Capítulo 2
Noticias de Lesiones— Dejando el Bosque
Las noticias llegaron de pronto y sin
esperar. Primero vino un ave mensajera enviada desde la mansión. Escoltada a
través del bosque por Kyne, entregó la carta directo a su madre como siempre.
¿Sería una nota que su padre finalmente estaría visitando como está planeado?
¿O sería otra disculpa que no llegaría?
Pretendiendo estar desinteresada, Misha
observó como su madre abría la carta— hasta que la sangre dejó el rostro de la
mujer mayor. Su sorpresa hizo que toda ella colapsara e hizo a Misha correr
para sostenerla.
[¡¿Qué ocurre, mamá?!]
Aunque Misha reconocía que era un poco
descortés hacerlo, miró el contenido de la carta. Era un mensaje: su padre
había regresado a la mansión severamente herido. Estaban enviando a alguien
para recoger a su madre para que administre el tratamiento.
Ella se asombró por un momento, pero
Misha rápidamente se recuperó. Agitó a su perdida madre. [¡Reacciona! ¡Están
enviando a alguien, eso significa que aún está con vida! ¡Necesitamos alistar
la medicina!]
Si hubieran enviado al ave al momento
que su padre llegó a casa y partido al bosque al mismo tiempo, estarían en su
puerta en cuestión de horas. No tuvieron el tiempo por su ansiedad que los
paralizó.
[C-Cierto. ¡Tenemos que ponernos a
trabajar!]
Volviendo a sus sentidos, su madre se
puso de pie y corrió al almacén. Mientras, Misha corrió para empezar su propia
tarea. Podía dejar la recolección de medicina a su madre, pero ¿quién sabía
cuánto tiempo tendría que quedarse en la mansión? Misha necesitaba empacar unas
cuantas mudas de ropa y otros esenciales diarios para ella.
Dos horas pasaron en un pestañazo, y un
violento toque resonó en su puerta frontal.
[¡Sí, un momento!] Luego de correr a la
puerta, Misha la abrió para encontrar a un conocido caballero del otro lado.
Era un conocido cercano de su padre; Misha a menudo lo había visto durante sus
visitas. Sin embargo, su normal rostro gentil y amable ahora era sombrío y su
ropa estaba cubierta en suciedad y sangre. Debió haber corrido hacia aquí
inmediatamente después de regresar del campo de batalla. Aunque Misha no
conocía ese hecho, la localización de su casa era conocida solo por unos
cuantos de los aliados más cercanos de su padre.
[¡¿Están listas?!] Su expresión y tono
hacían claro que no tenían un segundo que perder.
El corazón de Misha se detuvo. Solo la
carta no lo hacía sentirse personal. No se sentía real. Pero con el caballero
aquí, no podía ignorar la realidad de la situación, una que la lleva hasta el
borde de la emergencia. Su padre estaba al borde de la muerte.
[Lo estoy. ¿Tienes un caballo para mí?]
Su madre emergió del interior de la casa, usando una túnica gris y llevando una
gran bolsa en su espalda. Aunque aún estaba pálida, una vez más calmada, tenía
la expresión de una boticaria profesional.
[Mamá…] No estoy segura qué decir, no
estoy segura si debería decir algo, Misha solo dijo con una débil voz.
Su madre dudó por un momento, mordiendo
sus labios mientras miraba a su hija. Entonces, rápidamente se giró al
caballero. [Ella vendrá con nosotros. Será difícil para ella montar mi caballo
si estamos viajando a toda velocidad. ¿Puede irse con alguien más?]
[¡¿A qué se refiere?!] Misha casi
histérica.
[Fue nuestra intención desde el
principio. Tenemos a otro joven caballero con nosotros. Ella puede irse con él.
¡Vamos!]
Ahora era el turno de Misha de estar
asombrada. La mansión se sentía como un lugar muy, muy lejano que nunca vería.
Nunca había considerado que iría allí.
[Tienes cinco minutos para prepararte,
Misha. De prisa.]
Pero las circunstancias no le dieron
tiempo de aclarar sus sentimientos. En respuesta al tono serio de su madre,
Misha entró a su cuarto. Tomando unas mudas de ropa y sus herramientas de
boticaria, las metió en una bolsa. Cuando regresó a la puerta frontal, vio que
habían salido todos.
[Por aquí.]
A una corta distancia, se cruzaron con
otro caballero llegando a su lado. Misha tenía dudas en cuanto si había llegado
a los veinte.
[¿Experiencia cabalgando?] Preguntó,
sin perder tiempo para saludos.
[No.]
En el bosque, necesitabas ir a pie para
lidiar con los giros bruscos en todas partes, y no era realmente un ambiente
donde pudieras criar caballos.
Aunque había esperado más, el caballero
parecía un poco descorazonado. [Te sentarás frente a mí entonces. Asegúrate de
mantener tu boca cerrada. No quiero que te muerdas la lengua. Perdóname.]
Hablando rápidamente, el caballero
saltó a su caballo antes de tomar a Misha. Dándole sus brazos, ella fue llevada
a la silla.
[¡Ah!] Con un patético grito, se
encontró de pronto en el caballo.
¡Wow, estamos tan en alto!
No tenía idea que estar en un caballo
la pondría tan arriba del suelo. Sin nada más que la silla debajo de ella y un
brazo alrededor de su cintura para apoyarla, se preocupó si se caería en el
acto.
[Te puedes recostar en mí, pero no te
muevas demasiado.] El caballero dijo con calma desde atrás, acercándola con
fuerza.
Sintió una desconocida calidez en su
espalda. Ni siquiera había sido tan cercana con su propia madre desde que había
cumplido diez años. Si instintiva reacción fue alejarse, pero el caballero la
sostenía con fuerza.
[Acabo de decir que no te muevas mucho.
Asustarás al caballo. No tienes que hacer nada. Solo mantén tu boca cerrada y
quédate quieta.]
¡Es fácil para ti decirlo!
Incluso si no era un adulto, aún era
una niña razonablemente inocente y madura. Este tipo de cercanía era difícil de
manejar. Pero la parte racional de su cerebro ahora insistía que no era el
momento para preocuparse acerca de cosas así, así que se dispuso a envolver sus
brazos con fuerza alrededor de su boca y morderse el labio.
[¡Vamos!]
Con esa señal, el caballo empezó a
trotar.
¡Ahhh! ¡Nos estamos agitando mucho! ¡Me
voy a caer! ¡Me voy a caer!
Mientras el caballo empezó a agitarla,
Misha empezó a gritar internamente. No necesitaba la advertencia del caballero.
Si abría su boca, estaría escupiendo sangre enseguida. Así que hizo todo a sus
manos para mantener sus gritos contenidos.
Y así, menos de dos horas después de
recibir la carta, Misha dejó su hogar y el bosque en el que creció,
inconsciente de lo diferente que su vida sería cuando regresara…
La mansión estaba bastante ocupada. La
bruja viviendo en las profundidades del bosque, la misma concubina del señor,
estaban llegando de visita. Habiendo regresado del campo de batalla gravemente
herido, el señor estaba en claro peligro. Algún tipo de veneno había entrado en
la herida, previniendo que se cerrase. Excretaba un fluido colorido y la fiebre
causaba la pérdida de su fuerza y le robaba su consciencia.
La bruja del bosque creo medicina
increíble. Quizás tenía el conocimiento necesario para tratar sus heridas. Para
aquellos que amaban al señor, la bruja era su última esperanza.
Claro, su esposa, cuyo amor la bruja
había robado, era conflictivo. No había duda que su esposo moriría a ese paso,
pero apenas podía rogar por la ayuda de la bruja quien había atraído la
atención de su esposo.
Cuando había descubierto que había sido
tomada por el hombre que admiraba desde que tenía la edad de caminar, había
llegado a la luna. Aunque no había mucha pasión en ello, la política y la
amabilidad formal que mostró mientras la escoltaba como su prometida fue un
gran gesto de orgullo para ella. Un objeto de adoración para toda la alta
sociedad, él era el hermano menor del príncipe de la corona, destinado a un día
asumir el título de duque. A pesar de su soledad cuando dejó sus viajes para
ver el mundo, su matrimonio entrante a su regreso hizo que su corazón danzara
de alegría. Estaba por prepararse para la boda como si estuviera en las nubes,
y se iba a dormir cada noche apretando las poco frecuentes cartas que él le
enviaba.
Nunca había esperado que traería a una
mujer con él.
La bruja era, claro, hermosa. Su
cabello casi brillaba dorado y sus ojos reflejaban un misterioso color similar
al jade. También era culta en la medicina de algún país extranjero. Su única
falla era que ella era una plebeya, completamente ignorante de los modales y
costumbres de este país.
Para la nobleza, un matrimonio era un
contrato. Nada tan ingenuo como “encontrar el verdadero amor” sería suficiente
para dar marcha atrás un compromiso. La felicidad— o falta de este— de esos
involucrados no tenía nada que ver con ello.
Estaba tan concentrada en el futuro que
había imaginado. Incluso cuando su prometido le pidió disolver su compromiso,
incluso cuando su madre insistió que nunca encontraría la felicidad casada con
un hombre enamorado de otra mujer, se rehusaba a ceder. El matrimonio era un
contrato. Si se quedaba a su lado, pronto se cansaría de esa mujerzuela.
Su terquedad, combinada con el deseo de
su padre de atar a su familia con la realeza, terminó ganando el día; se
convirtió en la esposa oficial. La mujer que había traído fue relegada a ser
una concubina.
Habiéndose conocido desde que ambos
eran jóvenes, su esposo tenía un gran afecto hacia ella, incluso si
técnicamente no era amor. Hizo todo esfuerzo para tratar a las dos con
justicia. Aunque, no fue suficiente para satisfacer a su esposa.
No era extraño para miembros de la alta
nobleza tener múltiples esposas. La esposa esperaba mantener a las concubinas
organizadas y manejar la casa. Habiendo sido criada como una noble, siempre
había sabido de ese hecho. Mientras crecía, había visto la experiencia de su
madre en una situación similar y cuidado de sus medios hermanos nacidos de las
concubinas, criarlos junto a ella sin discriminación de estatus entre ellos.
Pero esto era diferente. Antes de
casarse, él había querido a una mujer por razones románticas, no por políticas;
solo se había convertido en su esposa en papel. Eso sembró una profunda
inseguridad en ella.
¿Qué si…? Soñaría. Si hubiera sido después que
casarse, lo entendería. Si hubiera sido después de tener hijos, lo entendería.
Quizás en esos casos, habría sido capaz de aceptar a la nueva mujer un poco más
fácil.
Pero eso no fue lo que pasó. De hecho,
alocándose por los celos, empezó a atormentar a la concubina a espaldas de su
esposo, sabiendo de sobra que la concubina no tenía a donde correr, llevando su
sufrimiento en silencio mientras el acoso solo continuaba escalando. Molesta
por su falta de conocimiento de etiqueta y modales, busco un profesor e hizo
todo esfuerzo. Hizo todo lo que podía para encontrar cada demanda irrazonable
que la esposa tenía, perdiendo su oportunidad de escapar de la hostilidad de la
esposa.
Y entonces un día…
Molestando a la concubina como siempre,
la esposa se exaltó y arrojó su abanico en molestia. Y recibiendo su regaño en
silencio como siempre, la concubina recibió el abanico.
Fue un desafortunado incidente, todos
dijeron. El abanico llego a impactar el ojo de la concubina. La agitación la
movió hacia atrás, cuando pasó que estaba parada en la cina de una gran
escalera. La caída la dejo seriamente lastimada. La pierna de la concubina, la
cual la había llevado dónde sea era ágil y destreza, fue destrozada, nunca
recuperará la destreza que una vez tuvo.
No mucho después de ese incidente, la concubina
dejó la mansión. Se fue a vivir en la profundidad del yermo a las afueras,
nunca mostro su rostro a voluntad otra vez.
Por primera vez desde su matrimonio, la
esposa sintió paz. Su esposo continuó tratándola con el amable afecto que era
debido, y los sirvientes nunca hablaban de la concubina en su presencia. Si ignoraba
que una vez cada mes su esposo desaparecía por unos días, solo para regresar
con raras medicinas, ella podría vivir sus días en total felicidad.
Pero eso no era más que cubrir una
herida que nunca sanaría. Aunque escondida, continuaba amargándola, atormentando
más a la esposa.
Y ahora, luego de diez años, la concubina había regresado— por ninguna otra razón que salvar a su esposo. Nadie podía culparla por la agitación a su llegada.
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