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Capítulo 2

 

[¡O Allen, Stellla! ¡Perdona el rápido llamado! Debo asistir a un consejo dentro de poco. Ahora, permíteme ofrecerte té.]

 

Día del Fuego, el inicio de una nueva semana, nos encontrábamos en la mansión Lebufera en la capital real, donde una belleza elfica con asombroso cabello verde nos esperaba en una habitación elegantemente. Leticia Lebufera, el Vendaval Esmeralda, corría a una cocina con la estima en alto.

 

Miré a Stella, quien había accedido a salirse de clases. Me sentí alegre con su presencia. La joven noble usaba su uniforme escolar y tenía a una de cabello blanco tomada de la mano.

 

[¿Mr Allen?] Preguntó, notando mi mirada. [¿Hay algo en mi cara?]

 

[Estás bien.] Respondí. [Estaba pensando en lo alegre que estoy de tenerte a mi lado.]

 

[Oh, pero… me alegra estar aquí.] Stella bajó su mirada y presionó sus manos en sus mejillas. Un mechón de su cabello se meneaba como el de Tina lo hacía a menudo.

 

La leyenda de cabello jade regresó con té y Atra se le acercó, su colea se meneaba. [Letty, abrazo.] Ella rogó, jalando del borde del vestido de la mujer elfa.

 

La Duquesa Letty rio a todo pulmón. [¿Cómo has estado, Atra?] Preguntó, levantó a la niña con su mano izquierda y se sentó en un sofá mientras la derecha llevaba té en una charola.

 

[Sinceramente aprecio su ayuda en la ciudad del agua.] Dije, inclinándome mientras vertía agua caliente en sus tazas. [Y en la búsqueda de documentos de la fiebre de los diez días y los Ocho Grandes Elementales, tan raro en la capital rea, su consejo—]

 

[Perdona.] La antigua duquesa dijo. [¡¿Cómo podría negarle mi ayuda a la Estrella Fugaz de la nueva era?! Los jefes han venido aquí para apoyar— la cara del oeste— pero se contuvieron y esperaron al último momento. Chise le ha tomado interés a Ellie, a oírla hablar. “Pensé que era un retoño de los guardabosques, pero puede ser la guardiana del Gran Árbol. Pensé que había muerto.” Y claro, da sus oraciones como el profesor de la chica. Oh, pero no me pidas definir términos— llegan a nuestros tabúes. ¿Para qué están? Siéntate.]

Expulse un vago. [¿No me diga?]

 

Me alegraba que Chise Glenbysidhe, la Flor de Sabia, jefe de los espirituales, había visto el potencial de Ellie. Pero no podía recordar hacer algo para ganarme un halago. Le había pedido aprender la fórmula junto a Ellie, pero poco más. ¿Y “guardián del Gran Árbol”? Los apóstoles habían llamado a tuna un “retoño de los guardabosques.” ¿Había diferencia?

 

Hice una nota mental y lancé una mirada a Stella. Tomamos asiento en el sofá frente a nosotros y la Duquesa Letty empezó a vaciar el agua caliente en las copas.

 

[Los llamé hoy por una razón.] Dijo casualmente. [El dragón de flor ha entregado su oráculo.]

 

Hace casi tres meses, en la capital este, hice varias peticiones a los jefes del oeste: una nueva daga par superar la ardiente espada la Verdadera Escarlata de los Leinsters, nuevo filo en la confiable hoja de la Estrella Fugaz, iniciación básica de la magia botánica… y un ruego del oráculo del clan dragón hacia el dragón de flor, pidiendo una cura para la sobreabundancia de maná de luz de Stella. Aun así, no había esperado recibir una revelación.

 

Los dragones no tenían igual en la tierra. Había luchado con demonios y vampiros, a menudo juntos en la misma rama, pero sobrevivir a mi encuentro con un dragón negro aún se tomaba como un milagro. Si no es por Lydia y mi difunto amigo Zelbert Régnier, mi vida habría terminado allí.

 

Lo que se les otorgaba era igualdad absoluta. Sus comandantes trascendían más allá de la autoridad terrenal y fracasamos en llevarlo a cabo. Recuerdo algo que mi mamá me había enseñado de niño: “¿Los siete dragones? Ellos hablan por el planeta.”

 

No me sorprende que grandes nombres estén acudiendo a la ciudad.

 

La mano izquierda de Stella apretó la mía. Temblaba levemente.

 

[Duquesa Letty, permítame preparar el té.] Dije, tratando de sonar animado. [Mi madre me enseñó todos sus trucos.]

 

[Déjalo. Son mis invitados, y tú, Allen, has hecho que todas las casas del oeste estén agitadas. Y oí que no has tomado mi consejo de descansar, aun con todas las veces que lo repetí en la ciudad del agua. ¡Qué niño más incorregible eres! ¡O Atra, observa mi magia!]

 

Agua caliente ser vertió en una tetera de cristal y las hojas dentro danzaban mientras daban vuelta. Atra libero un chillido musical y ondeó su cola. La Duquesa Letty miró con cariño a la niña mientras continuaba su explicación.

 

[Tan pronto el clan dragón regresaron a sus tierras es que partieron al Valle de Flores, la villa oculta del clan león donde el dragón de flor se revela una vez al año. No necesito recordarles lo raro que es que los dragones aparezcan ante mortales y no hacen excepciones por el oráculo del clan dragón.] La Duquesa Letty movió su mano ligeramente y una charola de colores apareció en la mesa.

 

¡Magia de teletransportación!

 

[Como registro, el actual oráculo nunca se había dejado ver antes. Se dice que al menos un siglo ha pasado desde que alguna sacerdotisa lo hizo.] Ella añadió mientras una copa esmeralda llegó a colocarse frente a mí. [Bebe. No te arrepentirás.]

 

[Gracias.] Respondí.

 

[Tiene una adorable fragancia.] Stella intervino, levantando su propia copa. Atra levantó sus ojos y retorció sus orejas en agradecimiento.

 

La Duquesa Letty se recostó contra un muro cerca de la ventana, luciendo sombría. [La mejor cosecha del Margrave Solos Solnhofen. Uno de los hombres más negociadores de las casas del oeste, espera vender su mejor cosecha aquí sin distraerse… aunque le cuesta asegurar una ruta para sus mercancías.]

 

[Desearía que no le dieras más trabajo a nuestra brillante directora.] Dije. [Pero dime cómo lo alcanzó luego.]

 

[Nunca los había visto invocar al dragón de flor.] La Duquesa Letty dijo, regresando al tema. [De acuerdo a Egon, el oráculo pide por respuestas en un tembló de la vieja villa por toda la noche de luna creciente.]

 

Recordé el Viejo Tiempo en la ciudad del agua. ¿Había tomado ese amable príncipe de antaño la inspiración de este ritual? Mis pensamientos entonces se fueron a Egon Io, el jefe del clan dragón, quien había ganado una reputación continental por el valor marcial. El actual oráculo era su hija, a como lo recordaba.

 

[Y puras maravillas.] La Duquesa Letty continuó. [Una voz vino a ella en la brecha entre la oscuridad y el amanecer. Tanto como las crónicas nos cuentan, no se equivocó, aunque a menudo se rehúsa a responder. Hace doscientos años, en la víspera de la guerra, dije que me encontré con la pregunta “¿Puede la humanidad vencer al Señor Oscuro?” en silencio.]

 

Los dragones desafían la compresión mortal, pero también formaban parte de los asuntos mortales. El mero hecho que había hablado con el dragón de agua en la ciudad del agua sobresalía como una excepción.

 

Atra se deslizó del sofá y se trepó en el regazo de Stella. La joven noble limpió la boca de la chica con un pañuelo, usado para trucos.

 

[Pero no esta vez.] La Duquesa Letty puso su copa en la mesa con un tono de tensión en su voz. Un fuerte vendaval golpeó las ventanas. Stella y yo nos asombramos. [El oráculo, Aathena Io, regresó con un mensaje— el más claro en siglos. Intercambió palabras con el dragón de flor.]

 

[¡¿Se refiere a que se mostró solo?!] Respondí.

 

[P-Pero…] Stella jadeó. Las impensables noticias nos habían asombrado a ambos. Y la Duquesa Letty no se sintió diferente, a juzgar por su expresión.

 

[Yo, también, dudé al escucharlo.] Dije. [Pero Egon nunca podría bromear con tales cosas. El mismo oráculo yace en cama, su salud se deterioró al exponerse a lo sagrado. El sitio de la llegada del dragón de flor se convirtió en campo santo. Chise y agentes de mi casa confirmaron que ningún mortal puede entrar. Debemos aceptar la verdad de ello.]

 

Para calmar nuestros nervios, Stella y yo tomamos turnos para alimentar con galletas a una asombrada, pero feliz Atra.

 

Supongo que debería agradecerles a las estrellas que me reuní con el dragón de agua y slaí sin más.

La Duquesa Emerita Leticia Lebufera se paró recta. [O Allen del clan lobo. O Lady Stella Howard. En nombre de Egon Io, el jefe del clan dragón, transmití la voz del dragón de flor.]

 

[¡Estamos escuchando!] Ambos respondimos, levantándonos y encontramos su mirada.

                                            

[Pregúntale a la hija de la Estrella Fugaz, y en la Ciudad del Escudo, deja que la llave final, la Santa Cenicienta, y la menor de los guardianes del Gran Árbol descendió al archivo de los Guardianes del Registro. En sus profundidades que enfrentarás, inesperado, las insignificantes obsesiones de los mortales.]

 

No es precisamente un oráculo tranquilizador. ¿Ir a dónde nos dice realmente curará la condición de Stella?

 

La chica en cuestión se acurrucó contra mí, mientras la chica en su regazo miraba alrededor del cuarto sin cesar. Miré a la Duquesa Letty, presionándola a continuar.

 

[Chise y el clan dragón descifraron su importancia.] Dijo. [La “Estrella Fugaz” es otro nombre para el fundador del linaje de Yustin. Los antiguos llamaron a nuestra capital real la “Ciudad del Escudo.” En cuanto a los otros… asumo que puedes suponerlo.]

 

[Sí.] Respondí. [Yo, Stella y…]

 

[De tu círculo, Ellie es la que queda mejor en la descripción.] La Duquesa Letty dijo. [Justo como Chise predijo. Pero los “Guardianes del Registro” son lo que me preocupa. Convencerlos de abrir el Archivo Sellado tomará algo de trabajo.]

 

¿Qué “Guardianes del Registro”?

 

Miré a la antigua duquesa, sin comprender.

 

[Un viejo oficial.] Expliqué. [El Marqués Crom y Gardner lo han tenido desde la fundación del reino. Rastrearon sus linajes a ancestros de una diferente estirpe, parece. Aunque solo los actuales marqueses pueden entrar al archivo. Excepciones son casi sin precedentes, incluso para la realeza. Ninguna circunstancia puede ser más extraordinaria que el oráculo del dragón de flor, incluso debería darle a Stella y Ellie su admisión…] La belleza elfa dudó, su expresión se puso amarga.

Un adoptado en una casa del clan lobo como yo la pasaría mal para entrar. Y para hacerlo peor, Crom y Gardner…

 

Ambas casas se habían mantenido distantes durante la rebelión Algren, luego cooperó con la “limpieza” de los aristócratas restantes atraídos por el Príncipe de la Corona John. Aun así, los encontraba misteriosos. Mi fracaso en el examen de la corte— la razón por la que había iniciado a enseñar en un principio— había sido orquestado por el anterior segundo príncipe Gerard y el Hechicero Principal de la Corte Gerhard Gardner. Y Lydia y yo habíamos incendiado la mansión del Marqués Gardner antes de partir a la ciudad del agua.

 

[Mr Allen.] Stella murmuró, recostándose contra mí hasta que nuestros hombros casi se tocaban. Necesitaría preparar a Ellie y ella para hacer el descenso solos si es necesario.

 

[¡Calma!] La Duquesa Letty declaró, con un repentino aplauso. Los oídos y cola de Atra revolotearon. [Ni siquiera la familia real puede ignorar un oráculo del dragón de flor. Encontraré un camino. ¡Todas las casas del oeste están de acuerdo con ello! Un consejo lo decidirá pronto y lo vemos en un buen asiento.]

 

Stella y yo intercambiamos miradas. ¿Quiénes éramos para dudar de una leyenda viviente de la Guerra del Señor Oscuro?

 

[De verdad lo aprecio.] Dijimos, inclinándonos en conjunto.

 

[Por cierto, Duquesa Letty.] Dije. [¿Ha hecho algún progreso concerniente a Alicia Coalfield, Io Lockfield, y el Cielo Floral?]

 

La hora del consejo se estaba acercando rápido y la leyenda viviente nos había llevado a la puerta frontal mientras el Duque Leo Lebufera la llamaba. Atra se asomó de atrás, se acurrucó en su túnica y Stella la observó amablemente.

 

La Duquesa Letty bajó su voz. [Estamos investigando la verdadera familia consanguínea de Alicia, los anteriores condes de la Casa de Coalheart.]

 

Podía oír la rabia que luchaba por suprimir. Aunque la misma vampiresa se hacía llamar la teniente Luna Creciente de la Estrella Fugaz, la antigua duquesa la había declarado una impostora. En cuanto al hechicero espiritual y el apóstol de la iglesia la Flor Negra, iba con el nombre de una casa del clan dragón. Y el Cielo Floral al parecer se había llevado de viaje a una joven Duquesa Rosa Howard. Dudaba que resolveríamos los misterios pronto.

Incliné mi cabeza a la Duquesa Letty, empezó a caminar hacia Stella y Atra— y se ante mí.

 

[Una pregunta más. Acerca de la fiebre de los diez días.] Dije, encontrando los ojos de la Duquesa Letty sobre mi hombro. Había estado meditando sobre ello desde la capital de agua. [Solo los espirituales practican la magia de amplificación, pero ¿sabe si afecta a las maldiciones? ¿Y podría alguien de otra raza ejecutar la amplificación a gran escala?]

 

Una típica maldición, no importa lo potente, afectaba a un solo objetivo y un área limitada. Pero hace diez años, la fiebre de diez días había asesinado a toda una ciudad.

 

Las cejas de la belleza elfa se alzaron levemente. Podía oír a Atra y Stella cantar mientras respondía. [En teoría, sí. Lo confirmé en la Guerra del Señor Oscuro. Pero… requería un costo.]

 

[¿Específicamente?]

 

La leyenda me dio la espalda. [La vida del hechicero o un valor equivalente.]

 

En mi mente, las piezas empezaron a encajar. Algo había esparcido la misteriosa enfermedad que una vez arrasó la capital real.

 

[Allen.] Stella dijo, seguido de Atra. Sus reacciones me sacaron de mi trance.

 

[La mirada de Stella se ha hecho más fuerte.] La Duquesa Letty remarcó, lanzando un hechizo de control de temperatura con su mano izquierda. [Lo he pensado desde la ciudad de agua.]

 

[Eso supongo.] Murmuré. Stella había recorrido un largo camino desde nuestro primer encuentro.

 

Puede que no me necesite para llevarla a mi lugar secreto.

 

La noble de cabello plateado debió habernos escuchado porque sonrió y dijo. [Solo porque tengo al más confiable mago en el mundo de mi lado.]

 

[También me das más—]

 

[No es suficiente.] Interrumpió mi intento de corrección. Me rasqué mi mejilla.

 

Sonriendo, la Duquesa Letty levantó a Atra en un abrazo. [Bien dicho, Stella.] Dijo con nuna buena sonrisa. [¿Qué dirías de un esposo de mi casa?]

 

[¿Puede ser mejor que Allen?] Stella preguntó sin miedo, dejándome agitado.

 

[¡Me atrapaste!] La Duquesa Letty carcajeó. [Lo admito, las casas del oeste no tienen un talento que rivalice con la nueva Estrella Fugaz. ¿Dijiste que el profesor desea verte en la universidad después de esto? Te veré pronto.]

 

La pesada puerta se cerró y dejando a la leyenda viviendo fuera de nuestra vista.

 

[Stella—]

 

[Lo siento, pero no me arrepiento.] Recostó su cabeza en mi brazo izquierdo y rebajó su voz a un susurro. [Siempre siento celos siempre que Lily llega a decir cosas así.]

 

[Por favor, no le digas al Duque Walter.] Rogué, sosteniendo la mano de Atra con la mía. [Tengo el sentimiento que me daría una vista con su séquito.]

 

✽✽✽✽✽

 

[Puedes abrir los ojos ahora, Stella.] Dije una vez había tocado un techo blanco, sonriéndole a la chica que había estado sosteniéndose de mi brazo izquierdo. También disipé las ramas de los árboles que habían formado nuestro “camino,” aunque las barreras de bloqueo de percepción ya se mantenían visibles.

 

[¿D-Dónde estamos, Mr Allen?] Stella preguntó, aferrándose a mi brazo mientras revisaba los edificios cercanos.

 

[¡Arriba!] Atra dijo desde su posición en mi espalda.

Aunque nos parábamos sobre la cima de la mayoría de árboles, edificios de techos blancos aún ocupaban el especio. Los estudiantes iban y venían de la red de pasajes que se enlazaban. El Universidad Real ciertamente no se veía como el más grande centro de aprendizaje en el oeste del continente.

 

[Estamos en la cima del edificio principal de la universidad: la Torre del Colmillo de Dragón.] Expliqué, lanzando un hechizo de levitación en mi pequeña pasajera. [El profesor insistió que viniera sin avisarle a mis estudiantes. Sostén mi mano un rato más. Todo el lugar está repleto con hechizos de detección por seguridad y podía ser peligroso si no estás acostumbrado a ello.]

 

[C-Claro. Yo—]

 

Stella tembló mientras llegaba a alcanzarme. Un repentino vendaval había golpeado su túnica y casi la sacaba de balance.

 

[¡Whoa!] Atrapé su mano y la acerqué, mirándola al rostro. [¿Estás bien?] A pesar de mis muchas precauciones mágicas, una caída sería fatal.

 

[Sí, gracias.] Stella respondió, bajando su mirada en avergonzamiento.

 

Un sentimiento de ternura me supero y chasqueé los dedos de mi mano derecha, lanzando un hechizo botánico. Ramas llegaron a Atra y la regresaron al borde del techo, hacia el cual había estado corriendo.

 

[No es seguro.] Le dije a la molesta niña, arreglando su cabello blanco con mi mano. Haciéndole un guiño a Stella, añadí. [Ahora, ¿debemos ponernos en camino a laboratorio del profesor? Más considerándolo en lo mejor está en la universidad— y lo peor. Parece que ha encontrado los registros de la fiebre de los diez días que le pedí.]

 

Los hechiceros y eruditos de muchos trasfondos tenían oficinas en la Torre del Colmillo de Dragón. Apegado a la brillante reputación de la universidad, nada se le debía tomar a la ligera. Esos en posiciones de más grande autoridad tenían la bendición de la corona y los Cuatro Grandes Ducados. Y mi antiguo maestro, el profesor, se enlistaba entre esta elite.

 

Bajamos por un amplio corredor, nulificando un torrencial de hechizos de detección y trampas mágicas en cada paso del camino hasta que nos paramos frente a una puerta de madera.


[¿El profesor trabaja aquí?] Stella preguntó, aferrándose a mi brazo izquierdo, mientras Atra saltaba y gritaba.

 

[Eso es.] Respondí. [Aunque no estaba rodeado por hechizos como los que nos topamos en nuestro día cuando Lydia y yo solo éramos estudiantes. Quizás reflexionaron en la actitud de nuestros compañeros.]

 

Teto Tijerina y los otros estudiantes que lidero habían ayudado a Caren y las chicas más de una vez durante el ajetreo de los alzamientos y algunas veces habían luchado junto con ellas. Y todos tenía una maña por poner hechizos de detección. Quizás otros laboratorios les resentían luego de la forma que Lydia se había abierto paso en nuestro tiempo aquí. El pensamiento mie hizo querer rascar mi frente, pero en cambio toqué amablemente.

 

Sin respuesta. Sin ganas, abrí la puerta y entré.

 

[Increíble.] Stella murmuró.

 

[¡Muchos libros!] Atra gritó con sus grandes ojos brillando.

 

Libreros cubrían cada muro, sus estantes repletos con antiguos y raros libros de la colección del profesor. Un antiguo escritorio y sillas compartían piso con un enorme sofá que Lydia y yo habíamos traído. Papeles formaron una desordenada montaña encima de la mesa y una caja de hielo, aún una rareza, ocupaba una esquina.

 

Cerré la puerta con un hechizo de viento y dije. [¿Profesor? ¿Está aquí?] Lo suficiente fuerte para oírse en la cocina más adentro.

 

Otra vez, sin respuesta. El profesor amaba darles problemas a sus estudiantes tanto como le disgustaba hacer cualquier cosa solo, pero no lo conocía por saltarse un encuentro-

 

[Stella— ¿Oh?]

 

[¡Allen!] La noble gritó mientras un círculo mágico se materializaba del aire en el techo e innumerables ramas de árboles me golpeaban. A pesar de que apenas pudo lanzar un solo hechizo ofensivo, trató de lanzarse ante mí y—

 

[No necesitas preocuparte, pero gracias.] Dije, forzando el círculo para desintegrarse y trazar el maná a su fuente. Decidí que no lastimaría dejar caer un poco de hielo en la camisa del lanzador, quien yacía durmiendo en una canasta al fondo del laboratorio. En corto, el grito de una chica anunció su despertar.

 

[Vaya sorpresa.] Stella murmuró, sonrojada mientras acomodaba su boina. Atra sonrió.

 

[Aprenderás a hacerlo así también, una vez te recuperes.] Dije, descansando mi mano en la cabeza de la niña. [Trabajemos juntos.]

 

[Me encantaría.] Stella asintió y tocó la varita en su cintura.

 

Todos estábamos saboreando el momento de dulce calidez cuando la fuente del grito apareció sobre un librero a una corta distancia. Una mezcla de cabello blanco y negro se asomó desde abajo del distintivo sombrero floral de un espiritual. Su propietario tenía una túnica como la mía y era un poco más alta que Atra. Podía ver delgadas alas en su espalda.

 

[¡¿Q-Quién se atreve a visitar a una frágil doncella?!] La chica demandó desde su lado con mano en el borde de su sombrero. [¡Identifíquense! ¡Este es el laboratorio del profesor! ¡Cualquier chistecito te pondrá de enemigo mortal de la Dama de la Espada! ¡Y una vez venga… la universidad está perdida!]

 

Apreté mis ojos, deseando haber hecho un poco más por restringir la tiranía de Lydia. Reponiéndome, levanté mi mano izquierda y dije. [Hola, Suse. Veo que no has cambiado.]

 

De una vez, un visible temblor recorrió a la chica espiritual. Prácticamente se cayó del librero mientras volaba hacia mí.

 

[¡¿M-Mi señor?! ¡N-No dejes que las apariencias te engañen!] Respondió, saltando al aire. [¡Yo… solo estaba descansando! ¡Sí, descansando! ¡Yo… no soñaría con rebelarme contra Teto y el increíble código que ella demandó yo descifrara! ¡Por mi honor, nunca! ¡Y-Y el profesor dejó un mensaje para ti en mi resguardo!]

 

Luego que Lydia y yo nos graduáramos, la tarea de mantener el orden en el laboratorio recayó en los estudiantes de un año abajo: Gil Algren del este, Teto Tijerina y Yen Checker del oeste. Uno más caería bajo la jurisdicción del profesor. Pero la brujita había entrado en el papel de líder y ya que siempre se mantiene con el mejor comportamiento en mi presencia, parecía darle horrores a Suse.

[Deja tu “descanso” dentro de lo razonable.] Dije, arreglando su sombrero floral. [Conociendo a Teto, ella llegará en el momento que empieces a holgazanear.]

 

Mi antigua kohai gruñó y giró en medio del aire, su cabeza en sus manos. Los ojos de Atra se iluminaron. Mi compañera, sin embargo, parecía una causa perdida. Así que, con una leve reverencia, di mis instrucciones.

 

[Suse, presento a Lady Stella Howard. Y es Atra. Estoy cuidando de ella. Stella, mi antigua kohai Suse Glenbysidhe. No pude convencerla que dejará de llamarme su “señor.”]

 

Ambas chicas se congelaron de golpe.

 

[Howard, ¿dices?]

 

[¿Glenbysidhe? Entonces, debes estar relacionada con el Jefe Chise…]

 

Asombrado, pude lanzar un hechizo de levitación en Atra y caminé hacia el escritorio del profesor. Suse siguió no tan lejos de mí, de brazos cruzados, mientras la emocionada chica nos perseguía, llegando a abrazarla.

 

[Mi señor.] Suse dijo. [Oí los rumores, pero ¿seguro que es prudente seducir a dos hijas de dos duques? ¡Nay, tres si cuentas a Gil! ¿Ahora cómo puedes negar que tienes un “pegue natural con señoritas” y— señoritos—? Y por si fuera poco, te has ido con tan hermosa loli. ¿Qué dirán los otros cuando les cuente? A menos que desees saberlo, sugiero que visite el laboratorio más—]

 

[Déjame ver.] Dije. [¿Dónde están los papeles que el profesor dejo para mí?]

 

Aquí, ¿quizás? No, esos son los planes post graduación de los estudiantes.

 

Al final, encontré los papeles enrollados que buscaba y los lleves en mi mano. Los documentos concernientes a la fiebre de los diez días habían probado ser muy escasos. Esperando mejor suerte en la universidad, había enviado una petición al profesor y había movilizado a sus estudiantes a buscar.

 

[¿Mapas viejos de la ciudad?]  Stella preguntó, asomándose sobre mi hombro.

 

[Mi señor, ¿le importaría prestarme un poco de atención?] Suse se quejó antes que pudiera responder, volando en círculos. [Extiende una mano amiga a un antiguo compañero aplastado por la mano dura de Teto. Yen no puede librarse de las manos de su futura esposa, Gil no dejará la frontera este y Soi… Bueno, sabes lo que—]

 

Suse tembló mientras Atra se le subía desde atrás. Las dos chicas se salieron de control, Suse gritando mientras Atra se animaba y se tumbaba en un sofá cercano. Atra debió haber disfrutado el viaje porque mantenía sus brazos alrededor de Suse y ondeaba su cola con locura.

 

[¿Q-Qué fue eso?] Mi desorientado viejo compañero gruñó, aunque amable para alejar a la niña. [¡E-Espera, ¿tu maná está—?!]

 

Así que sabes lo que Atra es.

 

Le señalé a Stella una silla y empezó a extender los viejos mapas en el escritorio. Triángulos, cruces y otros símbolos llenaban la superficie, pero alguien había borrado todo el título y cada lugar que una vez había tenía una escritura. Sin embargo…

 

[Suse.] Dije, manteniendo mi voz casual. [No he llegado a ninguna conclusión, pero ¿te importaría su te hago una pregunta?]

 

[¿Hm? ¡Oh, suficiente! ¡Toma esto y lárgate que me molestas!] Suse respondió, moviendo un cojín suave de gato a la niña de cabello blanco a quien le había tomado cariño. Luego se sentó recta y una seria mirada entró en sus ojos.

 

[Supón, hipotéticamente, querrías amplificar un hechizo para cubrir la capital real, o quizás cerca de la mitad de ella.] Continué. [¿Cuánto maná requeriría?]

 

[Depende de la potencia.] Suse respondió, cuidadoso, mientras Stella levantaba a Atra y se unía en el sofá. [La magia de amplificación de los espirituales puede hacer mucho, pero no todo. La habilidad del hechicero primario hace una gran diferencia también. Pero ¿por qué preguntas ahora?]

 

[Qué raro. Una pregunta más: ¿puede otra cosa substituir un hechizo de amplificación? Algo como, digamos…] Bajé mi mirada a los viejos mapas y pasé mis dedos por las cruces— lugares donde esos quienes contrajeron la fiebre de los diez días y luego murieron habían vivido y colapsado. A primera vista, parecían carecer algún patrón o punto central. [Un círculo mágico, por decir.]

 

Nunca lo habría notado a nivel distrital, pero pasar por alto todo el alcance así, empecé a tener una vaga idea. Conectar las áreas con la mayoría de muertes producidas en un arco— un levemente de luna creciente. Hace once años, quién sea que lanzase la maldición llamada la fiebre de los diez días en la capital real debió haber usado este diseño para aumentar su poder.

 

[Qué viejo diseño.] Suse murmuró, luciendo sombría. [Pero la amplificación no dura mucho. Necesitaría una loca cantidad de maná. ¿Por qué crees que los espirituales no se mantendrían en las afueras del oeste del país?]

 

Como hechiceros, los espirituales estaban en la cima y sobre cualquier otra raza en el continente. Poseían un potente maná, largas vidas y secretos que ningún humano podría amaestrar. Aunque controlaban solo una porción de las regiones del oeste del reino. Parecía que no necesariamente habían escogido su escondite.

 

Observé a Stella, quien miraba con afecta a Atra mientras la niña se dormía. Una santa si tuviera que decirlo.

 

Arreglé los mapas, los metí en un tubo de almacenaje y empecé a escribirle una nota al profesor.

 

[Una última pregunta.] Dije.

 

[Dila. Por ti, mi señor, responderé cuantas tengas—]

 

[¿Te gustaría ver al Jefe Chise? Tengo conexiones para que pase ahora.] Pregunté, pasando mi lápiz por el papel.

 

Suse se congeló.

 

Levanté la mirada y se elevó al aire, de cara pálida.

 

[¡N-N-No! P-Pide… ¡Pídeme cualquier cosa menos eso!] Sollozo, al punto de las lágrimas, mientras huía al fondo del laboratorio. Una vez había puesto algo de distancia entre nosotros, puso barreras y se envolvió dentro de ellas.

 

Stella me dio una estupefacta mirada. [Allen, um…]

 

[Suse huyó de casa.] Expliqué. [Aunque creo que solo empezaron con el pie izquierdo. Le envíe al Jefe Chise noticias privadas.]

 

Suse no era única aquí; muchos de los estudiantes del profesor tenían problemas personales tanto como talento. El destino me había unido a los problemas de Teto y luego a Suse, así que haría lo que pudiera por ellas.

 

Una mirada de alegría vino sobre la joven noble.

 

Un momento pasó. Luego. [Lo sabía.]

 

[¿Stella?] Pregunté. Pero antes que pudiera hacer la pregunta, la puerta se abrió.

 

Entró una pequeña joven con cabello trenzado, usando un sombrero de bruja y una túnica de hechicero. El gato negro Anko se subía en su hombro izquierdo. No nos había notado.

 

[No puedo pasarlo.] Murmuró, mirando al papel en sus manos. [A pesar de ser un favor para Allen. ¿Qué es este garabato al fondo? ¿Muchas palabras? Y claro, el profesor nunca está libre cuando realmente lo necesito. Luego de lo que pasó en las catacumbas—]

 

Ella nos vio. El papel— una copia de la nota de la joven Duquesa Rosa— se salió de su agarre. La recogí y le sonreí.

 

[Hola, Teto. No te he visto desde la capital sur, cuando te pedí que hicieras el descifrado y la investigación para mí. ¿Yen no está contigo?]

 

La chica— Teto Tijerina— abrió sus grandes ojos. Maná levantó su largo cabello y se tiró al sofá, apretando su cabeza. Atra lucía asombrada.

 

[Allen, um…]

 

[No te preocupes. Se recuperará pronto.] Le aseguré a Stella y miré al papel. La línea final garabateada en efecto parecía una cuerda de palabras— palabras en un cifrado aún más fuerte que las partes de las que ya había decodificado.

 

Uno se ve como un “guardabosques.”

 

Mientras respondía, Teto se levantó. Tomo varios respiros profundos, aunque agitados, luego me apuntó con su dedo.

 

[¡Esta es una de las trampas del profesor, ¿verdad?!] Demandó. [¡Nadie me dijo ni pio de tu visita!]

 

Veo que finalmente volvió a su antiguo yo. Reflexioné, sentándome en el escritorio y cruzando mis piernas.

 

[Tú qué sabes.] Dije. [Le dije a Suse, así que pudo pasárselo. Oí que él y el director están lidiando con mortales cantidades de trabajo. ¿Verdad, Stella?]

 

[Sí. El director ha estado en la Academia Real desde que se reabrió… aunque he estado esperando hablar con él acerca de quién llevará el consejo estudiantil el siguiente semestre.] La presidenta añadió.

 

[No puedo culpar a ni uno de ellos por sentirse tensos.] Continué, notando el peso de Anko en mi hombro izquierdo. [Nobles de largo linaje han perdido considerable influencia, pero la facción conservadora está viva y coleando con Crom y Gardner liderándola. El primer príncipe se ha retirado de la política y el anterior segundo príncipe está perdido. La guerra se acabó en el norte y sur, pero aún tenemos a los Caballeros del Espíritu Santo en nuestra frontera oeste. Y no olvidemos a los demonios a nuestro oeste. Lo peor de todo, la autoproclamada “santa” de la iglesia y sus apóstoles están haciendo de las suyas en todas partes. Pero solo puedo especular. ¿Quién sabe cómo les está yendo? ¿Puedes saberlo, Anko?]

 

El magistral maestro, el más grande departamento y la autoridad más reverenciada, dio un solo maullido.

 

Ya veo.

 

[Como pensé, no podían estar más ocupados. Parece que se están reuniendo con altos dignatarios en el palacio mientras hablamos. Toma tu tiempo descifrando la nota de la Duquesa Rosa, Teto, pero asegúrate de hacerlo bien. Parte de la última línea puede estar relacionado al “guardabosques.” Con Niccolo aún en la capital sur, no puedo pedírselo a nadie más que a ti.]

 

[Aprecio todo lo que has hecho por descubrir más de mi madre.] Stella añadió, inclinándose. Sentí su resolución para enfrentar el pasado de su madre. Realmente se había hecho fuerte.

 

La autoproclamada chica “normal” bajó el borde de su sombrero y asintió. [¿Cómo puedo decir no a eso? Déjamelo a mí. Lo lograré de alguna manera. ¡Suse! ¿Dónde está el análisis del cifrado que te pedí que—?]

 

Teto chasqueó su lengua mientras una multitud de figuras le pasaba. Los talismanes de la joven brujita se detuvieron a más de la mitad… pero habría esperado mejor suerte para la próxima vez. Todos parecían ser señuelos. En cuanto al fugitivo…

 

Miré a la luz del cielo y mis compañeros todos siguieron mi mirada. Allí la avergonzada chica espiritual de la que habíamos pensado se metió detrás de sus barreras. Sus risotas se nos vino encima.

 

[¡Nunca debiste haberme dejado sola!] Gritó. [¡Te doy la despedida! Oh, y Teto, sugiero que consideres “llevar una pequeña tienda de artífices” como tu futura carrera. Digo, no durarías una semana. ¿No te das cuenta que Yen está preocupado como loco?]

 

Suse debió haberles dado una mirada a los papeles en el escritorio del profesor también. Aunque, este caso, tenía que acceder. Teto estaba muy lejos de triunfar en los negocios.

 

La mandíbula de Teto se abrió. [¿C-Cómo es que tú—? ¡Espera! ¡Suse Glenbysidhe!]

 

[¡Mi señor! ¡Espero su llamado para la siguiente gran guerra!] Mi joven amigo dijo, entonces abrió la ventana y escapó. Un frío viento entró en el laboratorio.

 

Teto tembló, sus ojos brillaron y sacó un racimo de talismanes. [¡Tendrán que disculparme por hoy, Allen! ¡Hasta la próxima!] Gritó, abriendo la puerta y saliendo a la persecución.

 

Ocupada como es usual, ya veo.

 

Me bajé del escritorio y caminé al sofá. [Es una probadita de lo que puedes esperar de nuestro departamento, Stella.] Dije, levantando a la durmiente Atra en mis brazos. [Estoy de acuerdo que deberías avanzar a la universidad y espero que asistas con Caren, pero considera tus opciones con cuidado—]

 

[Escojo aquí.] Stella interrumpió.

 

[Sí, pero—]

 

[Estoy decidida.]

 

Deslumbrantes luces blancas danzaron. No detecté una pista de oscuridad mientras Stella se me acercaba y ponía una mano en la mejilla de la durmiente Atra.

 

[Quiero estudiar aquí.] Dijo, con una radiante sonrisa. [Me gusta de la forma que está.]

 

[¿De verdad?] Dije lentamente. [Muy bien, supongo que está bien.]

 

[Sí.]

 

Stella y yo sonreímos. Y en ese preciso momento, llegó un delicado toque en la puerta.

 

¿Uno de los otros estudiantes? Pero pensé que el profesor los tenía a todos en sus cosas.

 

Intercambiamos miradas y dije. [Por favor, entre. No está cerrado.]

[Con su permiso.] El nuevo respondió. [Ah, veo que el profesor tenía razón. Los he estado buscando.]

 

[¿Lady Noa? ¿Qué la trae aquí?] Pregunté mientras una hermosa elfa entraba, vestida en un uniforme formal de un guardaespaldas real. Tenía el cabello largo jade y llevaba un arco en su espalda y un estoque en su cintura.

 

[¡Mr Allen, por favor, de prisa al palacio!] Lady Noa respondió, dando una gran reverencia. [La Princesa Cheryl Wainwright y Lady Lydia Leinster están batiéndose a duelo en el jardín interior. No tenemos forma de detenerlas.]

 

✽✽✽✽✽

 

[¡A-Allen! ¡L-Lady Stella! ¡Por aquí!] Ellie dijo, mirándonos desde el pasaje secreto subterráneo al que Lady Noa nos había llevado en un corredor de piedra a las afueras del corazón del palacio. Usaba su uniforme escolar y normalmente habría estado en clases.

 

Ellie había venido al palacio sin Tina, Lynne o Caren para así pudiera oír el oráculo del dragón de flor. La tarea de informarla al parecer había recaído en su abuelo Graham, quien había acompañado al Duque Walter Howard a la ciudad. Un arreglo irregular, pero el “Abismo” recibía respeto incluso en el oeste del reino. Sin duda tenía que ponerse al día con su nieta también.

 

Once guardaespaldas se paraban fuera del jardín para proteger el palacio de los efectos de la colisión. ¿Quién sabe cuántos edificios ese par de soquetes habría destruido durante sus días de la Academia Real?

 

Mientras nos acercábamos, Ellie se aferró con nervios a la manga de Stella y mía. El rugido de batalla resonaba desde arriba.

 

[¿Mr Walker te metió?] Pregunté, pasando a Atra a mi espalda y pasándosela a Stella.

 

[Sí.] Ellie respondió. [¡Realmente no lo entendí, pero prometo que los mantendré a ambos a salvo! Ah…]

 

La vista de la avergonzada maid trajo sonrisas a los rostros de los guardaespaldas.

Espero poder entrar al Archivo Sellado con ella, pero realmente ni siquiera debería estar en el palacio.

 

[Allen.] Stella susurró y me dio una señal de seguridad. Nuestro gentil ángel dio una hermosa vibra con la niña de orejas de furro acurrucada en sus brazos. Respondí con una mirada de gratitud.

 

Entonces, una hermosa elfa con un clip floral blanco asegurando las puntas de su cabello jade— la hermana menor gemela de Noa, Effie— camino y me saludo con una gran reverencia.

 

[Mr Allen, qué bueno verlo otra vez. Me disculpo sinceramente por el inconveniente.]

 

[Por favor, ni lo mencione. Estoy acostumbrado a esto. Dicho esto…] Viendo a los caballeros de la guardia real usar grandes escudos para asegurar el perímetro alrededor del jardín, grité.

 

[¡Richard!]

 

El caballero de cabello rojo levantó la mirada del familiar de Cheryl, el lobo blanco Chiffon y saludó. [¡Allen! ¡Por aquí! ¡Y de prisa!]

 

Le di una mirada a Stella y Ellie y les señalé a quedarse con los guardaespaldas. Solo por un momento, pensé que sentí a la noble de cabello plateado emitir un flash de maná oscuro, pero pronto se disipó. ¿Lo había imaginado?

 

Pasando la pregunta, pasé por el corredor de piedra [¿Por qué me llamas cuando ya estoy aquí?] Le dije al vicecomandante.

 

[No estoy de buen humor para bromas.] Dijo, con una risa nerviosa y me señaló con la mano. Siguiendo, noté a una Lia vestida de blanco recostándose sobre un muro interior y pisoteando el suelo. Más allá, una verdadera batalla se armaba.

 

[¡CHERYL!] Gritó una noble con unas fluidas coletas escarlatas.

 

[¡LYDIA!] Una princesa gritó con unos brillantes mechones dorados.

 

Sus simultaneas patadas colisionaron en el centro del jardín. Una tremenda onda de choque de maná derribó unas columnas restantes paradas y rajaron los caminos de piedra alrededor de ellos. Los muros internos se rajaron. Cráteres se formaron en el suelo. Los combatientes debieron haber llegado de una conferencia porque usaban vestidos escarlatas y blancos, respectivamente.

 

¿Debería elogiarlas por no sacar armas?

 

[¡Podía ver eso a kilómetros de distancia!] Gritó, ondeando sus manos. Incontables hechizos de luz tomaron lugar rodeando a Lydia. No solo los disparos con velocidad y fuerza variada, pero incluso algunos emergieron como espadas, lanzas y hachas mientras bombardeaban a la noble de cabello escarlata.

 

Lydia enfundó sus extremidades en maná y los hizo a un lado. [¡Estoy harta de sus truquitos!] Respondió, mostrando sus colmillos. [¡Es por esto que no te soporto, gata ladrona!]

 

[¿Oh? ¿Olvidaste que Allen creó las bases de mis tácticas?] Cheryl hizo a un lado sus mechones dorados, haciendo un show para burlarse de su mejor amiga mientras esta corría sobre una columna rota. [Nos reuníamos a diario en el café con el techo cielo azul para discutir— ¡Oh! Qué tonta. ¡Debes estar celosa que no puedes calmarte! ¿Verdad, Lady bebé-llorón-que-no-puede-dormir-en-la-noche-sin-tú-sabes-quién?]

 

La temperatura se disparó. Un torbellino de fieras ascuas llenaron el aire, quemando incluso los rayos de luz.

 

[¡Retirada!] El noble de cabello rojo gritó, entonces puso su mano en mi hombro. [Allen, te dejamos el resto.]

 

La guardia real empezó a hacerse atrás. ¿Qué había pasado con los caballeros que se pararon y lucharon conmigo en la capital este?

 

Chiffon se rehúso a desertar, observándome con sus ojos. Qué noble criatura.

 

La tormenta de ardientes ascuas cubrió todo el jardín. Lydia pasó su mano derecha por el aire, conjurando una espada de puro maná.

 

[Cheryl.] Dije. [Rogar no te salvará hoy. ¡Grabaré un video tuyo llorando y rogando por mi perdón para mirarlo en su cuarto! Oh, hablando de eso, nunca has pasado una noche allí, ¿verdad, Princesa Piruja?]

 

Increíblemente, el mismo espacio se quebró. La se concentró en las manos de Su Alteza Real mientras su largo cabello rubio ardía con su rabia. Su adorable sonrisa no apareció.

 

[Lydia, ¿la vida no te ha enseñado que hay cosas que son mejores no decirlas? ¡Vas a ser la que va a llorar!]

 

Ellas salieron volando al mismo tiempo, instantáneamente cerrando la distancia entre sí. La ardiente espada chocó con el radiante puño una vez más.

 

[¡GUARDATE TUS FANTASIAS!]

 

[¡TE PUEDO DECIR LO MISMO!]

 

Fuertes ascuas y motas de luz colisionaron, quemando y cortando todo alrededor de los combatientes en una brillante esfera de destrucción.

 

[¡Lydia y la Princesa Patosa son bastante fuertes!] Lia rio y se bajó del muro.

 

[¡Muy bien! Cuida tu lenguaje.] Regañé, atrapándola.

 

Justo entonces, Atra corrió y abrazó a Chiffon, ignorando el grito de Stella con un “Espera.” Viendo eso, Lia se bajó y unió con un “Fueeerte.”

 

[Oh, en serio. ¿Qué voy a hacer con ustedes dos?] Dije, aunque la escena calentó mi corazón. [¡Lady Noa! ¡Lady Effie! ¿Puedo preguntar qué causó la pelea?]

 

Las hermosas gemelas habían vuelto a preparar las barreras. Recibieron mi pregunta con ceños fruncidos.

 

[Su Alteza Real se reunió con un embajador hoy. Se sentó con Lady Lydia para una amigable charla luego.]

 

[Pero luego empezaron a discutir. No sabemos precisamente sobre qué.]

 

[Ya veo.] Dije lentamente, observando a mis antiguos compañeros atacarse con golpes tan poderosos que no se dirigirían a una persona común.

 

[¡Y-Ya está, Princesa Machona!]

 

[¡Quién habla, Lady Corta y Quema Todo!]

 

Cheryl había escogido retar a la temible esgrima de Lydia en combate cercano, golpeando y pateando una espada de fuego tras otra mientras rechazaba a su ponente era impresionante. Una hechicera de asombrosa habilidad, la Dama de la Luz podía rivalizar contra la Dama de la Espada en una batalla cuerpo a cuerpo.

 

¿Y esperan que me entrometa en medio de eso?

 

Incapaz de enfrentar la dura realidad, miré a mis pies.

 

[¡Esponjoso!]

 

[¡Fy!]

 

Chiffon había rodado, permitiendo que Atra y Lia se enterraran en su peluda panza. Incluso Anko, a quien no había visto que llegó, se acurruco con ellos.

 

Lo que daría por un orbe de vídeo.

 

[Allen, creo que mejor le juegas al escapista otro día.] Richard dijo desde atrás de un muro de grandes escudos. [Necesito que te pongas en el lugar de la ciudad, del palacio, y mío—el chico que tiene que detener a nuestro comandante cuando se lanza a lo loco a una situación peligrosa.]

 

[Bien. Pero me debes una.] Me forcé a sonreírle al vicecomandante, cuya actitud encontraba casi refrescante. Para mis estudiantes, añadí. [Stella, Ellie, por favor, denme una mano.]

 

[Claro.] La noble respondió.

 

La joven maid, claro, sonaba nerviosa. [S-Sí. P-Pero ¿qué puede hacer mi magia?]

 

[Lo harás bien.] Le aseguré, avanzando. [Ellas solo están reforzando la amistad a putazos. Solían hacerlo todo el tiempo en la Academia Real.]

 

Un raro silencio siguió.

 

[¿Reforzando?] Stella repitió tímidamente.

 

Ellie balbuceó. [U-Um…]

 

[Allen.] El caballero de cabello rojo dijo desde atrás de su muro de escudo. [Nadie podría verlas e imaginarse con esa impresión excepto tú, mi madre y mi abuela. Quizás Anna y mi tía también, pero aun así.]

 

[¿Siempre puedes detenerlas solo?] Ofrecí, inclinando mi cabeza.

 

[Creo que pasaré. Para mi pesar, tengo una encantadora prometida. No tengo prisa en morir.]

 

Con eso, el futuro Duque Leinster se retiró de la conversación. Me imaginé que todo estaba bien entre él y Lady Sasha Sykes, pero tenía preocupaciones más grandes ahora.

 

[Stella, Ellie, déjenme explicar nuestro plan de ataque.]

[¡Estamos listos!] Ambas chicas respondieron, corriendo a mí. Cabello plateado y rubio revoloteaban en el viento.

 

[Y ese es el plan.] Concluí momentos después. [Déjenme el resto a mí.]

 

[Haré lo mejor que pueda.] Stella prometió mientras Ellie decía un “S-Sí.”

 

Me estiré, haciendo una serie de ejercicios de calentamiento mientras la explosión de rocas sueltas y gritos llenaban mis orejas.

 

[Allen, ¿sostendría mi mano?] Stella preguntó. [No insistiré en enlazar el maná.]

 

[Muy bien.] No vi razón para rehusarme, así que tomé su mano. Podía oír su pulso palpitar un poco rápido.

 

[Gracias.] Stella dijo tímidamente, luego retiró su varita y empezó a preparar magia de luz.

 

Viendo su rara apariencia de hermana mayor, la joven maid jaló mi túnica. [A-Allen, um…]

 

[¿También te gustaría tomarme la mano, Ellie?] Pregunté.

 

[¡S-Sí!] El ángel dijo. Tan pronto había tomado su mano fue que su rostro brilló y empezó a desplegar hechizos a una remarcable velocidad.

 

Mientras, Lydia y Cheryl se separaron, levantando masivas espadas de fuego y luz sobre sus cabezas. Planeaban saldar cuentas. Mientras los cielos se contraía y la tierra retumbaba, observaba por una apertura.

 

[¡Stella!] Grité en una fracción de segundo antes que la Dama de la Espada y La Dama de la Luz empezaran su ataque.

 

[¡Bien!]

 

Un cegador destello llenó el jardín. Los combatientes dudaron. En las manos de Stella, incluso un hechizo de luz básico hacía una efectiva distracción.

 

[Ellie.] Dije, mágicamente protegiendo mis ojos y los de mis compañeras del brillo.

 

[¡Sí!] La joven maid respondió y el suelo se agitó. Un aroma floral empezó a envolvernos.

 

Cuando el destello se calmó, a pesar de la prematura temporada de invierno, flores cubrieron el jardín en un show de colores. Lydia y Cheryl detuvieron sus pasos, asombradas.

 

[¿Eso es…?]

 

[¿Magia botánica?]

 

Solté las manos de Stella y Ellie y junté las mías. Las enormes espadas de fuego y luz se desintegraron en brillantes chispas.

 

[Ya sea la Dama de la Luz o Espada que quisiera unirse a mí por té, por favor, levante su mano.] Dije, atrayendo la atención. [¿O preferirían ir a ver las camas florales de invierno?]

 

Lydia y Cheryl pestañearon, finalmente notándome. Luego se cruzaron de brazos y se alejaron de mala gana.

 

¿Qué haré con Sus Altezas? Debieron haberse dado cuenta cuando llegué aquí si no se le hubiera subido la sangre a la cabeza. Digo, Lydia incluso tiene un pacto conmigo.

 

[Gracias, Stella, Ellie.] Les dije a mis ayudantes.

 

[Ni lo menciones.] Nuestra santa respondió, sonriendo. [Me alegra poder ayudar.]

 

[¡Practicaré aún más duro desde ahora!] El animado ángel añadió.

 

Realmente son hermosas chicas.

Detrás de mí, Richard y Lady Noa y Effie dieron sus órdenes.

 

[¡Reparen el jardín! ¡Pero para ayer!]

 

[Traigan tablas y sillas. Y preparen té.]

 

[¡Tomen a Chiffon y a las señoritas! ¡No tenemos tiempo que perder!]

 

Revisé lo que quedaba del jardín. Mis antiguas compañeras pudieron haber hecho más daño que la armada rebelde.

 

[¿Y qué carajos pasó?] Les pregunté a las culpables, quienes estaban haciendo pucheros como niños.

 

Lydia pasó atrás de mí sin hacer sonido. [Esta princesa ladrona no se tomará un descanso, no importa cuántas veces se lo diga.] Ella dijo, jalando mi túnica. [Y si no descansa, nadie puede. ¡Ahora, está de mi lado! ¡¿Qué estás esperando?!]

 

[Así dice Lady Lydia Leinster. ¿Algo que añadir?] Le pregunté a la princesa, aún parada con sus brazos cruzados.

 

[Me tomaré descansos.] Respondió hablando rápido. [Tan pronto como termine mis pláticas con la Princesa Imperial Yana Yustin.]

 

[¿Ni siquiera saber cuánto llegará aquí y planeas seguir sin ningún descanso hasta que se vaya?]

 

[Bueno, acabó de entrar en la línea de sucesión y no puedo andar sobre laureles en momentos así. Mi padre hace mucho más que eso.] La voz de su Alteza Real se apagó. No pude entender lo último de su excusa. “Y más importante, estoy trabajando en algo para ti detrás de escenas.”

 

[Cheryl, no necesitas pensártelo dos veces.] Presioné a nuestra seria princesa. [Lydia solo está preocupada por ti. ¿Recuerdas cómo solías ponerte antes de los exámenes? Estudiaste tan duro que colapsaste.]

Cheryl abrió sus brazos, estupefacta. [¿Qué?] Murmuró, viendo a su mejor amiga sacar su cabeza detrás de mi espalda.

 

[¡¿Qué?! ¡N-No!] Lydia protestó. [¡¿Q-Quién desperdiciaría su simpatía en una gata ladrona como ella?! ¡Solo quiero tiempo libre! ¡N-No trates de hacerlo m-más raro!]

 

[Sí, sí.]

 

[¡Solo un “sí” es suficiente! ¡Y usaste mi título antes! ¡Para! Dios.] Lydia empezó a jugar con el brazalete en mi muñeca derecha, aún molesta.

 

[¡Sea como sea!] Dije, levantando mi dedo índice izquierdo. [Traten de no pirarse mucho—causa mucha preocupación y daño a la propiedad. Cheryl, recuerda tomar descansos. El frío se pone intenso y odiaría oír que colapsaste.]

 

[Qué mandón es mi sirviente.] Lydia gruñó, levantando sus labios.

 

[S-Si insistes.] Cheryl dijo, tocando sus dedos en sus sonrojadas mejillas.

 

Me giré para encontrar que Ellie y Stella ya habían empezado a preparar una fiesta de té. Y…

 

[En serio, ¿no necesitas un descanso más que nadie?] Richard entró mientras caminaba hacia nosotros a través del campo de flores.

 

[¡Claro que sí!] Intervino la morenaza a su par— la ama de llaves de los Leinster, Anna.

 

[¿Oh? Incluso mi tonto hermano dice algo inteligente de vez en cuando.] Lydia dijo, pellizcando mi mejilla.

 

La sonrisa de Cheryl se tornó atemorizante. [Allen, ¿has estado rechazando tu descanso otra vez?]

 

Dejé vagar mi mirada hacia la más alegre maid.

[¡Espléndido trabajo, Mr Allen!] Ella intervino.

 

[Anna, si estuvieras aquí, desearía que intervengas.] Hablé mientras mis antiguas compañeras se me acercaron. Anna fácilmente pudo haberlas calmado a ambas.

 

[¡Mejor no!] Sonrió. [Un mensaje vino de la capital este. Ms Konoha, sirviente del Duque en Funciones Gil Algren, llegará mañana por la tarde, al mismo tiempo que Mr Sui del clan lobo y su prometida, Mis Momiji Toretto.]

 

Anna debió haber venido expresamente a entregar las noticias. No esperaba problemas a lo que Sui concernía, pero aun me incliné para mostrar mi gratitud.

 

[Otro tema.] Anna levantó un dedo. [La nueva tarea de Lily en la capital real ha sido pospuesta.]

 

[¿Ha ido con sus padres?] Pregunté lentamente.

 

El hombre de la casa de Lily era Leinster. Su padre, el viceduque, gobernaba los anteriores principados de Etna y Zana. Podía imaginar las restricciones que fueron colocadas en ella como su hija mayor cuando se trataba de—

 

Richard me estaba dando una mirada de lástima.

 

Tengo un mal presentimiento sobre esto.

 

Con una cariñosa mirada a Lydia y Cheryl, quienes había regresado a pelear una con la otra, Anna respondió. [Bueno, supongo que puedes decirlo así. Aunque solo si estamos hablando de Lily, la número tres de la Corporación de Maids de Leinster.]

 

[¿A qué te refieres a—? ¡Ah!]

 

Cheryl y Lydia me tomaron de los brazos y me jalaron sin aviso.

 

[Vamos, entremos.] La princesa rubia dijo, con una sonrisota.

[Anna, mantenme al día con cualquier nueva noticia.] Demandó la noble de cabello escarlata, cuyo humor había mejorado.

 

La ama de llaves extendió su falda e hizo una elegante reverencia entre las flores. [¡Claro, mi lady! Deje todo a su confiable Anna.]

 

✽✽✽✽✽

 

[Gracias por esperar. Las chicas estaban tan emocionadas que tuve problemas haciendo que se dur— ¿Sui? ¿Estás bien? Tu cara está roja. Recuerda, mañana es el gran día.]

 

Regresé a un cuarto en la mansión Leinster para encontrar a un Richard vestido en pijama y un joven del clan lobo vistiendo un jinbei muy borrachos. El brillo de una lámpara de maná y la luz lunar de las ventanas daban un distintivo ambiente.

 

Tres días antes, en el Día del Agua, mi compañero discípulo había llegado con su prometida. En el día siguiente, celebraría su matrimonio con Momiji Toretto.

 

[Te lo dije, estaré bien.] Dijo, cruzando sus piernas mientras se servía una copa de vino rojo. [Te preocupas demasiado. Lo has sido desde que éramos niños.]

 

[Creo que tienes razón.] Gruñí, tomando asiento frente a Sui. [Richard, por favor, no dejes que beba hasta que le den ganas de llamar a su ex.] El vicecomandante se veía asombrado, pero una resaca sería un asunto serio.

 

[Sabes cómo es. No puedo evitarlo.] Richard saco un nuevo vaso y levantó la botella. [¿Asumo que te nos unirás? Conseguimos la mejor cosecha de Rondoiro y no es solo para celebrar— más botellas dirigidas personalmente a ti. No me imagino cómo se filtraron las noticias.]

 

[Si insiste.] Cedí. ¿El vino proviene de Niche? Mi anterior compañero conocía el valor de la información mejor que nadie.

 

Richard me entrego el vaso. [Muy bien, hora para otro brindis.]

 

[Sí.] Respondí.

 

[Bien.] Sui añadió luego de un retraso.

 

Nos paramos y levantamos nuestros vasos.

 

[Por nuestro compañero de armas.] El noble de cabello rojo empezó con un tono trágico. [Quien mañana marcha al matrimonio, que el jardín de la vida— Allen, ¿qué es lo que tienes allí?]

 

[Un orbe de grabación que Anna me prestó.] Respondí. [¡Felicitaciones, Sui!]

 

Richard libero un grito de asombro.

 

Sui vacío su vaso algo avergonzado. [Gracias.] Entonces regresó su atención al apuesto vicecomandante. [Sabes, Richard, siempre estás despreocupado. Pero quizás ese sea el por qué todas las nenas caen por ti. ¡Allen! ¿Recuerdas a su prometida? Lady…]

 

[¿Lady Sasha Sykes?] Respondí.

 

[¡Sí, ella! ¡Como el discípulo de nuestro maestro, te doy permiso de enviar a esa señorita un mensaje: ¡muerte a los rompecorazones!] Sui declaró— como cualquier persona razonable haría. No vi razón para objetar.

 

Mientras asentíamos, el vicecomandante sonrió. [Tomaría más que eso para agitar la confianza que Sasha y yo compartimos.] Dijo, haciendo a un lado sus flequillos con una mano. [¡Y como sea, Sui, vas por el hombre equivocado! Tenemos un donjuán más serio en nuestras filas.]

 

Sui se veía sospechoso. [¿Huh? ¿A qué te—? ¡Oh! ¡Claro que sí, ¿no?!] Gritó como si hubiera descubierto algún secreto nacional.

 

[Supongo.] Dije, asintiendo mientras le servía un vaso de agua fría a mi compañero discípulo. [Ahora, sé honesto, Sui: ¿cuántas damas militares te han profesado su amor?]

 

Tomó la bebida y lleno su boca, luego gritó. [¡Ninguna, claro! ¡Richard, él va mojando todas las pantus de las hijas de los duques cerca suyo y ni lo sabe! ¡Es una amenaza! ¡Tenemos que ponerle un alto!]

 

Sui se volteó a mí indignado. Lancé un hechizo de levitación en ambos vasos y los moví a mi silla, aterrizando detrás de ella.

 

[¡M-Mierda, Allen! ¡Espera!] Gritó mientras me movía y esquivaba fuertes ataques y buenas patadas.

 

[No. ¿Por qué? Nunca aprendía cómo recibir tus puños. En cambio, qué tal…] Me agaché debajo del puño de Sui, lo tomé y lo lancé al sofá. Cayó de cara en los cojines con un gruñido apagado, luego se quedó quieto.

 

[Sin restricciones, ya veo.] Richard dijo a secas, cortando hielo con un cuchillo.

 

[Nuestro maestro de artes marciales siempre nos decía, “Baja tu guardia en batalla y envía una invitación a la muerte.” Solía recibirlos todo el tiempo.] Respondí. La lección me trajo buenos recuerdos.

 

¿Qué sabes? El entrenamiento del maestro solía hacer llorar a Sui casi que a diario. Y ahora ese mismo Sui se está casando.

 

Me lancé a una silla y suspiré. [Aunque, no puedo decirte lo agradecido que estoy. Cuando recibí esa primera carta acerca de la boda desde la capital sur, honestamente pensé que nunca llegaría a tiempo.]

 

Si no es por la rebelión Algren, Sui habría celebrado la ceremonia en la capital este. Y le había prometido a Momiji que no solo asistiría, sino que los invitaría a la capital real para su luna de miel. Luego de los desastres que habían explotado en ambas ciudades, claro, la pareja se había encontrado sin más opción que posponer la boda. Claro, una causa más había llevado—

 

Mi compañero discípulo revivió y se paró. [Momiji quería celebrar en la capital este luego de lo que sucedió.] Dijo. [Aún le importa su pasado— creciendo en los islotes sureños hasta que fue vendida a los Caballeros del Espíritu Santo como una esclava. Igual que Konoha. Ella tiene el “aquellos como yo no tienen derecho a asistir.” No creerías las dificultades que tuve trayéndola aquí. No pude haberlo hecho sin esa carta que escribiste.]

Konoha, la hermana menor de Momiji, le servía a mi viejo amigo de universidad el Duque en Funciones Gil Algren. Había rechazado su invitación, haciendo excusas de no querer interponerse en el camino de su hermana hasta que finalmente arreglé el asunto al escribirle a su señor.

 

[Gracias Gil por esa.] Dije, saboreando todo el vino. [Y le deje todos los molestos arreglos a Felicia.]

 

Sui se lanzó a una silla con las cejas fruncidas. Luego de unos momentos, murmuró con un “cierto.”

 

Richard bajó el hielo que había cortado en los vasos. Aterrizó con un satisfactorio clink.

 

[Y la casa Lebufera es lo mejor. Me sorprendió.] Dijo. [Pero ando un poco dolido que no fuera a nuestro palacio. ¿Te importaría explicar, Sui?]

 

[Yo… digo.] Sui dudó. [Le pedí a Allen encontrar “un acogedor palacio donde podamos reunir a nuestros amigos y familia.” No la mansión de un duque.]

 

El caballero de cabello rojo puso una nueva botella en la mesa— del sabor del norte esta vez— y me dio una fría mirada. [¿Y bien, Allen? Mi casa tiene muchas reglas, pero no “lo hagas por el bien de tu hermano de armas” es una de ellas.]

 

[Y te pedí que velaras por los invitados antes de la ceremonia.] Contrarresté sin más. [Por favor, dirige todas tus quejas a la Duquesa Letty. En sus palabras, “celebrar a un valiente guerrero de la capital este en estos días traerá honor a mi casa.” Ella habría llamado a los representantes de todas las casas del oeste si no hubiera hablado de eso con ella.]

 

Masticando unas manías tostadas que habíamos servido como botanas con las bebidas, recordé la conversación. [¿Y por qué no?] Había demandado. [Nadie en mi casa se opondría. Todos los hombres bestias son amigos nuestros y más esos a los que tú aprecias. Si apoyas a este tipo, celébrale como Dios manda.]

 

¿Quién soy para argumentar?

 

[Perdón.] Richard me dio una leve reverencia mientras servía en las copas de licor. [Tú sabes cómo son las casas ducales. Todos tenemos un tornillo mal colocado.]

 

[No, está bien.] Me uní a él en un suspiro.

 

Ambos nos dimos cuenta que el hombre de la noche se había callado. Estaba viendo su vaso perdido, manos apretadas con fuerza.

 

[¿Sui? ¿Ocurre algo?] Pregunté.

 

[¿Un problema, Sui?] Richard repitió.

 

El joven del clan lobo no movió ni un músculo. ¿Le había dado mucho?

 

Tan pronto empecé a preocuparme fue que Sui vació su vaso de elixir de un trago, se puso de pie y gritó. [¡Allen! ¡¿Qué estás esperando?! ¡Consíguete un título!]

 

[¿Perdón?] Le dije a Sui. ¿A qué viene esto?

 

Viéndome sorprendido, se agarró del pelo y empezó a caminar por el cuarto. [¿Te das cuenta de lo que has hecho por mí— un simple mercante furro?] Demandó. [Tomaste alojamientos de los Leinsters y un palacio de los Lebufera. La lista de comida y bebidas para la ceremonia tiene “Howard” y “Algren” en ellas. ¡Son todos los Cuatro Grandes Ducados! Allen&Co está manejando todo e incluso tiene una amplia reputación en el reino ahora. ¿Tienes idea alguna de cuántas veces mi suegro me ha preguntado cómo te conozco?]

 

[Felicia mencionó que le gustaría reunirse con él para una “charlita” alguna vez.] Dije.

 

Nuestra directora amante del trabajo se entrometió en la planeación de esta boda. Y ya que los padres adoptivos de Momiji, los Torettos, tienen una fuerte presencia en los mercados de la capital este, Sui conocía todo del comercio en la capital este, construir reportes con ellos parecía como una sabía decisión comercial.

 

 

Mi viejo amigo se detuvo, luego caminó y me tomó por el cuello. [¡No cambies el tema! ¡Ninguna persona ordinaría podría lograr esto! Y también hiciste de las tuyas en la capital del agua, ¿cierto? Cada hombre bestia en la capital este lo sabe. El Viejo Dag, Deg y Rolo te sacan a flote cada vez que inician a beber.]

 

[¡¿Qué?!]

 

¿Sabían lo que he hecho en la ciudad del agua? ¿El clan nutria ha esparcido la noticia? Sabía que la llegada del Dragón de Agua había traído mucha atención, pero había tomado medidas para mantener mi papel al mínimo. A menos…

 

¡¿N-Niche me vendió?!

 

[Escucha, Gran Discípulo Maravilla.] Sui dijo, acercándose y agitándome. [¡Tipos como tú les va bien n todos lados! ¡Tienen que! ¡Sé que soy el kohai, pero soy más grande que tú, así que escúchame para variar!]

 

Oh vaya. “Les va bien”, ¿huh? Bueno, alzar la posición de los hombres bestias en general hará más bien que cualquier honor que gane. Sí. Iré con eso.

 

[Sui.] Dije amablemente. [Creo que has bebido demasiado. Vamos a dejarlo aquí y—]

 

Sin advertencia, lanzó un sobre en mis manos. El sello en su frente lucía como alas.

 

¿El emblema nacional Lalannoyano?

 

[De nuestro maestro.] Sui dijo. [Unos viajeros orientales lo entregaron. “Para los ojos de Allen,” me dijeron.]

 

El maestro que nos había enseñado artes marciales de niños vagaba por el mundo, nos escribía una vez cada unos cuantos años. Abrí el sobre y miré el interior. El mensaje se veía breve, pero—

 

¿Qué?

 

Lancé un hechizo de viento, lanzándole la carta a Richard. El vicecomandante la reviso rápidamente, con ojos brillando.

 

[¿Un hechicero con el que luchó usó magia de hielo desconocida que la leyenda se la atribuye al Sabio?] Murmuró. [Lo mismo con el que te lanzó la Estrella Fugaz en la ciudad de agua, ¿no crees?]

 

La risa burlona de la “Santa” que maneja las cuerdas de la iglesia resonó en mi memoria. Temblé.

 

[No sé.] Respondí, agitando mi cabeza. [Pero la iglesia podía ir por Lalannoy a la siguiente. Por ahora, concentrémonos en asegurarnos que la boda de mañana vaya— ¿Sui?]

 

Desparramado en el sofá, mi compañero se durmió.

 

Richard con cuidado redobló la carta. [Déjalo descansar.] Susurró, sonriendo. [Oh, y estoy de acuerdo con Sui. Si no sales al mundo pronto, Lydia realmente huirá del país la siguiente vez. En realidad, Stella y Lily pueden unirse. Dudo que tengas que preocuparte por las pequeñas, pero nunca se sabe. Crecen mucho más rápido que los chicos.]

 

No dudaría en Lydia. Pero ¿Stella? Ciertamente no. E incluso Lily no intentaría tal cosa sin sentido. Confío en esa maid.

 

[Muy gracioso, Richard.] Respondí, sentándome en mi silla y ondeando mi mano izquierda.

 

[Lo digo en serio.] Insistí. [Un pajarito me dijo que incluso la Princesa Cheryl está trabajando tras bambalinas para levantar tu estatus.]

 

Ahora esa credulidad forzada. Incluso mi breve visita al palacio una semana antes había tenido protestas privadas. [Qué atrevido huérfano.] Y un sinfín de etcéteras. La facción conservadora pudo perder influencia, pero no del todo. Ni siquiera Cheryl podía cambiarlo todo sola.

 

[Espero que me siguas un poco más.] Dije, sirviendo más en mi vaso y el de Richard.

 

[Me alegraría, mi preocupada Estrella Fugaz.]

 

✽✽✽✽✽

 

La siguiente mañana trajo un cielo sin nubes. Y a pesar del comienzo de invierno, el aire había sido confortablemente cálido. Si el clima se mantenía, podíamos esperar una comida en los jardines de la mansión luego de la ceremonia.

 

Me miré en el espejo del cuarto de espera de los Lebufera y apreté mi corbatín. Luego me dirigí a las chicas esperándome con estrellas en sus ojos.

 

[Tina, Lynne, díganme, solo… para estar claros. ¿Qué son esas cosas que sostienen?]

 

Las nobles usaban vestidos de azul y escarlata pálido, respectivamente, y elegantes capas. Tenían brillantes ornamentos en su cabello, esperas en sus manos y rubor en sus mejillas.

 

[¡Orbe de vídeos!] Tina respondió.

 

[Le pedimos a Anna entregarlos.] Lynne añadió. [Atra está con Felicia.]

 

Todo mientras, ambas chicas seguían grabándome en el traje formal que había jurado nunca usar otra vez.

 

Levemente oí a las maids animarme en el corredor. Felicia y Atra debieron haber terminado de vestirse.

 

[¿Puedo preguntar por qué?] Presioné, rascando mi mejilla.

 

Todo se había puesto de miedo esa mañana cuando Anna había sacado una sonrisa de oreja a oreja, llevando este traje y una nota de Lydia (“Lo usas o ya le sabes”). Ya que no asistirá, esperaba pasar la boda sin ninguna chica vistiéndome. Qué rápido ese sueño se derrumbó.

 

[¡Para grabar la boda, claro!] Tina declaró.


[¿En serio?]

 

[En serio. Lo juro por mis plantas en la capital norte.]

 

[¿Y tú, Lynne?] Pregunté, girándome a la otra noble— aunque aún tenía sospechas en su compañera.

 

[Señorita Primer Lugar tiene razón, Nii-sama.] Lynne asintió, su expresión no cambió. [Claro que no las trajimos para preservar un raro escenario de usted en traje formal. Claro, dudo que podamos evitar grabar eso también.]

 

Qué tonto. Casi olvido que es la hija de Lisa, hermana de Lydia y es igual de Leinster que ellas.

 

Una chica del clan lobo en vestido amarillo de un corte más maduro caminó por la puerta abierta. Elegante bordado en su túnica formaba una imagen detallada del Gran Árbol.

 

[No trates de evitarlo, Allen.] Dije. [Necesitamos una grabación para las personas que no pudieron venir.]

 

[Pero Caren…] Me quejé, dejando mi cabeza caer.

 

Mi hermana caminó e inspeccionó mi traje como si fuera lo más normal, se giró a las chicas. [Tina, Lynne, creo que la novia ha terminado de vestirse. Vayan por un vídeo de ella antes de la ceremonia. Y cuiden sus pisadas. No querrán verse grabadas dándose en la madre.]

 

[¡Claro!]

 

[¡Sí, señora!]

 

Las nobles dieron un exagerado saludo y salieron corriendo. No habían estado en muchas bodas, como me dijeron esa mañana y parecían aprovechar la oportunidad.

 

Viéndolas así, realmente puedo decir que aún son niñas.

Caren se movió a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro izquierdo.

 

[¿Dónde están Stella y Ellie?] Pregunté.

 

[Vendrán pronto.] Respondió. [Y Allen…] Mi hermana se agitó, observándome con ojitos. Afuera de la ventana, una ovación llegó.

 

Los caballeros de la guardia real y los compañeros de Sui de la milicia de los hombres bestias debieron haber llegado.

 

Sacudí una mota de polvo de la capa de Caren y sonreí. [Te ves adorable en ese vestido.]

 

[Gracias.] Dijo. [Stella y Felicia lo escogieron por mí. mamá envió la capa desde la capital este. T-Tú… te ves increíble también, Allen.] Forzó una tímida sonrisa para esconder su avergonzamiento, aunque sus orejas y cola se retorcieron con deleite.

 

[¿Eso crees?] Pregunté lentamente, evitando su mirada mientras pasaba el brazalete en mi muñeca derecha bajo mi camisa.

 

[Sí. Desearía que no te menospreciaras.] Caren respondió, parándose frente a mí y jugando con mi corbata. [Lydia y yo tenemos muchas, muchas diferencias, pero no puedo culparla por su gusto, al menos cuando se trata de vestirte. Apuesto que la siguiente boda que asistiremos será la de Toma y Shima y no puedo esperar a verte allí.]

 

Toma del clan osito y Shima del clan libre también habían venido para la boda. Eran como un hermano y hermana mayor para Caren y para mí, también Sui. El rumor decía que por fin se habían hecho más que solo amigos sobre el curso de la batalla por la capital este.

 

[¿No me das un respiro?]

 

[No. ¡Sin piedad!] Caren declaró, soltándome el corbatín mientras una chica con cabello largo plateado entraba al cuarto. Sospechaba que su refinado vestido y capa venían del mismo sastre que el de Tina. Azul tan pálido que llegaba al blanco enfatizando sus cualidades santas.

 

[Gracias por unirte, Stella.] Dije.

 

[Allen.]

 

La chica se veía más madura de lo que era cuando la conocí primero, pero puso una sonrisa mirando traje. Conseguí un vistazo de cabello rubio en la puerta detrás de ella. Acercándose lentamente, hice una reverencia teatral.

 

[Mi querida Lady Stella Howard, más deslumbrante que cualquier gema, ¿puedo preguntar qué ha sido de la más adorable de las flores, Miss Ellie Walker?]

 

[N-No se burle así de mí. Solo uso esto porque las maids…]

 

[Solo bromeo.] Dije, dispersando las motas de luz que habían empezado a formarse. [Luces maravillosa. Casi la tomó por la verdadera Santa.]

 

[Veo que aún tiene el toque.] Stella curvó sus labios y se movió a mi costado. [Ellie, deja de esconderte y explícate.]

 

[S-Sí.] La chica en el corredor murmuró, estremeciéndose, luego cruzó los límites. Una vez se paró frente a mí, junto sus manos como en oración y miré al suelo. [V-Verá, Allen…]

 

Tenía su cabello rubio suelto con un pequeño clip floral. Su vestido era blanco y pálido esmeralda.

 

[Caren, Stella, he tenido una revelación.] Confesé. [Los ángeles existen en la tierra.]

 

Las mejillas y cuello de Elllie al instante se pudieron rojas. [Oh, yo n-no soy…] Escondió su rostro en sus manos.

 

[Allen.] Caren dijo. [Desearía que no dijeras estupideces.]

 

[Por favor, no deje nuestro lado hoy.] Stella añadió, juntando sus manos con una brillante sonrisa.

Cedí a la presión y murmuré “Sí” con una rara asistencia.

 

Las chicas ganan fuerza tan rápido. ¿Ellie terminará de la misma manera?

 

[E-Espérame, Atra.] Los urgidos gritos de otra chica interrumpieron mis melancólicos pensamientos. Un momento después, una niña de cabello blanco entró al cuarto, vestida en un encantador vestido floral.

 

[Bienvenida, Atra.] Dije.

 

Chilló en respuesta, meneando su cola en deleite.

 

Felicia llegó un momento después, usando un vestido púrpura y con su cabello bien arreglado. Tambaleó hacia mí, se tiró a una silla cercana y cerró sus ojos.

 

Le di a una aún sonrojada Ellie una palmeada en la cabeza y me giré a la directora. [¿Puedo sugerir un poco más de ejercicio?]

 

[N-No es eso.] Protestó. [No estoy acostumbrada a ropa y zapatos costosas.]

 

[¿No usabas un uniforme militar en la capital sur?] Una voz intervino.

 

[Aunque también oí que mantenías un uniforme de maid a la mano.] Otra añadió.

 

[¡¿C-Caren?! ¡¿S-Stella?! ¿Cómo pudieron irse contra mí—? ¡Eek!] Felicia se puso de pie con indignación y se tropezó, así que la atrapé. Emma y Cindy asomaron sus cabezas alrededor de la puerta y me levantaron sus pulgares.

 

Así que la dejaron perseguir a Atra sola a propósito.

 

La chica de lentes en mis brazos bajo su mirada y jugo con sus flequillos con vergüenza.

 

[Algo de ejercicio es una orden.] Dije.

[Claro.] Felicia suspiró.

 

Caren aclaró su garganta.

 

[¿Ocurre algo, Allen? ¿Felicia?] Stella añadió en un frío tono.

 

Nos separamos de prisa y las maids salieron. ¿Era yo o Cindy también estaba involucrada?

 

Deje que la vista de Atra tocando las mejillas de Felicia me calmara mientras revisaba mi reloj de bolsillo. [Mejor tomamos asiento.] Dije. [La novia y el novio harán su entrada pronto.]

 

El matrimonio de Sui del clan lobo y Momiji Toretto salió sin pormenores en un antiguo templo reposando entre el jardín interior de la mansión Lebufera. Los asistentes incluían a los padres de la novia y el novio, Konoha y unos otros parientes, también la delegación de la milicia, los caballeros quienes habían luchado con ellos en la capital este y nosotros. Un grupo de maids de Leinster y Lebufera parecían haberse reunido para la ocasión y vieron todos los detalles.

 

No puedo creer que el jefe del clan lobo viniera hasta aquí.

 

[Ahora, honorables invitados, por favor dejen el templo. Encontrarán una buena comida esperando por ustedes.] Shima del clan liebre, quien se había nominado la maestra de ceremonia, dijo desde el altar. [Mujeres sin casarse, por favor, reúnanse por la entrada.]

 

Los hombres dejaron golpear a Sui en la espalda y hombres antes de irse con un aire de alivio. Mis compañeros, quienes habían observado, hechizados, mientras Sui y Momiji intercambiaban votos de amor y los sellaron con un beso, se pusieron de pie, con ojos ardientes.

 

[¡La victoria es mía!] Tina grito.

 

[En tus sueños.] Lynne respondió.

 

[N-No se olviden de mí.] Ellie intervino.

[Creo que Felicia tenía un mejor asiento esta vez, ¿verdad?] Stella dijo.

 

[Cierto.] Caren accedió. [Ella se tropezaría.]

 

[¡¿S-Stella, Caren?! ¡No otra vez!] Felicia respondió.

 

Creo que me excuso.

 

[Estaré afuera.] Les dije a las chicas y llevé a Atra hacia la entrada. Viendo atrás, vi a una joven de cabello negro— Konoha— en la retaguardia del templo, llorando de la dicha y abrazando a Momiji.

 

Gracias a Dios. Debo escribirle a Gil para hacérselo saber.

 

Afuera, encontré mesas cargadas con botellas de vino y platos de comida donde sea que mirase. Los invitados hablaban entre ellos.

 

Puedo hacer algo con una bebida de—

 

[¡Cindy!] Atra dijo, de pronto ondeando su cola y se dirigió hacia la maid de cabello lechoso que acababa de salir de la mansión. Encontré la mirada de Cindy, confiándose el cuidado de la niña, luego me serví una copa de agua y tomé asiento cerca.

 

Pronto, Richard se me unió en toda su indumentaria caballeresca. [¿Día largo, Allen?]

 

Un poco más al fondo, miré a Bertrand y varios otros con quienes había luchado a muerte en la capital este, así que les asentí. Los caballeros respondieron con un grandioso saludo, el cual regresé antes de girarme a su vicecomandante.

 

[Tus ojos están rojos, Richard.] Bromeé.

 

[Whoops. Lloro más fácil de lo que solía.] Dije, limpiando sus lágrimas con un dedo. Entonces miró con cariño a Sui y Momiji, quienes habían quedado en el templo. La novia llevaba un ramo y su vestido blanco la hacía brillar.

[Fue una gran boda, ¿verdad?] Richard dijo.

 

[Sí, lo fue.] Respondí. Cuando la armada rebelde y los Caballeros del Espíritu Santo atacaron la capital este, había perdido la esperanza de ver algo tan encantador.

 

Miré a Tina y Lynne esperando en la entrada del templo. Stella mantenía su compostura, mientras Felicia ya estaba al borde de desbordarse en lágrimas, y Ellie había estado postrada al borde del grupo. Vi mujeres de los hombres bestias en la multitud. La tradición promete un matrimonio feliz a quien sea que atrape el ramo de la novia. La costumbre se ha esparcido a cada rincón del continente, aunque su origen se mantiene en misterio.

 

Momiji miró a Sui y Konoha y asintió levemente. [¡Atrapa!] Ella gritó y lanzó el ramo de flores al aire.

 

[Bueno, regresaré al palacio.] Richard dijo entre los fuertes gritos. [Dejaré a Bertrand y los otros, así que encárgate de ellos si tienes algún problema.]

 

Una ovación aun más fuerte salió. Quizás Momiji había lanzado el ramo muy fuerte, porque se rompió en medio del aire. Tina y Lynne atraparon una flor cada una, mientras Ellie tomaba la mitad del ramo.

 

[No recuerdo unirme a la guardia real.] Gruñí, observando a las emocionadas chicas.

 

[Ellos te obedecerán con gusto, Comandante Supremo.] Richard me palmeó el hombro y salió de la mansión.

 

Ese es un título que nunca querré ganarme otra vez.

 

Miré a la mesa mientras una sombra la cruzaba. ¿Un paraguas?

 

[¿Este asiento está ocupado?] La voz de una mujer preguntó.

 

[Oh no, siéntete li—]

 

Levanté la mirada rápido y me congelé, viendo a una hermosura sosteniendo un paraguas escarlata y usando un sombrero y un vestible simple con el mismo patrón. Sus escarlatas trenzas ondeaban con libertad. Solo el clip en su cabello y el brazalete en su muñeca izquierda seguían iguales.

 

Bebí mi agua fría para calmar mis nervios y puse el vaso en la mesa. Entonces, sin prisa, dije. [¿Qué te trae aquí?]

 

[Oh, solo una emergencia.] La belleza— a quien había pensado lejos de aquí en el viceducado— libero una risita musical y levantó el borde de su sombrero. Su mano derecha se estiro y un delgado dedo tocó mi mejilla. [Así que Allen, espero ser de su ayuda. No le importa… ¿verdad?]

 

Por cualquier cosa, ella se veía genuinamente agitada.

 

Me bajé de hombros. [¿Te gustaría empezar explicando tu dilema, Lady Lily Leinster?]


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