Capítulo 14
La Melancolía del Príncipe
Dentro de su oficina, el príncipe se
sentó en su silla. Una montaña de problemas demandaba su atención, pero se
encontraba ocupado con uno en particular.
[¿Qué estaba pensando mi padre, dándole
la Espada Negra a un completo desconocido como ese?]
De cierta manera habría sido más preferible
si le hubieran dado la mitad de las reliquias del calabozo en tesoros. Después
de todo, aunque gradualmente habían sido acumuladas en la larga historia del
Reino, esa era otra forma de decir que nadie les había encontrado uso. Su valor
en términos de dinero no era para para alegrarse, pero al final del día,
seguían sin tocarse. A lo máximo, no era nada más que una colección de útiles
objetos, caras curiosidades, y obras de arte.
Pero la Espada Negra era diferente.
[De todas las cosas… tenía que ser esa
espada.]
Lo que el padre del príncipe le había
entregado a ese extraño era la definición de útil. Su valor era simplemente
incomparable a las baratijas que juntaban polvo en la tesorería.
Cuando había sido un aventurero, antes
que el príncipe hubiera nacido, el actual rey gobernante había formado un
equipo con los actuales Seis Soberanos y entrado a las profundidades del
Calabozo del Perdido. Siete años después, luego de un viaje en el cual habían
enfrentado la muerte en su regreso, había vuelto con la Espada negra. Era una
reliquia de clase especial que se contaba como las mejores posiciones en la
larga historia del reino, también conocida como la Espada Irrompible.
Su negra hoja no podía ser dañada por
cualquier metal, no importa la dureza, desde mitrilo a oricalcum al metal de
maná. Una vez, como una prueba, había sido golpeada con Dragnilo, un martillo
hecho a mano por un enano usado con el propósito para forjar armas de
oricalcum, se decía que está hecho de los colmillos de un Dragón Anciano. El
martillo se había hecho pedazos.
Nadie sabía de qué material la Espada
Negra estaba hecha. Era un completo misterio. Los investigadores del Reino de
inmediato se habían puesto a conducir todo tipo de experimentos en ella, y sus
esfuerzos los habían llevado a una sola conclusión: no importaba qué
conocimiento fundado usaras— habilidades, maniobras de ingeniería, o magia—
ningún daño podía hacerse en la espada. Ni siquiera el más mínimo de los
rasguños. Tanto como cualquiera sabía, nada en todo el mundo era más fuerte que
la Espada Negra. Incluso la adamantina, la sustancia más conocida en el mundo,
podía ser llamada leve en comparación.
Aunque, había un enigma más grande: la
Espada Negra era imposible de dañar, ¿y por qué estaba en tal terrible
condición? Su longitud estaba acabada con grandes rasguños, astillas y
abolladuras. La única explicación era que habían sido causadas por un absurdo
grado de fuerza más allá del conocimiento humano. Ni siquiera después que todos
los sabios del Reino combinaran sus esfuerzos para que alguien pudiera
encontrar una sola referencia literario de lo que lo pudo haber hecho.
¿Qué había pasado, en las profundidades
del calabozo? Para ese asunto, ¿cómo es que el calabozo es?
La Espada Negra era una pista para
resolver esos misterios. Era una reliquia de la más grande clase, el tesoro
nacional más significante del Reino de Clays. Gobernantes de otros países habían
visto la oportunidad de darle una mirada, e incluso amasaron vastas fortunas
con la esperanza de un día obtenerla para sí.
Sin embargo, el padre del príncipe
había rechazado cada petición. Era natural que la tuviera: la espada era
simplemente muy valiosa. Pero ¿la entrega a un extraño totalmente sospechoso?
El príncipe no podía ni empezar a entender qué lo había llevado a tal
movimiento.
[Tiempos desesperados requieren medidas
desesperadas. Lo entiendo.] El príncipe murmuró. [Pero aun así…]
El príncipe quería saber la identidad
de ese extraño. Su habilidad al parecer era real— Gilbert le había pedido
luchar y no había sido capaz de acertarle un golpe— pero eso era punto y
aparte. ¿Realmente era su aliado? Este “Noor,” como se llamaba, era un completo
desconocido.
Era bastante cierto que había rescatado
a Lynne del Minotauro. En ese aspecto, el príncipe podía entender a su padre,
aunque usualmente es tan terco, había ofrecido la Espada Negra— era una
invaluable oferta igual a la invaluable vida que fue salvada. Pero, aunque Noor
era el salvador de su hermana, simplemente era demasiado desconocido para
confiar.
Era bastante sospechoso que el hombre
hubiera aparecido frente a la princesa en el preciso momento que el Minotauro
hubiera atacado, pero entonces, había dado una mala excusa y huido sin dar su
nombre. Y añadiendo a su extravagante fuerza que lo hacía verse como un
personaje salido de un cuento de héroes, también estaba el asunto de su
comportamiento hacia el rey. Fue cosa de ser rustico e ignorante, pero no
mostrar un grano de lealtad al Reino era imperdonable.
De cómo se ven las cosas, Lynne profundamente
admiraba al hombre— entendible, dado lo que había hecho por ella. Pero ¿incluso
debería permitírsele estar cerca de ella? Con un solo error, su fuerza,
suficiente para cortar a un Minotauro, podía volverse una tremenda amenaza.
[No hay suficientes bases para confiar
en él.] El príncipe murmuró. [Aunque…]
Aunque, el hecho aseguraba que Noor se
había ganado la aprobación del padre del príncipe, el monarca y más grande
autoridad del Reino de Clays, y las decisiones del rey eran absolutas. Tanto
como cualquier miembro de la Casa Clays concernía, no tenían más opción que
confiar en el hombre si lo ordenaba.
Sin embargo, tal orden no había sido
dada. El príncipe sabía de sus dudas y recelos acerca de Noor que su padre
estaba probablemente conteniéndose en darle su total confianza al hombre.
[¿Mi padre entiende la situación en la
que estamos?] El príncipe se preguntó— solo para inmediatamente responder su
propia pregunta. Era su padre; claro, había notado la inquietud asomándose
dentro del ambiente del Reino. Y, a sabiendas, le había dado la Espada Negra a
un extraño. Lo que podía significar…
[Es un seguro.] El príncipe murmuró.
[Es un todo o nada. Quiere que el hombre rompa el estancamiento que se ha
puesto en el tablero de juego.]
Viéndolo de esa perspectiva, el
príncipe podía empezar a entender el inexplicable juicio de su padre del otro
día.
El rey había apostado en el hombre
llamado Noor, apostando que sería el seguro del reino contra lo que fuera que
viniera— no importaba quién fuera él, porque podía mover esa espada.
Sí, ese tenía que ser el por qué.
La Espada Negra. Dandalg el Inmortal,
conocido por su fuerza sobrehumana, había gruñido al esfuerzo que le requirió
mover esa espada siquiera una vez. Sig el de las Mil Espadas se había rehusado
a tomarla, declarando ser demasiado pesada para él blandirla. E incluso el rey
en su mejor tiempo, comandante de los Seis Soberanos, solo podía blandirla de
dos manos.
Noor la había movido con una mano. No
solo eso, también se había llevado la espada absurdamente pesada con el como si
fuera un arma cualquiera. Era suficiente para cuestionarte si era una reliquia
de clase mundial del calabozo. Quizás su nuevo hogar era apropiado. Era un
riesgoso juego, pero el príncipe sabía eso, con las cosas como estaban, no
podían permitirse ser quisquillosos.
[Algo viene…] El príncipe murmuró.
[Puedo sentirlo.]
La reciente turbulencia alrededor de la
capital real que sugería el involucramiento de los vecinos del reino. El
evidente acto de terrorismo que era el intento de asesinato de Lynne, un
miembro de la realeza— un plan que había envuelto el uso de invocación mágica
en el centro de la ciudad. Ambos eran grandes movimientos que nunca antes se
habían escuchado en los años recientes, y el príncipe dudaba que esto fuera el
fin.
El asesinato no había sido el objetivo
final de su enemigo; a pesar de la magnitud del incidente, no había sido más
que un intento para sacar de balance al Reino. Si el príncipe hubiera estado en
el lugar de su enemigo— si hubiera sido su plan— entonces no se habría detenido
allí. Habría continuado sin escrúpulos para preparar su gran plan, todo
mientras le ponían un ojo a las distracciones. El asesinato había sido una
señal del inicio y nada más.
Siendo ese el caso, ¿qué seguía?
Independiente a lo culpable que lo hiciera sentirse, el príncipe decidió eso,
pero mientras se mantenía en la oscuridad, hacer que Lynne se quedara con su
salvador probablemente sea lo mejor. Si el hombre no era un enemigo, sería un
grandioso guardia— uno capaz de matar a un Minotauro por sí solo. Nada podía
ser más confiable.
Por ello, confiarle la princesa a Noor
lo pondría en la posición perfecta para matarla. Aunque, basado en los eventos
del día anterior, parecía bastante poco probable que tal pensamiento incluso
cruzara su mente. La situación también había demostrado que él actualmente no
era su enemigo— así lo esperaba el príncipe.
[No tenemos tiempo suficiente.] El
príncipe se dijo. [Ni las personas suficientes.]
Había demasiadas incertidumbres
alrededor del salvador de Lynne… pero en el actual predicamento del príncipe,
no tenía más elección que colocar su fe en el hombre. Era una apuesta y nada
más, pero el Reino había sido arrinconado.
Justo ahora, el Reino de Clays estaba
en paz— pero solo en la superficie. Detrás de escenas, los problemas estaban
progresando a un paso rápido. Había una fatal falta de mano de obra, y ya no
tenían suficiente tiempo para averiguar cómo el enemigo haría su movimiento.
[Necesito más información…] El príncipe
murmuró.
Tomando una capa gris del muro y
levemente agitándola, salió de su oficina y se dirigió a la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario