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Capítulo 1

 

[¡Aquí estás!] Nuestro joven gondolero del clan nutria, Suzu, anunció animado, girándose a nosotros mientras le ponía un alto a su remo ante nuestro destino. [El bote se menea, así que cuiden sus pasos.]

 

Suzu tenía un delgado cuerpo y tenía trenzado su cabello castaño. Oí que los gondoleros de la ciudad disfrutaban escoger impactantes diseños para su ropa, y representaciones del Gran Árbol e incontables flores adornaban su blanco sombrero y ropajes. Su góndola era vieja, espléndidamente tallados y forrados con una alfombra roja.

 

[Debes ser toda una maestra con el remo.] Dije. [Detenerse perfectamente en este estrecho canal es toda una hazaña.] Su control me habría impresionado en el famoso Gran Canal, pero es increíble en los estrechos confines del canal lateral alineado con lujosos hoteles. Si habría extendido mis brazos, pude haber tocado los muros en ambos lados.

 

[Gracias, Allen.] La quinceañera rio, y me sentí tentado de unirme. Nunca había esperado hasta ahora conocer a una chica del clan nutria de la capital real.

 

Detrás de mí, una noble con corto cabello escarlata ostentosamente aclaraba su garganta. No decía nada, pero significaba. [Tienes agallas, actuando así frente a mí.] Estaba desabrochando mis botones.

 

Levantando una maleta de cuero, pisé tierra. Un hotel de ladrillos se anteponía frente a mí. El edificio tenía bienes raíces de primera en la entrada al Gran Canal, y pesadas puertas de madera testificaba su larga historia.

 

[¡Atra, esta es nuestra parada!] Llamé a la chica en la popa de la góndola, quien estaba ondeando su cola mientras miraba alegremente en el agua. Su sombrero blanco y vestido la hacían ver encantadora. Una gentil briza vespertina de playa nos pasó, agitando su listón violeta y largo cabello blanco.

 

[Lydia—]

 

[Claro.] La asombrosa noble de cabello escarlata se levantó de su asiento. Lydia Leinster, mi compañera desde que nos inscribimos en la Academia Real, estaba vestida a juego con Atra, con el aditivo de un paraguas abierto. Su Alteza se veía como la hija de una de las principales casas nobles en el reino.

Si solo siempre fuera así de bien portada…

 

Lydia se acercó, así que le ofrecí mi mano derecha. Ella la tomó con un corto. [Mm.]

 

Una vez en tierra, cerró su paraguas, me lo entregó, y susurró en mi oído. [¿No estás que te mueres por una chica bien portada?]

 

[¡N-No leas mis expresiones así!]

 

[No puedes ocultarme nada.]

 

Gruñí.

 

[¡Que encantadora pareja he visto!] Suzu exclamó, con ojos brillantes. [Espero poder ser como ustedes un día.]

 

[N-Nosotros no—]

 

[Nos llevamos bastante bien.] Lydia interrumpió, lanzándose a mi brazo izquierdo antes que pudiera aclarar el malentendido. [Vamos, Atra.]

 

La niña se giró a vernos, entonces saltó de la góndola.

 

[Ahora Atra, ¿puedes saltar sola?] Pregunté, lanzando un hechizo de levitación para ayudarla.

 

[¡Salta!] Ella dijo, lanzándose a nosotros.

 

[Muy bien.] Lydia y yo dijimos mientras ambos la tomábamos de las manos.

 

Atra movió su cola alegre y agitó todo su cuerpo con ella.

 

Simplemente adorable.

 

Le confié la niña a Lydia y le di la espalda a Suzu. [Gracias por traernos aquí desde allá.] Dije, entregándole a la gondolera una bolsita de dinero. [Lo apreciamos de verdad.]

 

[¡Ni lo menciones!] La chica del clan nutria dijo, ondeando sus manos. Ni siquiera se molestó en contar el dinero. [¡Me alegra tener trabajo otra vez! No hemos tenido muchos visitantes extranjeros últimamente, con eso que el norte es un desastre, así que espero que me recuerden cuando estén de visita. Oh, y mi abuelo lleva una tienda de segunda mano en el Callejón Gato— un mercado que cubre toda la isla. ¡Si suena interesante, vale la pena mirar!]

 

Qué buena chica.

 

Miré a Lydia, cuyos ojos decían. [Ve y pregúntale.] En momentos así, siempre estábamos en la misma página.

 

[Me suena divertido.] Respondí. [Nos gustaría visitarlo si tenemos la oportunidad.]

 

[Por favor. Y antes que lo olvide…] Parándose en la orilla de su góndola, con una mano en el remo, nos dio una bienvenida honoraria. [Bienvenidos a la Cuidad del Agua; la Capital Milenaria. Que las flores y los dragones de agua los cuiden.]

 

✽✽✽✽✽

 

No pude suprimir el asombro mientras entraba a la Posada del Dragón de Agua, uno de los mejores hoteles de la ciudad. El espacioso lobby era de cuatro pisos de alto, con una excelente escalera en su centro. Los rayos del sol vespertino se filtraban por los empañados vidrios del techo, coloreando las antiguas columnas de piedra y piso. Dos jóvenes— invitadas quizás— estaba disfrutando de la vista desde el café que visualiza el Gran Canal. Una era del clan ave, rara vez vista en la capital este.

 

Incluso los hombres bestias son bienvenidos aquí.

 

Mucho del amueblado de madera era antiguo también, contribuyendo a la tranquila atmósfera. De acuerdo a Lydia, este edificio había sido la mansión del dux hace dos siglos y unas cuantas décadas. Desde su conversión a un hotel, había reunido una reputación internacional de lujo.

Como un humilde plebeyo, nunca me había hospedado así a lo grande. Me había quedado en varias de las mansiones Leinster y Howard, claro, pero—

 

Lydia se me reclinó sin liberar mi brazo izquierdo. [Deja de mirar el especio y vamos al escritorio frontal.]

 

[Como desees.] Respondí.

 

Atra, quien sostenía la mano de Lydia, tarareó contenta.

 

Mientras pasábamos el café, oí la conversación de las mujeres. La mujer del clan ave, cuyo cabello negro era tan largo como para cubrir sus orejas, se contenía, mientras su compañía humana, cuyo cabello blanco llegaba a sus hombros, daba la plática.

 

[¿Qué? ¿No quieres ir?]

 

Silencio.

 

[Pero sabes, no podemos olvidarnos de este lugar tampoco.]

 

Y seguía.

 

Quizás eran viajeras de alguna tierra del este de la alianza— las ciudades libres, o quizás de riquezas. Había una guerra en marcha, y Suzu había mencionado la caída del turismo, pero—

 

Lydia se me reclinó otra vez. Habíamos llegado al escritorio frontal mientras estaba perdido en mis pensamientos. Detrás se posaba un calmado caballero de edad avejentada.

 

[Bienvenido a nuestro humilde hotel.] Dije. [¿Tienen una reservación?] A pesar de nuestra juventud, su tono era bastante cortés.

 

Así que este es el servicio de primera mano.

 

Mientras estaba ocupado siendo impresionado, Lydia respondió. [No.] Habíamos venido directo aquí luego de escapar de la capital real.

 

¿Ahora qué?

 

Le lancé una mirada cuestionadora a Lydia, pero ni se inmutaba.

 

El anciano caballero, sin embargo, frunció el ceño. [¿Así es? Entonces lo siento mucho, pero no tenemos vacantes ahora. Puedo sugerir—]

 

[Toma.] Lydia interrumpió, colocando algo en el escritorio frontal— la mitad de una vieja moneda que había sido partida en dos.

 

[¿Eso es…?] Los ojos del hombre se abrieron. Entonces su expresión por completo. [Por favor, perdóneme. Tendré su cuarto listo de una vez. ¿Sería tan amable de firmar con sus nombres aquí? Oh, pero aún tengo que mencionar el mío. Soy Paolo, el gerente de este establecimiento. Es un placer conocerlos.]

 

Aún con cada de duda, pase mis ojos sobre el fino papel que nos entregó.

 

Ser un huérfano y un miembro del clan lobo por adopción, no tenía apellido. El hotel podía no recibir a un invitado “sin casa”. Aunque tampoco podía escribir “Leinster”— nuestras naciones estaban, digamos, en guerra. Así que lo que estaba por—

 

Una cierta chica pasó por mi mente.

 

Tomando la pluma, firmé. “Allen Alvern.” Prestarle el apellido al Héroe podía ser una falta de respeto, pero Alice me lo perdonaría.

 

Lydia miró sobre mi hombro izquierdo. Luego de un desagradable “Humph,” rápidamente añadió su propia firma: “Lydia Alvern.”

 

[¿Atra?] Lydia dijo mientras la niña me miraba.

 

[Sí, también podemos.] Respondí.

 

Cambiamos lugares, y Atra felizmente empezó a cantar.

 

[Muchas gracias.] Paolo dijo, observándonos con una tierna mirada.

 

[Ahora, por favor síganme. En cuanto a su equipaje—]

 

[Ohm no se preocupe por eso.] Intervine, lanzando un hechizo con un movimiento de mi dedo índice.

 

[Vaya.] El atónito hombre murmuró mientras la maleta flotaba del suelo.

 

[Es un hechizo simple.] Le dije. Aunque la levitación me venía útil, no era abiertamente aplicada. Mi anterior compañera Teto Tijerina pudo haber sido la única persona en mi círculo social que hacía uso de él.

 

Me pregunto si ha llegado a la capital este.

 

Lydia me dio una exasperada mirada. [Tú y Teto son raros por utilizar eso todo el tiempo. Atra, es hora de bajarse.]

 

La niña le dio una escéptica mirada y entonces un chillido de protesta.

 

[¡¿Qué?! ¡¿Amas los “abrazos de Allen”?!]

 

Su amigable plática solo escaló desde allí. En serio, eran incorregibles.

 

Cuando miré al café, las dos mujeres ya no estaban allí.

 

[¿Nos mostrarías nuestro cuarto?] Le pregunté Paolo. [Y por favor, cuéntenos algo de este hotel en el camino.]

✽✽✽✽✽

 

[Oh, wow.] Otro suspiro de admiración se me escapó mientras llegábamos a nuestro cuarto en el piso superior.

 

La amplia cama y sofá eran lujosas, pero buenas. La mesa y sillas de madera claramente eran lo mejor, y teníamos un teléfono privado— aunque bastante raro. Las ventanas frente a nosotros daban hacia el Gran Canal y las islas que comprimían la ciudad, todo teñido en la luz de la luz de la tarde. Teníamos un balcón incluso.

 

Viéndome sin palabras, Paolo dio una explicación. [La suite incluye un baño y una cocina amueblada con una hilera hecha en el reino. Por favor, dejen toda la lavandería en el cesto proveído. Pueden tener la cena servida en su cuarto, pero sugiero que cenen en nuestra terraza exterior al menos una vez durante su estadía. Aquí está su llave.]

 

[Gracias.] Dije, aceptando una llave cuyo diseño evocaba la flor y dragones de agua.

 

Paolo se inclinó. [Si necesita lo que sea, por favor no duden en preguntar. Ahora, si me disculpan.]

 

Atra había esperado impacientemente durante nuestra conversación. Pero tan pronto la puerta se cerró fue que se lanzó directo al balcón.

 

[¡Whoa!] Exclamé, quitándole su sombrero con un hechizo de viento y asegurando hilos invisibles para prevenir una caída. [No te recuestes en la veranda, Atra.]

 

Sus orejas y cola se retorcían mientras dejaba el cuarto. Que pequeño terrón de energía.

 

Liberé mi hechizo en la maleta, bajándola al suelo, y Lydia de inmediato se lanzó a mí.

 

[Mmm.]

 

[Sí, sí.] Respondí, quitándole el sombrero de su cabello escarlata y colgándolo en un perchero a la par del de Atra.

 

Lydia se puso detrás de mí y respondió. [Solo un “Sí.”] Mientras me ayudaba a quitarme mi chaqueta con practica habilidad. La deje ser— hacer lo contrario sería arruinar su humor. Ella sacó mi reloj de un bolsillo y lo dejo en la mesa, entonces gentilmente dejo el suyo a la par para que las cadenas se tocaran. Cuando había terminado de colgar mi chaqueta en el perchero, libero una risita— y se lanzó a la cama.

 

[Cuida tus modales.] La regañé mientras pataleaba, como toda una niña emocionada por sus vacaciones.

 

Solo se río más fuerte.

 

[Arruinarás tu ropa.]

 

Disgustada con mis instintos paternos, dejé su paraguas recostado contra el muro y miré hacia fuera. Los edificios de la ciudad del agua lentamente se iluminaban mientras la noche se acercaba. Aunque uniformes en altura, sus variaciones en forma y colores lo hacían una llamativa vista. Los botes y góndolas parecían pasar a través de la superficie del Gran Canal debajo, mientras los locales se detenían a charlar en los puentes. Y una variable colección de aves marinas volaban cada tanto para completar la pintoresca escena.

 

Atra igualmente estaba admirando la vista desde la cima de una silla en el balcón.

 

Esta puede ser una buena noche para una copa de vino al aire abierto.

 

 [Lydia.] Llamé a la reclinada noble mientras abría la maleta y empezaba a desempacar.

 

[¿Hm?]

 

[Creo que es hora que reciba unas respuestas, ¿no?]

 

Ella dejo de patalear, me miró y tocaba la cama. [Mmm.]

 

[Um… ¿Exactamente qué preguntas?]

 

[¡Mmm!] Ella golpeó la cama más fuerte.

 

No puedo ceder ahora. Supondrá un peligroso precedente.

 

[Lo sabes.] Dije. [Creo que disfrutaré la vista con Atra.]

 

[¡Mmm!] Lydia golpeaba la cama con no solo su mano, sino su cuerpo.

 

¡Madura!

 

La experiencia me había enseñado que seguiría hasta que cediera ante sus demandas. Así que presioné una mano en mi frente y suspiré. La victoria sobre esta noble siempre se me escapa.

 

Cerrando la maleta, caminé a la cama y me senté. [Por qué carajos—]

 

Mi pregunta quedó en un chillido cuando un repentino jalón en mi mano me llevó a la cama.

 

Miré al rostro más hermoso que conocía— aunque estaba haciendo pucheros ahora. [¿Por qué “Alvern”?] La noble se molestó, golpeando mi pecho con sus puños. [¡Esa era tu señal para firmar “Leinster”! ¡¿Te importa más esa pequeña Héroe que tu propia señora?!]

 

[Bueno…] Respondí. [Técnicamente estamos en el centro del territorio enemigo.]

 

Nuestro hogar, el Reinado Wainwright, ahora estaba en guerra con la Alianza de Principados. Y la familia de Lydia, la Casa Ducal de Leinster, estaba liderando a la nobleza del sur del reino para llevar a cabo la lucha. Intelectualmente, la caprichosa noble debió haberlo entendido, pero lo encontraba difícil de aceptar, si su frustrado gruñido era para tomarse en cuenta.

 

Lydia se tomó la libertad de colocar mi mano izquierda en su cabeza, entonces empezó a jugar con la derecha. El anillo en mi tercero dedo tenía una radiante gema roja. Le pertenecía a Linaria Etherheart, también conocida como los Gemelos Celestiales, quien había dejado a Atra a mi cuidado siguiendo nuestro encuentro en unas ruinas en el Océano de los Cuatro Héroes. Y de acuerdo a ella, no podía quitármelo hasta que superara su habilidad.


El plateado brazalete en mi muñeca izquierda había sido un regalo de partida de Lily cuando habíamos dejado la capital este. Podía quitármelo, pero tenía el sentimiento que se molestaría si lo hacía— especialmente ya que mi padre había puesto mucho trabajo para hacerlo.

 

Lydia se acercó más a mí. Miré un infierno de celos en sus fruncidos ojos mientras murmuraba. [Primero un anillo y ahora un brazalete. Sabes—]

 

[Cortar y quemar ambos.]

 

No se la dejaría pasar.

 

[Infiel.] Ella gruñó, reposicionando mis brazos para abrazar su cabeza. [Increíble. Será mejor que me lo compenses, o estaré molesta.]

 

[¿Tú, um, tienes algo en mente?] Pregunté, pasando mis dedos por su escarlata cabello, el cual parecía estarse recuperando.

 

[¡Yo… quiero tomar un baño juntos!]

 

[Nunca estuvo en disputa.]

 

Ludia me miró en incredulidad.

 

[Tu color de cabello es difícil de olvidar, así que debería usar la tina en nuestro cuarto con Atra.] Dije, rascando mis mejillas. [Probaré el baño grande que Paolo mencionó. Pero primero… ¿puedo hacerte una pregunta seria?]

 

[Puedes.] En tono de un lector, Lydia añadió. [Déjame adivinar: ¿Por qué la ciudad del agua y no la capital sur?]

 

[Correcto.] Respondí, con un bajón de hombros. [No intentas buscar asilo, ¿verdad?]

 

[¿Te gustaría? A mí no me importaría.]

[Desearía que no fueras tan rápida para bromear con eso.]

 

[Tonto.] Su Alteza de cabello escarlata presionó su frente contra mí y cerró sus ojos. [¿Mi “Cerebro” realmente cree que estoy bromeando? Tú, entre todos, eres capaz de imaginártelo ahora.]

 

Teto había escrito que Cheryl llegaría a la capital este tan pronto el servicio de tren fuera restaurado. El Duque Walter Howard había sugerido que me tomara tiempo libre. Y entonces estaba la profunda inteligencia en los ojos del Príncipe de la Corona John durante mi interrogatorio. Su Alteza Real difícilmente podría creer que entregaría a Atra como demandaba.

 

Susurré mi respuesta en el oído de Lydia. [Su Majestad está pensando en limpiar la casa en la capital real— quitando a cualquier acomodado o noble con lazos con Lalannoy. Pero no quiere que lo veamos.]

 

[Cierto.] Respondió. [Teto dijo lo mismo en su carta. Cheryl está en la oscuridad, por cierto. Sabes cuán aberrantemente concienzuda Su Alteza Real puede ser, trataría de detenerlo. ¡Y tú también!]

 

La Princesa Cheryl Wainwright, quien había asistido a la Academia Real con Lydia y yo, poseía una compasión casi sin límites en adición a un fuerte sentido de lo bueno y malo. No querría del derramamiento de sangre— no incluso si entendía que cambiaría el futuro del reino para bien.

 

[Me sorprende que Teto te lo diría más que a mí.] Dije, asintiendo. [Pero eso aún no responde mi pregunta. ¿Realmente teníamos que venir hasta la ciudad del agua? ¿No la capital sur sería lo mismo?]

 

Si lo resumo correctamente, entonces había sido llamado a la capital real para formar parte de una farsa. El viejo Duque Guido Algren había arriesgado su propia vida al igual que el futuro de su casa, y Su Majestad no dejaría perder tal devoción. Él, al parecer, se había decidido a exterminar a las serpientes anidando en el centro del reino. Y había sido el cebo perfecto para su trampa.

 

Lydia jaló mi mejilla izquierda con un dedo. [No habrías sido capaz de resistirte a ayudar a mi abuelo y a Felicia si hubiéramos estado allí. ¡Y te habrías asegurado que recibieran toda la gloria cuando la guerra terminara también!]

[N-No seas tonta.] Me imaginé el rostro del Duque Emeritus Leen Leinster, quien estaba ocupándose de la logística en la capital sur, y la determinada expresión de Felicia Fosse, su asistente provisional.

 

Es posible ser franco.

 

La noble de cabello escarlata apretó mis manos, y nos sentamos juntos. [Allen.] Dijo, luciendo madura y tensa. Mi compañera era una gran belleza. [Te contaré cuál es tu papel oficial aquí. Tú eres nuestro hombre en la ciudad del agua.]

 

[¡¿Lydia?!]

 

[¡No digas nada!] Ella respondió con ojos ardientes.

 

¡O-Oh vaya! E-Ella es… tan seria.

 

[Toda mi familia— excepto Lynne, Lily, y mi tonto hermano— te habían dado su sello de aprobación. Lo mismo va para el Duque Howard, Duque Lebufera, la Duquesa Letty e incluso Su Majestad en la capital oeste. Dudo que necesite decirte esto, pero realmente no necesitas hacer algo. Tu trabajo aquí—] Lydia sonrió de oreja a oreja mientras seguía con la conversación. [— es simplemente quedarte en la ciudad del agua y observar a la alianza por un tiempo, pasando las posiciones a esos que te contacten a la capital sur. Nuestros mayores se ocuparán del resto solos. A pesar de toda la confusión, la situación militar actual está abrumadoramente en nuestro favor, así que puedes apostar que alguien razonable se comprometerá a mantener a la alianza en línea. Y cuando todo este hecho, serás famoso en casa y el exterior. Los registros públicos del reino tendrán que mencionarte esta vez— como la llave maestra de la paz en el frente sur. Diría que revelar cómo las cosas están en el corazón del territorio enemigo es un gran logro, ¿verdad?]

 

[¡¿Q-Qué lunático tuvo la idea de darme ese trabajo?! E-El Duque Liam y la Duquesa Lisa nunca pensarían— ¡N-No me digas!] Una repentida revelación me dejo sin palabras. Cuando habíamos dejado la capital real, Anko— el gato negro que tenía mi eterno amor y devoción—había acompañado a la ama de llaves de los Leinster, Anna.

 

[A mi madre no le gustará si sabe que has estado usando su título.] Lydia murmuró, sonriendo con la seguridad de la victoria mientras se acurrucaba en mi pecho. [Y sí, oí que fue la idea del profesor. Teto te engañó por completo, ¿verdad? Ella me dio que ya ha terminado con las pláticas con los Yustinianos y se movió a la capital real.]

[¡Yo… no me lo esperaba del profesor, pero ¿Anko y Teto?! N-No puede ser. E-Entonces, Su Majestad y la guardia real aún no están en la capital oeste porque están resguardando el Río de Sangre contra las fuerzas del Señor Oscuro. Están…]

 

[Su Majestad y ese maniático espadachín Owain quedándose quietos debió haber sido tu primera pista que algo pasaba. Si estuvieran actuando como es usual, se habrían dado la vuelta y retomado la capital hace años.]

 

Tiene razón. Nuestro rey ahora era conocido por su prudencia, pero también era un intrépido guerrero. A pesar de su nacimiento, una vez había entrado al Torneo Real y ganó. Y el Comandante Owain Albright de la guardia real rivalizaba con la Dama de la Espada en términos de pura habilidad con una espada, mientras que los caballeros bajo su mano eran luchadores forjados por la guerra. Debí haber cuestionado su pasividad.

 

[L-Lydia.] Rogué, sonando patético incluso para mí.

 

[No cederé con esto. Ni en tu vida.] Respondió, cruel y determinada. [¡Escucha, necesitas entrar en el mundo! He esperado por cuatro años. Cuatros. Enteros. Años. Y ya no puedo esperar más. Me rehúso. El título de la Estrella Fugaz es el primer paso, y realmente, me siento orgullosa de ti. ¡Así que esta vez, levántate en alto, lo suficiente para estar a mi lado con su cabeza en alto frente a todo el mundo! ¡O buscaré asilo aquí!]

 

Liberó un profundo y cansado suspiro.

 

Fuera, Atra estaba metida en una conversación con las andantes aves.

 

¿Hm? ¿Es un rastro de extraño maná el que siento?

 

Me hice una nota mental mientras me estiraba y acariciaba el escarlata cabello de Lydia con mi mano izquierda. [¡En serio! Eres imposible.]

 

[¿Ahora te das cuenta?] Su usual confianza se desvanecía mientras añadía. [¿Eso hará que me odies?] Tomó mis manos y las presionó en sus mejillas, sus húmedos e inseguros. No estaba viendo a la Dama de la Espada, sino a una jovencita que sería más grande que yo otra vez más.

 

Recordé algo que mi papá me había dicho: “Allen, sé amable con las chicas.”

 

Concuerdo, papá. Pero es un poco embarazoso.

 

Me deslicé por la cama, tratando de no mostrar cuán sonrojado me sentía.

 

[U-Uh, um… ¿A-Allen?] Lydia dudó, confundida, mientras tomaba su mano izquierda y la presionaba en mis labios. Sus mejillas se sonrojaron de inmediato. Entonces apretó su mano izquierda a su pecho y se congeló.

 

Un usual beso habría sido menos vergonzoso.

 

Sabía que debía estar sonrojado como el infierno mientras decía. [En nombre del Gran Árbol y mis padres, juro: Lydia, nunca te odiaré.]

 

Un juramento por el Gran Árbol estaba entre los más potentes que cualquier hombre bestia podría jurar. Y tanto como me concernía, mis padres eran sagrados. Lydia lo sabía mejor que nadie, es por eso que su sonrojo se esparcía de sus mejillas a su cabeza. Con un suspiro, ella regresó a la cama, donde procedió a enrollarse, y gemir.

 

[Vamos.] La acaricié para cubrir mi propio bochorno. [Esas tácticas se llaman—]

 

Una almohada impactó mi rostro. Su lanzador cerró la distancia rápidamente entre nosotros y empezó golpear mi pecho, respirando con pesadez.

 

[¡Ow!] Grité. [¡Hey, eso duele!]

 

[¡C-Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡N-No me sorprendas así! ¡¿Quieres darme un ataque al corazón?! Eso… no es jugar justo… ¿Bien?]

 

Tomé las manos de Lydia, y nuestros ojos se toparon. Una persona realmente podía ser hermosa y adorable al mismo—

 

Atra se metió entre nosotros, con ojos brillando de emoción.

Lydia y yo pestañamos, entonces nos echamos a reír juntos.

 

No podía procesar esto bien… pero justo ahora, no soy afortunado.

 

Lydia abrazó mi brazo izquierdo y metió su cabeza en mi hombro. Ella debía sentirse de la misma manera.

 

[Bienvenida, Atra.] Dije, tomando plumas de aves de sus orejas y cabello. [¿Nos contaras de toda la diversión que tuviste?]

 

✽✽✽✽✽

 

La historia de la ciudad del agua, el corazón de la Alianza de Principados, se extendía a la antigüedad. Como los libros lo relataban, originalmente no había nada en este lugar. O para ser precisos, solo había marea dotadas con incontables islas pequeñas. Naturalmente, el área no tenía agricultura y, en ese sentido, había resistido el asentamiento. Este duro ambiente natural había forzado a los residentes locales a hacerse una vida con los negocios.

 

¿Cuándo las personas habían empezado a reunirse y construir casas aquí? Académicamente hablando, no había lugar. Pero la ciudad ciertamente había existido por lo menos mil años. De acuerdo a la tradición, los hombres bestias habían sido los primeros residentes originales. Habían hecho sus viejas viviendas aquí al conducir ramas del Gran Árbol en lo que ahora era la isla central, y en una isla norte donde habían asegurado un suplemento de agua fresca.

 

Desde entonces, las personas habían incrustado innumerables postes de madera en la marea y los reforzaron con piedras, creando cimientos con el inimaginable costo del tiempo y labor. Crearon puentes y canales subterráneos entre las pequeñas islas, culminando en la construcción de una municipalidad que rivalizaba con el palacio real del reino y el Gran Canal, el cual partía la ciudad del norte al sur. La ciudad del agua era la ciudad mortal más vieja— un tesoro que infinitas masas habían mostrado al mundo.

 

[Dime, Allen, ¿qué tienes en mente?] Lydia preguntó, luciendo tan fría como un carámbano mientras me daba una vacía taza desde el otro lado de la mesa. Los platillos ya habían sido retirados, dejando solo una tetera de té y postres hechos de leche congelada. La luz de las lámparas de maná revelaba que compartíamos la terraza de la Posada del Dragón de Agua con las dos mujeres a quienes había visto antes en el café. La inactividad de los otros invitados hacía que el lugar se sintiera algo solitario.

[La vista de noche es incluso más hermosa de lo que esperaba.] Respondí, llenando la copa de Lydia. [Estaba recordando las cuentas de los viajeros que he leído.]

 

[Oh, ¿en serio?] La provocadora mirada de Lydia era fácil de leer. Decía, “¿No tus ojos deberían estar en algo más ahora?”

 

[Er… ¿Tu vestido es adorable?] Dije. Se había cambiado su vestido blanco a un sofisticado vestido escarlata. Ya había dado los halagos en nuestro cuarto, pero al parecer no fueron suficientes.

 

[¿Por qué suena a pregunta? Esto requiere una enseñanza. Dime, ¿qué deberías hacer en momentos así?]

 

[Oh, está bien.] Cediendo, metí una pequeña cuchara en mi congelado postre y lo puse en la boca de Lydia.

 

[Muy bien.] Su Alteza puso una sonrisa de satisfacción y se lo comió.

 

Atra, quien había estado luchando con su postre en el asiento a la par de Lydia, pestañeó en sorpresa, entonces se giró a mí y abrió la boca.

 

[Mira, ahora Atra ha empezado a hacerlo.] Le dije a Lydia mientras alimentaba a la chica con helado. [Estás dando el mal ejemplo.]

 

[¿A qué te refieres?] Lydia respondió, hablando mientras limpiaba la boca de Atra con un pañuelo. [Solo invoqué mis derechos naturales como tu señora y—] Su voz empezó a agitarse. [E-Esposa.]

 

Bebí mi té. Su refrescante aroma me puse en las nubes. Una vez me recuperé, dije. [Si te avergüenzas al decirlo, ¿por qué te fuerzas?]

 

[¡O-Oh, calla! N-No veas cada detallito— No es que sea un detallito, claro. Es terriblemente, crucialmente importante, pero—]

 

[¿Qué es entonces?]

[¿Qué?] Lydia hizo un puchero mientras ayudaba a Atra a beber su té. [¿Dices que no es importante para ti?]

 

[Responder una pregunta con otra no me parece justo.]

 

[Habla.] Aunque Lydia hablaba como un adulto, el nervioso brillo en sus ojos incitaba las lágrimas. Mentalmente, parecía que, ella era algo frágil luego de su salida.

 

Le di la mejor respuesta que pude sacar. [Soy Allen Alvern ahora, ¿verdad?]

 

[Sí.]

 

[Y tú eres Lydia Alvern, ¿Qué más necesitas saber?]

 

La noble agrandó sus ojos, entendiendo lo que dije. [¿No días ser directo y decirlo?] Ella murmuró, sonrojada puro tomate. [No te lo creo. Tú gran idiota.]

 

[No creo que sea algo nuevo.] Dije amargamente, regresando a la hermosa vista. El paisaje urbano nocturno tenía oscuridad, sus incontables ventanas recibían la luz. Ese gran edificio en el centro de la isla debía ser la municipalidad, pero necesitaría regresar en la mañana para ver la famosa Gran Biblioteca o los enormes faros de la isla norte— el orgullo y dicha de la alianza, construido para prevenir que grandes barcos se hundieran la su orilla.

 

[¡Hey!] Lydia respondió, jalando mi mejilla. [Aquí vas, haciendo esa cara rara otra vez.]

 

Atra felizmente copió su gesto desde mi costado.

 

[No es que mi cara siempre sea la misma.] Respondí rígidamente.

 

[¿Oh? ¿Qué es esto? ¿Alguien está molesto?]

 

Gruñí. Lydia aprovecho la oportunidad para reírse de mí, y Atra copió su burla.

 

Entonces Paolo vino en nuestra cena de relajación. [Es una buena tarde, ¿verdad?] Dijo, lleno de vida. [¿La comida fue de su gusto?]

 

[Sí, estuvo deliciosa.] Respondí, justo cuando Lydia hablaba de la comida como “pasable” y Atra cantaba. Incluso el profesor, quien había dado tres cuartos de su vida al turismo gourmet, habría estado contento con los numerosos platos que habían formado la comida de esta noche.

 

[Asumo que el pescado y vegetales eran locales, pero ¿le importaría decirme la fuente de este té y los ingredientes que iban en este postre?] Pregunté. Entonces dije algunas mentiras de la buena comida. [No es frecuente que podamos venir aquí desde las ciudades libres, especialmente en momentos así. Aunque puede no suponerlo al mirarme, comprar comida es mi vida.]

 

[Oh, proviene de las ciudades libres, ¿no? Naturalmente, sería un placer.]

 

[Gracias. Espere un momento. Ahora, ¿dónde lo puse?] Dije, buscando en mi bolsillo.

 

Será mejor que escriba esto así no se me olvide.

 

Cuando fallé en encontrar lo que buscaba, Ludia hizo una pluma y papel y me los entregó. [Toma.]

 

[Gracias.] Me incliné ante Paolo. [Por favor, proceda.]

 

[Muy bien.] Empezó. [Él té de esta noche es una rareza del Principado de Folonto, uno de nuestros estados miembros de la alianza. Aunque la ciudad del agua tiene muchos hoteles, puedo decir con confianza que solo este puede gustarle. La azúcar usada en su postre es el mejor que el Principado de Rondoiro tiene que ofrecer, emparejado con la leche del Principado de Carnien.]

 

[Folonto, Rondoiro y Carnien son todos del sur, ¿verdad?]

 

[Así es. Veo que conoce nuestra geografía.]

 

La alianza consistía de cinco principados en el norte, seis en el sur y su centro político, la ciudad del agua. La sombra de la guerra no había sido aparente en la vista de nuestra góndola, pero si los chefs de la ciudad estaban yendo a los ingredientes del sur, entonces las cosas podían empezar a derrumbarse detrás de escenas.

 

Atra se paró en la silla, sus orejas y cola se retorcían. La luz brillaba desde los distantes mástiles mientras un buque de tamaño medio partiendo— un barco de guerra, por lo visto— entraba en un islote cercano a la entrada del Gran Canal. Los marineros de la ciudad eran renombrados por las habilidades que rivalizan con esos de las islas sureñas. Pero ya que no dudaba de sus proezas en el océano, ¿estos marineros se arriesgarían a navegar los muchos barcos pesqueros en la noche?

 

Mientras me preguntaba del significado de lo que vi, Atra me sonrió y dijo. [¡Bote! ¿Allen?]

 

[Puedes ir a verlos de cerca.] Respondí. [Lydia.]

 

[Está bien.] Lydia se levantó y llevaba a la niña de la mano. Por una fracción de segundo, intercambiamos miradas.

 

Puedo estar leyendo mucho entre líneas, pero no podía evitar preocuparme.

 

[Tiene una adorable esposa y encantadora hija.] Paolo remarcó mientras limpiaba la mesa.

 

[Gracias.] Dije. [¿Puedo hacerle unas preguntas?]

 

[Lo que quiera.]

 

Atra estaba exclamando con el barco zarpando mientras Lydia la cuidaba. Podía ver a esas dos invitadas acercando sus cabezas y conversando en voces contenidas mientras observaban al par.

 

Nuestra necesidad más preciada es por información.

 

[En ese caso, ¿llevaría el periódico local a mi cuarto?] Le pregunté al gerente. [Empezando con los asuntos de hoy y continuando durante nuestra estadía. Incluso artículos importantes servirán. Además, ¿es demasiado pronto para enviar nuestra ropa a lavar?]

 

[Por favor, presente lo que sea que le gustaría lavar cuando reciba los periódicos.] Respondió. [Nuestro personal de lavandería son de primera.]

 

Enviaré mi túnica de una vez. Luego que mi mamá y Caren lo arreglaran para mí, quiero cuidar de ella.

 

Revisé que Lydia no estaba devuelta aún, entonces susurré. [Finalmente, su mejor vino, si puede. Me gustaría compartirlo con ella mientras observamos la ciudad en la noche.]

 

[No tema, don.] El gerente lo proceso. [Llevaré algo de nuestra reserva especial.]

 

Qué agradable sujeto.

 

Atra se metió debajo de la mesa y libero un exuberante chillido mientras saltaba a mi regazo.

 

[Bienvenida.] Dije.

 

[¿De qué estaban hablando?] Lydia preguntó, regresando después de ella.

 

En mi vista, miré a las invitadas dejar su mesa y caminar adentro. ¿Era yo, o el maná de la mujer del clan ave se parecía al extraño sentimiento que había sentido en nuestro cuarto?

 

Su Alteza optó por tomar asiento a mi par más que regresar al suyo.

 

[Estaba ordenando lo de la lavandería.] Respondí. [Paolo, nos gustaría empezar a ver los paisajes mañana. ¿Le importaría sugerir algunas paradas para nuestros itinerarios?]

 

[Vaya, yo—] Paolo dudó, entonces se enorgulleció. [Claro, señor. Nací y crecí en la ciudad del agua, y he vivido mi vida adulta aquí también. Espere mis recomendaciones en una carta escrita. ¿Tiene un particular interés en alguna parte de nuestra ciudad?]

[Déjeme pensar… ¡Me gustaría visitar la Gran Biblioteca!]

 

Se decía que el vasto archivo en la Isla Bibliotecaria en el norte de la ciudad rivalizaba con aquel que el reino había perdido durante la Guerra del Señor Oscuro.

 

[Pero no nos quedaremos mucho.] Lydia añadió con énfasis.

 

[Yo… me doy cuenta.] Evité su mirada al sentar a Atra en mi regazo y empezar desenredar su cabello. Dado mi historial de abandonar a Lydia para meterme en las bibliotecas de libros en la Academia y Universidad Real, no imaginaba mis posibilidades de argumentar en este punto en particular.

 

[Oh, y el Callejón del Gato.] Dije. [Oí que es el más viejo y más ordenado mercado en la ciudad. En cuanto a un gondolero, me gustaría solicitar a Suzu del clan nutria, si es posible.]

 

Paolo se veía impresionado, entonces asintió. [Los gondoleros del clan nutria son remarcables por su habilidad, incluso entre las filas de los navegantes de esta ciudad. Haremos todos los arreglos necesarios. Permítame felicitarlo en su poder de discernimiento. Además, el Callejón del Gato es un destino popular, pero en mi larga experiencia, es el primer invitado en expresar gran interés en la Gran Biblioteca.]

 

¿Realmente soy tan inusual?

 

[¿Y qué hay de ti, Lydia?] Le pregunté a la noble de cabello escarlata quien estaba mirando a Atra.

 

[¿Huh?]

 

[¿A dónde te gustaría ir?] Repetí.

 

[Déjame pensar.] Respondió lentamente. Entonces se sirvió agua fría y la bebió.

 

Espera, ¿está nerviosa?

 

Aún estaba tratando de darle sentido a su reacción cuando, sin encontrar mi mirada y sin expresar emoción, dijo. [Me gustaría ver el Antiguo Templo.]

 

[¿Desde cuándo has estado interesada en ruinas antiguas?] Pregunté, estupefacto.

 

El Antiguo Templo se ponía a la par de la municipalidad de la ciudad central, o eso oí. Nadie sabía cuando había sido construida o por quién. Solo un hecho acerca del edificio era certero: era la estructura más vieja en la ciudad del agua. Y aunque solo estaba abierta al público en ocasiones selectas, ninguno de los registros que había leído mencionaba algo remarcable de ello.

 

Mi compañera meneaba su agua fría, bajó su vaso, y miró. [¿Qué?] Demandó. [¿Hay algo de malo con eso?]

 

[No dije que lo hubiera. Pero… me gustaría verlo también.]

 

[Como pensé. ¡No esperaría menos de ti!]

 

[Ya veo.] Dije lentamente, dejando las preguntas mientras acariciaba la cabeza de Atra— para el deleite de la chica.

 

El templo ciertamente llamaba mi interés. Y Lydia dijo que quería ir también. ¿Qué más podría ser?

 

[Ciertamente, señora.] El gerente dijo, con una cortés reverencia. [Yo, Paolo Solevino, me encargaré.]

 

✽✽✽✽✽

 

“Fuera de las capitales de Atlasian y Bazelian, el punto muerto con fuerzas enemigas sigue.”

“Luego de regresar al dominio, las peticiones de la Marquesa Rondoiro en ponen en escrito, urge la paz inmediata con el reino.”

“El Marqués Carnien se dirige a la reunión: la paz mancharía el honor de la Alianza.”

 

“El Dox Pisani y el Diputado Nitti se reúnen a puerta cerrada.”

 

A mi regreso del enorme baño de hotel, tomé asiento en el sofá y secaba mi cabello mientras revisaba los periódicos locales que Paolo había entregado. Usaba un yukata ligeramente grande— un producto transpirable de la capital sur. Lydia había pensado en todo.

 

Debió haber tenido la mira puesta en la ciudad del agua, pequeño demonio.

 

Me serví una taza de agua fría de una botella en la mesa redonda y abrí el periódico. La opinión pública en la alianza estaba dividida, al parecer, entre halcones y palomas. Pero ¿por qué el Marqués Carnien estaba en anterior campaña? Los seis principados sureños tenían miedo de ser derrotados por los Leinster por el curso de las tres previas Guerras del Sur. Esa experiencia probablemente explicaba la presión en la paz del Marqués Rondoiro. Y aunque…

 

[No puedo hacerme ideas.] Gruñí. Probablemente nadie estaba para acercarse a Lydia o a mí mientras este asunto persistía.

 

Por otro lado, un Nitti está involucrado.

 

Reí, recordando a un fuerte e inesperado hombre franco cuyo nombre había conocido en la Academia Real. Podía no recordarme— especialmente ya que solo habíamos hablado una vez, en mi graduación. Pero lo recordaba y la mirada que había tenido cuando liberó su ira en mí. Aún estaba pensándolo cuando la puerta del baño se abrió y Atra salió, usando un vestido de noche blanco.

 

[¡Allen!] La niña gritó en su musical forma, saltando directo a mí. La atrapé con una toalla que había mantenido a mano— ni siquiera se había secado su cabello.

 

[¡Vamos, no puedes olvidar secarte!] Regañé a la niña mientras felizmente restregaba su cabeza contra mi barriga. [Ahora, siéntate allí. Secaré—]

 

[Yo secaré a Atra.] Lydia intervino, secando su cabeza mientras salía.

 

Suspiré. Usaba una madura bata, la cual mostraba sus hombros y clavícula. Tenía que luchar para no ver.

Lydia tomó una silla, la puso frente a mí y se sentó. [Tú me peinarás.] Dijo, entregándome un cepillo. [Atra, siéntate en mi regazo.]

 

Obedecía in silencio— no era sabio pelear en tales ocasiones. Atra hizo lo mismo que se le dijo, con su cola ondeando.

 

Lydia soltó un pequeño estremecimiento y gemido mientras gentilmente pasaba una suave toalla en sus cortos mechones. Entonces, con una combinación de magia de viento y control de temperatura, empecé a secarlos.

 

[No muevas tu cabeza, Atra.] Lydia regañó felizmente a la chillante niña. [Es más difícil secarlo cuando— Mmm.]

 

[Desearía que tampoco te movieras, Lydia.] Dije.

 

[¡¿Disculpa?!]

 

[¡¿Por qué estás molesto conmigo?!]

 

[¡Yooo!] Atra cantó.

 

Estuvimos así por un tiempo, Lydia secando el cabello de Atra mientras yo arreglaba el suyo. Pronto, empecé a oír pequeños respiros rítmicos.

 

[¿Atra se durmió?] Pregunté, manteniendo mi voz en bajo tanto para no despertarla.

 

[Eso creo.] Lydia susurró. [Se cansó de jugar en el baño.]

 

[Bien. Terminé.]

 

[Gracias.] Lydia llevó a Atra a la cama y extendió una manta sobre ella. La niña tenía una feliz sonrisa, y no podíamos suprimir nuestras risas.

 

Linaria Etherheart, los Gemelos Celestiales, se había mantenido en esa ruina mucho luego de su propia muerte para proteger a Atra— el gran elemental Thunder Fox. Y ella la puso a mi cuidado. Pero mientras los veía, no necesitaba una razón para proteger a esta inocente niña.

 

Lydia y yo compartimos miradas, entonces tocamos nuestros dedos en nuestros labios y nos movimos al balcón. El vino del que Paolo se había jactado se postraba en un envase de agua helada en una pequeña mesa, junto con dos delgados vasos. Los acompañamientos incluían frutos secos y bocados de carne salada.

 

[Muy bien.] Murmuró la caprichosa noble mientras un flequillo de su cabello se levantaba y ondeaba felizmente de lado a lado.

 

[¿Esta humilde comida le gusta a mi señora?] Pregunté teatralmente.

 

[Nosotros. Veremos.] En la luz lunar, Lydia se dio la vuelta para verme con una insípida mirada. [Digamos…]

 

[¿Hm?] Respondí, lentamente destapando la botella con un sacacorchos. El vino estaba brillando, así que podía haberse salido si sacaba el corcho de una vez.

 

Lydia se me acercó con ojos serios. [¿Qué opinas de mi vestido de noche?]

 

[Es encantador. Bastante encantador.] Respondí, sonrojado mientras su pecho entraba a mi vista.

 

Lydia me había conocido por mucho tiempo para perder las señales. Y bastante segura, su respuesta solo era una broma. [Tengo los ojos en la cara, papi.]

 

[¿Lo has usado antes?]

 

[Es nuevo. ¿No te alegra? No necesitas decir nada— Puedo contarlo. Deberías estar agradecido, sabes. Ningún otro hombre puede verme en mi ropa de dormir. Ahora, es tiempo de la plática de adultos. Debes tener muchas preguntas, y las responderé. ¿No estás agradecido por tener una amable y digna señora? Claro, haré que me pagues luego— con intereses.]

[Yo diría que me debes una también.] Dije, aunque podía sentir que estaba en desventaja.

 

Con un pop, el corcho salió. Espuma del buen vino salía mientras vertía el vino, dándole un vaso a Lydia y tomando el otro para mí.

 

[Muy bien.] Dije.

 

[Sí.]

 

[Salud.] Ambos brindamos, juntando nuestros vasos con un hermoso choque.

 

Incluso luego de mi tiempo en la capital real, el brillante vino bajando por mi garganta era una experiencia.

 

[Vaya.] Murmuré. [Esto es delicioso.]

 

[Sí.] Lydia dijo. [Ya veo que has aprendido mostrar algo de consideración. ¡Siempre solías rechazarme por esa descorazonada princesa!]

 

Cheryl, Lydia y yo habíamos pasado un año juntos en la Academia Real— el mejor año de nuestras vidas. Una princesa, la hija de un duque y un adoptado del clan lob. Nuestras vidas nunca debieron haberse entrelazado, pero por ese tiempo, lo hicieron.

 

[Eso me parece una falsa acusación.] Respondí.

 

[¿Oh? ¿Crees que puedes hablarme con ese tono? Tengo mucha evidencia.]

 

[Esto no es una excusa, pero sospecho que Cheryl diría la misma cosa.]

 

[¡¿Perdón?! ¡¿A quién escoges entre mí y esa gata ladrona real?! Tu mayor prioridad—]

 

[Es Caren, la hermanita más linda en todo el mundo mundial, claro. ¿O debería decir ahora mis estudiantes?]

[Deja. Muere.] Lydia dijo mientras se sentaba frente a mí, levantando una mano para mantener su cabello estilizado y cruzo sus piernas.

 

¿Me pregunto de dónde viene esa cosecha? Sabe increíble. Una vez estemos en paz, puedo hablar con Felicia acerca de la compañía—

 

Un pinchón en la mejilla detuvo mis planes.

 

[Estabas pensando en otra chica, ¿verdad?] Lydia demandó. [¿Felicia, quizás?]

 

[D-Deja eso.]

 

¿Cómo lo supo?

 

[Nunca cambias.] Lydia gruñó, descansando su cabeza en su mano y fijándome una mirada. [Pero nada de eso esta noche. Dime, ¿ahora a quién estás mirando?]

 

Luego de una breve pausa, respondí. [Lady Lydia Leinster.]

 

[No. Trata otra vez.]

 

Me retorcí. Atra era la única persona en nuestro cuarto, así que no tenía miedo de otros fisgones. Aunque…

 

Ondeé mis manos, lanzando los hechizos más potentes bloquea sonidos en mi arsenal. Entonces me giré a la paciente belleza escarlata.

 

[Mi e-esposa.] Dije. [L-Lydia Alvern.]

 

La vergüenza provo ser más grande de lo que imaginaba. Incapaz de soportar su ataque, me bebí mi vino.

 

[Oh, ¿sí? ¿Qué tenemos aquí? ¿Hm?] Una deleitosa sonrisa se expandió en el rostro de Lydia y no se detuvo hasta que estaba sonriendo de oreja a oreja. [Tu cara está roja, mi querido esposo. Y antes que digas lo que sea, recuerda que estoy en todo mi derecho. Confío que no has olvidado ese mensaje que me enviaste a la capital sur. Bueno, espero que lo hagas.]

 

Gruñí. Durante la rebelión, de hecho había enviado a Sir Ryan Bor de la guardia real para decirle “Si intentas seguirme en la muerte, te odiaré por ello.” Aunque sabía que ese mensaje la lastimaría, también había temido lo que pudiera hacer en su desesperación. Después de todo, mi compañera— Lydia Leinster, la Dama de la Espada, renombrada por el oeste del continente— también era una chica ordinaria en la cúspide de sus 18 años.

 

Lydia puso su mentón en sus manos y ondeaba sus pies. [Ah, me siento maravillosa.] Dije, con una musical risa. [Qué adorable noche para—]

 

La briza lo hizo, y un adorable estornudo detuvo su comentario.

 

[Me recuerdas a una pequeña a veces.] Me burlé. [¿Te gustaría ponerte otra prenda?]

 

[Quieto. Y no, gracias. Estoy bien.]

 

Justo entonces, Lydia agarro su cabello contra el viento nocturno. Jadeé mientras los rayos de la luna la bañaban. Habíamos sido inseparables desde nuestro primer encuentro, quizás nuestra relación me había cegado. De todas las personas en el mundo, esta Lydia madura era la más…

 

[Hermosa…]

 

Un comentario se me escapó.

 

¡Oh no! ¡Lo dije en alto!

 

[¿Q-Qué?] Lydia demandó, recostándose sobre la mesa. [¡¿Qué acabas de decir?! ¡¿Puedes repetir eso?! ¡Allen!]

 

[Oh, er… N-No tan fuerte, mi lady. Despertarás a Atra.] Dije, tratando desesperadamente de cubrir mi error. Mi corazón no podía soportar hablar mis sentimientos muy a menudo.

 

[Es importante. Pero justo ahora, nada en la tierra importa más para mí que captar cada palabra salida de tu—]

 

Otro encantador estornudo. La briza nocturna parecía estar saliendo más, y la luna se escondía en las nubes.

 

[Creo que te daré otra prenda.] Dije, levantándome y regresando al cuarto.

 

Lydia siguió, sus dedos tomaban mi manga izquierda. [¡En serio! ¿Te mataría darme un honesto halago de vez en cuando?]

 

[Diría que lo hago muy a menudo.]

 

[¡Suficiente!]

 

[Sabes, cualquiera que haya experimentado tu imponente personalidad estaría horrorizado de verte ahora.]

 

[¡Ha! Eso no me molesta, y no afectará a mi vida nada.] Lydia respondió. A pesar de sus duras palabras, un engatusador tono estaba entrando en su voz. Cheryl siempre decía que era demasiado amable con Lydia, y podía tener un punto.

 

[No eso.] Lydia intervino mientras llegaba por mi chaqueta que había usado ese día. [Prefiero usar esto.] Sostenía mi túnica, la cual Paolo había regresado. No podía adivinar que magia había usado, pero de alguna manera terminó la lavarlas mientras estaba en el baño.

 

[No huele a ti.] La mujer murmuró con su rostro enterrado en mi túnica. [Está mal.]

 

[¡N-No la huelas! Caren haciendo eso ya es bastante suficiente.]

 

Pero Lydia no le prestó atención a mi protesta mientras se ponía la túnica. Entonces se acercó más y me abrazó sin decir palabra.

 

Silencio.

 

Mientras la acariciaba de vuelta, ella me miró a los ojos, sonrió y dijo. [¿Te has hecho algo más alto otra vez?]

 

Pensé. [¿Quizás? No puedo estar seguro.]

 

[Claro.] Lydia río, felizmente jugando con mi cabello. Había sido más alta que yo en la Academia Real, y eso no había cambiado por un largo tiempo.

 

Me alejé de ella ligeramente. [Por cierto…]

 

[¿Hm?]

 

[¿Realmente necesitabas hacer tal declaración con mi mamá y papá?]

 

Lydia había declarado su resolución a ellos en la capital este, prometiendo mantenerme a salvo y rogó su permiso para quedarse conmigo.

 

[¿Estuvo mal?] Ella murmuró, cerrando sus ojos y descansando su cabeza en mi pecho.

 

[No, no diría eso.] Admití.

 

[No los había visto en mucho tiempo, y había hecho un poco de caos.]

 

[¿Solo un “poco”?]

 

[¡N-No te burles!] Lydia se molestó, haciendo pucheros.

 


Me miró directamente. [Verás, yo…]

 

[¿Sí?]

 

[Quería poner mis sentimientos y determinación en palabras. Y quería que tu padre y madre los escucharan. Sé lo mucho que significan ambos para ti.] Sus poderosas emociones encontraron una expresión en un remolino de deslumbrantes ascuas de fuego.

 

[Lydia.] Dije, consciente que había repetido este mundo más veces de las que podía recordar. [Eres la Dama de la Espada, pero ante todo eres una chica. Te protegeré.]

 

[Me has salvado más veces de las que puedo contar.] Ella respondió, moviéndose más cerca y tocando mi frente con la suya. [Así que también quiero salvarte. Quiero mantenerte a salvo y contenerte y tenerte para mí sola y quedarme así para siempre.] Ella levantó la mirada, sonrojándose levemente. [Y quiero besarte. Y que me beses.]

 

[Está bien.] Murmuré. Su ofensiva estaba pegándome sin piedad incluso mientras su dulce esencia picaba en mi nariz. Empecé a cerrar mis ojos.

 

Entonces Atra se volteó en la cama. El recordatorio de su presencia nos dejo un poco más calmados.

 

[Diría que has hecho más que eso de salvar.] Dije.

 

[Y siempre me pagas el doble.] Lydia contraatacó.

 

[¿Deberíamos salir?]

 

[Sí.]

 

Con Lydia vestida con mi túnica, regresamos al balcón con las manos juntas. Tan pronto me senté fue que dijo. [Cuidado.] Y se puso a mi costado.

 

[¿En serio?] Gruñí.

[¡Respuesta equivocada!]

 

Una vez compartimos una silla, teniendo hombro con hombro, Lydia se rio y tarareaba mientras bebía su vino.

 

[¿Podemos hablar en serio?] Pregunté, inclinando mi vaso.

 

[Sí. Asumo que ya te has dado cuenta porque estamos aquí.] Respondió, un tono perspicaz entró en su voz. [Agentes de inteligencia de muchas naciones y sus asociados frecuentan este hotel. De acuerdo a Maya, la vieja moneda que le di a Paolo nos identificaba como dos de ellos. Así que la noticia de nosotros ha llegado a los oídos más importantes de la ciudad.]

 

¿Maya? Oh, la maid de cabello castaño que nos despidió en la capital real.

 

[Nadie que fracase en reconocerme es digno para tomarlo en serio.] Lydia continuó, haciendo señas con su cabello. [Un torpe así probaría que los servicios de inteligencia internos de la alianza han decaído más de lo que pensábamos. También sería una causa para reconsiderar nuestros términos de paz— y hacerlos más difíciles. Después de todo, mi familia es fiel creyente en derrotar a nuestros inútiles enemigos cuando están débiles.]

 

Hice una mueca y le di de comer. A pesar de la tardía hora, pequeños talleres aún llenaban el Gran Canal. Dije, al menos. [Qué horrible tradición.]

 

[Es un poco tarde. Además, apostaría que la alianza haría lo que sea que estés pensando.]

 

[Sobrestimas—]

 

[Sé exactamente de lo que eres capaz.]

 

Bloqueado, lo intenté otra vez. [Permíteme—]

 

[No trates de luchar.]

 

Cerré mis ojos, bebí mi vino, y puse mis pensamientos en orden.

[La ciudad parece estar partida en halcones y palomas. Las reuniones en curso del Dux Pisani y el Diputado Nitti muestran que incluso ellos tienen que llegar a un consenso, y sin decir que la opinión pública también está dividida. No se siente como una ciudad en guerra.]

 

[Supongo que cada país está en las mismas.] Lydia dijo.

 

[El reino es más bien único, si me lo preguntas.] Dije a secas.

 

[“Realeza” incluida.] Ninguna otra nación pactaría con sus casas ducales con el poder político, dejando de lado el poder militar.

 

[Tienes razón que los Leinster nunca perderán en batalla.] Continué. [Aunque aún puedes perder la guerra. Una vez tu fuerza principal regresar de la capital real y se despliegue en el frente de línea, tienes una verdadera oportunidad para tomar no solo Atlas y Bazel, sino los cinco principados norte e incluso la ciudad del agua también.] Casi como un despertar, añadí. [No es que espere que lo intentes, dado la carga que le pondrías a tus cuarteles logísticos en la capital sur.]

 

El reino ahora estaba encerrado en un punto muerto con los Caballeros del Espíritu Santo en nuestra frontera este. La fuerza enemiga a la que había enfrentado en el Océano de los Cuatro Héroes había incluido a las tropas Lalannoyanas. Y aunque habían concluido en la paz con el Imperio Yustiniano, no podíamos permitirnos relajar nuestras defensas norte. ¿La “Santa” de la iglesia había pensado tanto a futuro?

 

[Pude hacerme a la idea de las condiciones en la alianza por el ambiente aquí.] Dije, comiendo una fritura. [Los caminos todos estaban bien, pero su sistema de trenes está en reparación. Incluso usando rutas oceánicas, tengo confianza que causaría serios problemas si fueras a anexar los principados norte. Y considerando el número de barcos en la ciudad del agua, la alianza aún tiene la fuerza para seguir. No podemos permitirnos tener a los Leinster atados mientras el balance de poder en la mitad de nuestro continente está en cambio. Por ello—]

 

[“Una paz rápida es nuestro curso más sabio, incluso si viene sin territorios.”] Lydia dio paso a mi conclusión.

 

Me bajé de hombros. [Realmente creo que deberías ser nuestro contacto para las negociaciones, Lady Lydia Leinster. Fuiste la líder de nuestra clase, ¿recuerdas?]

 

Su respuesta fue seca. [No.]

 

[Oh, en serio.]

 

[Y yo no era el líder de nuestra clase.]

 

[¿De qué estás hablando? Te graduaste de la Academia y Universidad Real en— ¡Ow!]

 

Lydia le dio juguetón jalón a mi brazo izquierdo. [Eso.] Gruñó. [Solo pasó porque alguien me lo impuso.]

 

Como el director lo decía en retrospectiva, me había graduado de la Academia Real con las mejores notas de nuestra clase, con Lydia llegando en segundo y Cheryl, tercera. Pero el prejuicio en la capital real se mantenía fuerte, y adjudicar los honores más grandes a un huérfano acogido por el clan lobo pudo, en el peor de los casos, haber destellado contra todos los hombres bestias en la ciudad. Por eso, el título había ido a Lydia. Originalmente había sido programado a graduarme tercero en la clase, pero Cheryl había tenido otra idea. Con la característica obstinación, Su Alteza Real había insistido en deferir su graduación así podría estudiar en el extranjero en la ciudad del agua.

 

[¡Eso duele!] Grité otra vez. [¡Deja de morderme!]

 

Lydia hizo lo que le pedí. Pero luego de un sordo silencio, se molestó. [¡Humph! ¡Malo! ¡Tonto! ¡Algo así no se vale, ¿sabes?! ¡Primero recibes un anillo de alguna misteriosa mujer y luego, como si eso no fuera tan malo, añades un brazalete de Lily!]

 

¿Cuántas veces había sacado lo de la joyería? Realmente debió haberle molestado.

 

[Creo que Lily quería el brazalete para doblar la seguridad.] Dije, rellenando nuestras vacías copas. [Sabes lo mucho que te ama.]

 

[Bueno, tienes un punto.] Lydia dudó. Ella y su prima era cercanas, como lo quiera decir. [Pero ¿no estás siendo muy permisivo con ella, incluso si es mayor y de cabello largo?]

 

[N-No apruebo tu insinuación.]

No creo que haya declarado una preferencia por las chicas mayores de cabello largo.

 

[Tienes a una chica que es mayor que tú justo aquí.] Lydia dijo, poniendo su cabeza contra mi hombro. [Y dejaré crecer mi cabello otra vez.]

 

[Creo que te ves adorable con cabello corto también.]

 

[Pero sería “más tu tipo” si lo dejo crecer más, ¿verdad?]

 

Tales fueron las palabras que había usado para burlarme acerca del cabello corto de Lydia en medio de nuestro examen de entrada de la Academia Real. Había estado dejándolo crecer desde entonces.

 

Suspiré. [Realmente no soy rival para ti.]

 

[Claro que no.] Respondió. [Deberías de haberte dado cuenta hace cuatro años.]

 

La belleza de cabello escarlata allí, dio unos pasos al frente, y se giró. [Te encontré y te atrapé.] Declaró, casi como si dijera una oración. [¡Yo, Lydia Leinster! ¡No la engatusadora princesa o mi ladrona prima o nuestra terca Santa del Lobo o mi descarada cuñada o Tiny! ¡Así que no te dejaré, y no seré derrotada!] Una pausa siguió. entonces, en un tono más suave, añadió. [Todo este desastre me hizo darme cuenta de todo eso otra vez.]

 

Su cabeza cayó y su voz empezó a temblar. Esa era Lydia la llorona— un lado suyo que solo lo revelaba conmigo.

 

[Verás, descubrí que soy mucho más posesiva de lo que pensaba, y que soy muy débil para caminar sola. Así que… por favor…] Ella levantó la mirada y me miro directo, con ojos llenos de lágrimas. [Nunca… nunca me dejes otra vez. Mientras estés conmigo, iré a dónde sea—al purgatorio o al infierno congelante o los confines de la tierra.]

 

Luego de escuchar eso, supuse que no podría seguir dudando.

 

Me paré y uní a la temblante noble, entonces tomé sus manos en las mías. [Lydia.]

 

[¿Allen?]

 

[Sabes, este es territorio enemigo.] Dije casualmente— y forjé un enlace de maná.

 

Los ojos de Lydia se abrieron. [¿Qué?]

 

[Nos mantendré enlazados mientras estemos en la ciudad.] Dije rápidamente, evitando su mirada. [Se siente más seguro de esa manera, ¿no crees? Digo, estaremos listos para reunirnos en cualquier ataque sorpresa.]

 

Como un desafortunado efecto secundario del excesivo enlace, el circuito de maná entre nosotros se estaba volviendo permanente. Actualmente manteniendo uno, sin embargo, aceleraría el crecimiento del circuito y haría más fácil para mí rastrear el maná de Lydia— algo que evitaba… y lo que siempre había deseado.

 

La asombrada noble enterró su rostro en mi pecho.

 

[Increíble. Simplemente increíble. Gran idiota.] Murmuró, sus cálidas lágrimas dejaron manchas en su yukata. Entonces, casi tan suave para escucharse. [Gracias. Soy tuya, ¿oíste?]

 

Me mantuve acariciando su espalda.

 

[Ahora, decidamos a dónde iremos mañana.] Sugerí, secando los ojos de Lydia. [Si no necesitamos entrar con las tontas negociaciones, entonces podremos disfrutar la mayoría de nuestro tiempo aquí. El Antiguo Templo está en la cima de tu lista, ¿cierto?]

 

Lydia me dio un avergonzado movimiento de su cabeza y murmuró. [Aún no. Podemos dejar eso para luego.]

 

[¿Qué? Pero dijiste—]

 

[¡Puede! ¡Esperar! ¡Ahora, sigamos bebiendo!]

 

[Como desees.] Aunque aún tenía preguntas, permití que la noble me guiara.

 

✽✽✽✽✽

 

[Seguro, ¿Paolo?]

 

[Sí, señor.] Le respondí al hombre, quien se rehusaba a bajar su pluma incluso a esta hora de la noche. Acaba de cumplir 24 años, con modestos lentes y cabello azul que era algo largo de un costado. A pesar del agudo brillo en sus ojos, su fatiga era algo aparente, y su fina ropa estaba desaliñada.

 

La Casa de Nitti estaba entre las primeras familias en la alianza, y estábamos encerrados en una cámara de su residencia en la isla central de la ciudad. Estaba aquí para reportar no en mi cargo público como un gerente de hotel, sino en mi cargo privado de agente en mando directo de Nitti.

 

[El nombre “Alvern” es seguro un engaño.] Dije. [A menos que confunda mi suposición, estamos lidiando con Lady Lydia Leinster, también llamada la Dama de la Espada. Su casa retiro su embajada luego del estallido de los hostiles, aunque ahora nos han enviado a la hija del propio duque. Don Niche, ¿esta puede ser la proposición de paz?]

 

[No necesariamente.] El joven— Don Niche Nitti, el hijo mayor de su casa— levantó la mirada, su rostro marcaba una profunda preocupación y cansancio. [No juzgues a la Dama de la Espada por su apariencia. Puede reducir nuestra cuidad a un océano de llamas en un solo rato si se siente con las ganas. Debiste haber escuchado lo que pasó en Avasiek— aunque muchos en la asamblea pretenden que no.]

 

Hace un mes y medio, en el comienzo de esta guerra, las armadas de Atlas y Bazel habían enfrentado a la Casa Ducal de Leinster del reino en la Planicie Avasiek… y sufrieron una derrota histórica— un adelanto de una rápida invasión en la cual ambos principados ahora se encontraban subyugados. En esa batalla, se decía, un solo demonio había arrasado con sus cuarteles y destruido la moral de sus tropas con un solo hechizo. Había descartado el cuento como un rumor del campo de batalla, y ciertamente nunca lo había asociado con una sola mujer.

 

[Al mismo tiempo, los Leinsters no son tontos.] Don Niche continuó, quitándose los lentes. [Deben estar considerando la guerra y la paz. Ahora, ¿quién viene junto con la Dama de la Espada? Seguramente ni ella vendría sola aquí.]

[Un joven hombre que se llama Allen y una chica del clan zorro.] Respondí. [No creo que ellos sean su esposo e hija, pero sospecho que son formidables.]

 

La levitación era notoriamente difícil de controlar, y un hechicero que realizara la hazaña tan fácilmente no podía ser subestimado. El joven ante mí, sin embargo, superaba todo lo que había anticipado. Incluso el calmado Don Niche— llamado la “Fría Navaja de Nittis”— esta asombrado.

 

[¿Qué?] Demandó. [¿Allen? ¡¿Dijiste Allen?!]

 

[¿O-Ocurre algo?] Pregunté, despeinando mi cabello en mi agitación. La cosa parecía estar más peliaguda de lo que había sido cuando la guerra empezó— quizás una señal de su estrés mental.

 

[¡Las cosas no podrían ser peor! ¿O podría ser lo mejor para la alianza? Ese hombre puede asegurar la paz en…]

 

[No le entiendo, señor.] Tan habilidoso como ese joven pudiera ser, encontraba difícil imaginar que podría merecer tal honor de Don Niche.

 

Luego de tomarse un tiempo para calmarse, el joven respondió. [¿Asumo que sabes que estudié en la Academia Real del Reino Wainwright?]

 

[Sí, señor.] La Academia Real era la mejor institución de aprendizaje en el oeste de nuestro continente. Solamente obtener la admisión a ella era una hazaña.

 

Don Niche abrió un cajón, extrajo una botella, y se bebió su contenido— medicina estomacal, presumía. [En ese lugar literalmente estaba lleno de monstruos.] Dijo. [Entre la Dama de la Espada y la Dama de la Luz, perdí la cuenta de cuántas veces fui abrumado por una incuestionable diferencia en talento.]

 

Aunque Don Niche ahora se ocupaba de los asuntos internos de su casa mientras su padre servía en la demandante posición de ministro, él había iniciado su carrera como un prometedor hechicero. ¿Aunque se había sentido abrumado?

 

[Y un monstruo sobresalía sobre el resto.] Él dijo mientras bajaba la botella, su rostro se retorció en odio… y leve, aunque inequívoco temor. [El “Cerebro de la Dama de la Espada,” Allen del clan lobo.]

 

[¡Imposible!] Dije. [¿Dices que realmente existe?]

 

Más de una vez, había oído rumores que la Dama de la Espada mantenía un “Cerebro” a su lado. Aunque ni siquiera los agentes de la alianza habían logrado obtener más información definitiva.

 

Don Niche puso sus manos en su escritorio y solemnemente declaró. [El final de esta guerra será tormentoso, aunque quizás no de la manera que el Marqués Carnien y sus coconspiradores de la Iglesia del Espíritu Santo esperan. La Marquesa Rondoiro y los otros grandes promotores de la paz están ordenando sus tropas igual. Paolo, si algo sucede—]

 

[Se lo reportaré de una vez, señor.]

 

[Por favor, hazlo. Oh, y en cuanto a mi hermano…]

 

[¿El joven Don Niccoló?]

 

Niccoló Nitti era el segundo hijo del Ministro Nitti y el hermano de Don Niche, aunque muchos años menor y de diferente madre. A pesar de poseer asombrosas reservas de maná, era un enfermizo chico y rara vez dejaba premisas. Cuando salía, era casi siempre a la biblioteca. La hija de la familia Steward— mi hermano mayor, Toni Solevino— servía como su asistente.

 

Don Niche dudó. [No, no es nada. Olvídalo.]

 

[Señor.]

 

Don Niche ya no dijo nada en mi presencia. Parecía que la Alianza de Principados y la Casa de Nitti estaban rodeados de muchos problemas.


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