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Capítulo 1

El Chico Sin Talento

 

Fui cuidado por mi mamá en una pequeña cabaña montañesa con un campo, el cual cuidábamos juntos. Vivíamos en paz, incluso luego del fallecimiento de mi enfermizo padre, quien había muerto cuando era pequeño… pero nuestra calma no duro para siempre. Cuando tuve doce, mi madre, también enfermó.

 

Desesperación, cuidé de ella lo mejor que pude— pero, poco a poco, se fue desgastando. Entonces, un día, me entregó una maleta de cuero conteniendo una pequeña cantidad de dinero y dijo:

 

[Perdón por no poder darte una buena vida. Lo menos que mereces es vivir una que tú escojas.]

 

Esas fueron sus últimas palabras para mí; la calidez había dejado su cuerpo para la siguiente mañana.

 

Y así, me quedé solo.

 

Luego de cavar una tumba para mi padre a la par de mi padre, me resolví a bajar la montaña y dirigirme a la ciudad. Estoy seguro que pude haber seguido viviendo en esa cabaña, como siempre lo había; aunque era un área rural sin acceso a un doctor, tenía ganado y un abundante campo.

 

Los bosques cercanos también estaban llenos de frutas para comer, también como libres salvajes y otros ganados de gaza. Nunca tendría que tener estar hambriento, y aunque…

 

Escogí dejar mi pequeño hogar— el lugar en el que había vivido toda mi vida.

 

Verás, tenía un sueño: quería convertirme en un aventurero— uno como los héroes en los grandes cuentos que mi padre me había contado tantas veces cuando era pequeño. Como el héroe que, con sus amigos a su lado, asesino a un titánico dragón, ganó su tesoro, y siguió adelante con su siguiente misión. O como el que estudió magia bajo la tutela del marchitado mago, dispersó la maldición afectando el bosque, y fue recompensado por el Espíritu del Rey con un milagroso elixir que pudo curar su enfermedad.

Mi padre me había contado incontables historias de tales aventureros y cada uno encendió una llama en mi corazón.

 

Si tuviera el milagroso elixir, entonces mis padres puede que no hubieran tenido que morir. De vez en cuando, dejo que mi imaginación sigua ese “Qué sí”… pero no había garantía que incluso existiera. Quizás las historias fueron hechas por mi padre para deleitar a su pequeño.

 

Aunque quería verlo por mí mismo. ¿Cuánta verdad había en las historias de mi padre? ¿Cuántos eran cuentos de hadas?

 

Pero no— quizás no me importaba si eran ciertas. En realidad, solo quería ser como los personajes que siempre me habían maravillado. Añoraba ser el héroe que blandiría su espada por sus amigos y por la gente, viendo a todas las dificultades en su camino— quien siempre ganaría y aseguraría que la historia tuviera un final feliz.

 

Sí, así es cómo quería ser. Y eso era todo, simple y plano. No podía detenerme de querer ser un héroe.

 

Me tomó unos días descender la montaña, después de lo cual me dirigí al Gremio de Aventureros de la ciudad. Probé que no había oído mal, es donde necesitaba ir para convertirme en un aventurero.

 

Llegar al edificio en sí mismo era fácil— le pregunté a un guardia dónde estaba, y me llevó allí. Sí, llegar era fácil. Cuando traté de entrar, sin embargo, un hombre de mala cara salió y me sacó.

 

[Este lugar no es para niñatos.] Él dijo. [Ve a casa.]

 

Pero no quedaba nadie esperando allá en la montaña. Hice una explicación de las circunstancias que me habían llevado aquí.

 

[Así que eres un huérfano, ¿no?] Hubo una breve pausa antes que continuara. [Supongo que eso cambia las cosas. En ese caso, ¿por qué no vas a la escuela de entrenamiento? Nunca han recibido a un chico tan joven como tú antes… pero si gustas intentarlo, veré qué puedo hacer.]

 

Entonces, rascando su cabeza, empezó a explicarlo.

 

En esta ciudad— la capital real— esos que querían registrarse con el Gremio de Aventureros podían recibir clases de entrenamiento de una de las escuelas de entrenamientos reales. De acuerdo al hombre, habían sido establecidas por la ley del actual rey gobernante como una forma de ayudar a prevenir las muertes de los aventureros principiantes. Cualquiera podía asistir a ellas gratis, y sobre todo, las escuelas darían comida, ropa y hospedaje en la duración de tu asistencia. Todos los gastos estaban pagados por los impuestos reales.

 

Sonaba más allá de mis sueños más salvajes. Así que naturalmente, fui por la oportunidad de asistir.

 

[Si de verdad deseas ser un aventurero, entonces ve a una escuela de entrenamiento y vuelve luego que hayas ganado una habilidad. Cualquiera servirá.]

 

En el momento, no había entendido lo que el hombre— un empleado del gremio— estaba hablando. Era la primera vez que había sabido de la existencia de habilidades.

 

Las habilidades eran, como explicó, lo que las personas consideraban una prueba de tu fuerza y habilidad. De acuerdo a él, cada persona hospedaba dentro de sí el talento para una o dos excepcionales habilidades, y las escuelas de entrenamiento existían para identificar ese talento.

 

En este país, había escuelas de entrenamiento para las seis clases básicas de divisiones. Cualquiera podía recibir entrenamiento para la clase de su elección, por el cual rápidamente descubrirías por cuáles habilidades tenías talento y cuál clase era la mejor situada.

 

Así que decidí seguir el consejo del hombre y pasar el entrenamiento. Le pedí las direcciones, dije mis gracias, entonces me dirige directo a la primera clase de entrenamiento a la que ya había decidido ir.

 

Espadachín.

 

Era la clase que siempre había soñado ser. En una de mis favoritas historias de aventureros, el héroe había cortado a un dragón titánico del tamaño de una montaña con un solo movimiento de espada. Siempre había esperado el día que sería capaz de hazañas similares. Sabía que era solo una historia, claro, pero no podía evitar preguntar en qué me podría convertir.

No, lo decidí— en lo que me convertiría.

 

Con ese pensamiento pasando por mi cabeza, me inscribí como un estudiante de la escuela de entrenamiento de espadachines.

 

Pero no fuera lo que esperaba.

 

Luego de varios meses de entrenamiento bajo un instructor, aprendí algo de mí: no tenía el talento con una espada. De hecho, era una genuina vergüenza.

 

Generalmente hablando, el papal de un espadachín es atacar. Su habilidad de destruir todo un puerto— es decir, la posesión de habilidades de ofensiva— es valiosa sobre todo lo demás. Pero a pesar del entrenamiento en todo un semestre terminé la escuela, nunca desarrollé una sola habilidad ofensiva.

 

Ya lejos de ello, en efecto; Nunca desarrollé las habilidades comunes que cualquiera podría adquirir con trabajo duro. Así que mi época de entrenamiento llega a un fin e incapaz de soportar el pensamiento de rendirme, le pedí al instructor una extensión. Pero la respuesta que recibí fue:

 

[Un espadachín blandiendo su espada sin ninguna habilidad a su nombre no es nada más que una carga para sus aliados. Estás perdiendo tu tiempo.]

 

A pesar de mi decepción, fui a ser entrenado en otra clase. Si no había futuro para mí como un espadachín, entonces me convertiría en un guerrero en cambio.

 

Los guerreros era de clase vanguardia que usaban todo tipo de armas, poniendo sus vidas en la línea para proteger a sus aliados. Aunque no como la perfecta imagen de un espadachín cuando se trataba del aventurero ideal en mi cabeza, aún era una clase que admiraba.

 

Ya sabía que no era bueno con las espadas, pero estaba bien; simplemente usaría otra arma. Cualquier serviría. Mientras tuviera la fuerza para vivir como un aventurero, no me importa lo que usara.

 

Así que me inscribí en la escuela de entrenamiento para guerreros, donde pasé los siguientes meses viviendo entre corpulentos adultos, entrenando tan intensamente que sentía como toda mi sangre, sudor, y lágrimas se habían salido de mí.

 

Pero a pesar de mi desesperación, la única habilidad que pude lograr desarrollar para el fin del tiempo de entrenamiento fue la más básica de todas— la que cualquiera podía usar. Fortalecí mi habilidad física un poco, y fue todo. Nunca sería suficiente para que pasara campante como un guerrero.

 

Es decir, no tenía talento para convertirme en un guerrero tampoco.

 

El instructor había sido bastante amable para entrenarme personalmente hasta el fin del lapso, pero luego de eso, me recomendó que intentara otra clase. [Si sigues pidiendo lo imposible, todo lo que tendrás por esperarte es una muerte temprana.] Dijo.

 

Y así, a pesar de mi creciente decepción, mantuve mis esperanzas vivas y me dirigí a mi siguiente escuela de entrenamiento.

 

Esta vez, intentaría convertirme en un cazador. Si el combate cercano estaba lejos de mí, entonces estaba feliz de establecerme para luchar con un arco y flecha. No era un total novato para cazar tampoco; había tenido práctica poniendo trampas y tirar pájaros con rocas en mi hogar en la montaña. Quizás ya tenía un futuro— y ese fue el pensamiento en mi cabeza con el que empecé mi entrenamiento.

 

Sin embargo, otra vez, fue inútil.

 

No importa cuán desesperadamente lo intentara, la única habilidad que era capaz de desarrollar era “Arrojar Piedras”. Era algo que cualquiera— incluso un mocoso— podría desarrollar y usar. Para echarla sal a la herida, a pesar de que el arco es el arma definitiva de un cazador, ni una vez fui capaz de usarla correctamente antes que el lapso de entrenamiento terminara. En palabras de mi instructor:

 

[Tienes cero intuición cuando se trata de lidiar con finas herramientas.]

 

Me sentía mal luego de dejar la escuela de entrenamiento; después de todo, había descubierto que nunca sería capaz de llegar a la imagen de mi héroe ideal de los cuentos de mi padre. Estaba lejos de ser una clase que luchara magnificas batallas, entrando con todo con armas en mi mano.

Que sea así, pensé. Mientras pueda ir de aventuras, mi clase actual no me importa ya. Estaba bien con ceder el rol principal si había otra forma en que ayudara. Quizás no iba a ser un héroe de leyenda, pero tenía que haber algo— cualquier cosa— que pudiera hacer.

 

Es por eso que, algo frenético, me inscribí en la escuela de entrenamiento de ladrones. Aún tenía una leve esperanza dentro de mí que quizás— solo quizás— aquí sea donde mis talentos podían brillar.

 

Pero fui ingenuo. Al final, todo lo que pude desarrollar fue una habilidad que ahogar el sonido de mis pisadas un poco.

 

[Ni siquiera puedes abrir trampas.] El hombre supervisando mi entrenamiento— un verdadero ladrón— dijo. [Y sin habilidades de detección, puedes olvidarte de patrullajes.]

 

Entonces, por las claras, dijo que debería probar una clase diferente, porque era obvio que no tenía talento para ser un ladrón. Así que hacer se haberme aferrado a esto como mi último recurso, me fui otra vez.

 

Estaba completamente perdido. Ladrón había sido mi último recurso— la única clase restante que había pensado que estaban a mi alcance. Todo lo que me quedaba eran las mágicas, pero había dejado esas tan pronto como el hombre del gremio me contó de ellas.

 

La magia era el productor acumulativo de tu afinidad innata para maná, vasto intelecto, y diligente entrenamiento. Esas tres cosas eran requeridas solo para alcanzar la línea de partida. Para empeorar las cosas, era comúnmente dicho que la dificultad de perseguir las clases mágicas era incomparable al entrenamiento para las clases como espadachín y guerrero. Sabiendo eso, las había descartado como opciones… pero no tenía remedio. No hay otros caminos sobrantes para mí.

 

Y así, a pesar de mi poco conocimiento del mundo de magia siendo pedazos y retazos que había reunido de las historias de niños, decidí ir a por ello. Estaba siendo tonto, pero al mismo tiempo, ¿quién sabe? Quizás había un talento oculto para la magia yaciendo dormido en mi interior. Fue con eso en mente que fui a la escuela de entrenamiento de magos y pedí ser entrenado.

 

Para hacer la historia corta, fui inútil. En todo. El viejo mago en la puerta me había recibido, diciendo: [Mm, ¿por qué no? Veamos lo que puedes hacer] Pero lo más que pude hacer fue una habilidad que creaba una pequeña chispa de fuego de la punta de mi dedo, no más grande de la llama de una candela encendida.

Era una habilidad básica— no, menos que básica— que cualquiera, no importa lo poco talentoso que sea, debería ser capaz de aprender en tres días a lo sumo, aunque me había tomado todo el lapso.

 

[Es bastante inusual para una persona ser tan naturalmente carente de talento mágico.] El viejo mago dijo, supervisando mis esfuerzos con gran interés. Pero al final, me despidió con un gentil consejo. [Me temo que aquí no es donde perteneces. Encuentra un camino diferente.]

 

Ese mismo día, en silencio partí de la escuela de entrenamiento de magia y me rendí de convertirme en un mago.

 

Todo mi entrenamiento había terminado mucho en un fracaso, y de las muchas clases que podía aplicar con la ayuda del Gremio de Aventureros, solo quedaba una: Clérigo. Era una clase mágica que, para mí, parecía como mi más insensato peregrinaje. Por algo, volverse un clérigo era más difícil que convertirse en un mago. Esos quienes tenía el título casi siempre habían nacido con una bendición de lo divino— magia de curación— y pasado largos años de disciplinado entrenamiento de jóvenes.

 

[¿Clérigos y otros?] El hombre del gremio me lo había dicho. [Son una de las divisiones de clases donde poner tu mente en ello no es suficiente.]

 

Creía en su palabra, no me equivocaba… pero ya era claro que no podía convertirme en un espadachín, un guerrero, un cazador, un mago o incluso un ladrón. No tenía nada más que hacer que aferrarme a mis esperanzas, así que me dirigí a la escuela de entrenamiento de clérigos.

 

Pronto, llegué a un tembló grande y solemne construido de piedra. Toqué las puertas y entonces expliqué mi situación y mis esperanzas al alto sacerdote quien salió a verme, pero su respuesta fue simple y llana.

 

[Estás pidiendo lo imposible. No tienes entrenamiento fundacional. Deberías rendirte.]

 

Sabía eso de sobra, pero no importa lo insistente que fuera en rechazarme, no podía soportar tirar la toalla. [No me moveré de esta puerta hasta que me deje entrenar aquí.] Le dije al hombre. Y, fiel a mi palabra, no lo hice.

 

Un día pasó, luego dos, y entonces tres, hasta que finalmente…

[Supongo que puedo enseñarte las bases.]

 

Así, empecé mi entrenamiento para convertirme en un clérigo.

 

Por desgracia, luego de un entrenamiento espartano, mortales esfuerzos, todo lo que adquirí fue “Curación Baja”. Estaba por debajo incluso del hechizo más bajo de clérigo “Curación”, y lo más que podía hacer era parcialmente curar mis propios rasguños menores, haciéndola una habilidad inútil para que un clérigo tenga.

 

Incluso después de mi absoluto duro entrenamiento, esta habilidad era la unca cosa que había conseguido. Dicho de otra manera, había probado mi completa falta de talento de una vez y por todas.

 

[Llegar tan lejos a pesar de no haber recibido una bendición de niño es increíble en sí mismo.] Dijo mi instructor, el sacerdote. Pero a pesar de su consolación, podía ver a los otros aprendices quienes eran de mi edad aprender más impresionantes habilidades y mejorar más rápido. Era obvio que era incompetente. Al final, todo había sido por nada.

 

Y así llego la hora para que me reporte al hombre del gremio— para informarle que no había aprendido alguna habilidad útil y que había sido declarado como tener “ninguna aptitud” para cualquiera de las clases.

 

[¿No pudiste aprender una habilidad decente?] Preguntó. [Terminarás muerto en un parpadeo en tu primer día de aventura entonces, ni dos días durarás. Ríndete y vete a casa, ¿sí? Puedo buscar otro trabajo para ti también, si lo prefieres así.]

 

Naturalmente, me dijo que desechara mis sueños. Tenía perfecto sentido— incluso yo sabía que el camino de un aventurero estaba lleno de peligro— pero no podía permitirle dejarlo tan rápido. Así que en lugar, tranquilamente me fui de la ciudad.

 

No tenía talento. Para nada. Ese hecho era claro como el día.

 

Pero ¿y qué? De pronto pensé. ¿Qué importa que no tenga talento para nada? Eso significa que tendré que poner más esfuerzo en mi entrenamiento.

 

Me aferré a esas palabras. Eran todo lo que tenía— mi última y única esperanza. Me convencí que el tiempo que había pasado siendo evaluado había sido simplemente corto, y eso, con más entrenamiento, incluso yo podría aprender una útil habilidad y volverme un aventurero.

 

Sí, todo lo que necesitaba era un intenso entrenamiento. Decidí que tan pronto como volviera a casa en la montaña, entrenaría hasta desfallecer.

 

Claro, ya que quería ser un espadachín, la primera cosa que hice cuando regrese fue hacerme una espada de madera. Entonces, usando la longitud de la soga, colgué varas de las ramas de los árboles rodeando mi hogar. Los golpeaba con mi espada de madera, una y otra y otra y otra vez con un solo intento en mente. Eso, y solo eso, sería mi entrenamiento.

 

“RECHAZAR”

 

Usé la única habilidad de esgrima que había aprendido durante mi tiempo en la escuela de entrenamiento— la peor habilidad entre todas, considerada inútil por todos.

 

Y así rechacé las varas desde el alba hasta el anochecer, mi día iba y venía. En estos momentos, incluso me olvide de dormir o comer.

 

☼☼☼

 

Un año pasó.

 

“RECHAZAR”

 

Ahora era capaz de rechazar diez varas en la duración de un solo respiro. Podía sentir mi propia mejora, pero no podía sentirme desarrollando una nueva habilidad. No sabía cuándo pasaría, pero estaba seguro que sí.

 

Ese solo pensamiento hizo que mi corazón cantara con emoción. Me encontré esperando a cada nuevo día, con esperanza por el futuro resonando en mi pecho.

 

☼☼☼

Tres años más pasaron.

 

Excluyendo mi tiempo pasando en necesidades tales como cazar y atender mi campo, estaba entrenando de día a noche, presionándome hasta que estuve al borde del cansancio.

 

Había pasado mucho tiempo desde que intercambié las varas por mis propias espadas de madera, habiéndome dado cuenta que serían mejores objetivos. Toda mi atención había sido devotada a rechazar las incontables armas que flotaban por el aire, y ahora…

 

“RECHAZAR”

 

Podía rechazar un centenar de espadas de madera en un solo respiro, incluso con mis ojos cerrados. Sentía que había conseguido ser más fuerte, pero aún no había desarrollado una nueva habilidad. Y mi tiempo lejos de la montaña me había enseñado que las habilidades lo eran todo en este mundo.

 

[Supongo que no he entrenado lo suficiente.]

 

Incluso el ideal de un aventurero principiante estaba más allá de mi alcance; a como era ahora, ir de aventuras era un sueño dentro de un sueño. Con eso en mente, me resolví a ser más estricto con mi entrenamiento.

 

☼☼☼

 

Las semanas y meses pasaron, y antes de saberlo, otros diez años habían pasado. Había seguido con mi estricto entrenamiento sin perder un día y seguí añadiendo espadas de madera al punto que ya no podía decir cuántas estaban colgando de los árboles. Había dejado de contar hace unos años cuando había pasado el centenar.

 

Me devoté a mi entrenamiento, teniendo mi mente vacía mientras rechazaba las espadas de madera una y otra vez. Todo lo que hice fue rechazar.

 

“RECHAZAR”

 

Había llegado al escalón donde podía rechazar mil espadas de madera sin siquiera moverme, pero no podía sentirme desarrollando una nueva habilidad.

 

[Me pregunto por cuánto entrenamiento real los espadachines deben pasar…] Dije en alto. No podía siquiera imaginarlo. Los aventureros parecían estar más allá de mí ahora que mi cabeza daba vueltas con el pensamiento de convertirme en uno.

 

No tenía ni una pizca de talento— ya lo sabía. Es por eso que había intentado remediarlo con trabajo duro, pero podía sentir que finalmente estaba llegando a mi límite.

 

El hombre del gremio me había dicho que necesitaba aprender una habilidad para convertirme en un aventurero, pero ahora tenía 27 años y aún sin una. Incluso el aventurero más común y corriente aventurero necesitaba habilidades, pero no importa cuánto luchara, estaban más allá de mi alcance.

 

Sin embargo, aún no podía rendirme en lo de convertirme en un aventurero y explorar el mundo.

 

[Hablando de sueños estúpidos…]

 

Lo había perseguido sabiendo que era una idiotez— o al menos, eso fue lo que pensé. Cualquiera en mis pies habría aceptado que era tiempo para buscar una forma diferente de vida… pero yo no podía resignarme.


Y así descendí la montaña y me hice del camino a la capital real. Necesitaba visitar el Gremio de Aventureros otra vez.


 

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