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Capítulo 4

 

[¡Es ahora!] Gritó el Marchese di Atlas. [¡Si atacamos ahora, podemos retomar los principados perdidos de Etna y Zana!]

 

[Es un hecho que el reino está atrapado en una guerra civil.] El Marchese di Bazel añadió. [Y a pesar de lo enorme que los Leinster pueden ser, la razón dicta que evitarán luchar una guerra de dos frentes. ¡Necesitamos aplicar más presión para extraer concesiones de ellos con facilidad!]

 

Ambos marchases se levantaron de sus sillas y estaban protestando con tal intensidad que podía ver las cadenas de oro alrededor de sus cuellos.

 

Esta era la ciudad del agua, corazón de la Alianza de Principados, y yo, Roa Rondoiro, me paraba en una cámara secreta en el salón de asamblea más interior— un lugar sagrado reservado para debatir asuntos de importancia nacional. Los cinco Marchases del norte, seis Marchases del sur y un dux y delegado escogidos del consejo citadino comprendían el cuerpo de toma de decisiones de la suprema alianza, el Comité de Trece. Había estado en sesión por tres días ya, y el debate seguía avivado incluso con el Día del Viento en marcha.

 

La pregunta al problema era si mantenerse firmes en nuestra demanda que la Casa Ducal de Leinster restaure los antiguos principados. Pero las opiniones estaban bien divididas, y un conceso se mantenía elusivo.

 

[A los jóvenes les encanta escucharse hablar.] La anciana cabeza de algodón con anteojos sentada frente a mí murmuró ostentosamente. Ella era mi abuela, la Marquesa Regina Rondoiro, la gobernante de los principados sureños más ricos, y yo estaba aquí como su guardaespaldas. [¿No estás de acuerdo, Roa?]

 

[Abuela, por favor, no tan alto.] Respondí.

 

[¡Humph! Estaba tratando de ser sutil.] Ella respondió, su voz llenaba el salón. [Y ahora mi cintura ha empezado con lo suyo. Oh, cómo duele.]

 

El Marchase di Atlas y Bazel se veían furiosos, y los antiguos señores de Etna y Zana, quienes se sentaban a la par de ellos, también nos miraron. Los guardaespaldas parados detrás del marchase tomaron sus armas con amenazas.

Pero no impresionaron a mi abuela, quien solo bebió su té y lo pronunció. [Nada mal.] Incapaz de soportar la atención, jugué con un mechón de mis flequillos naranjas y dejé que mi mirada vagara.

 

No podía evitar notar la clara brecha de edad en esta cámara. Todos los cinco marchase del norte eran jóvenes. No tan joven como yo lo era— 18 años— pero no más de estar en sus veinte. Mientras, solo dos de los marchase eran ancianos. Un joven marchase sureño— Carlyle Carnien, con quien era conocido— estaba metido en una buena conversación con el otro, el Marchase di Folonto, quien se sentaba a su par.

 

[Marchase Rondoiro, si tiene una opinión, dígala.] El viejo dijo en el asiento de honor, cuyo cabello azul estaba manchado de gris— Doge Pirro Pisani.

 

[¡Humph! Si insiste…] Mi abuela respondió. [¿Quieres pullar más a los Leinster de lo que ya lo has hecho? ¡Patrañas! ¡Esa es una propuesta perdida de haberla escuchado!]

 

[¡¿Qué?!] El Marchase di Atlas gritó.

 

[No soportare eso, incluso de ti.] El Marchase di Bazel dijo, con habla más calmada, pero no menos furioso.

 

Los otros tres marchase del norte lanzaron miradas de desaprobación hacia nosotros también.

 

[Escuchen bien, jovencitos.] Mi abuela continua, hablando en el mismo tono que usaba cuando educaba a los jóvenes de nuestro dominio. [Esa casa es todo menos razonable.]

 

El marchase del norte se tomó un momento para responder.

 

[Ya nos dimos cuenta.]

 

[¡Es por eso que ya hemos contratado a una gran fuerza de mercenarios— más de 100000 en total!]

 

La revelación de la onceavo hora envió una agitación por toda la cámara. ¿Cómo pudieron haber empezado a reclutar para su acercamiento? Simplemente comprometer mercenarios cuesta dinero, y el marchase tendría que recuperar esas pérdidas. Atlas y Bazel ya había decidido la guerra.

 

Mi abuela frunció sus ojos, y venas sobresalieron de su temple.

 

Oh no.

 

[Más de 100000.] El Marchase di Carnien repitió, aplaudiendo. [Los Leinster son temidos por su magia y su esgrima, pero esa desventaja numérica debería darnos la mano ganadora en las negociaciones. ¿No está de acuerdo, Marchase Folonto?]

 

[Concuerdo que hay fuerza en números. La guerra sería una cosa, pero no veo nada de mal con forzar tácticas de negociación. Los Leinster muy bien pueden acceder a la gradual restitución.]

 

El ambiente en la cámara estaba empezando a tomar un rumbo raro. Los seis marchase sureños tenían históricamente se habían opuesto a la guerra, y solo habían consentido a regaña dientes conducir maniobras a lo largo de la frontera. Miré a Carlyle. ¿Qué cree que está haciendo?

 

[¿Alguien más tiene algo que añadir?] Dux Pisani preguntó. [Si no, sugiero que pongamos este asunto—]

 

Un calmado toque llevo nuestros a la puerta.

 

[Entren.] El magistrado dijo.

 

[Pido su perdón.] Un secretario de aspecto asustadizo se acercó al dux y su delegado. Lo que sea que dijera dejo a los dos políticos son habla.

 

[Malas noticias, por lo que parece.] Mi abuela intervino.

 

[En efecto.] El Dux Pisani lentamente vio la cámara, entonces anunció. [Este día, la Casa Ducal de Leinster declaró la guerra a los Principados de Atlas y Bazel. Damas y caballeros, parece que los eventos han empezado a moverse más rápido de lo que imaginamos.]

 

✽✽✽✽✽

 

[Santo Dios. ¿Qué se nos viene?] Mi abuela jadeó, recostándose en su bastón mientras caminaba las nocturnas calles. [¿Has tomado medidas, Roa?]

 

La inesperada declaración de guerra de los Leinster había dejado al Comité de los Trece en un caos. Para más, el marchese se había ido, resolviendo que reunir información es su prioridad máxima y para reconvocarnos en la mañana. Y así, mi abuela y yo nos encontrábamos caminando desde la asamblea a nuestro hotel— los carruajes estaban prohibidos en las estrechas calles de la ciudad del agua, sobre las calles de piedra.

 

La luna brillaba de rojo esa noche, e incluso las lámparas de la calle se veían manchadas con sangre. Éramos acompañados solo por cuatro guardias, todos luchadores experimentados.

 

[Sí.] Respondí. [Ya he enviado agentes al Ducado de Leinster. Pero… ¿realmente puede ser cierto? Un solo duque pidiendo la guerra con la alianza me parece una locura.]

 

[Ignorante, inmaduro y lento. No vivirás mucho así.] Mi abuela respondió, tirándome mierda. Ella golpeó su bastón en las calles de piedra. Entonces, sin darse vuelta, corrigió mis falsas concepciones. [Escucha bien. Con quién sea que pelees, nunca vayas de frente con los Leinster, Howard o Lebufera. Esos bárbaros hambrientos de guerra son— Qué descuido el mío.] Ella chasqueó su lengua y golpeó las calles de piedra otra vez, conjurando poderosas defensas mágicas.

 

¿Qué diablos…?

 

Entonces, finalmente me di cuenta— aunque no era muy tarde, estábamos solos en la calle.

 

[¿Una barrera?] Murmuré. [¿Y ni siquiera lo notamos?]

 

[¡¿Quién está allí?! ¡Sal!] Mi abuela gritó a la extrema oscuridad.

 

Lentamente, una mujer alta entró a la vista. Su cabello a la altura del hombro era de un tono bastante rojo y sostenido al frente con un clip plateado. Su piel era un poco más prieta. ¿Era una elfa? Si no, al menos tenía sangre de elfo. Era delgada, aunque de buenas tetas, y estaba vestida como una maid. Sus manos sostenían una larga maleta. De frente a esta mujer, quien se veía fuera de lugar en la ciudad de agua en la noche, nos estiramos a nuestras espadas y dagas… hasta que mi abuela nos indicó parar.

 

[Espera. La conozco de antes.] Ella nos dijo. Entonces, amargamente. [¿Para qué fue esa grandiosa barrera?]

 

La mujer tomó los bordes de su falda y se inclinó de una manera elegante. [Ha pasado tiempo— desde la Tercera Guerra del Sur, creo. Espero encontrarla de buen humor.]

 

[Para nada. ¿Qué quieres? Un pajarito me contó que renunciaste al segundo mando de las maids de los Leinster, pero supongo que esto tiene que ver con ese alboroto en el norte.]

 

[Sí.] La sonrisa de la mujer era hermosa, pero envían un escalofrío por mi espalda. Mi cuerpo estaba gritándome mantenerme alerta.

 

[¿Y te enviaron como su chica errante?] Mi abuela preguntó con sospecha. [¿Los Leinster toman ese asunto tan en serio como todo?]

 

La enigmática maid se rio a la luz de la luna. Sonrió como una pequeña de cara a Regina Rondoiro el “Empalador”, la hechicera más temida en los principados sureños. Al menos, limpió sus ojos y dijo. [Ruego su perdón. No soy más que una humilde maid, estoy aquí solamente como cuidadora.]

 

[¡Humph!] Mi abuela apretó el agarre de sus dos manos en su bastón y lo golpeó contra el suelo en irritación. [Dudo que muchas personas en este continente puedan tratar al Ceynoth la Caza Cabezas como— No me digas…]

 

¿Ella dijo la “Caza Cabezas”? ¿La misma Caza Cabezas cuya enorme guadaña asesinó a tantos valientes soldados y hechiceros en la Segunda y Tercera Guerra del Sur? Pero ella está—

 

Alguien más caminó hacia nosotros de la oscura calle. Cada célula de mi cuerpo gritaba del horror. Algo estaba allí— algo que ninguna persona debería encontrarse nunca. Lentamente entró a la vista.

[Santo Dios.] Dije, brillante y sin una pizca de tensión. [No debes asustarlos así, Celebrim.]

 

La cosa que emergió de las sombras era una mujer. Su largo cabello era de un vivido rojo que parecía estar empapado de sangre. Era baja, como una niña, y se veía infantil, pero usaba una túnica de hechicero escarlata adornada con el escudo de los Leinster.

 

Saqué mi espada y lentamente desplegué un hechizo. Los guardias siguieron.

 

[¡Alto!] Mi abuela respondió. [Ni siquiera servirían como escudos vivientes.]

 

Nos congelamos, asombrados por su despiadado comentario a nuestra habilidad de combate. La mujer nos ignoró y se acercó a la elfa.

 

[Lo siento, Celebrim.] Ella dijo. [Esa maleta debió haber pesado mucho.]

 

[Una maid hace su deber, venerable señora.] La elfa respondió. [Me alegre tenerte toda para mí.]

 

Estábamos listos para liberar nuestros hechizos en cualquier momento, pero hablaban como si no les importara nada.

 

[¿De qué se trata esto?] Mi abuela preguntó.

 

[¿De qué es qué?] La mujer dijo.

 

[¡No te pases de lista conmigo! ¡No vendrías aquí en persona por cualquier problema insignificante! ¡¿Tu casa está esperando una guerra sin cuartel contra la alianza?!]

 

Nunca había visto a la Marchese di Rondoiro intranquila antes.

 

Mientras observaba, los ojos de la mujer se pusieron rojos, de un profundo escarlata, y su caballero y túnica se ondulaban mientras fueras ascuas llenaban el aire. [Ni siquiera estás preparada para eso, ¿aunque intentas prohibirnos el paso?] Ella preguntó. [Vaya, qué temeraria eres.]

Un cálido viento estaba bajando por la calle. Mientras levantaba ambas manos para protegerme, entonces finalmente entendí— mi maná no podía ir contra el suyo. Pero aun así, apreté mis dientes y grité. [¡¿Q-Quién eres?! ¡Nadie puede tener tanto maná!]

 

La mujer se vio confundida por un momento. Entonces se inclinó profundamente y dijo. [¡Oh, claro! No me he presentado. Qué tonta soy.]

 

Lentamente levantó su cabeza y me miró a los ojos. Incluso eso me llenó con las ganas de vomitar.

 

Oh. Puede que muera aquí.

 

[Mi nombre es Lindsey Leinster, aunque creo que soy mejor conocida como la “Bruja Ensangrentada” en tus tierras.] Luego de una breve pausa, añadió. [¡Menudo apodo desfavorable! Desearía que me llamaras “Cielo Escarlata” en cambio— ¡Así es como soy para el reino!]

 

Un supremo esfuerzo de voluntad permitió que los guardias y yo saliéramos del pánico. ¡La Antigua Duquesa Lindsey Leinster, la Bruja Ensangrentada! La tipa que nos había llevado a la derrota en la Segunda Guerra del Sur al derrotar a todas las Siete Varitas— famosa como la más poderosa hechicera en la alianza en ese tiempo— sin ayuda y de un solo golpe.

 

Con su maid caza cabezas esperando detrás de ella, la bruja sonrió. [Veras, querida Regina, me gustaría pedirte un favor. ¿Me escucharías?]

 

Un largo silencio siguió. finalmente, mi abuela dijo. [¿Qué quieres?]

 

Me habría gustado tomarla y huir lo más rápido que mis piernas me llevaran. Pero tenía una excelente estrategia en mente— no es que me hiciera mejor— y me decía que volar significaría la muerte instantánea incluso si cada posible coincidencia milagrosamente jugaba a mi favor. No podía moverme.

 

[Me gustaría que los seis principados del sur se queden atrás hasta que hayamos quemado Atlas, Bazel y quizás los otros principados del norte y la ciudad del agua si se requiere.] La bruja dijo brillantemente, su sonrisa nunca vacilo. [Sería mucho pedir, ¿no?]

 

Es decir, no garantizaría la seguridad de los principados del sur si nos involucrábamos. La bruja estaba demandando que ofreciéramos ambos principados norte y la capital de la alianza. Los rasgos de mi abuela se retorcieron en angustia. Ella podía ser inescrupulosa algunas veces, pero su lealtad a la alianza estaba más allá de la duda. La bruja tenía que darse cuenta que ella—

 

Entonces, me dio.

 

Carlyle, siempre supe que apostar no era mi fuerte. Crees que tienes al león por la cola, pero en realidad se la agarraste a un dragón— un portador de calamidad. Nunca tendrás una oportunidad… a menos que estés escondiendo un as bajo tu manga.

 

[¿Te importaría darme tu respuesta ya?] La bruja presionó mientras pensaba. [Los Leinster nunca olvidan una deuda, en especial al que detuvo la maldición de nuestra adorada nieta, salvando su vida y nuestros corazones. Eso es lo que es, Regina. Sé un amor y ríndete.] Había una cálida gratitud en su rostro… y una llama consumiendo todo en las profundidades de sus ojos.

 

Mi abuela, por otra parte, se veía impresionada. [¡¿Detuvo a la niña maldita?! I-Imposible. No lo creo.]

 

¿Qué maldición? ¿De qué están hablando?

 

Silencio cayó. Luego de un rato, mi abuelo me dio su respuesta, aunque claramente no estaba feliz por eso. La brula solo rio en respuesta. Nuestro único observador era la luna manchada de sangre.

 

✽✽✽✽✽

 

[¡Por favor, mi lady!] Mi maid de verano rogaba, inclinándose. [¡Por favor, por favor lléveme con usted a la batalla! ¡Se lo ruego!]

 

[No puedo hacer eso, Sida.] Respondí por milésima vez esa mañana.

 

 

Era el día después que mi padre hubiera declarado la guerra y mi madre hubiera sonado las campanas. Nobles quienes ya habían formado a sus tropas estaban acudiendo a nuestra casa en la capital sur con una rapidez que desafiaba el sentido común. Todo parecía raro, a pesar que mi propia familia era responsable.

 

Me puse mi nuevo uniforme militar escarlata y una boina. Un clip de cabello negro por arriba de mi cabeza, el cual servía como un orbe de comunicación y de vídeo. Me aseguré de mi figura imponente en el espejo de mi cuarto, si tuviera que decirlo. Mi padre le había dicho a los enviados que atacaríamos en dos días, pero al paso que van las cosas, probablemente marcharíamos esa tarde.

 

Sida tenía que levantar su cabeza.

 

[Escucha.] Le dije. [Un Leinster no se lleva a una maid en entrenamiento al campo de batalla. Debes saberlo. ¿Te das cuenta lo difícil que fue conseguir que te asignaran a los cuarteles en lugar de estar en espera en casa?]

 

[¡Pero… Pero soy su maid, Lady Lynne!] Ella protestó. [¡Y una maid nunca deja a su señora! ¡Le prometí a la Gran Luna que no lo haría!]

 

Ella era más terca de lo que había pensado. Estaba preocupándome en cómo hablarle cuando la puerta se abrió.

 

[¡¿Lista, Lady Lynne?! ¡Sé que tengo muchas ganas de ir!]

 

Era Lily, la número tres de la Corporación de Maids de Leinster.

 

[¿Realmente estás planeando ir vestida así?] Pregunté.

 

[¡Claro! ¡Después de todo, soy una maid!]

 

Como es usual, estaba vestida como un estudiante. ¿Cómo podía pensar en ir así a la guerra? Entonces otra vez, la mayoría de las otras maids usaban sus normales uniformes también, aunque algunas usaban pecheras encima.

 

La chica caminó a mí y su expresión se tornó abruptamente seria mientras decía. [Mi lady, vayamos a ver a Lady Lydia.]

 

[Está bien.] Asentí y asenté mi boina. Me sentía sin ganas de ver a mi hermana en su estado actuado. Se había retirado a su cuarto luego de su lamento del día anterior y se había reusado a ver a nadie. Podía imaginarme poco que vaya a pelear en esa condición.

 

[Ven, Sida.] Llamé a la maid en entrenamiento.

 

[¿Qué?] Ella me miró en puro asombro. Entonces lágrimas brotaban de sus ojos.

 

[Estás para mí mientras estoy en casa, ¿recuerdas?] Dije, con un movimiento de mi mano.

 

[¡C-Claro, mi lady! ¡Soy su maid personal! ¡Se lo juré a la Gran Luna!] Sida saltó de la dicha, dándome un recordatorio que su pecho podía saltar.

 

Entonces la maid mayor me abrazó desde atrás. [¿L-Lily?] Exclamé, pero ella solo libero una risa y dijo. [No lo olvides, Sida: Lady Lynne es mía.]

 

[¡¿Q-Qué?! ¡¿C-Cómo puede?!] La maid en entrenamiento gritó. [¡Se lo diré a la Gran Luna!]

 

[¡Si no te gusta, date prisa y conviértete en una maid hecha y derecha!] En un tono más suave, Lily añadió. [La mantendré a salvo esta vez, así que quédate en los cuarteles y protege el fuerte mientras no estamos.]

 

[S-Sí, señora.]

 

Eres más sensible a los sentimientos de las personas de lo que pareces, Lily. ¡Pero date prisa y suéltame ya! ¡Esas armas letales en tu pecho me están golpeando en la cabeza!

 

Caminamos por los pasillos con Lily y Sida en fila. La casa era ajetreo con las maids y otros sirvientes corriendo de lado a lado y hablando en los orbes de comunicación. Probablemente no me estaba imaginando sus ocasionales referencias a “Miss Fosse” y “Lady Sasha.”  Oí que el par estaban supervisando la logística e información bajo el comando del Abuelo Leen, y no se veía que estuvieran actuando.

Mientras, llegamos a la puerta de Nee-sama. Aunque dudé en abrirla. No había sido ella luego de escuchar el reporte de Ryan. Había roto en llanto, superada por el impacto, pero se había lamentado como si el mundo estuviera llegando a su fin. Momentos como este me hacía desear que Anna estuviera aquí, pero la ama de llaves ya había dejado la ciudad con su pequeño equipo de subordinadas. Tendríamos que hacer algo acerca de esto—

 

Lily abrió la puerta y gritó. [¡Perdón, Lady Lydia!]

 

[¡¿Lily?!] Grité, mientras Sida balbuceaba, sin palabras. Pero la maid no nos prestó atención y entró, así que fuimos detrás de ella.

 

Para nuestro asombro, el cuarto que nuestros ojos encontraron estaba limpio y ordenado— limpió y organizado a la perfección. Y ante el enorme espejo se paraba mi héroe, Nee-sama, Lydia Leinster. Su espalda se giró a nosotras, aunque bien vestida, su nuevo cabello corto se mantenía raro. Un negro clip se pegaba cerca de su temple. No usaba su uniforme como la guardaespaldas de la princesa, sino un vestido militar negro el cual había oído que nuestra madre una vez había llevado a la guerra.

 

[¿Qué pasa, Lily, Lynne?] Preguntó calmada, sin mirarnos.

 

[Bueno…] Lily dudó.

 

[V-Vivimos a llamarte.] Intervine.

 

[Oh, ya veo.] Nee-sama guardó las dos espadas que habían estado recostándose contra una silla, entonces se giró a vernos. Una de las espadas era nueva para mí, pero era obvio que era una obra maestra. A pesar de su vaina, podía sentir su abrumadora fuerza mágica. Y en su muñeca izquierda estaba el listón escarlata manchado con la sangre de Nii-san.

 

Sentí un golpe en mi pecho. Sin embargo, me forcé a decir. [Nee-sama, ¿te sientes bien? No creo que hayas probado bocado desde ayer. Y, um… ¿estás segura que no deberías usar tu uniforme de la guardia?]

 

[Estoy bien. No quiero comer. Este uniforme sirve.]

 

[Ya veo.] Dudé, incapaz de preguntar por más. Incluso Lily no tenía palabras.

Nee-sama nos ignoró mientras recogió su reloj de bolsillo, el cual era la única cosa en su mesa, y siempre acariciaba su superficie antes de alejarlo. Entonces empezó a salir del cuarto.

 

[Lynne, Lily.] Ella dijo. [Vamos. ¿No es porque me estaban llamando?]

 

[¡C-Cierto!] Respondí, dudosa yendo tras ella.

 

[Lady Lydia.] La maid suavemente dijo con preocupación en su voz.

 

Pero Nee-sama no respondió. Algo acerca de ella se veía mal—a como si hubiera regresado a ser quien había sido antes de la Academia Real. Llevé mi mano derecha a mi corazón.

 

Nii-san… ¿qué… qué debo hacer?

 

✽✽✽✽✽

 

[¡Se lo ruego, deje que la Orden Escarlata lidere el ataque!]

 

[Patrañas, Tobias. Mi casa la debe.]

 

[Pero Lord Evelyn y Hugues, deben estar exhaustos de su marcha forzada. Permita que mi caza lleve esta carga.]

 

[Los tres olvidaron la vieja costumbre, la vanguardia la pertenece a esos cuyas tierras están más cerca del enemigo. En este caso, sería mi ducado. Y esta será la primera batalla de mis caballeros con Griffin voladores. ¡Liam, por favor danos tu veredicto!]

 

Cuatro hombres armados se reunieron alrededor de mi padre, el Duque Liam Leinster, quien se sentaba descansando sus manos en su escritorio en el centro del consejo mientras los comandantes reunidos observaban.

 

El Conde Tobias Evelyn, el caballero aristócrata en el brillante escarlata, era un luchar sin miedo y comandante de la Orden Escarlata. Por generaciones, esta fuerza de rojo, vista como la más grandiosa bajo la bandera de nuestra casa, había servido en la vanguardia de nuestras grandes campañas.

El Marqués Thorgeir Hugues era corte y gordito, pero sus extremidades estaban musculosas. Tenía sangre de enanos en sus venas, y la infantería pesada de su casa era la más corpulenta en el sur.

 

El Marqués Crow Pozon habló levemente, pero con un aire de inteligencia y convicción. Su caballería magia de asalto pesada— una fuerza única la cual había entrenado él mismo— era renombrada por todo el continente.

 

El caballero barbado y pelirrojo quien había hablado de último era mi tío, el Duque en funciones Lucas Leinster. Había fundado una orden de caballeros que hacía uso de Griffins.

 

Los cuatro eran comandantes de gran coraje, ferocidad, inteligencia y renombre— calificados sin dudas para liderar el ataque. Pero mi padre agitó su cabeza y dijo. [No. Nuestra vanguardia en esta campaña ya está escogida.]

 

Ni Sida, la asamblea de comandantes, o yo podíamos ocultar nuestro asombro. ¿Quién podía estar más que calificado para ese honor que estos hombres? Pero Nee-sama y Lily estaban sin inmutarse. Al parecer habían anticipado esto.

 

Lo que me recuerda: no veo a mi madre o las maids. Espera. No me digas…

 

[Yo lideraré la vanguardia.]

 

La voz era leve, pero se fue por todo el salón. Todos nos giramos a la puerta, y claro entendimiento pronto llenó sus expresiones.

 

Allí parada estaba una belleza escarlata usando un vestido militar escarlata con una espada encantada en su cintura— mi madre, la anterior Dama de la Espada y, por reputación, la más grande espadachina en el continente, Lisa Leinster. Romy y las otras oficiales de la corporación de maids quienes estaban atentas la seguían desde atrás mientras con calma caminaba al lado de mi padre y observaba el salón. Todos saludaron en conjunto.

 

[Mi esposa y nuestras maids liderarán el ataque.] Mi padre proclamó. [Evelyn, tu Orden Escarlata llevará la retaguardia.]

 

[¡Sí, señor!] Una voz consintió.

[Hugues liderará la unidad principal.]

 

[¡Con placer!]

 

[Pozon, nuestra ala derecha.]

 

[¡Desde luego!]

 

[Lucas, dominarás los cielos.]

 

[¡El duque en funciones mostrará su valor en batalla!]

 

[Nuestra ala izquierda será una fuerza de caballería de todas nuestras casas. Sykes, reporta la más nueva información.]

 

[Sí, señor.] Un delgado, pero aparente hombre insignificante quien había estado conversando por un orbe de comunicación respondió, levantándose de su asiento. Era el Conde Simon Sykes, el espía del sur. [Basado en la resonancia aérea usando Griffins, exploración del terreno, los reportes recientes de comerciantes, y comunicaciones mágicas intervenidas, estimo que el total de fuerzas combinadas de ambos principados es una fuerza de 150000. Nuestra armada, por otro lado, a lo sumo es de 30000. ¡Aunque esperamos refuerzos, una desventaja numérica es inevitable… pero no tenemos nada que temer!]

 

El Conde Sykes se hizo al frente y apuntó su dedo al mapa esparcido en una mesa al centro del salón. Piezas de vidrio negro marcaban las posiciones de múltiples armadas dentro de Atlas y Bazel. Podía ver que estaban a una buena distancia de las fuerzas enemigas congregándose en la Planicie Avasiek, la cual se yacía en la frontera casi directamente entre Etna y Zana.

 

[Por la presente, la fuerza de nuestros enemigos está dispersada.] El Conde Sykes declaró. [Ambos marcheses parecen estar lejos del frente, en la ciudad del agua. La armada en Avasiek es aproximadamente de cien mil soldados, la mayoría los mismos son mercenarios varios— los principados han desplegado nada más que diez mil caballeros entre ellos. ¡Por ello, solo necesitamos llevar toda nuestra fuerza para golpear y conquistar a nuestros enemigos divididos! Y ya que los enemigos no poseen tropas aéreas, los cielos son nuestros. También hemos resuelto el 80% del cifrado usado en sus comunicaciones mágicas… aunque el viejo código del este aún nos está dando problemas. Aunque podamos perder una pequeña unidad, juro por mi honor que no podrán mover una armada sin que lo sepamos.]

Me sentía un poco mal por nuestros enemigos. Prácticamente iban a entrar a la batalla desnudos.

 

A mi par, una nerviosa Sida murmuraba. [Oh Gran Luna, ¿estoy en el futuro?]

 

[Liam, ¿qué hay de nuestras líneas de suplementos?] El Tío Lucas preguntó.

 

[No te preocupes. No tendremos que temer por eso.] Mi padre respondió. [¿No es cierto, suegro?]

 

[Eso es, aunque apostaría que los Howards lo harán mejor que nosotros.] Mi abuelo dijo, el anterior Duque Leen Leinster. Había llegado tarde, seguido por Maya, quien temporalmente había regresado al deber activo. Nunca lo había visto en un uniforme. La asamblea de comandantes se inclinó por instinto mientras continuaba. [Yo, Leen Leinster, cuidaré del eslabón final de esta campaña. Pero soy un cabeza hueca— nuestros brillantes jóvenes y mujeres estarán haciendo todo el trabajo real. Así peleen sin miedo.]

 

[¡Sí, señor!]

 

Manejar la logística para decenas de miles de tropas sobre la marcha era una misión titánica. Los suplementos necesitaban ser reunidos, cargados en los vagones y otros vehículos de transporte, y distribuirlos en la cantidad apropiada. Y todo el proceso necesitaba mantenerse funcionando sin problemas, como el flujo de la sangre por el cuerpo. Parecía simple a primera vista, pero en práctica, no había fin para los problemas: constantes disminuciones de fondos; espacio seguro para almacenar bienes en masa cuando fueran necesarios; mantener a los caballos, wyverns, griffins, y sus jinetes en buena salud; mantener los caminos, vías de trenes, y vías aéreas; e incluso el clima local. Me sentía mareada solo pensando en todas las cosas que demandaban atención.

 

Claro, Nii-san probablemente lo haría lucir todo fácil. Y así sería la jefaza de lentes cuya agudez había ganado su confianza.

 

En ese punto, Nii-san rompería el silencio y diría suavemente. [Padre, también asígneme una tarea.]

 

[Lydia, estás para quedarte en los cuarteles con Lynne.] Nuestro padre le ordenó. [No necesitas forzarte a pelear al frente. De hecho, prefiero que te quedes en casa.]

La uniformada de negro, la Dama de la Espada se fijó en el con una mirada sin dudas. [Si el enemigo no tiene fuerza aérea, entonces podemos usar Griffins para causar revuelo detrás de sus líneas. Eso terminará esta guerra más rápido.]

 

Nuestro padre se silenció, pero nuestra madre se acercó y le dio un abrazo con preocupación. [No te presiones mucho, Lydia. Todo estará bien. En serio, lo estará. Déjame esto a mí, a tu padre, y al resto de nosotros.]

 

[Estoy bien, madre.] Nee-sama dijo luego de una larga pausa. [¿Me dejarás hacerlo, por favor?]

 

[Lydia…] Nuestra madre la vio con lamentación. Maya, Romy, y las otras maids también se veían preocupadas. Entonces nuestra madre miró a nuestro padre, quien asintió. [Muy bien, tienes mi permiso para esparcir el revuelo detrás de las líneas enemigas. Pero conoce tus límites. Allen estaría triste de verte como una loca. Lily, cuida de Lydia y Lynne por mí.]

 

[Lo sé.] Nee-sama asintió.

 

[¡Sí, señora! ¡Puede contar conmigo!] Lily respondió, saludando a mi madre con gusto.

 

¡¿Yo igual?! Pero no, nuestra madre probablemente espera que Nee-sama sea menos imprudente si estoy con ella. Esto demuestra lo precavida que su condición realmente es.

 

M padre golpeó su escritorio, se levantó y gritó. [¡Ahora, por la victoria! ¡Recordémosle al mundo quienes somos!]

 

[¡Sí, señor!]

 

✽✽✽✽✽

 

La extendida Planicie Avasiek llegaba a la frontera entre los antiguos principados de Etna y Zana y los actuales principados de Atlas y Bazel. Su llano terreno casi estaba falto de colinas, por no decir de ríos o pantalanes… aunque dudaba que algunos de ellos hubieran sido tan desastrosos como este.

 

Guie mi Griffin por el nublado cielo del Día del Hielo mientras observaba la guerra desde abajo.

[Lynne, vamos a unirnos al combate.] El líder del jinete del Griffin ordenó por mi clip de cabello. [El cuartel enemigo está en las líneas traseras. Vamos a golpearlo ahora mientras están confundidos.]

 

[¡S-Sí, Nee-sama!] Respondí, esforzándome para seguir su liderato.

 

Una fuerza de maids bajo el mando de Lily volaba detrás de nosotros. Sus números eran menos de veinte, pero todos eran oficiales o luchadores expertos.

 

Esta batalla, la cual probablemente pasaría a la historia como la “Aniquilación en Avasiek,” había empezado de una forma irregular. Nuestra información había probado ser correcta— las armadas de la alianza eran cien mil efectivos. Las fuerzas de nuestras casas sureñas, mientras, se numeraban por los treinta mil. Y a la cabeza se paraba Lisa Leinster con su espada encantada, el Cuervo Escarlata, en mano. Mi madre había rebajado los confusos rangos enemigos y gritó:

 

[¡¿Ninguno en toda su armada tiene el coraje para desafiar a Ensangrentada Dama?!]

 

Sobre una decena de valientes almas habían saltado al frente para tomar el desafió, indignados. Ninguna había durado siquiera un intercambio de golpes.

 

Mientras el enemigo se tambaleaba del impacto, mi madre no había mostrado piedad, conjurando cuatro masivos Firebird a la vez. Los asombrados soldados habían sido inútiles, incapaces de creer en sus ojos mientras los hechizos supremos de fuego se los engullían. Incluso los rangos detrás de ellos parecían estar al borde del pánico.

 

Nuestras maids acabaron a los caballeros y mercenarios, mientras la Orden Escarlata atacaba en perfecta formación, surcando las líneas enemigas. En los costados, nuestra caballería, tanto la mágica como la convencional, estaban en el proceso de rodear a las armadas de la alianza, dispersando a los soldados enemigos. Dudaba que nuestras fuerzas de reserva— los guardias personales y caballeros de mi casa a lo largo del sur— tendrían algo que hacer.

 

En todo esto, varios cientos de Griffins se pasarían por el campo de batalla, lanzando continuos ataques. No se encontraron con una resistencia organizada. Dudaba que los Griffins hubieran sido vistos en tal uso concentrado en combate. Aun así, este debacle probaba que las armadas de Atlas y Bazel realmente no tenían el concepto del poder aéreo.

 

[No olvide que este es un campo de batalla, Lady Lynne. Será mejor que se concentre.] Lily lo transmitió desde atrás de mí. Nada se le pasaba.

 

[Ya… ¡Ya lo sé!] Respondí, asombrada. Entonces le di un apretón al amuleto de la Gran Luna. Sida me lo había dado antes que nos marcháramos, insistiendo que al menos me lo llevara. No le profesaba a su deidad, pero quizás el amuleto haría algo para calmar mis nervios.

 

[Puedo verlo.] Nee-sama murmuró mientras volaba sobre las desordenadas líneas enemigas.

 

Arriba, sobrevolando pude ver un pabellón de los estandartes de batalla de Atlas y Bazel— los cuarteles enemigos. Por sorpresa, estaba bien resguardada. Esto requería un bombardeo mágico desde el aire. Pero antes que pudiera compartir mi opinión con Nee-sama, montó su Griffin en lo alto del cielo… y se bajó sola.

 

[¡Nee-sama!] Grité.

 

[¡Oh, Lady Lydiaaa, eso no es seguro!] Lily silbaba casi al mismo tiempo.

 

Los guardias enemigos se sorprendieron por la repentina aparición de una chica entre ellos.

 

[Están en mi camino.] Nee-sama dijo, su voz es fría, mientras liberaba llamas alrededor de ella. ¡Había lanzado el Divine Fire Wave, un hechizo elemental, pero con extraordinario poder! Con ese único golpe, había quemado la mayoría del campamento y aislado a los caballeros y soldados de sus armas. Acobardados enemigos se esparcían en confusión.

 

Y no había matado a una sola persona— solo quemado a lo sumo. ¡Qué control tan inhumano!

 

[Lady Lynne, nos uniremos a ella.] Lily ordenó. [Y me gustaría que la mitad de ustedes esperen en el aire.]

 

[Oh, cierto.] Respondí. [¡Hagan lo que Lily diga!]

 

[¡Sí, señora!]

 

Un número de maids llevaron sus Griffins a alturas más grandes, mientras el resto lanzaban barreras resistentes al fuego y descendían junto con Lily y conmigo. Nuestra fuerza aterrizó a salvo, y nuestros Griffins regresaron a los cielos.

 

Nee-sama no nos prestó atención mientras lentamente desfundaba sus espadas. Como lo había pensado, la nueva parecía ser mágica.

 

Vi dos destellos. Entonces el ardiente pabellón ante nosotros cayó, cortó cuerdas, también los masivos estandartes de batalla. Y aun así…

 

[¿Por qué nadie sale?] Murmuré.

 

[¡Lynne, hazte atrás!] Nee-sama gritó. [¡Lily!]

 

[¿Qué?]

 

[¡Entiendo!] Lily me tomó en sus brazos y me tiró al suelo.

 

¡Un momento después, caballeros fuertemente armados en cascos cuadrados, hicieron las llamas a un lado, su mirada se colocó en Nee-sama! Conté ocho en total— grupos de dos llevaban grandes espadas, hachas de batalla, martillos de guerra y picas.

 

Los dos caballeros más cercanos a la derecha levantaron sus armas— una gran espada y un martillo de guerra— y las llevaron sobre Nee-sama con toda su—

 

[Muy lento.] Ella pasó de largo a sus armados atacantes, dejando un corte horizontal a lo largo de su cuerpo. Entonces fue por los usuarios de las hachas y picas al otro lado, clavándolas a través de la pesada armadura, y lanzó un Firebird detrás de ella. La amenaza aérea chocó contra los caballeros a la izquierda, engulléndolos en las llamas.

 

Entonces me di cuenta.

 

[Esplendido. Simplemente esplendido.]

 

[Qué fácil acabaste con esos ocho. Tu reputación es merecida.]

 

Nee-sama no le hizo caso a esos dos extraños hombres que emergieron desde los ardientes escombros del pabellón con una respuesta. Ambos tenían túnicas grises y tenían diseños inscritos en sus mejillas— uno en su derecha y el otro a su izquierda. Y ellos estaban impávidos por la presencia de Nee-sama.

 

¿Qué con ese siniestro maná? Me recuerda al aura que el Príncipe Gerard exudaba cuando perdió el control en el campo de entrenamiento de la Academia Real.

 

[No te sentí.] Nee-sama dijo, preparando sus espadas. [Usaste un hechizo de teletransportación. ¿Quién eres?]

 

[Quién sabe.] El hombre respondió.

 

[Saberlo no puedo hacerte bien, niña maldita de los Leinster.] El otro añadió.

 

[No estoy maldita.] Nee-sama dijo lentamente, su tono es más gélido que de costumbre. Ella levanto sus espadas para golpear, cuando—

 

[¡Nee-sama!]

 

[¡Lady Lydia!]

 

Ella chasqueó su lengua y se hizo atrás. Un momento después, las armas de los caballeros cayeron justo donde ella había estado parada.

 

¡Pero sé que los derrotó! ¡¿Cómo los ocho están de pie?!

 

De no ser por las lecciones de Nii-san, habría estado muy impresionada para sacar mi espada y lanzar un hechizo. Pero conjuré un Firebird en la punta de mi espada y lo lancé a uno de los caballeros.

Las maids pronto levantaron sus armas y lanzaron un bombardeo de hechizos avanzados. Solo Lily no proveyó apoyo; ella preparó los hechizos, pero los mantenía en reserva mientras estudiaba a los caballeros.

 

Mi Firebird y los hechizos de las maids encontraron sus blancos. Y aun así…

 

[¡M-Mira allí!]

 

[Escudos…]

 

[de Luz…]

 

[¡La magia no está funcionado!]

 

Un ojo brillo en cada uno de los cascos de los caballeros mientras ocho brillantes barreras se formaban. Los hechizos de las maids rebotaban en los escudos. Mi Firebird pasó tres escudos, pero nuevas barreras proyectadas de los guanteletes y armaduras de los caballeros mientras golpeaba la cuarta y se desintegraban.

 

¡¿Son inmunes a la magia suprema?!

 

Nee-sama recuperó su balance y frunció sus ojos. [Radiant Shield.] Ella murmuró. [Y Resurrection. Justo como ese descerebrado príncipe.]

 

Los hombres en túnicas grises se echaron a reír.

 

[Oh, lo notaste, ¿verdad?] Uno dijo. [Pero no los compares con ese, un prototipo imperfecto desarrollado en tu capital este. ¡Hemos progresado con la necesidad de huéspedes humanos!]

 

[Esos soldados encantados están imbuidos no solo con el Radiant Shield y Resurrection— grandes hechizos que nuestro líder recreó en el mundo moderno— pero con las barreras resistentes al fuego diseñadas expresivamente para tu captura.] El otro dijo. [Las llamas de los Leinster no tienen efecto en ellos. Aunque, nunca me imaginé que entrarías en nuestra área a la ligera. Todo es como nuestro líder predijo.]

¿Eso… significa que somos los atrapados en una trampa? ¡¿Y Nee-sama es su objetivo?!

 

[Soldados encantados.] Lily murmuró, viéndose rara. [Caballeros artificiales una vez hechos en el Imperio Yustinian. Creo que usaban cuerpos humanos… pero oí que la tecnología había estado perdida desde la Guerra del Señor Oscuro, y que los esfuerzos de la República Lalannoy para recrearla probaron ser inútiles. Y más importante—]

 

[Es una clara violación a los Acuerdos Humanos-Demonios.] Nee-sama intervino. [No sé cómo están lanzando el Radiant Shield y Resurrection, pero por ahora… solo mueran.] Con un movimiento de su espada, envió un Firebird volando directamente a los ocho soldados encantados.

 

[¡Estás perdiendo tu tiempo!] Uno de los hombres de gris dijo.

 

[¡No tenemos nada que temer de las llamas de una niña maldita!] Su compañero añadió.

 

[¡No me llames maldita!] Nee-sama rugió mientras su Firebird crecía en tamaño y poder. Casi indistinguible del de nuestra madre.

 

Los soldados encantados desplegaron sus ocho escudos.

 

El choque llegó. Tres escudos colapsaron al instante. Luego de eso, incontables barreras resistentes al fuego se activaron para apoyar al resto. Pero el Firebird aún perforó los escudos cuatro, cinco y seis, para empezar a rajar el séptimo.

 

La satisfacción dejo los rostros de los hombres mientras un vendaval de abrasador aire hizo atrás sus capuchas. Ambos tenían pálido cabello rubio, y miré cadenas de oro alrededor de sus cuellos. ¿Qué eran esas?

 

[Inquisidores del Espíritu Santo.] Lily murmuró bajo su respiración.

 

[¡Rolog!] El hombre gritó con una fórmula de hechizo retorcida en su mejilla derecha. [¡Debemos hacer nuestro deber como apóstoles nuevos!]

 

[¡Racom!] El hombre con una fórmula en su mejilla izquierda respondió. [¡Había esperado experimentarlo un poco más, pero la necesidad lo requiere!]

 

Sostenían talismanes en sus dos manos, liberando un destello gris.

 

¡¿Q-Qué carajos?!

 

Sin advertencia, los hombres y caballeros se desaparecieron. Privado de su objetivo, el Firebird entró en lo profundo del campo, destellando una explosión de fuego donde golpeó.

 

[¿Qué? ¡¿Lily?!] Grité un instante después mientras la chica me envolvía en su brazo derecho.

 

[¡Chicos, retírense lo más rápido posible! ¡Lydia!] Ella gritó, con una urgencia más grande de lo que ella normalmente solía ser como maid. Incluso la forma en la que le habló a Nee-sama era un retroceso a los viejos tiempos.

 

Las maids no sabían qué hacer con la situación, pero se hicieron atrás con todas sus fuerzas. Lily las siguió y aterrizamos la línea frontal. Luego de bajarme, ella lanzó un hechizo con un afilado movimiento de su mano izquierda.

 

Justo entonces, sentí maná un maná tan abominable que me ponía la piel de gallina. Con el chillido del metal contra el mental, objetos grises convergieron en el espacio que habíamos ocupado. Las maids y yo caíamos de rodillas mientras una intensa presión llegaba a nosotros, pero todas gritamos el nombre de Nee-sama.

 

Ocho cadenas grises habían salido del suelo, conteniéndola. Titubeante maná surgió a través de las siniestras cadenas enrollándose alrededor de sus brazos, piernas, cuerpo, y ambas espadas. Los soldados encantados habían reaparecido, cada uno con un ojo brillando, y las cadenas saliendo de sus brazos.

 

¡¿Una atadura?! ¡Y esos talismanes eran hechizos de teletransportación! Pero una barrera tan poderosa es… ¡Es inconcebible!

 

 

Ni las maids o yo pudimos soportar la presión, y ni siquiera nos vimos atrapadas por el hechizo— solamente sufrimos los efectos de su proximidad. Pero ya que apenas podíamos movernos, Lily se paró sola, protegiéndonos con un improvisado muro de ardientes flores. ¿Cuánto la pudimos petar sin ella? ¿Y qué es lo que Nee-sama debió haber pasado?

 

[Duele, ¿verdad?] Uno dijo. [¡Te sentirás mejor cuando te rindas y caigas de rodillas! Estamos hartos de la diluida sangre de los Wainwright, pero como un descendiente directo de los Leinster y niña maldita, la tuya permitirá que nuestra investigación llegue a nuevas alturas.]

 

[Esta estrategia de hechizo vinculante es llamada el Eightfold Divine Seal.] El otro añadió. [Fue hecha para capturar a los Ocho Herejes y sus esclavos. Aunque se requiere sea lanzada con ocho grandes hechizos, dos son suficientes para contener a un diablo de dos alas y más que suficiente para una niña maldita durmiente. No puedes usar tus llamas aquí. ¡Ríndete!]

 

Dentro de la barrera, Nee-sama apretó sus dientes. Sangre salía de su boca. Las cadenas grises la apretaron más fuerte hasta que, al final, sus espadas cayeron y decía al suelo.

 

[¡Nee-sama!] Grité, metiendo mi espada en la tierra y luchando por ponerme de pie. Pero mi cuerpo era tan pesado, y no podía levantarlo.

 

El hombre con la retorcida fórmula en su mejilla derecha libero una malévola risa. [Esta es todo lo que la gran afamada “Dama de la Espada” puede hacer. Recuérdame, Rolog: ¿Cuál era el nombre de ese hombre? La bestia falsa que oí que Lev derrotó en la capital este.]

 

[Era Allen, Racom.] Su compañero respondió. [Un abominable nombre. Al parecer, el hereje peleó bien, para ser una bestia falsa. Pero al final, no fue rival ara nosotros, los nuevos apóstoles.]

 

¡¿N-Nii-san p-perdió?! ¡¿Contra los aliados de estos hombres?! Nii… Nii-san no—

 

[¡Lady Lynne!] Lily respondió. [¡Allen nunca perdería contra estos! ¡Debieron haber recurrido a trucos sucios!]

 

Me asombré. La maid aún estaba de pie y mirando hacia adelante.

 

[Oh, sí, ese era su nombre.] Rocom dijo. [Niña maldita, dijeron que la falsa bestia dio batalla. Pero su final debió haber sido grotesco— a diferencia de nosotros, Luv no muestra piedad.]

 

[Oí que lucho hasta el amargo final para “proteger tu honor”.] Rolog liberó una risa falsa. [A tu falsa mascota le falto su señora.]

 

Silencio cayó. Entonces Nee-sama murmuró. [Ya veo. Él dijo que lo hizo por mi “honor”, ¿verdad?] Su brazo derecho tomó una cadena, y la barrera liberaba un sonido metálico mientras temblaba.

 

Racom y Rolog habían notado el cambio, porque les gritaron órdenes a los soldados encantados.

 

[¡Más fuerte! ¡Átenla más fuerte!]

 

[¡Y sean rápidos! ¡Hagan que se arrodille y suplique!]

 

Podía sentir la fuerza en Nee-sama incrementarse. Pero aunque se tambaleaba, no se arrodilló. De lo lejos— su mano derecha estaba apretando el agarre en la cadena. Su cabeza baja mientras murmuraba, [Ya me he rendido.]

 

Los dos hombres se veían desconcertados.

 

[¿A qué te refieres?]

 

[¿Te has vuelta loca por el dolor?]

 

Nee-sama no respondió. [No hace mucho.] Ella continuó. [Las personas me llamaban la “niña maldita de los Leinster”. Nací en una casa ducal conocida por su fuego, pero cuando era pequeña, solo podía encender una candela. Leí cada libro que pude encontrar y trabajé tan duro como pude… pero solo la magia que podía aprender era cómo fortalecer mi propio cuerpo.]

 

Sentí un dolor en mi pecho. No quería recordar lo que Nee-sama había sido antes de la Academia Real.

[Las personas no me veían a bien a la hija de un duque como yo. Me llamaban “defecto”, “impropia de una casa ducal”, “una macha en el nombre Leinster”. Algunos incluso me dijeron que dejara mi apellido y me diera por muerta. Yo… perdí la esperanza. El mundo que veía estaba lejos, demasiado lejos— como una noche sin una sola estrella.]

 

Las maids empezaron a llorar cuando murmuró. [A pesar de que mi familia y nuestra gente me amaban.] Lágrimas nublaban mi visión también. [Pero nadie tan imperfecta como yo podía esperar por una estrella. Y no podía… no podía caminar en este mundo oscuro. Me había rendido.]

 

Los hombres perdieron la paciencia. [¡¿Qué estás diciendo?!] Una respondió, mientras el otro gritó. [Deja de hablar estu—]

 

El ruido de las cadenas detuvo sus palabras mientras toda la barrera se agitaba.

 

Nee-sama levantó su voz. [¡Así que me dije que pediría mi último deseo, entonces nunca más! Fortalecí mi coraje— las migas que quedaban— y tomé el examen de entrada de la Academia Real. Y es donde lo encontré. Pensé que era… un milagro.] Ella levantó su cabeza, revelando una rara sonrisa. Nadie quien la viera podía fallar en darse cuenta cuánto ella se preocupaba por Nii-san. [Lo miré, y lo supe. Había rezado, rezado y rezado para encontrarlo— para encontrar a alguien que tomaría mi mano y me guiaría.]

 

Fuego empezó a extenderse sobre las cadenas. Incluso los inmutables soldados encantados se agitaron.

 

[No puedo evitar reír cuando veo atrás en lo que era antes.] Nee-sama continuó. [Di lo mejor para poner una cara valiente, pero me interesé mucho más en él que en nuestro oponente, el directo. Y mi instinto tenía razón.] Ella dijo. Su tono era brillante y un poco tímido— totalmente fuera de lugar en el campo de batalla. Se veía como una chica ordinaria mientras confesaba. [Él vio mi esgrima y la llamó hermosa. Mi lanzamiento de hechizos estaba al nivel de un niño, y dijo que podía ser de las mejores hechiceras en el mundo. Él… me llamó encantadora, a pesar de que no era nada.]

 

Cada palaba trasmitió lo mucho que los comentarios de Nii-sama habían significado para ella y lo profundamente enamorada que estaba de él.

 

[¡Eso… fue todo lo que tomó para darme la fuerza!] Su tonó tomó un repentino giró de burla mientras añadí. [Dudo que cualquiera en el mundo lo entendería.]

Racom y Rolog gritaron.

 

[¡S-Suficiente!]

 

[D-Deja eso—]

 

Pero Nee-sama los ignoró. [Me dio tantas, tantas cosas.] Continuó. [¡Amabilidad, gentileza, la vergüenza de tomarnos las manos, el gozo de ser abrazada, sentimientos de celos hacia otras chicas cercanas a él, la calidez de un hombro para recostarte… y la prueba de la verdadera felicidad que pude sentir estando a su lado!]

 

Ni nosotros o los hombres de capuchas grises podíamos entender lo que decía. Lógicamente, no había nada que nos detuviera. Pero por instinto, todos entendimos— si interrumpíamos su monólogo, el resultado sería desastroso.

 

[¡No tenía esperanza! ¡“La niña maldita de los Leinster”! Pero él no me salvó de las profundidades de la oscuridad; camino a mi lado. Siguió caminando conmigo desde el momento que nos conocimos. ¡Siempre, siempre sostuvo mi mano! Sé que tuvo que enfrentar muchos insultos y pasar por mucha miseria para estar conmigo… pero nunca dijo palabra de ello.]

 

Claramente pude sentir un pozo sin fondo de maná dentro de Nee-sama, luchando por estallar. Ascuas de fuego finalmente aparecieron dentro del hechizo de atadura. No solo las cadenas, pero el mismo espacio que componía la barrera empezó a quemarse.

 

[Ir al frente es aterrador. Requiere coraje. Y yo… no tenía una pizca de coraje sobrante.] Ella admitió, más débil de lo que la había oído antes. [Incluso con él a mi lado, estaba tan asustada. No sé cuántas decenas, cientos, miles, millones veces quería detenerme. Pero…] Ella tenía su cabeza en alto. Sus ojos ardían con indomable voluntad… y las llamas del purgatorio consumiendo todo. [Creí en él. ¡Puso más en mí que nadie más en el mundo— incluso en sí mismo! ¡Me seguía llevando por la mano por este mundo inservible!]

 

Por último, las ocho cadenas estaban quemándose. La sangre estaba drenándose del rostro de los hombres.

 

[¡Y me enseñó que valía la pena vivir en este mundo!] Nee-sama gritó. [¡Incluso yo tenía alguien con quien caminar!]

Su mirada ardía con determinación y resolución. Podía sentir el torrente de su maná agitándose dentro de la barrera.

 

[Y… ¡¿Cómo puedo detenerme antes que él?!] Ella demandó. [Mi nombre es Lydia Leinster. Añoré una estrella, recé por ella, la amé… y la perdí mi propia estupidez. No valgo para nada. Para ser honesta, no tengo el coraje para continuar— no le veo el sentido. Pero sabes…] Por primera vez, ella miró a Racom y Rolog. Los hombres se quedaron congelados, tan inmóviles como si se hubieran petrificado. [Necesito ir a la capital este, no importa lo que me cueste. Desde la primera vez que lo encontré, he sabido donde voy a morir— a su lado. ¡Y nada, ni siquiera su ira, me cambiara la de idea! ¡Nada! ¿Mi “honor”? ¡Mi único honor es ser la espada de Allen! ¡Nada más importa!]

 

Una marca escarlata empezó a brillar en la parte trasera de su mano derecha mientras apretaba su agarre en la cadena.

 

[No me importa quiénes o qué sean.] Prácticamente escupía. [Todas esas viejas leyendas que les gustan: no me importan nada. Solo tengo una cosa que decirles.]

 

Un gran número de fieras ascuas danzando llenaron la barrera. Grietas se disparaban por las ocho cadenas. Y entonces…

 

[¡Quítense!] Nee-sama rugió mientras bajaba su mano derecha, quitándose la cadena.

 

Un instante después, el espacio se dobló, crujió, y chillaba mientras las cadenas de destrozaban en el proceso. El hechizo de atadura colapsó y se desintegró. Los soldados encantados se tambalearon, y se nos quitó la presión de nuestros cuerpos. Estábamos asombradas en silencio, mientras los rostros de los hombres en túnicas grises se retorcían alarmados.

 

[¡I-Imposible!] Racom gritó. [¡N-Ningún humano puede romper incluso una versión incompleta de esa atadura con solo las manos! ¡Yo… no toleraré tal sinsentido!]

 

[¡Soldados encantados!] Rolog gritó. [¡Detengan a esa loca! ¡Mátenla si deben!]

 

Los ocho soldados encantados respondieron de inmediato. Cadenas disparadas de sus pies, lanzándolas con agilidad que hasta contradice su tamaño mientras se lanzaban a Nee-sama por todos sus lados. Aunque estaba sin emociones, sus manos en los mangos de sus espadas, las cuales seguían estampadas en el suelo.

[¡Nee-sama!] Grité. [¡Cuidado!]

 

Los soldados encantados estaban llevando sus grandes espadas, picas, hachas de batalla, y martillos de guerra sobre su cabeza cuando un tremendo rugido agitó el aire. Una lluvia de polvo se disparó al cielo. Lily, las maids, y yo rápidamente lanzamos barreras para protegernos.

 

Un escalofrío me bajo por la espalda.

 

Qué… ¡¿Qué es este maná?! ¡N-Nunca antes he sentido tan siniestro!

 

[¿Lily?] Grité. La chica se paraba ante mí, y su rostro de perfil se veía más sombrío de lo que lo había visto.

 

[La visibilidad se restaurará pronto, Lady Lynne.] Ella dijo sin mirarme. Ese desapasionado reporte estaba lejos de su usual tono.

 

Gradualmente, el polvo bajo. Vacilante, murmuré. [¿Nee-sama…?]

 

La Dama de la Espada miró a los ocho soldados encantados desde el aire, envuelta en cuatro alas de fuego. Y aun así… y aun así, no podía dejar de temblar. Esas no eran como las brillantes alas blancas que me había mostrado en la Academia Real, cuando había enlazado maná con Nii-san. Esas alas envolviendo a Nee-sama, Lydia Leinster, eran rojas como la sangre.

 

Mientras son quedábamos sin palabras, Racom y Rolog temblaban.

 

[¡¿Qué están haciendo?! ¡Mátenla! ¡Mátenla ahora!]

 

[¡Rápido! ¡Corten a la niña maldita! ¡De prisa, antes que sea demasiado tarde! Si esa mujer despierta por completo, el mundo mismo será su—]

 

Antes que pudiera terminar, los soldados encantados conjuraron más cadenas de sus pies y las lanzaron.

 

¡Oh no!

 

Me esforcé para lanzar un Firebird, pero la número tres de la Corporación de Maids levantó una mano para detenerme.

 

[¡¿Lily?!] Grité. Pero no tenía tiempo para decir más.

 

Nee-sama murmuró algo que no pude escuchar. Un momento después, los ocho soldados encantados voladores fueron partidos a la mitad.

 

¡¿E-Ella los corto a todos a la vez?! ¡Y ahora está parándose en el suelo! ¡No pude ver que se moviera en nada!

 

La gris luz de Resurrection seguía alumbrando, tratando de recuperar a los soldados encantados en medio del aire. Las alas de Nee-sama se volvieron espadas y los golpeó antes que tuvieran la oportunidad. Los caballeros trataron de defenderse usando Radiant Shield, pero sus espadas carmesís dibujaron patrones geométricos mientras destellaban en el aire, desquebrajando las barreras con facilidad. Una tormenta de rápidos cortes se clavó en los soldados encantados y los dejaron caer en una masa ardiente.

 

Las maids, los hombres en túnicas grises, y yo nos congelamos en asombro.

 

¿Cortó en seco el Radiant Shield y superó Resurrection? Y antes de eso, cómo diablos se movió tan rápido para—

 

[Teletransportación táctica de corto alcance.] Lily murmuró. [Ya domino la fórmula de hechizo de las notas de Allen.]

 

Nee-sama levantó sus espadas y lentamente se giró para enfrentar a Racom y Rolog. Ascuas de fuego bailaban sobre todo el área, resonando con su maná para esparcir el fuego.

 

[¡M-Monstruo!] Rolog le gritó.

 

[Ahora que llegamos a esto, solo nos queda una opción.] Racom dijo. [¡Rolog!]

 

Sus compañeros gritaron. [Muy bien.]

 

Ambos hombres tomaron los pliegues de sus túnicas grises y produjeron pequeñas ampollas de cristal de… ¿Sangre? Cada una explotaban en sus puños. La fórmula de hechizo en sus mejillas empezó a vibrar con una luz siniestra.

 

Nee-sama frunció sus ojos. [Esa es la sangre de Gerard.]

 

[¡Somos nuevos apóstoles, escogidos por la Santa!] Racom gritó.

 

[¡Les pondremos la espada a todos los herejes!] Rolog gritó.

 

Entonces juntos, gritaron. [¡Alabada sea la Santa y el Espíritu Santo!]

 

El maná de los soldados encantados caídos formó un gran tornado de oscuridad y se tragó al par. El espectáculo fue tan extravagante que lo miramos con asombro, olvidando incluso lanzarles hechizos.

 

¿Q-Qué carajos…?

 

Un brazo masivo salió del vórtice y cayó en Nee-sama, quien chasqueo su lengua y se retiró en la dirección opuesta de nosotros. El brazo se estampó en el suelo con un impacto, partiendo la superficie y levantando una gran nube de polvo.

 

[¿Q-Qué?] Pregunté, con los ojos abiertos, mi voz temblando. [¿Q-Qué es esa cosa?]

 

Ante nosotras surgió un colosal soldado encantado negro. La magia debió haber renovado la pesada armadura que cargaba. Su mano derecha apretaba la gran espada envuelta en cadenas, y sus ojos brillaban por el espacio en su casco. La cosa debió haber sobresalido más alto que la torre del reloj que había visto en la estación en la capital este. Los gigantes vivían en el oeste del reino, pero fácilmente este era el doble—no, tiple de su tamaño. Se veía al menos docenas de veces la altura de cualquier humano normal. ¡Pero ¿qué importaba eso?!

 

 

[¡Es un objetivo grande!] Grité. [¡Todas, centren sus disparos!]

 

[¡Sí, señora!] Las maids asombradas respondieron.

 

Todos goleamos al soldado encantado gigante con un bombardeo de la magia más fuerte que podíamos permitirnos. Solo Lily se abstuvo, aunque estaba creando varios hechizos por su cuenta. Mi Firebird y docenas de hechizos avanzados de varios elementos llegaron al coloso… solo para ser reflejados de vuelta a nosotras por el escudo negro más siniestro que cualquiera de nosotras hubiera visto nunca hasta ahora.

 

¡Oh no! A menos que actuemos rápidamente—

 

[¡No en mi guardia!] Lily se hizo al frente y movió sus dos brazos. Su muro de cinco capaz de ardientes flores detuvo los hechizos.

 

Ya que estábamos tan asombradas como para actuar, el soldado encantado gigante movió su gran espada y sin pena la llevo al frente de nosotros. El suelo se agito violentamente mientras la hoja abrió un surco en la tierra y levantó una nube de polvo a lo alto del cielo. Tenía dificultades para mantenerme de pie, e incluso el rostro de Lily lo demostraba.

 

[Quédate allí y observa.] La cosa ordeno, segura de su propia superioridad. [Observa como matamos a la niña maldita.]

 

Conozco esas voces— ¡Racom y Rolog!

 

Las maids y yo tratamos de levantar nuestras espadas y empezar a crear hechizos, pero mis brazos estaban temblando del miedo.

 

¿C-Cómo es que podremos l-luchar contra algo así?

 

[Dime algo.] Nee-sama dijo tranquilamente desde atrás del coloso, con sus ojos bajos.

 

El gigante soldado encantado conjuró numerosos escudos negros y levantó su espada mientras se daba la vuelta.

 

[Conseguiste ese poder de la sangre de Gerard Wainwright— la sangre de una leyenda antigua.] Ella continuó, lentamente permitiendo que sus espadas entraran en una posición cómoda. [Supongo que tu jefe está empezando una colección para sus experimentos y usar la sangre como un medio para tomar el control de múltiples grandes hechizos. ¿Tengo razón? Y… Y eso significaría que hay una buena posibilidad que se lo llevaran con vida.] Sus últimas palabras parecían estar dirigidas más a ella que a nuestros enemigos.

 

[No estamos interesados en conservar bestias falsas.] El transformado Racom y Rolog dijo. [Debió haber muerto como un perro, y estamos por enviarte con él. ¡Podemos tomar toda la sangre que necesitamos de tu cadáver!]

 

Tomaron un agarre de dos manos en su gran espada y la levantaron arriba de su cabeza. Nee-sama se quedó quieta en el lugar.

 

Traté de poner en acción mi temblante cuerpo, pero la maid por delante de mí intervino.

 

[¡¿Lily?!] Grité.

 

[¡No debe!] Ella dijo.

 

Un instante después, el gigante soldado encantado movió su gran espada hacia Nee-sama. Pero para la consternación de los apóstoles, la dañada mitad de su espada salió volando por el aire y se enterró en la tierra. El arma en la mano derecha de Nee-sama era la responsable.

 

[¿Q-Qué es eso?] Pregunté, con miedo en mi voz. [¿Q-Qué son esas espadas?]

 

No había notado el cambio antes, pero Lydia Leinster, la Dama de la Espada, sostenía espadas envueltas en llamas del sangriento carmesí y sin luz, manchadas de negro. ¿Esa fue la Espadas Escarlata, o el arte secreto de nuestra casa? Pero… pero la Espada Escarlata de Nee-sama nunca había sido tan siniestra.

 

[¡Te maldigo, demonioooo!] Racom y Rolog gritaron mientras movían su espada rota. Podía oír el terror en sus voces.

 

 

Nee-sama levantó la mirada. [¿Sí? ¿No lo sabías? Para salvarlo…] Las alas en su espalda crecieron a seis y se tornaron de un carmesí oscuro. Un rojo profundo se impregnaba en sus ojos mientras gritaba. [¡Me convertiré en un demonio, diablo o lo que sea que se requiera!]

 

Las llamas negras y carmesí alrededor de sus espadas estallaron. Las espadas cortaron horizontalmente por el aire, dejando estelas luminosas en su despertar mientras se clavaban por el torso del coloso junto a las docenas de escudos negros que lo protegían. Un bajón, el golpe vertical de la espada siguió casi al instante, cortando incluso por entre las nubes de arriba.

 

[¡I-Inconcebible!] El soldado encantado tembló del miedo.

 

Un grotesco Firebird con tres cabezas y seis alas entró de golpe en el gigante, esparciendo oscuras ascuas carmesí mientras volaba. El estallido resultante del sobrenatural fuego infernal incineró todo lo que tocaba.

 

Me aferré con fuerza a la cintura de Lily mientras me escudaba detrás de ella. Estaba asustada. ¡Simplemente terrorífico! ¡Y no del soldado encantado, sino de Nee-sama!

 

No puedo dejar de agitarme. ¡Esto… esto no está bien!

 

El coloso que nos había visto estaba desapareciendo de la faz de la tierra. Los apóstolos emergieron desde adentro, ensangrentados y jadeando, pero vivos. Racom resopló. [Yo… no lo creo.] Mientras Rolog parecía estar perdido de palabras. Su cabello se puso blanco de la impresión, quizás por presionar su maná a sus límites. Con las manos temblantes, retiraron los talismanes de sus túnicas.

 

[¿A dónde creen que van?] Nee-sama demandó fríamente.

 

[Aún tengo preguntas para ustedes.]

 

[¡Silencio, demonio! ¡Te mataremos la siguiente vez!] Un hombre rugió.

 

[Eres toda una amenaza.] El otro añadió. [Como nuestro líder dice, bien puedes traer la calamidad. Fuimos ingenuos por pensar que podríamos aprisionarte. La siguiente vez, tomaremos tu vida, y te reunirás con tu “Cerebro” en el purgatorio.]

 

[¿De verdad?] Nee-sama dijo lentamente. La fiera batalla de pronto se sentía más de miedo.

 

Racom y Rolog desplegaron sus talismanes y se desvanecieron.

 

¡No! Se saldrán con—

 

Nee-sama causalmente movió su espada izquierda. El espacio se abrió diagonalmente frente a ella, y cuatro objetos ardientes cayeron del lugar mientras gritos agonizantes llenaban el aire. Uno de los hombres había perdido su brazo derecho y el otro el izquierdo.

 

¡¿Ella cortó el hechizo de teletransportación?!

 

[La magia de teletransportación solo puedo cubrir cortas distancias. Rastrear el maná del lanzador y cortarlo no es tan difícil si lo ves venir.] La Dama de la Espada lo dijo. [Es otro truco que él me enseñó. Ahora, díganme todo lo que sepan.]

 

Los hombres se levantaron, lanzando hechizos de curación en los muñones de sus brazos, y vieron entre sí. Sus ojos estaban llenos de sangre.

 

[¡Rolog!] Uno gritó.

 

[Lo sé, Racom.] El otro respondió. [¡Estoy contigo!]

 

Con eso, rompieron los andrajosos restos de sus túnicas grises. La mitad del cuerpo de cada hombre fue cubierto en un hechizo de fórmula que se deformó y chilló como un ser viviente.

 

[¡Somos mártires!] Ramon gritó. [¡La muerte no nos asusta!]

 

[¡Somos defensores de la fe!] Rolog gritó. [¡Los demonios caerán ante nosotros!]

Entonces, en conjunto. [¡La Santa y el Espíritu Santo lo desean así!]

 

Sus ojos llenos de sed de sangre se mantuvieron fijados en Nee-sama mientras cada hombre ponía una mano en su corazón.

 

Estábamos espantadas. Antes que pudiera procesar lo que había pasado, el maná del hombre empezó a surgir. Sus cuerpos flotaron sobre el suelo mientras la fórmula de hechizo que los cubría contraía sus corazones.

 

¡¿Un ataque suicida?!

 

[¡Preparen las defensas al máximo!] Lily ordenó, su tono era bastante serio.

 

[¡S-Sí, señora!] Las nerviosas maids me rodearon y empezaron a lanzar los hechizos de barrera en rápida sucesión.

 

[¡Nee-sama!] Grité. Pero su espalda se mantenía girada, y no respondía.

 

Todo el cuerpo de Racom y el de Rolog estaban poniéndose oscuros. Sangre salía de sus bocas incluso mientras sus labios se retorcían en una espantosa sonrisa.

 

[¡Perece, demonio!]

 

[¡La Santa y el Espíritu Santo pronto tendrán un enemigo menos!]

 

Nee-sama se concentró en los hombres con una gélida mirada y levantó sus espadas. [No tengo miedo de morir.] Ella murmuró. [Ya morí una vez ese día hace cuatro años, cuando luché contra el dragón oscuro. Pero…] Sus fieras alas ardieron aún más. [No quiero o necesito un mundo sin él. Ser capaz de quedarme a su lado es suficiente para mí. Y nada se interpondrá—] Su voz se elevó a un rugido. [¡Interpondrá! ¡Solo! ¡Desaparezcan!]

 

[¡Mueeeere!] Racom y Rolog gritaron en conjunto mientras su maná se concentraba y entonces estalló. Al mismo tiempo, las espadas de Nee-sama brillaron de negro y carmesí.

 

Un violento vendaval pasó por el campo de batalla. Nos preparamos para la explosión. Entonces, nos dimos cuenta.

 

[¿No explotaron?] Murmuré, incrédula.

 

Levanté la mirada para ver los rostros de Racom y Rolog retorcidos en asombro mientras jadeaban. [¡¿C-Cortaste la explosión?! Demo—]

 

Antes que ese insulto final dejara sus bocas, se iban en el viento como polvo.

 

Aunque asombrada por el final anticlimático de los apóstoles, me recuperé. Pero justo cuando estaba por dirigirme a Nee-sama, Lily gritó. [¡Aún no estamos fuera de peligro! ¡El enemigo se está acercando!]

 

Las fuerzas de reserva de los principados estaban avanzando. Debieron haber estado observando nuestra batalla desde los costados. ¡Deben ser mil— no, decenas de miles de ellos, y sus estandartes los marcan como tropas regulares!

 

Estamos superadas por número y rodeadas. Retirarnos por Griffin puede ser la mejor opción.

 

Pero mientras yo me asustaba, Nee-sama con calma miró a la armada. [Siguen viniendo. ¿No se dan cuenta que necesito unirme con él?] Ella murmuró enojada. Entonces se giró al listón escarlata en su muñeca derecha y susurró dulcemente, como si fuera Nii-san. [Escucha, no te importa, ¿verdad? Es su culpa por ponerse en mi camino.]

 

Ella lanzó sus espadas al suelo y bajo una rodilla como si orara— un gesto el cual había tratado de evitar. Incomprensible maná agitaba los cielos y la tierra mientras ocho alas de oscuras llamas carmesí se desplegaban.

 

Las fuerzas enemigas notaron el ataque y lanzaron una barrera de magia ofensiva. Por sobre los mil hechizos le cayeron a Nee-sama, pero sus alas perfectamente interceptaron cada una. Los estandartes enemigos oscilaban de cara al imposible espectáculo mientras su comandante a caballo gritaba órdenes para continuar el ataque. Entre el caos, las espadas de Nee-sama empezaron a brillar de negro y carmesí, y en una increíble fórmula de hechizo que nunca antes había visto, se esparció por el terreno alrededor de ella.

 

Tan pronto como Lily puso sus ojos en ella fue que libero un tenso grito. [¡Desplieguen las barreras resistentes al fuego más fuertes! ¡Tú también, Lady Lynne!]

 

[¡Sí, señora!] Las maids se sorprendieron, pero aún obedecieron sin retraso.

 

[¿Qué? ¡C-Cierto!] Añadí, uniéndome tanto como podía.

 

Delante de mí, Lily extendía sus brazos y conjuraba siete escudos florales de fuego.

 

Otra vez más, una insignia con forma de bestia apareció en la mano derecha de Nee-sama, ardiendo con una luz sangrienta. Un instante después, susurró el nombre de su hechizo.

 

[¡Despiadada Espada del Demonio de Fuego!]

 

Primero, sentí que el suelo temblaba y oí un rugido de lamento. Entonces, innumerables espadas de fuego carmesí partieron la tierra, unidas por espinosas zarzas que parecían estar cubiertas de sangre. Sin perder tiempo alguno para atacar a la armada enemiga. Gritos, sollozos, gritos de dolor llenaban el campo de batalla. Brazos y armaduras se esparcían con gargajos de sangre, y las oscuras llamas carmesí lo consumían todo, reformando el paisaje.

 

Luchamos por mantener nuestras barreras. Habíamos alzado casi un centenar de muros a prueba de fuego, pero la sola cercanía a ese hechizo es que estaba acabándolos. Para ser honestos… no tenía idea de lo que estaba pasando. Las maids alrededor de mí temblaban y se asustaron. Solo Lily se mantenía parada recta, manteniendo su floral escudo de fuego.

 

Al final, todo sonido acabó. Con timidez, miré alrededor y—

 

[¡¿Q-Qué?! ¡¿Q-Qué pasó aquí?!] Grité, aferrándome a Lily en pánico.

 

Ahora nos encontrábamos en la cima de una pequeña colina. Nada había salido sin daños. Todo alrededor de nosotras, la planicie había sido reducida a un ardiente campo de espadas y espinas. Cada brazo o armadura en posesión de nuestros enemigos había sido cortado a la nada, y todas sus banderas ardían. Las zarzas rodeaban y encerraban a las tropas como serpientes de fuego vivientes. Entre el hedor de lo quemado, pude ver a cada soldado en la fuerza enemiga en el suelo, algunos tomando sus cabezas, mientras otros rezaban a sus dioses o temblando como hojas.


¡¿E-Ella lanzó un hechizo de esta escala sin matar a nadie?!

 

[Un hechizo de fuego tabú.] Lily murmuró.

 

[¿Un tabú?] Repetí, asombrada. Eso era lo que había visto en el cuarto de Nee-sama— magia tan poderosa que tanto humanos como demonios habían acordado prohibir su uso incluso hace dos siglos, durante la Guerra del Señor Oscuro. Admitámoslo, los acuerdos permitían su uso si el enemigo los violentaba primero. Así que, dado que nuestros enemigos no solo habían invocado los grandes hechizos Resurrection y Radiant Shield, sino desplegaron soldados encantados, Nee-sama no había roto la ley. ¡Pero… pero aun así, esto… esto está más allá de lo normal!

 

[No se muevan, no hagan un relajo, no me molesten.] Nee-sama ordenó, su voz sin emociones se proyectó a través del campo de batalla por la magia de viento. [Si lo hacen, ya sea que mueran aquí y ahora, o morirán luego por hacerme perder mi tiempo. La decisión es suya.]

 

Podía sentir la moral de la armada enemiga colapsar al instante. Incluso esos quienes habían logrado aferrarse a las sobras de sus armas las tiraron y levantaron sus manos. Dudaba que alguno incluso trataría de desafiar a mi casa otra vez.

 

Nee-sama sacó sus espadas del suelo, se paró y las enfundó. Sus aladas y la marca en su mano desaparecieron, y sus ojos regresaron a su color usual. Entonces, se giró y camino a nosotras, diciendo. [Se acabó. Lily, contacta a mis padres. Ellos pueden limpiar el desastre.]

 

Ella nos pasó sin esperar una respuesta. Enfundé mi espada y corrí para seguirla.

 

[Lydia.] Nuestra prima dijo desde atrás de nosotras.

 

Nee-sama se detuvo, pero no respondió.

 

[No deberías hacer las cosas así.] Lily continuó, prácticamente llorando. [Allen… Allen estaría triste de verte así.]

 

Nee-sama se estremeció por un momento. Entonces algo frío cayó en mi cabeza.

 

¿Lluvia?

 

Azotada por el frío aguacero, Nee-sama se giró no para ver a nuestra prima, sino al cielo. [Puedes tener razón.] Ella dijo. [Eso lo molestaría. Probablemente me daría un regaño y lo seguiría hasta que me disculpara. Pero…] Ella sonaba como al borde de las lágrimas mientras su voz disminuía casi a un susurro inaudible. [Pero Allen no está conmigo ahora.]

 

Nee-sama. Sentí una punzada en mi corazón mientras seguía caminando. Apretando el talismán de Sida en mi pecho, recé con todas mis fuerzas. ¡Nii-san, por favor, por favor, está a salvo! De otra manera, ella… el corazón de Nee-sama se quebrará. Y yo no puedo salvarla. ¿Cómo podría cuando estoy… estoy tan asustada de ella?

 

En ese día, los Leinster llevaron a las casas del sur a la victoria en la batalla abierta contra las armadas combinadas de los Principados de Atlas y Bazel— un triunfo total que sin duda pasaría a los anales de la historia militar. Habíamos derrotado a la fuerza enemiga principal, capturado a la bola de sus mercenarios, e incluso tomado los vastos almacenes de suplementos, aunque ni un solo de nuestros peleadores había sido asesinado en batalla. Al parecer, algunos de los mercenarios capturados sufrieron de… enfermedad mental.

 

Pero a pesar de nuestra histórica victoria, la atmósfera en nuestro campamento principal esa noche era más sombría. La revelación que la Iglesia del Santo Espíritu acechaba en la alianza presagiaba más difíciles por llegar. Pero la causa de nuestro más grande mal era Lydia Leinster, la Dama de la Espada, quien dormía como un muerto en un rincón del campamento. No podía soportarla verla así: aún usando su vestido negro, su hermoso cabello escarlata cortado, abrazando sus espadas, su reloj de bolsillo detenido y el listón manchado con la sangre de Nii-san— los extremos en los cuales había quemado todo en el campo de batalla. Nadie podía verla sin recordar cómo había sido en los viejos tiempos, cuando había sido la “niña maldita de los Leinster” y puesto su fe en nada más que su espada— no en su familia, ni en el mundo, ni siquiera en ella misma. En esos días, antes que hubiera ido a la Academia Real y conocido a Nii-san, ella había estado al borde de ser tragada por la oscuridad.

 

Cuando Sida se movió, responsablemente, para ponerle una manta a Nee-sama, solo pude decir. [Alto. ¿No valoras tu vida?] 

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