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Prólogo – Los Momentos Finales de un Cierto Caballero

 

Era una historia de hace mucho, mucho tiempo. Esparcidos en un vasto terreno donde decenas de cientos de cadáveres e incontables espadas, lanzas, y banderas de guerra se alzaban del suelo como tumbas. En el punto muerto de ese campo de batalla se dio la vista de un caballero y un rey recostados el uno contra el otro.

 

[Está bien, Arthur… Mi señor.]

 

[¿S-Sir Sid?] La hoja del rey se incrusto profundamente en el pecho del caballero. Sin embargo, el caballero sonrió mientras miraba al rey quien tomo su vida, mientras el rey veía con lágrimas al caballero cuya vida tomó.

 

[Heh… No te preocupes por mí.] Con sangre chorreando de su boca, el caballero le dio una sonrisa despreocupada. [Soy tu caballero, y tú eres mi rey. Era natural que terminaría de esta forma.]

 

Entonces, mientras el caballero veía al cielo sobre el campo de batalla rojo como el sol. [No tengo arrepentimientos. Por todo el problema que he causado, esta muerte… me queda bien.] Luego que hablara, perdió la fuerza y se derrumbó.

 

El rey desesperadamente atrapó al caballero en sus brazos y lloró. [¡Sid! ¡Sid! ¿Cómo? ¡¿Cómo pudo pasar esto?!]

 

Gradualmente, la vida se drenó del cuerpo del caballero, y casi como si tratara de detenerlo, el rey se aferró con furia a él. [¡No me dejes! ¿Qué haré? ¿Qué haré sin ti?]

 

Mientras Arthur lloraba como un niño perdido, Sid levantó su temblorosa mano y acarició el rostro del rey.

 

[Está bien. Mi espada y espíritu siempre estarán contigo. Porque…] Él se pausó. [Soy tu caballero.]

 

El rey entró en un sorprendente silencio.

[Incluso si la muerte fuera a intentar de acabar mi lealtad y nuestra amistad… siempre… estaré a tu…] Las palabras del caballero se quedaron sin ser dichas, y la mano que acariciaba el rostro del rey cayó sin vida al suelo.

 

[¿Sid, Sid?] En el momento que el rey se dio cuenta, el caballero ya estaba muerto en sus brazos. Paz y tranquilidad se mostraban en el rostro del caballero. [Sir Sid… Sid… ¡Sid!]

 

En ese momento, recuerdos pasaron por la mente de Arthur— los días que había pasado aventurándose con el caballero y la gloria que nunca regresaría.

 

¿Por qué habían llegado a eso? ¿No había otra manera? Entonces, como si se purgara a sí mismo de la fluyente tristeza, dolor y angustia…

 

[¡Ahhh!]

 

Mientras el sol se pone, el gemido del alma del rey resuena por el campo de batalla.

 

Hace casi un milenio, hubo una brillante era legendaria cuando reyes, señores, y caballeros — renombrados héroes— rivalizaban entre sí. En esa gloriosa era de hace mucho, había un caballero llamado, Arthur. Fue alabado como el más fuerte caballero de la legendaria era, con incontables hazañas y valor sin igual. Sin embargo, su verdadera naturaleza era cruel e inhumana. Fue considerado un hombre sin una pizca de caballería, y en épicos poemas y cuentos pasados por las épocas, casi siempre la hacía de villano. Fue un barbárico caballero y vicioso sin vergüenza que atormentaba a las personas con su malicia, corría por los campos de batalla sin preocupación por otros, y mataba como deseaba. Fue llamado Sir Sid “El Bárbaro”. Sin embargo, se dice que el final de este arrogante y vil caballero fue hecho por su propio señor, el Rey Santo Arthur, en el nombre de la justicia.

 

Luego, el tiempo pasó, las eras cambiaron, y los viejos días gloriosos de la era legendaria llego a su fin. Con el paso del tiempo, los héroes desaparecieron, y sus espectaculares historias de aventura se desvanecieron. Actualmente, solo existían en historias. Pero…

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