Margo Medicis
Para el momento
que llegaron a la torre, ya estaba muerto.
La maquinaria
incrustada dentro de sus paredes y pisos ya se había apagado. Las pipas por las
cuales el vapor y la electricidad normalmente pasarían fueron cortadas,
deteniendo cualquier energía del exterior. Las puertas y ventanas todas habían
sido cerradas con fuerza, envueltas con el abrigo de brazos que tenía el
emblema de Lyell también y con el logo “Estrictamente Prohibido Entrar Sin
Derecho”. Debajo de eso había otras cosas detalladas, al más mínimo detalle,
las diferentes penalidades incurridas por violar esa prohibición.
[Este lugar es
un fastidio, pero al mismo tiempo es bastante conveniente, ¿no?]
El grupo se
había reunido en un cuarto en el 13vo piso, junto a una ventana cercana que
tenía una vista sin obstáculos de Lyell. El que había mirado el escenario, sus
emociones ocultas detrás de su máscara mientras murmuraba para sí en un tono ni
alegre o tosco. [Si no incendiamos las máquinas, esta puerta no cederá ni una
pulgada…]
Un leve zumbido
resonó desde abajo mientras el inerte reactor de energía de emergencia en las
profundidades del subsuelo se reinició a la fuerza.
Para poder
suplir rápidamente lo que habría sido una cantidad normal de energía, la
máquina había sido presionada a operar en un nivel peligroso. Su fuerza de vida
se acorto indudablemente como resultado, pero eso no era relevante para el
grupo. Estaría bien mientras el reactor aguantara mientras terminaran.
Como resultado,
la maquinaria de la torre recobró su funcionalidad, aunque solo temporalmente. El
proceso tomó un tiempo preciso y les cargo con riesgos inútiles, pero era la
única forma de proceder dentro de las profundidades más internas de la torre. No
había como evitarlo.
[Aunque ya que a
nadie se le permite colarse aquí, no tenemos que preocuparnos por forasteros
entrometidos. Eso es algo bueno, ¿no crees, Margo Medicis?]
La persona
enmascarada se sacudió levemente, girando su rostro al hombre más alto. [No…
recuerdo darte… mi nombre.]
[Naturalmente,
te investigué. Saber de dónde vienen nuestros compañeros de negocios es un
asunto de vida o muerte, después de todo.]
[...En serio.
Como se esperaba del principal… antiguo principal… el Esclavista Elpis. Decir
que estás… operando fuera de la ley… ¿te hizo más cuidadoso?]
El esclavista
río en tono bajo. [Lo mismo para ti, no recuerdo que se me escapara mi pasado.]
[Naturalmente…
investigué. El origen de mi… compañero de negocios es—]
[¿Compañero de
negocios? Heh heh, tu actuación es bastante buena, aunque siempre te verás
fuera de personaje no importa qué tan genial endulces tu hablar.]
El silencio
llenó el espacio entre ellos.
————————————————
Tiat shiba
Ignareo apenas había podido entender la conversación.
Parecía que el
comerciante había escogido esta torre para reconducir la transacción de la Gota
de Botella que no se había concretado. Probablemente era un plan inteligente.
Todas las puertas estaban cerradas hasta que el reactor fuera reiniciado, así
que no había forma de entrar a la torre por adelantado. Porque cada piso era
apretado y estrecho, no necesitaban muchos guardias en el 13vo piso. Solo se
necesitaba observar los pisos directamente por debajo y sobre para hacer una
seguridad impecable. Y no había ningún lugar dentro de la torre para que
alguien espiara el negocio desde algún escondite.
Además, ya que
Tiat no estaba segura si los comerciantes lo sabían, la pequeña persona
enmascarada— Margo, parecía— tenía sentidos bastante finos. Si algún Venom
fuera activado cerca, lo notarían y escaparían de inmediato. Es decir,
esconderse con magia era también imposible.
Sin embargo, el
escondite que Tiat usó no era ninguno de esos métodos.
…Hace frío.
Tiat se agitó
mientras acercaba su espalda más al muro interno de la torre. El soplido del
viento era frío. Pasó su mirada hacia adelante, y el frío pasó por su espalda
también.
Claro, incluso
si pierde su agarre, la altura de la torre era suficiente para que pudiera
encender alas de Venom. Había tiempo más que suficiente para hacer eso antes de
estrellarse contra el suelo. Sabía eso, claro, pero… solo no podía calmar sus ansias.
[Fuera… de
personaje. ¿A qué… te refieres?] El diminuto Margo preguntó, con su precaución
al máximo.
[Es lo que
dije. Ya nos has mostrado tu verdadero objetivo.] El esclavista dijo victorioso,
chasqueando sus peludos dedos. Sus guardias se movieron para rodear a Margo.
[¿Qué… intentas
hacer… con esto?]
[Oh solo un
poco de defensa propia, es todo. Estaba pensando que podía coger a cierto
asesino que ha estado yendo por mi cabeza.] El Margo no respondió. El esclavista
sonrío. [Dije que te observe, ¿no? Varios antiguos comerciantes registrados en
Elpis perdieron sus vidas recientemente. Lo más extraño es, todos ellos
murieron en medio de algún raro negocio…]
Ahora rodeado
por cinco hombres, el Margo con cuidado miró de derecha a izquierda.
[¡Bueno!] El
esclavista junto sus manos. [¡Continuemos con el trato! ¿Qué tal si vas al
grano y entregas todas esas Gotas de Botellas que llevas ahí?]
¿Qué debería
hacer? Tiat pensó, temblando de frío. Ella no estaba entendiendo la
conversación tan bien, pero había una cosa que podía decir.
La pequeña
persona enmascara, Margo… M… Me… Margo Whatchamacallit, era aún un niño.
Comparada a ella de 15 años, Margo era unos cuantos años más joven. Su pequeño
cuerpo no era un rasgo racial – al menos, no era tan simple como eso. Su voz
era modulada no solo para que no sea fácil de identificar, sino también para no
dar ninguna pista de la edad de Margo.
Pero… incluso
si sabemos eso, ¿qué?
Su misión era
asegurar todas las Gotas de Botella que Margo tenía. Solo era posible entrar y
arrestar a todos allí. Si lanzaban un ataque sorpresa con ese tipo de situación,
Margo probablemente no saldría bien librado como la última vez.
Pero en ese caso,
solo serían capaces de hacerse con las Botellas traídas por Margo. No podían
moverse con cuidado con la chance que Margo había metido a sus compañeros entre
ellos.
Collon. Tiat
movió su mirada y vio a su amiga de cabello rosado, colgada igual en el muro,
dándole una mirada de dolor.
[…Achoo.] Junto
con esa expresión, un pequeño estornudo salió de su boca. Tiat de prisa miro al
interior, confiada al darse cuenta que había pasado desapercibido con el ruido
del viento.
[No… sé nada…
de eso. Aunque… no me creerás… ¿supongo?]
[Lo entiendes,
huh.]
[Solo traje…
una Gota de Botella. Ahora, el acuerdo… de pago.]
[¡Hah! Ese
trato está muerto y enterrado. Lo que deberías tener en mente ahora es algo
diferente. Danos todas tus Gotas de Botellas – y tu vida también.]
Uno de los
guardias se movió con prisa a la espalda del Margo, un desfundado cuchillo en
su mano brillaba en seco.
Claro, dado en
cómo el Margo había evadido la persecución de la Guardia Alada hasta ahora, su
cautela estaba más allá de lo posible. El Margo probablemente había considerado
la posibilidad que sería atacado, y sin nada de sorpresa, lo esquivaría con un
giro. La punta del cuchillo se desvanecería en el manto del Margo y el guardia,
su postura rota, colapsaría en el suelo.
Todos allí
pensaron así. Tiat, Collon, Margo, incluso el guardia con el cuchillo y el otro
hombre enmascarado. Todos esperaban el mismo resultado.
Había algo que
nadie de ellos sabía. La razón que la torre fuera apagada y desconectada de la
energía exterior. La razón por la que la entrada se consideró prohibida, y
todas las puertas se cerraron firmemente.
Las máquinas
que componían la torre habían sido acabadas más allá de sus límites. Las
válvulas de presión estaban oxidadas, las pipas de vapor estaban deformadas, y
las alarmas de emergencia estaban rotas. Una vez, luego de una pequeña
explosión, la Municipalidad envió a un ingeniero a investigar la torre. Fue
juzgada como un gran peligro, aislada y cerrada antes de terminar el día. Eso
había sido tres días atrás, y era por eso que la torre ya estaba muerta cuando
el grupo enmascarado llego.
Claro, iniciar
el generador de energía de emergencia sin haber realizado alguna reparación o
mantenimiento solo había hecho la situación bastante peor. Sin tener medios de
liberación por más de 30 minutos, una gran cantidad destructiva de presión
lentamente se construyó, hasta el final—
El generador
explotó con un tormentoso rugido, estallando en incontables vuelos de hierro.
————————————————
La torre se
sacudió violentamente y las ventanas se destrozaron una a una. Las repentinas
vibraciones también golpearon a los observadores que habían estado colgándose
del muro exterior.
La postura del
Margo se derrumbó. Cayeron, como si fuera a propósito, hacia el guardia con el
cuchillo en su espalda. Una sucia hoja de acero se incrusto en su piel. La voz
del Margo se distorsionó en un grito de angustia.
La torre empezó
a inclinarse. Los muros crujieron y se rompieron en numerosos fragmentos, viniéndose
abajo desde el 13vo piso. Ya los guardias empezaron a entender lo que estaba
pasando y el comerciante se hizo una bola del miedo, varias cosas se salieron
del pecho del Margo para caer en el suelo y balacearse levemente como claras
campanillas.
Esferas del
tamaño de una palma, una indescriptible negrura se encerró dentro.
La boca del
comerciante se abrió, como para decir, [¡Eso es!]
Terror entró en
los ojos del Margo mientras giraba hacia las esperas de vidrio cayendo. El piso
ya estaba tan inclinado que pararse era imposible. Naturalmente, eso significo
que las esferas de vidrio estuvieran rodando hacia abajo— Es decir, desde el
13vo piso a un espacio vacío.
El hombre con
el cuchillo fue, estirando su mando. No lo alcanzó.
Las dos chicas
volaron sobre los muros exteriores rotos, mirando alrededor por un instante, y
fueron por las esferas de cristal rodando sin dudar un momento.
¡Las tengo! Tiat pensó
triunfante. Había tres Botellas en total, las cuales podía confirmar porque el
Margo estaba a punto de recoger la última. De acuerdo a la información de
Aesia, las Gotas de Botellas traídas a la isla eran tres en total.
Es decir, si
podía asegurar la última Botella todo estaría bien. Aún había unos cuantos
obstáculos – el hombre armado – pero probablemente no sería mucho problema.
[¡Hey, idiotas!
Dejen de moverse y ríndanse, ¿de acuerdo?] Collon gritó, a su voz de alguna
manera le faltaba vigor. [¡Escucharemos sus historias luego, así que quédense
donde están!]
Nadie lo vio.
Nadie se dio
cuenta.
Cuatro esferas
de cristal habían salido del pecho de Margo Medicis.
Cuatro Gotas de
Botella necesitaban ser recogidas.
El último rodo
en silencio hacia abajo en el suelo inclinado, cogiéndole velocidad y corriendo
por el muro roto.
Más allá de la
torre inclinada, en algún lugar dónde nadie miro, tan tranquilo que nadie
escuchó, una esfera de cristal se quebró.
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