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Prólogo

 

Era a inicios de junio.

 

En un día lluvioso, cuando las hortensias estaban a tope de floración.

 

[¿Satome-san…?]

 

Cuando estaba de camino a casa luego de haber comprado algunas cosas para la cena en el supermercado, miré a un compañero de clases en un banco en un parco cerca de mi casa sin una sombrilla.

 

Su nombre era Aoi Satome, y era una famosa gal en la escuela.

 

Aunque se salta la escuela y rara vez asiste a clases, su llamativo cabello rubio era la causa de siempre tener rumores raros alrededor de ella. Daba un aire de no acercarte, como una gal solitaria.

 

Debido a eso, mantenía su distancia de sus compañeros de clases y siempre pasaba su tiempo sola.

 

Aunque ella y yo estuvimos en la misma secundaria, no teníamos contacto porque estábamos en clases diferentes, y ni me di cuenta hasta que estuvimos en la misma clase en preparatoria.

 

[…]

 

Por un momento, me pregunté si debería hablarle.

 

Usualmente, no me dirigiría a alguien en la escuela o incluso en la clase ya que, para mí, un chico ordinario de preparatoria, una gyaru es de un mundo completamente diferente— sin decir que ahora vivo en un mundo diferente—. Pero supongo que no puedo evitar dudar frente a alguien que da un aura inalcanzable.

 

Aunque, la llame cuando la vi luciendo algo solitaria en la lluvia.

 

[¿Eres Satome-san?]

 

Me hice del coraje y la llame, sosteniendo la sombrilla sobre ella.

 

Cuando me notó, levantó la mirada y libero una leve voz.

 

[¿Akamori-kun…?]

 

Su voz era tan débil que casi era opacada por el sonido de la lluvia.

 

Sus ojos lucían húmedos, quizás debido a la lluvia.

 

[¿Qué estás haciendo aquí?]

 

[Nada, solo hago nada…]

 

No había emociones en su rostro mientras respondía.

 

[Cogerás un resfriado si te quedas aquí por más tiempo.]

 

[Estoy bien. Solo déjame sola.]

 

El duro tono de su voz reveló una clara intención de rechazó.

 

Estaba por dar un paso atrás debido a su actitud. Aunque con esta situación, no podía solo decir “Sí, ya veo”, ¿e irme?

 

[La lluvia está empeorando, ¿y por qué no vas a casa?]

 

Mientras miraba por la oscuridad, vio que su uniforme no solo estaba mojado de la lluvia, sino también manchado en varios lugares. Las arrugas eran visibles como si hubiera estado usando la misma falda por varios días.

 

Satome-san se quedó en silencio por un rato y volvió a murmurar.

 

[Ya no tengo un hogar…]

 

No podía creer lo que mis oídos habían escuchado.

 

[¿A qué te refieres con que no tienes un hogar?]

 

[…]

 

Sotome-san no respondió y mantuvo su boca cerrada.

 

Hay una razón.

 

No, lo sabía desde el principio que había una razón.

 

Cuando una chica rubia, que parece estar ausentarse usualmente de la escuela y ha sido objeto de enfermos rumores, está en el parte sin una sombrilla a esta hora en un día lluvioso, solo podía imaginar que estaba en una situación que no podría decirle a nadie.

 

Sin embargo, lo que respondió fue inesperado.

 

¿Qué debería decirle?

 

Pero antes que incluso pudiera pensar en ello, dije.

 

[¿Te gustaría ir a mi casa?]

 

[¿Eh…?]

 

En retrospectiva, no sé cómo pude haberle dicho esas palabras. Si fuera a involucrarme, obviamente me metería en problemas.

 

No había para para que me involucrar con alguien con quien ni siquiera soy cercano. Lo sabía, pero no podía dejar a una chica, con la que usualmente nunca hablo, sola.

 

Probablemente porque me recordaba a cierta chica…

 

— La figura de una chica parándose sola en sus recuerdos de cuando estaba en el kindergarten. Cuando me enamoré por primera vez.

 

[No podemos quedarnos aquí por siempre, no sé qué pasa, pero no es tan malo tomarte algo de tiempo para pensar en un lugar que te refugie del viento y la lluvia.]

 

El rostro de Satome-san estaba sin expresiones, pero sus ojos estaban llenos con sorpresa.

 

Luego de un rato de haberse perdido en pensamientos.

 

[¿Estás seguro con esto…?]

 

Me dio una mirada que era una mezcla de tristeza y confusión.

 

Viendo esa expresión, un recuerdo que había olvidado hace mucho volvió a mí.

 

— Sí, esa chica siempre tiene la misma mirada en su rostro.

 

[Claro, si está bien contigo, Sotome-san.]

 

[Apreciaría si pudieras…]

 

[Sí. ¿Nos vamos entonces?]

 

Los dos se metieron bajo la sombrilla y empezaron a caminar hombro a hombro.

 

Y así es como termine llevando a casa a una solitaria gal. 


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