Prólogo: Diez Años de Arrepentimientos
Si
tuviera que describir mis tres años de secundaria, en una palabra, con la mano
en la consciencia sería “gris”. Nunca había logrado quitarte mis arrepentimientos
de adolescencia. [Quizás las cosas serían diferentes ahora si hubiera hecho eso
en lugar de aquello, A en lugar de B.] Imaginando lo que pudo haber sido, creando
esas fantasías imposibles.
En
la escuela media, había sido un introvertido: sin actividades de club, sin
novia, y sin hablar con los que hablar. Siempre solo. Los otros estudiantes charlando
felizmente junto en la clase me daba celos. Sentía envidia de los chicos tonteando
con la chica que secretamente me gustaba luego de la escuela.
Llegar
a secundaria, me había resuelto lograr mi propio “arcoíris colorido de la
juventud”, como si pudiera convertirme en algún tipo de protagonista de juegos
de citas. Así que intenté hacer mi debut de secundaria, pero fracasé. Espectacularmente.
Como
comparación, mis días de escuela media habían sido millones de veces mejor. Visto
que en ese entonces había sido un solitario, estaba realmente aislado en la
secundaria. Todos— y digo todos— me odiaban.
Lo
sé; todo era mi culpa. Primero, todo iba bien. no, parecía como que todo iba
bien. Es por eso que me inflé. Y debido a ese critico error, todo se arruinó.
“Hey,
¿Natsuki? Lo siento, pero ya no puedo estar contigo. Además, me jodes”.
Aún
podía recordar vívidamente cuando esas palabras me habían pegado en la cara y todo
empezó a ir cuesta abajo.
Fui
un idiota. Fue todo.
Desde
entonces, me devoté en vivir una vida justa. Sin embargo, sabía que recuperar
la confianza perdida era mucho más difícil que construir algo nuevo con alguien.
Al final, mi ingenuo sueño del colorido arcoíris murió, y mis días de secundaria
se quedaron grises desde inicio a fin.
Había
sido acorralado por esos arrepentimientos desde entonces, probablemente me sería
perseguido hasta morir.
Ahora
era el invierno de mi cuarto año en la universidad. ¿Cuántos años has estado
muerto en vida? Me burlé de mí mismo. Encendí el cigarro en mi boca y
lentamente saqué el humo. En un pestañeo, me había convertido en un adulto.
Había
pasado mi vida universitaria cargado de arrepentimientos de mis cagadas de secundaria,
solo tratando de pasar los días sin ser percibido. Regresé a la introversión,
pero alimentado con el fracaso, hice algunos amigos casuales con los que
ocasionalmente podía salir a beber. Alguien me había preguntado. [¿Te estás
divirtiendo?] Honestamente no sabría cómo responder, pero las cosas no eran
malas. Era lo justo para mí.
Mi
tesis de graduación estaba progresando bien, y tenía suficientes horas de crédito.
También había recibido una oferta de trabajo de una compañía de infraestructura
con futuros prospectos estables. A ese paso, probablemente me graduaría a
tiempo, tener un trabajo normal, y vivir una vida normal. No odiaba el
pensamiento de la normalidad. Ser capaz de vivir una vida normal es una
fortuna.
Pero
mis arrepentimientos de secundaria nunca desaparecerían. Los tres años grises
de secundaria— esos preciados días habían pasado hace mucho. Las personas
siempre dicen, “¡Puedes cambiar iniciando ahora!” y concordaba. Sin embargo,
incluso si fuera a cambiar ahora, nunca recuperaría todo el tiempo perdido.
Todo
lo que quería era una buena vida de secundaria, algo que nunca llegaría a
experimentar. Pero la vida pasa. No importa cuánto el pasado me pensé en mi memoria,
el tiempo continuaría marcando hacia adelante.
No
tengo más opción que seguir viviendo.
Sonreí amargamente. Mi pasado no me atormentaba lo suficiente para querer
morir, pero sí que me ponía sentimental. Ser una adolescente no funciona
para muchas personas. Apuesto que es un arrepentimiento común. ¡Sí, estoy
seguro de ello!
Así
que vamos, le pedí un deseo a dios, solo uno pequeño.
Dios,
si puedes concederme un deseo, por favor dame la oportunidad de rehacer mi
juventud.
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