Prólogo: Obertura de destrucción
[Glenn, esto es una prueba.]
Debajo del cielo carmesí ardiente. Una
niña que desprendía un sentimiento de divinidad e impiedad con grotescas alas
proclamó solemnemente que—
[Debes sobrevivir a la inminente
calamidad─]
Con una expresión de inimaginable tristeza,
como si estuviera mirando el mismo infierno.
[Por el futuro─ y también por el
pasado.]
[Ha… No bromees así.]
Glenn, por otro lado, no pudo evitar
soltar una risa seca. Era demasiado pedirle que se ocupara de las crípticas
palabras y advertencias de Nameless.
[Hahaha…]
Frente a él estaba un demonio vestido
de pura oscuridad, soltando una desdeñosa risa─ El General Jinete de Acero de
Hiero.
En lo alto había una profunda arca
carmesí que actuaba como presagio de destrucción─ “El Barco en Llamas”. El
cielo, la tierra, todo estaba teñido de intenso rojo como sangre recién
derramada como si significara el fin del mundo.
[¿Qué es esto? ¿Qué está pasando…?]
Por desgracia, era como un cuento de
hadas. Su propio sentido del razonamiento se hizo pedazos cuando se vio
obligado a presenciar esta escena que borró el límite entre la locura y la
cordura, la ficción y la realidad.
[¡Qué es esssstooo─!]
Dejando escapar un espeluznante grito mientras
su ego colapsaba en sí mismo─ cuando.
[¡Glenn, no pierdas el rumbo! ¡Mantén
tu conciencia!]
El ancho de un pelo. El grito de
Nameless apenas logró penetrar los pensamientos de Glenn. Sus decadentes ojos,
ardiendo de indignación, habían aparecido de repente ante Glenn y lo habían traído
de vuelta a sus sentidos.
[*¡Panta! ¡Pant! ¡Geh! Tos tos…*]
[En serio... el espíritu humano es
realmente débil, ¿no…? Qué bueno que estuve aquí para esto.]
Nameless miró con desprecio a Glenn,
quien comenzó a toser después de hiperventilarse. Después de finalmente lograr
calmarse, Glenn reviso su entorno mientras sentía que un interminable sudor
frío se filtraba por todos sus poros. Las circunstancias de los demás eran casi
paralelas a las de él.
Re=L, Barón Zest, e incluso Celica se
quedaron mudos perdiendo todo sentido de razón al presenciar esta vista que
parecía desafiar toda lógica común. Halley se rasgaba violentamente las raíces
del cabello en la cabeza, aparentemente indiferente a las heridas que se estaba
infligiendo a sí mismo mientras gritaba "imposible, imposible". Los
estudiantes que miraban desde lejos estaban iguales y en algunos casos incluso
peor, con algunos de pie allí en un estado de trance, algunos regresando a la
infantería y llorando a gritos, y finalmente algunos perdieron el ánimo y se
desmayaron en el acto.
Mientras todos estaban ocupados
luchando contra su propio infierno personal y enfrentando el colapso de sus
egos─
[Ahora entonces. ¿Qué tal si pasamos al
tema principal?]
[¡…!]
Sólo Rumia permaneció sin ser
perturbada, inmóvil, queriendo enfrentarse al demonio.
[Ahora bien, Rumia Tingel… No tengo nada
contra ti, pero morirás aquí.]
El demonio dijo eso cuando un par de
ojos brillaron debajo de su capucha y atravesaron a Rumia.
[¡Por el bien de nuestro Gran Bhikkhu!
¡Y por el Dios que sigo!]
[¿Dijiste... Dios?]
El demonio asistió en respuesta a
Rumia.
[Eso es, “Recipiente de Taum”. En
verdad, sin duda eres la existencia más cercana posible a ser la “Doncella del
Santuario del Cielo” en este mundo… pero eso no es suficiente… mi fe, mi Dios
necesita una “Doncella del Santuario del Cielo” más perfeccionada…]
[¿”Recipiente de Taum”...? ¿“Doncella del
Santuario del Cielo”…? ¿Qué significa eso…?]
[La siguiente tú. La siguiente próxima
tú. La siguiente, próxima tú. Lo repetiremos continuamente hasta que la “Doncella
del Santuario del Cielo” se convierta en una existencia perfecta... como lo
hemos hecho hasta ahora.]
Ella no pudo entender las palabras del
demonio. Eran incomprensibles—
[Falsa Doncella del Santuario. ¡Ofrece
tu vida... a nuestro Gran Señor!]
Estaba claro por la intención asesina
que irradiaba de él que el demonio tenía la intención de matar a Rumia.
[Como si te dejará…]
Glenn forzó desesperadamente su debilitado
cuerpo hacia adelante e hizo atrás Rumia a para salvarla.
[No entiendo qué diablos estás diciendo
ni me importa quién diablos sea este dios-sama tuyo… pero no te dejaré poner
una sola mano en Rumia… Te mataré.]
Glenn empujó el cañón de su revólver
directamente hacia el demonio.
[Muy bien. ¡Da tu mejor esfuerzo...
contra El General Jinete de Acero de Hiero!]
El demonio se giró a Glenn con aire de
cordura. Y justo entonces─ la atmósfera tembló con la premonición de otra
batalla mortal.
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