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Capítulo 17

El Emperador Goblin

 

Mientras miraba a la monstruosa criatura ante mí, mi sorpresa causó que mis palabras se trabaran.

 

[¡E-Ese es un… Goblin—!]

 

Un Emperador Goblin. Era una subespecie del más temible ejemplo de un ejemplar goblin: el Rey Goblin, una amenaza de clase Catástrofe. Se diferenciaban porque mientras los Reyes Goblins naturalmente eran un fenómeno recurrente que aparecía una vez cada cientos de años, Emperadores Goblin no lo eran— eran artificialmente monstruos creados.

 

Era sabido que los goblins podían mutar a través de la manipulación humana. Sin embargo, la práctica se había desaparecido en el pasado, y en estos días era considerado un conocimiento tabú que había sido el fruto de una investigación prohibida. Era hecha al incrustar piedras de maná en la piel de un goblin, luego verter una enorme cantidad de maná.

 

Generalmente, los cuerpos de monstruos podían manejar una cierta cantidad de maná; exceder ese límite les causaría corromperse y morir. Sin embargo, en raros casos, ciertos goblins se adaptaban a ese denso exceso. Al parecer, si el maná continuaba siendo vertido en esos únicos especímenes, sus cuerpos se expandirían como balones— y si lograban soportar incluso eso, eventualmente asimilarían el maná y lo harían suyo.

 

El resultado final sería un goblin bastante fuerte para rivalizar con un Rey Goblin— un rango A, amenaza clase Catástrofe. Este razonamiento era el por qué los Emperadores Goblins eran clasificados como seres igual de peligrosos como Reyes Goblins.

 

Pero el goblin delante de mí era tan grande que no podía creerlo. Al menos era dos veces más grande que cualquier Rey Goblin que hubiera conocido, si no más grande. De pronto recordé una teoría que los resultados de experimentación eran también dependientes en la calidad de la piedra de maná incrustada dentro del cuerpo del goblin, no solo la cantidad de maná que le vertías dentro.

 

 

Miré a la piedra de maná brillando en la frente del goblin frente a mí, y de inmediato podía saber que era anormal. Su increíble tamaño y pureza se apartaban de una piedra de maná normal. Una vez más, cuando estudiaba afuera en la Santa Teocracia de Mithra, tuve la oportunidad de ver el Corazón de un Demonio, dicho de paso el más grande grado de una piedra de maná en existencia.

 

Pero ¿había sido incrustado en este goblin? No es sorpresa que la criatura hubiera crecido en tal anormal estado.

 

No tenía forma de confirmar ninguna de mis sospechas. Sin embargo, sabía una cosa con seguridad: ni siquiera un Rey Goblin sería rival para este monstruo.

 

Los Reyes Goblin eran una amenaza rango A— los monstruos que solo podían ser manejados por un equipo completo de aventureros de rango Oro. Perecían en comparación al tamaño del Emperador Goblin ante mí.

 

No solo eso, era un caníbal, un monstruo que comía a los suyos y se hacía más fuerte del maná que absorbía de ellos. Yo no tenía idea de la amenaza que este Emperador Goblin poseía. ¿Por qué estaba en un lugar así?

 

No podía soportarlo. No estaba segura. Alguien incluso había usado el <Ocultamiento> en él. Ya sea que se hubiera hecho por el uso de una herramienta mágica o algo más, no lo sabía, pero tenía que haber sido hecho por una persona.

 

No era sorpresa que no hubiéramos encontrado algún animal en el bosque— este monstruo se los había comido a todos en secreto. No me habría sorprendido si hubiera habido personas encontradas entre sus víctimas.

 

¿El Instructor Noor había venido aquí porque lo había sentido? Pensé que no sería extraño que una persona con su habilidad fuera tan impaciente para salir a cazar goblins. ¿La pura dicha que había estado exudando había sido solo un plan— una forma para eliminar las amenazas en secreto? ¿Siempre ayudaba a las personas así?

 

La vergüenza que sentí por mi debilidad se hizo más grande.

 

Pensando, recordé cómo el Instructor Noor me había visto con incertidumbre en el Gremio de Aventureros. Debió haber sido porque había predicho este resultado. Había estado preocupado si realmente estaba bien con él llevarme.

 

Todo este tiempo, había sido nada más que una carga para él.

 

El miedo que había sentido cuando el Minotauro me atacó una vez más aparecía en su cabeza. Inconscientemente, empecé a temblar. La fuerza dejo mis piernas, y era todo lo que podía hacer para no colapsar.

 

Pero entonces, el Instructor Noor habló.

 

[No hay nada que temer. Es solo… un goblin.]

 

Solo un goblin.

 

Tenía razón. Mi padre había nublado mi juicio. Necesito calmarme; iba a estar bien. No estaba sola. El Instructor Noor me había regresado a mis sentidos— estaba segura de eso.

 

[Derrotémoslo, Lynne.]

 

El Instructor Noor dijo mi nombre. Estaba dependiendo de él. Podía sentirlo en sus palabras.

 

Y tenía razón. Ahora no era el momento de estar temblando del miedo; tenía que luchar lado a lado con él. Estaba seguro que estaría bien, porque a mi lado ahora estaba la persona quien había confrontado a un monstro del Abismo y ganado.

 

A ese pensamiento, mi temblor se calmó al instante.

 

Qué extraño sentimiento. Hace un momento, había estado tan asustada que apenas podía pararme— al borde de ser superada por la muerte y desesperación. Y estaba a punto de enfrentar a un terrorífico enemigo al cual incluso monstruos de clase Catástrofe eran poco en comparación, con solo una persona a mi lado. Y aun así…

[Sí, Instructor.]

 

Y así, encontré las esquinas de mis labios levantarse levemente.

 

Mientras me paraba detrás del Instructor Noor y miraba al poderoso Emperador Goblin ante nosotros, sonreí.

 

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