Epilogo
Detuve mis pasos tan pronto dejé el
Gran Árbol.
[¿Allen?] El pelirrojo noble preguntó.
[¿Qué ocurre?]
[Estoy un… poco cansado.] Respondí.
[¿Verías las fortificaciones y le explicarías las cosas a los caballeros y la
milicia por mí?]
Richard me palmeó en el hombro y se
fue.
Debió haberse dado cuenta que quería
presenciar este escenario por última vez. Qué considerado de su parte.
Me senté, aun sosteniendo mi báculo, y
empecé a remover los vendajes en mis brazos— no quería que mi mamá los viera.
Numerosos hombres bestias y esparcidos elfos, enanos y humanos pasaba alrededor
de mí. Los heridos graves habían sido movidos dentro del Gran Árbol, así que
todos afuera estaban en buena salud. Un número de simples tiendas ya se habían
levantado, y las personas estaban ayudándose entre sí independiente a la raza o
clan. No había oposición entre la Ciudad Vieja y Nueva o sentimiento antihumano
que había sentido en la sala de juntas.
Si solo los jefes salieran y vieran
esto.
Justo entonces, una de las chicas del
clan lobo que había conocido en la Ciudad Nueva el otro día corrió a mí.
Lágrimas bajaban de sus grandes ojos.
[¿Hm?] Dije. [¿Dónde está tu hermana?]
Ella se aferró a mí sin palabras, así
que le palmeé la espalda. Estaba agitada.
[¡Ine!] Una confusa mujer del clan lobo
gritó, corriendo hacia nosotros desde la dirección del puente. Sangrientos
vendajes envolvían sus mejillas y abrazo derecho.
[Tu madre está aquí para ti.] Le dije a
la chica. Pero no me dijo.
[Escucha.] Ella dijo, mirándome a los
ojos. Su voz estaba ronca por llorar. [Escucha. Mi hermana aún está… del otro
lado del puente.]
Mis ojos se abrieron. [¿Lo está?
Entiendo. Pero no te preocupes; todo estará bien. Iré a por ella. Lo prometo.]
[¿En serio?] La chica se pausó. [¡Está
bien!] Ella se alegró y regresó con su madre, quien la abrazó.
Tomé mi báculo, me paré, y luego
observé a mis padres juntos, apretados entre la multitud. Quería correr a
ellos, pero me abstuve y empecé a caminar hacia el Gran Árbol. En mi camino, me
encontré con muchas personas. Una curandera del clan gato y un hechicero del
clan perro que se habían quedado fuera del Gran Árbol para ayudar a las
personas en ausencia de órdenes oficiales. Una joven mujer humana y un hombre
elfo estaban entregando sopa caliente que estaban haciendo en una caldera.
Miembros del clan buey enanos estaban llevando sillas y mesas sobrantes del
Gran Árbol hacia la plaza. Jinetes de griffins quienes habían llegado de la
capital real la noche anterior habían sido arrastrados por la conmoción, aunque
le agradecía a mi angelito de la guarda que el correo que llevaba incluía una
carta de Felicia y el articulo que le había pedido conseguir. Incluso logré
intercambiar unas cuantas palabras con Deg, el anterior jefe del clan nutria.
[Te pedimos demasiado.] Él dijo partiendo mientras entraba al Gran Árbol para
reportar los esfuerzos de evacuación.
Las personas, al parecer, estaban
tomando el asunto con sus propias manos y mantenían el caos al mínimo.
Cuando al fin logré ver el Gran Puente,
vi un rostro familiar entre la multitud huyendo. [Toneri.] Dije, palmeándole el
hombro desde atrás.
[¡¿Q-Qué?! O-Oh, eres tú.] El hijo del jefe
Ogi chasqueó su lengua. Su sequito de otros chicos estaban con él. Ninguno de
ellos se veía herido, y su ropa estaba limpia, pero por alguna razón, se veían
bastante sacudidos— no, asustados.
Estaba por cuestionarles cuando tres
señales de bengalas estallaron en el cielo este. Sus vivos colores eran rojo,
rojo, rojo.
Una segunda oleada tomo vuelo— rojo,
rojo, rojo.
El hombre bestia adulto cerca empezó a
clamar.
[¡M-Mira!]
[Oh, conozco esos colores.]
[¡Los idiotas!]
[¡Debemos decirles a los jefes!]
Uno tras otro, corrieron sin retrasado
al Gran Árbol. Pero los jefes no serían capaces de decidirse inmediatamente, y
mientras deliberaban, los varados estaban en peligro mortal. Mis planes no
habían cambiado. Hacia el Gran Puente.
[¡H-Hey!] Toneri gritó, su tono era una
mezcla de miedo e irritación. [¡¿A-A dónde crees que vas?!]
[¿Hm? ¿No es obvio? Voy a rescatar a
esas personas en la Ciudad Nueva.]
Los adultos me miraron, con ojos
abiertos y agitados. Toneri y su sequito estaban asombrados.
[¡¿T-Tú no… tú no sabes lo que esos
colores s-significan?!] El chico del clan lobo balbuceó-
[Tres bengalas rojas significa
“Emboscada. Aléjense. Abandónenos.” Lo sé. Pero ¿y qué? Los hombres bestias no
le dan la espalda a su familia, y soy un hombre bestia, incluso si no tengo
orejas y cola de furro. Es mi momento de servir.] Luego de una breve pausa,
añadí. [No me importa si no soy aceptado.]
Corrí al frente, dejando atrás mudo a
Toneri. Si Richard se oponía a la operación, me iría solo a—
[¡No dejaré que vayas! ¡No lo haré! ¡No
esta vez!]
[Mamá…]
Nunca antes había visto tal angustia en
el rostro de mi madre Ellyn. Debió haber corrido frenéticamente para
adelantárseme. Uno de sus pies estaba descalzo, y sangre saliendo a través de
sus medias.
[Allen.] Ella dijo, acercándose a mí
con lágrimas en sus ojos. [Eres mi— y de Nathan— único hijo en todo el mundo
mundial. Nadie puede tomar tu lugar en mi— en nuestros corazones. ¿Entiendes a
lo que me refiero?]
Sus palabras me pegaron. Qué hijo tan
ingrato era. No solo me había alejado de la capital este luego de fracasar en
mi examen de hechicero de la corte, había hecho llorar a mi madre dos veces en
lo que va de estas vacaciones de verano. Pero aun así…
[Estaré bien.] Dije, sonriendo. [No
será muy peligroso— solo un rápido viaje de ida y vuelta.]
Pero mi mejor esfuerzo no fue
suficiente para engañar a mi mamá. Se aferró a mí y me golpeó en el pecho.
[¡Mentira! ¡Mentira! ¡Mentira! ¡No trates de hacerlo todo tú solo! ¡Aún tienes
17 años! ¡Aún eres un niño! ¡Yo— nosotros— no te enviamos a la capital real
porque quisiéramos que… que hicieras algo como esto!]
[Mamá.] Tomé sus manos— tan pequeña,
aunque más cálidas que las de nadie más— en las mías. [Gracias. Muchas gracias.
Solo escuchar eso de ti es… es suficiente para mí.]
[¿Allen?] Mi mamá me miró con lágrimas
en sus ojos. En los viejos tiempos, no habría hecho más que llorar. Ella y papá
me habían protegido en ese entonces.
[Siempre me he sentido orgulloso de ser
tu hijo y el de papá desde el fondo de mi corazón.] Seguí, sonriendo. [Ser su
hijo es lo que me mantiene vivo. Y es por eso que—] Fortalecí mis agallas
mientras compartía mi resolución con la mamá que amaba y respetaba. [Voy a
salvar a los niños, amigos, y familia. Tú y papá me enseñaron a nunca abandonar
lo que me más me importa.]
[Allen… ¡No! ¡No!] Grandes lágrimas bajaban
de mis mejillas. [¡No!]
No estábamos relacionados de sangre— ni
siquiera era un hombre bestia— aunque ella aún me amaba con todo su corazón.
Mis reprimidas emociones estallaron en un torrencial de lágrimas.
[Cuando era pequeño.] Sollocé. [Y era
molestado hasta las lágrimas casi a diario, siempre estuviste allí para
abrazarme, y mi papá siempre me daba una palmada en mi cabeza. Su calidez y su
amabilidad me mantuvieron con vida hasta este día. ¡Tú… no puedes imaginar
cuánto coraje me dio! Nunca lo olvido. En ese entonces, siempre le rezaba al
Gran Árbol me dejará ser su hijo en mi próxima vida también. Y mis sentimientos
no han cambiado.]
[¡Entonces, no nos dejes!] Mi mamá
presionó, sus ojos rojos por llorar. [Por favor… por favor no te vayas…]
Detrás de mí, sentí un gentil y
familiar maná.
Soy la persona más afortunada en el
mundo.
[Fui afortunado de ser su hijo.] Dije.
[En verdad, en verdad afortunado. Los dos fueron la primera luz que me mostró
mi camino y me dieron al coraje para caminar en él. Y esa luz nunca se fue.
Pero ahora es mi turno de iluminar ese camino. Gracias. Te amo, mamá.]
[¡Allen!] Con ese sofocado grito, ella
sucumbió al suelo y empezó a sollozar con su rostro en sus manos.
Liberé un suspiro, me di la vuelta, y
dije. [¡Los veo luego, papá!]
[Allen…] Mi padre, Nathan, dijo. Se
había forzado a llegar, aunque su pierna aún debía haberle dolido, y estaba
cubierto en sudor.
[No se preocupen. Recuerden, me hice
del nombre del Cerebro de la Dama de la Espada, incluso si realmente no merezco
el honor.]
No respondió de inmediato, pero cuando
lo hizo, su calmado tono contrasto con mi intento de poca seriedad. [No tengo
la fuerza para correr por los campos de batalla como mis ancestros lo hicieron,
pero he leído muchos libros, la historia habla claramente. Dice “¡Nunca envíes
a tu hijo a la guerra!”]
[Papá, ahora la tengo clara.] Apreté mi
mano derecha alrededor del báculo de Lydia y limpié mis lágrimas con mi manga
izquierda. Entonces, porque había una posibilidad que esta sea nuestra última
reunión, sonreí. [Debí haberme convertido en su hijo para que pudiera estar
aquí hoy. Haré mi parte. Lo por este hombre que me dieron.]
[¡Allen!]
Nunca antes había oído a mi papá
gritar. Los sollozos de mamá se hicieron más ruidosos, pero no me detuve.
Empecé a cruzar el Gran Puente.
Improvisados baluartes de mesas, sillas
y maderos se atravesaban en el medio de la plaza. Los caballeros de la guardia
real defendían el frente de línea, mientras la milicia y las fuerzas de
voluntarios estaban listos en la parte trasera de las barricadas.
Los estandartes rebeles ya llenaban el
intacto puente hacia la Ciudad Nueva.
Sus escudos los proclamaban como los
efectivos de los Algren, y su fuerza estaba cerca de los doscientos elementos.
El puente limitaba el ancho de su vanguardia, pero aun así nos tenían una gran
ventaja. ¿Cuánto tiempo podrán aguantar?
[¡Allen!] Caren gritó, saludándome tan
pronto como me vio. Había estado hablando con Richard dentro de las barricadas
de reserva.
Mientras me acercaba, los caballeros
cercanos me saludaron uno a uno.
[Richard, ¿de qué se trata esto?]
Pregunté, asombrado, mientras Caren orgullosamente tomaba su lugar a mi lado.
[¿Cómo no pueden saludar a nuestro
comandante en jefe? Oh, será mejor que me una. ¡Allen, esperamos tus órdenes!]
Richard levantó sus dos manos en un exagerado gesto. Los caballeros cercanos se
rieron.
[¿Están tratando de molestarme?]
[Solo un poco de diversión. Y tú eres
nuestro comandante en jefe. ¡¿No es eso cierto, Rolo?!]
[¿Huh? ¡Desde luego!] El capitán de la
milicia asintió desde una corta distancia. Varios de los subordinados a quienes
les había estado dando órdenes— incluyendo a Toma del clan oso y Shima del clan
liebre— me dieron su aprobación. No vi a Sui entre ellos.
[¿Viste las bengalas?] Le pregunté a
Richard.
[Sipo, y Caren me dijo lo que
significan.] Respondió. [¿Cuál es el plan, Allen?]
Todo el lugar se silencio mientras los
caballeros, milicia, y voluntarios esperaban mi respuesta. Al parecer, todos entendían
las bengalas.
[Vamos a ir con un rescate.] Anuncié.
[Pero solo un pequeño grupo de caballeros y yo participaremos.]
Por un momento, el silencio tomó el
control del campamento. Entonces, un caballero tras otro empezaba a
inspeccionar su equipamiento. La milicia se reunió alrededor de mí con Toma al
mando, viéndose furioso. Rolo apretó sus dientes.
[¡Allen!] Toma gritó con odio del
bueno. [¡¿Cuál es la gran idea, dejarnos fuera?!]
[Los jefes no me han dado permiso de
desplegar a la milicia.] Respondí.
[¡¿Qué?! ¡E-Entonces, ¿qué hay de ti?!
No puedes irte por tu cuenta.]
[Yo—]
[No se preocupen.] Caren interrumpió.
[Iré con él.]
La miré, pero me ignoró y calmadamente
dijo. [El consejo se ha quedado en la nada cuando más se necesita actuar, así que
voy a tomar cartas en el asunto por mi cuenta propia. ¡Allen y yo podemos
lidiar con lo que sea que venga a nosotros!]
[C-Cierto.] Toma dijo. [Entonces, en
ese caso… ¡Allen, también llévanos contigo!]
Intercambiamos miradas e inclinaciones
con Rolo. La milicia empezó a regresar a sus puestos, dejándome solo con mi
hermana, quien se cruzo de brazos y molestó.
A por ello.
[¡Lo admitiste antes! ¡Estaba lista
antes!] Ella respondió molesta. [¡Voy contigo!]
[No. Esta es una situación muy
diferente.] Tomé un respiro. [Aún teníamos un lugar al que retroceder. Pero
ahora, tengo que avanzar. Retirarse no es una opción. Y en cualquier caso—]
Apunté a la vaina en la pierna izquierda de Caren. [Tu daga está destruida.
Estás desarmada.]
[¡A-Alguien en la milicia me prestará
un arma!]
[Nada de lo que tengan pueden soportar
el Lightning Apotheosis.] Respondí, agitando mi cabeza. Mi hermana era lista—
entendía la situación. [No puedo llevarte conmigo.]
[¡No!] Caren se agitó violentamente,
lágrimas salían de sus ojos. [¡Nunca! ¡Me niego absolutamente a quedarme atrás!
¡Nada— nada— puede aterrarme cuando estamos juntos! Incluso solo con mis
hechizos, puedo observar tu espalda más que bien para—]
[Caren.] Gentilmente abracé a mi
hermana. Tocándola así, sentí su agotado maná aun más claro. Actuaba llena de
vigor, pero no estaba en condiciones para luchar. La había llevado al extremo.
[¡¿A-Allen?!] Ella gritó, nerviosa.
[¡E-Esto es tan repentino! Eso… ¡Ni siquiera ha oscurecido!]
[Gracias por todo.] Susurré en su oído.
[Estoy feliz— en verdad feliz— que llegara a ser tu hermano. Gracias por ser mi
hermana— por enseñarme a amar a otros. Significas más para mí que cualquier
otra persona en el mundo, Caren. Lo siento. Cuidad de mamá y papá por mí.]
[¿Qué? All—]
Cuando Caren estaba con la guardia baja
por completo, enlacé el maná con ella, desactivé sus hechizos de refuerzo
físico, y la golpeé. Su boina escolar cayó y la ala plateada y báculo que la
señalaba como vicepresidenta del consejo estudiantil perdió su consciencia
mientras atrapaba su cuerpo.
Llámame mentiroso— me lo he ganado. Los
hermanos mayores protegen a sus hermanas.
Gentilmente liberé el fuerte agarre de
Caren en mi manga izquierda, acaricié su cabeza, luego retiré mi reloj del
interior de mi bolsillo y lo dejé en su boina. Luego le lancé una fuerte mirada
a Shima, quien había estado viendo todo el intercambio desde la distancia. Ella
asintió, repetidamente limpiando sus lágrimas mientras se acercaba y tomaba a
Caren en sus brazos.
Metí la mano en mi bolsillo y saqué la
entrega de la capital real— una daga en una vaina violeta— luego desfundé e
inspeccioné. La negra hoja era bastante apagada, pero extraordinariamente
fuerte. Esta arma, estaba seguro, podría soportar la presión del compuesto de
los ocho elementales. Felicia se había superado. Regresé la daga a su vaina, a
la cual pasé mis dedos, usando mi miserable maná para construir una fórmula
permanente que ayudaría en su control mágico. Sería algo de ayuda para Caren.
[Shima, dale esto a Caren cuando se
despierte.] Dije, dándole la daga a la mujer del clan liebre.
[Allen, planeabas hacer esto desde el
inicio, ¿verdad? ¡Pero ¿qué hay de tu seguridad?!] Shima lloró abiertamente. Un
hechicero habilidoso como ella no podría fracasar en notar que más de la mitad
de mi maná estaba agotado.
[No tengo el coraje de llevar a mi
hermana a la guerra.] Dije, guiñando y forzando una sonrisa. Entonces, vi a los
miembros de la milicia quienes se habían reunido cerca. [Muy bien, el resto
está en sus manos. Por favor, no pierdan la esperanza. No necesitas preocuparte
por mí. Prometo que rescataré a las personas en la Ciudad Nueva.]
Pero nadie respondió ni apartó la
mirada. Toma empezó a lloriquear cuando se dio cuenta de la verdad. [Allen.] Él
sollozo. [¡Solo que tengas el mismo nombre no… no significa que tú…!]
En la batalla que había llevado la
Guerra del Señor Oscuro a su fin, el legendario guerrero del clan lobo la
Estrella Fugaz había cruzado el Río de Sangre sin más, luego sin quebrarse
regresó a salvar a sus varados compañeros. Había salvado hasta el último de
ellos— y renunciado a su vida en el proceso. La Estrella Fugaz era el verdadero
estándar del heroísmo que había esperado de niño.
Aunque no era más que un tutor privado.
Nunca pude emular su hazaña.
Sin embargo, alguien necesitaba ir, y
esa pequeña contaba conmigo. Así que lucharía hasta el amargo final.
Difícilmente esta sería mi primera vez de cara a la muerte, y no me agradaba
romper promesas. Claro, había sobrevivido a todos esos peligros con la joven de
cabello escarlata a mi lado. Ella me dio una inquebrantable convicción que,
juntos, éramos invencibles.
Estará furiosa cuando oiga que regalé
ese reloj de bolsillo.
Mi hermana aún estaba llorando en sus
sueños. Acaricié su cabeza una última vez, luego empecé a caminar hacia el
campo de batalla.
La unidad de caballeros ya estaba
reunida en la principal barricada. Trabajaban rápido.
[Richard.] Dije, tomando lugar a la par
del noble pelirrojo, quien estaba observando a la armada enemiga.
[Tengo una unidad de caballeros aptos
listos para ir— 47 en total.] Richard dijo. [Ninguno es hijo mayor, ninguno con
esposa, niños, o prometida, y ninguno herido.] Sin cambiar de expresión,
añadió. [Oh, y sin más decir. Yo también iré contigo.]
[Te recuerdo que eres el hijo mayor y
tienes una prometida.] Respondí con una fuerte frialdad. [¿Quién supervisará a
nuestras fuerzas aquí? Deberías quedarte y—]
[Allen, aún soy un Leinster, no un
Sykes, y tengo una responsabilidad como un miembro de una casa ducal. Los
caballeros más veteranos verán las cosas aquí. Y no te olvides de Rolo—él es el
tipo de persona que quiero en la guardia.]
[Él es un arquitecto de oficio.] Dije.
[También es un hijo mayor con una adorable esposa e hija.]
[Qué vergüenza. Y yo pensando que había
encontrado un oficial potencial. Pero así es la vida, supongo.]
[No puedo concordar más.]
Nos miramos y sonreímos. Delante de
nosotros, los rangos enemigos estaban emocionados, evidentemente preparados
para golpear.
[¡Allen, deberías quedarte! No hay duda
que estamos marchando a una muerte certera.] Richard dijo, su expresión era
sombría. [Si te dejo ir ahora, tendré que responderle a una sollozante Lydia y
Lynne.] Incluso en esas desesperadas situaciones, mi amigable amigo se mantuvo
sensible.
[Muchas gracias.] Respondí. [No soy
Allen la Estrella Fugaz, quien dio su vida para salvar al mundo humano en la
Guerra del Señor Oscuro. No puedo cambiar el rumbo de la guerra con mi valor
personal. No soy un héroe.]
Los dos listones en mi báculo brillaron
mientras empezaba a realizar un hechizo en su punta. Los estandartes enemigos
se alzaban con un espíritu de lucha más grande que nunca. Gritando órdenes
anunciando su masacre.
[Pero mis padres me acogieron y me
dieron este hombre cuando no tenía uno.] Seguí. [Todo este tiempo, me amaron,
nutrieron, y protegieron tanto como si fuera si propio hijo, de sangre.]
Impacté mi báculo en el suelo,
convirtiendo la tierra bajo los pies de los caballeros enemigos fuertemente
armados en lodo y los detuve antes que pudieran iniciar su avance. Por arriba,
lancé invisibles Divine Wind Arrows, apuntando a las brechas en su armadura.
Chillidos y gritos llenaron el lugar. Pero mediocres hechizos eran inútiles
para detener a una fuerza de elite. El lodo fue solidificado, el hielo
derretido, y el brillo de magia de curación bañó a los caballeros heridos.
[¡Y no puedo abandonar a los amigos,
niños, mi familia y quedarme todo pancho!] Le dije a Richard mientras la
guardia real se preparaba para la batalla y sus gritos de guerra resonaban en
mis oídos. [La guardia es una unidad para tener en cuenta, pero no conoces lo
que está por delante. Necesitas que alguien te muestre el camino. Oh, que
tonto. Olvidé presentarme.] Guiñé el ojo y le dio una respetuosa inclinación.
[Soy Allen, el hijo de los siempre compasivos Ellyn y Nathan del clan lobo, y
seré tu guía al purgatorio. ¿No tiene ninguna objeción, Su Alteza, Lord Richard
Leinster?]
El vicecomandante estaba sin palabras y
sus caballeros estaban asombrados. Pero pronto, todos se echaron a reír. Su
alegría se extendió en toda la unidad y luego a toda la guardia. El avance enemigo
se retrasó levemente— quizás los habíamos confundido.
[Eres un idiota, Allen.] Mi viejo amigo
dijo con evidente malestar. [No me sorprende que le gustes a Lydia. Ahora, ¿te
importaría guiarnos por el camino?]
[No, claro que no.] Respondí,
sonriendo.
[En verdad… en verdad estoy agradecido.
¡Caballeros de la guardia real!]
[¡Somos la espada que defiende el reino!
¡Somos el escudo que defiende al reino!] Los caballeros cantaron, golpeando sus
pecheras en conjunto mientras retiraban sus espadas, alzaban sus lanzas, levantaban
sus escudos, y desplegaban hechizos sin más. [¡Somos los caballeros que ayudan
al débil!]
Nada mal.
Una sonrisa se extendió en mi rostro.
El noble pelirrojo sacó su espada y
gritó. [¡Ahora, adelante! ¡Es hora que les demuestre lo que el hijo mayor del
Duque Leinster puede hacer!]
[Un Firebird para empezar, entonces.]
Dije, asintiendo. [Puedes hacerlo.]
[¡No me jodas! ¡Sabes que no puedo
lanzarlo!] Richard sonrió mientras saltaba sobre la barricada improvisada y se
echaba a correr. Cuatro masivas bolas de fuego iban por delante de él.
Corrí hacia la línea rebelde detrás de
él, lanzando hechizos mientras andaba. Los 46 soldados escogidos para esta desesperada
misión de rescate siguieron. Los caballeros restantes avanzaron también, con la
milicia y voluntarios, lanzaron una ráfaga de fuego. Hechizos ofensivos rompieron
los rangos enemigos uno tras otro, y fieros vendavales atravesaban la plaza.
El listo escarlata y azul en mi báculo brillaron
como si me echaran porras.
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