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Capítulo 4

 

[E-Ella es tan fuerte.] Tina dijo.

 

[Q-Querida Tía Fiane.] Lynne rogó. [¿Podría contenerse un poco?]

 

Los espectadores habían dejado el jardín interior del viceduque. Mientras la noche se acercaba, las chicas entraron al campo lleno de cráteres por los hechizos de sus sesiones especiales de entrenamiento, recostando sus varitas y espadas para apoyo.

 

Stella y Caren me lanzaban miradas desde atrás de los muros a una corta distancia. [Allen, por favor.] La futura duquesa parecía decir algo. A lo que mi hermana en silencio añadió. [Ellie y yo lo manejaremos.]

 

Asentí desde el asiento de honor al que había sido forzado. [¡Santo Dios! ¿Ya está?] Una pequeña mujer desarmada con cabello escarlata pálido. La viceduquesa Fiane Leinster notó los movimientos de las chicas y míos con la cabeza inclinada, pero su sonrisa nunca dudó. También usaba su vestido, aunque sus oponentes se habían cambiado a su ropa de diario, y su estoque se mantenía en su vaina. No había dado un solo paso desde que la batalla de entrenamiento empezó y ningún cráter llegaba al suelo alrededor de ella. Incluso luego de enviar al viceduque Lucas a la enfermería como forma de castigo, no mostraba señales de fatiga.

 

Mientras me encogía de hombros, Stella ondeó su varita y lanzó un hechizo de curación. Luz bañó a Tina y Lynne mientras Ellie se disponía a llenar los cráteres con magia de tierra. Caren caminó al medio de ellas, habiéndose cambiando a la versión purpura del traje de Lily y le dio a Tina y Lynne un golpecito en la cabeza antes de ayudarlas. La insignia plateada de ala y báculo en su boina brilló a la luz del sol.

 

[Hora de cambiar lugares.] Dijo. [Toma turno observando con Stella.]

 

[Sí, señora.] A pesar de la frustración en su tono, ambas se inclinaron ante la viceduquesa y obedientemente trotaron hacia el recinto de piedra. Pensé que luchar con un oponente fuerte había sido una buena experiencia para ellas.

 

Ellie y Caren lucharían luego contra una entusiasmada Anna. Casi cada oficial en la corporación maid Leinster se había reunido para observar. Tomaban turnos para cuidar a Atra y levantar las barreras.

¿Qué podría justificar a todas ellas reunidas aquí? Obviamente es mucha fuerza para—

 

[Sospecho que te encargarás de la ronda final, Allen.] La agria voz de un hombre vino desde atrás de mí. [Contra Lisa y Fiane, ¿digo?]

 

[¿Hay forma que salude a un antiguo estudiante, Profesor?] Miré atrás sobre mi hombro, sonriendo. [Encontré a Teto llorando, sabe.]

 

[Solo porque tú la has llevado a ellas. Siento que estuve fuera cuando llamaste. He estado en nada más que reuniones, reuniones, reuniones, día sí y día sí. Acabo de venir de una, de hecho. Qué tonto fue al no retirarme cuando tuve la oportunidad.] Mi profesor se quejó, tomando asiento a mi par y sirviendo una taza de agua fría de un envase.

 

Desde el jardín, la siguiente pelea empezó. Caren y Ellie parecían querer un ataque cercano.

 

La sonriente viceduquesa caminó hacia nosotros, cargando a Anko. [Dígame, Profesor.] Dije. [¿Quién es ella?]

 

[Fino.] Respondió. [Hay tres Leinsters a las que nunca deberías desafiar. No necesito recordarte que Lindsey Leinster, el Cielo Escarlata, es una gran hechicera. Luego tienes a Lisa Leinster, la Dama Ensangrentada y la anterior Dama de la Espada. Nadie en el continente puedo igualar su esgrima. Y la tercera es—]

 

[Fiane Leinster, la Dama Sonriente.] Una calmada, pero divina interrumpió. [Mi mejor amiga desde que éramos niños, aunque ella es mayor. También es mi cuñada y el artífice de los griffins de guerra. Veo que te he hecho esperar, Allen.]

 

Una bandeja de madera con una tetera llego a postrarse en la mesa y una belleza de cabello escarlata en un hermoso vestido— la Duquesa Lisa Leinster, la Dama Ensangrentada— tomo asiento frente a mí.

 

[Quédate allí.] Ordenó cuando me acerqué para preparar el té. [Sí, escucha a Li-li.] La viceduquesa Fiane intervino, sentándose a mi par. No se ve a la edad de Lisa, dejando eso de ser mayor. Pero más importante… “¿Li-li?”

 

Agitado, me giré al profesor, solo para encontrarlo tan frío como el hielo. Mi profesor tomó su vaso de agua fría de un trago, luego puso una carta en la mesa. Tenía el sello real Wainwright.

 

[Confío que la Duquesa Letty te haya mantenido informado.] Dijo, viéndome con inusual gravedad. [Mañana, la mansión Leinster realizará un consejo concerniente al oráculo del dragón de flor. Nos gustaría asistir y trae a Stella y Ellie contigo. No lo encontrarás agradable, especialmente porque el Marqués Crom y Gardner están invitados a asistir, como es el Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner. Sin embargo…] El profesor cambió su mirada al jardín, donde Ellie frenéticamente creaba hechizos a pesar que la ofensiva de Anna la frustraba en cada turno, y Stella observaba sin aliento. [No podemos enviar a esas chicas solas al Archivo Sellado. Nadie puede predecir lo que el dragón de flor hará si no seguimos su oráculo al pie de la letra. Pero más que eso, el archivo está lleno de misterios. Ni siquiera los marqueses saben cómo es adentro.]

 

[No me importa asistir.] Respondí. [Pero ¿la iglesia en serio saqueó el archivo?]

 

Sabíamos que los rebeldes habían tomado incontables libros antiguos, libros mágicos y otros preciosos artefactos para salir del país durante su breve ocupación de la capital real y este. Encontraba difícil creer que habían dejado sin tocar los tesoros de Crom y Gardner.

 

[Los marqueses y el director de la corte de hechiceros insisten que no.] El profesor respondió, frunciendo el ceño, mientras la Viceduquesa Fiane ponía copas y Lisa servía té. [Lord Rodde en realidad revisó el terreno y no encontró ningún rastro de robo. Él no cometería el mismo error dos veces.]

 

En la sucesión a la rebelión Algren, el director y el profesor habían fracasado en identificar una falsificación y perdieron su oportunidad de dar aviso. Puedo imaginar cuán cuidadosos debieron haber sido esta vez. Y el Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner valoraba el orden sobre todo lo demás. A pesar de sus muchos objetivos privados, no puedo imaginarlo entregando un falso reporte.

 

Pero ¿por qué me siento tan intranquilo?

 

Dejan el sentir a un lado, había despejado otra pregunta que había estado molestándome.

 

 

[Profesor, ¿por qué Su Majestad está concentrando tanta fuerza en la capital? Me di cuenta que el oráculo de la flor del dragón constituye una emergencia, pero parece excesivo.] Revisando la información que oí de varios lugares y amenazas con lo que pude suponerlo, encontré la mirada del profesor y dije. [¿Puede tener algo que ver con el demonio de ocho alas que la Duquesa Letty y el director lucharon y sellaron debajo del palacio hace cien años?]

 

Un fuerte silencio apaciguó al profesor, Lisa y la viceduquesa Fiane.

 

En el jardín, Anna se movió más rápido que Lightning Apotheosis, jugando con sus oponentes mientras Tina, Lynne y Stella las animaban desde atrás de los muros.

 

Mi profesor libero un profundo suspiro. [Veo que no podemos ocultarte secretos. Pero no puedo decir más. Perdóname.]

 

[No necesita disculparse.]

 

Una copa descanso frente a mí y un gentil aroma golpeó mi nariz.

 

El profesor se levantó con aire de cansancio. [Muy bien, Allen, Lisa, Fiane. Los veré mañana.]

 

[Claro.] Respondí.

 

[Sí.] Lisa dijo.

 

[¡Podemos solo charlar mientras estoy en la ciudad!] La viceduquesa intervino.

 

El profesor ondeó su mano izquierda en respuesta. Sentí tristeza en su retirada.

 

Parecía cansado. Debo invitarlo a una buena comida cuando todo esto se acabe. Especialmente con el trabajo de investigar la fiebre de los diez días en nuestras manos.

 

Mientras hacía planes, la viceduquesa Fiane bebió su té. [¡Delicioso!] Declaró. [Al— ¿Puedo llamarte “Al”? Yo soy Fiane Leinster. Me llaman “viceduquesa”, ¿puedes creerlo?]

[Allen, hijo de Nathan y Ellyn del clan lobo de la capital este, a su servicio.] Respondí. [Su Alteza—]

 

[¡Mou!] Interrumpió, haciendo pucheros como un niño. [¿Olvidaste que compartimos un griffin a la luz de la luna hasta la capital de Atlas? Solo llámame “Fiane”— ¡Aunque me gustaría más “Suegra”!]

 

¡Qué descarada! Está bien, es la madre de Lily.

 

[¿Estás tratando de provocarme, Fia? Allen está destinado a ser mi yerno.] Lisa dijo, saboreando su té. Cualquier persona normal habría levantado una bandera blanca a eso, pero la viceduquesa sonrió.

 

[Nadie conoce lo que el futuro pueda traer.] Respondió. [Pero como sea… Al.]

 

[¿S-Sí?] Respondí, asombrado por el abrupto campo de comportamiento.

 

Caren y Ellie empezaron a desplegar hechizos avanzados. Su encuentro estaba cerca de su conclusión.

 

[Mi esposo e hija te pusieron en un gran problema. También doy mis disculpas por el Conde Evelyn.] La viceduquesa dijo, inclinándose ante mí, un cualquier sin posición.

 

[¡Para nada! Solo tengo que culparme por aceptar el duelo.] Dije. A pesar de mi experiencia con Lisa y la Duquesa Letty, ella casi me daba un ataque al corazón.

 

[Mi querido Lucas adora a Lily.] La viceduquesa Fiane continuó, lentamente levantando su cabeza. [Me mantuvo al margen de su plan. Verás, ya planeaba visitar la capital real acerca de ese asunto que el profesor mencionó. Pero sabes, esa chica realmente insiste en cada oportunidad que tiene que “no pensará en nadie más a menos que sea rival para Allen.” Así que—]

 

[He vuelto.] Una joven con una encantadora cabeza de cabello escarlata anunció mientras de pronto tomaba asiento a mi izquierda. Lady Lily Leinster se veía atractiva en un vestido maduro de rojo pálido. Y había decidido actuar como toda una dama, si su tono de voz no se tomara en cuenta.

No pude suprimir una sonrisa la cual me ganó una mirada reprochadora.

 

[¿Qué encuentras tan divertido? ¿Acaso me veo tan mal en vestido?]

 

[Claro que no. Solo— No, olvídalo. Mejor no lo digo. Te enojaría.]

 

[Habla. No perderé la cordura.] Lily se recostó más cerca. Nuestros hombros se tocaron, pero no mostró preocupación.

 

Bajo la mirada de Lisa y la sonrisa de Fiane, dije. [Solo me pregunta si, en frente de la viceduquesa—]

 

[Fiane.] La juvenil noble intervino. Un escalofrío pasó por mis hombros. La forma en que aplicaba presión me recordaba mucho a Lisa y Anna que no podía imaginarme desafiarla.

 

Limpié un poco de polvo del cabello de Lily con mi mano, luego dije. [Me pregunta si estás avergonzada de ser vista trabajando como una maid frente a Fiane.]

 

Al instante, un sonrojo entró en las mejillas de la noble. Bajó su mirada, se estiró bajo la mesa y empezó a jugar con mi brazalete.

 

[Para nada.] Al final respondió. [Creo que deberías revisarte los ojos, Allen.]

 

[¿Qué?] Fiane intervino. [Estos dos pasados meses no has sido más que “no creerías lo que Allen puede hacer,” “Quiero hacer lo que pueda por Allen,” “Nunca soñaría con casarme con alguien más que—”]

 

[¡M-Madre!] El grito de Lily cortó en seco el rugido de Ellie y los hechizos de rayos de Caren. [¡L-Lo está inventando todo! ¡No se deje engañar!]

 

[Oh Dios. ¿Qué le ha pasado a mi pequeña que nunca deja de llorar por su “madre”?] Fiane libero una musical sonrisa, aprovechando la oportunidad para burlarse de su amada hija. [No tratarías de hacerte ver bien por Al, ¿verdad?]

 

[¿Q-Qué—? ¡Ooo!]

 

Desearía que no me miraras así.

 

Acabo de conocer a la viceduquesa, pero puedo decir que no soy rival para ella. Si mi mamá hubiera estado aquí también, por la misma atmósfera ya que habría rendido.

 

El destello de la magia de curación de Stella me deslumbró una vez más. Anna alabó a Ellie y Caren mientras Tina y Lynne se emocionaban. Terminé mi té.

 

[Lisa, Fiane.] Dije. [He ideado una teoría acerca de la fiebre de los diez días. ¿Les importaría darme sus opiniones de eso antes del consejo de mañana?]

 

[Sí, claro.]

 

[Si crees que ayudaría…]

 

[En ese caso—]

 

Un jalón de mi manga me interrumpió. Bajé la mirada para encontrar el rostro nervioso de Lily mirándome de vuelta.

 

[¿Estoy molestando?] Pregunté.

 

[Lily la maid, pudo.] Respondí, sonriendo, y le dio un golpe gentil en su frente. [No trates darme más crédito de lo que ya has hecho y ciertamente no uses tu propio matrimonio para hacerlo. Pensé que algo era raro cuando las chicas no objetaron por el duelo.]

 

Lily empezó, luego se inclinó. [Lo siento. Me disculparé con el Conde Evelyn también.] No pude entender sus últimas palabras. “Como sea, todo está listo ahora.”

 

Era hora de cambiar de orden.

 

[Me encontré con un aspecto de esa misteriosa enfermedad en la ciudad del agua.] Empecé, escogiendo mis palabras con cuidado. [Resulto ser no una enfermedad infecciosa, sino una maldición enlazada a la Iglesia del Espíritu Santo. Y una desconocida, capaz de afligir a muchas personas en un área amplia.]

 

Coloqué el mapa de la vieja ciudad del laboratorio en la mesa. Las cruces esparcidas que marcaban muertes parecían aleatorias a primera vista.

 

[Había revisado cada documento que la universidad aún tiene de esa época, pero la mayoría están más bien perdidas o proscritas e inalcanzables. Sin embargo, la investigación resultó en este mapa y una lista de muertos de los cuales varios nombres habían sido borrados deliberadamente. Parecen ser copias compiladas por un individuo investigando la causa del brote. La edad raza y estatus social de los muertos no muestran un patrón claro.] Recordé a mis kohais, quien había mecho más de investigación. Tendría que agradecerles luego, pensé mientras cerraba mi mano izquierda, recolorando el mapa. [Pero cuando divides las muertes por fecha y las plasmas en un mapa…]

 

Los ojos de las tres nobles se abrieron. Las cruces se esparcieron por la ciudad mientras las muertes se apilaban en cada rincón. Poco a poco, formaron arcos y medias lunas torcidas. Un colosal círculo mágico que abarca la ciudad emergió con una cierta mansión en su centro— y de pronto colapsó. Después de una serie de muertes por la ciudad, el brote se calmó. Este caótico final encubría el patrón, no hay duda que explicar el por qué lo último había sido pasado desapercibido hasta ahora.

 

Algo pasó. Algo que arruinó el plan de hechicero.

 

Recordé algo que mis viejos compañeros a los que les pedí investigar habían murmurado: “Es casi como… como que la última voluntad de alguien rogara que lo notáramos.”

 

Saqué un pedazo de papel de mi bolsillo y dibujé un diseño en él con lápiz: el círculo mágico para “artificialmente inducir el campo santo” que había aprendido del trato con Robson Atlas y la Apócrifo de la Gran Luna. Tomó la forma de una flor con ocho arcos crecientes de pétalos.

 

[Ver la técnica de Tobias me hizo dudar.] Expliqué. [Si la fiebre de los diez días fue una maldición de gran alcance, cuál era su objetivo final— ¿el objetivo de bajar la espada?]

 

Retrasos y convergencia. Había aprendido del tema con Lynne. ¿Cómo pudo haber sido tan lento al notarlo?

Golpeé tres lugares en el mapa: las mansiones de Crom y Gardner… y el Archivo Sellado. Las residencias de los marqueses claramente quedaban en el centro del círculo. Y el brote de muertes seguido de la adición de una cruz marcando su archivo.

 

Lily apretó mi mano izquierda, temblando. Ver a Ellie sonreír mientras abrazaba a Caren y Stella en el jardín trajo un gozo en mi corazón.

 

[Creo que quién sea que lanzó la maldición tenía su vista en los entonces Marqueses Gardner y Crom.] Continué. [No sé por qué. Pero sus nombres faltan de la lista de bajas. Algo inesperado debió haber interferido antes que el hechicero pudiera asesinarlos.]

 

Cerré mi mano izquierda otra vez y un nombre apareció sobre la cruz en el Archivo Sellado— la cruz marcando una sola víctima.

 

[La última baja tenía el nombre de “Walker.” Su nombre ha sido borrado. Sospecho que uno de los padres de Ellie, Remire y Millie, cayeron en batalla con el hechicero.]

 

✽✽✽✽✽

 

Pasé esa tarde en la mansión Leinster bajo las “estrictas órdenes” de Lisa. Naturalmente, las chicas se unieron. Mi cuarto a la par de la recamara de Lydia había servido de huésped para un constante fluyo de aves mensajeras mágicas, llevando comentarios sobre mi hipótesis de la fiebre de los diez días desde cada casa bajo el sol. Ahora, sin embargo, el solo respirar de la saludable Atra durmiendo rompía el silencio.

 

El recuerdo de las lágrimas que habían bajado del rostro de Ellie luego de mi explicación pesaba en mi corazón. Había recibido permiso de Mr Walker antes de decirle, pero quizás debí haber mantenido mis ideas para mí. Aún no le había informado a Tina y Stella del presunto asesinato de su madre.

 

Un extremadamente golpe reservado interrumpió mi pensar.

 

[Entre. Estoy despierto.] Respondí, lanzando un hechizo de silencio para así no despertar a Atra.

 

[Perdón por la molestia.]

La puerta lentamente medio se abrió, revelando la vista de Stella vertida en un vestido de noche. La noble tenía una delgada capa y su cabello desatado.

 

[Buena noche, Mr Allen.] Dijo con una encantadora sonrisa.

 

[Stella. ¿Se te olvidó algo?] Pregunté. Ellie se había pegado a mí hasta antes que se fuera y las otras chicas se habían quedado charlando en mi cuarto sin saber más de la joven maid. Todas estabas compartiendo un cuarto para esta noche.

 

[Parece que no puedo dormir, quizás debido al consejo de mañana.] Respondió, luego dudé. [¿Puedo unirme?]

 

Debió haberse sentido intranquila, por toda la actuación de adulta que hace frente a las otras chicas. Había mencionado que recordaba cómo lucían los padres de Ellie y que le habían enseñado magia.

 

[Calentaré algo de leche para ti.] Dije, levantándome y guiñándole. [Toma asiento.]

 

Abriendo la hielera, retiré una botella de leche. El aparto no había estado aquí desde mi primera visita, pero el cuarto había acumulado muebles y cositas con el pasar de mis estadías. Puse un pequeño jarrón en una piedra de fuego, añadí leche y encendí una llama. Luego la noble se paró a mi lado. Podía sentir su calidez.

 

[¿Sí, Stella?] Pregunté.

 

[Me siento sola por mi cuenta.] Murmuró levemente ansiosa. [¿Le agregaría miel?]

 

Tomé un pequeño jarrón cerámico del mueble y serví miel dentro. [¿Cómo ha estado Ellie? Después de todo lo que hablamos, me refiero.]

 

[Tina y Lynne nunca soltaron sus manos. Todas están durmiendo en fila. Caren y Felicia duermen a pierna suelta también. Todo ese ajetreo de hoy debió haberles pasado factura.]

 

[No digas eso.] Retiré la cacerola para evitar que hirviera, luego apagué la llama una vez que sentí que era el momento. Saqué dos tazas, vertí leche en cada una.

[Aquí tienes. Pero ten cuidado— está caliente.] Dije, pasándole uno a Stella. [¿Nos sentamos?]

 

[¡Sí!]

 

Ordené los documentos, los reportes a medias y tareas para las chicas que se apilaban en la mesa y las dejé en cajas de madera. Luego nos sentamos cerca de la ventana.

 

Stella jadeó a la fórmula de hechizo que había conjurado. [¿Esos son…?]

 

[Nuevas tareas para todos ustedes.] Confirmé. [Finalmente tengo una oportunidad para revisar su progreso cada semana.]

 

La chica frunció el ceño, luego sopló su leche caliente antes de beber y dejar su taza en la mesa. Bolitas de luz y oscuridad se esparcieron bajo el brillo de la lámpara de maná.

 

[Allen.] Dijo levemente. [Me gustaría hablar con usted.]

 

[¿S-Sí?] Evité su mirada, me agité. A persona más calmada, más alarmante su enojo. Eso era lo que Caren podía llamar “así funciona el mundo.”

 

[Aprecio que trabaje con hechizos y tareas para nosotras tan de noche. Mucho que sí. Sin embargo…] Sentí las joyas de sus ojos vacilar.

 

Supongo que realmente debo darle la cara.

 

Dándome la vuelta, encontré la mirada de Stella. Sus ojos tenían fuerza, pero fragilidad y debilidad también.

 

[No puedo soportar verlo presionarse hasta que enferme o colapse. Simplemente no. ¿En cuántos problemas se ha metido al investigar?]

 

[Bueno…] Dudé.

Stella bajó su mirada. [Cuando usó su favor del jefe dragón para ayudarme a curar mi condición, temblé de alegría. Me sentí tan… tan alegre.] Presionó una mano a su corazón y continuó, como si hiciera un juramento. [Pero por favor, muestre más consideración consigo mismo. Pida por— por toda nuestra ayuda si la necesita. Haré todo lo que pueda por usted. ¡Tanto como Lydia o Caren o Lily!]

 

Miré afuera de la ventana sin dar una respuesta clara. Una brumosa luna flotaba, cubierta en nubes.

 

[Stella, ¿recuerda cuando fuimos a observar la ciudad en la noche?] Pregunté.

 

[Sí.] Respondió. [Nunca podré olvidarlo.]

 

Hace unos meses, la chica frente a mí había sucumbido por todo el estrés en su vida: el brillante talento de Tina, Ellie y Lynne, combinado con una falta de fe en sí misma; la fuerza de sus mejores amigas, Caren y Felicia; y la pesada carga que llevaba como la futura Duquesa Howard. En ese entonces, cualquiera podría ver que Stella estaba en su punto de quiebre. Y yo la había llevado a la catedral que sobresalía arriba de una colina al oeste de la capital.

 

[Te dije que quiero ver a dónde llegarán las chicas.] Dije. [El crecimiento de Tina, Ellie y Lynne me quita la respiración. Caren se abrió paso sola como la heroína que voló al oeste sola y Felicia maneja un imperio mercante de rápido crecimiento.] Me giré a la bella luz lunar y sonreí. [Y la chica que estaba a mi lado esa vez, un poco malhumorada, ha aprendido a caminar también. No es por alardear de mi habilidad, pero la considero una pupila de la que estar orgulloso.]

 

[Allen.] Stella murmuró. Podía sentir sus manos apretarse mientras lágrimas bajaban de sus ojos.

 

Saqué un pañuelo y gentilmente los sequé. [Pero sabes, no puedo observarlas a todas sin ponerme un poco codicioso. No solo quiero ver. Quiero caminar con ustedes tanto como pueda, llevándolas de las manos e incluso darles un castigo ocasional. Claro, sé que es más de lo que merezco.]

 

[¿Qué?] Stella pestañeó mientras pensaba lo que dije. Luego levantó su rostro. Lo prefería a sus lágrimas.

 

[Antes que tomara mi examen de entrada de la Academia Real, mi padre me dijo, “Allen, no puedes cambiar a otras personas. Solo puedes cambiarte a ti. Pero alguien siempre está observándote.”]

 

Tenía razón, aunque no creía que la encontraría el mismo día del examen.

 

El reloj de bolsillo en la mesa me atrapó.

 

[Y quiero hacer lo mejor que puedo para mis siempre mejorando estudiantes siempre que me pidan enseñarles. La fiebre de los diez días y la nota de la joven Duquesa Rosa e incluso mis medidas contra los apóstoles de la iglesia y su llamada “Santa” son parte de ello, ahora que lo mencionas.]

 

Una mano se estiró, y unos delgados dedos acariciaron mi mejilla izquierda. Se sentían nerviosos, aunque podía sentir su desello de oír lo que venía de las siguientes palabras.

 

[Cuando dice que quiere llevarnos de las manos e incluso dar “ocasionales castigos”] Ella dijo. [¿Incluye a una Howard que ha perdido su magia de hielo?]

 

Oh, lo sabía. Le ha estado molestando.

 

[Claro.] Respondí. [Compartí mi secreto paisaje nocturno. Prometo que te curaré. Y supongo que mejor planeo algo para tu cumpleaños también.] Se nos venía una serie de cumpleaños. Luego del jardín de flores en la ciudad del agua, estaba sintiendo la presión.

 

Stella vio mi rostro, luego cubrió su boca con una sonrisa. [Sí.] Dijo con una feliz reverencia. [Gracias, mi único y solo mago. Me muero por esperar su cumpleaños.]

 

[Yo… daré lo mejor.]

 

Compartimos una risa. Una calma en la conversación siguió, permitiéndonos oír la regular respiración de Atra— y un pequeño impacto en la ventana.

 

[¡¿Q-Qué fue eso?!] Stella exclamó con agitación. No estaba consciente de la situación. [¿No me diga…?]

[Puede ser un fantasma.] Respondí con naturalidad, lanzando en silencio una barrera de viento alrededor de la cama.

 

El cabello de Stella cayó. Desconcertada, se paró y se movió a mi lado de la mesa. [A-Allen.] Susurró, apretando mi manga.

 

Su asustada expresión se veía mucho a la de Tina que estallé en risas. Eran hermanas.

 

[¡E-En serio, Allen!] Su Alteza respondió, dándose cuenta que había estado jugando con ella.

 

[Permíteme revelar el truco. Hace frío afuera, así que sugiero que te pongas mi abrigo, si no te importa.] Dije, levantándome y abriendo la ventana. El viento parecía bastante fuerte.

 

[Es tan malo.] Stella gruñó, uniéndose con mi abrigo alrededor de sus hombros. [Pero me siento más cálida.]

 

No debe estar tan enojada como su tono lo implica.

 

Lancé un hechizo botánico, conjurando con rapidez puntos de apoyo del jardín a mi ventana. La adorable joven quien me había indicado con una piedra las recorrió con rapidez. Usaba una túnica y llevaba a una niña de cabello escarlata en su espalda. Mi compañera, Lydia Leinster, la Dama de la Espada, entró, bajó a Lia, y solo le lanzó una mirada a Stella.

 

[Te tomaste un tiempo para dejarme entrar.] Dijo, llegando a mí y golpeando mi pecho con su dedo. [¿Y qué es esto? ¿Una aventura? ¿Quieres morir con mi espada?]

 

[Claro que no. Y sé que sabías que Stella estaba aquí.] Respondí. [Ahora, aléjate de la ventana para poder cerrarla.] Hice a un lado a la gruñona belleza y me puse en acción.

 

La niña ya había arrojado su túnica y subido a la cama. [¡Allen! ¡Lia aquí!] Gritó.

 

[Holi, mi encantadora damisela.] Respondí. [Atra ya fue hacer la meme, así que shh. ¿Está bien?]

 

[¡Sí!] Ella miró a su amiga de cabello blanco, orejas y cola agitándose, luego se deslizó por las cubiertas y se acurrucó.

 

Mientras saboreaba la cálida sensación, Lydia empezó a interrogar a Stella sin siquiera importarle quitarse su túnica. [¿Y cuál es tu excusa para visitar su cuarto sola? Para estar claros, no te daré a Allen incluso si el mundo se acaba. ¡Y quítate eso, pero ya! Lo voy a usar.]

 

[En serio, no planeaba hacer que usara—]

 

Dispersé la daga de fuego que voló a mi a media excusa. Pudo haber matado a nadie más que a mí. Pero mientras me sentía exasperado, Stella tenía una reacción diferente.

 

[No juegas limpio, Lydia.] Murmuró, aún usando mi abrigo.

 

[¿Perdón?] Furiosas ascuas de fuego colisionaron con brillantes flores de luz.

 

[Yo… también quiero lanzar piedras a la ventana de Allen en medio de la noche.] La noble de cabello plateado se quejó, haciendo pucheros. [¡Es como sacado de un cuento de hadas!]

 

[Oh, ¿en serio?] Lydia sonrió. [He hecho lo mismo en los aposentos de Allen y él ha lanzado piedras a mi ventana también.]

 

[Ni el más mínimo juego limpio.]

 

Sus Altezas habían empezado a intercambiar (a lo que esperaba que fueran) amigables bromas. Dudaba a que llegarían a una verdadera pelea.

 

Lydia casualmente recogió mi taza y tomó un trago de ella, observando a su compañera de cabello plateado. [¡P-Pero eso es…!]

 

[Ya que Stella está aquí…] Dijo con calma. [Asumo que anunciaste las noticias sobre los padres de Ellie.]

 

[Sí.] Admití. [¿Y tú? ¿Qué dijo la princesa Yustiniana?] Ludia ya me había informado que ella, Cheryl y el profesor habían arreglado una reunión informal con Yana Yustin. Claro, habían discutido sobre el oráculo del dragón de flor.

 

Los ojos de la noble de cabello escarlata ardían con espíritu de lucha. [Yana no sabía nada por sí misma, pero conseguimos un interesante tema— un rumor esparcido en selectos rincones del palacio imperial cuando era pequeña. ¿Me creerías si te dijera que un “Sabio” quien usaba temible magia de hielo y llevaba un sigilo de la Gran Luna trató de entrar al archivo imperial de libros prohibidos, y el anterior héroe, Aurelia Alvern, lo repelió? Y adivina qué dijo cuando se retiró.] Lydia me miró a los ojos y citó. [Si no puedo tomar este, iré a otra parte. Las copias de los Guardianes del Registro funcionarán también.]

 

Nubes ocultaron la luna otra vez y oscuridad entró al cuarto. [¿Cuándo fue eso?] Pregunté.

 

[Hace catorce años.] Lydia respondió. [Tres años antes que la fiebre de los diez días estallara en la capital real.]

 

[Catorce años.]

 

[Allen.] Stella dijo, preocupada.

 

Supongo que el Sabio lanzó la maldición. ¿Qué había pasado en el reino luego que hubiera fallado en conseguir lo que quería de la capital imperial? El anterior conde Rupert había sido exiliado luego de matar a una chica de los hombres bestias llamada Atra con su carruaje en la capital este. La fiebre de los diez días impactó la capital real, causando muertes. Los padres de Ellie habían fallecido allí y la Duquesa Rosa Howard siguió. luego de entrar a la Academia Real, Lydia y yo habíamos enfrentado al dragón negro, un demonio y un vampiro de sangre pura en la ciudad uno tras otro. Y en el sur, el milenario Océano Punzante. Solo recientemente, habíamos sufrido una rebelión, aunque una liderada por la misma Casa ducal de Algren. No podía olvidar los incidentes en la ciudad del agua. Seguramente desastres estaban acercándose rápido y frecuentemente para—

 

Un escalofrío me recorrió. Miré a Lydia.

 

Ella puso mi taza en la mesa y asintió. [Te hace preguntar si todo lo que ha pasado por todo el continente está conectado, ¿verdad? Incluyendo con lo que ahora estamos manejando.]

 

✽✽✽✽✽

El día siguiente nos llevo a la sala de consejo de la mansión Leinster. [Allen, Stella, Ellie, vengan.] El profesor dijo desde su asiento cerca de la puerta tan pronto entramos. Chiffon y Anko debieron haber estado esperando en el otro cuarto. Sabía que las otras chicas estaban y que tenían a Atra y a Lia con ellas.

 

A la par del trono al final de la mesa redonda se sentaba un joven de cabello rubio— Su Alteza Real John Wainwright, el anterior príncipe de la corona, quien se usaba como cebo para sacar de su escondite a los nobles menos agresivos. A su par, un hombre de edad media en una túnica holgada de hechicero mantenía una gélida mirada. ¿Quién podría confundir la barba blanca o el monóculo sobre su ojo izquierdo del Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner? Pero no vi señales del Marqués Gardner o Crom, aunque se me había dicho que ambos asistirían.

 

¿Se perderán el consejo? ¿Después de todo lo que paso?

 

Cheryl, sentada más cerca del trono, me vio con mi ropa de diario y camino hacia nosotros. Lydia siguió, su rostro impasible.

 

El profesor me señaló sentarme a su par, así que tomé una silla entre Stella en su túnica blanca de hechicera y Ellie en su uniforme de la Academia Real.

 

[No quería que arrastrarlos a los tres en una situación así.] Dijo. [Oh, el viejo está dando la seguridad. No podrían estar más seguros que en primera línea.]

 

[Un barco de cuentos de hadas no es mi idea de seguridad. Además, las naves celestiales pueden caerse.] Respondí, sintiendo maná.

 

Cuánta cautela. Me encantaría dejar que Ellie lo estudiara.

 

[Mi padre pidió que esos más envueltos estén presentes.] Cheryl añadió, descansando su mano en mi silla. [Aunque la asistencia debe ser voluntaria, si me preguntas. Hasta luego, Allen.] Su Alteza Real sin ganas retiró su mano.

 

[Claro.] Asentí a la rubia sobre mi hombro. [Tengo mucho que discutir contigo. Y supongo que debo compensarte por lo de anoche.]

 

Cheryl se medio giró, con la falda blanca revoloteando. [A-Allen.] Murmuró, puños apretados y ojos brillando. [¡Cuenta conmigo! Dejaré todas mis reuniones de lado y superaré cualquier obstáculo para hacer tiempo para— ¡L-Lydia! ¡S-Suéltame! ¡Suéltameeee!]

 

[Su Alteza Real tiene un asiento allá. Es por allá.] La noble de cabello escarlata dijo sin sentirlo, arrastrando a la princesa de la corona a su noble silla.

 

Intercambié miradas con Ellie y Stella, sonriendo. Entonces los jóvenes caballeros de la guardia real en guardia abrieron las puertas. Como uno, todos nos paramos y nos inclinamos.

 

[Descansen. Este consejo es muy importante como para preocuparse por el protocolo. Todos, tomen asiento.] Dijo una voz cuya calma no podía ocultar su dignidad.

 

Levanté la mirada para encontrar a un hombre musculoso tomando asiento en el trono. Canas cubrían su cabello rubio y una corona lo exaltaba. Blanco dominaba la paleta de su resplandeciente atuendo. Su Majestad Real el Rey Jasper Wainwright había llegado.

 

Tres duques— Walter Howard, Laim Leinster y Leo Lebufera— entraron detrás de él, al igual que la Duquesa Emerita Leticia Lebufera, el Vendaval Esmeralda. Gil no debió haber sido llamado. Contrario a la tradición, no traían guardias. Solo Lydia podía contar como una excepción.

 

Su Majestad Real encontró mi mirada. [Ha pasado tiempo, Allen.] Dijo amigablemente. [He oído de tus hazañas.]

 

[Su Majestad Real es muy amable.] Respondí. Una palabra en falso podría causar problemas luego.

 

Los tres duques dijeron sus preguntas. [No veo a Lord Gardner y Crom.]

 

[Nos hemos reunido hoy para discutir la conexión de sus casas con el oráculo del dragón de flor y la fiebre de los diez días. ¿Por qué no están presentes?]

 

[Director de la Corte de Hechiceros, pido una explicación. ¿Crep que se reunió con ellos la semana pasada?]

Pude oír el escalofrío en sus voces. Ellie y Stella se tensaron. Pero Gerhard ni se inmutó.

 

[Sus señores han contraído una repentina enfermedad y no pueden asistir.] Respondió con poca emoción. [Primero, se les cuestiona la conexión de las dos casas con el brote de la fiebre de los diez días hace once años, pero niego la existencia de alguna. Y ningún intruso pudo haber entrado al Archivo Sellado mientras la capital real estaba en manos rebeldes. Ninguna persona ha puesto un pie allí desde que los marqueses adquirieron sus títulos hace más de cincuenta años.]

 

El Duque Walter no tenía palabras.

 

[Qué extraño.] El Duque Liam murmuró, llamas danzaban en sus ojos.

 

[Así que irían tan lejos para evitar encararnos.] El Duque Leo dijo, sus agraciadas facciones se retorcieron.

 

Su Majestad Real levantó su mano izquierda. [Walter, Liam, Leo, guarden su enojo. Si la iglesia no ha puesto sus manos en el archivo, mucho mejor para nuestro reino. Además, ¿qué hará de bien culpar a Gerhard?]

 

[Señor.] Los tres duques respondieron juntos y desistieron.

 

[Mis sinceras disculpas.] Gerhard dijo, aunque no podía creer que lo dijera en serio.

 

No me sorprende que el profesor no quisiera traernos aquí. No puede disfrutar mostrarnos las luchas políticas detrás de escenas.

 

[Letty, repite las palabras del oráculo para nosotros.] Su Majestad Real ordenó, descansando su mano en el posa brazos de su trono. [Puedes hablar como es usual.]

 

[Claro.] La bella elfa se paró con una sonrisa y recitó. [“Cuestiona a la hija del Tirador de Estrellas y en la Ciudad del Escudo, deja a la llave final, la Santa Cenicienta y a la menor de los guardianes del Gran Árbol descender al archivo de los Guardianes de los Registros. En sus profundidades enfrentarán, inesperado, las insignificantes obsesiones de los seres inmortales.” Tal fue el mensaje revelado a Aathena Io, oráculo del clan dragón, en el Valle de las Flores.]

[Ya nos hemos reunido con la “hija del Tirador de Estrellas”— la Princesa Imperial Yana Yustin, la única heredera de su talentosa casa en arquería. Encontrarás sus respuestas en los papeles ante ti.] El profesor añadió. Como el tutor mágico de Su Majestad Real, no modificó su tonó para el consejo informal.

 

Revisé los documentos. Se sincronizaban con lo que Lydia me había dicho anoche.

 

Los tres duques se fueron contra Gerhard.

 

[El Director de la Corte de Hechiceros, desde hace mucho que abandonaste la Casa de Gardner y no queremos culparte.]

 

[Sin embargo, oímos que el mismísimo dragón de flor se reveló al oráculo directamente.]

 

[No ha pasado en un siglo. ¡No tenemos una revelación en común que considerar! Como la Flor de Sabia lo interpreta, las personas nombradas son Stella Howard, Ellie Walker…]

 

[Y Allen la Estrella Fugaz.] La Duquesa Letty concluyó con un aire de orgullo. [Dejen que entren al Archivo Sellado. Entiendo que Crom y Gardner respeta los precedentes y leyes. Si objetan, me uniré para persuadirlos.]

 

[¿Qué dices, Gerhard?] Su Majestad Real añadió. [Los “Guardianes de los Registros” es un título antiguo, casi desconocido estos días. Hace que una falsificación sea casi improbable.]

 

El salón se puso más tenso que encontraba difícil respirar. [No tengo objeción de admitir a Lady Stella Howard y Ellie Walker.] Gerhard sin ganas respondió. [Ambos marqueses han dado su permiso como una excepción especial.]

 

Las chicas a cada lado mío abrieron los ojos.

 

El director de la corte de hechiceros, su cabello más blanco de lo que lo recordaba, se miró con ojos casi vacíos de sentimientos. [Sin embargo, firmemente rehúso la entrada de la otra persona nombrada.]

 

Una conmoción llenó el salón.

Así que ni siquiera valgo el nombrarme.

 

Un intenso infierno se encendió en los ojos de Lydia. [Relájate.] Le dijo a través del maná. [No pierdas los estribos.]

 

[Por favor, no me malentiendan.] Gerhard continuó, agitando su cabeza. [No tengo ni resentimiento u odio hacia la persona sentada allí. Aunque de cara al oráculo del dragón de flor, la ley es ley. Las Casas de Gardner y Crom han cuidado del Archivo Sellado desde la fundación del reino y nunca un sin hogar u hombre bestia ha cruzado sus límites, mucho menos uno que no tiene pedigrí. Los marqueses acordaron que eso, al menos, no lo pasarán.]

 

El Duque Walter, Liam y Leo golpearon la mesa redonda, su rabia se desplego.

 

[¿Joder?]

 

[¿Oh?]

 

[¡No tienes idea de lo que hablas!]

 

La Duquesa Letty seguía tranquila, pero sus ojos brillaron con frialdad. Incluso la normalmente tranquila Ellie dijo bajo su respiración, [Horrible.]

 

Yo había oído más de lo mismo desde mis días de la Academia Real que podía sentarme y reflexionar del más último suceso. Los marqueses les habían prohibido la entrada a hombres bestias y sin hogar desde la fundación del reino. Pero ¿por qué?

 

Stella apretó sus puños con fuerza, mientras Lydia bajó la mirada al suelo y empezó a temblar. Por nuestro pacto, podía oírla murmurar. [Te cortaré en rebanadas, quemaré, luego cortaré más.]

 

Mejor me preparo para intervenir y detenerla cuando—

 

[Es decir, ¿te rehúsas a admitir a Allen bajo cualquier circunstancia?] El profesor demandó. [¿Puedo asumir que, el Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner, te rehúsas a reconocer sus logros?]

 

[El más pequeño hoyo puede llegar a una dura represa, como usted, mi predecesor, bien sabe. Incluso si sus logros merecen consideración, debe obtener un título primero.] Gardner respondió en tonos más fríos que antes. Prácticamente dijo sus palabras finales.

 

No funcionará. Ahora que Ellie y Stella tienen permiso, nuestro tiempo sería mejor pasarlo negociando para enviar a Lydia o Lily para protegerlas.

 

Me giré apara decirle al profesor que— cuando la Princesa Cheryl Wainwright entró a la pelea. [¿Estarías satisfecho si Allen tiene un título oficial entonces?] Preguntó sin advertir.

 

Gerhard lució desconcertado por un momento, pero la expresión pronto pasó. [Así es.] Respondió. [Ascender a un hombre bestia sin hogar, sin embargo, requeriría el respaldo de no solo los Cuatro Grandes Ducados, sino muchos otros aliados también. La ley no prescribe un número exacto, aunque hace tiempo que no se usa, sigue vigente. Con tan poca antelación, no parece—]

 

[Por favor, perdón por la molestia.]

 

Las puertas se abrieron y una belleza de cabello escarlata entró usando un vestido en un tonó más oscuro del mismo color. Detrás de ella siguieron… ¿las asignadas a Allen&Co? Realizo una elegante reverencia y el clip floran e su cabello brilló.

 

[Yo, Lily, la hija más grande de Lucas Leinster, he venido a entregar unos cuantos documentos por orden de Su Alteza Real.] Dijo. [Si fueran tan amables.]

 

[¡Sí, mi lady!] Las maids dijeron y empezaron a apilar toneladas de papeles en la mesa frente a Cheryl.

 

Confusión apareció en mi rostro, también en el de Lydia y Gerhard, el de Su Majestad Real y el Príncipe John. Los otros, Ellie y Stella incluidas, se mantuvieron calmadas, como si hubieran esperado este giro de eventos.

 

¿Las maids qué acaban de entregar?

 

De pronto, Lydia soltó un gritó de asombro, manos sobre su boca y ojos bien abiertos.

 

[Cheryl, ¿qué es todo esto?] Su Majestad Real preguntó.

 

Mi anterior compañera se levantó, flequillos rubios brillaban y revisó el salón. [Estas cartas contienen recomendaciones para la designación de Allen de los Cuatro Grandes Ducados y las cabezas de cada casa bajo sus alas. Los jefes de cada clan de hombres bestias en la capital este también han presentado petición con el mismo objetivo.]

 

Asombrado, me quedé sin palabras.

 

[Imposible.] Gardner murmuró, su compostura se vino abajo.

 

[Lo sabía.] Lydia gruñó, presionando una mano en su frente.

 

De pronto, recordé los rostros de la Viceduquesa Fiane y la Duquesa Lisa.

 

¡¿No me digas que lo sabían?!

 

El director de la corte de hechiceros apretó sus dientes de cara a este ataque político sorpresa. [Si puedo—]

 

[Ríndete, Gerhard.] Un asombrado Príncipe John. [Ley es ley.]

 

[Su designación requiere cuidadosa consideración.] Cheryl continuó, levantó su cabeza. [Al mismo tiempo, si insiste en apartarlo debido a su falta de título, le deberá a cada casa que firmó esas recomendaciones y los hombres bestias de la capital este una explicación. Allen ha mostrado un valor incomparable y otra vez en estos tiempos difíciles. La sociedad en general está observando cómo le pagaremos. Los hombres bestias, en particular, han derramado sangre. Si desea menospreciar los títulos, Gerhard…] El largo cabello de Su Alteza Real brilló en dorado mientras sus bellos ojos se postraban en mí.

 

[Allen, la Estrella Fugaz del clan lobo, yo, Cheryl Wainwright y su aparente heredera a la corona, por la presente, te nombro mi investigador personal.] Hubo una pausa antes que añadiera. [¿Eso será suficiente?]

 

Luego de un silencio que parecía eterno, el Director de la Corte de Hechiceros Gerhard Gardner finalmente respondió. [Claro que sí. Por la autoridad que se me delegó, autorizo que esa persona entre al Archivo Sellado en esta ocasión.]

 

Cheryl y Lily juntaron sus manos e intercambiaron miradas.

 

El color volvió a las mejillas de Ellie y Stella.

 

[Eso lo resuelve.] Su Majestad Real se pronunció, negándose a reconocer que el rápido cambio de eventos me había dejado a mí y Lydia en la nada. [¡Allen! ¡Vas a descender al Archivo Sellado con esas dos señoritas y reportar todos los resultados! Gerhard, haz los preparativos de una vez. Excepto mis buenos duques, Letty y el profesor, todos pueden irse. Gracias por su tiempo.]

 

✽✽✽✽✽

 

[Mr Allen, llegaremos en breve.] El maduro caballero en el asiento del conductor— Graham el “Abismo” Walker— advirtió mientras nuestro destino entraba a la vista.

 

Colosales muros de piedra rodeaban una vieja mansión adelante. Luz alumbraba tenue una puerta frontal de mental y sus barraras de hierro bloqueaban cada ventana. El edificio no ocultaba su gran solemnidad. Sobresalía incluso entre las mansiones de los otros grandes nobles. Y al igual que los caballeros de la Orden Escarlata custodiando, especialmente cuando unos peatones se aventuraban a acercarse al palacio.

 

Prácticamente es un fuerte. Me alegra que decidiera no traer a Atra.

 

Tan fue mi primera impresión del Archivo Sellado bajo la unión de los señoríos del Marqués Crom y Gardner, quienes normalmente mantenían sus puertas cerradas.

 

[L-Lady Stella.] Una joven maid murmuró en el asiento detrás de mí.

 

[Todo estará bien, Ellie.] La noble de cabello plateado apretó su mano y le aseguró.

 

Tina y Lily debían haber estado hablando. Iban detrás de nosotros en un segundo carro, habiendo sacado los boletos ganadores y ganarse el derecho de quedarse a la espera cerca del archivo como un “equipo urgente de respuesta.” Aunque, me preocupaba su conductor— Roland Walker, un mayordomo menor Howard. Se había puesto blanco como el papel cuando miro a una furiosa Lydia y una triunfante Cheryl.

 

Aunque, serio, ¿un investigador? Tengo que darle el crédito a Su Alteza Real.

 

El carro se detuvo frente a la mansión y los caballeros Leinster y hombres armados saludaron en conjunto. Quién más se posicionaría a la cabeza que el Conde Tobias Evelyn. Una vez dejé el carro delante de mis compañeros y regresé a saludar, regresó a su puesto.

 

Suspiré un poco, luego abrí la puerta detrás de mí y ofrecí mi mano. [Ellie, Stella, ¿me permiten?]

 

[S-Sí.] La maid respondió. El “Claro” de Stella siguió un momento después.

 

Tan pronto que había ayudado a las chicas a salir que Tina y Lily corrieron, diciendo sus nombres. Recibidos por su preocupación, me incliné al caballero quien había dejado el carro de último.

 

[Gracias por traernos, Mr Walker. Y—]

 

[Si puedo, Mr Allen.]

 

Mi disculpa a medias se desvaneció en el aire. Mientras la prohibida puerta frontal se abría, el líder de una de las más grandes familias en el norte, afamada por largos años de servicio a la Casa Ducal de Howard, se inclinó ante mí tan profundamente de lo que creía posible.

 

[Tiene mi más sincera disculpa.] Dijo. [En serio, no puedo agradecerle lo suficiente.]

 

[¿Perdón?] Balbuceé. Podía ver la impresión de Roland, aunque se paraba en la distancia, donde parqueó el segundo carro. [No, le debo una disculpa por decirle a Ellie lo de sus padres y—]

 

[Alguien necesitaba decírselo eventualmente. En cuyo caso, entre más pronto, mejor. Mi esposa diría.]

 

[Pero…]

 

Decir la verdad sonaba plausible a la primera, pero también significaba remover el pasado de tus seres queridos. Zel debió haber sentido el mismo dilema.

 

Mientras recordaba a mi difunto amigo, Mr Walker levantó la mirada al cielo gris. [Como creo que Shelley te lo dijo una vez en la capital norte.] Dijo. [Luego que nuestra hija y yerno fallecieran, buscamos toda la información de ellos como pudimos. Claro, ni un solo recuerdo de ellos regresó con nosotros., dejando solo sus cuerpos. Solo las palabras “ambos muertos.” Incluso el lugar y hora eran confusos.]

 

Los padres de Ellie habían practicado medicina. A pesar de escapar una vez del brote epidémico en la capital real, habían regresado a cumplir con su deber profesional y dieron sus vidas— dejando a su hija.

 

[¡Aunque fallamos en descubrir una sola pista! ¡Ni una sola!] Furia rompió la usual compostura de Mr Walker. [Mr Allen, nos trajo lo que mi esposa y yo buscamos por tanto tiempo en vano. La universidad alberga tantos registros para ser eliminados, la palabra “numeroso” apenas le hace justicia. ¿Y buscar entre todos ellos? ¡Qué hazaña! ¿Quién más que usted, pudo haberlo visto?]

 

[Mis viejos compañeros se merecen todo el crédito. No hice nada.] Dije y sin modestia. Solo había ofrecido sugerencias y pedido ayuda.

 

El rostro de Mr Walker se retorció. [Mi esposa y yo…] Dudó, esforzándose en dar voz a sentimientos que había contenido por tantos años. [¡Solo queremos saber! ¡Saber cómo realmente nuestra niña murió! No importa lo duro que la verdad sea para que nosotros— y sobre todo, para Ellie— podamos soportar. Creo que ella ha crecido lo suficiente para poderlo enfrentar.]

 

Graham el “Abismo” Walker enderezó su postura. [Si podemos ayudarle de cualquier forma, solo dígalo. Nosotros los Walkers conocemos el peso de una deuda a pagar.]

 

Asentí. Al mismo tiempo, observando a Tina y Ellie hablando bajo las cuidadoras miradas de Stella y Lily, deseaba de todo corazón que no tuviera razón para pedir la ayuda de los Walkers. Pero me permití el momento más breve de rezo antes de responder:

 

[Por el nombre de mi padre y madre, juro que haré todo lo que pueda.]

 

[Nunca defrauda.] El mayordomo agitó su cabeza, manteniendo una afectuosa mirada en su nieta y las hermanas Howard. [Sería un día malo para el reino si algo le llegase a pasar. Por favor, cuídese a sí mismo. Y también de las señoritas y Ellie.]

 

Al momento que me acerqué a la puerta, Tina y Ellie corrieron a mí, con sus túnicas revoloteando.

 

[¡Allen!]

 

[¡S-Sensei!]

 

La puerta ya estaba abierta. Un elfo en túnica de hechicero y un gran hombre de cabello rojo y barbado entró a la vista; el director y el Viceduque Lucas Leinster habían llegado a nosotros. Había oído que Richard y la Guardia Real se nos unirían también, pero no los veía. Adentro, sin dudas.

 

[¿Qué estabas hablando con Graham?] La noble de cabello plateado con una varita colgando en su espalda.

 

[¿E-Estaba enojado conmigo?] La joven maid añadió mientras ambos llegan a mí.

 

[Para nada.] Respondí, forzando una sonrisa y hablando en alto para que Stella y Lily lo escucharan desde donde caminaban un poco por delante de nosotros. [Solo implicó que he estado trabajando muy duro.]

 

[¡Oh, claro!]

[¡El abuelito tiene razón!]

 

¿Cómo es que mis estudiantes tienen tan extrañas opiniones de mí?

 

 Mientras pensaba en esa pregunta, Stella ofreció una sugerencia.

 

[Me gustaría asegurarme que tome un poco de descanso— incluso si necesito mantenerlo vigilado.]

 

[¡Alístate para unos días de descanso una vez esto se calme— ya que te guste o no!] Lily añadió. [¡Me quedaré en tus aposentos para cocinar y limpiar y ocuparme de todo lo demás que necesites!]

 

[¡C-Culpable!] Tina gritó, seguido del “Ni de broma” de Ellie.

 

[¿Perdón, Lily?] Stella dijo lentamente, y antes de saberlo, su usual disputa empezó.

 

Debo detener a Lily de visitar mi casa. Parece probable que se quede.

 

[Siempre armas un alboroto.] El director remarcó, encontrándonos mientras pasábamos por la puerta frontal.

 

[¡Lo prohíbo!] El Viceduque Lucas gritó, firme.

 

[Silencio.] Respondí. Luego, en una voz áspera. [¿Fue inteligente posicionar tantos guardias?]

 

A mi pesar, Bertrand y muchos más caballeros que reconocí habían empezado a formar filas en los terrenos de la mansión. La guardia real había ganado un nuevo aire en la retirada de la capital real y la defensa de la capital este. Añade a la renombrada Orden Escarlata, el Archimago y un viceduque con el Abismo, Tina y Lily esperando a los costados. Oficialmente, solo íbamos a entrar al Archivo Sellado. ¿Tal demostración de fuerza no pondría a Crom y Gardner en guardia?

 

Ambos hombres sonrieron.

 

[A esto llegamos.]

 

[Tenemos voluntarios de sobra. Y recuerdo con quién estamos tratando.]

 

Así que no creen que podamos confiar en Gerhard Gardner, incluso si dio su permiso.

 

Mr Walker se acercó llevando un objeto largo envuelto en trapo. [Lady Stella, espero que pueda llevarse esto consigo.]

 

[¿Yo?] Murmuró la noble vestida de blanco, levantándose. El trapo se removió para revelar un báculo de madera colocado con un orbe de luz. Incluso sin tocarlo, podía reconocer su calidad.

 

[Graham, ¿de dónde viene esto?] Stella preguntó, agitada.

 

[El maestro lo había preparado en aras de su condición, mi lady.] El mayordomo respondió. [Sintió que necesitaría más que una varita.]

 

[¿Mi padre dijo eso?] La chica bajó su mirada y abrazó el báculo. Miré con sentimientos hasta que sentí un jalón en mi maga. “Señor, señor.”

 

[¿Sí, Tina?] Respondí, llevando mi oreja más cerca de ella.

 

[¿Enlazaría el maná conmigo? Si algo va mal, puedo—]

 

[Mejor no.]

 

[¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!] Tina demandó. Plumas de hielo se arremolinaron mientras la marca en su mano derecha se iluminó.

 

Las desmantelé con un chasquido de mis dedos. [No vamos a la guerra. Y estoy llevando un orbe de comunicación igual.] Dije, mostrando la insignia colgando de mi cuello.

 

[Pero… pero— ¡Eek!]

 

[¡Lady Tinaaaa!] Lily gritó, regresando a su usual yo mientras rogaba por un abrazo. [Espere por su turno.] Añadió, sonriendo mientras calmaba a la joven noble con su pecho. [No se preocupe. Ambas entraremos al rescate si se encuentra en peligro.]

 

[Tienes razón, Lily.] Tina admitió. [¡P-Pero no me aprietes así!]

 

[¿Quuué? ¡No! ¡Aprieta!]

 

[¡Oh, si solo… si solo mi compañera estuviera aquí!] Tina llamaba al Héroe mientras el agarre de la maid se apretaba.

 

[Muy bien.] Dijo el director.

 

[Te veremos adentro.] El Viceduque Lucas añadió mientras ambos hombres se giraban y entraban al fuerte de una mansión.

 

[Ellie, Stella.] Dije, juntando mis manos. [También deberíamos ir. Tina, Lily, nos veremos luego. Mr Walker, por favor, cuide de todos por mí]

 

✽✽✽✽✽

 

Adentro, la mansión parecía desierta y un escalofrío prevalecía en el aire. El director y el viceduque caminaban al frente mientras pasábamos por las vastas y vacías galerías iluminadas por el mínimo de lámparas de maná. Oí que las personas rara vez usaban este lugar, pero estaban tan bien mantenida que no veía motas de polvo.

 

El orden en realidad lo hace más inquietante.

 

Ellie había estado caminando detrás de mí. Ahora se apresuro y llego al mismo paso.

[A-Allen.] Murmuró, levantando la mirada desde mi lado derecho. [¿Le importaría sostener mi mano?]

 

[Claro que no.] Respondí, tomando la mano de la pequeña maid. [Y hagamos algo con este frío.]

 

[¡S-Sí!]

 

Calenté el aire alrededor de nosotros y lancé un hechizo de detección.

 

Veinte caballeros de la guardia patrullaban la mansión. También sentí a Richard, otro caballero a su lado… y Gerhard Gardner. El director de la corte de hechiceros no había traído un solo subordinado. Aún estaba pensando en eso cuando mi hechizo rebotó en una barrera desconocida subterránea.

 

Ni grandes bases militares tienen defensas a esta escala.

 

Mientras lo analizaba, Stella llegó a mi lado izquierdo. Sin una palabra, le dio un leve jalón a mi manga. Evidentemente dudaba en hacer más frente a nuestros guías o su hermanita.

 

Al final, un salón de piedra entro a la vista más allá de las pesadas puertas. Contenía el corazón de la mansión. En el centro del salón, el vicecomandante de la guardia real de cabello rojo estaba conversando con uno de sus caballeros, mientras Gerhard Gardner nos esperaba, báculo en mano. El vicecomandante fue el primero en marcar nuestra llegada.

 

[Allen, por aquí.] Llamó tan pronto cruzamos el umbral.

 

[Richard.] Respondí. [Gracias por tomarte la molestia.]

 

Las piedras del suelo obviamente eran antiguas. ¿Habían construido la mansión sobre este lugar, preocupándose de no dañarlo? Ellie y Stella miraron a los muros de piedra dañados, evidentemente compartiendo mi impresión.

 

[Veo que todos están aquí.] Gerhard dijo, sin hacer esfuerzo de esconder su amargura.

 

Golpeó su báculo en una losa de piedra incrustada en el suelo y todo el salón se alumbró mientras una escalera espiral hacia abajo aparecía en su centro. Con cuidado busqué por maná, pero no pude detectar rastros de los apóstoles o alguna otra amenaza. El director parecía haber hecho lo propio.

 

¿Tenían razón los marqueses cuando clamaron que nadie había abierto este lugar en cincuenta años?

 

[Primero, déjame advertirles: el Archivo Sellado está vivo.] Gerhard anunció. [Ahora, déjanos entrar.]

 

Empezó a descender por la escalera espiral. Intercambiamos miradas y seguimos. Solo nuestras pisadas y el golpe de los bastones en la piedra sonaban en los escalones mientras descendíamos, a las profundidades.

 

¿Podría ser…?

 

[Qué hermoso lugar— ¿Allen?] Ellie preguntó, viendo detenerme en seco.

 

[¿Ocurre algo?] Stella añadió, mirándome.

 

Un salón circular rodeado por siete columnas. Y ese maná que sentí desde donde Gerhard se paraba. Todo me recuerda al Templo Antiguo en la ciudad del agua.

 

[No hay nada aquí.] El Viceduque Lucas dijo, revisando la cámara subterránea. [¿Qué parte de esto llamas un archivo?]


[Debo admitir, no luce como uno.] El director murmuró, perdido en pensamientos.

 

El vicecomandante le dio unas incrédulas miradas, ganándose una mirada reprobadora de su calmado caballero.

 

[¿Richard? ¿Qué pasa?] Demandó.

 

[Renown.] El caballero de cabello rojo dijo. [Este lugar me recuerda a uno debajo de la antigua casa del Conde Rupert. Aquella que entramos mientras estaba en búsqueda de Gerard. No es que vea que puedan estar conectadas.]

 

[Rupert.] Murmuré, sintiendo un dolor en mi pecho. Dicha casa pertenecía al hombre que había atropellado a mi amiga de la infancia con su carruaje. Nunca esperaba oírlo en un lugar así.

 

Ellie y Stella dijeron mi nombre en pregunta, sintiendo mi pesar. Necesito hacerlo mejor. Pero antes que pudiera responder, la voz de Gerhard resonó en la vasta cámara.

 

[Atrás.]

 

Otra vez, tocó el centro con su báculo y siete columnas ardieron con luz mientras una puerta se materializaba. Le lancé una mirada al director y agitó su cabeza levemente. Así que, ni el Archimago conocía esta magia. Busqué por rastros de maná, pero sin encontrar nada.

 

[Más allá de este punto yace el reino de registros que los Croms han reunido de todos los rincones y los Gardners han preservado.] Gerhard continuó, mirándonos atrás. [Lady Stella Howard, Miss Ellie Walker, y…] Sentí una mirada en mí que era más que fría. [¿Su joven asistente adelante?]

 

[Director de la Corte, no se ha molestado en dirigirse a él como—]

 

[Richard.] El caballero llamado Renown silencio la furia de su vicecomandante.

 

[Luego de pasar por la puerta, descenderán a un vasto salón.] Gerhard continuó sin ganas. [Se me dijo que se requiere documentos usando la losa de piedra en su centro. Pregunta sobre la condición de Lady Stella Howard.]

 

[Recuerda, Allen.] El director dijo.

 

[Esperaremos su regreso aquí.] El viceduque terminó. [Lo que sea que hagan, mantengan su orbe de comunicación encendido.] Richard añadió, palmeando mi hombro. Tener compañeros de la batalla de la capital este a la mano me despreocupa.

 

Intercambié miradas con Ellie y Stella, luego asentí. Justo cuando estaba por pasar primero…

 

[Yo… ¡Iré primero!] La joven maid gritó, tensa por los nervios mientras tomaba la cabeza.

 

[Y luego yo.] La noble de cabello plateado siguió, báculo en mano. Me tienen. Podía sentir el maná de ambas, así que el dispositivo no había salido de un espacio normal.

 

Di un paso adelante para dar persecución, luego me detuve. [Una última cosa.] Dije, mirando a Gardner a los ojos sobre mi hombro. [Tengo una pregunta para el director de la corte. ¿Por qué le disgusta tanto los hombres bestias y los sin hogar? No recuerdo hacerle algo en especial.]

 

Tensión llenó el salón. Prejuicios contra ambos grupos tenían una larga historia, pero tenía que reunirme con una persona que podría justificar las suyas. El anciano encontró mi mirada… pero bajó la suya antes que yo lo hiciera.

 

[Juro que no tengo rencías personales.] Dijo, forzando sus palabras. [Cumplo con las últimas palabras del fundador de mi caza: “No confíes en los sin hogar ni los hombres bestias. Son los enemigos jurados de la mortalidad.” Ni más ni menos.]

 

¿Una orden del lecho de muerte?

 

Los Gardners eran una familia antigua. Ni los libros de historia podrían rastrear su linaje hacia su fundador.

 

Solté un profundo suspiró y me incliné. [Gracias por contarme. Ahora me iré.]

 

✽✽✽✽✽

 

[¿Huh?]

 

Al momento siguiente pasé por la brumosa puerta, me encontré parado en un gran escenario circular. Las siete columnas que lo rodeaban presentaban una pobre vista, sus puntas demolidas. Todo el espacio lucía tan grande como los campos de entrenamiento de la Academia Real. Aunque Ellie y Stella habían entrado primero, no estaban a la vista.

Saqué la Silver Bloom del aire y lancé le hechizo intermedio Divine Lightning Detection en un círculo alrededor de mí. Este lugar estaba desierto.

 

Flotantes lámparas de maná— o eso suponía— parpadeaban como luces esmeraldas debajo del Gran Árbol en la capital este. El escenario parecía estar hecho de piedra dura, pero las raíces y las ramas lo atravesaban en varios lugares— sensores de la ciudad del Gran Árbol. Me sentí casi como lo hice en el santuario de la ciudad del agua.

 

Notando más rastros de gran destrucción, solo podía concluir que una fiera batalla había sido luchada aquí. Los hechizos lanzados debieron haber sido inmensos porque aún podía detectar los más leves vestigios de maná. Dos combatientes habían colisionado. No, tres. Su cautela era increíble. Nadie pudo haber cubierto esta intrusión desde el exterior.

 

De pronto, las palabras de Shelley Walker llegaron a mí: “Mi hija y su esposo usaban magia bastante sigilosa.”

 

¿Entonces quién fue la tercera persona?

 

Viendo alrededor, vi que filas de sobresalientes estantes, estantes y más estantes rodeaban el escenario en todos los lados, separados por un hueco en el suelo. Libros grandes los llenaban desde debajo de mis pies hasta el techo. Un laberinto de escaleras y pasajes se entrelazaban entre ellos y noté claros signos de mano humana en los muros y techo también.

 

Pero el daño se extendía en todas partes. La mayoría de estantes habían sido derribados, dejando muchos libros viejos y reportes.

 

Intranquilidad llenó mi pecho. ¿Alguien podría llamarle a este archivo “vivo”? Los chillidos de las dos chicas resonaron detrás de mí. Giré para encontrar a Ellie y Stella sosteniendo sus manos mientras yacían en el suelo.

 

[Me alegro de verlas. No están lastimadas, ¿verdad?] Pregunté, suspirando de alivio.

 

A mi acercamiento, las chicas vieron alrededor, asombradas. [A-Allen.]

 

[Allen, ¿dónde estamos?]

[En el Archivo Sellado, supongo.] Respondí. [Esa “puerta” me trajo aquí tan pronto entré.]

 

[N-Nosotras terminamos en un lugar oscuro.] Ellie dijo. [No podíamos ver nada arriba ni abajo.]

 

[Excepto por más de esos débiles brillos de los que podía contar que estaban volando por aquí.] Stella añadió. [Allen, me sentí como estar dentro de ese globo celestial que desplegó cuando enseñaba en la Academia Real. Ellie y yo entramos juntas… y entonces estábamos aquí.]

 

[¿Cómo un globo celestial?] Murmuré. ¿Habían visto lo que yo cuando Atra me guiaba a través de esa ruina en el Océano de los Cuatro Héroes? ¿El “sello del Demonio de Fuego”? Pero tan pronto la frase emergió en un rincón de mi mente fue que el anillo en mi mano derecha brilló como si dijera, “¡No me culpes!” En todo caso, teníamos más preocupaciones urgentes.

 

[Examinaré si el orbe de comunicación funciona.] Le dije a las chicas. [Ellie, investiga el área. Stella, por favor, quédate cerca de mí. Una vez nos aseguremos que es seguro, revisemos si esto es lo más profundo que podemos llegar.]

 

[¡S-Sí!] Ellie respondió con entusiasmo y corrió al borde del escenario circular.

 

Stella, quien había perdido el control de su magia de fortalecimiento, se aferró a mi brazo izquierdo y susurró. [Lo siento.] Pensé oír sus dientes apretarse en frustración por su incapacidad de contribuir.

 

[¿Puede oírme, Director?] Dije por mi orbe, vigilando a Ellie mientras miraba en el hueco.

 

Un momento pasó. Entonces. [Te oígo, Allen, pero suenas muy distante ¿Cuál es la situación?]

 

Stella y yo nos miramos. Parecía que pudimos pasar. La noble vestida de blanco movió su báculo y lancé el Light Mirror.

 

Lluvia. Pequeñas gotas de luz danzaban por el escenario. Había diseñado el hechizo para Tina, pero podía ver que Stella ya había dominado esta variación menor. Le di una mirada de admiración y una sonrisa rompió su tensa expresión.

 

[Dicho simple, estamos en un laberinto de libreros.] Le respondí al director. [Fui arrojado a una masiva plataforma circular rodeada por un aparente barranco sin fondo. Tiene un fuerte parecido al salón en el que está. Ellie y Stella fueron enviadas a otra parte. Logramos reunirnos, pero veo señales de una fiera batalla, probablemente entre tres personas.]

 

El orbe explotó en un concierto de voces. [Yo también iré.]

 

[Por favor, no seas ridículo, Richard.]

 

[Debemos llamar a Gerhard.]

 

[¿Seguro?] El director demandó. [Si ambos fracasamos en detectarlo, debieron haber sido hechiceros—]

 

[¿Director?] Dije. [¿Viceduque Lucas? ¿Richard?] Nada llegaba. El contacto se había perdido sin advertencia.

 

Stella levantó su báculo y lanzó el Light Mirror Shower otra vez. [Usaré un hechizo de detección de largo alcance.] Anunció en un tono que no dejaba argumentación.

 

[Lo apreciaría.] Respondí. La Santa Loba lo había anticipado.

 

Movió su báculo en un amplio arco y rayos rebotaban entre las luces danzantes, revisando cada rincón y grieta en el escenario. Ellie, de regreso de su reconocimiento, cubrió su boca en admiración. Dando el actual control de Stella con la magia de luz, dudaba que algo restante por encontrar pudiera persuadirla.

 

Al final, las luces se desvanecieron.

 

[Sin suerte. No encontré nada.] Stella reportó, agitando su cabeza débilmente mientras apretaba su báculo.

Toqué su mano. [Está bien.] Dije, lentamente soltando el agarre de los nudillos de la noble. [Si tu magia no encontró nada, entonces—]

 

Un trozo de tierra escondido por las ramas del Gran árbol brilló casi perceptible por un momento, se oscureció otra vez.

 

Las chicas me dieron miradas de curiosidad. [¿Allen?]

 

[¿Ocurre algo?]

 

Con calma, golpeé mi báculo en el suelo. Maná se extendió y barreras de bloqueo de percepción superlativas empezaron a sucumbir. Ellie y Stella pusieron sus manos en sus bocas, estaba vez en agitación.

 

[E-Esas son…]

 

[¿Pisadas?]

 

Rastros aparecieron, irradiando un místico brillo mientras avanzaban al centro de la plataforma y se desvanecieron muy rápido. Reutilizar el Light Mirror Shower para detección debió haber provocado una leve reacción. Antes que las pisadas desaparecieran por completo, quemé algunas de ellas con fuego.

 

[Y un hombre y mujer, juzgando por su tamaño y pisada.] Murmuré, agachándome de una rodilla. [Y…] Seguí ambos rastros hacia el centro.

 

Un hombre y una pequeña. No había tres personas aquí— eran cuatro. El maná residual demuestra que todos estuvieron aquí al mismo tiempo, aunque probablemente no del mismo bando.

 

[Veamos el centro de este salón.] Dije, levantándome. [Puede decirnos algo.]

 

[¡Iré al frente!] Ellie declaró. [¡Estará a salvo conmigo! ¡Y Stella-neesama también!] Aprender a darse su lugar marca un gran paso para ella.

 

[Contaremos contigo.] Respondí. [Stella, ve a la retaguardia. Confío que protejas nuestras espaldas.]

 

La chica de cabello plateado bajó la mirada, algo molesta. [Claro.] Murmuró.

 

Dudaba que tuviéramos algo que temer, pero mejor prevenir que lamentar. No podía dejar que Stella luche mientras no pueda valerse por sí misma. Había llegado aquí para curarla.

 

Coloreé las pisadas con maná, haciéndolas más fáciles de ver mientras avanzábamos. Los rastros se detenían en el centro de la plataforma; los pasos de la mujer y el hombre se alargaban, apartándose al otro lado… y se desvanecieron. Había visto este ágil trabajo de pies, en la mansión norte de los Howard. Era la combinación perfecta para Graham y Shelley Walker.

 

Lo sabía. Esos dos debieron haber sido…

 

En silencio, me arrodillé otra vez y limpié el polvo. Ellie y Stella miraron sobre mis hombros.

 

[¿Una losa de piedra?]

 

[¿Aquel que el director de la corte mencionó?]

 

De los escombros emergió una tabla de piedra no más grande de lo que una persona podría sostener y cubierta en escritura tallada. En cuanto al texto, no podía leerlo. No parecía ser un lenguaje del Antiguo Imperio, pero algo incluso más antiguo. Y gruesas manchas negras se pegaban en la superficie de piedra.

 

Sangre humana.

 

Me paré y extendí mi mano. Una fórmula desmoronada y parcialmente colapsada se proyectó en lo que debió haber sido aire.

 

[¿La fórmula de control original debió haber sido destruida?] Murmuré. [¿Y respuesta para activar… un hechizo de gran escala? ¿Lord Crom y Gardner escondiéndose en sus propios dominios porque saben que alguien irrumpió aquí?]

Mi mal presentimiento seguía haciéndose fuerte. Escondido en la fórmula de control, revisé la malograda letra y una fórmula parecida a la de Mr Walker.

 

Quién sea que esté leyendo esto:

Por favor, completa nuestro hechizo y libera los grilletes del Gran Árbol— sus cadenas. El Archivo Sellado murió hace cien años. Canalizar energía hacia sí solo causará estancamiento y podredumbre.

¡Una pequeña maldición como la fiebre de los diez días no debió haberme dado ningún problema! Aunque luchamos contra el Apóstol de la Gran Luna, yo, el guardián del Gran Árbol, estoy a las puertas de la muerte. A menos que liberes al árbol, se saldrá con la suya y el ángel caído regresará en el futuro cercano, causando masacres a una escala inimaginable.

Ah, Millie. Por favor, ve sola si debes. Ellie necesita—

 

No cabía duda en mi mente. Había encontrado el testamento del padre de Ellie, Remire Walker. Este lugar probablemente se había convertido en su—

 

[¡Allen! ¡Arriba de usted!] Ellie gritó, lanzando el Imperial Storm Tornado.

 

Stella y yo levantamos la mirada en alarma mientras un círculo mágico se alumbró en el techo: la flor con ocho pétalos deformados que había visto inscrito en el Apócrifo de la Gran Luna. El hechizo avanzado de Ellie impacto en seco en el monstruo que había emergido de ello, pero una potente barrera rechazó el golpe.

 

Ojos negros nublados salieron de un largo y delgado cuerpo de piedra del cual incontables piernas se marchitaban. Espadas de hielo formaban sus alas y filosos colmillos se alineaban en su mandíbula. Sobre todo, era enorme, rivalizando con el dragón de agua en tamaño.

 

¡¿Una Serpiente de Piedra con alas de hielo?!

 

¿Habían mezclado el gran elemental con los secretos de las brujas? Y reconocía el maná de la ciudad del agua— le pertenecía al Sabio y la Santa.

 

[Ellie, toma a Stella y—]

 

Antes que pudiera decir “huyan,” la serpiente voladora soltó un perforador chillido.

Solo un muro improvisado de barreras resistentes al viento nos permitieron mermarlo.

 

Ojos sin vida giraban. La rocosa serpiente se fijo en nosotros con una malvada mirada, luego se lanzó de picada.

 

Y así, ramas salieron del suelo, creciendo en el cielo. Ellie corrió a la cima y saltó en lo alto.

 

¡¿Un hechizo simplificado de vuelo?!

 

[¡Oh no, no lo hagas!] Gritó mientras azotaba su puño cubierto de viento en el rostro de la Serpiente de Piedra. Sin embargo…

 

[¡¿Qué?! ¡M-Mi magia!]

 

El golpe de Ellie pegó contra una desconocida barrera. ¿El monstruo era inmune al viento?

 

[¡Cierren sus ojos y cubra sus oídos, las dos!]

 

Las chicas se agitaron mientras se activaban mis hechizos de destello y ruido, engullendo toda la caverna. La serpiente los recibió de frente y se desplomó, su retorcido cuerpo golpeaba los muros y libreros mientras caía.

 

Todo lo que tocaban sus alas congeladas se congelaba.

 

Me hice atrás, llevando a Stella bajo mi brazo izquierdo y manipulando las plantas para recoger a Ellie. Magia de tierra creo más muros entre nosotros y el monstruo mientras explicaba lo que había aprendido de la batalla.

 

[Si el maná de la serpiente se toma en cuenta, el hechicero que lanzó la Estrella Fugaz en la ciudad del agua y la así llamada Santa lo crearon. Mezclaron vestigios del gran elemental Stone Serpent con algunos de los secretos mágicos de las brujas que el Gemelo Celestial me enseñó. Considerando las condiciones que impulsaba el círculo mágico, debe requerir invocación. Y la forma en que detuvo el puño de Ellie muestra que tiene poderosas resistencias a sus elementos iniciales— tierra, claro, pero también viento, agua y oscuridad, lo que hace el hielo. El hielo por sí mismo no necesito mencionarlo.]

Ellie lucía agitada y la expresión de Stella se tensó.

 

¿Cómo se suponía que nos preparemos para un monstruo así debajo de la capital real? ¿Cuándo es que pusieron la trampa? No conozco el de la Santa, pero el maná del Sabio es algo nuevo. ¿No me digas que previeron que alguien bajaría aquí y pusieron una emboscada?

 

[Mi queridísimo Allen— mío y solo mío.]

 

Sentí la fría mano de una chica acariciando mi nuca.

 

La serpiente se levantó, mandando a volar a los libreros y conjurando congeladas lanzas de piedra. Ellie y Stella se dieron cuenta que no estaba bien y me agitaron, diciendo mi nombre.

 

[Aún no se me puede ocurrir una respuesta.] Dije, levantando mi mano derecha en disculpa. [Lo sé— ¡Ellie! ¡Toma a Stella!]

 

[¡Sí!] La joven maid se ocupó de la noble vestida de blanco mientras saltaba en una dirección diferente y lancé Ice Mirror Shower.

 

Corrí a través del salón, rechazando lanzas congeladas de piedra mientras mis muros caían uno otras otro. La serpiente detuvo su bombardeo mágico, irritado por su incapacidad de derribarme. Al instante, la criatura desplegó ocho nuevos hechizos alrededor de sí.

 

¡Va a golpear toda el área con magia de viento!

 

Chasqué mi lengua y cambié de curso. No había descifrado la magia lo suficientemente rápido para dispersarla a tiempo. Ninguna táctica me la hacía pasar tan mal como una de frente, ataques de fuerza bruta respaldados por el volumen del maná de mi oponente.

 

Los nublados ojos de la serpiente destellaron y sus ocho hechizos siguieron.

 

Tornados salieron disparados en el suelo, apartando los escombros de la plataforma mientras se acercaban a mí.

 

No tendré oportunidad de esquivarlos todos. Tengo que confiar en el maná de la Silver Bloom para—

 

[¡No tocas a Allen bajo mi guardia!]

 

Ellie se interpuso entre la serpiente y yo, cabello rubio agitándose y el óctuple lanzamiento del hechizo avanzado Imperial Earth Ramparts. Su boina escolar voló por los aires. La magia de luz de Stella nos bañaba desde atrás, traslapándose y reforzando sus defensas.

 

Solo luego de mermar la tormenta Ellie me miró.

 

[¡¿Se encuentra bien?!] Gritó, de pronto asustándose. [¡No está herido, ¿verdad?!]

 

[S-Sí.] Respondí. [Yo estoy— ¡Ellie!]

 

[¡Sí!]

 

Saltamos a lados opuestos, evadiendo los colmillos de hielo de la serpiente, la cual había atacado luego de sus hechizos. Pateé los restos de un muro de piedra con toda mi fuerza y conjuré un cumulo de nieve plateada en la punta de la Silver Bloom. Mientras la serpiente luchaba por girar, corté sus retorcidas piernas junto a los escudos grises que las protegían. El monstruo se agitó en el aire y retiró, escupiendo sangre. Luz gris destellaba mientras volvía en forma.

 

Así que también le dieron vestigios de Resurrection y Radiant Shield.

 

Mi pie apenas había tocado el suelo cuando las chicas corrieron a mí. [¡Allen!] Ellie gritó. [¡Nunca ganaremos a este paso!]

 

[¡Tiene razón, Allen!] Stella gritó.

 

Veía desesperación en sus ojos. Entendían que no nos enfrentábamos a un monstruo ordinario. Si seguíamos luchando así, nos aplastarían por el tremendo volumen de su maná más pronto que tarde. Ni enlazar maná con ambas chicas no daría la ventana.

 

¿Qué hay de esa fórmula que llegue a ver antes? Si uso el agua del santuario como un medio para canalizar el poder del Gran Árbol, entonces quizás…

 

Agité mi cabeza, observando mientras la grotesca monstruosidad se levantaba desde el fondo del lugar, tirando aún más libreros. No podía completar el hechizo que habíamos heredado mientras conteníamos esa cosa.

 

Supongo que tendré que creer en ellas.

 

Miré a la valiente joven maid y la noble, quienes respondieron.

 

[¿Allen?]

 

[¿Allen?]

 

Liberé el maná del Silver Bloom y atrapé a la serpiente con un cordón de flores de fuego. Una vez había visto que el monstruo empezó a agitarse en el fuego, me giré hacia las chicas y dije. [Me gustaría pedirles un favor a ambas. ¿Me escucharían?]

 

Ellie y Stella se miraron entre sí y asintieron.

 

Alentado, rápidamente expliqué que lo más seguro el padre de Ellie había dejado la fórmula de un hechizo y quería que ellas lo repararan para mí.

 

[Sé que pueden hacerlo.] Concluí. [¡Yo contendré a la serpiente mientras trabajan!]

 

Estaba por dejar nuestro refugio de piedra cuando sentí calidez en mi espalda. [Lo que sea que haga, por favor no muera.] Ellie rogó en lágrimas.

 

[No necesito un mundo sin usted en él.] Stella sollozó.

 

No puedo llamarme un hombre si sigo haciendo llorar a las chicas.

[Morir no está en mi lista de pendientes.] Sonreí, gentilmente acariciando su cabello. [¡Ahora por favor, vayan!]

 

La joven maid en silencio secó sus ojos.

 

[¡Ellie!] La noble dijo, dándole a su hermanita el empuje final que necesitaba. Las observé correr hacia la lápida postrada en el centro del salón, luego levanté mi varita.

 

La serpiente agitó mis ascuas de fuego y me miró con ojos sin luz, irradiando palpable odio. Su maná había crecido desde el primer ataque— quizás había olvidado cómo usar su poder durante su largo sueño. Ahora rivalizaba—no, superaba— al dragón con el que había luchado en la ciudad del agua.

 

[Ya veo otro regañó de Lydia en mi futuro. Y de Caren también.] Murmuré, liberando el maná de mi báculo y formando espadas de fuego y rayos en su punta. Estaba luchando contra el gran elemental de tierra, aunque solo una imitación. No podía permitirme contenerme.

 

[LAS LLAVES HAN SERVIDO A SU PROPOSITO.] La serpiente rugió con un gritó mortal. [¡DEBEN MORIIIIR!] Endureciendo sus alas de hielo, voló por el aire.

 

Mi “propósito,” ¿cierto?

 

Los orbes de la Silver Bloom se movieron y lanzas de fuego y ratos se dispararon de ambas alas a una increíble velocidad. Mi fórmula para desmantelar se activó en seco, forzando a la monstruosidad a caer en el suelo. Aterrizó con un silencioso grito. Invoqué una lluvia dele hechizo intermedio Divine Light Spears, explotando en las piernas de la caída criatura y desgarrándola.

 

Debo comprar un poco más de tiempo para—

 

La serpiente giró sus ojos sin vida, restaurando sus alas y piernas con su maná. Luego invocó innumerables “Radiant Shields” grises. Cada vez que colapsaba uno, hacía más para llenar la brecha.

 

A quién sea que esta cosa sirva, conoce exactamente cómo luchar contra un hechicero.

La serpiente se levantó entre la lluvia de lanzas, abriendo su mandíbula en triunfo mientras libera un aguacero de rayos congelados de piedra. Maldije, sacando maná de mi báculo para manifestar mi arma secreta: el hechizo supremo Firebird. Respondiendo la abrumadora cantidad con puro poder de fuego, apenas esquivé el ataque. Mi báculo tenía suficiente maná sobrante para un lanzamiento más.

 

[¡Ellie! ¡Stella!] Grité, pero mantuve mis ojos en el monstruo. Mi trabajo era mantenerlo a raya hasta que las chicas terminaran sus preparaciones.

 

[¡Casi lo tenemos listo!] Ellie gritó de vuelta. [¡P-Pero Stella-neesama está…!]

 

Su maná se agitaba al igual que su voz. La situación sonaba urgente. Sin dudar, descargué todo el maná sobrante en mi báculo, simultáneamente conjurando fragmentos de hielo puro— nieve plateada— y un Blizzard Wolf. Vendavales de nieve se agitaron y el lobo de hielo aulló. Luego fue al frente, derribando a la serpiente. Puede ser invulnerable al hielo, pero no se salvaría de la nieve plateada.

 

[¡RETORCIDO! ¡DEMONIO!] La serpiente se agitó. [¡TRAERAS AL MUNDO A SU RUINA!]

 

Ignorando sus palabras, me retiré al centro de la plataforma, donde una joven noble había caído de rodillas, cabeza abajo y agitándose.

 

[¡Stella!] Dije mientras me acercaba, añadiendo mi voz a los gritos más suaves de la maid.

 

[¿Allen? ¿Ellie?] Respondió débilmente, levantando la mirada.

 

Las palabras nos dejaron. Los ojos de Stella estaban rojos de llorar y dolorosos sollozos movían su cuerpo. ¿Qué pudo haber—?

 

[¡Allen, ¿qué—?!]

 

Moví mi mano derecha, gruñendo mientras conjuraba ascuas con todo lo que tenía. Apenas rechazaron una lanza de hielo y piedra, más grande que un gigante en altura.

 

[Todo estará bien.] Le aseguré a Ellie. [Ahora, Stella.]

[Oh.] La noble gruñó. [Yo… soy una carga para—]

 

[¡Stella!] Tomé su hombro izquierdo y la miré a los ojos.

 

¿Tina no actuó así una vez, cuando el Blazing Qilin se alocó en la capital este?

 

[Estaremos bien.] Repetí. [No estoy muerto y tampoco dejaré que Ellie o tú mueran. Todos estaremos bien.]

 

Lágrimas bajaron de los ojos de Stella. [Esta fórmula.] Sollozó. [Está construida sobre una de mi madre.] Me sobresalté.

 

[¿T-Te refieres a que la D-Duquesa Rosa creo este hermoso hechizo?] Ellie jadeó. Sus manos se detuvieron a media reparación de la fórmula que devolvería el maná del Gran Árbol que alimentaba al Archivo Sellado hasta su fuente.

 

Había cometí un error. Aunque nunca había visto una fórmula de hechizo de la Duquesa Rosa, había aprendido los hechizos de hielo que había dejado para sus hijas en la capital norte. Habría visto las señales si lo hubiera pensado bien.

 

Stella no está en posición mental para luchar. Le debo una disculpa luego.

 

Alejando mis dudas, extendí mi mano. [Ellie, por favor, dame tu ayuda. ¡Por cualquier otra cosa que pase, necesitamos detener esa cosa ahora! Stella, relájate, respira hondo y trata de calmarte. Todo estará bien. ¡Lo prometo!]

 

Antes que Stella pudiera responder, la joven maid tomó mi mano. [¡Sí!] Gritó, seria y forjé un enlace de maná tan profundo como podía manejar. Con su respiración, murmuró. [Al fin logré que Allen enlazara el maná conmigo. Se siente tan cálido…] Ella continuó arreglando la fórmula con una impresionante velocidad.

 

Nuestra santa de cabello plateado lucía agitada. Aun así, limpió sus lágrimas, tratando de recuperar su—

 

[¡CRIATURAS INSIGNIFICANTES!] La serpiente estalló, emergiendo de los pulverizados restos de mi Blizzard Wolf. Mostrando sus colmillos, empezó a desplegar un círculo de una fórmula con forma de luna creciente. El maná se concentró en esta siniestra “luna de flor” mientras una ventisca gris empeoraba.

 

¡Quiero acabar con todo el lugar!

 

Moví mi mano derecha, rodeando a la serpiente con seis pillares de flores de fuego. Luego levanté mi varita en alto y la bajé con toda mi fuerza. Siete Burning Blade Blossoms engulleron al monstruo en una tempestad de ardientes ascuas, sumergiéndolo en un abrazador infierno. Tuve que entrecerrar los ojos por la intensidad del infierno mientras un silencioso grito salía de su mandíbula y la luna de flor empezaba a desintegrarse.

 

Aún estaba jadeando por aire cuando Stella le dio a mi muñeca izquierda un firme apretón. [Siento preocuparte.] Dijo. [Estoy bien ahora. Por favor, también use mi maná.]

 

Su rostro tenía señales de lamento. Estar parada debió haber sido una faena para ella. Miraba entre el infierno a la noble de cabello plateado con lágrimas aún bajando de su rostro.

 

[Stella, no debes forzarte a—]

 

[¡Por favor!] Repitió.

 

Dudé. [Muy bien.] Tocando la mejilla de Stella, empecé a formar un profundo enlace de maná… y se tambaleó hacia atrás mientras algo llegaba sin advertencia. Fuertes copos de oscuridad llenaron el aire.

 

Nada como esto ha pasado antes.

 

Stella jadeó tan impresionada como yo. Su báculo se deslizó de sus manos. Al final, dije, [Stella—]

 

[¡Allen! ¡El hechizo no durará!] Ellie gritó. Mientras el fuego desaparecía, toda la plataforma se agitó, y…

 

[¡PERECE! ¡PERECE! ¡PERECE!]

 

La serpiente emergió, gritando. En medio del aire, empezó a desplegar otra vez el mismo hechizo que había destruido.

 

[¡Ellie!] Grité, levantando a la asombrada noble.

 

[Si está conmigo…] La maid respondió. [¡Nada puede asustarme!]

 

Manifesté agua del aire y la liberé. Luego, intercambiando una mirada con la imperturbable Ellie Walker, activé el hechizo que Remire Walker había dejado en la posteridad.

 

El sonido de las cadenas empezó a resonar, toda la caverna tembló, un aura sagrada surgió… y ramas brotaron desde abajo, tomando a la serpiente, atándola con fuerza, y desgarrando sus alas y piernas.

 

¡¿El Gran Árbol nos respondió?!

 

[Ellie, cuida de Stella por mí.]

 

[¡Sí!]

 

Le entregué a la maid una silenciosa noble y lancé el Black Cat Promenade.

 

[¡Ya me cansé de ti!] Grité, formando un fragmento de nieve plateada en una espada sobre la Silver Bloom mientras me teletransportaba arriba de la serpiente. Mientras luchaba contra las ramas, incrusté mi varita en su nuca.

 

La serpiente soltó un grito, sus apagados ojos se centraron en Stella. Mientras empezaba a volverse en cenizas, rugió. [NEGRO Y BLANCO Y—]

 

Aterrizando en el suelo, corté mi enlace de maná con Ellie y caí de rodillas.

 

 

[¡A-Allen!] La agitada maid corrió hacia mí, esquivando ramas del Gran Árbol. Stella aún tenía que recuperarse de su estado silencioso.

 

[No estás herida, ¿ver—?]

 

Antes que pudiera terminar la pregunta, nuestra santa de cabello plateado sucumbió. [¡Stella!] Grité mientras Ellie se giraba en asombro.

 

La plataforma crujió, incapaz de soportar la fuerza tan poderosa de la magia botánica que había reformado el terreno. Incapaz de fortalecerse y mentalmente agitada, Stella no tenía forma de superar las fisuras. Traté de levitarla, pero alarmante maná potente desintegró mi hechizo.

 

[Inducción artificial al campo santo.]

 

Al liberarlos “grilletes” del Gran Árbol, había dejado que años de maná almacenado se liberaran. Los Walkers debieron haber planeado usarlo para acabar con la fiebre de los diez días en un solo golpe.

 

Mi cuerpo se movió solo, apartando los derrumbados escombros y atrapando a Stella por encima del abismo sin fondo al que había sido lanzada.

 

[¡¿Allen?!] Gritó.

 

[¡Ellie, reporta a la superficie! ¡Y usa esto!] Grité, cambiando de posición para arrojarle un frasco de agua a la estupefacta maid.

 

Volviendo a sus sentidos, Ellie prácticamente gritó. [¡Allen! ¡Stella-neesama!]

 

No pude responder mientras la negra oscuridad nos tragaba a ambos.


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