El Sol que Nunca se Pone
Unos años después del fatídico
encuentro, Leila ahora estaba caminando.
[No se puede evitar, pero
que situación más decepcionante.] Ella lo murmuro.
[…Aun así, enojarme prueba
que estaba en lo correcto. Cuando eres criticado, no debes enojarte. Inclinas
la cabeza y con calma aceptas con un “Sí, Su Majestad”, esa es la respuesta
correcta. Hmph.]
Aunque Leila se había
acostumbrado a viajar sola, su soledad le llevo a una molesta tendencia de
hablar consigo misma.
[…Bueno, es algo que puedo
cambiar. Aunque estoy acostumbrada a estar sola, será mejor que deje de
murmurar… a sabiendas que significa que aún soy autoconsciente. El problema con
un hábito probablemente anormal… o bastante vergonzoso… ¿o quizás disminuye el
misticismo alrededor de los Regal Braves? Sí, algo así.]
Continuando con su rutina,
ella alzo la vista. Todo alrededor de ella estaba de nieve blanca que marcaba
la oscuridad del cielo nocturno.
Había
frío. Extremada y dolorosamente congelador.
Un famoso poeta que una vez
visitó esta región la retrató como un infinito desierto, con únicos arboles
marchitados atravesando la interminable nieve. El constante rugido del viento
era como el llanto de la muerte, embalsada a vivir unida a la fría muerte. Si
el mundo tuviera un final, sin duda estaría mintiendo.
Naturalmente, tal poema no
era una descripción acorde de la realidad. El desierto no era tan amplio para
llamarlo infinito, los curvados y torcidos arboles en realidad estaban bien
adaptados a las condiciones locales. Incluso había días en el año sin nevar. De
acuerdo a los reportes de aventureros, al parecer había una región incluso más
lejana al norte.
De no ser más, Leila podía
al menos acordar con la descripción del poeta con el rugir del viento. A veces
soplaba rápidamente y a veces lentamente, el viento siempre parecía rodearla de
ruidos raros. Era como si alguien estuviera tocando un instrumento detrás de
ella. Ya sea hecho por espíritus, dioses o elfos, el viento era de origen
sobrenatural—
[¡Achoo!]
Leila frotó su nariz,
sintiendo el frío que pasaba por su ropaje de invierno.
[Qué frío…]
Ella miro a reojo el camino.
En el centro de su campo de visión, a través de un mundo plumado de copos de
nieve, ella podía ver numerosas tiendas verdes en la distancia.
[¡Eso debe ser!] Estimulada
por ver su objetivo, Leila ajustó su equipaje y fue hacia adelante una vez más.
[La historia de la humanidad
es un conflicto con otras razas.] Aunque su pasado no podía ser recordado de
esa manera, tales conflictos ciertamente jugaban una mayor parte.
Las razas aliadas en oposición
a la humanidad eran todas poderosas. Algunas utilizaban la aplastante fuerza de
sus enormes cuerpos; otras se escondían con el entorno y ponían trampas; aunque
otras lanzaban magia extraña y encantos a sus enemigos. Algunas tenían la
urgencia de consumir humanos; otras se tomaban el gusto de jugar con ellos;
aunque eran llevadas por su retorcido deseo de matar. Desde tiempos
inmemoriales, criaturas de varias razas habían existido junto a la humanidad de
esa manera.
Humanos, por otra parte, no
eran tan poderosos. Sus miembros eran delgados, corrían con lentitud, y morían
con facilidad, ya sea por cortadas, quemaduras, ahogados, lanzados de las
alturas o por inanición.
Podía decirse que los
humanos no carecían en un aspecto: su número. Aunque, podías decirlo al
observar a los Orcos, quienes se reproducían en masa, se veía la diferencia en
términos de habilidad reproductiva que era muy extensa. Por eso, tanto como la
habilidad de pelear, el civil normal sabía que no había nada en pelear e
incluso el número de combates personales no era algo que valiera la pena.
El humano sabía cómo usar armas,
pero perdía con las otras razas en términos de técnica o número; incluso esas
armas dependían de un molde luego que fueran blandidas por Dragones Terrestres.
A pesar de esos factores, la
humanidad vivía prósperamente. Aunque el proceso de eliminación era peligroso,
abriendo nuevas fronteras, y expandiendo su territorio, la humanidad desarrolló
técnicas las cuales les permitían igualar a los más fuertes adversarios, dando
origen a varios grupos que afinaban esas técnicas al extremo.
Los Aventureros, quienes
buscaban mejorarse con un entrenamiento espartano. Los soldados, guardan
naciones con una resolución inquebrantable. Los eruditos de la Torre del Sabio,
estudiaban y pasaban el conocimiento desde tiempos antiguos. Los Golems
actuaban como guardianes usando su etérea atadura y sus maestros, los
Hechiceros.
Finalmente, esos santos de acero
escogidos por la Iglesia de la Santa Luz, las leyendas vivientes destinadas
para llevar a la humanidad a la victoria. Los guerreros conocidos como los
Braves.
Pelean para preservar la
vida de personas ordinarias. Más bien, cada uno tiene su propia razón para
pelear, y el resultado de sus batallas salvaban vidas. Debido a ellos, la
humanidad ha sobrevivido hasta el día de hoy.
Últimamente, un rumor se ha
estado esparciendo por el mundo.
Uno
de los Visitors viejos ha despertado de su sueño.
Los Visitors eran seres
transcendentales que habían creado el mundo. Hace tiempo, viajaron a través de
las estrellas – pero ahora solo uno quedaba. Pasa que este Visitor en
particular decidió ir a la guerra con la humanidad. Los subordinados, los tres
del Poteau observaban al mundo, cumplían órdenes y preparaban ataques a los
centros de la civilización humana. Naturalmente, tal crisis era una gran
amenaza para la supervivencia humana.
Aunque la situación sonaba
irremediable, esos rumores esparcidos no llegaban a la desesperación. ¿Y qué si
una panda de poderosos monstruos aparecía? Monstruos siempre habían aparecido
desde décadas pasadas amenazando a la humanidad, pero los protectores de la
humanidad siempre se levantaron para la ocasión. Siempre ha de haber un
poderoso guerrero increíble que pelea por las masas.
La raza humana no perdía
ante nada – así es como era, eso, y así continuaría.
El aire en la tienda de
comando era sombrío.
Un mapa del área circundante
yacía en una mesa vieja, con caballos de colores rojos y azules yaciendo aquí y
allá para indicar las posiciones de ambas fuerzas. Cada uno tenía una expresión
igual a la sombría atmósfera.
[…Si va a ser así, no
podremos ganar.] Uno de los hombres, un consejero de la Armada Norte, rompió el
hielo. [Fuimos muy confiados en juzgar la fuerza del enemigo, y la lucha de
retirada fue cansada para nuestros soldados. Ahora es demasiado tarde incluso
si pedimos refuerzos. El curso de acción más práctico… es buscar ayuda del
Gremio de Aventureros.]
[¡Pero si hacemos eso, la
armada será humillada!] Esa amarga objeción vino del general, quien tenía la
mayor autoridad entre los tres presentes.
Su objeción no era sorprendente.
Las armadas eran, así dicho, sistemas los cuales ejercían poder a través de la
fuerza. Sin sus responsabilidades en ellos, podían ser vistos a lo mejor como
un grupo violento de provocadores. Debido a ello, la mayoría de armadas
mantenían el honor por sobre todo, colocando gran valor en preservar su
dignidad. La Armada Norte no era la excepción.
[¿Permitirás que el enemigo
se haga de tus tierras por el bien de tu orgullo?] El general se encontró
incapaz de desafiar la pregunta del consejero.
El silencioso comandante
cruzo sus manos, murmurando algo.
La verdad, ellos enfrentaban
una terrible situación. El enemigo con el que peleaba era una tribu de Elfos cuyas
viejas maldiciones que portaban les daba el control sobre la tierra y suelo. Su
territorio, corrompido por substancias venenosas purpuras generadas por sus
maldiciones, era conocido como Bosque Turbio.
Sabiendo eso, uno podía
especular cómo los humanos veían a los Elfos: fieros adversarios que esparcen
veneno por el bosque, arrasando animales y plantas vivientes, borrando
cualquier rastro de verdura y bosque.
Sin embargo, eso
supuestamente estaba mal.
En cuanto al asunto, todos
los humanos cuyas tierras estaban abusando del entendimiento de las maldiciones
que los Elfos usaban para alterar la realidad.
Una teoría que había estado
desde que los ancestros de los Elfos ayudaron a los Visitors en la creación del
mundo. Esa era la verdadera razón detrás de su título como “Raza
Fantasma”. Esos ancestros, habían sido
muy cercanos a los Visitors, creían que tomaron su magia de creación mundial
para su propio uso.
En realidad, los Elfos no
requerían de algún bosque de salida en las tierras que buscaban ocupar.
Los Elfos no requerían de algún
bosque de salida en las tierras que buscaban ocupar. Ya sea que su objetivo
fuera plano, una zona montañosa o incluso el océano, transformaban los terrenos
en otro Bosque Turbio. Durante sus invasiones, bosques enteros de árboles
torcidos echaban raíces en la tierra y crecían rápidamente. Enjambres de
insectos se arrastraban por doquier y empezaban a construir nidos, quedándose
en la tierra como si hubieran estado allí por los pasados milenios.
Atacar los Bosques bajo el
control de los Elfos significaba enfrentar a un peligro salvaje más allá de la
compresión humana. Lanzar un ataque en las profundidades del Bosque sería un
suicidio.
El consejero habló otra vez.
[Nuestra guerra en sí es diferente a las peleas por disputas territoriales
entre los humanos. Admitir la derrota significaba permitir que ese pedazo de
tierra se convirtiera en un pantano toxico. No importa qué, fallar no es una
opción.]
[Pero.] El general
respondió. [¿habrá algún sentido en pedirle ayuda a los Aventureros?]
[¿Qué quieres decir?]
[Solo un Elfo Oscuro es más
fuerte que cualquiera de nosotros, y todo un grupo de ellos se haría de este
territorio. Para que fuera peor, los Viejos podrían doblegar toda esta región
con el Bosque. Estos Aventureros son diferentes a nosotros. Pelean solo por
ellos, y ni por un momento considerarían poner sus vidas al gran sacrificio de
entrar a un lugar peligroso.]
Ambos hombres se callaron.
El comandante continúo murmurando. Un delgado brazo llego al tazón de bizcochos
colocado en el borde de la mesa.
El general continúo. [Francamente,
no hay demasiadas personas con la capacidad de ser útiles en un campo de
batalla, incluso entre los Aventureros. Incluso si hubieran, ¿cuántos de ellos
estarían más allá del norte?]
[¿Solo vamos a esperar hasta
que muramos?]
[No, necesitamos encontrar
una forma de sobrevivir por el bien de los otros…]
Comiendo los bizcochos
metódicamente mientras jugaba con su ropa de invierno, la persona sentada al
lado miraba el mapa de batalla.
[¡Si no hacemos nada, nada
cambiara!]
[¡Porque no hemos hecho
nada, no tenemos energía que gastar en inútiles acciones! ¿No lo dije ya?]
Los dos hombres iban y
venían, incapaces de comprometerse. Sus voces más en alto, metiendo el
argumento en confusión mientras el comandante seguía murmurándolo.
Otro bizcocho desapareció.
Las voces fuertes de pronto
se silenciaron. Los hombres ahora miraban a la cuarta persona que apareció de
la nada.
Ella dejo de masticar el
bizcocho y levanto la mirada. El consejero, seleccionado como el representante
de los presentes, pregunto, [¿Quién eres tú?]
[Gracias por los bizcochos.]
La persona sospechosa habló en una voz femenina, quitándose sus orejeras.
[Viajar hasta aquí con el clima congelador hace que me dé hambre…]
La chica que tenía cabello de
color flama parecía estar cerca de los 15 años y aún no los cumplía. Aunque,
usaba una inexplicable expresión relajante que la hacía verse un poco más vieja
que alguien de su edad.
[¡Hola!] La chica tomo sus
mejillas con ambos brazos, temblando del frío mientras saludaba a los tres
hombres. [Soy de la Iglesia de la Santa Luz.]
El general se veía escéptico.
[¿Qué? ¿Estás aquí para preparar nuestro último ritual? Lo siento, pero no
necesitamos de tus servicios.]
[No. Nada de eso.]
[Esta es la vanguardia de
una desesperada guerra donde solo muerte espera. No hay lugar para que niños
trabajen para vivir.] El general lo dijo. Se refería a los pastores estrictos
que trabajaban en servicio de la Iglesia, quienes eran incapaces de hacer una
vida al conducir solo ceremonias. Por eso, muchos pastores estaban preocupados
haciendo terminar las reuniones para ir a la batalla para poder coger dinero de
los rituales funerarios. [Por favor vete mientras puedas, a menos que quieras
quemarte con nosotros.]
[Aw, vamos. No lo pongas
así.] La chica tiro la acusación del general y siguió analizando el mapa de
batalla.
[Mocosa—]
[¿Oh?] El comandante curvo
sus cejas, interrumpiendo el enojo general. [Señorita, ¿puedo preguntar qué es
ese objeto pesado que traes?]
[Es una espada.] La chica
respondió sin más.
[¿No parece demasiado larga
para ser una espada?]
[Sí.]
[¿Será, de casualidad, la
santa espada Seniolis?]
La chica asistió. [Sí.]
El general se congeló, la
tensa expresión de su consejero se relajó, y la tienda se calmó. Una reacción
común, en resumen.
En el mundo existe un grupo
de humanos conocidos como los Braves, quienes no le juran lealtad a ningún
país, sino más bien pelean por la supervivencia de la raza humana. Por algún
convenio, ellos sin duda eran la más grande arma contra los Monstruos. Los
Braves blandían poderosas Kaliyons y utilizaban técnicas de pelea inigualables.
Algunos eran tan talentosos, algunos tenían pasados, algunos tenían sangre de
héroes, y algunos con trágicos trasfondos. Cargados por las razones de su
fuerza, los Braves eran sin duda alguna los guerreros más fuertes, sus nombres
hablan por sí solos por su estatus de leyendas vivientes.
De las Kaliyons creadas por
la humanidad, Seniolis era considerada la más poderosa. Habiendo visto
incontables campos de lucha estaba en el top incluso entre las 5 mejores de las
santas espadas en el mundo. El actual usuario era la 20ava generación de Regal
Brave seleccionada por la Iglesia de la Santa Luz—
[¿Leila Asprey…?]
[¿Cómo puede ser?] El consejero
agitó su cabeza. [Leila, la Princesa Brave, la que se dice que tiene una
belleza sinigual con un cabello rojizo. ¡No es una chica de apariencia
arrogante!]
[Los rumores que andan no
son mi asunto…]
[¡Todos los retratos
pintados de son de una belleza trágica!]
[Es una molestia, pero no
puedo quejarme si las personas deciden hacerme cuadros basados en ese tipo de
imagen mental.]
[¡Esos retratos son
realmente caros, sabes!]
[Umm… ¿supongo que… siento
tu pérdida?]
El incómodo silencio regresó.
El comandante siguió con sus manos atadas, murmurando.
[¡Oh, toma una prueba de mi
identidad!] Algo como si lo acabara de recordar, la chica sacó una insignia
dorada de su bolsillo para mostrársela a los 3 hombres. Eso significaba la
protección la cual la Iglesia entregaba a los pastores de alto rango, sirviendo
como una prueba irrefutable de su identidad.
[…Muy bien, Señorita Asprey,
¿qué la trae a este campo de batalla?] El general le preguntó.
[Si estás aquí para ayudar,
adivino que te iras lo más pronto posible.]
[Hmm…] Tragando su último bizcocho,
Leila vio el mapa una vez más.
[Ya que los Elfos están
aquí, eso significa que las áreas circuncidantes están en el Bosque, ¿cierto?]
[En efecto.]
[No tiene que decir nada,
Comandante. Y por si es el caso, eso significa que los Elfos Ancianos están
cerca, y también aquí… la situación no parece bien.] Ella inclinó su cabeza
entre los dos puntos en el mapa, cerrado sus ojos para pensar. [Muy bien,
General, tengo un favor que pedirle—]
[No voy a darte mi fuerza.]
El general en cuestión respondió.
[No se preocupe por eso,
pero espero que pueda enviar lejos a toda su armada de este campo. La nieve
caerá lentamente, pero si se marchan de aquí—] Leila empujo una de las piezas
de madera en el mapa. [—a acá, ¿esa ruta funcionaría?]
El consejero miró las nuevas
posiciones, pero un segundo antes sonrió y dijo. [No nos vengas con
sinsentidos.]
[No, no son sinsentidos.]
Él dejo de sonreír. [¿No es
lo mismo que pedirnos retirarnos de la batalla y poner distancia entre nuestra
armada y los Elfos? Si vamos en esa dirección, vamos a regresar por la ciudad…]
El consejero se pauso. [Espera, tampoco es el caso. Todas las direcciones están
mal.]
[Sí.] Leila asistió. [En el
camino de aquí, escuche que la situación en la Ciudad Dam de Narvant está en
una situación crítica.]
[¿A qué te refieres?]
[Los enemigos de allí son
Ogros. Aunque no son solo fuertes, hay muchos y la vanguardia es grande, es
difícil poner una defensa consistente. Pero con todo eso, ¿la situación allí es
más manejable comparado a pelear con los Elfos de aquí?]
[Bueno, eso es…] Aunque el
consejero parecía tomar las palabras de Leila más en serio, él aún no estaba de
acuerdo con su sugerencia. [No, ese no es el asunto. Es imposible para nosotros
dejar esta pelea.]
[Oh, ¿así es eso? ¿Ustedes
tienen cosas sin terminar?]
[No especialmente, pero no
podemos abandonar nuestra misión de sacar a los Elfos de su territorio…]
[Ah, no se preocupen por
eso.] Leila respondió molesta, estiro sus brazos por detrás. [Yo me encargaré
de ellos. Debería tomarme como tres días.]
Tres días pasaron.
En el camino hacia Narvant a
reunirse allí con las tropas, la Armada Norte recibiría un envío.
Ese Bosque horrible, el extenso
dominio de los Elfos, de pronto empezó a marchitarse a una velocidad horrible.
Las noticias pronto se extendieron
entre los soldados, y con eso vino los ánimos: [¡Es Leila Asprey!] Un soldado
gritó. [¡Es Leila Asprey! ¡La Regal Brave lo hizo!]
Frente a un abrumador enemigo
poderoso, no había signos de que la guerra terminara. Amargo, una pelea de
retirada había cansado a todos los soldados. Muchos habían visto a sus amigos
consumidos por ácidos corrosivos o devorados por Elfos ante sus ojos, y se
preocupaban constantemente por ser los siguientes. En su sombría situación,
había muchos que soltaron toda esperanza.
La chica corría sola y le
trajo un cambio al fin de la guerra.
No a todos les gusto. [No
tengo razón para celebrar.] El general se quejó. [Esa chica termino la guerra
como si fuera un jueguito. Pusimos nuestras vidas una tras otra sin llegar a
los mismos resultados. Lo que significa que allí, entonces, a esta guerra –
¿nuestra existencia?]
Todos, incluso el general, tenían
conocimientos básicos de la existencia de los conocidos Braves. Algunos fueron
un poco más y condujeron investigaciones, los resultados los cuales probaban
que los Braves tenían una fuerza inigualable no eran infundados. De hecho, una
correlación se alzaba entre la fuerza y esos que poseían un pasado trágico o
uno historia oscura.
Y esa chica, la 20ava
Generación de Regal Brave Leila Asprey, llevaba el lamento y enojo de perder su
ciudad natal. Esas emociones eran el porqué la señorita princesa se lanzó a una
vida de batalla interminable.
Había nacido de la tragedia,
y encontró la fuerza para seguir adelante a pesar de sus lamentos, para pararse
al frente de la desesperación, para sobresalir del odio que ella tenía. Por
ello, usaba la fuerza solo para dársela a quienes reunían esos criterios. Todas
esas cualidades estaban dentro de su pequeño cuerpo, las propias cualidades que
crearon las gloriosas armas de la Iglesia de la Santa Luz – el arma conocida
como Regal Brave.
El general gritó. [Hmph.
Claro que no puedo ser feliz con ese resultado.]
De alguna parte, el
consejero confirmo que nadie lo hubiese visto. Luego sacó un pedacillo de ropa
de su bolsillo, abriéndolo para revelar el papel oculto dentro. Pintado estaba
una belleza con un rojo fiero y una sonrisa amable.
El consejero sacó la foto a
sus manos y la rasgo. Él dudo, luego con cuidado lo volvió a empacar y regresó
todo a su bolsillo.
[Hmph.]
Con la cara de
alguien que había sido traicionado a lo mal, el consejero levantó su cabeza y
miró hacia el cielo.
No
había nieve aquí. En el claro cielo azul, una golondrina volaba despacio.
Que paso con el resto de capítulos?
ResponderEliminarsigue tradiciendola porfa
ResponderEliminarSolo tengo una pregunta, van a continuar traduciendo este volumen? Me encantaría que así fuera ya que la historia me gusta mucho y quiero saber mas sobre los personajes.
ResponderEliminarGracias por la traducción me encanta su trabajo