El Enemigo de Regul Aire
El cielo era azul.
Las nubes eran blancas.
La fragancia de las flores veraniegas
floreciendo flotaba en algún lugar en la distancia.
Feodor miró por fuera de la ventana al
cielo distraído, mordiendo sus labios en melancolía mientras recordaba el
incidente que le había arrebatado a Lakish y Apple.
El primer aspecto que vino a su mente
fue su hermana. Aunque como un camarada Imp, incluso como familia, Feodor aún
no podía comprender el retorcido pensar de esa mujer. En verdad era un Imp, en
todo sentido de la palabra. No estaría sorprendido saber cuán profundos pueden
ser sus planes y artimañas.
Aunque, esta vez no se sentía como que
estaba involucrada. Luego de preguntar y ver por las particularidades que
habían ocurrido, había muchos elementos descuidados. Fue muy del impulso del
momento y falta en la creación de cualquier plan— no era su estilo. Asumir que
su suposición era correcta, significaba que alguien más vendió la Botella con
fines de lucro o estaba usándola como la semilla para algo más siniestro. Sin
pensamientos agradables, no podía descartar la posibilidad.
[Aun así…]
El problema era, la investigación
estaba resultando ser bastante difícil. Al fin que, las Leprechauns y la
Botella de Perlas estaban involucradas— ambos temas de alto secreto. Faltaba
decir que la información conectada al incidente era, en sí, limitada. Había
recibido un informe del equipo de Tiat, complementada por detalles de un cierto
corredor de información bien conocido con el nombre del Privado de Primera
Clase Nax Slezel. Oh, y vagos testimonios del negociador Orco y los Guardias
Bestias que habían capturado. Era todo.
[Estarán libres… huh.]
Como la existencia de las Botellas de
Perlas no podía ser reconocida públicamente, tratar de comprar uno no sería
considerado como un crimen. Los cargos exteriores dirigidos contra el vendedor
y sus guardias eran tales como: traspaso no autorizado en un área estrictamente
prohibida, intencional operación de maquinaria, destrucción de una estructura,
escándalo público, y obstrucción de la actividad militar.
Además, el campo de la Guardia Alada—
una armada formada estrictamente para combatir amenazas externas— no incluye el
mantenimiento del orden público. Les faltaba tanto la autoridad para arrestar
criminales, y la habilidad para considerar “una mala conducta de un soldado lo
lleva a un confinamiento solitario”. La excusa pública era que varios
criminales habían sido confiados a la Guardia Alada temporalmente debido a la
parálisis de los centros de detención de Lyell por crímenes frecuentes, pero
ese engaño solo iría más lejos. El grupo probablemente pronto pagaría su fianza
para caminar libres por ahí.
Feodor estaba enojado. Lívido. Si la
ley no llevaría a esos bastardos a la justicia, quería desgarrar sus tripas el
mismo.
Pero tenía un objetivo. Un voto. Un
plan en el que había pasado incontables horas y días. Así que resistió esa
urgencia.
[Si pudiera saber la identidad con los
que estuvieron negociando…]
[¡Fwedoooor!]
Algo pequeño y cálido se pegó a su
pierna con fuerza. Bajo la mirada para ver a una chiquilla con cabello azul
mientras el cielo se cuelga del fondo de su uniforme militar.
[Marsh—] mallow, estaba por terminar
antes de tragarse sus palabras. En lugar, usó el nombre que había aprendido
justo hace unos días. [Riel…]
[¡Aiiie!] Riel levanto la mirada. Baba
humedecía el fondo de su uniforme.
[Hey, sácate.]
[Nuuu…]
Feodor gentilmente agitó su pierna,
pero su agarre era más fuerte de lo que había esperado.
[¡Fwedo, juguemos!]
[Lo siento, estoy ocupado.]
[¡Siempre! ¡Ocupado, aburrido!]
Habían repetido esta situación varias
veces en diez días desde ese incidente.
Riel— la chica anteriormente conocida
como Marshmallow— aún estaba en la 5ª División de momento. Eventualmente, sería
enviada al almacén de hadas en la 68ª Isla Flotante, pero eso no pasaría
pronto. Parecía que encontraba la base militar un lugar bastante aburrido, y
tomaba cada oportunidad en la que veía a Feodor para tratar de divertirse. Cada
vez, él la alejaba con una excusa que está ocupado.
No era una mentira. Tenía muchos
deberes por ocuparse. Pero eso era todo— su trabajo no era siempre tan urgente
para tener que ser terminado de inmediato, y ni siquiera necesitaba hacer todo
él solo. Sin embargo, seguía buscando trabajo y usándolo como una forma de
quitarse a Riel.
Siempre que estaba cerca, no sería
capaz de olvidar. Se volvía dolorosamente consciente.
Apple.
Lakish.
Claro, no podías esperar que una
chiquilla entienda el dolor. Independiente a si era un hada u otra raza, eso no
cambiaba. Debido a eso, nunca sintió que Riel estuviera triste acerca de su
ausencia— parecía que a penas es consciente de eso.
Aunque, era doloroso verla
inocentemente jugando sin un rastro de tristeza. Tan doloroso para la
minuciosamente elaborada máscara de Feodor empezara a agrietarse.
[¿Por qué no juegas con Panival?]
[Uug…] Riel no lucía entusiasmada. La
chica que expresó sus sentimientos a través de su palabra que no era muy
querida. Feodor sintió algo de pena por Panival, pero no era como si estuviera
libre de culpa por eso.
[Bien, ¿qué hay de Tiat?]
[¡Uuug!] La expresión de Riel se puso
aún peor. La seria e inflexible chica que actuaba como un modelo perfecto
también no era muy querida. Se lo merece. Tienes lo que mereces.
Casi preguntaba por Collon antes de
recordar donde estaba ahora mismo: cuidando a Lakish, quien continuaba sin
despertar— o más bien, rechazando dejar a Lakish como si hubiera caído en un
estupor aturdido. Al menos, no estaba en condición alguna para jugar con niños.
Supongo que es mejor dejarla ser.
Feodor despeinó el flequillo de Riel.
Ella cerró un ojo, viéndolo de malhumor. [No seas tan problemática.] Dijo.
[Vuelve a tu cuarto y juega sola.]
[…Uuugg…] Ella infló sus mejillas, pero
parecía entenderlo. Feodor en silencio observo su pequeña figura correr,
pisadas golpeaban en la distancia.
________________________________________
En el primer piso de las barracas,
había habido un cuarto para holgazanear hasta hace unos días. Los archivadores
fueron sacados, al cuarto le fue dado una limpieza superficial, y una cama fue
metida de prisa. Ahora el cuarto reformado era el hogar de la Segunda Oficial
Aiseia Myse Valgalis.
[¿Qué le pasará a Lakish, eh…?]
¿Estaba escribiendo una carta? Lo que sea que fuera, Aiseia bajo su
lápiz y giro su silla de ruedas para verlo. [Aunque tomará un tiempo para
diseñar todo, tienes tiempo de sobra si lo estás preguntando, ¿cierto?]
[Sí.] Feodor asintió. [Gracias.]
La mujer frente a él sabía casi todo
acerca de las existencias altamente clasificadas conocidas como hadas soldadas.
No solo ella misma era un hada soldada— entendía mejor lo que estaba pasando con
Tiat y las otras.
Quería sacar tanta información de ella
como fuera posible.
[Bien, empecemos con nosotras las
hadas. Somos los restos de las almas de pequeñas que murieron sin entender que
estaban muertas. ¿Sabes tanto?]
[Sí. Recibí una breve explicación de
las chicas.]
[¿Y lo aceptaste?]
[Ni lo más mínimo. Pero entiendo a cómo
va.]
[¡Esa es una forma sencilla de ver las
cosas!] Aiseia rio. Feodor sintió que no le quedaba bien. Tenía una apariencia
pequeña y amable; aunque había aclarado antes su desinterés en mujeres sin
marcas, algo de sus dolorosas expresiones incluso sacudieron su corazón.
Es por eso que la desigualdad entre su
apariencia y personalidad, constantemente hablar y reír, lo llenaban con
inconformidad. Es como estar actuando el rol de alguien que no es. Como si
escondiera su verdadero yo de tras de una falsa sonrisa. Sentía casi como si
estuviera tratando con desespero convencer a alguien— no a ella, sino a otra
persona al sonreír con malicia.
No podía decir si sabía lo que estaba
pensando o no. Aiseia siguió hablando, girando su lápiz alrededor de sus dedos.
[Para empezar, el “alma” es una gran palabra misteriosa, pero te diré que lo
afrontes. Ahora, las almas de los niños tienen un poco de recuerdos y emociones
pegadas. En nuestra vida regular, el impacto de esas cosas es más pequeño que
motas de polvo. Tenerlas por ahí no cambian en nada.]
Ella señaló una silla cercana, y Feodor
se sentó. [Vida regular por un tiempo, ¿huh?]
[Sí. Mientras el tiempo pasa, y más
rápido en ciertas circunstancias, esas pequeñas piezas de nuestras vidas
anteriores empiezan, ah… consumen nuestros propios recuerdos y emociones.]
[¡¿Consumir?!] No intento esconder el temblor en su voz o semblante.
Desfasada, Aiseia siguió su
explicación, [Para las hadas soldadas adultas que han sido afín, la invasión se
retarda mucho. Típicamente, toma hasta que tenemos 20 años para que los efectos
salgan. Claro, no tenemos muchas hadas que logren tanto en primer lugar, así
que no es la gran cosa… Bueno, ha habido más recientemente…]
Su monólogo se hizo vago, pero Feodor
podía suponerlo por las razones que había mencionado. En los pasados cinco
años, no hubo más batallas contra el Teimerre. Con la ausencia de campos de
batalla, no había razón para usar las armas desechables.
Aiseia sacudió su cabeza rápido. [Como
sea, la cosa es, incluso luego de ser afín, hay ciertas condiciones que haría
la invasión acelerarse de una vez. Cosas como, oh, quemar o llegar a niveles de
Venom que serían anormales incluso para nosotras las Leprechauns. Pero si un
hada fuera a amplificar su Venem a tal grado con un arma excavadora y luego lo
quema a todo poder… No necesito explicar lo que podría pasar, ¿cierto?]
[Armas excavadoras…] Feodor aceptó sus
palabras. [¿Qué hay de Tiat y las otras?]
[Esas tres están bien…] Tres. No
cuatro, sino tres. Lakish Nyx Seniolis no estaba incluida. [Ignareo y Katena
son espadas de menor grado, no importa cómo las cortes. La Purgatorio de Collon
es casi una de alto grado, pero no lo suficiente para causar invasión. Entre
las espadas que tenemos a la mano, las únicas que entrarían en los
requerimientos son Seniolis… junto con Valgalis y Mulusmaurea, supongo.]
Aiseia Myse Valgalis río otra vez. No
habían hablado mucho antes, pero Feodor podía decir que esa risa era cómo
escondía sus verdaderos sentimientos. [Así que… ¿qué implica exactamente esta
“invasión” en tu personalidad?]
[Erm… ¿destrucción del alma? Creo que
sería una buena forma de decirlo.] Aiseia rascó su cabeza. [Todos los casos son
diferentes, además nunca ha habido muchos de ellos para empezar, me temo no
poder darte una sólida explicación. Digamos… nuestros recuerdos desaparecen uno
a uno, no importa si son nuevos o viejos. Nuestras emociones se estancan.
Recuerdos y sentimientos que no nos pertenecen inician a entrar en nuestras
cabezas. Parece que la condición es mala si nuestros ojos se ponen rojos.]
Ojos. Feodor se preguntó de qué color
habían sido los ojos de Lakish. No podía recordar. La única cosa que queda en
su mente era el flameante cabello rojo.
[Mientras nuestros recuerdos y
emociones son destruidos, no es mucho hasta que todas nuestras personalidades
se desarmen.] Feodor no respondió. [Cuando incluso se pierden los mínimos
fragmentos, caemos en coma. Luego de eso, no somos diferentes a cadáveres. El
cuerpo puede lucir vivo, pero no hay nada dentro. Si nos quedamos así, luego de
un rato eventualmente nos fundiremos en el aire y desapareceremos.]
[¿Cómo se cura?]
Esta vez Aiseia se quedó en silencio.
Vio sus humedecidos ojos.
En ese día, Feodor le había confiado
algo de gran importancia a Lakish. Al final, nunca había oído su respuesta.
Había pensando que habría cantidad de tiempo para escuchar su respuesta, que
sería capaz de preguntar lo que sea que deseara. Había pensado…
Lo había olvidado. Ellas – todas –
vivían en un delgado hielo.
No importa cuánto se arrepienta, no
importa cuánto se afligiera, no podía volver atrás. Su deseo de encontrarse con
esos que habían perdido nunca sería concedido.
[No fue tu culpa.] La voz de Aiseia se
había vuelto suave, consoladora. Por alguna razón, le irritaba la paz.
[No es mi culpa, huh. No es la culpa de
nadie. ¿Cierto?] En lugar de pelear, Feodor mostró su irritación en sus
palabras. En momentos como ese, la lengua de un Imp era más efectiva de lo que
tenía que ser. No tenía control sobre lo que podía decir— ya sea que fueran
cosas que no quería o cosas ocultas en las profundidades de su corazón, no
puede decirlo. [Pero si puedes culpar a alguien más, nadie más necesita sufrir.
Pueden solo rendirse y aceptarlo. Todo fue decidido desde el inicio, así que
nadie podía haber cambiado el resultado. Nadie pudo haber cambiado su destino.
Todo lo que podían hacer es aceptar—]
[Feodor.]
Su lengua dejo de moverse. El impulso
que se apodero de él, calor subiendo por él, rehusándose a desaparecer. [¿Qué?]
[No me impresionaré por tus mentiras
cuando siquiera no puedes engañarte.] Su voz era tranquila y sin calidez.
[¿Huh? ¿Lo que dije fue una mentira?]
[Todo, desde inicio a fin.] Aiseia lo
miró. [Oí esto de Tiat, pero dijiste algo una vez antes, ¿cierto? ¿No
perdonarás a nadie por pensar o vivir de una forma que solo beneficie a otras
personas? Si eso es cierto— entonces deberías saber que no es el destino de las
hadas morir en batalla.]
Estás equivocada—
Palabras de rechazo aparecieron en su
mente, una tras otra. Pero como espinas, se quedaron en su garganta y se
rehusaban a salir.
[Incluso si algo como el destino
existiera, es flexible. En nuestras peleas, no importa qué puedas pensar,
siempre tenemos una ruta de escape.]
Lo sé.
[Si no queremos pelear, no tenemos que.
Si no queremos obedecer órdenes, podemos ir contra ellos. La razón, Feodor, aún
hay hadas que dan sus vidas, es porque quieren. Porque hay cosas que queremos
proteger incluso al costo de nuestras vidas. Es decir… si preguntas por qué
decidimos morir en batalla… Solo puedo decir que lo hacemos a voluntad.]
Lo… Lo sé también.
[No está mal decir que las hadas por
naturaleza son indiferentes a morir. Pero entre más vivimos, más nuestras almas
imitan a otras criaturas vivas. Nos volvemos extremadamente ansiosas en cómo no
tenemos futuro que aprovechar. No es fácil superar eso y aceptar la muerte
cuando llega. Rechazo empacar todo eso en algo tan conveniente como el
destino.]
También lo sé. He visto a esas chicas,
visto su resolución, oído sus ideales. Lo he sentido.
[Lakish… y Apple te confiaron sus
vidas. No permitiré que huyas con tal excusa barata.]
Feodor estaba preocupado de cara a tal
crítica. Una mentira que no que no le engañaba. Aah, mis antepasados Imp
están llorando en pena. Si mis padres o mi hermana oyeran esta conversación,
estarían muertos de la risa.
[Yo…]
[Lo diré otra vez… No fue tu culpa.] No
podía decir si la voz de Aiseia era fría o cálida. [Para ser franca, fue su
culpa. Si no puedes aceptarlo, no me importa. Pero si puedes, por favor no las
culpes. Lo dije ya, pero esta es mi petición personal para ti.]
[Yo…] Con el calor aún hirviendo en su
mente, Feodor dio lo mejor para sacar algo que sonara bien. [No puedo prometer
eso. No importa qué, no puedo aceptar esa forma de vivir.]
Aiseia suspiro. Una sonrisa volvió a su
rostro, amable y solitaria. Feodor otra vez recordó su inhabilidad para lidiar
con los sin marcas.
Para ser específicos, mujeres adultas
sin marcas eran debilidad. Sentía como si fuera inútil para él tratar de sacar
más de ellas. Sus atentas miradas siempre lo inmovilizaban, con fuerza envolviéndolo
– sofocante – en una atmósfera que le advirtió que ningún truco sería tolerado.
Siempre terminaba perdiendo su paso alrededor de ellas.
Ahora que lo pensaba, Lakish tenía esa
cualidad también. Claro, cuando uno comparaba sus edades, ella era más joven
que él— pero tenía ese tipo de cualidad gentil, la impresión de alguien mayor a
sus años. Además, no importa cómo lo enmarqué, su corazón había sido agitado lo
suficiente por ella ya.
[Lo siento… Me iré por hoy.] Incapaz de
verla a los ojos por más, Feodor se paró. No quería poner fuerza alguna en el
movimiento, pero la silla golpeó el suelo.
[Yup, yup. ¡Ven cuando quieras!] Antes
de saberlo, la expresión de Aiseia había vuelto a su usual sonrisa amigable—
esa de una bromista malévola, que no iba con su edad. Abrió y cerró su mano
mientras lo enfrentaba, haciéndole preguntarse qué tipo de gesto era. ¿Qué
significado estaba escondido detrás de ese acto teátrico?
Puso su mano en la perilla de la
puerta.
[Oh cierto. Esto se trata de algo más,
pero…]
Antes de irse, hizo una última pregunta
como si acabara de recordarlo. [¿Qué con esa caja que viene con los
suplementos? Lo recibiste directo, ¿no? Oí que fue enviada al Almacén
Confidencial Zero por custodia.]
[¿Oh? Curioso, ¿no?]
[Bueno sí.] Mantuvo su voz lo más
casual posible. Al cabo que se suponía ser un chisme. [Ya que se fue dirigida a
ti, es algo relacionado a las hadas soldadas, ¿cierto? Oí que era algo grande,
y si Tiat y los otros van a usar lo que sea que esté adentro, podían ser esas
armas excavadoras que mencionaste.]
Mostró su insignia de rango. [Dada mi
posición, no estoy realmente relacionado, ¿verdad? Creo que tengo el derecho de
saber.]
[Ese sería el caso, ¿huh?] Aiseia puso
su mano en su mentón, viéndose como si estuviera pensando. [Pero nah, no te
preocupes. Esa cosa no está conectada contigo, Cuarto Oficial. Solo es una
cosita común y corriente de alto secreto.]
[Oh, ¿sí?] Trató de reírse. [Entonces
no me preocuparé por eso.]
[¿Oh? Esa es una reacción
sorprendentemente aburrida.]
[No debería meter mi nariz donde no le
llaman solo por andar de curioso, ¿cierto?] Feodor mintió sin pensarlo. [No
quiero saber algo que no debería de saber. Si no es nada, tiene que serlo así.]
Giró la perilla de la puerta, abrió la puerta, y— Sonido sordo.
Un sonido extraño. Ante sus ojos, un
trasero rodo en el suelo. Parecía pertenecerle a un bribón que había estado
escuchando a escondidas su conversación hasta ahora, y que había tratado de
irse antes que la puerta se abriera y procedió a tropezarse de pies para caer
de cara al suelo.
[Buyuu…] El gemido de Tiat (bastante
femenino) salió de abajo del trasero que estaba viendo. Feodor suspiro mientras
cerraba la puerta.
[U-Um, er… ¿es de mañana?] Con una
mejilla y ambas rodillas en el suelo, también como su trasero apuntando hacia
arriba, Tiat tensó sus ojos para encontrar los suyos mientras decía algo
totalmente fuera de lugar.
[Casi anochece.]
[¡O-Oh, sí! ¡Cierto! ¿Buenas… noches?]
[El anochecer.] Sacudió su cabeza. [Ya
levántate. Recostarte así no es la mejor postura para una chica de tu edad.]
[B-Bueno, eso es, um…] Tiat dudo por un
tiempo. [Está bien…]
[Oíste de lo que estábamos hablando,
¿supongo?]
[Sí…] Ella asintió mientras lentamente
se paraba y se sacudió el polvo. [Lo siento.]
Feodor miro sobre su hombro hacia el
cuarto. Aiseia le dio una sonrisa que decía “Qué problemática chica, ¿cierto o
no?” y bajo sus hombros. Parecía que de lo habían hablado era algo que la chica
en cuestión no estaba permitida a oír. Iba para él también… [Bueno… no es algo
que necesitábamos esconder igual. Dije desde el inicio que no estoy satisfecha
con la situación en la que están ustedes chicas. Quería tratar y hacer algo
para acabarlo. Justo ahora, estábamos simplemente reafirmándolo.]
[¿Acabarlo? ¿Cómo?]
[Es como… como, haré algo con su
futuro— No, esa es la palabra equivocada—]
[No, no, estoy preguntando cómo—]
[Aún no lo sé. Pero te lo mostraré
pronto.] Sin ganas de hablar con Tiar por más tiempo, Feodor dejo la
conversación, ajusto sus lentes, y camino por el pasillo. Parecía que tampoco
estaba interesada en continuar hablando; no la oyó ir tras él, y su presencia
gradualmente se desapareció en la distancia.
Él lo hizo, sin embargo, escuchó las
palabras que murmuro antes de irse; [Nunca nadie pidió ser salvadas por ti.]
Fueron palabras que no pretendían
llegar a alguien. En respuesta, Feodor escupió algo que no pretendía que
alguien oyera.
[Es un fastidio que ustedes nunca
pregunten.]
________________________________________
Un día, Feodor trató de hacer a Regul
Aire un enemigo.
En el futuro cercano, necesitaría poner
su plan en marcha.
Había odiado a todas las personas
viviendo en Regul Aire que habían olvidado el fin cercano. Había odiado a esos
que olvidado que milagro era el simplemente sobrevivir y los incontables
sacrificios que permitieron que este futuro existiera.
Y luego se había dado cuenta— él no era
diferente de ellos.
No hace mucho, se tuvo un terrible
malentendido. Él, como cualquier otro chico, había asumido que la destrucción
que enfrentaron era algo lejano en el futuro. Debido a eso, se había complacido
en su diario vivir, pensando sin vergüenza acerca de cuán bueno sería que esos
días duraran para siempre.
Debió haber sabido que era imposible y
nunca sería permitido.
Apple.
Él recordó el calor de su pequeña mano.
El dolor cuando jalaba su cabello.
La visceral angustia infligida por sus
tacleadas corporales.
La abrazadora desesperación cuando todo
era arrebatado.
Marshma… Riel.
Aún era un hada joven. En 10 años
llegaría a la madurez. Luego de recibir la afinación de la armada, sería
enviada al campo de batalla como un hada soldada adulta. Algún día, como
Lakish, se incendiaría y desaparecería. O quizás antes de eso, como Apple,
ardería en un salvaje infierno.
Algún día, de seguro. Quizás, no muy en
el futuro.
[Ah…] Feodor miro al cielo, al cegador
sol brillante. [Qué radiante.]
Cubrió sus ojos con sus manos y frunció
el ceño. Incluso entonces, la luz soldar era tan deslumbrante para que no
pudiera verla directamente. Sabía que estaba allí, pero no podía verlo por sí
solo.
[Sí. Eso es…]
No le estaba hablando a nadie en
particular. Nadie había hecho preguntas. Ni siquiera estaba seguro si estaba
hablando solo. Aun así, sin desechar ninguna duda, asintió.
[Supongo que es hora de empezar.]
Lentamente encerró sus dedos en un
puño. Levantó su puño lo más alto posible, como declarando un desafió al mismo
cielo.
Feodor Jessman había puesto todo lo que
tenía en su plan. Desde hace cinco años, cuando la Federación Mercantil Elpis
encontró su fin, una indecible precaución había sido devota al plan avanzando.
En este punto, debe haber un punto de apoyo para empezar. No tenía más razón
que quedarse apegado a esos pacíficos días.
Debió a ver iniciado hace tiempo.
Su primer y última batalla contra el
mundo.
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