo.

“Mira su delgado cuerpo. ¡Un solo golpe de la bola de la cadena y serĆ” completamente aplastado!”

 “Dicen que Ć©l le quito la cabeza al BarĆ³n de Meier en la Arena de Tidan despuĆ©s de dos golpes. Veamos a ver si hace lo mismo a nuestro Verne. ¡Ve adelante!

“Este es el Tigre de Hierro Orba,” la chica lo dijo, mientras sus mejillas estaban rojas de emociĆ³n. “¿No es esta su primera apariciĆ³n en Ba Roux? Pero Ć©l parece ser famoso. ¿Le conoces, hermano?”

“¿DeberĆ­a de saberlo?”

“Vaya, quĆ© respuesta mĆ”s frĆ­a. EstĆ” bien, si te aburres aquĆ­, ¿por quĆ© no tenemos una pequeƱa apuesta en este juego? Tal vez terminĆ© siendo algo interesante.”

“Una apuesta, ¿verdad? ¿Para quĆ©, y cĆ³mo para quĆ©?”

“Simple. De esos dos que pelean, ¿quiĆ©n esperas que ganĆ©?”

“Eso es estĆŗpido. ¿Incluso es esa una apuesta? Incluso conozco el nombre del chico Verne. Y su fĆ­sico estĆ” en mejor forma. Incluso un principiante puede verlo. EstĆ”s tratando de estafarme, apostando por el claro ganador, ¿verdad?”

“¡Vaya, eres un cliente muy difĆ­cil! Pero estĆ” bien. Puedes enojarte tanto como quieras. E incluso pensĆ© en traerte algo pudiera traerte un poco de distracciĆ³n. Pero entiendo, entiendo – odias pasar tiempo con Ineli. Si ese es el caso, ¡nunca voy a invitarte otra vez, no te preocupes!”

La chica rĆ­gidamente giro su rostro, mientras que el joven en pĆ”nico dejo de descansar su mentĆ³n en sus manos.

“E-Espera. Me equivoque” Ć©l dijo. “Voy a apostar el espadachĆ­n de la mĆ”scara. Eso es lo que quieres, ¿cierto?”

“No. Ineli decidiĆ³ apostar al espadachĆ­n primero. Puedes tomar a Verme, hermano.”

“¿Huh? ¿Por quĆ©?”

“Porque Ć©l me gusta.”

¿Si quiera puedes ver su cara? – eso era lo que el joven estaba por decir, pero se detuvo a tiempo. Ɖl no podĆ­a permitirse disgustarla aĆŗn mĆ”s.

“Ahora bien,” dijo el orador, levantando su voz otra vez. “¿PodrĆ” Orba o Verne tomar el papel de hĆ©roe y liberar a esa mujer? ¿O esos rivales pelearan sin caso, cuando la jaula se rompa y esta pobre mujer hermosa termine en el estĆ³mago del dragĆ³n?”

De ahora en adelante, los dos espadachines en batalla, y el ganador deberĆ” rescatar a la mujer – o, mientras el orador miraba, ‘una cierta princesa de un paĆ­s en ruinas’ – en las garras del dragĆ³n, y tambiĆ©n ganarĆ” una noche de amor. O es la escena que puede ser.

Los dos hombres dieron un paso hacia adelante. Mientras se aproximaban al otro, la falta de fĆ­sico de Orba se volvĆ­a mĆ”s evidente. Verne hablĆ³ con una voz que podĆ­a escucharse en la primera fila.

“AsĆ­ que, te haces llamar Tigre, ¿huh? EscuchĆ© tu nombre. Pero, no es mĆ”s que un rumor sin mĆ©rito. Puedes tratar de esconder tu rostro, pero puedo ver tu piel por debajo. AĆŗn eres joven, un niƱo.”

Los labios gruesos de Verne, en proporciĆ³n a su cuerpo, mostraron una sonrisa.

“Estoy seguro que la mĆ”scara es un engaƱo asĆ­ las personas no se burlaran de ti. ¡No eres un tigre, eres un perro sarnoso! ¡Voy a ensaƱarte lo que es un verdadero hombre en una batalla!”

De cara a Verne, quien reĆ­a fuertemente sobre sus hombres, Orba no replico. Probablemente asumiendo que sus nervios serĆ­an volados, Verne dio una Mirada de desprecio, tomĆ³ una pose defensiva, y colgĆ³ la bola sobre su hombro.

 “¡QuĆ© empiece!”

Fue la voz de la seƱal, pero a mitad de camino desapareciĆ³ en cuanto mĆ”s incrementaba el sonido de gozo de la audiencia. En un instante, Verme hizo su movimiento.
Ɖl blandiĆ³ la bola de acero con todas sus fuerzas. Al principio, el enmascarado espadachĆ­n estaba cerca de precipitarse, pero, como si estuviera asustado de su fuerza, Ć©l rĆ”pidamente dio marcha atrĆ”s. HabĆ­a una pequeƱa chispa que saliĆ³ del roce de la bola contra la mĆ”scara. Eso fue suficiente para que Verme tomara persecuciĆ³n de Orba. La gran bola de acero, la cual era mĆ”s grande que la cabeza de un humano, se aproximaba con aullido del viento, Orba continuĆ³ evadiendo dando pasos por detrĆ”s.

Ɖl rodo por el suelo, saldo excesivamente de lado, y finalmente se apresurĆ³ haciendo un gesto evasivo – la cual invito a reĆ­r a los espectadores.

“Mira eso, parece que el espadachĆ­n que te gusta no puede salir de ese lugar apretado,” lo mismo dijo el joven. “¿O puede ser que esta pelea no es justa?”

“¿TĆŗ crees?” dijo la chica, mirando directamente mientras ponĆ­a su dedo en sus labios carnosos y floreados. “Si es asĆ­, ¿entonces por quĆ© aĆŗn no ha terminado el encuentro?”

“Eso es porque su oponente sigue manteniĆ©ndose corriendo de un lado a otro.”

“Me pregunto por quĆ© Verne no puede acorralar a su oponente que sigue huyendo.”

El hombre querĆ­a refutar pero mantuvo su boca callada. Mientras miraba, Ć©l notĆ³ que Orba no estaba retirĆ”ndose por completo, pero seguĆ­a dando vueltas en cĆ­rculos a su oponente mientras mantenĆ­a una buena distancia. Y miro como Verne no era capaz de atacar y perseguir a su oponente tan precipitadamente.

Probablemente porque perdiĆ³ su temperamento, Verne puso toda su fuerza dentro de otro golpe. La bola de acero volĆ³ pasando el hombre de Orba y – aunque era obvio para los espectadores que eso era como una oportunidad de oro – Ć©l Ćŗnicamente la regreso con  un empuje de su espada, mientras otra vez tomaban distancia.

“¡TĆ³malo en serio!”

“¡Deja de jugar!”

La audiencia dejo de reĆ­r y empezĆ³ empezĆ³ a burlarse de lo que estaba debajo de la arena. No sĆ³lo Orba, tambiĆ©n de Verne quien no parecĆ­a capaz de derrotar a su oponente de su constate huida.

“¡Bastado!” Verne aullĆ³.

Cuando Ć©l tratĆ³ precipitadamente ir por Orba, la chica de pronto alzo la voz. “¡Ah!” en sorpresa.
Orba, quien hasta ahora sĆ³lo estaba por detrĆ”s, de pronto empezĆ³ a lanzarse hacia adelante. Deteniendo su rastro, Verme, tambiĆ©n, tomĆ³ la oportunidad de dar otro golpe.
Orba inclinĆ³ su cuerpo abiertamente a la derecha, evitando la bola de acero y, Ć©l girĆ³ con su pie izquierdo, mostrando su espada en un golpe diagonal. Al momento que la cadena se cortĆ³, un extraƱo y claro sonido hizo eco a travĆ©s de la arena, entonces Orba retorciĆ³ su cuerpo otra vez y moviĆ³ su espada hacia abajo con la fuerza de un rayo.

El crĆ”neo de Verme se partiĆ³ en dos y el gigante colapso de pronto.

“¡M-Magnifico!” el orador gritĆ³.

Sin embargo, porque habĆ­a pasado rĆ”pidamente y vino con tal inesperada conclusiĆ³n, la audiencia estaba viendo mĆ”s asombrada. Aunque el raro silencio envolviĆ³ la arena, el ganador no parecĆ­a importarle de cualquier manera y fue directo a la estaca, y, presto las manos de un nĆŗmero de esclavos para levantarla del suelo, usando su espada corto las cuerdas que mantenĆ­an a la mujer amarada.
Con un grito de alegrĆ­a, ella se aferrĆ³ a su cuello, sĆ³lo para ser presionada con una cara confusa de apariencia en su cara mientras Orba inmediatamente regresaba a su puerta.
La chica en el asiento especial – ella se habĆ­a quedado con la boca abierta por tan repentino cierre de las cortinas – lentamente empezando a formar una sonrisa en sus labios. Ese gladiador llamado Orba no parecĆ­a ser consciente de la audiencia. Como si dijera que la Ćŗnica razĆ³n por la que estaba aquĆ­ hoy era para pelear, y para matar como le fue dicho.

“Ɖl… derroto a Verne.”

“Con un solo golpe.”

DespuĆ©s de un momento de silencio, las de alabanzas a Orba empezaron a crecer de poco en poco. Ahora el ambiente que habĆ­a crecido era inquietante para los visitantes, lentamente aplaudieron, la incĆ³moda marca de los pies, y las aclamaciones apropiadas para el ganador empezaron a llegar las gradas. Entonces, casi que al instante el Ć”rea volviĆ³ al estado que estaba, el aire temblĆ³ fuertemente.
Eso era el rugido del DragĆ³n Sozos.
La pudo haberse acabado, o el instinto de reacciĆ³n al olor de sangre, pero de pronto empezĆ³ balancear el enorme cuerpo de derecha a izquierda, rompiendo parte de la jaula. Uno de los esclavos que estaba en proceso de remolcarlo todo, fue atrapado y levantado por las garras del dragĆ³n. Antes que pudiera resistirse, su torso desapareciĆ³ en la boca de Sozos.
Hubo un sonido del rompimiento de huesos. Y al mismo tiempo mientras horrible sonido de masticar se podĆ­a escuchar, la arena estaba de pronto llena con gritos. En medio del todo el miedo y pĆ”nico que rĆ”pidamente barriĆ³ por el Ć”rea, Sozos estaba mĆ”s bien calmado y extendiĆ³ sus miembros y emergieron de la jaula rota.
Siendo arrastrado por la multitud que se esforzaba por escapar primero, el joven de hace rato casi cae al suelo. Pero entonces, Ć©l fue arrastrado por una mano.

“Es por aquĆ­. ¡De prisa!”

Era uno de los soldados quien habĆ­a estado de guardia en los asientos especiales. Mientras agitaba una espada y arma, Ć©l tratĆ³ de llevar al hombre de vuelta adentro.

“E-Espera. Ineli estĆ”…”

Aunque Ć©l trato de resistirse, Ć©l no podĆ­a moverse libremente mientras seguirĆ” siendo empujado por las personas tratando de escapar. Entonces, escuchĆ³ una voz familiar, con un alto gritĆ³. Justo en frente de las patas de Sozos mĆ”s allĆ” de la pared divisora, estaba una figura que pertenecĆ­a a nadie mĆ”s que Ineli. La chica se habĆ­a puesto de un color pĆ”lido mientras ella habĆ­a caĆ­do de la galerĆ­a, y miro como ella estaba cerca de perder la consciencia en cualquier minuto.
El gran hocico del dragĆ³n se abriĆ³ de arriba abajo. Mientras que las filas de colmillos, similares a la espada puntiaguda, se abrieron, formando grandes filas de baba. El joven estaba cerca de involuntariamente apartar sus ojos, cuando una delgada lĆ­nea de sangre saliĆ³ del cuello de Sozos. Los gladiadores empelados de guardias se precipitaron con armas. Sin embargo, porque estaban cerca de los asientos, pudieron disparar a quemarropa, y de esa forma siguieron, ellos apenas tenĆ­an nervios. Mientras estaban en conflicto en lo que harĆ­an a medida que se acercaran, Sozos dio vuelta rĆ”pidamente y los golpeo con un solo golpe de su cola, mandando a volar a varias personas.

La chica habĆ­a naufragado en el suelo, sus ojos se abrieron viendo todo a su alrededor.

Entonces, de esos ojos, vio.
Habƭa una sombra que pasaba por el flanco de Sozos como una rƔfaga de viento, justo antes que se topara contra la pared que dividƭa los asientos de cuadrilƔtero, la sombra salto contra ello y surco dentro del aire. Un hombre con una mƔscara de hierro imitando a un tigre salto dentro de la vista de la chica, la figura de Orba el gladiador estaba por encima de la cabeza de Sozos.

Incluso si ella lo habĆ­a visto corriendo hacia Sozos por la parte de atrĆ”s mientras el dragĆ³n era distraĆ­do por las balas, ella no podĆ­a crĆ©elo repentinamente.

A pesar del cuerpo Delgado de Orba, sus articulaciones y mĆŗsculos parecĆ­a fortificar sus brazos como hierro mientras Ć©l con firmeza agarraba el cuello del dragĆ³n. Mientras  presionaba su cuello entre sus piernas, Ć©l se sostuvo fuertemente con una mano y, con la otra, llevo su espada dentro de la cabeza.
Balanceando su gran cola y sacudiendo la tierra con sus pies, aĆŗn asĆ­ el dragĆ³n seguĆ­a dando lucha, no era capaz de quitarse al gladiador. Se sacudiĆ³ una segunda vez. Pero la tercera rasgĆ³ por las escamas, tan duro como una armadura de hierro, y piezas de carne y sangre salpicaban. Sin embargo, la espada se quebrĆ³ cuando llego el cuarto golpe, pero al mismo tiempo otros gladiadores se precipitaron.

“¡Orba!”

Recibiendo la espada  que un espadachĆ­n de piel morena le lanzo, Orba una vez mĆ”s fue por un quinto ataque, siguiendo exactamente el mismo proceso de antes, hasta que el clavo la espada en medio de la cabeza del dragĆ³n.

Los ojos dorados brillaban de nostalgia viendo el cielo. Justo antes que el gran cuerpo se hundiera desde la nuca, el espadachĆ­n se habĆ­a acercado al asiento de los invitados.

La chica, aunque de rodillas en el suelo, lo miraba desde arriba. Era casi como si el saliera de un cuento, ella se sintiĆ³ como una princesa aprisionada por un malvado mago, y aunque ella fijo sus ojos en Ć©l con un corazĆ³n palpitante, de todas esas cosas, Ć©l hĆ©roe gladiador continuĆ³ su caminar, completamente ignorĆ”ndola, y salto Ć”gilmente del muro divisor y regreso al cuadrilĆ”tero.

HabĆ­a una nube de un caĆ³tico miedo colgando sobre la Ć”rea mientras Ć©l mostro su espalda y se alejĆ³, pero mĆ”s que darse aires de ganador, Ć©l lucĆ­a mĆ”s como una solitaria figura que duramente podĆ­a soportar miradas sobre Ć©l.

“¿E-EstĆ”s bien?”

Ella volviĆ³ la mirada al joven que la habĆ­a llevado, quien vino corriendo quedĆ”ndose sin aire, y de pronto sintiĆ³ una extraƱa sensaciĆ³n. Ella sĆ³lo lo habĆ­a visto con una mirada pasajera, pero los ojos debajo del espadachĆ­n enmascarado se asemejaban a los de ese joven.
Y aunque habĆ­a otro hombre quien estaba concentrado viendo la espada de Orba, sorprendentemente era por otra razĆ³n.

“De ninguna manera, Ć©l sigue vivo.”

Ɖl se secĆ³ el sudor de su barbilla con parte de atrĆ”s de su mano. Estando detrĆ”s de la espalda del joven – Ć©l tambiĆ©n era un hombre quien habĆ­a estado en los asientos especiales – Ć©l estaba hablando de sĆ­ mismo mientras solo habĆ­a olor a sangre en el ambiente.

“¿Orba era su nombre? Dos aƱos... dos largos aƱos, huh.”






[1] Para ilustrar es como en las luchas de la WWE donde junta a muchos luchadores en la arena y gana el Ćŗltimo que quede.

[3] Ella en realidad le llama 恊ē¾©å…„ę§˜ ‘ogikei-sama’, lo cual, en este caso, significa su medio hermano. Sin embargo, ella lo pronuncia como ‘onii-sama’.
[4] El verdadero nombre es Ballchain Verne, pero realmente no sƩ si el nombre completo, o un apodo, por lo que el apodo serƭa Verne Bola de cadena.




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